VIVE EN LA PRESENCIA DE DIOS
Después de ser salvo, Watchman Nee empezó a conducir personas al Señor, y aprendió a vivir en la presencia del Señor. Descubrió que todo lo que se interponía entre él y Dios constituía una barrera que le impedía recibir respuestas a sus oraciones, debilitaba la confianza que tenía en que Dios supliría sus necesidades y lo mantenía alejado de Su presencia. Al mismo tiempo se dio cuenta de que debía confesar todos sus pecados a Dios y rectificar toda ofensa cometida contra cualquier persona. Fue muy estricto en estos dos asuntos a fin de mantener una conciencia libre de ofensa (1 Ti. 1:5; Hch. 24:16). Cada vez que consultaba con Dios acerca de algo, veía que debía eliminar algunas cosas para mantener su comunión con Dios. De esta manera él avanzó con Dios a lo largo de su vida.
CONFESABA LOS PECADOS
En su deseo de permanecer en la presencia de Dios, escribía a varios hermanos confesando sus errores, ofensas y faltas y pidiéndoles perdón. El confrontaba sus pecados delante del hombre y también delante de Dios. A menudo en la reunión de la mesa del Señor confesaba en oración lo pecaminoso que era y pedía al Señor que lo perdonara. Esto muestra una conciencia muy sensible. Su conciencia era muy aguda debido a que la mantenía siempre pura por confesar sus pecados a los hombres y a Dios, sin dejar pasar nada. Al conservar su conciencia libre de toda ofensa, podía mantener una comunión íntima con Dios.
ELIMINABA LO QUE FUERA MUNDANO
En su deseo de vivir en la presencia de Dios, Watchman Nee eliminaba de su vida todo lo que fuera mundano. Se mantenía separado del mundo. No se veía ninguna señal de mundanalidad en su casa ni en su manera de vestir ni en los detalles de su vida diaria. Durante toda su vida, vivió de una manera que no era mundana, sin caer en el legalismo. El no celebraba fiestas ni cumpleaños, porque según la luz que había recibido, todo eso era mundano.
Se preservó del mundo no sólo en su conducta, sino también en sus acciones. La manera en que se llevaban a cabo sus publicaciones no tenía nada de mundano, ni tampoco las prácticas que fomentaba en la iglesia.
Por ser estricto en su deseo de eliminar lo mundano, perseveraba continuamente en la presencia de Dios. Su manera de vivir influyó bastante en los que estábamos cerca de él y en todas las iglesias del recobro del Señor, las cuales se beneficiaron de su ministerio.
RESISTÍA A LA CARNE
La carne es el peor enemigo que tiene el hombre caído y combate constantemente contra el Espíritu de Dios (Gén. 6: 3; Gál. 5: 17). Watchman Nee entendió esto perfectamente y siempre combatió contra su carne y su propio temperamento para mantener una comunión ininterrumpida con el Señor y permanecer en Su presencia. Restringía continuamente a su carne viviendo en el espíritu y conduciéndose según la unción interior. Al vivir y actuar de este modo, él se mantenía en oración para que el Señor lo librara. Temía a su carne y no hacía nada que ésta le dictara; por el contrario, anduvo continuamente en conformidad con su espíritu para no perder la presencia de Dios.
SE NEGABA A SU YO
A Watchman Nee se le reveló que el hombre caído está plagado de Satanás y que fácilmente puede convertirse en la corporificación y la expresión de Satanás. Eso fue lo que le sucedió a Pedro en Mateo 16: 21-23. Watchman Nee se negaba continuamente a su yo al seguir al Señor (Mt. 16: 24), para disfrutar siempre la presencia del Señor. Temía al yo y lo condenaba más que a cualquier otra cosa negativa. En su vida diaria, en su labor cristiana y en su relación con los demás, no se puede ver ninguna huella del yo. Por el contrario, su comportamiento y su obra dejaban siempre la impresión de que él tomaba la cruz y que se negaba al yo. Por vivir así disfrutaba continuamente la presencia de Dios.
RECHAZABA LAS PREFERENCIAS PERSONALES
Watchman Nee estaba consciente de las preferencias personales que existen en la naturaleza caída del hombre. Su conciencia no le permitía tener preferencias personales en los asuntos espirituales ni en la obra del Señor. El sabía que Saúl perdió su reinado y su trono por seguir sus preferencias personales (1 S. 15:1-28). Al entender que éstas son más sutiles que el pecado o la mundanalidad, con frecuencia llegaba a la conciencia de las personas cuando les hablaba. No permitía que nada personal se interpusiera entre él y Dios, a fin de mantener la presencia de Dios.
NO CEDÍA A LA DESOBEDIENCIA
Watchman Nee tuvo que eliminar la desobediencia para mantenerse en comunión con el Señor. Según su experiencia, nada, ni siquiera las cosas buenas o espirituales llegaron a reemplazar la obediencia. Para él, obedecer al Señor significaba apegarse a la voluntad que se había propuesto el Señor; no quería sólo cumplir la voluntad facultativa (permisiva) de Dios como lo hizo Balaam (Nm. 22: 2-35). Todo lo que se desvía de la voluntad que el Señor se propuso es una forma de desobediencia. Para él la desobediencia constituía un velo que lo separaría de la presencia de Dios. Recalcó que para recibir la luz y la revelación del Señor, era necesario tener un rostro descubierto. Margarita Barber le dijo que una pequeña hoja de un árbol puede ocultar de la vista toda la luna, y él se lo repitió a sus colaboradores. Debido a su entendimiento de que la desobediencia hace que se pierda la presencia de Dios, se propuso obedecer la voluntad y la revelación del Señor a toda costa.
APLICABA LA SANGRE DE CRISTO
Watchman Nee quería mantener intacta su comunión con el Señor; por eso, aprendió a aplicar la sangre de Cristo a su situación. El me dijo que cuando su conciencia lo censuraba duramente delante de Dios en cuanto a ciertas cosas, descubrió que no podía solucionarlas; por tanto, se vio obligado a buscar la ayuda de la señorita Barber. Después de relatarle su caso, ella le dijo: “La sangre de Jesús su Hijo nos limpia” (1ª Jn. 1: 7). Cuando le dijo que seguía sintiéndose bajo condenación, ella repitió varias veces: “La sangre de Jesús Su Hijo nos limpia”. Finalmente, recibió cierta luz, y comprendió que sólo la sangre del Señor puede preservar la conciencia de uno y evitar toda clase de acusación ante Dios. En esta conversación con la señorita Barber, él aprendió que mediante el lavamiento de la sangre del Señor, uno se puede mantener siempre en la presencia de Dios.
En 1940, mientras asistía a su entrenamiento en Shanghai, le oí confesar sus pecados y aplicar la sangre del Señor cuando oró durante la reunión de la mesa del Señor. Su oración dejó una profunda impresión en mí. Esto me mostró que él acudía a la sangre del Señor para que ésta lo lavara y para mantenerse continuamente en la presencia del Señor.
PERMANECÍA EN EL SEÑOR
Watchman Nee también aprendió la lección de morar (permanecer es obedecer, obedecer es amar) en el Señor según la unción interior (1ª Jn. 2: 27-28). Para él esto era vital en la práctica de permanecer en la presencia de Dios. El estaba consciente de que la unción interior era el mover y la obra del Señor dentro de él. Desobedecer a esa unción equivalía a desobedecer al Señor. La única manera de andar con el Señor de una manera íntima consistía en obedecer a la unción interior. El se dio cuenta de que el menor descuido con respecto a la unción interior lo alejaría de la presencia de Dios.
Practicando todo esto, él se mantuvo continuamente en la presencia de Dios. No permitió que nada eclipsara su relación con Dios, y preservó su comunión con el Señor. En esa comunión ininterrumpida con el Señor, él recibía luz celestial y revelación espiritual continuamente. El valoraba mucho la presencia de Dios. Para él, era vida, luz, poder y victoria. En la presencia del Señor, él disfrutaba todas las riquezas del suministro divino. Es obvio que recibió mucha ayuda del libro The Practice of the Presence of God [La Práctica de la Presencia de Dios] escrito por el hermano Lorenzo. En este asunto recibió mucha ayuda de la biografía de Hudson Taylor.