16
Los
padres no serán sometidos a muerte por sus hijos, y no se someterán
a muerte los hijos por sus padres; cada uno se le dará muerte por
su propio pecado.
Era
común en aquellos días, e incluso hoy en día, que la gente
ejecutara familias enteras por el pecado de uno de los miembros. Tal
castigo colectivo es ilegal a los ojos de Dios.
Revelación de Ezequiel
En
el momento de Ezequiel, había algunos israelitas que al parecer no
estaban de acuerdo con esta ley, porque él nos dice en Ezequiel
18:19
y 20,
19
Y
vosotros decís: “¿Por qué el hijo no llevará el castigo por el
pecado de su padre?” [Respuesta:]
Cuando
el hijo ha practicado el derecho y la justicia y ha observado todos
mis estatutos y los ha cumplido, de cierto vivirá. 20 La persona
[nephesh,
“alma”]
que
peque, morirá. El hijo no llevará el castigo por el pecado del
padre, ni el padre llevará el castigo por el pecado del hijo; la
justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será
sobre él.
El
profeta nos dice entonces que la casa de Israel como un todo no
estaba de acuerdo con Dios, diciendo en los versículos 29 y 30,
29
Pero
la casa de Israel dice: “El camino de Yahweh no es recto”. “¿Que
mis caminos no son rectos, oh casa si Israel? ¿No son vuestros
caminos los que son torcidos? 30 Por tanto, yo os juzgaré, oh casa
de Israel, a cada uno según su conducta”, declara Yahweh Dios.
“Convertíos,
y volveos de todas vuestras transgresiones, y no os será la
iniquidad causa de ruina”.
Fue
una suerte para la casa de Israel que su punto de vista fuera
incorrecto, pues de lo contrario Dios podría haber destruido a todos
los hijos de Israel, que no eran, tal vez, del remanente de gracia
entre ellos. Dios dice a través del profeta que Su deseo es que
todos se arrepientan, y si se arrepienten, su pecado sería
perdonado. Los versículos 21 y 22 dicen:
21
Pero
si el impío se aparta de todos sus pecados ... de cierto vivirá; no
morirá. 22 Ninguna de las transgresiones que ha cometido serán
recordados contra él …
Sabemos
más claramente hoy que ese perdón se basa en lo que Jesús hizo en
la Cruz como el Mediador del Nuevo Pacto. En 1
Timoteo 2:5,
Pablo dice:
5
Porque
hay un solo Dios y un
solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre.
En
la parte subrayada anteriormente, cuando añadimos el valor de cada
letra en el idioma griego, tiene un valor numérico de 3168, que es
también el valor numérico de “Señor Jesucristo” (Señor
es
800, Jesús
es
888, y Cristo
es
1480); por lo que el propio sistema numérico, construido en el
tejido de las Escrituras, identifica al único Mediador.
Es sólo a través de Él que los pecados son perdonados. Por lo
tanto, cuando Dios le dice al profeta que serán perdonadas las
transgresiones de los hombres si se arrepienten, entendemos que el
castigo por sus pecados se paga con la muerte del Señor Jesucristo.
El ejemplo del rey Amasías
Pero
volviendo a la Ley de Moisés, se nos da un ejemplo en 2
Cron. 25:1-4
de cómo el rey Amasías observó esta ley:
1
Amasías
tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó
veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Joadán de
Jerusalén. 2 E hizo lo recto ante los ojos del Señor, aunque no de
todo corazón. 3 Y aconteció que tan pronto como el reino estaba
firmemente en sus manos, que mató a sus siervos que habían dado
muerte al rey su padre. 4 Sin embargo, no puso a sus hijos a la
muerte, sino que lo hizo como
está escrito en la ley en el libro de Moisés,
que Yahweh ha mandado, diciendo: “Los padres no deben de ser
muertos por los hijos, ni los hijos ser puestos a muerte por los
padres, sino que cada uno será sometido a muerte por su propio
pecado”.
Leemos
aquí que Amasías siguió a la Ley de Dios, hasta cierto punto, y
como resultado, durante la ejecución de los hombres que habían
matado a su padre, él no ejecutó a sus hijos. Esto es elogiado por
la Escritura, aunque no siguió a Dios “con
todo el corazón”.
El problema del pecado de Adán
Esta
ley que prohíbe que los hijos sean condenados a muerte por el pecado
de su padre, nos lleva a un problema teológico. Todos fueron
condenados a muerte por causa del pecado de nuestro padre, Adán. El
pecado de nuestro padre, Adán, ha sido imputado a todos nosotros,
haciéndonos a todos mortales. Por lo tanto, morimos a causa del
pecado de nuestro padre.
¿Cómo
puede Dios requerir a los hombres a seguir una ley que Él mismo
parece violar? Es esta ley una norma para los hombres, pero no para
Dios mismo?
Los
estudiosos de la Biblia y los traductores han luchado con este
problema desde hace siglos. Un punto focal se ve a menudo en la mala
traducción de Rom.
5:12.
La NASB traduce este versículo,
12
Por
lo tanto, al igual que a través de un hombre el pecado entró en el
mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
[Ef'
ho]
todos
pecaron.
Traducir
Ef'
ho como
‘por cuanto’ hace que Pablo se contradiga a sí mismo. En primer
lugar vemos que el pecado entró en el mundo por el pecado de un solo
hombre (Adán). Pero entonces, los traductores nos dicen, esta
mortalidad (muerte) se extendió a todos “por
cuanto todos pecaron”.
¿En serio? ¿Son todos mortales “por cuanto todos pecaron”? ¿Por
qué Pablo se contradice a sí mismo en el mismo versículo?
La
pregunta es: ¿Nos convertimos en mortales porque todos pecamos, o
nos convertimos en mortales porque Adán pecó?
El
texto griego dice Ef'
ho,
lo que no significa ‘por cuanto’ o 'porque'.
Significa ‘en el que' o 'en el cual’ (es decir, ‘por lo
tanto’). Y así, en la Versión Concordante este versículo se
procesa de forma correcta:
12
Por
lo tanto, así como a través de un hombre el pecado entró en el
mundo, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a través en
toda la humanidad, en
la que todos pecaron.
En
otras palabras, Adán pecó, y fue condenado a muerte. Cuando
engendró hijos a su imagen mortal, todos sus descendientes también
nacieron mortales. “Así
la muerte pasó a todos los hombres”.
Los hijos estaban pagando por el pecado de su padre, porque el pecado
de Adán había sido imputado a ellos, haciéndolos responsables de
un pecado que no cometieron.
Los
eclesiásticos durante siglos se han involucrado en ejercicios
teológicos en su intento de decirnos que Pablo no quería decir lo
que realmente escribió. El
Comentario Bíblico de Jerónimo,
que da el punto de vista católico, dice en la página 307, “El
significado de la frase Ef'
ho es muy discutido;
esto da muchas opiniones, la segunda de las cuales es de interés
para nosotros”:
- “Sobre la base de la cual” una interpretación entiende la “muerte” como el antecedente (por T. Zahn, H. Schilier). Pero esto es difícil de conciliar con Rom. 5:21; 6:23, donde la muerte es el resultado del pecado, no su fuente.
En
otras palabras, los
teólogos no pueden conciliar las palabras de Pablo en el versículo
12 con lo que dice en el versículo 21, y especialmente en el 6:23,
“la
paga del pecado es muerte”.
Por esta razón les resulta necesario invertir el sentido de eph
ho en
Rom.
5:12.
Pero la razón de que la Iglesia no entendiera la declaración de
Pablo y en su lugar optara por pensar que Pablo cometió un error,
fue debida a que no creían que Dios podría salvar a toda la
humanidad.
La
declaración de Pablo en el versículo 12 prepara el terreno para la
Reconciliación Universal en el resto del capítulo. Pero los
eclesiásticos después del siglo IV comenzaron a rechazar la
doctrina de Pablo, prefiriendo pensar en el juicio divino como
interminable. Tampoco podían ver que la injusticia (Traductor:
Creemos que Dios nunca comete injusticias, por lo que tal vez el
autor debería haber escrito la palabra 'injusticia' entre comillas.
Dado que como se explica al final del capítulo es una situación
temporal que a la postre redundará en un bien mayor que se
manifestará en toda la humanidad, ¿dónde queda la injusticia? Rom.
8:18) temporal de Dios en la imputación del pecado
de Adán a toda la humanidad, fue totalmente revertida por el último
Adán (Jesucristo), cuyo acto de justicia también fue imputado a
toda la humanidad para revertir los efectos nocivos del pecado de
Adán.
En
otras palabras, la única manera de que Dios podría imponer la
sentencia de muerte sobre los hijos del pecador original era si
estaba dispuesto a invertir esta pena de muerte a través del último
Adán. Todo vestigio de la injusta (idem
nota anterior) sentencia
original sobre los hijos de Adán tendría que ser invertido total y
completamente, para que Dios siguiera siendo santo y justo en Su
carácter.
22
Porque
así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán
vivificados.
El
propósito de Dios, dice Pablo en 1
Cor. 15:28,
fue para sujetar “todas
las cosas ... debajo de sus pies”,
con
la
única excepción de Dios, el Padre mismo. Para un estudio más
completo de esto, vea mi libro, La
Restauración de Todas las Cosas
(en castellano:
http://josemariaarmesto.blogspot.com/2014/12/libro-la-restauracion-de-todas-las.html).
Por
lo tanto, creo que Pablo estaba correcto al decirnos que el pecado de
Adán trajo la muerte para todos nosotros “en
la que todos pecaron”.
En otras palabras: somos
mortales, por
lo tanto,
pecamos.
La
mortalidad es nuestra debilidad, nuestra enfermedad, y de esta muerte
que reside en nosotros sale el pecado.
El pecado de Adán impuso la muerte sobre nosotros. El juicio divino
en el Gran Trono Blanco, entonces, se dispensa para hacernos
responsables de nuestros propios pecados, no por el pecado de Adán,
y esto se conoce como “la
muerte segunda”
(Apocalipsis
20:14).
La
Segunda Muerte, sin embargo, debe terminar en algún momento con el
Jubileo,
porque
los hombres no habrían pecado en absoluto excepto por el hecho de
que son débiles por la vida terrenal.
No sería justo delante de Dios hacer a los hombres débiles y luego
juzgarlos por la eternidad cuando pecaron. Por esta razón, la
Segunda Muerte es aionian,
es decir, es temporal. La palabra griega es el equivalente de la
hebrea olam,
que significa un período de tiempo oculto o desconocido.
A
los teólogos no les gusta este arreglo, porque a sus ojos, hace a
Dios injusto por hacer a toda la humanidad responsable por el pecado
de Adán. Pero ¿cómo podremos entender la mortalidad? Incluso los
bebés nacen mortales antes de cometer ningún pecado. De hecho, a
partir de 2012 contamos con más de 55 millones de pruebas en Estados
Unidos solamente de que los bebés pueden morir en el útero. ¿Por
qué? Debido a que son mortales, no por culpa de los pecados suyos,
sino a causa del pecado que se hicieron otros antes de que nacieran.
La
mortalidad no fue el resultado de la voluntad de los hombres en
general, sino más bien de la voluntad de Adán en su decisión de
pecar. Mirando aún más profundamente en esto, Pablo atribuye esto
al mismo Plan Divino, diciendo en Romanos
8:20,
20
Porque
la creación fue sujetada a vanidad, no
por su propia voluntad,
sino por causa del que la sujetó en esperanza de que la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
de la gloria de los hijos de Dios.
Si
hubiere alguna injusticia (idem
nota anterior),
eso es así, y no hay manera de negarlo teológicamente. En otras
palabras, el
intento de los hombres para quitar la culpa a Dios girando el texto
bíblico de Romanos
5:12
es en vano.
El hecho es que, cuando Adán pecó, todos estábamos rindiendo
cuentas. Esto significó que la pena de muerte fue impuesta a los
hijos por venir, lo que técnicamente violó la Ley (voluntad) de
Dios. Es decir, iba en contra del carácter y la naturaleza misma de
Dios. Por lo tanto, Pablo muestra que Dios tiene toda la intención
de revertir esto al final mediante la supresión de la misma muerte
(1
Cor. 15:26).
Los beneficiarios de este acto de Dios serán todos aquellos que
sufrieron la mortalidad a causa del pecado de Adán.
Debido
a que el pecado de Adán fue hecho aparte de nuestra voluntad, tenía
que ser resuelto a través de la obra de Cristo del mismo modo,
aparte de nuestra voluntad. Dios solo fue responsable de corregir la
injusticia
(idem
nota anterior),
pues si no lo hiciera, la injusticia (idem
nota anterior)
se habría quedado incrustada en la Creación por la eternidad. Por
lo que podemos estar seguros de que la injusticia (idem
nota anterior) era
temporal, y que Dios nos recompensará por los problemas temporales,
como dice Pablo en Rom.
8:18,
18
Pues
tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
dignas de ser comparadas con la gloria que ha de ser revelada en
nosotros.
Los
incrédulos serán juzgados en el Gran Trono Blanco en el llamado
“Lago de Fuego”, es decir, la “Ley de Fuego” (Deut.
33:2).
Ese juicio será temporal, porque al final toda la deuda será
cancelada por la Ley del Jubileo, cuando los hombres de todo el mundo
serán puestos en libertad por la Ley de la Gracia. En efecto, la
misericordia triunfa sobre el juicio
(Santiago
2:13).
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-7/chapter-6-personal-responsibility-for-sin/ |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.