Deuteronomio
22:12
dice,
12
Harás así mismo borlas (flecos)
en las cuatro esquinas de la prenda con que te cubras.
Moisés
menciona esta ley sólo de pasada, porque en ese momento los
israelitas ya conocían esta ley de la legislación anterior. La ley
principal que se ocupa de este tema se encuentra en Num.
15:38-40,
38
Habla
a los hijos de Israel, y diles que deben hacer para sí mismos flecos
en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones, y que pongan en
cada fleco un cordón de azul. 39 Y servirá de fleco para que cuando
lo veáis recordéis
todos los mandamientos de Yahweh,
a fin de cumplirlos y no sigáis tras de vuestro propio corazón y de
vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis, 40 con el fin
de que podáis recordar todos mis mandamientos, y seáis santos a
vuestro Dios.
El Hilo Azul
Las
borlas debían contener un hilo
azul
para recordarles “todos
los mandamientos”.
El color en sí mismo significa
el espíritu y la espiritualidad,
porque el
azul es el color del cielo.
También se nos dice en Éxodo
24:10
que cuando los setenta ancianos subieron al monte para estar en
comunión con Dios, “vieron
al Dios de Israel; y debajo de sus pies lo que parecía ser un
embaldosado de zafiro tan claro como el mismo cielo”.
Por
lo tanto, Pablo nos dice en Rom.
7:14,
“la
ley es espiritual”.
En términos más físicos, se podría decir que “la
ley es de color azul”.
Esta Ley fue un tipo y sombra que Dios usó para recordar a sus hijos
pequeños a escuchar y obedecer la voz de Dios. No era la intención
de Dios que los hombres que observaran de esa manera física esta Ley
en todos los tiempos. Con suerte, desde la venida de Cristo, hemos
llegado a ese lugar de madurez en que la Ley se ha arraigado en
nosotros, estando escrita en nuestros corazones.
Irónicamente,
sin embargo, muchos cristianos han desechado no sólo el hilo azul,
sino que también han dejado de lado la Ley. Al no tener el
recordatorio en su ropa, se han olvidado en gran parte de la Ley y de
la “leche” de la Palabra, que son “los
principios elementales de los oráculos de Dios”
(Hebreos
5:12).
Pablo lamentó en el versículo 11 que “vosotros
os habéis
hecho tardos para oír”,
y que debiendo haber estado listos para la universidad, todavía
necesitaban un poco de enseñanza del primer grado.
Y
así vemos que este es un problema eterno. Los israelitas bajo Moisés
necesitaban este recordatorio, porque apenas recibieron la Ley
tuvieron estuvieron dispuestos a adorar al becerro de oro. Los
profetas se lamentaban continuamente la infidelidad de Israel en el
tiempo de los dos reinos (Israel y Judá). Jesús lamentó su
ilegalidad en Mat.
7:23.
Pablo dijo en Rom.
7:25
que su “hombre nuevo” interior servía a la Ley de Dios, pero
que su hombre carnal quería servir a la Ley del Pecado (es decir, al
desorden).
La interpretación tradicional judía
La
enseñanza tradicional judía pensaba en estos flecos como parte de
un uniforme judío que estaba destinado a distinguirles de los
no-judíos. Su énfasis era distinguirse a sí mismos como más
justos que otros, y digno de recibir la Ley que otros eran demasiado
injustos para seguir; en lugar de compartir la revelación con otros
para que todos pudieran llegar a conocer la mente de Dios. Por lo
tanto, la Enciclopedia Judía escribe bajo “franjas
(flecos-borlas)” (1903 ed.),
“... los ẓiẓit [franjas, o borlas o flecos] eran una señal del amor de Dios por Su pueblo Israel (Men. 43b). De hecho, sirvieron como el uniforme del judío, el cual fue reconocido y distinguido del gentil. Por lo tanto, un judío no debe vender una prenda con flecos a un no-judío a menos que se eliminen las franjas”.
Esto
era consistente con la enseñanza talmúdica que prohíbe a los
judíos enseñar la Ley a los no-judíos, como si la Ley fuera de
titularidad exclusiva de los judíos. Para ellos vender una prenda
con flecos a un no-judío era el equivalente a enseñarle la Ley.
Por
supuesto, el apóstol Pablo enseñó que todo el mundo era
responsable ante la Ley Divina (Rom.
3:19),
comprendieran la Ley o no. La única diferencia real es que los
ignorantes de la Ley eran menos
responsables que
los que la conocían. El conocimiento trae la rendición de cuentas,
pero la ignorancia no es excusa cuando los hombres evitan la
oportunidad de estudiar la Ley.
Como
aspirantes a vencedores, entendemos que la Ley fue dada a Israel para
que pudieran administrarla y enseñarla a todos los hombres. De
esta manera, todos los hombres llegarán a conocer la mente de Dios y
a ser capaces de cumplir Sus caminos y Su cultura en Su perfecta
voluntad. Por
supuesto, hay muchas maneras de hacer las cosas, por lo que no es
probable que se erradiquen todas las diferencias culturales; sin
embargo, todas esas diferencias, en última instancia, tienen que
estar sujetas a la Ley Divina cuando el Reino de la Piedra llene la
Tierra (Dan
2:35).
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-6/chapter-10-the-law-of-tassels/ |
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