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¿POR QUÉ UN DIOS DE TODA CONSOLACIÓN NOS AFLIGE? Jon Bloom

 




La declaración más conocida y querida de la Biblia sobre la fidelidad de Dios podría ser Lamentaciones 3: 22–23:

“El amor constante del Señor nunca cesa;

sus misericordias nunca se acaban;

Son nuevas cada mañana;

grande es tu fidelidad”.

Lo escuchamos resonar en muchos de nuestros himnos y canciones, como el estribillo del muy amado himno "Grande es tu fidelidad":

"¡Grande es tu fidelidad!" "¡Grande es tu fidelidad!"

Mañana tras mañana veo nuevas misericordias;

Todo lo que he necesitado, tu mano lo ha provisto:

“Grande es tu fidelidad”, Señor, para mí.

Amamos este texto y las canciones que inspira, porque encontramos que la fidelidad de Dios es uno de sus atributos más reconfortantes. Pero un hecho que podríamos pasar por alto cuando citamos o cantamos estos versículos es que esta gran declaración de la gran fidelidad de Dios se hizo en el contexto de una gran aflicción.

El libro de Lamentaciones es un largo y lloroso lamento por un profundo sufrimiento. En ese momento, el pueblo judío estaba sufriendo a manos del feroz ejército babilónico. El autor de Lamentaciones reconoció que esta aflicción venía directamente de la mano del Señor, quien al afligir a su pueblo estaba siendo fiel a su Palabra (Lamentaciones 2: 17).

Ahora, cuando soportamos el sufrimiento, nos consuela la fidelidad de Dios para cumplir su promesa de liberarnos finalmente de nuestro sufrimiento (2ª Corintios 1: 10). Y así es, deberíamos hacerlo. Lo mismo hizo el autor de Lamentaciones (Lamentaciones 3: 21). Pero, ¿podemos derivar esperanza, como lo hizo el autor de Lamentaciones, no meramente de la promesa de Dios de librarnos fielmente de nuestras aflicciones, sino de lo que Dios cumplirá fielmente por nosotros a través de nuestras aflicciones?

La respuesta bíblica a esa pregunta es un rotundo sí. Y para nuestro ánimo, examinemos algunos de los propósitos redentores de Dios cuando, en fidelidad, nos aflige.

El Salmo 119, ese largo, hermoso y antiguo poema acróstico, es precioso para muchos cristianos, y por una buena razón. Porque es, en parte, una celebración extendida y un llamamiento a la fidelidad de Dios para hacer exactamente lo que nos promete.

Al igual que el autor de Lamentaciones, lo que provoca que el salmista escriba es una “gran aflicción” (Salmo 119: 107), un aspecto significativo de la cual es la persecución injusta a manos de personas impías y poderosas (versículo 161). Sin embargo, como alguien que cree en la soberanía de Dios sobre todas las cosas (versículos 89–90) y en la bondad de Dios en todas las cosas (versículo 68), el salmista reconoce que su aflicción también viene de la mano de su buen Dios:

“Yo sé, oh Señor, que tus reglas son justas,

y que en tu fidelidad me has afligido.” (Salmo 119: 75)

El salmista no duda en expresarle a Dios su dolor por esta aflicción (versículo 28) y el costo que está cobrando en todo su ser (versículo 83). Pero también expresa a Dios el bien que ve que la aflicción obra en él:
“Antes de ser afligido anduve descarriado,

pero ahora cumplo tu palabra”. 
(Salmo 119: 67)

“Bueno me es estar afligido,

para que pueda aprender tus estatutos”. 
(Salmo 119: 71)

El salmista es alguien que tiene hambre y sed de justicia, el tipo de persona cuyos anhelos, Jesús dijo más tarde, serían satisfechos (Mateo 5: 6). Y aunque, al principio, puede que no haya esperado que uno de los medios escogidos por Dios para satisfacer sus anhelos sería la aflicción, es un descubrimiento que hace durante su temporada de lucha angustiosa.

Como resultado, llega a amar la Palabra de Dios “sobremanera” (Salmo 119: 167). Se convierte en “la suma de [toda] la verdad” para él, “una luz para [su] camino” (versículo 105) y su refugio cuando se siente amenazado (versículo 114). Entonces, medita en ella durante todo el día (versículo 97) y la encuentra “más dulce que la miel” (versículo 103) y más valiosa que el oro (versículo 72).

En su sufrimiento, el salmista discierne la corrección amorosa de Dios a su tendencia a descarriarse, y, por lo tanto, encuentra consuelo tanto en su aflicción como en la promesa de Dios de librarlo de ella, lo que le permite decir:

“Este es mi consuelo en mi aflicción,

que tu promesa me da vida”. 
(Salmo 119: 50)

Génesis 32 contiene la extraña historia de Jacob luchando literalmente toda la noche con Dios. Luchar físicamente con el Todopoderoso es bastante extraño. Pero aún más extraño es que cuando la enigmática figura “vio que no podía vencer a Jacob, tocó el encaje de su cadera, y la cadera de Jacob se dislocó” (Génesis 32: 25). ¿Por qué Dios aflige a Jacob con una cadera dislocada?

Podemos deducir una razón del contexto de la historia. Por mandato del Señor (Génesis 31: 3), Jacob regresa a Canaán después de veinte años de trabajar para su tío Labán. Originalmente, había huido de Canaán después de enterarse de que su hermano gemelo, Esaú, planeaba matarlo por robarle la legítima bendición paterna de Esaú. Con la esperanza de que el deseo de venganza de Esaú se haya enfriado con el tiempo, Jacob envía un mensajero para informarle a Esaú que regresará a casa. El mensajero regresa con la noticia de que Esaú viene a su encuentro con cuatrocientos hombres (Génesis 32: 6). Esto aterroriza a Jacob, por lo que suplica al Señor:

“Líbrame de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo, que venga y me ataque la madre con los niños. Pero tú dijiste: "Ciertamente te haré bien, y haré tu descendencia como la arena del mar, que no se puede contar por su multitud". 
(Génesis 32: 11–12)

En otras palabras, le ruega al Señor que sea fiel a su Palabra. El Señor responde apareciendo en forma corporal en la noche y luchando con Jacob. Durante la lucha, de alguna manera le revela a Jacob quién es, y al amanecer hiere la cadera de Jacob. Pero Jacob se niega a dejar ir a Dios sin una bendición, esta vez no una bendición robada, sino una otorgada porque está dispuesto a perseverar en la fe por ella.

Pero ¿por qué la cadera? En parte, porque Dios se propone ayudar a Jacob a temer su Palabra más que las amenazas (Administrador: de cualquier tipo, como familia, falta de dinero, enfermedad, ...) de un hermano enojado.

Y así, la noche antes del encuentro de Jacob con Esaú, Dios fielmente lo aflige para que no pueda huir nuevamente por temor al hombre, sino que se ve obligado a confiar en la fidelidad de Dios a su promesa.

En su segunda carta a los Corintios, Pablo describe cómo el Señor en su gracia le había concedido “visiones y revelaciones” extraordinariamente grandes que eran tan maravillosas y raras en la experiencia humana que él, a través de su pecado interno, debido a ellas fue tentado a la vanidad (2ª Corintios 12: 1–7). Y así, explica, el Señor en su gracia le había concedido “una espina... en la carne, un mensajero de Satanás para acosar[lo], para evitar que se envaneciera” (2ª Corintios 12: 7).

Al principio, le ruega a Dios que lo libere de esta aflicción demoníaca. Pero el Señor responde: “Te basta con mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2ª Corintios 12: 9). Esta es otra revelación maravillosa para Pablo, que lo mueve a decir con gratitud:

“Por tanto, de buena gana me gloriaré más en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por amor de Cristo, entonces, estoy contento con las debilidades, los insultos, las penalidades, las persecuciones y las calamidades. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. 
(2ª Corintios 12: 9–10)

A través de esta aflicción, Dios lo estaba liberando fielmente de un peligro mayor que un atormentador demoníaco: el propio orgullo pecaminoso de Pablo.

Estas historias ilustran tres formas en que Dios manifestó misericordiosamente su fidelidad a sus amados hijos al ordenar sus aflicciones, para librarlos: 
1- De la propensión a desviarse de Él
2- De un temor basado en la incredulidad.
3- Del peligro mortal del orgullo pecaminoso.
Y estos son solo tres de los propósitos redentores de Dios en nuestro sufrimiento. La Escritura revela más, si tenemos oídos para oír. Pero estos ejemplos demuestran las formas de Dios, contrarias a la intuición, de ser fiel al “carácter inmutable de su propósito [último] (Hebreos 6: 17).
“Haré con ellos un pacto perpetuo, de que no dejaré de hacerles bien. Y pondré mi temor en sus corazones, para que no se aparten de Mí. Me regocijaré en hacerles bien... con todo mi corazón y con toda mi alma”. 
(Jeremías 32: 40–41)
¿Podemos obtener esperanza, no únicamente de la promesa de Dios de librarnos fielmente de nuestras aflicciones, sino de lo que Dios cumplirá fielmente por nosotros a través de nuestras aflicciones? La respuesta bíblica es un rotundo sí. Porque cuando se trata de sus hijos, los propósitos de Dios en nuestras aflicciones son siempre redentores, ya que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8: 28).

Cuanto más veamos la fidelidad de Dios en nuestras aflicciones, más significativa encontraremos la exclamación de Pablo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones”. (2ª Corintios 1: 3–4). Y cuanto más significativo encontraremos el pasaje que inspiró el gran himno “Grande es tu fidelidad”, porque nos daremos cuenta de que incluida en el “toda consolación” del “Dios de toda consolación” está la aflicción que Dios, en su amor inquebrantable, con fidelidad nos ha afligido.


Jon Bloom

(Gentileza de Esdras Josué ZAMBRANO TAPIAS)

CUANDO LLEGAMOS A LA PERFECTA UNIDAD CON ÉL LA LUCHA CESA, Joni Eareckson Tada

 



Cuando el dolor me despierta por la noche, primero miro hacia arriba. Si la pantalla digital en el techo dice solo la segunda vigilia de la noche, supero el dolor y trato de respirar para volver a dormir. Pero si el reloj marca las 4:00 am, sonrío. Jesús me ha despertado para disfrutar de la comunión con Él, aunque pasarán horas antes de que me siente en mi silla de ruedas.

¿Necesito dormir más? Por supuesto. ¿Mi dolor disminuirá? Improbable. Pero a las cuatro de la mañana, hay algo más necesario, y me alegra pensar que mucho antes del amanecer, estoy entre los madrugadores que están bendiciendo a Jesús. Llenando mi pecho de Jesús, meditando su Escritura, murmurando su Nombre y susurrando Himnos que caen en cascada, todo lleno de adoración.

Es difícil hacer eso cuando estás usando un ventilador externo. Y así, sin palabras, le suplico que desentierre mi pecado, llene todos mis lugares vacíos y cavernosos, y me muestre más de su esplendor. Siempre responde con ternura. Me ve acostada en la cama paralizada y apoyada en almohadas, estorbada por una manga linfática, tubos de aire sibilantes, una bolsa de orina y barandillas de hospital que "mantienen todo unido".

Una de mis ayudantes sabe todo acerca de estas citas nocturnas con Jesús, así que una noche, después de arroparme, se paró frente a mi cuerpo paralizado con una Biblia abierta. “Esta eres tú”, dijo, y luego leyó el Salmo 119: 147–148: “Me levanto antes del amanecer y clamo por ayuda; Espero en tus palabras. Mis ojos están despiertos antes de las vigilias de la noche, para que pueda meditar en tu promesa”. Eso lo describe bastante. Por la mañana, cuando otra ayudante corre las cortinas, desengancha mi ventilador, baja las barandillas, quita la manga linfática y saca mis muchas almohadas, por lo general pregunta: "¿Durmió bien?" Respondo: “No fue lo mejor, pero estoy muy feliz”.

La verdadera felicidad es difícil de conseguir. Muchos cristianos se decantan por los goces menores y más accesibles de nuestra cultura. Pero cuanto más nos saturamos con placeres terrenales, más encurtidas se vuelven nuestras mentes, sentadas y empapadas en deseos mundanos hasta el punto de que apenas sabemos lo que nuestras almas necesitan. Luego aprovechamos la aprobación del préstamo, la promoción laboral, la victoria del equipo local o las nubes de lluvia que se abren sobre nuestro picnic como gloriosas bendiciones enviadas desde lo alto. Sin embargo, si Jesús estuviera contando nuestras bendiciones, ¿estarían entre las diez primeras?

Soy la tetrapléjica más bendecida del mundo. No tiene nada que ver con mi trabajo, una casa bonita, mi salud relativamente buena o un auto saliendo de un espacio para discapacitados justo cuando llego al restaurante. No depende de los libros que he escrito, de lo lejos que he viajado o de haber conocido a Billy Graham por su nombre de pila.

Jesús va mucho más allá de las bendiciones de tipo físico que recuerdan tanto al Antiguo Testamento. En aquel entonces, Dios bendijo a su pueblo con abundantes cosechas, enemigos aniquilados, vientres abiertos, lluvias abundantes y aljabas llenas de hijos. Jesús adopta un enfoque diferente. Él ubica las bendiciones más cerca del dolor y la incomodidad.

En su sermón más famoso, Jesús enumera la pobreza espiritual con las manos vacías, los corazones cargados de tristeza, un espíritu humilde de perdón, el rechazo del pecado y la lucha por la unidad de su pueblo. Jesús remata su lista con: “¡Y qué dicha será la tuya, cuando la gente te culpe y te maltrate y diga toda clase de calumnias contra ti por mi causa! Alegraos, pues, sí, alegraos sobremanera, porque vuestra recompensa en los cielos es magnífica” (Mateo 5: 11–12, JB Phillips).

¿Cómo acepta uno estas cosas de bordes duros como bendiciones? 1ª Pedro 3: 14 sugiere que “aun si padecéis por causa de la justicia, seréis benditos”. Es la aflicción la que nos envía a lo más recóndito del corazón de Cristo y cierra la puerta. Allí, una nueva cercanía a Dios y la comunión con Él es una realidad mucho más consciente. . . Se sugieren nuevos argumentos; brotan nuevos deseos; nuevos deseos se revelan. Nuestro propio vacío y la multiforme plenitud de Dios se nos presentan tan vívidamente que los anhelos de nuestras almas más íntimas se encienden y nuestro corazón clama a Dios”.

Estos nuevos deseos y anhelos dan nacimiento a un fuerte deseo de obedecerle (Santiago 1: 2 ; 2ª Corintios 5: 9). David, el salmista, sabía esto. Él dijo: “Antes de que me hicieras sufrir, solía deambular. Pero ahora me aferro a tu palabra” (Salmo 119: 67). Una respuesta piadosa al sufrimiento te coloca bajo un diluvio de bendiciones divinas.

Jesús lo resumió diciendo: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Juan 14: 15). Aquí, Jesús no se está comparando con un esposo severo que entra por la puerta principal, se da cuenta de que la cena no está en la mesa y le murmura a su esposa: “¡Si me amas, tendrás mi comida lista cuando llegue a casa!” La obediencia bíblica no es un deber de hacer lo correcto porque eso es lo que deben hacer los buenos cristianos.

Juan 14: 15 es como una promesa. Como Jesús dijo: “Si me amas, si me haces el centro de tus pensamientos, deleitándote en Mí y haciendo tus tareas más comunes con miras a mi gloria, entonces los caballos salvajes no podrán impedir que me obedezcas”. La obediencia que está motivada por el amor entregado a tu Señor tiene un poderoso efecto santificador. ¡Qué euforia cuando tu deleite en Cristo encaja perfectamente con tu deleite en su Ley! ( Salmo 1: 1-3 ) Entonces puedes clamar: "Mi alma se consume con el anhelo de tus preceptos en todo tiempo" (Salmo 119: 20).

Entonces David pudo decir: “Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos” (Salmo 119: 71). Piensa en la aflicción como un perro pastor que te muerde los talones, siempre llevándote a través de la puerta de la obediencia hacia la seguridad de los brazos del Pastor. La aflicción y la santificación entonces van de la mano a medida que eres constreñido por todos lados y empujado con fuerza “hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3: 14).

Todas las bendiciones del tipo del Nuevo Testamento sobre las que Jesús predicó ahora pierden su borde duro. Ya no es desagradable, Mateo 5:11–12 se siente suave para tu alma. Puedes regocijarte con el salmista que dijo: “Esta bendición ha caído sobre mí, porque he guardado tus preceptos” (Salmo 119: 56). Somos bendecidos, supremamente felices, no cuando tenemos todo a nuestro favor, sino cuando todos nosotros vamos por Dios.

¿Se pone mejor? Sí. Jesús describe una bendición extraordinaria entre la obediencia y el premio de Sí mismo en Juan 14: 21: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. . . y Yo le amaré y me manifestaré a él”. Esta es la dulzura de la obediencia. Cuando te santificas, Él abre capa tras capa de su corazón, cortejándote inexorablemente con su hermosura y su santidad (Hebreos 12: 10):

Esta es la bendición que sobre todas las demás [Dios] desea para nosotros. . . cuando llegamos a ser perfectamente uno con Él, entonces la lucha cesa. Qué bienaventurado cuando su deseo de librarnos del pecado, y el nuestro de ser librados de él, se encuentran. . . entonces la plenitud divina fluye en el alma sin freno, y, a pesar de la amargura del proceso exterior, [se asegura] que el gozo inefable y lleno de gloria posea el alma consagrada.

En las horas previas al amanecer, cuando estoy despierta, lleno mi pecho con tales pensamientos. Me maravillo de la hermosura de Jesús, imaginándolo tallando cañones, levantando montañas, derramando arroyos, ríos y mares. Él sopla soles y estrellas en órbita; nebulosas y galaxias, todas girando en movimiento, todo para que podamos contemplar su gloria. Aún más glorioso, “Él sustenta el universo con la palabra de su poder” (Hebreos 1: 3). Las montañas, los mares y las estrellas desaparecerían, cada molécula se desvanecería, si dejara de desear que el universo fuera.

Esto apenas araña la superficie. Nuestro Dios Creador entonces quiere ser clavado en una cruz. Él mira a los ojos de un soldado a punto de clavarle clavos de hierro. Pero cuando el soldado alcanza el mazo, sus dedos deben poder agarrarlo. su corazón debe seguir latiendo. Su vida debe mantenerse nanosegundo a nanosegundo, porque ningún hombre tiene tal poder por sí mismo. ¿Quién da aliento a los pulmones de este romano? ¿Quién mantiene unidas sus moléculas? Solo el Hijo puede, por quien “todas las cosas subsisten” (Colosenses 1: 17).

Jesús quiere que los clavos le atraviesen la carne. Da a los verdugos la fuerza suficiente para levantar la cruz, pesada con su cuerpo empalado. Luego, Dios se muestra humillante, en ropa interior. Apenas puede respirar. Sin embargo, desprecia a estos legionarios mal pagados que se burlan de Él y dice: “Padre, perdónalos”. Jesús, con gracia y sin reticencias, les concede a todos, a todos los desdichados, la existencia continua.

Sin embargo, su crucifixión fue un mero calentamiento para el mayor horror. En algún momento durante ese terrible día, Jesús comenzó a sentir una sensación extraña. Un mal olor sin igual comenzó a flotar en su corazón. Se sentía sucio. La maldad humana se arrastró sobre su ser inmaculado: el excremento vivo de nuestras almas. La niña de los ojos de su Padre se estaba poniendo marrón con la podredumbre de nuestro pecado.

Esto es de lo que Jesús estaba hablando en Juan 14: 21. Este es el Anciano de Días manifestándose a nosotros. Y maravilla de maravillas, el Padre ahora nos llama “niñas de sus ojos” (Salmo 17: 8).

Si anhelas que la plenitud divina fluya en tu alma sin freno, abraza tus aflicciones, participa activamente en tu propia santificación y deja que tu deleite en Cristo se una con tu deleite en su Ley. Porque Dios os ha dado el sol, las estrellas y el universo; te ha dado flores, amistad, bondad y salvación. Él te ha dado todo, ¿no puedes darle tu corazón? Si Dios no tiene nuestro corazón, ¿quién o qué lo tendrá?

Confío que a las cuatro de la mañana, Cristo tenga el tuyo.

- Joni Eareckson T.

(Gentileza de E. Josué ZAMBRANO TAPIAS)


VÍDEO RELACIONADO:

UNA SANIDAD MÁS PROFUNDA - Joni Eareckson Tada - Conferencia Fuego Extraño - YouTube

NO DESPERDICIES TU CÁNCER, John Piper





Por: John Piper


Estoy escribiendo esto en vísperas de una cirugía de próstata. Creo en el poder de Dios para sanar a través de un milagro y de la medicina. Creo que está bien y es bueno orar por ambos tipos de sanidad. El cáncer no es un desperdicio cuando es sanado por Dios. Él se lleva la gloria y es por eso que el cáncer existe. Entonces, no orar por sanidad puede desperdiciar tu cáncer. Pero la sanidad no es el plan de Dios para todos. Y hay muchas otras formas de desperdiciar tu cáncer. Estoy orando por mí mismo y por ti para que no desperdiciemos este dolor.


1. Desperdiciarás tu cáncer si no piensas que Dios lo diseñó para ti

No sirve decir que Dios simplemente usa nuestro cáncer, pero no lo diseña. Lo que Dios permite, lo permite por una razón. Y esa razón es su designio. Si Dios prevé que los desarrollos moleculares se están convirtiendo en cáncer, Él puede detenerlo o no. Si no lo hace, Él tiene un propósito. Ya que Él es infinitamente sabio, es correcto llamar a este propósito un designio. Satanás es real y causa muchos placeres y dolores. Pero él no es supremo. Por lo tanto, cuando ataca a Job con llagas de lepra (Job 2: 7), Job lo atribuye en definitiva a Dios (Job 2: 10); y el escritor inspirado concuerda: “Ellos… se condolieron de él y lo consolaron por todo el mal que el Señor había traído sobre él” (Job 42: 11). Si no crees que Dios diseñó tu cáncer para ti, lo desperdiciarás.


2. Desperdiciarás tu cáncer si piensas que es una maldición y no un regalo

“No hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús” (Rom. 8: 1). “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros” (Gál. 3: 13). “Porque no hay agüero contra Jacob, ni hay adivinación contra Israel” (Núm. 23: 23). “Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria da el Señor; nada bueno niega a los que andan en integridad” (Sal. 84: 11).


3. Desperdiciarás tu cáncer si buscas el consuelo en tus posibilidades en lugar de en Dios

El designio de Dios en tu cáncer no es entrenarte en el cálculo racional y humano de tus probabilidades. El mundo se consuela en sus probabilidades. Pero no los cristianos. “Algunos confían en sus carros (porcentajes de sobrevivencia) y otros confían en sus caballos (efectos secundarios del tratamiento), mas nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos” (Sal. 20: 7).

El designio de Dios está claro en 2ª Corintios 1: 9: “dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. El objetivo de Dios en nuestro cáncer (entre otras miles de cosas buenas) es derribar los objetos en que se apoyan nuestros corazones para que podamos depender completamente de Él.


4. Desperdiciarás tu cáncer si te niegas a pensar acerca de la muerte

Todos moriremos... No pensar acerca de cómo será dejar esta vida y encontrarse con Dios es absurdo. Eclesiastés 7: 2 dice, “mejor es ir a una casa del luto [un funeral] que ir a una casa de banquete, porque aquello es el fin de todo hombre, y al que vive le hará reflexionar en su corazón”. ¿Cómo puedes reflexionar en tu corazón si no piensas acerca de ello? El Salmo 90: 12 dice, “enséñanos a contar nuestros días de tal modo, que traigamos al corazón sabiduría”. Contar nuestros días significa pensar en cuán pocos son y en qué terminarán. ¿Cómo traerás sabiduría al corazón si te niegas a pensar acerca de ello? Qué desperdicio, si no pensamos en la muerte.


5. Desperdiciarás tu cáncer si piensas que “vencer” el cáncer significa vivir en lugar de atesorar a Cristo

Los diseños de Dios y de Satanás en tu cáncer no son los mismos. Satanás intenta destruir tu amor por Cristo. Dios intenta profundizar tu amor por Cristo. El cáncer no gana si tú mueres. Gana si fallas en atesorar a Cristo. El diseño de Dios es que dejes de alimentarte del mundo y que te deleites en la suficiencia de Cristo. Está diseñado para ayudarte a decir y sentir, “estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor”Y, por lo tanto, saber que “vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil. 3: 8; 1: 21).


6. Desperdiciarás tu cáncer si pasas demasiado tiempo leyendo sobre el cáncer y no suficiente tiempo leyendo sobre Dios

No está mal conocer acerca del cáncer. La ignorancia no es una virtud. Pero la tentación de saber más y más y la falta de entusiasmo para conocer a Dios más y más es un síntoma de incredulidad. El cáncer fue hecho para despertarnos a la realidad de Dios. Fue hecho para poner los sentimientos y la fuerza tras el mandato “Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al Señor” (Os. 6: 3).

Fue hecho para despertarnos a la verdad de Daniel 11: 32: “el pueblo que conoce a su Dios se mostrará fuerte y actuará”. Fue pensado para hacer de nosotros robles inamovibles e indestructibles: “en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera” (Sal. 1: 2-3). Qué desperdicio del cáncer si leemos día y noche sobre el cáncer y no sobre Dios.


7. Desperdiciarás tu cáncer si permites que te lleve a la soledad en vez de profundizar tus relaciones con afectos manifiestos

Cuando Epafrodito trajo a Pablo los regalos enviados por la iglesia de Filipos, se enfermó y casi murió. Pablo le dice a los Filipenses: “él os añoraba a todos vosotros, y estaba angustiado porque habíais oído que se había enfermado” (Fil. 2:26). ¡Qué respuesta increíble! No dice que ellos estaban angustiados porque él estaba enfermo, sino que él estaba angustiado porque ellos escucharon que él estaba enfermo. Ese es el tipo de corazón que Dios pretende crear con el cáncer: un corazón profundamente afectuoso y cuidadoso con las personas. No desperdicies tu cáncer refugiándote en ti mismo.


8. Desperdiciarás tu cáncer si te afliges como aquellos que no tienen esperanza

Pablo usó esta frase en relación a aquellos cuyos seres queridos habían muerto: “Pero no queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como lo hacen los demás que no tienen esperanza” (1º Tes. 4: 13). Hay aflicción en la muerte. Incluso para el creyente que muere, hay una pérdida temporal: pérdida del cuerpo, pérdida de los seres queridos aquí, pérdida del ministerio terrenal. Pero esta la aflicción es distinta; está permeada de esperanza. “Preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor” (2ª Cor. 5: 8). No desperdicies tu cáncer afligiéndote como aquellos que no tienen esta esperanza.


9. Desperdiciarás tu cáncer si tratas al pecado con indiferencia como antes

¿Son tus pecados tan atractivos como lo eran antes de que tuvieras cáncer? Si es así, estás desperdiciando tu cáncer. El cáncer está diseñado para destruir el apetito por el pecado. El orgullo, la codicia, la lujuria, el odio, la falta de perdón, la impaciencia, el egoísmo, la procrastinación (postergación)… todos estos son los adversarios que el cáncer debe atacar. No pienses simplemente en batallar contra el cáncer. Piensa también en batallar con el cáncer. Todas estas cosas son peores enemigos que el cáncer. No desperdicies el poder del cáncer de aplastar a estos enemigos. Deja que la presencia de la eternidad haga que los pecados del tiempo parezcan tan inútiles como verdaderamente lo son. “Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde?” (Luc. 9: 25).


10. Desperdiciarás tu cáncer si fallas en usarlo como un medio de testimonio de la verdad y la gloria de Cristo

Los cristianos nunca están en algún lado por accidente divino. Hay razones por las cuales acabamos donde lo hacemos. Considera lo que Jesús dijo acerca de las circunstancias dolorosas e inesperadas: “os echarán mano, y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles, llevándoos ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre. Esto os dará oportunidad de testificar” (Luc. 21: 12-13). Así lo es con el cáncer. Esta será una oportunidad de testificar. Cristo es infinitamente digno. Aquí hay una oportunidad de oro para mostrar que Él es más digno que la vida. No la desperdicies.


Recuerda, no estás solo. Tendrás la ayuda que necesites. “Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4: 19).

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

HECHOS PARA EL VALLE Y LAS CIRCUNSTANCIAS COMUNES DE LA VIDA, Oswald Chambers

 

 


"Y los llevó aparte solos a un monte alto", Marcos 9:2


Todos hemos tenido un tiempo de exaltación en el monte, cuando vimos las circunstancias desde el punto de vista divino y quisimos quedarnos allí. Pero Dios nunca lo permitirá.

 La verdadera prueba de nuestra vida espiritual es tener la capacidad de descender. Si sólo tenemos poder para el ascenso, algo anda mal. Es maravilloso estar en el monte con Dios, pero una persona solo llega allí para luego bajar hasta el valle de los poseídos por el diablo y levantarlos. 

No fuimos hechos para los montes, los amaneceres o para otras atracciones hermosas de la vida, las cuales sólo sirven para los momentos de inspiración. Fuimos hechos para el valle y las circunstancias comunes de la vida. Es ahí donde debemos demostrar nuestro grado de resistencia y fortaleza. 

Sin embargo, por nuestro egoísmo espiritual siempre queremos momentos repetitivos en el monte. Nos parece que podríamos hablar y vivir como ángeles perfectos, si tan sólo pudiéramos permanecer en la cima. Esos momentos de exaltación son excepcionales y tienen un significado en nuestra comunión con Dios, pero debemos cuidarnos de que nuestro egoísmo espiritual quiera hacer de ellos el único momento.

Tenemos la tendencia a pensar que todo lo que sucede debe convertirse en una enseñanza útil, pero, en realidad, debe convertirse en carácter, lo cual es mejor que una enseñanza. La cima del monte no es para enseñarnos algo, sino para que seamos algo. 

Hay una trampa terrible detrás de la pregunta: "¿Para qué sirve esta experiencia?" Nunca podremos medir los asuntos espirituales de esta manera. Los momentos en la cima del monte son raros y tienen un propósito específico dentro de los planes de Dios.


"Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos", Marcos 9: 22

Después de todo tiempo de exaltación Dios nos lleva, en un repentino y precipitado descenso, hacia las circunstancias tal como son, donde no hay nada hermoso, poético ni emocionante. La altura de la cumbre se mide por la monotonía gris del valle, pero en él es donde debemos vivir para la gloria de Dios. En el monte vemos su gloria, pero allí nunca vivimos para su gloria. Es en el valle de la humillación donde comprendemos lo que verdaderamente valemos para Dios y donde se revela nuestra fidelidad

Debido al egoísmo natural de nuestros corazones, la mayoría de nosotros podemos hacer cosas si nos encontramos siempre en un nivel heroico. Pero Dios nos quiere en el nivel común y rutinario de todos los días, es decir, en el valle donde vivimos teniendo en cuenta nuestra relación personal con Él. Pedro pensó que sería magnífico permanecer en la cima; pero Jesucristo bajó a sus discípulos del monte al valle, donde les fue explicado el verdadero significado de la visión (Marcos 9:2-9,14-23).

"Si puedes hacer algo..." Se necesita el valle de la humillación para desarraigar de nosotros el escepticismo. Examina tus experiencias del pasado y descubrirás que sólo cuando aprendiste quién era Jesús dejaste de ser un astuto escéptico de su poder. En la cima podías creer cualquier cosa, pero ¿qué de las veces cuando tenías que enfrentar las realidades del valle? 

Quizá puedas dar testimonio de tu santificación, ¿pero qué dices de la situación que te humilla en este momento? La última vez que estuviste en el monte con Dios, comprendiste que todo poder en el Cielo y en la Tierra le pertenece a Jesús. ¿Serás escéptico ahora, simplemente porque estás en el valle de la humillación?


Oswald Chambers

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

DIOS SE GLORIFICA EN NUESTRAS AFLICCIONES, Octavius Winslow

 



Por: 

Octavius Winslow (1 de agosto de 1808 – 5 de marzo de 1878)

"Glorificad por esto al Señor en los valles; en las orillas del mar sea nombrado el Señor Dios de Israel". Isaías 24:15

Grande es la gloria traída a nuestro Dios encarnado mediante las aflicciones santificadas de sus santos. Cuán profundas son estas a menudo, y muchos las atestiguan. Y, sin embargo, cuanto más profunda es la aflicción, más profunda es la gloria.


He aquí la gloria traída a Dios por Daniel en el foso de los leones, por Sadrac, Mesac y Abed-Nego en el horno de fuego, y por Pablo y Silas en la prisión. ¿Y cuál es su historia, sino un ejemplo de todos los miembros afligidos de la familia de Dios?


El Señor será glorificado en Su pueblo. Por lo tanto, Él los aflige, los prueba y los disciplina. «El Señor prueba al justo» (Sal. 11: 5). Él tiene su foso, su prisión y su horno. Él tiene su propio modo y su manera designada de demostrar su obra en sus corazones; y, ya sea en el foso de los leones, la prisión, o el horno, Él es glorificado en ellos.


Cristo puede cerrar la boca del león, puede atemperar la llama devoradora y puede destrabar las puertas de la prisión, ¡cuán glorioso se muestra de esta manera su poder! Señalar la voluntad resignada, el espíritu sometido, la sumisión quieta, la conformidad alegre en la aflicción más profunda, ¡cuán gloriosa se muestra de esta manera su gracia! Contemplar la fuerza diaria impartida, las preciosas promesas aplicadas, las reconfortantes consolaciones experimentadas, ¡cuán glorioso se muestra de esta manera su amor! Ver la paja esparcida, la escoria consumida y el espíritu en perfecta armonía con la voluntad de Dios, para decir con David: «Como un niño destetado está mi alma» (Sal. 131: 2), ¡cuán gloriosa se muestra de esta manera su sabiduría! ¡Oh, si estas son las bendiciones que florecen mediante la vara, entonces bienvenida sea la vara!


¡Si esta es la gloria traída al nombre de Jesús por un proceso de aflicción santificada, entonces bienvenida sea la aflicción! Solo procuren que Él sea verdaderamente glorificado en ustedes por la aflicción. Procuren que Él sea glorificado mientras se encuentran en el horno, mediante sus gracias pasivas; procuren que Él sea glorificado cuando hayan salido del horno, mediante sus gracias activas.

 «Cuando me haya probado, saldré como el oro» (Job 23: 10).


(Gentiliza de E. Josué Zambrano Tapias)

ISAÍAS, Profeta de la Salvación -LIBRO IX (Is. 59-66)- Parte 28: Acor, puerta de esperanza que conduce al reposo del vencedor





08-02-2021



En vista del desastre inevitable que se avecinaba, Isaías 65: 8 dice:


8 Así dice Yahweh: “Como cuando se encuentra el vino nuevo en el racimo, y se dice: 'No lo destruyas, porque hay beneficio en él', así actuaré en nombre de mis siervos para no destruir a todos".


Dado que Israel ya había sido exiliada a Asiria, el profeta, sin duda, se estaba refiriendo directamente a la nación de Judá, que sabía que estaba destinada a ser deportada a Babilonia (Isaías 39: 6). La Palabra de Dios comparó a los judíos justos con un "racimo" de uvas en un campo que estaba siendo destruido. Esto representaba la salvación de un "remanente", del cual el profeta había recibido revelación muchos años antes.


Recuerde que uno de los hijos de Isaías se llamaba Shear-jashub, “el remanente volverá” (Isaías 7: 3). Su otro hijo se llamaba Maher-shalal-hash-baz, "Rápido es el botín, veloz es la presa" (Isaías 8: 3), lo que significaba la destrucción de Judá. Los dos fueron así llamados como señales proféticas de la destrucción de la nación y la salvación del remanente (Isaías 8: 18).


Por lo tanto, la profecía de Isaías 65: 8-9 complementó la profecía en los nombres de sus hijos. Muestra que la promesa de Dios a Judá se cumpliría en un mero remanente, un "racimo" que sería rescatado de la destrucción del campo. El apóstol Pablo entendió esto cuando escribió en Romanos 11: 1-2,


1 Entonces digo que Dios no ha rechazado a su pueblo, ¿verdad? ¡De ninguna manera! … 2 Dios no ha rechazado a su pueblo, a quien de antemano conoció …


Pablo luego habló del remanente en los días de Elías, los 7,000 hombres que no habían doblado la rodilla ante Baal, diciéndonos en Romanos 11: 5,


5 De la misma manera, entonces, también ha llegado a haber en la actualidad un remanente de acuerdo con la elección de la gracia de Dios.


El remanente, dice, son los elegidos. El hecho de que el resto de la nación descendiera de Abraham, Isaac, Jacob y Judá (o Benjamín) no significaba que fueran el pueblo elegido por Dios. El mismo Pablo no fue elegido por su descendencia de Benjamín, sino porque Dios había decidido revelarse a él en el camino a Damasco. Esa revelación produjo fe.


Los que rechazaron a Jesús como el Mesías no obtuvieron lo que buscaban, por lo que “los demás se endurecieron” (Romanos 11: 7). Pablo distingue entre los "escogidos" y los "endurecidos". Sin duda, el apóstol recibió esta enseñanza de Isaías. Aquellos que hacen una declaración general afirmando que el pueblo escogido de Dios son los judíos (de Judá) o los israelitas del cautiverio asirio están contradiciendo tanto a Isaías como a Pablo. Nadie es elegido por raza o genealogía, porque entonces no habría remanente para que Dios eligiera por su gracia. Sin embargo, muchos pervertirían Efesios 2: 8 para que dijera: "Por raza sois salvos".


La destrucción de la nación, entonces, no iba a ser total, porque Dios había de perdonar y proteger a este remanente, a través del cual se cumplirían las promesas de Dios. Esto no significa que el resto se perdería para siempre, como muchos piensan. Simplemente significa que aquellos que están perdidos serán encontrados en un momento posterior, principalmente en el gran juicio del Trono Blanco, cuando toda rodilla se incline ante Cristo y cada lengua le jure lealtad.


El plan de Dios era usar a unos pocos para bendecir a los muchos (Génesis 12: 3). En el caso de Isaías, el remanente debía llevar la promesa de Dios al resto del mundo, tanto durante su vida como en la Era venidera.



Hijos y herederos


Isaías 65: 9 dice:


9 Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá heredero de mis montes; mis escogidos la heredarán, y mis siervos habitarán allí”.


La "descendencia de Jacob" es distinta del "heredero de mis montes". La redacción muestra que la descendencia en su conjunto no es de Israel sino "de Jacob". Jacob fue un creyente toda su vida, pero no fue un vencedor hasta su encuentro con Peniel, cuando su nombre fue cambiado a Israel. Jacob era carnal y representaba alegóricamente al viejo hombre carnal, el hombre religioso cuya fe era imperfecta.


Jacob pensaba que Dios necesitaba su ayuda para cumplir la promesa que le había hecho. Por eso le mintió a su padre para obtener la bendición (Génesis 27: 19). Él conocía la profecía que Dios había dicho antes de que él y su hermano nacieran, diciendo: “el mayor servirá al menor” (Génesis 25: 23). Pero cuando Isaac tenía la intención de bendecir a su hijo mayor, Esaú, Jacob (instigado por su madre) no creyó que Dios pudiera cumplir su promesa sin la ayuda de la carne. Por lo tanto, engañó a su padre para que se cumpliera la promesa de Dios. Uno no debe convertirse en heredero por medios ilegales. Pablo dice en 2ª Timoteo 2: 5,


5 Además, si alguien compite como atleta, no gana el premio a menos que compita de acuerdo con las reglas [nomimos, “legalmente”].


A nivel carnal, Jacob sí obtuvo la primogenitura por medio del engaño, pero fue solo cuando luchó con el ángel que realmente obtuvo la bendición de Dios. Mientras tanto, tuvo que ir al cautiverio a Siria (donde vivía Labán). El cautiverio no es característico de los herederos, excepto durante su tiempo de disciplina cuando Dios los prepara para recibir la herencia. Pablo dice que los herederos que aún son inmaduros en la fe no son diferentes de los esclavos (Gálatas 4: 1). Aunque Jacob era un hombre adulto que trabajaba para Labán, su fe era inmadura durante todo el tiempo de su trabajo como esclavo. Esto se ve en la manera en que burló a Labán para enriquecerse. Había vencido a Esaú, luego a Labán, pero finalmente se encontró derrotado por el ángel Peniel.


El ángel "tocó el encaje de su muslo, y el encaje del muslo de Jacob se dislocó mientras luchaba con él" (Génesis 32: 25). Jacob quedó incapacitado y ya no podía luchar. Solo podía agarrarse a la pierna del ángel. Jacob había llegado al final de sus fuerzas y, por lo tanto, ganó al perder toda confianza en la carne. Así fue como “prevaleció” (Génesis 32: 28). No derrotó al ángel; su fe carnal fue derrocada. Dejó de tener confianza en la carne y, en cambio, se volvió para tener fe en Dios. Por lo tanto, pasó de la fe del Antiguo Pacto en sí mismo a la fe del Nuevo Pacto en las promesas de Dios.


El "heredero de mis montes" en Isaías 65: 9 es el Cuerpo colectivo del Remanente, cuya Cabeza es Cristo. El trono de David se instaló en el monte Sion, y esta montaña llegó a representar el gobierno del Reino. Este es el Remanente de Gracia, los vencedores que son los herederos elegidos, mientras que el resto, es decir, los jacobitas, los creyentes inmaduros, son los ciudadanos del Reino.


Sin embargo, en un sentido más amplio, debemos tener en cuenta que Sion era la sede del gobierno de David, en relación con la Jerusalén terrenal, a la que Pablo llama "Agar" (Gálatas 4: 24). Sión (Hermón) es la sede del gobierno de Cristo, en relación con la Jerusalén celestial, que es "Sara". El monte Sión es el lugar donde Jesús se transfiguró en Mateo 17, y es el monte alrededor del cual nos reunimos en apoyo del Reino de Cristo (Hebreos 12: 22 KJV).



Sarón y Acor


Isaías 65: 10 dice:


10 Sarón será tierra de pasto para rebaños, y el valle de Acor lugar de reposo para vacas, para mi pueblo que me busca.


Los "rebaños" y "manadas" son metáforas de "mi pueblo que me busca". El profeta estaba comparando al pueblo con las ovejas, tal como escribió David en el Salmo 100: 3: "Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado". El Valle de Sarón era conocido por su fertilidad y belleza. La promesa dada al pueblo de Dios es que serán bien alimentados con la Palabra de Dios.


En cuanto al "Valle de Acor", la profecía convierte los problemas en "un lugar de descanso" [Traductor: Acor (= aflicción, amargura), que se convierte en puerta de esperanza, que conduce al reposo]. Acor fue el lugar donde Acán fue apedreado por su pecado que había causado que Israel perdiera la batalla contra Hai (Josué 7: 24-26). Los israelitas habían sufrido 46 bajas en esa primera batalla, y Acán fue considerado responsable de sus muertes, así como de robar el tesoro de Dios. No sabemos el nombre anterior del valle, pero Josué 7: 26 dice, "el nombre de ese lugar se ha llamado el valle de Acor hasta el día de hoy". Acor significa "problema, perturbación, causar dolor".


La profecía de Isaías dice que esto se invertirá. Otro profeta menciona esto también, porque leemos en Oseas 2: 14-15 habla de la restauración de Gomer (Israel), diciendo:


14 Por tanto, he aquí que la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré con bondad. 15 Entonces le daré viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza. Y allí cantará como en los días de su juventud, como en el día en que subió de la tierra de Egipto.


Oseas usa el valle de Acor para darle esperanza a Israel, mientras que Isaías usa el mismo ejemplo para darle descanso a Israel. Oseas deja en claro que esta esperanza se dará en “el desierto”, es decir, no en la Vieja Tierra de Israel. Isaías usa Acor como una metáfora del descanso, ya que el pecado de Acán se resuelve por completo.


El pecado de Acán al robar el oro y la plata del tesoro de Dios profetizó un problema más profundo en el futuro, que nos afecta hasta el día de hoy. En la batalla de Jericó, la ciudad fue "consagrada" a Dios. Josué 6: 19 dice:


19 Pero toda la plata, el oro, los artículos de bronce y hierro son santos para Yahweh; entrarán en el tesoro de Yahweh.


Acán no estuvo de acuerdo, actuando “infielmente” (Josué 7: 1) al tomar oro y plata y enterrarlos bajo su tienda (Josué 7: 21). El significado profético de esto no quedó claro hasta muchos años después, cuando Daniel interpretó el sueño de Nabucodonosor sobre la gran imagen hecha de oro, plata, bronce y hierro (Daniel 2: 32-33).


Vemos de esto que estos cuatro metales representan imperios gobernados por hombres. Esos imperios, como Jericó, debían ser destruidos, pero la gente misma debía ser salvada, es decir, depositada en el tesoro de Dios. Es una profecía de la Restauración de Todas las Cosas, cuando todas las naciones sirvan a Cristo. Así que el Salmo 67: 1-2 dice:


1 Dios tenga piedad de nosotros, nos bendiga y haga resplandecer su rostro sobre nosotros — Selah. 2 Para que sea conocido en la tierra tu camino, entre todas las naciones tu salvación.


El problema es que muchos cristianos hoy en día no están de acuerdo con el plan divino para salvar al mundo. Hablando espiritualmente, cometen el pecado de Acán al preferir enterrar la plata y el oro en la tierra, en lugar de ponerlos en el tesoro de Dios. Ese es el "problema" y la "perturbación" inherentes al nombre profético, Acor.


Pero los profetas nos aseguran que Dios finalmente convertirá a Acor en “una puerta de esperanza” y “un lugar de reposo” para aquellos que verdaderamente buscan a Dios. Habla del día en que los creyentes jacobitas descubrirán la soberanía de Dios y se convertirán en israelitas, teniendo la fe de Abraham para creer que Dios ciertamente cumplirá su voto del Nuevo Pacto.


https://godskingdom.org/blog/2021/02/isaiah-prophet-of-salvation-book-9-part-28

ISAÍAS, Profeta de la Salvación -LIBRO VIII-Parte 16 (Siervo Sufriente): El ayuno escogido por Dios, Dr. Stephen Jones




12-12-2020



Isaías 58 presenta un nuevo problema, donde los creyentes continúan pecando (violando la ley), a menudo sin darse cuenta. El profeta señala este problema específico en su propia época, que también es muy relevante para nosotros hoy.


Hay muchos que han desechado la Ley de Dios como si fuera injusta de alguna manera. Esto no solo es cierto en la Iglesia de hoy, sino que ha sido un problema desde los días de Moisés y continuó hasta el tiempo de Isaías. He oído decir que si uno intenta seguir la Ley, caerá en desgracia. Por supuesto, si les robaran, inmediatamente querrían restitución, aunque, si sus propias palabras fueran verdaderas, caerían en desgracia por apelar a la Ley en busca de justicia.


La justificación es solo por fe y se establece en el significado de la Pascua. La santificación llega a través de Pentecostés, que es una celebración de la entrega de la Ley en el monte Horeb. Pentecostés trae disciplina a los creyentes, y aquí la Ley se convierte en el estándar de comportamiento cristiano, mientras que el Espíritu Santo cambia nuestro pensamiento y nuestra forma de vida para conformarnos a la imagen de Cristo.


He descubierto que los que no están de acuerdo con la Ley son los que no la comprenden. Muchos ni siquiera la leen, a menos que sea con el entendimiento de que es el estándar de justicia para los judíos, pero para nadie más. Pero Dios no tiene dobles raseros, como afirma claramente Pablo (Romanos 3: 9).


Además, a menos que uno tenga una comprensión clara de la distinción entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, le resultará casi imposible entender los escritos de Pablo. No desechó la Ley, sino que la puso en su lugar apropiado (Romanos 3: 31). Escribió contra la anarquía (iniquidad) en Romanos 6: 19. La iniquidad es pecado (1ª Juan 3: 4).



La Nación Justa


En Isaías 58: 1-2 Dios le ordena al profeta:


1 “Clama fuerte, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y declara a mi pueblo su transgresión y a la casa de Jacob sus pecados. 2 Sin embargo, me buscan día tras día y se deleitan en conocer mis caminos, como nación que hubiera hecho justicia y no hubiera abandonado la ordenanza de su Dios. Me piden decisiones justas, se deleitan en la cercanía de Dios”.


Según todas las apariencias, la gente parecía amar a Dios, buscándolo “día tras día” e incluso deleitándose en conocer sus caminos. Tampoco habían "abandonado la ordenanza de su Dios". Querían conocer la voluntad de Dios y se deleitaban en acercarse a Él.


¿Ha existido alguna vez una nación así en la historia? Los profetas no dicen nada de tal nación, excepto, quizás, durante avivamientos de vez en cuando. La Palabra de Dios a Isaías aquí no debe tomarse al pie de la letra, como si Dios estuviera satisfecho con su fe y obediencia. ¿Como lo sabemos? Porque Dios le estaba diciendo al profeta: "declarara a mi pueblo su transgresión".


Entonces, al decirles lo justos que eran, Dios los enjabonó antes de afeitarlos. La nación tenía la apariencia de justicia, y la gente realmente creía que su práctica religiosa agradaba a Dios. Eran creyentes sinceros, pero carecían de una revelación más profunda de la Ley. Por tanto, no sabían cuánto desagradaban a Dios. Aunque seguían todos los rituales del templo, no comprendían realmente lo que Dios esperaba de su pueblo.


Así que Dios le dijo al profeta que se lo dijera. Que quede claro. Hazlo comprensible. Sin embargo, sabemos que a menos que Dios realmente abriera sus ojos y oídos para recibir tal revelación, la verdad seguramente pasaría por encima de sus cabezas. Es lo mismo incluso hoy, porque muchos han leído las palabras de los profetas pero no han captado verdaderamente la esencia de su revelación. Así que oremos para que nuestros propios ojos y oídos sean sanados mientras escudriñamos la mente de Dios.



La cuestión de la oración sin respuesta


En Isaías 58: 3, el pueblo que busca a Dios lo interroga, diciendo:


3 “¿Por qué ayunamos y no lo ves? ¿Por qué nos hemos humillado y no Tú no haces caso?”…


Ese es el clamor del corazón de muchos creyentes. ¿Por qué hay tantas oraciones sin respuesta? La queja es real y común. Los creyentes sinceros habían ayunado y orado, buscando respuestas de Dios, pero Dios no parecía prestarles atención. ¿Qué más podríamos haber hecho para llamar su atención?


En mi experiencia, he descubierto que este es probablemente el tema más urgente para los creyentes a lo largo de la historia. Los obradores de milagros y sanadores dotados parecen haber llamado la atención de Dios, pero ¿qué pasa con la persona promedio? ¿Qué hicieron los sanadores que la persona promedio no pudo hacer?


Una vez más, incluso los sanadores famosos han luchado con la misma pregunta, porque no todos se curan con sus oraciones. Entonces, al final, todos hemos luchado con esta pregunta, incluido yo mismo. En la década de 1980, pensé que la respuesta seguramente se encontraría en ayunos prolongados. Nunca pude ir más allá de los 21 días de ayuno, y pensé que tal vez un ayuno de 40 días me daría respuestas.


Sin embargo, más oración y revelación me dijeron que esa tampoco era la respuesta. El ayuno es bueno y tiene un buen propósito, pero no se debe usar el ayuno como una huelga de hambre. No podemos decirle a Dios: "No comeré nada hasta que respondas a mi oración". La oración, después de todo, está diseñada principalmente para buscar la mente de Dios hasta que sepamos cómo orar. No es forzar nuestra voluntad sobre un Dios reacio. Esta no es una pelea con Dios. Todos somos Jacob-s que luchamos contra Dios hasta que perdemos. Cuando nuestra voluntad está alineada con la voluntad de Dios, ganamos y gobernamos como Israel.


Cuando conocemos su mente, cuando sabemos lo que actualmente está declarando desde el Cielo, entonces podemos dar testimonio en la Tierra. De esta manera, traemos el Cielo a la Tierra de manera incremental y el Reino de Dios progresa en consecuencia.



El propósito incorrecto del ayuno


Entonces Dios da la respuesta mientras Isaías 58: 3 continúa,


3 … He aquí, en el día de vuestro ayuno buscáis vuestra conveniencia y oprimís [nagas, “ejercer presión exigente, empujar duramente”] a todos vuestros trabajadores [atsab, “siervos, jornaleros”].


El día de su ayuno es una referencia específica al Día de la Expiación, que era un día nacional de ayuno, todos los años el décimo día del séptimo mes. El día fue establecido después de que la gente creyera en el informe maligno de los diez espías (Números 13: 32). Este informe se dio en el 50º jubileo de Adán. Deberían haber tocado la trompeta del Jubileo, señalando el momento de regresar a su herencia perdida. Sin embargo, caminaban por la vista y vivían por el miedo, por lo que se negaron a entrar al Reino en ese momento. Eso es lo que convirtió su Jubileo en un Día de Expiación, del júbilo al duelo y al ayuno.


Por lo tanto, el propósito de ayunar en ese día era arrepentirse de seguir su propia voluntad y conformarse a la voluntad de Dios. El ayuno nunca tuvo la intención de imponer nuestra propia voluntad a Dios. Cuando los hombres ayunan para establecer su propia voluntad y deseo, abusan del principio del ayuno. Esta es la crítica de Dios en la época de Isaías.


Isaías 58: 4 dice:


4 He aquí, ayunáis para contiendas y riñas, y para golpear con puño perverso. No ayunéis como lo haces hoy, para que vuestra voz se escuche en lo alto.


La Biblia Enfatizada de Rotherham lo traduce mejor,


4 ¡He aquí! Para contienda y riñas ayunáis, y para herir con el puño del desafuero: No ayunaréis como hoy, para hacer oír en lo alto vuestra voz.


Dios criticó a la gente por ayunar con el espíritu de "contienda y riña". Estaban ayunando para luchar contra la voluntad de Dios, en lugar de conformarse a ella. Este era "el puño de la anarquía". La palabra hebrea para "puño" es egrof, que implica agarrar algo. Cuando ayunamos para agarrar lo que queremos (o creemos que deberíamos tener), en lugar de buscar la voluntad y el deseo de Dios, contendemos con Dios con un espíritu de desafuero (desafuero es un acto violento contra la ley).


La respuesta de Dios a tales ayunos es: "No ayunaréis como hoy, para hacer que se escuche en lo alto de vuestra voz". En otras palabras, dejen de usar este ayuno para obligar a Dios a "escuchar su voz", es decir, para que les dé lo que quieren.


Isaías 58: 5 continúa,


5 ¿Es un ayuno como este el que yo escogí, un día para que un hombre se humille? ¿Es para inclinar la cabeza como una caña, y para extender cilicio y ceniza como cama? ¿Llamaréis a esto un ayuno, un día aceptable para Yahweh?


Estas son preguntas retóricas. La respuesta en ambos casos es obviamente NO. Los hombres han hecho tales cosas durante miles de años sin éxito. Estos adornos externos se estaban utilizando como herramientas para salirse con la suya. Dios veía a través de su falsa humildad. Él sabía que estas personas religiosas simplemente se estaban humillando externamente como una táctica para lograr que Dios cambiara de opinión y les concediera los deseos de sus corazones sin Ley (anárquicos).


"¿Llamaréis ayuno a esto?" Obviamente no.


De hecho, el propósito del Día de la Expiación y su ayuno es preparar el corazón para declarar un Jubileo. Es para revertir las decisiones de las personas que escucharon el informe maligno de los diez espías. Es para escuchar la Palabra de Dios y así pasar del miedo a la fe, renovando la mente y conformándose a la voluntad de Dios. En otras palabras, es creer en el buen informe de Caleb y Josué.


Así, iluminados por la Ley del Jubileo, es como nos convertimos en vencedores.


https://godskingdom.org/blog/2020/12/isaiah-prophet-of-salvation-book-8-part-16