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Libro: LA LECHE DE LA PALABRA DE DIOS, En Heb. 6, 1-2, Dr. Stephen E. Jones

 

77 Páginas

I- DE FE EN FE

II- ARREPENTIMIENTO

III- INSTRUCCIÓN SOBRE BAUTISMOS

IV- IMPOSICIÓN DE MANOS

V- RESURRECCIÓN DE ENTRE LOS MUERTOS

VI- JUICIO ETERNO


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LA LECHE DE LA PALABRA DE DIOS, En Heb. 6, 1-2 

Dr. Stephen E. Jones


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LA LECHE DE LA PALABRA DE DIOS, En Heb. 6, 1-2 

Dr. Stephen E. Jones

DE FE EN FE - Parte 4, Dr. Stephen E. Jones (GKM)



Fecha de publicación: 12/07/2024
Tiempo estimado de lectura: 8 - 10 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

DE FE EN FE - Parte 3, Dr. Stephen E. Jones (GKM)



Fecha de publicación: 11/07/2024
Tiempo estimado de lectura: 4 - 5 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

DE FE EN FE - Parte 2, Dr. Stephen E. Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 10/07/2024
Tiempo estimado de lectura: 7 - 9 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

PRIMERO EL ESPÍRITU, DESPUÉS LA FE, A. W. Pink

 



LA CAPITAL DEL REINO, Dr. Stephen Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 30/11/2023
Tiempo estimado de lectura: 5 - 6 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

SANSÓN - Parte 2: EL PATRÓN DE LA CEGUERA DE SANSÓN EN LAODICEA, Dr. Stephen Jones

 


Fecha de publicación: 07/10/2023
Tiempo estimado de lectura: 6 - 8 minutos

PRIMERO CON MI VOLUNTAD CREO, DESPUÉS CON MI INTELIGENCIA ENTIENDO, Oswald Chambers





"Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae (arrastra)", Juan 6: 44


Cuando Dios comienza a atraerme, inmediatamente surge el problema de mi voluntad. ¿Reaccionaré positivamente ante la verdad que Dios ha revelado? ¿Me acercaré a Él? Debatir los asuntos espirituales es un irrespeto. Nunca hables con nadie para decidir cuál debe ser tu respuesta a su revelación (Gálatas 1: 15-16). 

La fe no es un acto intelectual, sino un acto de mi voluntad por medio del cual me someto al Señor de manera deliberada. Pero, ¿me pondré por completo a las órdenes de Dios y actuaré de acuerdo con lo que Él dice? Si lo hago, descubriré que estoy fundamentado en la verdad que es tan segura como el trono de Dios. 

Debe haber una rendición de la voluntad y no una rendición a un argumento persuasivo o poderoso. Me arrojo voluntariamente hacia Dios y su Palabra, hasta que ya no confío más en mis obras. Sólo confío en Él. Confiar en mi comprensión mental se convierte en un obstáculo para confiar totalmente en Dios. Debo estar dispuesto a ignorar y a dejar atrás mis sentimientos. Debo desear creer, lo cual sólo podrá ocurrir mediante un esfuerzo decidido de mi parte para separarme de mi vieja manera de considerar las cosas, y entregándome por completo a Él.

Todos hemos sido creados con la habilidad de ir más allá de lo que tenemos a nuestro alcance. Pero Dios es el que nos atrae, y nuestra relación con Él en primer lugar es personal, no intelectual. Soy puesto en esta relación por el milagro de Dios y mi propia voluntad para creer. Luego empiezo a comprender la maravillosa transformación de mi vida y a reconocerla de manera inteligente.


Oswald Chambers

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

SORBOS DE VIDA - BIOGRAFÍA DE WATCHMAN NEE (Experimenta a Dios como el Médico Divino), W. Lee

 



EXPERIMENTA A DIOS
COMO EL MÉDICO DIVINO

Watchman Nee se enfermó de tuberculosis en 1924 debido a la sobrecarga de trabajo y a la falta de atención adecuada. Su estado se agravó tanto que en algunas de sus cartas abiertas a los lectores de sus artículos, afirmó que los pilares de su tabernáculo terrenal estaban siendo sacudidos. Varias veces se esparcieron rumores de que había muerto. Durante ese tiempo de enfermedad, aprendió a confiar en Dios para sobrevivir, y Dios lo cuidó fielmente. Sufrió de esta enfermedad durante cinco años aproximadamente. Finalmente recibió la gracia de ser sanado al experimentar a Dios como su Médico divino. A continuación incluimos el testimonio personal que él dio al respecto en Kulangsu, Fukien, el 20 de octubre de 1936:

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EN MI ENFERMEDAD CONTINUÉ EN LA OBRA

En 1924, cuando me di cuenta de que estaba enfermo, sentía dolor en el pecho, estaba débil y tenía una ligera fiebre. No sabía qué me pasaba. El doctor H. S. Hwang me dijo: “Sé que usted tiene fe y que Dios puede curarlo, pero permítame examinarlo y diagnosticar su enfermedad”. Después del examen, él habló con el hermano Wong Teng-ming por largo tiempo en voz baja. Al principio, aunque les pregunté, ellos no me querían informar del resultado del examen; pero cuando les dije que no tenía temor, el doctor Hwang me informó que tenía tuberculosis y que mi condición era tan seria que necesitaba tomar un descanso prolongado.

Aquella noche no pude dormir; no quería encontrarme con el Señor sin haber concluido mi labor y me sentía muy deprimido. Decidí ir a la campiña a descansar y a tener más comunión con el Señor y le pregunté: “Señor, ¿cuál es tu voluntad para mí? Si deseas que cese de vivir, no temo la muerte”. Por más de seis meses no pude entender la voluntad del Señor, pero había gozo en mi corazón y tenía la certeza de que el Señor no podía equivocarse. Las numerosas cartas que recibí durante ese tiempo no me comunicaban aliento ni consuelo, sino que me reprendían por haber trabajado demasiado y por no haber cuidado de mi salud. Inclusive, un hermano me reprochó citando Efesios 5: 29: “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida con ternura, como también Cristo a la iglesia”

El hermano Cheng Chi-kwei de Nanking me invitó a su casa, donde podría descansar y también ayudarle a traducir el curso bíblico por correspondencia del doctor C. I. Scofield. En aquel tiempo, unos treinta hermanos y hermanas vinieron a verme, y hablé con ellos con respecto a la Iglesia. Comprendí que la mano de Dios estaba sobre mí con el propósito expreso de hacerme volver a mi primera visión; si no hubiera sido así, habría tomado la senda de un predicador que fomenta avivamientos.

Pasaban los días sin mejoría alguna. Aunque me esforzaba por escribir y por estudiar la Biblia, lo encontraba extremadamente agotador. Tenía una leve fiebre todas las tardes y no podía dormir en las noches, durante las cuales sudaba profusamente. Cuando se me aconsejó que descansara más, respondí: “Temo que vaya a descansar a tal grado que me atrofie por completo”. Tenía el sentir de que aun cuando era posible que no viviera por largo tiempo, debía creer que Dios habría de aumentar mis fuerzas y que debía trabajar para Él. 

Le pregunté al Señor si yo ya había concluido todo lo que me había encomendado. Le pedí que guardara mi vida para poder realizar lo que Él quisiera; de lo contrario, sabía que no había nada en la Tierra por lo cual valiera la pena vivir. Me pude levantar por un breve tiempo, pero después ni eso podía hacer. En una ocasión se me pidió que condujera una reunión de evangelización; así que me esforcé por levantarme y le pedí al Señor que me fortaleciera. Mientras caminaba hacia la reunión, tenía que apoyarme en los postes de luz cada cierto trecho para descansar. Cuando me apoyaba a cobrar fuerzas, le decía al Señor: “Vale la pena morir por Ti”. Algunos hermanos supieron que yo había hecho esto y me reprendieron por no cuidar de mi salud. Les respondí que amaba a mi Señor y que daría mi vida por Él.

ESCRIBI EL HOMBRE ESPIRITUAL
DURANTE MI ENFERMEDAD

Después de orar durante más de un mes, tuve el sentir de que debía escribir un libro acerca de lo que había aprendido. Tenía la idea de que sólo se podía escribir libros después de viejo, pero cuando recordaba que podría irme de este mundo, sentía la urgencia de comenzar a escribir. Alquilé un pequeño cuarto en Wusih, en la provincia de Kiangsu, donde me encerré y pasé mis días escribiendo. En aquel tiempo mi enfermedad había empeorado tanto que ni acostado toleraba el dolor. Mientras escribía me sentaba en una silla con espaldar alto y apretaba mi pecho contra el escritorio para aliviar el dolor

Satanás me decía: “Ya que pronto vas a morir, ¿por qué no morir cómodamente en lugar de fallecer agobiado por el dolor?” Yo le respondía: “El Señor me quiere así como estoy, ¡vete de aquí!” 

Me llevó cuatro meses completar los tres tomos de El hombre espiritual. Escribir este libro fue una verdadera labor que me costó sangre, sudor y lágrimas. Perdí en ocasiones la esperanza de vivir, pero la gracia de Dios me sacó adelante. Cada vez que terminaba una sesión de redacción, me decía a mí mismo: “Este es el último testimonio que dejo a la Iglesia”. Aunque escribía en medio de todo tipo de dificultades y sufrimientos, sentía que Dios estaba muy cerca de mí. A algunos les parecía que Dios me estaba maltratando. El hermano Cheng me escribió diciendo: “Te estás forzando en extremo y un día lo lamentarás”. Le respondí: “Amo a mi Señor y viviré sólo para El”...

MI ENFERMEDAD EMPEORA

Después de que se publicó el libro, oré así: “Permite ahora, Señor, que tu siervo parta en paz”. Entonces mi enfermedad empeoró, no podía dormir tranquilo durante la noche y cuando despertaba, daba vueltas en la cama incesantemente. Físicamente, era casi un esqueleto; tenía sudores nocturnos y me puse afónico. Los que me visitaban casi no podían escucharme, aun cuando acercaran el oído a mi boca

Varias hermanas se turnaban para cuidarme, entre ellas una enfermera experimentada que lloraba cada vez que me veía. Ella dio testimonio diciendo: “He visto muchos pacientes, pero nunca uno en una condición tan lamentable. Temo que sólo podrá vivir unos tres o cuatro días más”. Cuando me relataron lo que ella decía, respondí: “Sea éste mi fin. Estoy consciente de que moriré pronto”. Un hermano telegrafió a las iglesias en varios lugares diciéndoles que no había más esperanza para mí y que no era necesario que siguieran orando por mí.

FUI SANADO

Un día le pregunté a Dios: “¿Por qué me llamas tan pronto?” Le confesé mis transgresiones, temiendo haber sido infiel en algún aspecto. Además, le dije que no tenía fe. Aquel mismo día me entregué a la oración y el ayuno, y me consagré a El una vez más. Le dije que no haría nada excepto lo que Él me asignara. Ayuné ese día hasta las tres de la tarde. Al mismo tiempo los colaboradores oraban fervientemente por mí en casa de la hermana Ruth Lee.

 Mientras oraba a Dios pidiéndole que me concediera fe, Él me dijo algo que nunca podré olvidar. La primera afirmación fue: “El justo por la fe vivirá” (Rom. 1: 17). La segunda frase fue: “Por la fe estáis firmes” (2ª Cor. 1: 24). La tercera fue: “Por fe andamos” (2ª Cor. 5: 7). Estas palabras me llenaron de gran gozo, pues la Biblia dice: “Todo es posible para el que cree” (Mr. 9: 23). Inmediatamente agradecí a Dios, le alabé por haberme dado sus Palabras y acepté por fe que Él me había sanado.

La prueba no se hizo esperar. La Biblia dice: “Por la fe estáis firmes”, pero yo todavía estaba postrado en la cama. Surgió un conflicto en mi mente: ¿debía incorporarme y ponerme de pie o debía permanecer acostado? Sabemos que los seres humanos se aman a sí mismos y les es más cómodo morirse en cama que de pie. Entonces, la Palabra de Dios manifestó su poder y, sin importarme nada más, me vestí con ropa que no había usado en ciento setenta y seis días. Mientras me bajaba de mi lecho para ponerme de pie, sudé tan profusamente que parecía como si me hubiese empapado bajo la lluvia. 

Satanás me dijo: “¿Estás tratando de ponerte de pie cuando ni siquiera puedes sentarte?” Le repliqué: “Dios me dijo que me pusiera de pie”, y así lo hice. Sudando frío, casi me caía, pero seguía repitiendo: “¡Por la fe estáis firmes! ¡Por la fe estáis firmes!” Luego caminé unos pasos para ponerme la ropa. Después me senté. En ese momento, la Palabra de Dios vino a mí diciéndome que no sólo debía estar firme en la fe sino que también debía andar por la fe

Ya había sido un milagro el hecho de poder levantarme y dar unos pasos para vestirme. ¿Cómo podría esperar caminar más lejos? Le pregunté a Dios: “¿Adónde deseas que vaya?” El me respondió: “Ve a la casa de la hermana Lee en el número 215”. Allí un grupo de hermanos y hermanas habían estado orando y ayunando por mí durante dos o tres días.

Pensé que tal vez podía caminar en el cuarto, pero me sería imposible descender por las escaleras. Oré a Dios: “¡Oh Dios, puedo estar de pie firme por la fe, y por la fe también puedo bajar las escaleras!” De inmediato me dirigí a la puerta que llevaba a las escaleras y la abrí. Les digo francamente que, estando de pie frente a las escaleras, me parecía que éstas eran las más largas que había visto en mi vida. Le dije a Dios: “Si Tú me dices que camine, así lo haré, aunque muera en el intento”. Añadí: “Señor, no puedo caminar. Te ruego que me sostengas con Tu mano”. Apoyándome en la baranda con una mano, descendí paso a paso. Otra vez estaba empapado en un sudor frío, y mientras descendía por las escaleras continuaba clamando: “¡Por fe andamos! ¡Por fe andamos!” En cada peldaño oraba: “Oh Señor, eres Tú quien me hace caminar”. Mientras descendía por esos veinticinco peldaños, me parecía estar caminando mano a mano con el Señor en fe.

Al llegar al final de las escaleras, me sentí fuerte y fui a la puerta trasera. Abrí la puerta y fui directamente a la casa de la hermana Lee. Le dije al Señor: “De ahora en adelante, viviré por fe y nunca más seré un inválido”. Llamé a la puerta tal como Pedro lo hizo en Hechos 12:12-17 sin que Rode le abriera. 

Cuando la puerta se abrió y entré a la casa, siete u ocho hermanos y hermanas me miraron fijamente sin proferir palabra ni hacer movimiento alguno. Por cerca de una hora todos permanecieron quietos en sus asientos como si Dios hubiese aparecido entre ellos. Yo estaba allí lleno de agradecimiento y alabanza. Entonces, les relaté todo lo que me había sucedido en el transcurso de la sanidad que recibí por gracia. Llenos de gozo y jubilosos en espíritu, todos alabamos a Dios en voz alta por su obra maravillosa.

 Aquel mismo día alquilamos un vehículo para ir a Kiang-Wan, en los suburbios de la ciudad, a visitar a la famosa evangelista Dora Yu. Ella se sorprendió grandemente al verme, pues recientemente había recibido noticias de mi inminente deceso. Cuando aparecí, me vieron como alguien que había sido levantado de entre los muertos. Aquella fue otra celebración de gratitud llena de gozo y alabanzas al Señor. El domingo siguiente hablé desde la plataforma por tres horas.

QUÉ MARAVILLA

Hace cuatro años, leí un aviso en el periódico con respecto al remate de una casa y su mobiliario pertenecientes a un famoso doctor alemán que acababa de fallecer. Cuando hice las averiguaciones del caso, me di cuenta de que ese doctor era el que hacía años me había tomado unas radiografías. El había tomado tres radiografías de mis pulmones y me había desahuciado. Cuando le pedí que tomara otra placa, me dijo que no era necesario y me mostró las placas de otra persona, diciéndome: “Esta persona estaba en mejores condiciones que usted y, sin embargo, murió en su hogar dos semanas después que se tomaron estas radiografías. No venga a verme más, pues no quiero quitarle su dinero”. 

Cuando escuché esto, me fui a casa muy desanimado. Al leer aquel anuncio, levanté mis manos en alabanza al Señor y dije: “Este médico falleció. El había dicho que yo moriría pronto, pero fue él quien murió. El Señor me ha mostrado su gracia”. Cubierto por la sangre del Señor, dije: “Este doctor, quien era más fuerte que yo, murió; pero yo fui sanado por el Señor y aún vivo”. Fui a la subasta y compré muchas cosas de su casa a modo de memorial.

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DIOS LO SOSTUVO CON MÁS CUIDADO TODAVÍA

Mientras el hermano Nee estaba enfermo de tuberculosis, su corazón fue afectado por una angina de pecho en 1927. Dios, por su gracia lo sanó de la tuberculosis, pero dispuso que quedara con ese problema en el pecho. El padeció de esta dolencia cardiaca durante cuarenta y cinco años, hasta el fin de sus días. Le causaba frecuentes dolores y sudores fríos. A veces, mientras presentaba un mensaje, le venía el dolor y se veía obligado a apoyarse sobre el púlpito. El podía morir en cualquier momento. Esto lo condujo espontáneamente a desarrollar una confianza plena en el Señor en lo relacionado con su subsistencia. El sobrevivía momento a momento por su fe en Dios, y en el transcurso de los años Dios lo sostuvo y lo cuidó con su gracia y con su vida de resurrección, hasta el día de su muerte. Mediante estas dificultades físicas, él experimentó y disfrutó a Dios mucho más que si no hubiese tenido esa afección agotadora y debilitante.

La sanidad divina que experimentó Watchman Nee no fue fruto del ejercicio del don de sanidad. Tampoco fue solamente un acto de Dios, sino la obra de la vida de resurrección por acción de la gracia mediante el ejercicio de una fe viva en la fiel Palabra de Dios, con miras a la edificación y el crecimiento de la vida divina. No era solamente un milagro del poder divino, sino la acción de la gracia y la vida divina.

SORBOS DE VIDA - BIOGRAFÍA DE WATCHMAN NEE (Vive por fe - Parte 2: Quitar todo impedimento. Gastar en la medida en que recibimos), W. Lee

 

Debemos ser como ríos que reciben de sus afluentes y dejan seguir la corriente



Confié en que Dios proveería
para la publicación de la literatura

Consciente de que algunas personas nunca entrarían a un local de reuniones para escuchar el evangelio, en 1922 comencé a imprimir folletos evangelísticos, pues es necesario que las buenas nuevas lleguen a estas personas. Después de redactarlos, empecé a orar y pedir la provisión necesaria para cubrir los gastos de imprenta y de distribución. Dios me dijo: “Si deseas que conteste tu oración, primero debes quitar todo impedimento”. 

El domingo siguiente prediqué sobre el tema “Quitar todo impedimento”. En aquel entonces muchos criticaban a la esposa de uno de mis colaboradores, una hermana que se reunía con nosotros. Cuando yo entré a la reunión para dar el mensaje, la miré e interiormente la juzgué y pensé que los demás tenían razón en criticarla. Después de la reunión, ella estaba de pie cerca de la puerta, y yo la saludé al salir del local. 

Luego, cuando nuevamente le suplicaba a Dios que cubriera los gastos de imprenta, diciéndole que había quitado todo obstáculo, El me dijo: “¿Qué me dices del mensaje que acabas de predicar? Tú has menospreciado a aquella hermana; ése es un obstáculo para la oración, el cual debes eliminar. Debes ir a ella y confesar tu culpa”. Le respondí: “No es necesario que confesemos a otros los pecados que están en nuestra mente”. Dios me respondió: “Sí, eso es cierto, pero tu caso es diferente”. 

Luego, cuando pensé en confesarle a ella y enfrentar el asunto, vacilé en cinco oportunidades. Aún cuando estaba dispuesto a confesar mi falta, me preocupaba que ella, quien siempre me había admirado, ahora me menospreciaría. Le dije a Dios: “Haré cualquier cosa que me pidas, pero no quisiera confesarle a ella mi falta”. Continué pidiendo a Dios que cubriera los gastos de imprenta, pero Él no escuchaba mis argumentos; al contrario, insistía en que yo me confesara con ella. La sexta vez, por la gracia del Señor, le confesé a la hermana mi culpa. Con lágrimas en los ojos, ambos confesamos nuestras faltas y después nos perdonamos el uno al otro. Fuimos llenos de gozo y, desde entonces, nos amamos en el Señor aún más.

Poco después, el cartero me entregó una carta que contenía quince dólares. La carta leía: “Me gusta distribuir folletos evangelísticos y me sentí movido a ayudarle a imprimirlos. Por favor, acepte mi donación”.

 En cuanto fueron eliminados todos los impedimentos, Dios contestó mis oraciones. ¡Gracias al Señor! Esta fue la primera vez que experimenté que Dios respondiera a mis oraciones con respecto a la impresión de las publicaciones. En aquel entonces repartíamos más de mil folletos por día. Se imprimían y se distribuían de dos a tres millones de folletos al año para abastecer a las iglesias en varios lugares. En los primeros años de la publicación de literatura, Dios siempre respondió a mis oraciones y cubrió todas nuestras necesidades.

El Señor también me indicó que publicara la revista El testimonio actual y que la distribuyera sin cargo alguno. En aquel tiempo en China, todas las publicaciones de temas espirituales estaban a la venta; solamente la revista que yo publicaba era gratuita

El cuarto donde redactaba y editaba los manuscritos era bastante pequeño. Cuando terminábamos los artículos, los enviábamos a la imprenta. Si no había fondos disponibles, oraba a Dios pidiendo que enviara su provisión para la impresión. Al observar lo que estaba haciendo, me reía, pues los manuscritos eran enviados a la imprenta sin que tuviéramos los fondos para pagar la impresión

Mientras viva, nunca olvidaré aquella vez cuando aún me estaba riendo y escuché a alguien tocar la puerta. Al abrirla, vi a una mujer de mediana edad que siempre venía a las reuniones pero por quien mi corazón sentía una extraña frialdad. Era rica, pero amaba el dinero y trataba diez centavos como si fuesen un dólar. Me extrañé de que pudiera ser ella la que diera el dinero para imprimir la revista. Entonces, le pregunté el motivo de su visita, y me dijo: 

“Hace una hora, comencé a sentirme incómoda. Cuando oré a Dios, El me dijo que yo no parecía cristiana, porque nunca he hecho lo correcto en cuanto a ofrendar y amo demasiado el dinero”. Le pregunté qué deseaba que hiciera, y me dijo: “Debes ofrendar dinero para que sea usado en Mi obra”. 

Luego ella tomó treinta dólares de plata y los puso sobre la mesa, diciéndome: “Gaste el dinero en lo que usted juzgue necesario”. Sobre la mesa estaban los manuscritos y el dinero. Le agradecí al Señor, sin decirle nada a ella. Ella se despidió, y yo fui de inmediato a pagar a la imprenta. 

El dinero que ella dio fue suficiente para imprimir mil cuatrocientos ejemplares de la revista. Otros dieron el dinero para los gastos de franqueo. Ahora imprimimos cerca de siete mil ejemplares de cada edición. Dios nos provee todos los fondos en el momento preciso de la manera que lo he relatado. Nunca le he pedido contribuciones a nadie. Ha habido ocasiones en que las personas me han rogado que les acepte el dinero. En todos estos asuntos siempre he esperado exclusivamente en el Señor.

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En la narración que Watchman Nee presentó de su historia personal en una reunión el domingo, 4 de diciembre de 1932, él relató los mismos asuntos con más detalles.

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A fines del año 1922 sentí la carga de publicar una revista, debido a que numerosas personas habían sido salvas en Fuchow, y el número iba incrementándose. En aquel tiempo, el hermano Leland Wang estaba evangelizando lejos en la región de Yangtze. Su esposa y sus hijos quedaron solos en casa; así que me pidió que me mudara a su casa para cuidar a su familia. Todos los días, la hermana Wang y yo orábamos por la revista. En aquel tiempo me encontraba extremadamente limitado en las finanzas. Después de orar por más de un mes, no tenía ni un solo dólar. Una mañana le dije: “No es necesario orar más; eso sería falta de fe. Debo empezar a escribir. ¡Dios no necesita poner el dinero en nuestras manos para que empecemos a escribir! Por consiguiente, dejaré de orar por este asunto, y proseguiré a la preparación de los borradores”.

Cuando todo estuvo listo y la última palabra fue escrita, dije: “Ahora llegará el dinero”. Me arrodillé y volví a orar, diciendo: “Dios, el borrador está listo para imprimirse, pero todavía no tenemos dinero”. Después de orar así, sentí una confianza maravillosa de que Dios daría el dinero, y empezamos a alabar a Dios. Lo más asombroso fue que todavía no habíamos terminado la oración cuando alguien llamó a la puerta. Yo esperaba que viniera alguien con el dinero. Como estaba en casa de la hermana Wang, dejé que ella abriera la puerta. Para mi sorpresa, la persona que vino era una hermana rica pero muy avara. Pensé: “Con seguridad ella no dará el dinero”. Pero me dijo: “Tengo algo extremadamente importante que decirle”. Contesté: “Dígame, por favor”. Entonces ella preguntó: “¿Cómo debe dar ofrendas un cristiano?” Contesté que no debemos adoptar la costumbre del Antiguo Testamento de dar solamente el diezmo; más bien debemos seguir lo dicho de 2ª Corintios 9: 7, según lo cual cada persona debe dar conforme al lo que Dios le indique. Puede dar la mitad, la tercera parte, el diezmo, o la vigésima parte de su ingreso. Entonces ella contestó: “¿Adónde se debe entregar ese donativo?” Contesté: “No la dé a una iglesia que se oponga al Señor ni a los que no creen en la Biblia ni en la redención de la sangre que el Señor derramó. Si nadie les da contribuciones, no podrán llevar a cabo su predicación. Ore antes de dar una ofrenda, y luego dela a los pobres o a alguna obra, pero jamás a una organización que no sea recta”. Ella dijo: “El Señor me ha hablado durante mucho tiempo acerca de mi devoción excesiva al dinero. Al principio no pude aceptarlo, pero ahora sí puedo. Mientras oraba esta mañana, el Señor me dijo: “Ya no tienes que orar más. Sólo empieza a ofrendar tu dinero". Estaba bastante desconcertada, pero ahora estoy aquí con treinta dólares para que los use en la obra del Señor". Este dinero era suficiente para imprimir mil cuatrocientos ejemplares de El testimonio actual. Más adelante, otra persona dio otros treinta dólares más, con lo cual pagamos el envío y demás gastos. Así se publicó el primer número de El testimonio actual.

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En el testimonio personal que Watchman Nee dio en Kulangsu el 20 de octubre acerca del acontecimiento mencionado arriba, él concluyó con las siguientes palabras:

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Si una persona se deja dominar por el dinero, sin duda fracasará en otros asuntos. Debemos esperar en Dios con una mente sencilla y nunca hacer nada que deshonre al Señor. Cuando alguien nos dé dinero, lo aceptamos en el nombre de Cristo, pero nunca debemos pedir nada. Agradezco a Dios que después de decirles a mis padres que no volvería a usar su dinero, aún así me fue posible estudiar los dos años que me faltaban. Aunque no sabía de dónde vendría mi sustento, Dios siempre proveyó cuando se presentó alguna necesidad. Algunas veces la situación parecía en extremo difícil, pero Dios nunca me desamparó

Con frecuencia ponemos nuestra confianza en las personas, pero Dios no desea que dependamos de otros. Debemos aprender la lección de gastar en la medida en que recibimos, y nunca seamos como el mar Muerto, que recibe varios afluentes pero del cual no fluye ninguno; más bien debemos ser como el río Jordán, que recibe de sus afluentes y deja seguir la corriente. Los levitas del Antiguo Testamento se dedicaban exclusivamente a servir a Dios, y aún ellos debían ofrecer sus diezmos.

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FE EN DIOS, ALGO MUY RARO, Oswald Chambers

 



"Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal de mi pacto con la tierra ", Génesis 9: 13


Es la voluntad de Dios que los seres humanos establezcan una relación correcta con Él y sus pactos tienen ese propósito. 

¿Porqué no me salva Dios? Él me ha salvado, pero aún no he entablado una relación con Él. ¿Por qué no hace Dios esto y aquello? Lo ha hecho. El asunto es: ¿Entraré en la relación de ese pacto? Todas sus grandes bendiciones han sido consumadas y están completas, pero me pertenecen a partir del momento en que establezco una relación con Él fundamentada en su pacto.

Esperar que Dios obre es incredulidad, carnalidad. Significa que no tengo fe en Él y espero que haga algo en mí para que yo pueda confiar en eso. Pero Él no lo hará, porque esa no es la base de su relación con el hombre. En su pacto con Dios, el hombre debe ir más allá de la parte física y de los sentimientos, así como Él va más allá de Sí mismo para alcanzar al hombre con su pacto. Es cuestión de fe en Dios, algo muy raro.

Tenemos fe solamente en nuestros sentimientos. No le creo a Dios hasta que pone algo tangible en mi mano; y entonces, al saber que ya lo tengo, digo: "Ahora creo”. Aquí no hay ninguna fe. Dios dice: "¡Mirad a mí y sed salvos!" Isaías 45:22.

Cuando realmente hago un compromiso con Dios sobre la base de su pacto y me rindo por completo, no hay ninguna conciencia de méritos personales. No existe en ello absolutamente ningún ingrediente humano, sino la abrumadora conciencia de ser llevado a la unión con Dios. Así, mi vida se transforma e irradia paz y gozo.


Oswald Chambers

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

NO SE ASUSTE, ¡DESCÚBRALO!, Anita Alexandre (Revival Flame Ministries)

 




"Todo lo que no proviene [de la fuente] de la fe (que Dios te lo diga, personalmente o mediante su Palabra) es pecado". Romanos 14: 23

 

Esta escritura ha estado sentada en mi corazón durante los últimos dos años con mucha fuerza. ¡No puedo alejarme de ella y siento que es muy imperativa para todos los creyentes en este momento! 

Gente, no podemos espiritualizar o racionalizar esto. Si las decisiones que tomamos provienen del miedo, la autoconservación, la conformidad o el sentido y la razón, entonces no provienen de la fe. El Señor dice que sin fe es imposible agradarle

Los animo a todos en estos tiempos a que le pregunten a Dios qué decisiones deben tomar para ustedes y sus familias. Cualquier cosa que el Señor les diga y les instruya, les dará la unción y la gracia para caminar en ellas. Desvelará misterios secretos que pertenecen a caminar con victoria en ese camino en particular. 

Esta no es la hora de ASUSTARSE (de lo que Dios le pedirá), sino de DESCUBRIR cuál es la instrucción de Dios para usted. Si no le está preguntando al Señor, sino que simplemente está de acuerdo con lo que le “parece” correcto o conveniente, le insto a que se detenga, ore y se asegure que la dirección que está tomando sea guiada por el Espíritu Santo. Todo operador náutico sabe que un grado de rumbo eventualmente desviará el barco muchas millas. 

Se lo digo, si le pregunta, Él le responderá. El problema es que a veces la gente no quiere preguntar porque la respuesta que el Señor puede darles tal vez no sea la que ellos quieren escuchar y puede requerir un poco de confianza adicional y llevarlos fuera de su zona de confort

El Señor está posicionando estratégicamente a su pueblo en esta tiempo para la próxima temporada por venir. No se pierda todo lo que Dios tiene para usted al elegir la opción de status quo fácil, inferior y cómoda. La fe y la obediencia a Dios tienen un costo. Y la fe siempre le sacará de su propia capacidad. Le colocará en el lugar donde tiene que funcionar "no con fuerza ni con poder, sino con su Espíritu"

Él está examinando su ejército de Gedeón, pero tengo una noticia para todos aquellos que se preocupan: Él ya ganó y la victoria está asegurada. Prefiero que me encuentren en el lado de los vencedores de la valla que en los perdedores. 

Mi pregunta hoy es: ¿Hacia dónde se dirige? ¿Dónde está su destino? No permita que otras personas tomen esas decisiones para su vida. Usted es el mayordomo de la vida que Dios le ha dado y es responsable de caminar por fe en obediencia y entregarse a Él. ¿Es usted el señor de su vida o es Jesús verdaderamente el capitán de su barco? ¿Lo reconoce en todos sus caminos para que Él pueda dirigirlo o simplemente está siguiendo lo que le sienta cómodo en el momento?

Le desafío hoy. Aquellos que Jesús llama sus discípulos son los que toman su cruz y le siguen. 

Permítanme hacerles la pregunta, amigos ... si no pasan tiempo con Él y le preguntan sobre la dirección y los planes de sus vidas, entonces, ¿cómo saben realmente DÓNDE está para SEGUIRLE? No suponga nada. Él nos dice que le encomendemos nuestros planes y Él determina nuestros pensamientos. Eso significa que hace que nuestros pensamientos se alineen con la forma en que Él lo ve todo. Isaías dice que los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos y sus caminos no son nuestros caminos, porque son más elevados. 

Esta es la hora en la que el neumático se encuentra con la carretera cuando se trata de la fe. ¿Somos discípulos y seguidores de Cristo? ¿O somos discípulos y seguidores del mundo?

Todo se reduce a la fe. Mi Biblia dice que el justo caminará por fe. Por lo tanto, mi Jesús ha pagado un precio para que pueda ser guiado por Él y vivir una vida de vida en abundancia en todas las cosas y tener la gracia y el poder de no ser esclavo del reino carnal de corrupción y decadencia donde el enemigo roba, mata y destruye.

Sea bendecido al preguntarle qué curso de acción tomar en todas las áreas de su vida, grandes o pequeñas.

Copyright © 2017 Anita Alexander


FE versus FANATISMO (PRESUNCIÓN), RACIONALISMO Y SENTIDO COMÚN, Oswald Chambers

 




"Pero sin fe es imposible agradar a Dios",

Hebreos 11: 6


La fe en antagonismo al sentido común es fanatismo y el sentido común en antagonismo a la fe es racionalismo. La vida de fe los coloca a los dos en la relación apropiada. El sentido común y la fe son tan diferentes como la vida natural de la espiritual y como la impulsividad de la inspiración. 

Nada de lo que dijo Jesucristo fue producto del sentido común, sino del sentido de la revelación y, por lo tanto, llega a los lugares donde el sentido común no puede. 

Sin embargo, la fe debe ser puesta a prueba antes de que sea real en tu vida. Sabemos, además, que a los que aman a Dios "todas las cosas los ayudan a bien", Romanos 8: 28. Entonces, no importa lo que suceda, el poder transformador de la providencia de Dios convierte en realidad la fe auténtica. La fe siempre actúa de manera personal, porque el propósito de Dios es que la fe genuina se vuelva real en sus hijos.

Para cada detalle del sentido común de la vida hay una verdad que Dios ha revelado y que nos permite poner a prueba en nuestra experiencia práctica lo que creemos de Él.

La fe es un principio extremadamente activo que siempre coloca a Jesucristo primero. La vida de fe dice: "Señor, Tú lo has dicho. Parece una locura, pero voy a lanzarme, confiando en Tu Palabra" (por ejemplo, Mateo 6: 33). 

Siempre, y no solo algunas veces, es una lucha convertir la fe intelectual en nuestra posesión personal. Dios nos pone en circunstancias que educan nuestra fe, porque la naturaleza de la fe es que el objeto de ella se vuelva real. Antes de conocer a Jesús, Dios es sólo un concepto y no podemos tener fe en Él. Pero, tan pronto oímos que Jesús dice: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre", Juan 14: 9, tenemos algo real y nuestra fe no tiene límites. 

La fe es toda la persona en una relación correcta con Dios por el poder del Espíritu de Jesucristo.


Oswald Chambers

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

SEGUROS EN NUESTRA INCERTIDUMBRE, Oswal Chambers


 



Como nuestra inclinación natural es a ser muy exactos, tratamos siempre de predecir con acierto que va a ocurrir y consideramos la incertidumbre como algo malo. Creemos que es obligatorio alcanzar una meta definida. Sin embargo, esa no es la naturaleza de la vida espiritual, la cual consiste en sentimos seguros en medio de nuestra incertidumbre. Por esta razón no “hacemos nido" en ninguna parte.

Nuestro sentido común dice: "Bueno ¿qué sucedería si yo estuviera en tal circunstancia?" No debemos hacer suposiciones e imaginarnos a nosotros en una situación que nunca hemos vivido. La certeza es la característica más importante de la vida fundamentada en el sentido común; la incertidumbre que es por gracia es la característica más importante de la vida espiritual

Estar seguros de Dios implica que no tenemos certeza sobre ninguno de nuestros caminos y que ignoramos lo que el día de mañana nos traerá. Cuando hablamos al respecto, generalmente lo hacemos con un suspiro de tristeza y lo que deberíamos manifestar es una expectativa que nos llena de emoción. Desconocemos cual es el siguiente paso, pero estamos seguros del Señor

Tan pronto nos rendimos a Dios y hacemos lo que nos ha puesto al alcance de la mano, Él empieza a colmarnos de sorpresas

Cuando nos convertimos en simples promotores o defensores de una doctrina, algo se muere dentro de nosotros. No le creemos a Dios, sólo creemos en nuestras opiniones acerca de Él. Jesús dijo: "Sino os volvéis como niños ..." Mateo 18: 3. La vida espiritual es la vida de un niño. No nos falta seguridad con respecto a Dios, sino a lo que Él va a hacer después

Si sólo estamos seguros de nuestras creencias, nos damos el honor a nosotros mismos y somos inflexibles; además, asumimos la prohibición de modificar nuestros puntos de vista. Pero, cuando nos relacionamos de una manera correcta con Dios, la vida está llena de espontáneas y alegres incertidumbres y expectativas.

Jesús dijo: "Creed también en mí", Juan 14: 1, y no: "Creed ciertas cosas acerca de mí". 

Déjaselo todo a Él y será gloriosamente incierto el modo en que Él se va a manifestar. Pero puedes estar seguro de que lo hará. Permanece fiel a Él.

Me encanta Chambers. Me ha recordado la frase que suelo usar: "la bendita seguridad de la inseguridad". También me recuerda la imagen profética que Dios me dio y que un día compartí en con mi primera congregación, de que la vida de fe es como la de un funambulista que no solo cruza el alambre, sino que vive cómodamente instalado en él. (JOSÉ)

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

EL LLAMADO RETRASADO - Parte VII, Dr. Stephen Jones





El día antes de la campaña de oración “Estas Piedras”, una tormenta azotó Memphis y se emitieron advertencias para estar atentos a los tornados. Los niños de nuestro vecindario generalmente corrían a nuestra casa, sabiendo que estábamos "protegidos". A veces teníamos 8 o 10 niños en la casa. No tengo idea de lo que pensaban sus padres sobre esto.


El día siguiente (2 de agosto) fue nuestro día de ayuno para la campaña de oración. Parecía un buen día. Una semana antes, había conseguido un trabajo en la Casa de la Tipografía, turno vespertino que comenzaba a la 1 de la tarde, así que subí al coche para ir al trabajo. Había salido el sol y parecía ser un día hermoso. Pero cuando conduje hasta la carretera principal, descubrí que estaba bloqueada por muchos árboles grandes que habían caído al otro lado de la carretera.


Conduje hasta una carretera principal diferente, pero también estaba bloqueada, al igual que la tercera carretera principal. Mi cuadra, de un cuarto de milla, estaba completamente sellada debido a los árboles que habían caído. Pero dentro de ese cuarto de milla cuadrado, no hubo ningún daño. Solo podía ver unas pocas hojas y ramas muy pequeñas que se habían caído. Estaba claro que Dios había puesto un límite protector alrededor de nuestro vecindario en respuesta a la oración.


Recuerdo otra vez cuando sonaron las sirenas del tornado. Un gran tornado venía hacia el norte hacia Memphis. Oramos y también pasó a nuestro lado sin tocarnos. Al día siguiente, el meteorólogo de la televisión nos mostró la imagen de radar de la tormenta. A medida que el tornado se acercaba a la frontera sur de Memphis, de repente se partió en dos. Cada mitad del sistema de tormentas rodeó la ciudad, fusionándose nuevamente al norte de Memphis. El meteorólogo estaba asombrado. Nunca había visto algo así. Pensé que no sería útil llamarlo e intentar explicárselo.



No estamos exentos de problemas


A menudo he observado cómo aquellos que ven muchos milagros en sus vidas no se libran de todos los problemas. A menudo se quedan preguntándose por qué Dios libera milagrosamente alguna vez, pero en otras ocasiones se nos pide que caminemos por el valle.


No fuimos la excepción. Aunque obviamente estábamos protegidos de las tormentas, no siempre veíamos milagros de curación cuando pensábamos que los necesitábamos. Darla no se sentía bien, así que el 15 de agosto la llevamos a una clínica en Ozarks, donde un médico preocupado por la salud estaba atendiendo a la comunidad rural. Le diagnosticaron insuficiencia tiroidea completa.


De hecho, estuvo a punto de morir ese día de una "tormenta tiroidea", como la llamaron. Estábamos protegidos de las tormentas relacionadas con el clima, pero Jesús nos guió a través de la tormenta de la glándula tiroides. Darla tuvo que permanecer allí como paciente externa durante ocho semanas. Tuve que regresar a Memphis para trabajar. Teníamos cuatro hijos en ese momento y tuve que enviar a dos de ellos a la casa de mi hermana y a las dos niñas mayores a la casa de otro amigo.


Nuestra casa se había desintegrado. Darla no podía tener ningún estrés. Se me permitió visitarla una vez a la semana sin los niños. Fue un momento oscuro y difícil en nuestras vidas.



La revelación de la galleta de la fortuna


Justo antes de que se le permitiera a Darla regresar a casa, fui a un restaurante chino durante una pausa para el almuerzo del trabajo en la Casa de la Tipografía. Mientras estuve allí, tuve una charla con el Padre. La fecha fue el 29 de septiembre de 1988.


Señor”, dije, “mi corazón no está en mi trabajo. Ya no puedo hacer un trabajo digno de mi salario. Y, sin embargo, tengo que ganarme la vida de alguna manera. ¿Qué debo hacer?"


Agárrate fuerte".


"¿A qué?"


A Mi Palabra. Se manifestará cuando sea el momento adecuado. ¿No ha sido siempre así?"


"Sí, por supuesto. Sabes que hace tiempo que puse toda esta situación en tus manos".


Luego llegó la camarera con la cuenta y una galleta de la fortuna. Mientras miraba la galleta de la fortuna, con curiosidad por saber qué podría decir, el Señor dijo: “Definitivamente NO es mi palabra". La abrí y leí,


"Los tiempos difíciles han quedado atrás".


Es extraño cómo Dios tomó algo que NO era su Palabra y lo convirtió en su Palabra. Dado que esta NO era su Palabra, era evidente que todavía tendría algunos momentos difíciles por delante. Esto fue un poco desalentador, pero Él ya me había dicho que aún no era el momento adecuado para mi liberación de “Egipto”.


Finalmente, dije: "Bueno, Señor, ¿de qué quieres hablar?"


Mi Palabra puede probar severamente el corazón de los hombres, como saben. Les dije que se aferraran a mi Palabra, porque puede que sea todo lo que tengan por períodos aparentemente largos, mientras los alejo de este mundo y su entendimiento.


Te vas a mudar de regreso a Arkansas ahora muy pronto. Sabrás el tiempo, porque te enviaré a mi siervo, quien será guiado por Mí para ofrecerte un trabajo. Lo tomarás, aunque te parezca extraño. Y bendeciré abundantemente esa obra, porque he hablado.


Ahora vuelve a trabajar aquí hasta que sea el momento adecuado. Estate atento, ya que te parecerá muy inusual y vendrá de un barrio con el que no estás familiarizado. Sin embargo, mira cómo arreglaré todas las cosas para bien y prepararé el camino ante ti".


A menudo había visto suceder cosas en aniversarios anuales de eventos específicos. Como se acercaba un año desde que nos habíamos mudado a Memphis, se me ocurrió la idea de que quizás el Señor nos trasladaría de regreso a Arkansas a un nuevo trabajo el 29 de noviembre, el primer aniversario de nuestro traslado a Memphis. Después de todo, el Señor me había dado la Palabra anterior de que “muy pronto” nos trasladaría a Arkansas.


El 21 de noviembre oré por esto, esperando que Dios considerara oportuno liberarme antes de tener que entrenarme para otro trabajo en Memphis. Luego habló: “Te llamo ahora. Esto sonaba bastante esperanzador, pero por experiencias pasadas había aprendido a sospechar de una Palabra que sonaba demasiado buena para ser verdad. Yo respondí:


Señor, no dudo de tu Palabra, pero no sé cuándo es 'ahora'. Necesito una señal para saber cuándo ... ¿Es esto aceptable para Ti?"


Sí. Pon tu dedo en tu Biblia".


Cerré los ojos y abrí la Biblia, pasando las páginas hasta que "se sintió bien". Luego, con los ojos aún cerrados, puse mi dedo sobre una página y abrí los ojos para ver qué versículo había elegido. Fue Lucas 9: 28, “Y sucedió como ocho días después de estas palabras".


Bueno, ocho días a partir del 21 de noviembre fue el 29 de noviembre, un año después de que nos mudamos a Memphis. Entonces supe que esta sería la fecha de mi liberación. Pero no sucedió nada en esa fecha en 1988. En cambio, la llamada telefónica que me ofrecía un trabajo en Arkansas llegó un año después, el 29 de noviembre de 1989.


Comprender el tiempo es difícil, por decir lo menos. Solo había comenzado a comprender cómo funcionaban los ciclos anuales y cómo pensaba Dios sobre el tiempo. Siendo el Creador del tiempo, estableció su propósito y sabe cómo funciona. Por otro lado, sabemos poco al respecto, porque estamos limitados por la mortalidad y su derivada, la impaciencia.



Llama a tu hijo


Dos días después de la revelación de los “ocho días”, el 23 de noviembre decidí orar de nuevo para ver si podía sacarle más detalles a Dios. Le pregunté de nuevo si me iba a liberar de este "Egipto" el 29 de noviembre. En lugar de responder directamente, dijo esto:


Llama a tu hijo y te daré la Palabra por medio de él. Le daré dos números, con los cuales conocerás mi Palabra, capítulo y versículo, comenzando por el libro de Joel”.


Mi hijo Ryan tenía ocho años en ese momento. Ese día en particular se había quejado de dolor de estómago, por lo que se había quedado en casa y no iba a la escuela. Llamé a mi hijo Ryan a mi oficina y le expliqué en términos simples que Dios dijo que le iba a dar dos números que necesitaba saber. Le impuse las manos y oré para que Dios se lo revelara.


Ryan escuchó con atención. (Siempre se tomaba muy en serio la Palabra del Señor). Luego me dio los dos números: 54 y 40. Le di las gracias y lo envié de regreso a jugar.


Luego comencé a contar 54 capítulos comenzando con el libro de Joel. Llegué al primer capítulo de Mateo. A partir de ahí comencé a contar 40 versículos. El primer capítulo de Mateo tiene sólo 25 versículos, por lo que el versículo 40º era Mateo 2: 15 KJV, que dice:


15 y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.


Aquí estaba mi respuesta. ¿Saldría pronto de Egipto? Si. Estaba claro que yo era su hijo, así como Israel era su hijo en el tiempo de Moisés. Me estaba mostrando el significado oculto de mudarse de Memphis. Egipto es el lugar del entrenamiento en la Filiación. Aprendemos la libertad que tenemos en Cristo al someternos a la esclavitud de Egipto. Al aprender el contraste, nosotros, como Jesús, aprendemos por experiencia cómo NO abusar de la autoridad espiritual, cómo y por qué NO debemos poner a otros hombres en esclavitud.


Al mismo tiempo, Dios me dio una revelación adicional que iba a tener un gran significado para mí en 1993. Dijo:


He aquí, hago algo nuevo. Mi pueblo nunca más se adormecerá ni dormirá. Despertarán, porque llamé a mi hijo de Egipto, de casa de servidumbre. Llama a mi pueblo a la oración, para que encuentre unidad en su diversidad escuchando mi Palabra unánimemente".


Cuando recibí esta Palabra el 23 de noviembre de 1988, no había nada que pudiera hacer en ese momento para cumplirla. Todavía estaba en la época de la “servidumbre en Egipto”, y pronto fue evidente que Dios no me iba a liberar, como esperaba, el 29 de noviembre de 1988. Todavía no había renunciado a la Red de Oración, algo que era necesario para ser liberado de Tiempo Maldito.


Renuncié el 16 de octubre de 1989 y recibí la llamada telefónica con una nueva oferta de trabajo el 29 de noviembre de 1989. Cuando nos mudamos “de regreso a Arkansas”, específicamente a la Ruta. 2, Box 76, Leachville (Traductor: Villa de Lixiviación, lixiviar: 1. tr. Quím. Tratar una sustancia compleja, como un mineral, con un disolvente adecuado para separar sus partes solubles de las insolubles) el 27 de enero de 1990, esto terminó mi tercer ciclo de 414 días bajo el Tiempo Maldito.


Este fue un nuevo comienzo, pero mi tiempo de limpieza continuó mientras permanecí en esa dirección en Leachville. No fue sino hasta 1993 que se me encargó realmente “llamar a mi pueblo a la oración” en la Campaña de Oración del Jubileo y todas las batallas de oración posteriores.


Aprender a someterme al tiempo de Dios fue difícil, porque requería paciencia, fe y la capacidad de descansar en Él, sabiendo que Él hace todas las cosas bien. Si hubiera sabido entonces lo que sé hoy sobre el tiempo, hubiera sido mucho más fácil. Pero la ignorancia es parte de la prueba, de modo que debemos caminar por fe, no por vista (entendimiento). La fe no suele ser completamente ciega, pero siempre funciona a través de una cierta cantidad de ignorancia. Por tanto, no entendemos los retrasos. Una vez que hemos obedecido su Palabra por fe, entonces tenemos el derecho de pedir entendimiento, para que podamos aprender y crecer en la gracia.


https://godskingdom.org/blog/2021/04/the-delayed-calling-part-7