28
de junio de 2019
Hemos
mostrado cómo las Leyes de la Redención dan a un pariente cercano
el derecho a redimir, y hemos visto cómo Cristo vino como el Hijo
del Hombre para poder ser el pariente más cercano de Adán. Esto le
dio el derecho de redimir todo el patrimonio que Adán perdió al
principio, para que Él no pierda su herencia en la Tierra. La Ley de
Deuteronomio
25:5-10
fue diseñada específicamente para evitar la pérdida de la herencia
de uno y, por lo tanto, es la Ley de Filiación bajo el Nuevo Pacto.
Muchos
cristianos se oponen a la idea de que Dios salvará a toda la
humanidad, con el argumento de que Dios es un Dios de justicia y, por
lo tanto, debe castigar a los pecadores. Si bien eso es verdad, y Él
ciertamente juzgará el mundo del pecado, eso no significa que
perderá la mayor parte de los bienes de Adán, ni tampoco significa
que la Ley le impida salvar a toda la humanidad. De hecho, la misma
justicia de la ley, que exige juicio por el pecado, también le da el
derecho de salvar a la humanidad.
Las
Ley de la Redención son solo unas de esas leyes. Uno puede insistir
en que un pariente cercano no está obligado a redimir a su pariente,
sino que es opcional, como vemos en el caso del pariente más cercano
en el Libro de Rut. Pero, sin embargo, la misma historia nos dice que
si un pariente tiene los medios para hacerlo y aún se niega a
cumplir con su deber, uno debe escupirle en su cara (Deuteronomio
25:9).
¿Haría Dios algo para permitir que legalmente alguien escupiera en
su cara? Obviamente no.
Si
"Dios
amó tanto al mundo"
(Juan
3:16),
¿por qué no haría todo lo que pudiera para salvarlo? Las Leyes de
Redención le permiten a Él redimir al mundo. La Ley no limita la
capacidad de Dios para hacer lo que Él desea hacer. De hecho, define
su naturaleza y es una con todo lo que Él desea hacer. Por lo tanto,
es el mismo amor de Dios lo que lo motiva a salvar el mundo. Es la
Ley de Dios (es decir, su naturaleza y sentido de la justicia) la que
limita
la duración de todo juicio por el pecado por la Ley del Jubileo.
Por
lo tanto, el "castigo
aioniano"
no debe considerarse como "eterno" (Mateo
25:46),
sino como un período de tiempo no especificado o desconocido. La
palabra griega aionian
se
refiere
a un aion
(Eón),
o una Edad. El equivalente hebreo de aioniano
es
olam,
cuya raíz significa "ocultar".
Nuevamente,
según la Ley de Derechos de las Víctimas, encontramos que un juez
tiene el deber de sentenciar a los hombres de acuerdo con la justicia
de la Ley, pero la víctima conserva el derecho de perdonar. Jesús
se convirtió en la víctima del pecado de todo el mundo (1
Juan 2:2),
lo que le otorgó el derecho de perdonar todo pecado. Así que Él
dijo en la cruz: “Padre,
perdónalos”
(Lucas
23:34),
aunque, como víctima, también se le concedió el derecho a recibir
justicia.
Nace
un hijo
13
Entonces
Booz tomó a Rut, y ella se convirtió en su esposa, y él entró a
ella. Y Yahweh le permitió concebir, y ella dio a luz un hijo. 14
Entonces las mujeres le dijeron a Noemí: “Bienaventurado es Yahweh
que no te ha dejado hoy sin redentor, y que su nombre se haga famoso
en Israel. 15 Que también sea para ti un restaurador de la vida y un
sustentador en tu vejez; porque tu nuera, quien te ama y es mejor
para ti que siete hijos, lo ha dado a luz".
Tome
nota de que las mujeres estaban hablando con Noemí como si el niño
fuera suyo. El nombre del niño debía ser "famoso" (kara,
"gritar, llamar"). Difícilmente significa "famoso"
en el sentido moderno de la palabra, pero denota a alguien que tiene
un nombre por el cual los hombres pueden llamarlo. Las personas sin
nombre se olvidan, pero cuando un nombre se registra oficialmente, se
recuerda siempre que el registro exista históricamente.
No
está claro si el "redentor" en el versículo 14 se refiere
a Booz o al niño (Obed), pero ciertamente ambos fueron redentores en
sus respectivas generaciones. El niño debía ser "un
restaurador de la vida",
lo que insinúa el propio papel de Cristo como el dador de la vida (1
Juan 5:12).
16
Entonces
Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se convirtió en su
nodriza. 17 Y las vecinas le pusieron un nombre, diciendo: “¡un
hijo le ha nacido a Noemí!”. Así que le pusieron el nombre de
Obed. Él es el padre de Isaí, el padre de David.
Es
interesante que ni Booz, ni Rut, ni siquiera Noemí le pusieron el
nombre al niño. ¡Fue nombrada por las vecinas! Ellas le llamaron
Obed, "sirviendo", un nombre derivado de la palabra hebrea
abad,
"servir, trabajar". La implicación era que Obed había
servido a Noemí como heredera de la propiedad y para sostenerla en
su vejez. El sustantivo es ebed,
"siervo".
Como un
tipo de Cristo, su nombre establece uno de los cuatro aspectos
principales del ministerio de Cristo que se describen en los
evangelios. Específicamente, así se presenta a Cristo en el
evangelio de Marcos.
Mateo: "He
aquí el rey" (León)
Marcos: "He
aquí el siervo" (Buey)
Lucas: "He
aquí el Hijo del Hombre" (Hombre)
Juan: "He
aquí el Hijo de Dios" (Águila)
Estas
son también las cuatro caras de los querubines de Ezequiel
1:10
y nuevamente en Apocalipsis
4:7.
En Génesis
9:9,10,
donde aparecen estas cuatro bestias por primera vez, representan a
toda la Creación en el pacto que Dios estaba haciendo con toda la
Tierra en el tiempo de Noé.
El
tema del servidor o siervo en sí, se presenta con más detalle en
los "Poemas del Siervo" de Isaías en la última parte de
su libro. En la superficie, las profecías hacen referencia a Israel,
pero desde tiempos antiguos se entendía que también eran
mesiánicas. Así que Isaías
41:8
habla de "Israel,
mi siervo"
(ebed),
e Isaías
42:19
dice: "¿Quién
es ciego sino mi siervo?"
(ebed).
Isaías
43:10
también dice:
10
"Vosotros
sois mis testigos", declara Yahweh, "y mi siervo [ebed]
a
quien
yo escogí …"
44
y
el que quiera ser el primero entre vosotros, será siervo de todos.
45 Porque aun ni el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Por lo
tanto, Jesús siguió el principio establecido por el nombre de Obed.
Obed era "famoso" porque se le había puesto un nombre y
"se haría un nombre para sí mismo", como decimos hoy.
Pero también sería conocido por su servicio.
El
principio legal de imputación
Rut
4:17
dice acerca de Obed: "un
hijo le ha nacido a Noemí".
Sabemos que Noemí no dio a luz a Obed. Sin embargo, existe un
principio legal conocido como imputación, que se desarrolla
claramente en Romanos 4. Pablo define el término en el contexto de
la promesa de Dios a Abraham, donde Dios le dijo: "Te
he hecho padre de muchas naciones"
(Romanos
4:17).
Esta
promesa se hizo cuando Abraham no tenía hijos en absoluto, pero
Pablo dice que Dios "llama
a las cosas que no son como si fuesen"
(Romanos
4:17 KJV).
En otras palabras, Dios le imputó hijos. Esto creó un hecho legal,
que a menudo es distinto de lo que es evidente para todos. Las
promesas de Dios son más que simples promesas de cosas por venir.
Las promesas de Dios crean realidades presentes por decretos legales.
El
tema principal de Pablo era sobre cómo obtener la justicia o la
posición correcta ante Dios. Él dice que viene por fe en las
promesas de Dios (Romanos
4:21).
La
fe convierte una condición futura en una realidad presente a los
ojos de la Ley.
Este
principio de legal se aplica también de otras maneras. En Rut
4:17
se aplica a Obed, el hijo natural de Booz y Rut, quien fue imputado a
Noemí como si ella misma lo hubiera dado a luz. En efecto, las
mujeres vecinas estaban llamando a lo que no era como si fuera. Obed
era, legalmente, el hijo de Noemí y el heredero de su propiedad.
Todo
esto se hizo de acuerdo con la Ley con respecto a la filiación de
Deuteronomio
25:6.
De este modo, se considera que la filiación es una cuestión de Ley
en los casos en que un hombre muere sin hijos. Entonces, hay dos
formas de tener un hijo: la primera por nacimiento natural o normal
dentro de la familia, y la segunda por imputación, es decir, por
decreto legal.
Debido
a que Jesús murió sin hijos, estamos llamados a levantarle un
heredero para que Él no pierda su herencia en la Tierra. Este es un
asunto de Ley, no de genealogía. El mismo Espíritu Santo que
engendró al Mesías en María también ha engendrado a “Cristo
en vosotros”
(Colosenses
1:27).
Esa semilla sagrada que está en nosotros tiene un Padre celestial y
una madre terrenal. Lo que ha sido engendrado por el Espíritu "no
puede pecar, porque es engendrado por Dios"
(1
Juan 3:9,
interpretación literal).
Mientras
que el viejo hombre de carne puede continuar pecando, porque es
mortal y corruptible, tenemos el derecho de declarar en la Corte
Divina que ya no somos ese viejo hombre. Tenemos el derecho de
cambiar nuestra identidad al nuevo hombre, y por lo tanto la Ley nos
reconoce como hijos de Dios. Es solo cuando los hombres afirman ser
hijos de Dios meramente en virtud de su conexión biológica con
Israel, Abraham o Adán, que su filiación no es válida, porque los
hijos deben seguir el ejemplo de su padre. Los hijos de Dios son
legalmente perfectos, mientras que los hijos de Adán son
inherentemente corruptos.
Noemí
la nodriza
Así
que Obed era el hijo legal de Noemí. La Ley imputó la filiación a
Noemí y, por lo tanto, “Noemí
tomó al niño, lo puso en su regazo y se convirtió en su nodriza”
(Rut
4:16).
La palabra hebrea traducida "nodriza" es aman,
"ser fiel y verdadero, creer". Su equivalente griego es
pistis,
"fe".
La
palabra hebrea aman
también
es
la raíz de amet,
"verdad", porque la fe genuina es creer la verdad, en
oposición a una mentira. Noemí,
entonces, se convirtió en la encarnación de la fe, mediante la cual
ella pudo producir un hijo y heredero de la promesa.
¡Qué hermosa manera de expresar el principio de la filiación! Un
hijo le fue imputado por la fe.
La
genealogía final
18
Estas
son las generaciones de Fares [Pérez]:
Fares engendró a Hezrón,
19
Hezrón engendró a Ram, Ram engendró a Aminadab, 20 Aminadab
engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, 21 Salmón
engendró a Booz, Booz engendró a Obed, 22 Obed engendró a Isaí e
Isaí engendró a David.
Fares
(o Pérez) era el hermano gemelo de Zera, nacido de Judá a través
de Tamar. Tres generaciones después, Aminadab, que era el príncipe
de la tribu de Judá cuando se dedicó el Tabernáculo de Moisés
(Números
7:12).
Dos generaciones más tarde vino Salmón, quien se casó con Rahab
(Mateo
1:5).
Rahab fue la madre de Booz, y Booz se casó con Rut la Moabita.
Entonces encontramos
al menos dos madres en el linaje de David (y Jesús), que no eran
israelitas de nacimiento,
sino que se convirtieron en israelitas por nacionalidad. Obed fue el
abuelo de David. David fue ungido por el profeta Samuel después de
que Saúl no pudo obedecer al Rey de reyes. De esta manera, los
antecedentes de David son explicados por Samuel en contraste con los
antecedentes de Saúl en Gabaa.
Últimas
palabras
Los
últimos cinco capítulos en el libro de Jueces están fuera de
orden, cronológicamente hablando. El libro realmente debería
terminar con el entierro de Sansón (Jueces
16:31).
Los últimos cinco capítulos, que hablan de la corrupción de la
gente antes de la Edad de los Reyes, tuvieron lugar poco después de
la muerte de Josué. Fue en ese momento que parte de la tribu de Dan
fue al norte y conquistó Lais, asentándose en la base del Monte
Hermón.
Sin
embargo, estos capítulos se colocaron al final del libro de Jueces
para proporcionarnos una conexión con el Libro de Rut. En Jueces
17:6
leemos el trágico tema del libro:
6
En
aquellos días no había rey en Israel; cada
uno hacía lo que a sus ojos le parecía bien.
Esto
se repite casi palabra por palabra en Jueces
21:25.
El pesimismo de Samuel aquí, muestra cómo la gente fue corrompida
incluso antes de la coronación de Saúl. Las cosas estaban tan mal
durante el tiempo de los Jueces como lo estaban en el tiempo del Rey
Saúl. Sin embargo, también había hombres justos, como Booz.
Así
que Samuel incluye una historia que tuvo lugar en la ciudad natal de
Saúl, Gabaa (Jueces
19:14,15),
que causó la catastrófica guerra civil que casi destruyó a la
tribu de Benjamín. En esa historia Gabaa contrasta con Belén, donde
Booz actuó con rectitud. Este contraste también sirve para explicar
proféticamente los dos tipos de hombres que más tarde se
convertirían en reyes de Israel. El hijo de Gabaa fue Saúl; El hijo
de Belén fue David. Estos eran dos hombres, de naturaleza muy
diferente, cuyas ciudades natales profetizaban cosas por venir. Gabaa
significa "colina", lo que implica elevación o autoridad,
así como Belén es una colina que también se refiere a la
autoridad. El
reinado de Saúl se caracterizó por la auto-elevación, mientras que
Jesús dijo que si uno desea tener gran autoridad, debe convertirse
en un sirviente.
Belén,
por otro lado, es la Casa del Pan, pan que debe romperse para
alimentar a la multitud. Jesús fue colocado en un pesebre en Belén
para indicar que Él es el Pan de Vida y que debemos comer Su carne
(Juan
6:55).
Jesús era el Hijo de David, y el mismo David representó el carácter
de Cristo, permaneciendo humilde y sirviendo a Dios como
administrador de su trono.
La
lección general en el Libro de Rut es seguir el ejemplo de Booz de
Belén, en lugar del de los jóvenes corruptos de Gabaa. Así que no
hagamos lo que es correcto a nuestros ojos, sino que sigamos el
estándar de justicia que Dios ha establecido en su Ley.
Al
hacer esto, tendremos el derecho de ser hijos de Dios
(Juan
1:12).
Blog Author: Dr. Stephen Jones