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SOLO ESTAR CON ÉL, LA MEJOR ORACIÓN (E. V. Éxodo, Witness Lee)

¡¡¡HERMOOOSOOOO, SUBLIME!!! PURO NÉCTAR; DELÉITENSE.






ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE SESENTA Y DOS

EL ASPECTO NEGATIVO DE LA LEY
Y SU FUNCION
(2)

Lectura bíblica: Ex. 19:10-24; 20:19-21; 32:1; Ro 3:19; 5:13, 20; 4:15; 7:7-8, 13; Gá. 3:19, 23-24



... Siguiendo el mandato del Señor, Moisés subió a la cima del monte y permaneció allí durante un periodo de cuarenta días. Hace años, pensaba que estos cuarenta días representaban una prueba para los hijos de Israel. Efectivamente, estos días fueron un tiempo de prueba para ellos. No obstante, la meta principal de estos cuarenta días no consistía en probar a los hijos de Israel, sino en proporcionarle a Moisés la oportunidad de ser infundido con Dios. Cuanto más tiempo yo pasaba cerca de la estufa en mi casa, más absorbía calor. Del mismo modo, cuanto más tiempo permaneció Moisés con Dios en la cima del monte, más fue infundido con Él.

En cuanto a la mayor parte de estos cuarenta días, ningún versículo indica que Moisés o Dios hicieran algo. Dios empezó a hablar con Moisés al final de este periodo. Dios estaba contento simplemente por tener a una persona de Su pueblo que permaneciera con Él. ¿A usted le hubiese gustado quedarse con Dios durante estos cuarenta días y no hacer nada? Supongamos que un hermano lo invita a su comedor y le pida que usted se siente con él. Luego él simplemente se sienta durante doce horas con usted y lo mira sin decir una sola palabra. ¿Podría soportarlo? No creo que nadie podría tolerar esta situación, y menos una persona activa. Pero Moisés permaneció en el monte con Dios durante cuarenta días sin comer, ni beber, ni dormir. No hay indicios de que sucediera algo entre él y Dios. Lo único que sucedió fue que Moisés recibió una infusión divina: el elemento (sustancia) de Dios fue infundido dentro de él.

A algunos de mis nietos les gusta visitarnos a mi esposa y a mí. Una de mis nietas viene principalmente para conseguir algo bueno que comer. A veces consigue algo en otro lado. Pero cuando no le queda más remedio, nos visita. Sin embargo, no se queda mucho tiempo. Su intención no consiste en estar con nosotros, sino en obtener algo de nosotros y luego irsePor el contrario, nosotros disfrutamos de su presencia y nos gustaría que se quedase más tiempo. El comportamiento de mi nieta describe la manera en que nosotros nos relacionamos a menudo con el Señor. Acudimos a Él no simplemente para estar con Él, sino para obtener algo bueno de Él. En cuanto lo recibimos, nos alejamos. Por tanto, podemos orar al Señor y aún reunirnos con Él en comunión para conseguir algo de Él, algo que nos beneficie.

Dios sabe lo difícil que nos resulta permanecer en Su presencia sin hacer nada. El simpatiza con nuestras debilidades y quizás nos pida hacer ciertas cosas. Pero Su intención no consiste en exigirnos nada. Desea que estemos con Él para infundirnos. Según nuestro concepto natural, consideramos que Dios nos pone exigencias y requisitos. ¡Oh, veamos que la intención de Dios consiste en infundirnos con lo que Él es y con lo que Él tiene! Debemos estar con Él para que se produzca esta infusión (ósmosis santa).

Después de pasar cuarenta días en el monte, recibiendo la infusión de Dios, Moisés resplandecía con la luz de Dios. Observe que Dios no le pidió a Moisés que hiciese nadaPor el contrario, Él se infundió a Sí mismo dentro de Moisés hasta que éste resplandeció con Él. Esta fue la razón por la cual su rostro resplandecía cuando él bajó del monte. Esta es la profesión más elevada en la Tierra: pasar tiempo con Dios para ser infundidos y resplandecer con Él. Esto es mucho más importante que hacer algo por DiosSi deseamos resplandecer con Dios, debemos pasar tiempo con Él, sin hacer nada más que recibir la infusión de Él dentro de nuestro ser.

En este mensaje, mi carga es señalar que la intención de Dios al sacar a los hijos de Israel fue llevarlos a Su monte para que Él los infundiera consigo mismo. Él deseaba que ellos recibieran Su infusión, así como la zarza ardiente había sido infundida. La zarza que ardía sin consumirse fue completamente infundida con Dios. Dios estaba en la zarza y habló de en medio de ella. Dios deseaba que todo Su pueblo fuese llevado al lugar donde Él los pudiera infundir consigo mismo. Por tanto, Él les dijo que Él los llevaría sobre alas de águilas y que Él haría de ellos Su tesoro personal y un reino de sacerdotes.

Cuando el pueblo oyó esto, debiera haberse inclinado y confesado: “Oh Dios no podemos hacernos a nosotros mismos un tesoro para Ti. No somos preciosos. No podemos convertirnos en Tu tesoro personal”. Con tal actitud, Dios les habría dicho: “Les haré un tesoro personal. Permanezcan conmigoy yo les infundiré con lo que soy. Finalmente, todos llegarán a ser preciosos para Mí”. Imagínese lo que hubiese pasado si los dos millones de israelitas hubiesen recibido la infusión de Dios y hubieran empezado a resplandecer con Él. Su gloria se habría parecido a la gloria de la Nueva Jerusalén.

El pueblo de Dios no entendía Su intención. Su concepto era que debían hacer cosas para Dios. Además, ellos deseaban hacer estas cosas y pensaban que podían hacerlas. Habían visto lo que Dios hizo por ellos, y ahora deseaban hacer algo por Él. Este concepto los hizo caer.

¿Se ha preguntado por qué Dios nos dio este gran libro que es la Biblia? Los centenares de capítulos bíblicos contienen muchos mandamientos que debemos guardar. Ciertos mandamientos se repiten continuamente. Eso tiene una razón sencilla: el deseo de Dios consiste en guardarnos con Él a través de la Palabra. Si deseamos permanecer con Dios, debemos permanecer en la Palabra. No obstante, a menudo cuando llegamos a la Biblia, no tenemos ninguna conciencia de ir a Dios. Además, cuando moramos con la Biblia, no sentimos que permanecemos con Dios. ¡Cuánto necesitamos cambiar de concepto! Cuando llegamos a la Biblia, debemos acudir a Dios y permanecer en Él. Efectivamente, la Biblia nos muestra muchas cosas que el Señor desea que hagamos. Pero todas estas cosas son secundariasEl asunto principal es que por medio de la Palabra, permanecemos en Dios y Él nos infunde. Desafortunadamente, somos distraídos fácilmente. No existen muchas personas, como Moisés, que permanezcan con Dios conforme al deseo de Su corazón.

Una vez más, deseo señalar que durante estos cuarenta días en que Moisés estuvo con Dios en la cima del monte, él no hizo nada. Dios no deseaba que Moisés hiciera nada; Él deseaba infundirse a Sí mismo dentro de él.

En la Biblia, podemos ver lo que Dios nos dice y lo que Él desea que hagamos. No obstante, el asunto principal es que nos quedemos (estemos a Su lado) con Dios por medio de la Palabra. Pero esto no es fácil. Nuestra tendencia consiste en acudir a la Biblia simplemente para saber lo que enseña acerca de ciertas cosas. Al leer la Palabra, decidimos hacer lo que nos pide la Biblia. Tenemos poca conciencia de que al tomar esta decisión, en realidad ponemos a Dios a un lado. Los que acuden así a la Palabra no reciben la verdadera bendición de Dios. Si deseamos recibir Su bendición por medio de la Palabra, debemos entender esto: lo que Dios desea que hagamos y lo que Él nos dice son cosas secundarias. Lo principal es permanecer en Dios y recibir Su infusión. La razón por la cual Dios nos habla y nos pide hacer algunas cosas es porque Él desea que seamos uno con Él.

¿Por qué debemos leer la Biblia? Cuando era joven, me dijeron que como cristiano, debía leer la Biblia para enterarme de lo que Dios desea de mí. Efectivamente, al leer la Biblia, podemos enterarnos de muchas cosas que Dios desea que hagamos, quizás centenares y aun miles de cosas. El problema es el siguiente: no somos capaces de hacerlo. No obstante, en nuestro concepto natural, queremos saber lo que Dios desea que hagamos y luego hacerlo. Nuestra actitud es la siguiente: debemos hacer y queremos hacer todo lo que Dios nos pide. Por consiguiente, decidimos hacer estas cosas y en la práctica ponemos a Dios a un ladoEn lugar de esto, debemos decir“Señor, Te amo, amo Tu Palabra, y amo todo lo que me dices”. Si hablamos así al Señor, El contestará: “¡Muy bien! Ahora debes saber que todo lo que deseo que hagas, Yo lo haré por ti y a través de ti”.

En un cántico que habla de estar de acuerdo con la Palabra de Dios, hay una línea que me gusta mucho: “lo que jamás podría hacer, Dios lo está haciendo en mí, al decir amén a Su palabra” (Himno #1219 en el himnario inglés).

Lo que no podemos hacer nosotros mismos, Dios desea hacerlo en nosotros. Por ejemplo, un esposo debería decir al Señor: “Señor, me pides amar a mi esposa. Señor, Te amo, pero debo confesarte que no puedo amar a mi esposa”. Entonces el Señor dirá: “Es cierto que no puedes amar a tu esposa, pero Yo la amaré a través de ti. Lo que no puedes hacer, lo haré en ti”. En cuanto a los mandamientos acerca de amar a los hermanos y de amar al prójimo como a nosotros mismos, también debemos decir: “Señor, Te amo, pero debo ser honesto contigo. No puedo amar a los hermanos, y no puedo amar a otros como a mí mismo. Tengo muchos vecinos y parientes, pero simplemente no puedo amarlos. Señor, Te amo y amo Tu Palabra, pero simplemente no puedo amar a otras personas”. Una vez más, el Señor nos dirá que Él hará desde nuestro interior lo que no podemos hacerEsta es la economía de Dios tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.







DOS COMIENZOS: La Pascua y la Morada de Dios (E.V. Éxodo-Witness Lee)

ESTUDIO VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO OCHENTA Y CUATRO

ERIGEN EL TABERNÁCULO
(1)

Lectura bíblica: Ex. 40:1-38




...

DOS COMIENZOS

En Éxodo 40:2 dice: “En el primer día del mes primero harás levantar el tabernáculo, el tabernáculo de reunión.” Dios le ordenó a Moisés que levantara el tabernáculo el primer día del primer mes del segundo año. Este es un hecho muy significativo. Sabemos que el primer mes del primer año era la época de la Pascua. Por lo tanto, transcurrió un año desde la Pascua hasta la erección del tabernáculo.
En Éxodo 12:14, vemos que el pueblo de Dios tuvo dos comienzos. El primer comienzo fue la Pascua, destinada a la salvación de los hijos de Israel. El segundo comienzo fue la morada de Dios. Estos dos comienzos son tipologías o signos muy claros. El primer comienzo consiste en ser salvo, en experimentar la Pascua, en que el juicio de Dios pase sobre nosotros. Todo cristiano auténtico ha experimentado este comienzo. ¿Pero qué hay del segundo comienzo, el comienzo relacionado con la edificación de la morada de Dios? Queda patente que muy pocos cristianos están conscientes de la necesidad de tener este segundo comienzo.
Cuando yo era joven, leí algunos libros acerca de la supuesta segunda bendición. Los cristianos pentecostales declaran que uno debe experimentar el bautismo del Espíritu Santo para conseguir esta segunda bendición. Ellos alientan a los creyentes a buscar esta segunda bendición. Estos (¿otros?) cristianos hacen hincapié en la vida interior y afirman que la segunda bendición es algo interno. Algunos de sus argumentos son: “Usted debe experimentar la cruz de Cristo. Si la experimenta, entonces se sentirá lleno de vida. Esta vida que lo llena en su interior es la segunda bendición.” ¿Pero alguna vez escuchó hablar de una segunda bendición, de un segundo Abib, en el segundo año? El primer mes del calendario santo es llamado el mes de Abib, que significa espigas tiernas, y representa un comienzo nuevo y fresco en vida.
Todos necesitamos dos comienzos, uno representado por la Pascua en Éxodo 12, y el otro, por la erección del tabernáculo en Éxodo 40. Este asunto es muy significativo. El segundo comienzo no está relacionado con el hecho de hablar en lenguas, ni tampoco con el hecho de estar lleno interiormente para llevar una vida interior. Tampoco se trata de la segunda bendición mencionada por algunos cristianos. Estos creen que recibimos la segunda bendición al recibir la santidad. A partir del libro de Éxodo, vemos que el segundo comienzo está relacionado con la edificación de la morada de Dios. Cuando experimentamos la edificación de la morada de Dios de una manera práctica en nuestra vida cristiana, entonces tenemos el segundo comienzo. ¿Cual es la morada de Dios hoy en día? La morada de Dios es la iglesia, llamada la casa del Dios viviente (1 Ti 3:15). La edificación de esta casa es el segundo comienzo, la auténtica segunda bendición, el comienzo que se produce en el primer día del primer mes del segundo año. ¡Me alegra tener la certeza de haber experimentado el segundo comienzo! Muchos hermanos que se reúnen con nosotros también tienen esta certeza. ¡Es toda una bendición! Este segundo comienzo con la edificación de la morada de Dios es muy superior al hecho de hablar en lenguas, de estar lleno interiormente, y de la santidad. No se puede comparar ninguna de estas cosas con la edificación de la morada de Dios, su iglesia.

Al oír eso, algunas personas dirán: “Witness Lee siempre está hablando de la iglesia. Adondequiera que va, él enfatiza a la iglesia, porque ésta es su carga.” En realidad no estoy promoviendo mi “carga;” más bien estoy promoviendo la carga de Dios. ¿Qué vemos al final de Éxodo? Vemos la morada de Dios. Vemos el tabernáculo que Dios ocupa y posee de una manera gloriosa para ser Su expresión. Vemos lo mismo al final de la Biblia. En los últimos capítulos del libro de Apocalipsis, vemos un tabernáculo, la Nueva Jerusalén, ocupada y poseída por Dios, de una manera gloriosa para Su expresión. En Éxodo 40:34 vemos que “la gloria de Jehová lleno el tabernáculo,” y en Apocalipsis veintiuno vemos que la Nueva Jerusalén posee la gloria de Dios (Ap. 21:10-11). Tanto al final de Éxodo como al final de Apocalipsis vemos la gloria de Dios llenando el tabernáculo, Su morada.

DESCANSAR ANTES DE TRABAJAR. SIGNIFICADO DEL SÁBADO. (E.V. Éxodo-Witness Lee)

ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO OCHENTA Y DOS

ERIGEN EL TABERNÁCULO, HACEN SU MOBILIARIO
Y LAS VESTIDURAS SACERDOTALES
(1)

Lectura bíblica: Ex. 35:1-10, 20-35; 36:1-7; 39:32, 42-43.


...

DESCANSAR ANTES DE TRABAJAR

A la luz de lo que acabamos de ver, consideremos ahora Éxodo 35:1-3. Cuando Dios estaba a punto de mandar a Su pueblo que levantara el tabernáculo, hiciera su mobiliario y las vestiduras sacerdotales, Él les pidió que primero guardaran el sábado. Esto significa que ellos debían descansar antes de trabajar en la erección del tabernáculo. Esto es conforme a Génesis 2:2 y 3: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo, y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”. Hemos visto que justo después de ser creado por Dios, el hombre empezó a descansar. El primer día del hombre fue el séptimo día del Creador. Lo primero que hizo el hombre después de ser creado por Dios fue descansar con Él. Esto indica que antes de poder hacer algo por Dios, primero debemos descansar con Él. Si usted intenta trabajar por Dios, debe recibir la gracia, disfrutarla y descansar con Dios. Entonces usted podrá proseguir y hacer algo por Dios. No debemos empezar a trabajar por Dios y luego disfrutar de la gracia y del descanso. Esta manera es según la ley. Según la gracia, primero disfrutamos de la gracia y luego trabajamos. Primero descansamos con el Señor, y luego trabajamos para Él.
Debemos aplicar este principio a nuestro diario vivir. A menudo oro antes de hacer algo específico. Por ejemplo, doy un paseo cada día. Antes de salir de paseo, yo oro así: “Señor, Te doy gracias por la paz que disfruto ahora. Tú sabes que yo acostumbro salir a dar un paseo. Señor concédeme Tu bendición durante mi paseo.” Si no oro así, quizá no sienta paz cuando emprendo mi paseo, pues en este caso no descanso con el Señor antes de iniciar el paseo.
Podemos aplicar este principio a muchas cosas. Supongamos que usted debe escribir una carta a sus padres. Antes de escribirla, tome un minuto para descansar con el Señor. Diga: “Señor, Te doy gracias por poder estar contigo. Señor tengo que escribir una carta a mis padres. Señor, quédate conmigo mientras escribo esta carta. Me gustaría descansar contigo y luego escribir esta carta contigo. Señor, Te pido que escribas esta carta conmigo”. Esto demuestra el principio del descanso con Dios, antes de actuar con Él y por Él.
El hecho de descansar con el Señor de esta manera puede afectar aún la manera en que nos vestimos por la mañana. Si usted descansa con Él antes de vestirse, pienso que se vestirá conforme a la imagen del Señor. Supongamos que un hermano haya comprado recientemente alguna vestimenta que expresa al mundo. Si él descansa con el Señor antes de ponerse esta prenda, quizás se dé cuenta de que no debería llevarla.

Puedo testificar que sé de lo que estoy hablando cuando me refiero al descanso con el Señor. La experiencia me ha enseñado lo que significa descansar con el Señor antes de emprender algo.

EL SIGNIFICADO DEL DÍA DE SÁBADO

¿Conoce el verdadero significado del sábado? Éxodo 20 y Deuteronomio 12 nos enseñan que el sábado significa recordar al Señor como nuestro Creador y Redentor. Cuando recordamos Aquél que nos creó y redimió, guardamos el sábado. Si estamos ocupados día y noche, nos olvidaremos del Señor y lo pondremos a un lado. Pero existe un principio, una regla espiritual, según el cual debemos recordar al Señor y descansar con Él antes de emprender algo. Descansemos con Él, en memoria de Él, como nuestro Creador y Redentor y también como nuestro Salvador, Señor, maestro y vida, ¡Cuantas bendiciones y luz recibiríamos si practicáramos esto regularmente!
Esta manera de entender la palabra acerca del sábado en Éxodo 35:1-3, no proviene solamente de mí experiencia, sino también de la secuencia de los capítulos 34 y 35. Cuando Moisés estaba en el monte con el Señor, el Señor le habló acerca de tres fiestas que el pueblo debía respetar cada año y del sábado que debían guardar cada semana. Luego Moisés bajó del monte y dijo al pueblo que debían erigir el tabernáculo, hacer su mobiliario, y las vestiduras sacerdotales. No obstante Moisés no olvidó lo que el Señor le había dicho. Por consiguiente al exhortar a los hijos de Israel a que construyeran el tabernáculo para Dios, él pidió que primero descansaran con Él y que lo recordaran a Él como Su Creador y Redentor. Esta es la razón por la cual el relato acerca del tabernáculo, de su mobiliario y de las vestimentas de los sacerdotes, empieza con una palabra acerca del sábado.

FUERA DEL CAMPAMENTO, (E.V. Éxodo, Witness Lee)

ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO SETENTA Y SIETE

COMPAÑERO DE DIOS
(2)

Lectura bíblica: Ex. 32:30-33:23

En el mensaje anterior, vimos que Moisés era más que amigo de Dios; era también Su compañero, Su socio. Moisés y Dios eran socios en una misma empresa. Como compañero de Dios, Moisés conocía el corazón de Dios y podía conversar íntimamente con Él.

MANIFESTADO ENTRE LOS IDÓLATRAS Y POR ELLOS

El hecho de que Moisés era compañero de Dios, fue puesto de manifiesto entre los idólatras y por ellos. Nosotros los que servimos a los santos en las iglesias, podemos sacar una lección importante con eso. La lección es ésta: No deberíamos quejarnos jamás de la situación. Los ancianos no deben decir: “todos los hermanos y hermanas causan problemas. Eso nos impide seguir adelante. Renunciemos, y Dejemos que otros sean ancianos. Luego se darán cuenta de cuán amargo resulta ser anciano en esta localidad”. A veces este pensamiento está en el corazón de los ancianos. A menudo he oído ancianos hablar de esta manera.
Los ancianos deben entender eso: los tratos que hemos recibido del Señor, lo que hemos aprendido de Él, se manifestarán siempre por las dificultades que enfrentamos con los santos. Los idólatras pusieron de manifiesto las calificaciones de Moisés como compañero de Dios. Del mismo modo, los santos problemáticos crearán una oportunidad para que el Señor manifieste lo que Él ha hecho en nosotros. Si los ancianos se involucran únicamente con hermanos y hermanas positivos, la verdadera naturaleza de los ancianos no será puesta de manifiesto.
El becerro de oro fue un golpe muy duro para Moisés. ¿Qué debía hacer al respecto? Esto fue determinado por la clase de persona que él era. La situación maligna que predominaba entre los hijos de Israel le proporcionó a Moisés la oportunidad de manifestar su calidad de compañero de Dios.

HIZO EXPIACIÓN POR EL PUEBLO IDÓLATRA
Y DURO DE CERVIZ

En Éxodo 32:30 Moisés dijo al pueblo: “habéis cometido un gran pecado. Yo voy a subir ahora donde Jehová; acaso pueda obtener la expiación de vuestro pecado” (hebreo). Aquí vemos que Moisés estaba dispuesto a conseguir la expiación por el pueblo idólatra y duro de cerviz. En el sentido humano, eso requería mucha paciencia. En lugar de Moisés, ¿habría usted estado dispuesto a apaciguar a Dios por el bien de este pueblo rebelde? Si hubiéramos estado allí, quizá le hubiéramos pedido a Dios que destruyera este pueblo. El apaciguamiento y la expiación requieren mucha paciencia.

CONVERSÓ ÍNTIMAMENTE CON DIOS

Moisés buscó la expiación al conversar íntimamente con Dios. Leamos Éxodo 32:31 “entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro”. Observe que Moisés usa aquí la expresión neutra “este pueblo”. Él no dice al Señor “Tu pueblo”, y tampoco se refiere a ellos como “mi pueblo”. Dios dijo que fue Moisés el que sacó al pueblo fuera de Egipto (32:7). Sin embargo, Moisés dijo que era Dios El que los rescató (32:11). Moisés, el intermediario, el mediador, usa aquí una expresión neutral y no habla ni del pueblo de Dios ni de su pueblo, sino de “este pueblo”.
La Biblia no especifica si Moisés informó a Dios acerca en la manera en que él trató al pueblo idólatra. Él no le comentó a Dios que hizo polvo con el becerro, que esparció el polvo en el agua, y obligó al pueblo a beber del agua. Tampoco le dijo al Señor que llamó algunos a que mataran a los idólatras. Vemos una conversación amistosa e íntima entre Dios y Moisés. Moisés le dijo simplemente a Dios que el pueblo había cometido un gran pecado al hacer dioses de oro.

INTERCEDIÓ ARRIESGANDO SU DESTINO ETERNO

Moisés buscó la expiación por el pueblo, arriesgando su propio destino eterno. En el versículo 32, él dijo al Señor: “que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”. Observe que Moisés no terminó la primera parte de su declaración. Él dijo simplemente: “que perdones su pecado”. En lugar de Moisés, nosotros habríamos dicho algo por el estilo: “Ahora, si Tu no perdonas su pecado, no pasa nada”. No obstante, Moisés dejó el asunto abierto. Algunas traducciones lo confirman, pues usan una elipsis: “que perdones su pecado... A veces nos resulta necesario hablar así a las personas que están a nuestro derredor. Cuando hablamos con nuestro esposo o esposa, quizá necesitamos decir: “si haces eso...No siempre debemos terminar nuestro pensamiento. Moisés habló de esta manera porque él se dio cuenta que él no era el Señor. Sólo el Señor es el Señor. Por tanto, Moisés no quería adelantarse y decir lo que sería el resultado o la consecuencia si el Señor perdonara el pecado de ellos.
La última parte de la declaración de Moisés en el versículo 32, muestra claramente que él estaba procurando la expiación por el pueblo, arriesgando su propio destino espiritual. Él dijo al Señor: “Y si no, ráeme ahora de Tu libro que has escrito”. Aparentemente Moisés estaba diciendo: “En cuanto a mi destino, Señor, Te pido raerme si no vas a perdonar a este pueblo, pero dejo en Tus manos el asunto del destino del pueblo. Tú eres el único que puede determinar el destino de este pueblo”.
¿Cree usted que las palabras de Moisés en los versículos 31 y 32 son una oración sencilla? El no oró de una manera común, para los hijos de Israel. Por el contrario, él conversó íntimamente con Dios en nombre de ellos. Moisés encontró una manera sabia para apaciguar a Dios en esta situación.

Conforme al corazón de Dios

Moisés procuró la expiación por el pueblo conforme al corazón de Dios (32:33-33:3). En el versículo 33, el Señor aparentemente no hizo caso de lo que le pedía Moisés. Exteriormente parecía que el Señor se resistía a la súplica de Moisés, pero interiormente ya la había concedido. Dios estaba contento de tener ese compañero. Quizá Dios haya pensado: “Estoy contento de tener un compañero como Moisés. Él tiene intimidad conmigo y conoce mi corazón y lo que Yo deseo. Moisés sabe que Yo deseo perdonar a este pueblo y seguir usándolo. No obstante, como no deseo iniciar esta conversación por ellos, Moisés, mi compañero, aquél que conoce mi corazón, la ha empezado".
En el versículo 33, Dios dijo a Moisés: “al que pecare contra mí, a éste raeré Yo de Mi libro”. Se trata de una expresión exterior que defiende el honor de Dios. Las palabras del Señor en el versículo 34 indican que Él había perdonado al pueblo: “Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo adónde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, Yo castigaré en ellos su pecado”. Moisés, el mediador, se dio cuenta de que esta palabra de Dios indicaba que Él había perdonado al pueblo. Moisés había dicho: “Que perdones ahora su pecado...”. Aparentemente él decía al Señor: “Señor, no pronunciaré nada más, Tú hablas. Ahora me pides que lleve al pueblo adonde me has dicho. Está bien”. La versión King James y la traducción de Darby ponen la palabra ángel en mayúscula en el versículo 34. Estoy de acuerdo con eso, porque indica que este ángel es Cristo. El Señor prometió a Moisés que Su ángel iría delante de él y que en el día del castigo, Él castigará en ellos su pecado. Por una parte, el pueblo estaba perdonado, por otra el problema subsistía, y Él dijo que trataría con él. A veces pasa lo mismo en la relación de un padre con sus hijos. Los hijos a veces cometen errores, y el padre les perdona y les libera. No obstante, él quizá los discipline de alguna manera más tarde.

El pueblo vistió luto y se purificó

Leamos Éxodo 33:1-3 “Jehová dijo a Moisés: anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abrahán, Isaac, y Jacob, diciendo: a tu descendencia, la daré; y Yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo, y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo, y al jebuseo, (a la tierra que fluye leche y miel); pero Yo no subiré en medio de ti porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino”. Esto indica que los dos socios, el Señor y Moisés, llegaron a un acuerdo en su conversación. La primera parte, Dios, aceptó dejar ir a los que lo ofendieron, pero dijo que trataría con el pueblo más adelante. Cuando Moisés y los hijos de Israel oyeron eso, sabían que no era una palabra agradable. Leamos el versículo 4 “y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos.
Leamos los versículos 5 y 6 “Porque Jehová había dicho a Moisés: di a los hijos de Israel: vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que Yo sepa lo que te he de hacer. Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb." Aquí vemos que Moisés incitó al pueblo a que vistiera luto y se purificara.
Podemos comparar eso con lo que sucedió en Génesis 35:1-4. El Señor le pidió a Jacob que subiera a Betel e hiciera un altar allí para Dios. Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que lo acompañaban: “Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos” (Gn. 35:2). Luego leemos: “Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas” (v. 4). Necesitaban despojarse de sus atavíos para purificarse.
Como lo hemos mencionado en el mensaje anterior, los hijos de Israel llevaban atavíos para su embellecimiento. Este embellecimiento constituyó la etapa preliminar al ídolo del becerro de oro. El ídolo vino del embellecimiento, porque se usó el oro de los atavíos para formar el becerro de oro. Aún después de destrucción del becerro de oro y de la matanza de tres mil hijos de Israel, el pueblo todavía llevaba atavíos. Cuando oyeron esta mala noticia, empezaron a entender que ya no podían llevar estos atavíos. Por consiguiente, vemos que “los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb” (v. 6).
En los capítulos treinta y dos y treinta y tres, vemos el resultado de la mediación de Moisés entre Dios y los hijos de Israel. Primero él apaciguó la ira de Dios por el bien del pueblo, luego incitó al pueblo a arrepentirse y despojarse de sus atavíos en señal de arrepentimiento. El pueblo tuvo que abandonar su embellecimiento. Esta fue la consecuencia de la expiación que procuró Moisés por el pueblo idólatra y duro de cerviz.

ESTABA CON DIOS EN EL TABERNÁCULO
FUERA DEL CAMPAMENTO

Veamos Éxodo 33:7 “Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el tabernáculo de reunión. Y cualquiera que buscaba a Dios, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento”. Los versículos 9 y 10 nos enseñan que la gloria del Señor estaba a la puerta del tabernáculo. En el versículo 11, leemos que “hablaba Dios a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. Todos los hijos de Israel que deseaban buscar al Señor salían del campamento e iban ir al tabernáculo de reunión.
Moisés, como persona experimentada, sabía que Dios en Su santidad no podía permanecer más entre el pueblo, porque el campamento había caído en la idolatría. Por lo tanto, Moisés tomó su tabernáculo, que se encontraba anteriormente en el campamento, y lo levantó fuera del campamento. Esta acción correspondía al corazón de Dios.
Moisés conocía el corazón de Dios y se daba cuenta de que Dios no podía permanecer en una situación de idolatría. Esta fue la razón por la cual él trasladó su tienda fuera del campamento. Esa tienda se convirtió entonces en el tabernáculo de Dios. El tabernáculo todavía no había sido erguido. Por consiguiente, la tienda de Moisés se convirtió en el tabernáculo de reunión entre Dios y Su pueblo. “Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés” (v. 9). Si el pueblo buscaba a Dios, tenía que ir al tabernáculo de Moisés. El tabernáculo de Moisés fuera del campamento constituía una tipología. En Hebreos 13:12 y 13, vemos el cumplimiento de esta tipología: “Con lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a Él, fuera del campamento, llevando Su vituperio”. El Señor Jesús fue crucificado fuera de la ciudad de Jerusalén. El pueblo de Dios rechazaba al enviado de Dios. Él era el hijo de Dios, pero los hijos de Israel lo crucificaron fuera de la ciudad. Hebreos 13:13 nos insta a salir a Cristo fuera del campamento, el cual representa la organización humana.
En el siglo pasado, algunos instructores escribieron con denuedo sobre este asunto. Señalaron que la cristiandad de hoy es un “campamento”, y este campamento ha caído en la idolatría. El Señor no podía permanecer en este campamento de idolatría. Él había salido del campamento, y por lo tanto, todo aquél que lo buscaba debía salir a Él fuera del campamento. Debemos buscar a Aquel que fue rechazado por la religión idólatra. Debemos dejar el campamento idólatra e ir al rechazado. Este es el camino estrecho que debemos seguir. Debemos preguntarnos si todavía estamos en el “campamento”, o si hemos buscado al Señor fuera del campamento. Debemos testificar que estamos fuera del campamento y tener cuidado de no convertirnos nuevamente en un campamento. La idolatría entre el pueblo de Dios lo convierte en campamento.
Las acciones de Moisés en estos capítulos correspondían con el corazón de Dios. El procuró la expiación por los hijos de Israel conforme al corazón de Dios, y él movió su tienda fuera del campamento, conforme también al corazón de Dios. Por lo tanto, Moisés poseía el terreno para negociar con Dios Su presencia y gloria (33:12-23).

NEGOCIA LA PRESENCIA Y GLORIA DE DIOS

Pues deseaba la presencia de Dios con Su pueblo

En Éxodo 33:12-17, vemos que Moisés negociaba la presencia de Dios (Su rostro), pues deseaba que Él acompañara al pueblo que había apartado y fuese el camino que debían emprender. En los versículos 12 y 13, Moisés dijo al Señor: “Mira: Tú me dices a mí: saca a este pueblo; y Tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, Tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia a mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en Tus ojos, Te ruego que me muestres ahora Tu camino, para que Te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo”. Dios entendió a Moisés, aun cuando éste no fue muy explícito en su súplica. En el versículo 14, Dios contestó: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. Entonces Moisés respondió al Señor: “Si Tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. ¿Y en qué se conocerá aquí, que he hallado gracia en Tus ojos, yo y Tu pueblo, sino que Tú andes con nosotros, y que yo y Tu pueblo seamos apartados de todos esos pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (vs. 15-16). Una vez más el Señor accedió a la súplica de Moisés: “también haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en Mis ojos, y te he conocido por tu nombre” (v. 17)".
Si leemos detenidamente esta porción del capítulo treinta y tres, vemos que la gloria de Dios es Su presencia, y Su presencia es Su camino. Si tenemos la presencia de Dios, tenemos Su camino. La presencia de Dios es el “mapa” que nos indica el camino que debemos tomar. Por ejemplo, cuando Dios llamó a Abrahám, Él no le explicó exactamente donde debía ir, porque la presencia de Dios era en sí la guía de Abrahám.
En Éxodo 33:12-17, vemos que Moisés deseaba la presencia de Dios y Su gloria. Dios ya había sido apaciguado por Moisés, pero había dicho que no los acompañaría, pero Moisés no estaba muy satisfecho con los términos del acuerdo. Por consiguiente, después de ganar cierto terreno con el Señor, él procuró ganar más terreno. Él lo hizo preguntando al Señor quién acompañaría al pueblo. Moisés le dijo: “No me dijiste quién me acompañará”. Finalmente el Señor accedió a la súplica de Moisés y pareció decir: “Moisés, te daré lo que deseas. Yo sé que tú quieres que Yo te acompañe; está bien, te acompañaré”.

Deseaba ver la gloria de Dios

Moisés todavía no estaba del todo satisfecho y le dijo al Señor: “Te ruego que me muestres Tu gloria (v. 18). Moisés seguramente tenía experiencia y sabía cómo negociar con el Señor. Debemos aprender de Moisés la manera adecuada de orar, la cual no tiene nada que ver el formalismo religioso. Por el contrario, son oraciones en forma de conversación íntima con Dios.
El Señor respondió a la súplica de Moisés diciendo: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: no podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre y vivirá” (vs. 19-20). Aquí vemos que el Señor mostraría y proclamaría directamente a Moisés Su bondad, Su nombre, Su Amor y compasión, pero no mostraría Su rostro, Su gloria. Aquí el Señor parecía decir: “Moisés, te puedo mostrar Mi Amor, Mi bondad, Mi favor, Mi compasión. También puedo proclamarte Mi nombre, pero algo no puedo hacer: mostrarte Mi rostro. Moisés, si vieras mi rostro, morirías. Por lo tanto, y por tu propio bien, no permitiré que veas Mi rostro”.
Éxodo 33:21-23 nos indica lo que el Señor le dijo a Moisés: “He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; Y cuando pase Mi gloria, Yo te pondré en una hendidura de la peña; y te cubriré con Mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré Mi mano y verás Mis espaldas, más no se verá mi rostro”. Cristo es la peña hendida y eterna que nos es destinada. Podemos ver a Dios solamente en el Cristo crucificado. No puedo explicar plenamente lo que significa eso. Puedo solamente decir, en términos generales, que podemos ver a Dios hasta cierto punto en el Cristo hendido. Éxodo 33:23, nos muestra que podemos ver Sus espaldas, mas no Su rostro.
En estos versículos, la negociación entre Moisés y Dios había alcanzado su “punto límite”. Moisés no podía proseguir con sus negociaciones con el Señor. Él había decidido todo lo que podía conceder. Él se dio cuenta, por la palabra directa del Señor, que él no vería Su rostro; vería solamente sus espaldas.

PREGUNTAS DIFÍCILES

En esta parte de la palabra, existen algunos problemas teológicos insolubles. Primero, en Éxodo 33:2, el Señor dijo que mandaría a su ángel delante del pueblo. Sin lugar a dudas, este ángel se refiere a Cristo, y Cristo es Dios mismo. Cuando Cristo acompañaba al pueblo, eso significa que Dios lo acompañaba. Entonces ¿Por qué declara Dios que Su ángel iría, y que Él mismo no iría? Además, después de tanta negociación por parte de Moisés, ¿por qué dijo Dios que Su presencia los acompañaría? Dios afirmó que tanto el ángel como Su propia presencia acompañarían al pueblo. El ángel se refiere a Cristo, y la presencia denota en realidad el rostro de Dios. Por consiguiente, estamos en frente de un problema: el ángel y la presencia de Dios acompañarían al pueblo, pero Dios mismo no los acompañaría.
Vemos otro problema relacionado con lo que dijo Dios a Moisés en el versículo 20, en cuanto a ver Su rostro. El Señor dijo: no podrás ver Mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”. No obstante, el versículo 11 declara: “Y hablaba Dios a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. ¿Cómo explicar esto? Además, en estos versículos vemos que el rostro de Dios es Su gloria, que Su gloria es Su presencia, y que Su presencia es Su rostro. ¿Cómo entender todo eso?
Como lo he indicado, no tengo la solución a estos problemas. Sólo puedo hablar según nuestra comprensión limitada de la naturaleza de Dios. En cierto sentido, podemos hablar a Dios cara a cara, pero en otro sentido no podemos ver el rostro de Dios. Esto no es una contradicción, sino un grado o una proporción.
Pasa lo mismo con el ángel de Dios que acompañaba al pueblo. Eso significa que Dios los acompañaba hasta cierto punto y el hecho de que Su gloria los acompañaría, significa que Dios mismo los acompañaba hasta cierto punto. En Éxodo 14, vemos que una cosa es el ángel de Dios, y otra cosa es la columna de nube (v. 19). Tanto el ángel de Dios como la columna de nube abrían el camino. No obstante, los hijos de Israel podían tener el uno sin el otro. Por supuesto es mucho mejor tener a los dos.
Moisés levantó su tienda del campamento. Después de eso, la gloria de Dios estaba a la puerta de la tienda, y no dentro del campamento. Esto indica que la presencia de Dios estaba a la puerta de la tienda de Moisés, y no en el campamento, pero no afirmemos que Dios no estaba del todo en el campamento con los hijos de Israel. 
Pasa lo mismo con nosotros hoy en día. Podemos decir que la gloria de Dios no está presente en una situación de idolatría entre los cristianos, pero tampoco podemos declarar que Dios no esté absolutamente en estos cristianos. Como lo hemos señalado, este es un asunto de proporción.

A partir de Éxodo 32:30-33:23, aprendemos una lección importante: debemos conocer el corazón de Dios y ser también personas conforme a Su corazón. Entonces tendremos Su presencia como la tuvo Moisés. Él la tenía a lo sumo, pero los hijos de Israel tenían la presencia de Dios de una manera limitada, porque se encontraban lejos del corazón de Dios. Por el contrario, Moisés estaba cerca del corazón de Dios, y actuaba conforme a Su corazón. Esta fue la razón por la cual él poseía la presencia de Dios a lo sumo. Todos debemos aprender que sólo una persona como Moisés puede ser compañero de Dios. Esa clase de persona es la única que puede compartir un interés común con Dios y ser usada por Él a fin de llevar a cabo Su empresa en la tierra.

EL AUTOEMBELLECIMIENTO CONDUCE A LA IDOLATRÍA (E.V. Éxodo, Witness Lee)

ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO SETENTA Y TRES

EL QUEBRANTAMIENTO DE LA LEY

Lectura bíblica: Ex. 31:18-32:8, 15-20



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EL AUTOEMBELLECIMIENTO 
CONDUCE A LA IDOLATRÍA

Esta porción de Éxodo implica otro principio acerca de la naturaleza del ídolo, o del principio del ídolo. Vemos este principio en Éxodo 32:1-3 “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos que le haya acontecido. Y Aarón les dijo: apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos, y de vuestras hijas y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y lo trajeron a Aarón, y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición”.
Vemos aquí la clase de material que usaron para hacer el ídolo. Por supuesto un ídolo debe ser hecho con algún material. En Éxodo 30, el material que usaron para hacer el becerro era el oro de los zarcillos de las esposas, hijos, e hijas, de los hijos de Israel. Quizá los únicos en no tener zarcillos de oro eran los hombres mayores. Los hombres mayores fueron la excepción porque no se preocupaban por su embellecimiento. Puedo testificar, como hombre mayor, que no tengo ningún interés en embellecerme. No obstante, los hombres y mujeres jóvenes, y también las mujeres mayores, acostumbran embellecerse. Por tanto, en Éxodo 32, tomaron los zarcillos de oro de las orejas de las esposas, de los hijos e hijas y los usaron para hacer el ídolo, el becerro de oro.
La gente se pone zarcillos para embellecerse. La cultura actual promueve el autoembellecimiento. Los hombres y las mujeres gastan mucho dinero comprando artículos de belleza. El autoembellecimiento conduce a la idolatría. Esta es la razón por la cual el Señor dio a los hijos de Israel un mandamiento relacionado con los atavíos en Éxodo 33:5 y 6 “Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que Yo sepa lo que te he de hacer. Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb”. El Señor dio este mandamiento acerca de los atavíos porque lo aclara el capítulo treinta y dos, el autoembellecimiento conduce a la idolatría. Antes de hacer el ídolo del becerro de oro, los hijos de Israel ya tenían ídolos, en una forma distinta, en forma de autoembellecimiento. Las esposas como los hijos, y las hijas de los hijos de Israel, llevaban zarcillos de oro en sus orejas para embellecerse a sí mismos. Vemos aquí el principio según el cual el embellecimiento es la forma preliminar de la idolatría. Antes de convertirse en becerro, el oro ya existía en la forma idólatra del autoembellecimiento. A los ojos de Dios, el autoembellecimiento constituye un ídolo. Esta fue la razón por la cual el Señor mandó en Éxodo 33:5-6 que el pueblo no tuviera ningún atavío. Estos atavíos eran precursores de los ídolos. Antes de tener el ídolo del becerro de oro, el pueblo ya tenía los ídolos preliminares colgando de sus orejas.
Ahora debemos ser capaces de ver el principio de un ídolo. Este principio es el autoembellecimiento. Por consiguiente, un ídolo es la expresión final de embellecimiento de una persona.
En este país, no vemos templos idólatras con imágenes o ídolos. No obstante, los habitantes de este país tienen otra clase de ídolos: los ídolos de autoembellecimiento. Embellecerse a sí mismo es algo popular, prevaleciente y extendido entre la gente de los Estados Unidos. Esto significa que para muchos norteamericanos, el autoembellecimiento es una forma de idolatría. La gente en los países subdesarrollados no se preocupan tanto por embellecerse a sí mismos, aunque tengan en sus templos ídolos de madera o de piedra. Por el contrario, los que viven en culturas modernas y científicas, no tienen esa clase de ídolos, pero sí tienen los ídolos del embellecimiento. Podemos encontrar estos ídolos casi en todas partes: en las casas, en las escuelas, y en las oficinas.

¿Sabe usted lo que adoran muchos americanos hoy en día? adoran los ídolos del embellecimiento. Por ejemplo, antes de ir a trabajar, una mujer joven dedica mucho tiempo a su embellecimiento. Quizá le cueste más dinero los artículos de embellecimiento que su propia comida. Mi preocupación es señalar el hecho de que el embellecimiento conduce a la idolatría. Primero los hijos de Israel llevaban zarcillos de oro para embellecerse. Luego estos zarcillos de oro fueron usados por Aarón para hacer el ídolo del becerro de oro.

SATANÁS USURPA LOS DONES DE DIOS

La idolatría involucra otro principio: Satanás usurpa lo que Dios nos ha dado para echarlo a perder. En Éxodo 32, los hijos de Israel desperdiciaron mucho del oro que les proporcionó Dios. Antes de que los hijos de Israel salieran de Egipto, Dios obligó a los egipcios a entregar su oro y otras cosas preciosas a los hijos de Israel. Este oro debía ser usado para erigir el tabernáculo. El tabernáculo necesitaba una gran cantidad de oro para cubrir las tablas derechas. Dios venció a los egipcios, y dio el oro al pueblo de Israel, pero Satanás vino y usurpó el oro y lo usó para hacer un ídolo, antes de que usaran este oro para erigir la morada de Dios. En realidad, antes del becerro de oro, Satanás ya había usurpado el oro de tal modo que lo usaron para hacer zarcillos. Si los hijos de Israel hubieran amado al Señor a lo sumo, jamás habrían desperdiciado el oro en zarcillos. Por el contrario, lo hubieran guardado para el uso del Señor.
En el capítulo treinta y cinco, se pide al pueblo que ofrezca oro y otros materiales para edificar el tabernáculo de Dios. El oro fue el primer material que ofrecieron para la morada de Dios, pero en el capítulo treinta y dos, se usó una gran cantidad de oro para hacer un becerro. Obviamente el becerro de oro requería una gran cantidad de oro para su fabricación, porque su tamaño probablemente era grande.
Dios nos ha dado muchas cosas destinadas a Su culto y glorificación, y no a nuestro embellecimiento, pero antes de que las usemos para adorar y glorificar a Dios, los enemigos vienen e intentan usurpar lo que Dios nos ha dado, con el fin de desperdiciarlo y echarlo a perder. Este es el segundo principio de la idolatría, y constituye una ofensa para Dios.

EL CULTO MEZCLADO

El culto mezclado es otro principio relacionado con los ídolos. Podemos aplicar este principio a los cristianos contemporáneos. Muchos cristianos adoran a un becerro, y están convencidos de que adoran al Señor Jesús o al Dios verdadero. En realidad lo que ellos adoran es su disfrute. Muchos cristianos contemporáneos centran su culto en la comida, la bebida, los deportes, el canto y el baile, alrededor de alguna clase de disfrute, alrededor de un becerro de oro.
En la asamblea de Hermanos, algunos instructores enfocaron muy bien este punto. Dijeron que el culto al becerro de oro al pie del monte Sinaí era una mezcla, porque adoraban a un becerro como si fuese Dios, con las ofrendas adecuadas y en la forma adecuada. Las ofrendas eran apropiadas y el ritual adecuado, pero el objeto del culto estaba equivocado. Este es el punto que queremos recalcar cuando hablamos de mezcla.
No consideremos únicamente la manera en que los demás adoran. Debemos examinar nuestra propia adoración. ¿Se trata de un culto puro o de una mezcla? El culto mezclado está relacionado con el disfrute que procede del autoembellecimiento. Como lo hemos visto, la idolatría involucra cinco principios: el embellecimiento de sí mismo, el hecho de que Satanás usurpa los dones de Dios y los echa a perder, el culto a nuestro disfrute, la pretensión de adorar al Dios verdadero, y la mezcla en el culto.

Recomendamos el estudio completo aquí:

UNGÜENTO DE LA UNCIÓN: LA MEZCLA DE LO DIVINO CON LO HUMANO (E.V.Éxodo-Witness Lee)

ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO SESENTA Y CUATRO

LOS INGREDIENTES DEL ESPÍRITU COMPUESTO TIPIFICADO POR EL UNGÜENTO COMPUESTO
(2)

Lectura bíblica: Ex. 30:23-30; 1 Jn 2:18-27; 4:1-3, 6; Ro. 8:16; 1 Co. 6:17; Gá. 5:22-24; Ro. 8:13

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La mezcla de lo divino con lo humano

La mezcla de lo divino con lo humano es tipificada por la mezcla del aceite de oliva con las cuatro especias. Ya vimos que el aceite de oliva representa al Dios único y que las cuatro especias representan al hombre, el cual lleva la delantera en la creación de Dios. Por tanto, la mezcla de Dios con el hombre es tipificada por la mezcla del aceite con las especias.
No escuchen a los que dicen que la biblia no enseña la mezcla de lo divino con lo humano. La Palabra presenta una revelación clara al respecto. En Éxodo 30, vemos la tipología de la mezcla y en el Nuevo Testamento, su cumplimiento. El cumplimiento de la tipología es la mezcla del Espíritu divino con nuestro espíritu humano regenerado. Leamos Romanos 8:16 “el Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Aquí vemos la mezcla del Espíritu con nuestro espíritu. Además, 1 Corintios 6:17 declara: “el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Esto comprueba que nuestro espíritu se ha unido y mezclado con el Espíritu.

SIGNIFICADO DE LOS 13 TÍTULOS DEL ESPÍRITU (E.V. Éxodo-Witness Lee)

ESTUDIO VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO SESENTA

EL UNGÜENTO COMPUESTO REPRESENTA
AL ESPÍRITU COMPUESTO
(1)

Lectura bíblica: Ex. 30:23-30; Gen. 1:2; Jue. 3:10; Lc. 1:35; Jn. 7:39; Ro. 8:2, 9; Hch. 5:9; 16:6-7; Jn. 14:17; Fil. 1:19; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:18; He. 10:29; Ap. 1:4; Ro. 8:16; 1 P. 1:2; Ap. 2:7; 22:17.

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LOS TÍTULOS DEL ESPÍRITU

En el próximo mensaje, vamos a considerar los títulos del Espíritu mencionados en la Biblia. Uno de estos títulos mencionado en Hebreos 10:29 es el Espíritu de gracia. El Nuevo Testamento presenta dos asuntos cruciales: la sangre santificadora y el Espíritu de gracia. En realidad, el Nuevo Testamento se compone de la sangre que nos santifica y del Espíritu de gracia que nos suministra al Dios Triuno.
La Biblia presenta trece títulos del Espíritu de Dios: el Espíritu de Dios (Ro. 8:9, 14; 1 Co. 2:14); el Espíritu de Jehová, el Espíritu del Señor (Hch. 5:9; 8:39; 2 Co. 3:17); el Espíritu Santo (Hch. 16:6; Ro. 15:13, 16); el Espíritu de realidad (Jn. 14:17; 15:26; 16:13); el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7); el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9); el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19); el Espíritu de vida (Ro. 8:2); el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45: 2Cor. 3:6); el Señor Espíritu (2 Co. 3:18); el Espíritu de gracia (He. 10:29); los siete Espíritus (Ap. 1:4); y el Espíritu (Ro. 8:16, 23, 26, 27; Gá. 3:14; 5:16-18, 22, 25; 1 P. 1:2; Ap. 2:7; 14:13; 22:17). El Espíritu de realidad tiene todos los demás elementos prometidos en Juan 14:17; 15:26 y 16:13. El Espíritu de Jesús posee los elementos de la humanidad, del vivir humano, y de la crucifixión. El Espíritu de Cristo contiene el elemento de resurrección. El Espíritu de Jesucristo tiene el suplir abundante de todos los elementos de la humanidad, vivir humano, crucifixión y resurrección. El Espíritu de vida tiene las riquezas de la vida divina. El Espíritu vivificante sirve para impartir la vida divina. El Señor Espíritu posee los elementos de la ascensión y del señorío. El Espíritu de gracia está destinado a suplirnos con las riquezas divinas para nuestro disfrute. Los siete Espíritus sirven para la intensificación séptupla. Finalmente el Espíritu incluye todos los elementos de los títulos anteriores. Por tanto el Espíritu es el Espíritu todo-inclusivo. Esto significa que el Espíritu es el agregado, la totalidad de todos los aspectos del Espíritu de Dios.

Debemos alejarnos de la enseñanza tradicional cristiana acerca del Espíritu de Dios y volver a la revelación divina en la Palabra pura de Dios. ¿Por qué la Biblia nos presenta la tipología del ungüento compuesto? ¿Por qué la Biblia contiene tantos títulos del Espíritu? En Génesis 1, el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas, pero en el último capítulo de la Biblia, vemos que: “el Espíritu y la novia dicen...” (Ap. 22:17). ¿Por qué la revelación divina pasa del Espíritu de Dios en Génesis 1 al Espíritu en Apocalipsis 22? También debemos conocer la razón por la cual encontramos el Espíritu de Jehová, el Espíritu Santo, el Espíritu de realidad, el Espíritu de Jesús, el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu de vida, el Espíritu vivificante, el Señor Espíritu, el Espíritu de gracia y los siete Espíritus entre estos títulos del Espíritu. No debemos aceptar ciegamente estos asuntos en la Palabra Santa. Debemos profundizar la revelación divina acerca del Espíritu y entender la tipología del ungüento compuesto y la manera de aplicar este maravilloso Espíritu compuesto en nuestra experiencia.

¿CUAL ES TU GRADO DE DISFRUTE DEL SEÑOR? (E.V. Éxodo-Witness Lee)

ESTUDIO VIDA DE ÉXODO

MENSAJE CIENTO SESENTA

EL UNGÜENTO COMPUESTO REPRESENTA
AL ESPÍRITU COMPUESTO
(1)

Lectura bíblica: Ex. 30:23-30; Gen. 1:2; Jue. 3:10; Lc. 1:35; Jn. 7:39; Ro. 8:2, 9; Hch. 5:9; 16:6-7; Jn. 14:17; Fil. 1:19; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:18; He. 10:29; Ap. 1:4; Ro. 8:16; 1 P. 1:2; Ap. 2:7; 22:17.

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EL DISFRUTE DEL SEÑOR EN ÉXODO

El libro de Éxodo muestra mucho disfrute. Por ejemplo, la Pascua era un disfrute para los hijos de Israel. Esta fiesta se convirtió finalmente en ordenanza. La primera fiesta del año era la fiesta de la Pascua. El centro de esta fiesta es el cordero que representa a Cristo como nuestro Redentor. Esto indica que Cristo es el disfrute inicial del pueblo elegido de Dios. Aún en Egipto, los hijos de Israel disfrutaban mucho al cordero pascual. Aplicaban la sangre sobre los marcos de sus puertas y además comían la carne del cordero. Por tanto, ese cordero servía para su disfrute.
Después de ir al desierto, los hijos de Israel empezaron a disfrutar del maná y del agua viva que salía de la roca hendida. Por tanto, los hijos de Israel disfrutaban de tres cosas por lo menos: la Pascua, el maná y el agua viva. Es importante ver que ellos disfrutaban de todo eso antes de la revelación sobre el tabernáculo y el sacerdocio. Eso significa que aún sin el tabernáculo y el sacerdocio, podían disfrutar del cordero, del maná y del agua viva.
Si entendemos claramente la situación de los hijos de Israel, podremos ver donde se sitúan los cristianos contemporáneos. ¿Dónde se encuentra la mayoría de los cristianos: antes de la revelación sobre el tabernáculo o después? Indudablemente, la mayoría de los cristianos se sitúa antes de la revelación sobre el tabernáculo y el sacerdocio. Eso significa que los cristianos contemporáneos se encuentran sin morada y sin sacerdocio de Dios. La mayoría de ellos disfrutan del cordero pascual, del maná y del agua viva, y es todo. En realidad son muy pocos los que disfrutan el agua viva. En mí juventud oí muchos mensajes sobre el cordero pascual y también sobre el maná, pero no oí tantos mensajes sobre el agua viva saliendo de la roca hendida.
Debemos preguntarnos donde estamos con respecto al disfrute de Cristo. ¿Tenemos solamente el disfrute que viene antes de la revelación del tabernáculo y del sacerdocio, es decir, el disfrute del Cordero, el maná y el agua? ¿Dónde se encuentra usted en cuanto al disfrute de Cristo? ¿Está usted antes de la revelación del tabernáculo y del sacerdocio, o después? Esta pregunta es sumamente importante. Si en su disfrute de Cristo, usted se encuentra antes del tabernáculo o del sacerdocio, entonces no puede participar del ungüento compuesto. Podremos disfrutar de este ungüento una vez que se hayan producido la morada de Dios y el cuerpo de los servidores. No está destinado al disfrute del pueblo de Dios fuera de la morada de Dios y de Su sacerdocio.
Si alguien le pregunta a usted si disfruta a Cristo antes o después del sacerdocio, quizá le cueste trabajo contestar. Quizá usted tarde en contestar, sin saber si podrá hacerlo o no. Sin embargo, estoy seguro de que la gran mayoría de nosotros hemos tenido por lo menos alguna experiencia del ungüento compuesto. En nuestra experiencia, hemos disfrutado no solamente del aceite sino del ungüento.

El aceite es sencillo, pues contiene un solo elemento, pero el ungüento es rico. Como lo hemos señalado repetidas veces, se trata de un compuesto producido por la mezcla de cuatro especias con aceite de oliva. Es sumamente significativo que Éxodo 30 presenta la revelación divina acerca de este ungüento compuesto. Los elementos y la cantidad de estas especias son muy significativos también. Son cuatro especias, pero en realidad son tres unidades completas de quinientos siclos cada una.