23 de mayo de 2017
Después
de darnos ejemplos de la experiencia de Israel, con el fin de enseñar
a la Iglesia cómo evitar la descalificación como vencedores, dice
Pablo en 1
Corintios 10:12-15,
12
Por lo tanto, lo que piensa estar firme, mire que no caiga. 13 No os
ha sobrevenido tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que
no os dejará ser tentados más allá de lo que podéis resistir,
pero con la tentación proveerá también la vía de escape, a que
podáis soportarla. 14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.
15 Os hablo como a los sensatos (sabios);
juzgad vosotros lo que digo.
Debido
a que la Iglesia en el Desierto bajo Moisés cayó (o, “se
puso bajo”),
el ejemplo de Israel sirvió también como una advertencia para la
Segunda Iglesia, la Iglesia de Pentecostés. La Segunda Iglesia ha
tenido mayor ventaja sobre la Primera, a causa de que el Espíritu
Santo fue dado en Hechos 2. La Primera Iglesia había tenido
demasiado miedo para recibir el Espíritu en el Monte Horeb. Los 120
discípulos en el Aposento Alto, sin embargo, se acercaron a Dios y
se les dio el Espíritu, junto con muchos otros que vinieron después.
La
ventaja Pentecostal
La iglesia
de Corinto también había entrado en Pentecostés experimentalmente.
Aún así, esto no garantizaba la calificación de nadie como un
vencedor. Como muestra más adelante Pablo en su carta, la mayoría
de los creyentes de Corinto eran pentecostales, pero sin embargo, el
apóstol se ve obligado a instruir y corregir sus prácticas. El
Espíritu fue dado para guiarnos a toda la verdad, pero el maná de
la verdad reveladora no llega a todos nosotros a la vez. Se
requiere fidelidad para crecer de manera constante.
Por
lo tanto, es evidente que incluso los pentecostales genuinos, que
pueden señalar hasta el momento en que recibieron el bautismo del
Espíritu Santo, no pueden decir con certeza que han llegado a la
Tierra Prometida, o que ya han obtenido la promesa. Incluso
el propio Pablo se negó a hacer tal afirmación, diciendo en
Filipenses
3:12,
“No
que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto”.
Pablo no expresó su seguridad hasta que estuvo listo para morir. 2
Timoteo 4:6-8
dice,
6
Porque yo ya estoy para ser derramado en libación, y ha llegado el
momento de mi partida. 7 He peleado la buena batalla, he acabado la
carrera, he guardado la fe; 8 en el futuro, está reservada para mí
la corona de justicia …
A pesar de
que Pentecostés es un requisito para convertirse en vencedor, nunca
puede asegurar tal cosa. Muchos pentecostales no terminan el curso.
Muchos pentecostales no perseveran hasta el fin. Muchos, de hecho,
permanecen en la base de su monte Horeb, tomando el sol en la gloria
de Pentecostés, sin dejar de estar lejos de la Tierra Prometida.
Incluso si los israelitas habían sido capaces de acercarse a Dios,
como Moisés les instó, e incluso si hubieran podido experimentar
Pentecostés en Éxodo 20, todavía habrían tenido que continuar su
viaje y perseverar hasta el final con el fin de ser clasificados como
vencedores.
La
construcción de casas denominacionales en el desierto
El final
del viaje es la Fiesta de los Tabernáculos. Sin una visión de
los Tabernáculos, ¿cómo podrán los pentecostales encontrar su
camino a la Tierra Prometida? Sin embargo, los Tabernáculos ha sido
una fiesta perdida durante la mayor parte de la historia de la
Iglesia. Pocos la han visto en su mapa que señala el camino a la
Tierra Prometida. La mayoría se han contentado con permanecer en uno
de los campamentos en el desierto, donde establecieron credos como si
toda la verdad hubiera sido ya revelada a ellos.
La
construcción de casas
denominacionales
en el desierto tienta a los hombres a permanecer donde están. Ellos
aprenden una verdad particular en un oasis y están satisfechos
pensando haber encontrado la Tierra Prometida. El agua es dulce y
buena, pero los hombres tienden a olvidar que se les mandó vivir en
tiendas de campaña (o cabañas), mientras que estuvieran en el
desierto. Esta fue una de las instrucciones de Israel en lo que
respecta a la fiesta de los Tabernáculos. Levítico
23:42,43
dice,
42
Vivirás en cabañas durante siete días … 43 para que tus
descendientes sepan que yo tuve a los hijos de Israel viviendo en
cabañas cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy Yahweh tu
Dios.
En otras
palabras, durante el viaje por el desierto, que era un tipo de la era
de Pentecostés, las personas estaban viviendo en cabañas. La razón
se conecta directamente a la celebración de la Fiesta de las Cabañas
(o Tabernáculos). Vivir en cabañas durante la era de Pentecostés
es que se recuerde constantemente que todavía no hemos alcanzado
toda la verdad y que la Tierra Prometida sigue siendo sólo una
promesa para un tiempo futuro. La construcción de una casa en
el desierto impide a las personas ser vencedores, no importa cuan
dulce sea el agua en su oasis.
Este es el
peligro de los credos denominacionales, que rara vez dejan espacio
para una mayor verdad que está por venir. Los credos establecidos,
aunque fueran ciertos, proporcionan una mentalidad fija que hace que
los hombres rechacen una mayor comprensión del oasis siguiente en el
camino. Por lo tanto, parece que
una de las primeras grandes
pruebas a superar durante nuestro viaje por el desierto es formar
denominaciones con credos
fijos, cada uno
reclamando contener toda la verdad que vale la pena conocer.
Tentación
en el desierto
La
Escritura tiene mucho que decir acerca de la tentación (griego:
peirasmos).
La palabra significa literalmente “un experimento, test, juicio, o
pruebas”. Traducirlo como “tentación” tiende a limitar a una
experiencia negativa o destructiva; por lo tanto, se
traduce mejor “prueba” o “probar”.
Si
una persona dice creer algo, la creencia debe ser probada y
demostrado experimentalmente o por experiencia; de lo contrario, es
sólo una teoría que no alcanza el nivel de la verdad y la realidad
establecida.
Es
necesario, entonces, que todas las cosas sean probadas, incluyendo
nuestras creencias. Dios conoce los corazones de todos, por supuesto,
por lo que no necesita dicha prueba. Somos
nosotros los que necesitamos la prueba, y cuando vemos cómo una
persona maneja las pruebas, su creencia (o fe) es demostrada, bien
como real o como ilusoria. Si es real, entonces estamos seguros de
que la fe se produjo cuando el espíritu de uno (el nuevo hombre)
escuchó la Palabra de Dios. Pero si la fe se desmorona, entonces es
evidente que oímos la voz del hombre anímico, que nos convenció de
que algo era cierto.
Toda
carne es mortal, y “el
alma que pecare, esa morirá”
(Ezequiel
18:20 KJV).
El alma habla palabras que pasarán, pero el espíritu escudriña las
cosas profundas de Dios, cuyas palabras son inmortales. El
problema es que tenemos
dificultades para discernir el origen de las palabras que oímos,
tal discernimiento se aprende con muchas pruebas, tiempo, mucho
ensayo y errores.
Israel fue
puesta a prueba en el desierto bajo el liderazgo de Moisés. La
Segunda Iglesia ha sido probada en su propio desierto por el Espíritu
Santo, bajo la dirección del mismo Jesús, que nos sacó de la casa
de servidumbre del pecado. La Iglesia bajo Moisés se puso a prueba
40 años. Jesús mismo se puso a prueba 40 días, un día por un año.
La Iglesia Pentecostal ha sido probada durante 40 ciclos del Jubileo
(40 x 49 años).
En los días
de Moisés, Josué y Caleb vencieron. Jesús venció. En los 40
ciclos del Jubileo de la era de Pentecostés, una Compañía más
grande de vencedores ha emergido con fe probada, aunque muchos
murieron en el crisol de hombres infieles.
¿Hace
Dios tentar (probar) a los hombres?
Pablo
dice en 1
Corintios 10:13
que los creyentes son tentados, pero no dice quien hace la tentación.
Limita su declaración ante el hecho reconfortante de que Dios “no
permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que podéis
resistir...
de soportar”.
Santiago
1: 12-14
dice,
12
Bienaventurado el hombre que soporta la tentación; porque cuando
haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que el Señor
ha prometido a los que le aman. 13 Que nadie diga cuando es tentado:
“Soy tentado por Dios”; porque Dios no puede ser tentado por el
mal, ni
él tienta a nadie.
14 Pero cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su
propia pasión.
1
Y sucedió que después de estas cosas, que probó Dios [nawsaw]
a Abraham,
y le dijo: “¡Abraham!” Y él dijo: “Aquí estoy”.
La
palabra hebrea nawsaw
es
el equivalente de peirazo,
“probado, tentado”. Dios “probó
a Abraham”
diciéndole que ofreciera a su único hijo como un sacrificio en el
monte Moria. Hebreos
11:17
se refiere a esto, diciendo en griego, “Por
la fe Abraham, cuando fue probado [peirazo],
ofreció
a Isaac ...”
Por lo tanto, nawsaw
y
peirazo
son
equivalentes, y se dice que Dios ha probado la fe de Abraham.
Más
tarde, Israel se puso a prueba en las aguas de Mara, porque leemos en
Éxodo
15:25,
“Allí
les dio
estatuto y ordenanzas, y allí los probó” [nawsaw].
Al final de los 40 años, Moisés dijo a los hijos de Israel en
Deuteronomio
8:2,
2
Y te acordarás de la forma en que Yahweh tu Dios te ha traído por
el desierto durante estos cuarenta años, para humillarte, probándote
[nawsaw],
para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no
sus mandamientos.
Moisés
nuevamente atribuye la prueba de Israel a Dios mismo en Deuteronomio
13:3,
cuando Israel debería ver el surgimiento de falsos profetas:
3
No darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de
sueños; porque Yahweh tu Dios está probando [nawsaw]
para
averiguar si amas a Yahweh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu
alma.
Estas
son declaraciones claras de que Dios, de hecho pone
a prueba a
Su
pueblo. Él los pone a prueba, proporcionándoles opciones que
tientan
a
desobedecer Sus Leyes o para seguir los deseos anímicos. Incluso se
atribuye el mérito de permitir que los falsos profetas surjan en
medio de ellos, porque por esos profetas se ponen a prueba los
corazones de las personas.
Las
pruebas directas e indirectas
Entonces
¿por cual razonamiento nos dice Santiago que Dios no tienta a nadie?
Creo
que Santiago estaba hablando de tentación directa.
Jesús fue tentado por el diablo en el desierto (Lucas
4:2).
¿Él fue tentado por Dios? Ciertamente, el Espíritu lo llevó al
desierto, para ser tentado, y en ese sentido Dios puede tomar el
crédito por la tentación.
Falsos
profetas pueden surgir, que provoquen a la Iglesia para convertirse
en sin Ley, pero en el sentido último, Dios, siendo soberano,
organiza y planea que esto ocurra. Así, en el sentido general, Dios
se da el crédito a Sí mismo por las pruebas de todos nosotros, pero
en un nivel menor, porque Dios usa tentadores como
intermediarios, se puede decir que esos intermediarios
hacen la tentación.
En
otras palabras, Dios nos tienta (o prueba), no
directamente, sino indirectamente.
Santiago atribuye la prueba o tentación, a que somos atraídos por
nuestro propio deseo. Los deseos carnales de nuestras propias almas,
entonces, se convierten en nuestros tentadores directos. Dios
permanece en el fondo, creando situaciones tentadoras que traen cosas
ocultas a la luz, no para que pudiéramos caer, sino para que
pudiéramos tomar conciencia de las impurezas ocultas en nuestros
corazones y tratar con ellas en consecuencia.
La
declaración reconfortante de Pablo en 1
Corintios 10:13
nos hace saber que toda esa tentación viene con una forma de
superarla. Dios no nos tienta maliciosamente para hacernos caer, pero
utiliza tentadores para purificarnos y fortalecernos a largo plazo.
La mayor parte del tiempo se aprende sólo después de haber
tropezado, pero si entendemos que Dios está motivado totalmente por
el amor, es más fácil perdonarnos a nosotros mismos y seguir
adelante con mayor humildad y aprecio por el crecimiento espiritual
al que Dios nos ha llevado a través de tales ensayos.
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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