
AVANZAMOS MÁS ALLÁ DEL BLOG FINISTERRE. CRUZADO EL JORDÁN, EL REMANENTE FIEL ESPERA EL APOTEÓSICO DERRAMAMIENTO FINAL DE LA FIESTA DE TABERNÁCULOS, PLENITUD DE PENTECOSTÉS, EL MEJOR VINO DEL FINAL, ¡LA MANIFESTACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS! // "La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Yahweh de los Ejércitos; y daré paz en este lugar...". Hg. 2:9 // "No estoy diciendo, 'regresemos a Pentecostés'; estoy diciendo, '¡avancemos!'” (G.H.Warnock)
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NEGARNOS EN FAVOR DE LA UNIDAD Y DE NUESTRA VERDADERA IDENTIDAD, Oswald Chambers
"Entonces Jesús dijo a sus discípulos: -Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo", Mateo 16: 24.
Oswald Chambers
"...Que sean uno, así como nosotros somos uno", (Juan 17: 22).
La personalidad es esa parte peculiar, singular e incalculable de nuestra vida, que nos diferencia de todos los demás. Es demasiado grande para poderla comprender. Una isla en el mar puede ser solamente la cima de una gran montaña y nuestra personalidad es algo parecido. Como no conocemos las grandes profundidades de nuestro ser, no podemos hacer una valoración de nosotros mismos. Empezamos creyendo que podemos, pero pronto entendemos que sólo un ser nos comprende completamente, nuestro Creador.
Así como la individualidad caracteriza la parte externa del hombre natural, la personalidad es el sello característico del hombre espiritual. Nunca podemos describir a nuestro Señor a partir de la individualidad o la independencia, sino sólo a partir de su personalidad: "El Padre y yo uno somos", Juan 10: 30.
La personalidad se debe unir. Es decir, que sólo alcanzas tu verdadera identidad estando unido a otra persona. Cuando el amor, o el Espíritu de Dios, entra en una persona, ésta queda transformada y ya no insiste más en mantener su individualidad. El Señor nunca habló de la individualidad de una persona, o de su posición aislada, sino de su personalidad. "Que sean uno, así como nosotros somos uno".
Cuando le cedes a Dios tus derechos sobre ti mismo, enseguida tu verdadera naturaleza personal comienza a obedecer a Dios. Jesucristo emancipa toda tu personalidad e incluso tu individualidad se transforma. La transformación es causada por el amor, es decir, por la devoción personal a Jesús. El amor es el desbordante resultado de una persona en verdadera comunión con otra.
Oswald Chambers.
(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
INFLUENCIAS DIABÓLICAS EN LOS ESTERTORES DE PENTECOSTÉS, José (Administrador)
21 de julio del 2021
Nota del 13 de junio de 2018
"El modelo del Reino de Saúl también profetizaba el fracaso de Pentecostés para manifestar un modelo perfecto del Reino. Por lo tanto, Saúl degeneró moral y espiritualmente hasta que estuvo plagado de espíritus malignos. Su ceguera sin duda le hizo difícil discernir la diferencia entre el Espíritu Santo y el "espíritu malo de parte del Señor". 1º Samuel 16: 14 dice:
14 Entonces el Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y un espíritu malo del Señor lo atormentaba".
Stephen E. Jones
Aunque sea triste, terrorífico o muy fuerte decirlo, en Pentecostés, antes de cruzar el Jordán, probablemente todos acabamos en el estado en que Saúl, nuestro modelo carnal, cayó, cuando visitó a la adivinadora de Endor. Esto además nos ocurre tanto a nivel corporativo en este kairos laodicense como a nivel de madurez individual al acercarnos personalmente al borde del Jordán.
En este tiempo la mayoría de las veces no es al Espíritu Santo a quien oímos, si no a espíritus malignos pertrechados tras nuestras fortalezas, entre las cuales están nuestros ídolos del corazón y nuestras preconcepciones. ¡Estamos escuchando muchas veces a demonios! ¡Sí, a espíritus engañadores!
Más triste aún es que necesitaremos ser llevados a través de varios electrochoques hasta que lo reconozcamos, para que entendamos que debemos renunciar a apoyarnos en nuestra propia prudencia carnal, en nuestra visión distorsionada, que ve las cosas a través del velo de nuestra carne (desierto, religión, alma, Lugar Santo, Antiguo Pacto, ...) y dejarnos conducir por aquellos que ya cruzaron, andan en el espíritu, tienen la fruta en el árbol y nos han trazado una senda.
Dios es maravilloso, pues a estas alturas siempre dispone a nuestro lado a los Nicodemo-s y los José-s de Arimatea de turno, que nos disparan sus andanadas de revelación y verdad, abriendo boquetes en nuestros muros o fortalezas de argumentos y altiveces, aún a nuestro pesar y aún a riesgo de ser por ello mal comprendidos y bilipendiados (¡como cuando algunos papás le ponen la vacuna al niño por mucho que berree y patalee!). De esta manera ellos poco a poco nos van ungiendo para ser sepultados y así podamos resucitar del otro lado.
¡Que horror cuando descubrimos esto y nos damos cuenta que en realidad estamos siendo enemigos de Dios que luchan contra Él! ¡“La carne es contra el espíritu! ¡Los que andan en la carne no pueden agradar a Dios”!
Sin embargo, viendo esta revelación desde el lado positivo, esa luz derriba nuestras fortalezas y nos deja libres para poder reconocer que debemos cesar en nuestros estériles esfuerzos carnales y morir para poder nacer; ahora sí, a la Vida Abundante, la vida de resurrección, la vida en el espíritu.
Mientras nuestra alma y espíritu no hayan sido separados (partidos, divididos) no podemos discernir la una del otro ni tampoco a los espíritus engañadores (Heb. 4: 12). Sólo la espada del Jordán logra esta partición, separando las aguas de arriba (celestiales, espirituales) de las de abajo (carnales, almáticas, terrenales). Es eso mismo lo que se representa en que nuestro oído sea abierto y ahora pueda discernir la voz de Dios, por haber sido horadado con la lezna (cruz) en el dintel de la puerta (Cristo) (Sal. 40: 6; Deut. 15: 17).
No le extrañe ni le enoje que a estas alturas, cuando se acerque a la orilla del Jordán, le digan: ¡necesita nacer de nuevo! ¿Acaso el día no viene tras la noche del desierto? ¿Acaso la oscuridad del útero de Pentecostés no da paso al nacimiento en la luz de Tabernáculos? Recuerde: en la Pascua somos engendrados, en Pentecostés gestados y en Tabernáculos nacemos (Gál. 4: 19; Luc. 21: 19; Hch. 14: 22; Jn. 10: 10 -Juan habla no solo de la vida del engendramiento sino de la vida abundante del nacimiento o filiación).
EL CRUCE DEL JORDÁN ES TAMBIÉN UNA CUESTIÓN DE LIBERACIÓN DE LAS ATADURAS E INFLUENCIAS DE LAS HUESTES ESPIRITUALES DE MALDAD, PARAPETADAS TRAS LAS FORTALEZAS DE NUESTROS ARGUMENTOS Y ALTIVECES. ¡NO HAY MEJOR LIBERACIÓN DE LA INFLUENCIA DE LOS ESPÍRITUS MALIGNOS QUE QUITARLES SU BASE DE OPERACIÓN, SEPULTANDO LA CARNE EN LAS AGUAS DEL JORDÁN! COMO DICE EL ADAGIO, "MUERTO EL PERRO SE ACABÓ LA RABIA".
Cuando cruzamos el Jordán transcendemos la vida o esfera terrenal, para entrar en la Vida o Esfera celestial; dejamos de estar en la esfera y dominio del diablo y alcanzamos una posición ascendida desde la que podemos atacarlo, dominarlo y someterlo. Witness Lee lo expresa así en su libro "La Experiencia de Vida":
"Hoy, la esfera de la actividad de Satanás es la Tierra, y el objeto de su actividad devoradora es el hombre terrenal. En 1ª Corintios 15: 47-48 se nos dice que Adán y todos los suyos son terrenales. Por eso, siempre que vivimos en la vida terrenal de Adán, somos terrenales y estamos en la Tierra. No sólo no podemos luchar contra Satanás, sino que también caemos en la esfera de su actividad y nos hacemos el objeto de su actividad devoradora. Por el contrario, cuando vivimos en la vida celestial de Cristo, somos celestiales y estamos en el Cielo. De este modo trascendemos la esfera de actividad de Satanás y ya no somos objeto de su actividad devoradora. Por lo tanto, podemos atacarlo y vencerlo".
¿Seguirá debatiéndose en los estertores del desierto o cruzará al lado de la Vida Abundante, del Shalom de Dios, de la Vida Victoriosa, de andar en el espíritu?
JOSÉ
APOCALIPSIS - Libro I: Cap. 10- El Misterio del Candelero, Dr. Stephen Jones
Cuando la voz le habló a Juan, se volvió para ver quién estaba hablando e inmediatamente se derrumbó en el suelo como si estuviera muerto. Sin embargo, su visión de una fracción de segundo del glorificado Hijo del Hombre quedó grabada en su memoria, de modo que pudo recordarla cuando comenzó a escribir el libro de Apocalipsis. Apocalipsis 1: 17 dice:
17 Y cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Y puso su mano derecha sobre mí, diciendo: "No temas …"
Ver la gloria de la presencia de Dios de cerca es más de lo que nuestra carne puede soportar. Lo mismo sucedió con la Casa de Israel, cuando Dios descendió como fuego y les habló, porque leemos en Deut. 4: 33,
33 ¿Ha oído alguno la voz de Dios que habla desde en medio del fuego, como tú la has oído, y has sobrevivido?
Más tarde, un ángel en gloria se le apareció a Daniel, quien inmediatamente cayó en un sueño profundo. Leemos en Daniel 10: 7-9,
7 Y solo yo, Daniel, vi la visión, mientras que los hombres que estaban conmigo no vieron la visión; sin embargo, un gran pavor se apoderó de ellos, y huyeron para esconderse … 9 Caí en un sueño profundo sobre mi rostro, con el rostro en el suelo.
Vemos, entonces, cómo los hombres pecadores no pueden estar en la presencia de Dios cuando ven su gloria. Incluso Ezequiel, cuando el Espíritu lo transportó al río Quebar donde los israelitas habían sido deportados a Asiria, permaneció totalmente deshecho durante una semana entera (Ezequiel 3: 15 KJV). Entonces, cuando Juan experimentó la gloria de Dios en Patmos, él también cayó como muerto.
¿Qué es esta experiencia de muerte? Creo que es lo que Pablo llama la muerte de la carne. En realidad, no mata a una persona, pero cambia su conciencia consciente del alma al espíritu. El alma percibe que está muriendo y tiene miedo, porque desde la caída del hombre el alma ha gozado de la posición dominante. La entrada del pecado cambió el "yo" del espíritu al alma, y el hombre comenzó a ser gobernado por su mente natural (anímica), más que por la mente de su espíritu.
Pablo habla de la lucha por el dominio entre los dos yoes en Romanos 7. El "yo" anímico está sujeto a la Ley del pecado y de la Muerte, mientras que el "yo" espiritual coincide con la Ley de Dios (Rom. 7: 22-23, 25). Cuando logramos seguir la dirección de nuestro hombre espiritual, que a su vez es guiado y empoderado por el Espíritu Santo, es como si el alma hubiera muerto o hubiera caído en un sueño profundo.
Todos los creyentes deben vivir por el espíritu, porque concurre (está de acuerdo) con la Ley de Dios. El espíritu no necesita estar sujeto a la Ley, porque no se resiste a la Ley. Solo el viejo hombre (alma) se resiste a la Ley, porque es “prisionero de la ley del pecado” (Rom. 7: 23). El "yo" anímico no puede evitar pecar, dice Pablo, porque es un esclavo del pecado. Pablo dice de nuevo en Rom. 8: 6-8,
6 Porque la mente puesta [enfocada] en la carne es muerte, pero la mente puesta [enfocada] en el Espíritu es vida y paz, 7 porque la mente puesta [enfocada] en la carne es enemiga de Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, porque ni siquiera puede hacerlo; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Es asombroso, a la luz de la clara declaración de Pablo, cuántos “creyentes llenos del Espíritu” desechan la Ley de Dios y se dan el derecho de violar cualquier Ley que no comprendan. Esa es la mentalidad del viejo hombre, no del nuevo "yo" que dicen seguir. Quizás confunden el alma con el espíritu, creyendo que están llamados a reformar el alma, en lugar de ser guiados por el espíritu.
En cualquier caso, a los creyentes se les da contacto con Dios a través de su espíritu. Escuchar la voz de Dios se hace a través del espíritu de uno, no a través del alma, aunque el alma ciertamente puede ser consciente de lo que el espíritu está escuchando. De hecho, creo que esta es la raíz del miedo, el pavor e incluso la muerte que viene con ver a Dios o escuchar su voz. Es el viejo hombre, el "yo" anímico de la carne, el que se derrumba en la presencia de Dios. Cuando eso sucede, el hombre de la Nueva Creación, el "yo" espiritual, se despierta para tomar las riendas de la vida de la persona.
Los hombres siempre han temido escuchar la voz de Dios. Los israelitas no fueron los únicos en experimentar esa reacción de miedo cuando Dios les habló en el monte (Éxodo 20: 19). Escuchar la voz de Dios siempre mata una parte de la carne, porque requiere que el viejo "yo" se haga a un lado (o duerma) y permita que el nuevo "yo" tome el dominio.
Entonces, cuando Daniel, Ezequiel y Juan se encontraron cara a cara con Dios o con un ángel, fue una experiencia mejorada que es familiar (en pequeña escala) para todos los creyentes que han aprendido a escuchar su voz.
El Hijo del Hombre le dijo a Juan que no tuviera miedo. ¿Por qué no? La razón se da en Apocalipsis 1: 17-18,
17 … Yo soy el Primero y el Último, 18 y el Viviente; y estaba muerto, y he aquí, estoy vivo para siempre [aionas ton aionan, “por los siglos de los siglos”], y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Como Alfa y Omega, Dios es la causa principal de todas las cosas, y al final también estará allí. Todo salió de Él, y todo volverá a Él (Rom. 11: 36). Cuando realmente comprendamos esto, no tendremos necesidad de temer a la muerte o temer perdernos para siempre. Él es la fuente de la vida, "el viviente". Sin embargo, encontró una manera de morir sin destruir toda vida en el universo.
Habiendo recibido "las llaves de la muerte y del Hades", tiene el poder de resucitarlos a su discreción y sacarlos del Hades. Las Escrituras nos hablan de su intención y plan de resucitar a todos los muertos, pequeños y grandes, en el juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20: 11-12 ). Las Escrituras nos dicen que Dios ha hecho un voto de obrar hasta que toda rodilla se doble y toda lengua le jure lealtad (Isaías 45: 23-25).
Esta es la promesa, no solo para Juan, que cayó al suelo como muerto, sino para todos los muertos, grandes y pequeños. Sus destinos no están en manos del diablo, ni siquiera en sus propias manos. Solo Jesús tiene las llaves de la muerte. Aunque al hombre se le dio autoridad en la Tierra en Génesis 1: 26-28, nunca se le dio soberanía.
La autoridad es legítima, pero limitada. El hombre está hecho del polvo de la tierra (Génesis 2: 7). Él es parte de la Tierra que Dios creó y es de su propiedad. Dios reclama toda la Tierra por derecho de Creación y, por lo tanto, el hombre carece del derecho de vender su "tierra" de forma permanente (Lev. 25: 23). Puede vender su tierra (es decir, él mismo) por una temporada, pero al final siempre regresará a su herencia, que es el cuerpo glorificado. La tierra manifestará la gloria de Dios. La materia física será la mecha de la vela de Dios, mostrando su luz en la oscuridad. La autoridad del hombre debe finalmente ceder el paso a la soberanía de Dios.
Apocalipsis 1: 19 dice:
19 Escribe, pues, las cosas que has visto, las que son y las que sucederán después de estas.
A Juan se le dijo que testificara de lo que ya había visto, de lo que estaba viendo y de lo que aún vería. Obviamente, Juan había caminado con Jesús en sus primeros años. Más tarde había escrito su evangelio para complementar los evangelios anteriores. Ahora estaba a punto de escribir algo nuevo.
Apocalipsis 1: 20 concluye,
20 En cuanto al misterio [símbolo secreto] de las siete estrellas que viste en mi mano derecha, y los siete candeleros de oro; las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete iglesias.
Jesús distingue entre las "estrellas" y los "candeleros". Los fuegos (luces) aparecen como siete estrellas ("ángeles") sostenidos por las siete iglesias (candeleros). La Iglesia lleva la luz de los ángeles.
La clave de este misterio, como de muchos otros, es comprender la relación entre el Cielo y la Tierra, o entre lo espiritual y lo físico. Moisés construyó el Tabernáculo según el "modelo" (Éxodo 25: 9) que vio en el Cielo mientras estaba en el monte. Más tarde, David tuvo una revelación similar del "modelo" del templo de Salomón (1º Crón. 28: 19). La palabra hebrea para patrón es tabniyth, que significa plano o modelo. En otras palabras, Moisés y David construyeron en la Tierra una réplica física, basada en el modelo de un Tabernáculo espiritual o Templo en el Cielo. Los conceptos espirituales se expresaron en formas físicas.
Moisés construyó una tienda; Salomón construyó un templo. Esto muestra una revelación progresiva que refleja crecimiento y desarrollo en el Reino de Dios. Bajo el Nuevo Pacto, vemos un desarrollo adicional, porque ya no es un tabernáculo físico, ni un templo en Jerusalén, sino que el templo que Dios habita en la tierra ahora está hecho de piedras vivas (1ª Pedro 2: 5). Pablo describe este templo en Efesios 2: 19-22.
Este nuevo templo se está construyendo en la Tierra según un modelo más amplio del Templo en el Cielo. Bajo el Antiguo Pacto, el patrón progresó del Tabernáculo al Templo. Es lo mismo bajo el Nuevo Pacto, donde al principio vemos que el Tabernáculo de David se levanta en Hechos 15: 16, seguido de un nuevo templo. La Edad de Pentecostés es el momento en el que este proyecto de construcción se realiza de manera progresiva.
Apocalipsis 1: 20 se centra principalmente en un aspecto de este nuevo templo: el de los siete candeleros. Los candeleros en el Cielo son el modelo espiritual (plano) de las siete iglesias en la Tierra. Las iglesias terrenales son imperfectas, y por esta razón se les dio un mensaje para que pudieran ajustarse al modelo celestial. Cada uno de ellas fue llamada a vencer, pero la implicación es que solo un remanente lo haría.
Al comprender cómo Dios destruyó el templo de Salomón cuando la nación ya no reflejaba la gloria que se veía en el templo, también podemos discernir un patrón en las siete iglesias. Pentecostés debe dar paso a Tabernáculos. Pentecostés, aunque es bueno, es una fiesta con levadura (Lev. 23: 17), por lo que los vencedores en su seno relativamente pocos en número.
Asimismo, el rey Saúl era un tipo y sombra de la Iglesia bajo Pentecostés, habiendo sido coronado en el día de la cosecha del trigo (1ª Sam. 12: 17), más tarde llamado Pentecostés. Saúl fue un rey leudado durante todo su reinado. Persiguió a los vencedores ("David"). Al final, no se le permitió establecer una dinastía duradera, sino que fue reemplazado por David, cuya dinastía culminó con el reinado interminable de Jesucristo.
Lo mismo ocurre con las siete iglesias en la Edad Pentecostal. La iglesia tal como la conocemos debe dar paso a algo mejor que perdurará en la Era Venidera. El mensaje a las siete iglesias fue la advertencia de Jesús. Fue para motivar a la gente a despertarse de la comodidad de su mentalidad religiosa denominacional. Aquellos que escuchan y prestan atención a estas advertencias tienen la oportunidad de convertirse en vencedores y gobernar con Cristo en la Era de Tabernáculos que sigue.
https://godskingdom.org/studies/books/the-revelation-book-1/chapter-10-the-mystery-of-the-lampstand
MI VIAJE AL REINO PROFÉTICO - Parte XII, Dr. Stephen Jones
Mientras escuchaba el sermón del pastor Thomas el domingo 1 de diciembre de 1985, de repente vi que estábamos a punto de ver una repetición parcial de los patrones de 1981. La situación en sí era nueva, pero los patrones eran viejos. Me di cuenta de que el pastor Thomas estaba desempeñando mi papel anterior en Las Cruces y que dejaría la iglesia el 30 de diciembre, así como yo había dejado Las Cruces en la misma fecha en 1981.
Llamé a una reunión especial de discernimiento la noche siguiente, donde pudiéramos confirmar este punto de vista. No solo se confirmó, sino que también se nos dio más revelación. Se veían camiones de bomberos fuera de la iglesia, como para apagar un incendio. Otro dijo: "El fuego está afectando solo las dos primeras filas de la iglesia". Otro vio al pastor atrapado en el sótano, sin poder escapar.
Vimos el camión de bomberos como el deseo de los hombres de apagar el fuego del Espíritu Santo. En otras palabras, alguien se oponía al mover del Espíritu Santo y sabíamos que era el pastor.
Dos semanas después, el 16 de diciembre, el lunes por la noche, comenzamos a discutir el gobierno de la iglesia en nuestra reunión de hombres. Establecimos que debemos conocer nuestros llamamientos. Uno de los principales propósitos del gobierno de la iglesia era capacitar y desarrollar a los miembros en sus propios llamamientos. Estas discusiones continuaron durante algunas semanas.
La cuestión de los profetas
Casi al mismo tiempo, Bob Schuelke me llevó a almorzar de nuevo y me hizo una pregunta extraña: "¿Crees en los profetas?" ¡Por supuesto que creo! Los profetas se enumeran entre los cinco ministerios en Efesios 4: 11. Si Bob hubiera sido bautista o presbiteriano, habría entendido su escepticismo, pero pensé que todos los que provenían de un trasfondo carismático habrían creído que los profetas son parte de la vida normal de la Iglesia.
En ese momento, asumí que estaba interrogando a Chuck, quien abiertamente afirmaba ser un profeta. Pero la pregunta se refería a los profetas en general.
En nuestra conversación, me preguntó sobre el pastor Thomas y le dije que planeaba dejar la iglesia de la Regla de Oro el 30 de diciembre.
"¿El te dijo eso?" Preguntó Bob.
“No, el Señor nos lo dijo,” contesté.
Podía ver las ruedas girando en su cabeza, mientras sacaba su pequeño cuaderno del bolsillo de la camisa. Pude ver que quería escribir esta información para uso futuro. Aparentemente, pensó que yo estaba profetizando, y que tenía la intención de usar esto como una prueba de fuego para saber si yo era un profeta o no. No pareció entender que todos deberíamos escuchar la Palabra del Señor y hablar lo que oigamos. Todos pueden profetizar, pero no todos los que profetizan son profetas.
Por ejemplo, Caifás profetizó como sumo sacerdote, aunque ni siquiera era creyente (Juan 11: 51). Otro ejemplo interesante es Balaam, el clásico falso profeta, cuyas profecías sobre Israel están registradas como parte de las Escrituras (Números 23, 24). Estos son ejemplos de la soberanía de Dios y cómo Él puede usar incluso a sus enemigos y falsos profetas para profetizar su Palabra. Dios no estaba limitado por la incredulidad de Caifás ni por la codicia de Balaam.
Profecía cumplida
El domingo 29 de diciembre por la mañana, el pastor Thomas hizo algo muy extraño. No era su costumbre tomar la comunión cada vez que nos reuníamos, pero este día llamó a los dos ancianos al frente de la iglesia para repartir el pan y el mosto para la comunión. Luego me llamó al frente, luego a otros, y pronto más de la mitad de la iglesia estaba parada en el frente.
Me pregunté qué estaba pasando. Después de todo, solo se necesitaban dos para repartir el pan y el mosto. Fue un momento incómodo. Después del servicio, la gente me preguntó: “¿Qué fue eso? ¿Qué esta pasando?" No lo supe hasta la noche.
Un hombre llamado Bill Jarvis había venido a nuestras reuniones de compañerismo durante los últimos meses. Fue discípulo de Bill Britton y fue bien educado en el Tabernáculo de Moisés. Reconocí que tenía algunas enseñanzas valiosas que debemos aprender, así que le pedí que me enseñara el domingo 29 de diciembre por la noche. Su revelación para la noche fue "Cruzando el río", una referencia a Josué guiando a los israelitas a través del Río Jordán hacia la Tierra Prometida.
Hacia el final de su enseñanza, levantó las manos y comenzó a orar. Muchos en la audiencia hicieron lo mismo. De repente, el Espíritu Santo cayó sobre nosotros de manera poderosa durante unos quince minutos. Pero luego noté frialdad en mi espalda y me di cuenta de que el pastor Thomas y su esposa estaban sentados detrás de mí. Cuando el fuego de Dios se apaciguó, la reunión terminó, y me di la vuelta para encontrar que el pastor y su esposa se habían ido.
Al hablar con las otras personas después, descubrí que el fuego de Dios había alcanzado solo las dos primeras filas de la iglesia. Mi esposa y yo estábamos en la segunda fila. El pastor y su esposa estaban en la tercera fila. Nosotros lo sentimos; ellos no, ni tampoco nadie sentado en la tercera fila o más atrás. De hecho, los que estaban detrás de nosotros se nos acercaron y nos preguntaron qué estaba pasando.
Así que se cumplió la palabra de cuatro semanas antes de que el fuego iba a afectar solo a las dos primeras filas de la iglesia.
Pero mientras tanto, aquellos que acababan de experimentar este pequeño movimiento del Espíritu estaban emocionados. Entonces se dieron cuenta de que yo estaba más sobrio. "¿Qué ocurre?" preguntaron. “El pastor se fue temprano”, dije. Les recordé la palabra que habíamos recibido cuatro semanas antes. “Este es el cumplimiento de lo que discernimos hace unas semanas”.
De repente, todos se dieron cuenta de lo grave que era esto. Recordamos nuestro discernimiento de que el pastor iba a dejar la iglesia el 30 de diciembre, que era el día siguiente. Así que tres de nosotros decidimos orar y ayunar por el pastor al día siguiente.
La noche siguiente, el grupo de hombres se reunió como de costumbre, donde continuamos discutiendo el gobierno de la iglesia. Pensé que la discusión iba bastante bien y no me di cuenta de lo agitado que se estaba poniendo el pastor. De repente, se puso de pie, se volvió hacia nuestro anfitrión y dijo: "¡Todo lo que quiero es la mesa de la comunión, porque era de mi madre!" Luego salió furioso de la habitación y la puerta se cerró de golpe.
Todos estábamos sorprendidos, atónitos y sin palabras. Bob Schuelke estaba sentado junto a la puerta frente a mí. Sus ojos se agrandaron y su mandíbula golpeó el suelo. Luego soltó: "¡Ahora SÉ que eres un profeta!" Más correctamente, debería haber dicho: "Ahora sé que estabas profetizando cuando me dijiste que se iría el 30 de diciembre". De hecho, fue una palabra profética, probada por hechos reales, pero no fui el único que contribuyó a esa palabra profética.
El problema de la comunión
Mientras meditaba sobre la situación, le pregunté al Señor: "¿Cuál es el problema aquí?" Entonces lo escuché responder: "1ª Corintios 11: 30". Lo busqué. Era parte de la enseñanza de Pablo sobre la comunión.
27 Por eso, muchos de vosotros estáis débiles y enfermos, y algunos duermen.
Mi corazón se hundió al recordar el extraño servicio de comunión y me di cuenta de que el pastor ya tenía la intención de dejar la iglesia. Quería participar de la comunión con la iglesia por última vez antes de irse. Fue un gesto sentimental, pero inapropiado. Comunión significa compañerismo. Es un pacto con Jesús y entre nosotros que indica unidad.
Entendí que la Palabra del Señor significaba que el pastor Thomas moriría por tomar la comunión indignamente. Y luego, de repente, recordé que él era el segundo pastor que había visto morir en la batalla el 9 de julio de 1984. Hasta ese momento, Dios me había hecho olvidar quién era. Pero de repente llegó el momento señalado para recordar la revelación.
Para los ciclos de tiempo que la Red de Oración (NOP) había estado viendo en ese momento, sabíamos que la muerte del pastor estaba programada para el 12 de abril de 1986. No entendía completamente los períodos de gracia en ese momento, pero ahora veo que Dios le había dado un período de gracia en el que arrepentirse. El arrepentimiento puede cancelar incluso una sentencia de muerte. Incluso, hasta un arrepentimiento parcial puede reducir la sentencia a una mera enfermedad, como sugirió Pablo en 1ª Corintios 11: 30.
Morir para vivir
Al día siguiente, 31 de diciembre, algunos de nosotros almorzamos con el pastor Thomas, y le devolvimos la iglesia. No queríamos llevarnos su iglesia. Si le hubiéramos permitido irse, se habría corrido la voz de que un grupo le había robado su iglesia. Le dijimos que era mejor si nos íbamos en lugar de él. Apreció esto.
Una semana antes, habíamos hecho arreglos para tener una reunión de oración y un tiempo de comunión en la víspera de Año Nuevo. Decidimos ir a la reunión, a pesar de que habíamos acordado dejar la iglesia más temprano ese día. Mientras esperaba a que mi esposa terminara de peinarse, todavía estaba de duelo por la situación. Ya había visto morir a un pastor y no había nada que pudiera hacer al respecto. ¿Tendría que esperar y ver morir al segundo pastor también?
Nuevamente oré y le pregunté al Señor: "¿No hay nada que podamos hacer?"
El Señor dijo: "Necesita a alguien con la unción para resucitar a los muertos".
¡¡SÍ!! ¡Esa era la respuesta que necesitaba escuchar! Sabía exactamente quién tenía esa unción. Era el pastor Joe Mac, a quien había ungido el 10 de noviembre. Dios ya había preparado la solución con anticipación.
Fui a la reunión de oración de Año Nuevo con un corazón alegre.
https://godskingdom.org/blog/2021/03/my-journey-into-the-prophetic-realm-part-12