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(FFI) JONÁS - Parte 3: Señal de Jonás. Tres días y tres noches, Dr. Stephen E. Jones


Fecha: 27/03/2017
Boletín No. 345


Como vimos en la Parte 2, el capitán del barco echó suertes para ver quién había causado la gran tormenta que amenazaba con hundir el barco. Cuando el lote reveló que Jonás era el problema, se lee en Jonás 1:8,

8 Entonces le dijeron: [Jonás], “¡Dinos, ahora! ¿Por qué nos ha venido esta calamidad? ¿Qué oficio tienes y de dónde vienes? ¿Cuál es tu país y de qué pueblo eres?”

Parece que muchos de los marineros estaban haciendo preguntas. El versículo 9 nos da solamente una respuesta parcial de Jonás:

9 Y él les dijo: “Soy hebreo, y temo a Yahweh Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra seca”.

Jonás dijo mucho más que esto, porque el siguiente versículo nos dice que explicó por qué se dirigía a Tarsis;

10 Entonces los hombres se asustaron mucho, y le dijeron: “¿Cómo pudiste hacer esto?” Porque ellos sabían que huía de la presencia de Yahweh, porque él se lo había dicho.

Jonás confesó que había huido de la presencia del Señor, y los marineros sabían que ésta era la causa de su aflicción en alta mar.


Jonás, el hebreo

Jonás se identificó, no como un hombre de un pueblo de Zabulón, ni siquiera como un israelita, sino como un hebreo. Bullinger lo atribuye a la lengua que hablaba, pero su explicación parece caer por debajo de una verdad más profunda.

Un hebreo es literalmente un inmigrante, que cruza de un país a otro. La palabra es ibriy, de Eber, el patriarca de Génesis 11:15-17 cuyo nombre significa en un sentido bíblico, “la región más allá”; los descendientes de Eber son hebreos, y así mismo Abraham fue llamado un hebreo (Gen. 14:13).

Abraham no era israelita, pues no era descendiente sino ascendiente de su nieto, Jacob, que fue el primero en ser llamado Israel. Abraham tampoco era judío, pues no era descendiente sino ascendiente del hijo de Israel, Judá. Era un hebreo.

En un sentido más amplio, muchos otros inmigrantes del valle del Tigris y el Éufrates hasta la tierra de Siria y Canaán eran conocidos como Hebreos (habiru), de acuerdo con las tablas de arcilla y monumentos de piedra desenterrados por los arqueólogos. Sin embargo, desde una perspectiva bíblica, un hebreo fue primero un descendiente de Eber (o Heber).

Muchos años más tarde, después de que Jesús vino como el Mediador del Nuevo Pacto, el libro de Hebreos fue escrito para mostrar el camino a todos los que puedan emigrar desde el Antiguo Pacto al Nuevo. El término luego tomó un significado mayor, porque el llamado a Abraham a abandonar el país de su padre e ir a un lugar nuevo y desconocido, fue visto como un modelo para todos los judíos, de ser llamados a abandonar su práctica religiosa del Antiguo Pacto y emigrar a una nueva forma de vida espiritual en Cristo.

Pero, ¿qué tiene esto que ver con Jonás? ¿Por qué Jonás de llama a sí mismo un hebreo?

Esta identificación fue en parte irónica y en parte profética. La ironía está en el hecho de que Jonás estaba emigrando a Tarsis en contra de la voluntad de Dios. De ese modo, Jonás no era en absoluto como Abraham, aunque ambos viajaron al oeste. Abraham obedeció a Dios; Jonás estaba desobedeciendo.

Sin embargo, incluso la desobediencia de Jonás no podía desviarse del Plan Divino, por lo que condujo a su llamado como un tipo de Cristo en su muerte, sepultura (en el corazón de la Tierra), y resurrección. Cuando Jesús cumplió la profecía de Jonás, mostró el camino de la vida a todos los nuevos hebreos.


El Dios de los cielos

Jonás identificó a su Dios como Yahweh, Dios de los Cielos. No dijo el Dios de Abraham, Isaac y Jacob(Éxodo 3:15), ni siquiera el Dios de Israel (Éxodo 5:1), porque no se estaba dirigiendo a su propio pueblo. No había ninguna razón para enfatizar la relación personal o pacto que Dios había hecho con Israel. En su lugar, Jonás le llama el Dios de los Cielos con el fin de identificarlo como el Creador y el verdadero Dios de todos los hombres.

Bullinger hace el punto de que el término específico, “Dios de los Cielos”, fue utilizado por primera vez en 2 Cron. 36:23, después de que Israel y Judá estaban cautivos, una a Asiria y la otra a Babilonia. Dice en sus notas a este versículo,

Es el título propio de los tiempos de los gentiles, mientras que Dios actúa desde el Cielo, y no desde entre los querubines como Yahweh el Dios de Israel, o como 'el Señor de toda la tierra' (Su título para el Milenio)”.

Al igual que muchos monarcas tienen más de un título, describiendo cada uno una relación diferente con las personas o naciones, así también Dios mismo tiene diferentes nombres y títulos. Él era el Dios de Israel, siempre y cuando Su presencia reposaba sobre el Arca de la Alianza que estaba en medio de Israel. Pero su presencia dejó Jerusalén en Ezequiel 11:23 y descansó durante seis siglos y en el Monte de los Olivos. Su salida definitiva se completó más tarde, cuando Cristo ascendió desde el mismo Monte cuarenta días después de Su resurrección (Hechos 1:3,9,12).

Bullinger dice que durante los tiempos de los gentiles, su título es el Dios de los Cielos. Luego, cuando Cristo regrese, será conocido como el Señor [Rey, Gobernante, Dueño] de toda la Tierra. En otras palabras, era el Dios de Israel mientras los israelitas estaban en rebelión contra él; ha sido el Dios de los Cielos, mientras que las naciones bestia, que recibieron el Mandato de Dominio, continuaron ignorando Sus Leyes; pero Él traerá todas las cosas bajo Sus pies después que Cristo regrese para derribar a todos los usurpadores y para dar el Mandato de Dominio a los Santos del Altísimo (Dan. 7:27).

Mientras tanto, Jonás se refirió a él como Yahweh, el Dios de los cielos, en apelación a la comprensión de los marineros del Creador de “el mar y la tierra seca” (Génesis 1:10). El hecho de que su nave estaba siendo sacudida en medio de la alta mar, mostraba que este era el Dios que había enviado la tormenta como un juicio divino sobre Jonás. El dios del mar no era Neptuno, sino Yahweh.

Además, Jonás era un profeta que representaba no sólo a Cristo, sino también a Israel. Su rebeldía reflejaba el corazón de Israel. Su nacionalismo reflejaba el estrecho pensamiento de los hijos de Israel, que veían a Dios como su deidad tribal. Y el juicio (tormenta) estaba a punto de venir sobre el propio Israel, y los israelitas volvería a ser inmigrantes hebreos en otras tierras.

Pero, por supuesto, la solución final para ellos era emigrar al “país” celestial y a la “ciudad” espiritual que Abraham previó (Hebreos 11:16). El mapa muestra la forma en que ese país estaba por llegar sólo a través del Nuevo Pacto, alcanzable por la fe en Jesucristo.


"¿Como pudiste hacer esto?"

En Jonás 1:10, cuando los marineros escucharon la confesión de Jonás, estaban enojados y frustrados, preguntando: “¿Cómo pudiste hacer esto?” La KJV dice: “¿Por qué haces esto?”

Debido a que la conversación es tan abreviada, no sabemos si en realidad Jonás se explicó o no. Desde la perspectiva del lector, no se nos da la respuesta a esta pregunta hasta Jonás 4:1-3. Allí nos encontramos con que Jonás era un buen nacionalista y no estaba de acuerdo con el juicio de Dios sobre la Casa de Israel. Si Jonás le habría sido confiado juzgar a Israel, habría permitido a Israel ser el pueblo de Dios a pesar de su rebeldía y violación continua de Sus Leyes.

Jonás no quería que Dios salvara a Nínive, porque sabía que los asirios no tardarían en conquistar y expulsar a la Casa de Israel. Irónicamente, Jonás luego fue el mismo deportado como una señal de lo que le sucedería a Israel. Posteriormente, fue tragado por el gran pez, que representa la muerte de la nación, como Oseas 8:8,9 también había profetizado,

8 Será tragada Israel; que se encuentra ahora entre las naciones como un vasija de desecho. 9 Porque han subido a Asiria …

Oseas 7:11 llama a Israel “una paloma tonta”, es decir, una tonta Jonás. Por lo tanto la respuesta de Oseas a la pregunta de los marineros, ‘¿Cómo pudiste hacer esto?’ era simplemente: Jonás estaba actuando tontamente. La respuesta más amplia es que el propio Israel era tonto por pensar que podían dejar de lado la Ley de Dios con impunidad.

Tal necedad ha continuado hasta el momento actual. Y cada generación se ha preguntado por qué Dios ha permitido que las naciones bestia gobiernen sobre ellos con leyes opresivas y tradiciones, hechas por el hombre.


"¿Qué debemos hacer?"


11 Entonces le dijeron: “¿Qué debemos hacer para que el mar se nos aquiete?” - porque el mar se estaba volviendo cada vez más tormentoso.

Es interesante que los marineros no sabían qué hacer con Jonás. Ellos no sabían que juicio había que hacer para satisfacer la Ley de Yahweh por la desobediencia de Jonás. Pero Pablo nos dice la respuesta en Rom. 6:23, “la paga del pecado es la muerte”.

Como tipo profético de Israel, Jonás era culpable de pecado y fue condenado a muerte. Como un tipo profético de Cristo, Jonás tomó sobre sí el castigo por el pecado de Israel y, de hecho, el pecado de todo el mundo (1 Juan 2: 2). En ese Jonás condenado a muerte, profetizaba que Jesucristo también vendría voluntariamente a morir por el pecado del mundo.

Hay dos formas en que los hombres están llamados a condenarse a sí mismos. La primera es a través del juicio ciego (juzgara a quien no se conoce, como David juzgó que había de hacerse al que se había apropiado de la única oveja de aquel hombre), como vemos cuando Natán confrontó a David sobre su pecado con Betsabé (2 Sam. 12:5). Vemos lo mismo en Mat. 21:40,41, cuando Jesús preguntó a los fariseos el juicio que merecían los labradores que habían usurpado la viña.

La segunda es a través del juicio abierto, como lo que vemos con Jonás y cualquier pecador arrepentido que está de acuerdo con la Ley en que la sentencia de Dios es justa. Tales personas están de acuerdo con la Ley, como lo hizo Pablo en Rom. 7:12 y 22, diciendo:

12 De manera que la ley es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno … 22 me deleito con la ley de Dios en el hombre interior.

También debemos apresurarnos a añadir que es casi imposible estar de acuerdo con el juicio sobre nosotros mismos a no ser que también entendamos que el juicio no es el fin del asunto. Después de la muerte viene la resurrección. El someterse a la sentencia de la Ley es seguido por el perdón completo. La muerte es sólo temporal; lo que sigue es la vida inmortal.

No se nos dice si Jonás comprendió que iba a ser librado de la tumba de agua. Debe haber tenido algún sentido de esto, porque era un tipo de Cristo, y Jesús vio claramente la gloria que le esperaba más allá de la Cruz del otro lado del juicio divino.


Arrójenme al mar”

En Jonás 1:12 el profeta les da la respuesta:

12 Y él les dijo: “tomadme y echadme al mar. Entonces el mar se os aquietará, porque yo sé que por mi causa esta gran tormenta ha llegado a vosotros”.

Hay muchos principios espirituales que se pueden aprender de esta instrucción. En primer lugar, como un profeta rebelde, Jonás es condenado a muerte de acuerdo con la Ley de Dios. En segundo lugar, profetiza de Cristo, que iba a morir para salvar a los hombres. En tercer lugar, esta acción podría calmar el mar.

El mar representa “pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas” (Rev. 17:15). Su violencia e ilegalidad se representa en Isaías 57:20,21

20 Pero los impíos son como el mar agitado, ya que no puede estar en silencio, y sus aguas arrojan cieno y lodo. 21 “No hay paz,” dijo mi Dios, “para los malos”.

La paz interior de Dios, que sobrepasa el entendimiento y la comprensión, viene sólo a través de la muerte de Cristo. Sólo por Su muerte se puede calmar “los mares”.

Además, este principio se establece de nuevo cuando Jesús caminó sobre el agua, pues aunque el mar estaba en estado de agitación, se mantuvo en calma debajo de Sus pies. Cuando Pedro, el hijo de Jonás (Juan 21:15), salió de la barca para encontrarse con él, experimentó el agua tranquila, también, hasta que quitó sus ojos de Jesús y comenzó a centrarse en el mar embravecido a su alrededor y empezó a hundirse.

El mensaje, entonces, está claro. Si se inserta a Jesús en el mar tempestuoso, los mares se volverán en calma. En un segundo nivel, cuando los vencedores (representados por Pedro) salen de la barca para ir a Su encuentro, ellos también experimentarán aguas tranquilas, siempre y cuando mantengan su enfoque sobre Él.


El capitán se opone


13 Sin embargo, los hombres remaban desesperadamente para hacer volver la nave a tierra, pero no pudieron, porque el mar se estaba volviendo aún más tormentoso en contra de ellos.

Podemos estar seguros de que los marineros mismos no tomaron esta decisión. El capitán era un hombre honorable, y puesto que Jonás había pagado su pasaje, esperando que el barco lo llevara a Tarsis, el capitán estaba obligado a llevarlo allí. Sus intenciones eran buenas, pero no podía luchar contra el Plan Divino, porque estaba atrapado en el drama profético, y una voluntad superior a la suya estaba dirigiendo los acontecimientos.

Jonás 1:14,15 continúa,

14 Entonces clamaron a Yahweh y dijeron: “Oramos fervientemente, Yahweh, no nos dejes perecer a causa de la vida de este hombre, y no pongas sangre inocente en nosotros; porque tú, Yahweh, has hecho como te ha satisfecho”. 15 Y tomaron a Jonás, lo arrojaron al mar, y el mar se detuvo de su furia.

En los últimos momentos de Jonás en el barco, convenció a la tripulación para orar a Yahweh, el Dios de Israel. De mala gana, tiraron al profeta al mar. Al hacer esto, no estaban actuando proféticamente en el papel de los principales sacerdotes y los fariseos que condenaron a muerte a Jesús. Tampoco ellos representaban el papel de la multitud que engañada exigía, ¡Crucifícale!” (Juan 19:15). En cambio, el capitán y la tripulación de la nave estaban aceptando auto-sacrificio de Jonás y de ese modo jugaron el papel de los que más tarde aceptarían el sacrificio de Jesús en la Cruz. La tripulación oró a Yahweh; los jefes de los sacerdotes no lo hicieron. De hecho, en la parábola de la viña de Jesús, los labradores (principales sacerdotes) dice en Mat. 21:38, Este es el heredero; venid, matémosle y apoderémonos de su herencia. Su intención era usurpar la viña (Reino) para su propio beneficio, mientras que la tripulación de la nave no tenía tal motivo.


Conversión


16 Y aquellos hombres temieron a Yahweh en gran medida, y ofrecieron un sacrificio a Yahweh e hicieron votos.

Temer al Señor con un sentido carnal es tener miedo. Pero a medida que el amor empieza a echar fuera todo el miedo, el temor del Señor significa reverenciarle y reconocer Su derecho a ser obedecido. Yahweh tiene el derecho de gobernar a todas las naciones.

No sabemos nada de la vida de los marineros después de esta gran conversión. ¿Tratarían de aprender las Leyes de Dios? ¿Se desvaneció la memoria con el tiempo? ¿Se volvieron al paganismo? No se nos dice. Sin embargo, el propósito de esta historia bíblica es mostrar que cuando los hombres aceptan el sacrificio de Cristo, se convierten.

Su “votos” de servir a Él, son esencialmente el mismo voto que Israel tomó en la base del monte Horeb, cuando dijeron en Éxodo 19:8, “¡Todo lo que el Señor ha hablado, lo haremos!” Mientras que esto simplemente es un voto de Antiguo Pacto y nunca podría ser cumplido en su totalidad, era aceptable en ese momento, pues era el inicio de una relación con el Señor. Con el tiempo, por supuesto, esa relación necesitaría una actualización.


Tiempo en la tumba


17 Y el Señor designó un gran pez [gadole dag] para que tragara a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre [meah] del pez tres días y tres noches.

La palabra que se traduce “estómago” (NASB) o “vientre” (KJV) es meah, de una raíz que significa “suave”. Se refiere a la “parte más vulnerable”, o los órganos internos. Algunos dicen que fue absorbido por la válvula de entrada de aire de la ballena, donde tendría suficiente aire para sobrevivir. Otros dicen que fue ingerido en el estómago de la ballena, que se ajusta mejor el tipo profético de “en el corazón de la tierra” (Mateo 12:40).

Ferrar Fenton no pasa por el problema al completo, diciendo que el gran pez era el nombre de un barco que pasaba, que lo rescató, y lo llevó en su bodega durante tres días y noches antes de descargarlo en tierra. Si fue así, entonces el nombre del barco hizo que representara a Nínive, “Ciudad del pescado” como un tipo profético. Por supuesto, el mensaje no depende del tipo de “pescado”, a no ser por su conexión a Nínive.


Tres días y tres noches

Probablemente no hay una profecía más disputada que la tres días y tres noches de Jonás en el vientre de la ballena. Su importancia se ha elevado a un nivel febril por los que apuestan el ministerio entero de Jesús en su estancia de 72 horas en la tumba, que es su interpretación de Mat. 12:40,41.

El problema principal, por supuesto, es que Mat. 12:40 es la única vez que Jesús dijo que Él estaría en la tumba por “tres días y tres noches”. En esencia, Él estaba citando a Jonás 1:17. pero en toda otra ocasión, dijo 21 veces que se levantaría al tercer día. La primera vez que se menciona está en Mat. 16:21,

21 A partir de entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, los sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.


Otro ejemplo se encuentra en Lucas 18:32,33,

32 Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido y maltratado y escupido; 33 y después de que le hayan azotado, le matarán; y al tercer día resucitará.

En Lucas 13:32 se define esta frase, diciendo:

32 Y él les dijo: “Id a decir a ese zorro [Herodes], He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.

En otras palabras, “hoy” se incluye en el recuento de tiempo para el tercer día. El tercer día es el día después de mañana, y esta es la forma habitual en que los hebreos contaban el tiempo.

Así que a menos que estemos dispuestos a ignorarlo por completo, debemos o bien tratar de interpretar los 21 estados para ajustarlos a un período de 72 horas, o podemos interpretar la declaración única, tres días y tres noches como una expresión hebrea que significa tiempo continuo.

En otras palabras, ni Jonás ni Jesús pasaron tres días en el corazón de la Tierra, siendo liberados en la noche. Sus pruebas fueron sin interrupción, tanto de día como de noche.


Esta idea se ve en Ester 4:16, donde la reina pidió a la gente que ayunara por ella, diciendo: “No comáis ni bebáis durante tres días, noche y día. Luego, en Ester 5:1 leemos: “Y aconteció que al tercer día” que Ester se presentó ante el rey. No esperó 72 horas.

http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/ffi-newsletter/ffi-2017/04-01-2017-jonah-part-3/

PRIMERA DE CORINTIOS – Cap. 1(6): La sabiduría y las señales, Dr. Stephen E. Jones


25/02/2017




20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el letrado? ¿Dónde está el polemista de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?

Pablo estaba pintando un cuadro de un debate entre filósofos, en los que ninguno de ellos se atrevía a discutir con Dios para no parecer tontos.

1 Corintios 1:21 continúa,

21 Pues ya que en la sabiduría de Dios el mundo a través de su sabiduría no llegó a conocer a Dios, agradó a Dios salvar a los que creen por la locura de la predicación.

En otras palabras, la filosofía y la sabiduría del mundo fracasaron en su misión auto-nombrada de mostrar a la gente lo que Dios es realmente, para que los hombres se salven. Pero Dios, entonces estableció un mensaje que parecía tonto para los hombres. Ese mensaje, afirma Pablo, tuvo éxito al salvar a los que creyeron en él.


22 Porque en verdad los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos un escollo, y necedad para los gentiles, 24 mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. 25 Porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Los filósofos trabajaron duro para exponer sus argumentos de una manera lógica, porque cada vivían con el temor de que otro filósofo compitiera mostrando fallas en su lógica. Tal era la sabiduría de los griegos. Los judíos, por otra parte, sobre la base de su cultura pensaban en los principios de la Ley. La Ley de Dios exigía un testigo doble o triple para establecer la verdad, y en muchos casos los judíos buscaban señales sobrenaturales (pero externas) para probar la verdad.


La trayectoria griega a la salvación
El Evangelio, sin embargo, no vino ni con la lógica griega ni con las señales judías. En primer lugar, la idea de un Dios bueno que se encarna en un cuerpo hecho de carne mala era una locura para un filósofo griego. Su cultura se basaba en la idea dualista que el espíritu era bueno y la materia era mala. En segundo lugar, la idea de que Dios pudiera morir parecía contradictoria con su propia definición de un dios inmortal.

En tercer lugar, los griegos no creían en la resurrección, sino en la reencarnación. La reencarnación era para los que no habían alcanzado la perfección, ya que se decía que las almas inmortales eran condenadas a regresar a otro cuerpo de mortal con el fin de ser más perfectas. Un alma espiritual atrapada una y otra vez en un cuerpo material (y malo) indicaba que la persona todavía estaba tratando de alcanzar la perfección (por su propio esfuerzo, voluntad y obras).

El Evangelio, por el contrario, presenta a los griegos con la idea de que la perfección (o "salvación") no se basara en los esfuerzos de los hombres, sino de la obra de Cristo, el único perfecto, era aparentemente tonta. Este Único perfecto vino del Cielo y se encarnó en carne humana, que, aunque limitada, no era mala en sí misma. Él vino a la Tierra específicamente a morir por el pecado del mundo, un cordero perfecto para un mundo imperfecto. Los griegos, como la mayoría de otras personas, ofrecían sacrificios, pero sus sacrificios eran ofrecidos como regalos para apaciguar a los dioses o como recompensa por su liberación. Si se sacrificaban como una forma de auto-castigo por algún pecado, no era con la idea de que el animal representara a un mayor sacrificio, como Cristo.

El concepto de la expiación vicaria era específicamente un concepto hebreo derivado de la Ley Divina. Por lo tanto, los griegos no estaban preparados para escuchar una enseñanza del Evangelio, en que el Dios del Cielo ha intervenido en la historia humana para salvar a la humanidad por medio de sus propias obras y para salvar a los hombres que no podían posiblemente salvarse a sí mismos.


La trayectoria hebrea de salvación
El pensamiento judío se basa en gran medida de las Escrituras hebreas, aunque no entendieron algunas de las verdades más importantes establecidas en la Palabra. En el grado en que ellos entendieron mal, hay una discrepancia entre el pensamiento hebreo y el judío. Yo uso el término hebreo para indicar la verdad real de las Escrituras, mientras que el pensamiento judío se desvía hasta cierto punto de esta.

Pablo deja claro que la verdad hebrea era una piedra de tropiezo para los judíos cuyos patrones de pensamiento tenían sus raíces en el judaísmo (es decir, la creencia judía). Nos dice que los "judíos piden señales", lo que les impedía ver la verdad en las mismas Escrituras que afirmaban creer. Tenían una cierta comprensión de la expiación vicaria, pero se limitaba a los sacrificios de animales. Su concepto de un Mesías conquistador impedía muchos de ellos ver al Mesías sufriente.

A pesar de que discutían entre sí si Él vendría como el Mesías ben Judá o como Mesías ben José, no se dieron cuenta de que iba a venir dos veces, por primera vez de Judá y la segunda vez de José. La idea de que el Mesías muriera o que Él fuera el sacrificio final, representado en todos los sacrificios de animales, era una locura para ellos. Su deseo de un Gran Mesías Militar, que podía hacer milagros para conquistar el mundo y esclavizar a todos los no-judíos, era un deseo carnal que cegó sus ojos al humilde Príncipe de Paz que en realidad vino a liberar a todos los hombres y gobernar sobre un Reino Universal.

Tanto judíos como griegos enseñaban la salvación por obras, es decir, por la voluntad del hombre y de la autodisciplina. Para los judíos, el cambio de comportamiento de una persona para hacer buenas obras (en conformidad con el estándar justo de Dios establecido en su Ley), era el camino hacia el cambio de sus corazones. Los griegos también abogaban por las buenas obras, pero pusieron mayor énfasis en la superación de las pasiones, o deseos de la carne. Si no podían ser movidos o tentados por las pasiones humanas, se consideraban a sí mismos como justos.

Ambos, judíos y griegos, sin embargo, basaban su religión en la voluntad del hombre y en las obras. Pablo expone un plan alternativo, uno que se basa en la voluntad de Dios (como dice Juan en Juan 1:13). Pablo incluye "el poder de Dios" en 1 Corintios 1:24, porque Su poder no es sólo Sus acciones de intervención, sino también Su voluntad, que concibió el Plan y lo ha dirigido desde el principio.

Por lo tanto, mientras que la visión alternativa de Pablo era como tonta para los griegos, derrocaba la visión judía de la venida del Mesías, su propósito más bien estrecho, y el carácter exclusivo del reino judío. Los judíos deseaban mucho un reino en el que esclavizarían a todos los demás y gobernarían el mundo. Este era su concepto de un pueblo elegido. Habían puesto su fe en un mesías que no existía, por lo que rechazaron al verdadero Mesías cuando no cumplió con sus expectativas anímicas.


Las señales
Los judíos buscan señales, dice Pablo. Y, de hecho, se dio una señal para ellos, a pesar de que se negaron a creer su testimonio. Se nos dice en Mateo 1:18,

18 Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Su madre, María, estaba desposada con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu Santo.

José decidió repudiarla en secreto, pero "un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo ... lo que ha sido engendrado en ella es del Espíritu Santo" (Mateo 1:20). En otras palabras, Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo, no por la semilla del hombre. Mateo 1:22,23 dice,

22 Ahora todo esto tuvo lugar de que lo que fue dicho por el Señor por medio del profeta se cumpliese, diciendo: 23 "He aquí que la virgen concebirá, y dará un hijo, y llamarás su nombre Emanuel," que traducido significa: "Dios con nosotros".

Mateo estaba citando de Isaías 7:14, un verso que comienza diciendo: "Por tanto, el Señor mismo os dará señal ..." En otras palabras, la concepción milagrosa de Jesucristo fue la señal dada al rey Acaz en Isaías 7:14. En su día, la señal real fue su hijo Ezequías, nacido de una almah, "mujer joven o virgen". Ezequías no fue concebido por el Espíritu Santo, pero era un tipo de Cristo. Como un tipo profético, era una señal para Acaz. De ahí que también, la concepción de Jesús fuera una señal para Judá.

En ambos casos, si Judá no creía en esta señal, la nación debía ser destruida. El profeta le dijo al rey Acaz en Isaías 7:9, "Si tu no crees, seguramente no durarás". La KJV dice: "de cierto no permaneceréis firmes". El contexto demuestra que esta era una profecía sobre la venidera destrucción de Israel y de Judá. Así también, la concepción de Jesús fue una señal de que, si los gobernantes no creían, ello daría lugar a la destrucción de Judá.

Dios da, efectivamente, señales, pero si los corazones de los hombres no están preparados para escuchar la verdad, también dejarán de ver y entender las señales que se den. La cuestión no es si Dios habla; la cuestión es si los hombres tienen la capacidad de escuchar la voz de Dios. "La fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo" (Romanos 10:17). Las señales son buenas, pero también dependen de la capacidad de los hombres para oír la palabra original. Las señales no pueden confirmar lo que los hombres no pueden oír.

Las señales confirman la verdad, las señales no imparten la fe; la fe viene solamente por el oír, y si uno no oye, las signos sólo pueden persuadir. Sin embargo, la persuasión es del alma, mientras que la fe es espiritual. La persuasión sólo es buena cuando se prueba. Cuando Dios pone a prueba los corazones de los hombres por la piedra de toque divino, entonces la fe se distingue de la persuasión.

Jesús mismo reconoció la inutilidad de las señales, aunque realizó muchos milagros que deberían haber sido suficientes para que todos creyesen; si, de hecho, las señales que podrían superar la incapacidad de uno para escuchar. Hubo creyentes entre la gente en la multitud, por supuesto, pero la mayoría de la gente simplemente estaba impresionada por los milagros y convencidos en sus mentes anímicas que Él era el Mesías. Sin embargo, estas personas no escuchaban realmente, ni tenían una fe genuina, porque cuando llegó el momento de la verdad, los que habían sido convencidos por señales le negaron cuando sus líderes le crucificaron. No podían oír la voz de Dios; escucharon sólo la voz de hombres que consideraron a pesar de la Palabra de Verdad y las señales que demostraban la Palabra.

Por último, en Mateo 12:39 Jesús les dijo que "señal no les será dada, [es decir, a la generación], sino la señal de Jonás el profeta". La muerte y la resurrección de Cristo fue la gran señal de Jonás. Pero las personas no entendían la historia de Jonás, porque los rabinos no sabían el significado de la historia, ni tampoco la aplicaban a la venida del Mesías. Ellos lo entendían sólo en términos nacionalistas, Israel iría en cautiverio a Asiria y sería restaurada al final.

Y así, sin escuchar la voz de Dios por sí mismos, la gente sólo podía oír la voz limitada de los rabinos. Esto produjo fe en los rabinos, pero no fe en Dios. Ponemos nuestra fe en el único cuya voz oímos, sea la voz de Dios o la de los hombres.


Pero Pablo presenta el Evangelio como la Palabra de Dios, lo que requiere oídos para oír, con el fin de producir la fe que entonces se evidencia por un cambio en la propia forma de vida. Este Evangelio no se ha establecido en la sabiduría griega, ni requiere señales judías. Como veremos en el segundo capítulo de Primera de Corintios, Pablo nos está llevando hacia una discusión sobre el origen de la verdad, que viene a través del espíritu de uno, en lugar de a través de la propia alma.

Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas

Dr. Stephen Jones