Mat 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará
en el Reino de los cielos, sino el que hiciere la voluntad de mi Padre que está
en los cielos.
El texto anterior nos muestra con gran claridad que
aunque hay muchos que dicen Señor, Señor, no todos hacen la voluntad del Padre;
y que la entrada al Reino
de los cielos no es para los que dicen Señor, Señor, sino para los que obedecen.
Existen otros textos muy conocidos y citados que
nos muestran quienes pertenecen al Reino de los cielos; la primera de las
bienaventuranzas dice:
Mat 5:3 Bienaventurados los pobres en espíritu;
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Si buscamos en el diccionario, la palabra pobre la
definen de la siguiente manera: Necesitado, menesteroso, escaso, que carece de
alguna cosa.
El pobre en espíritu es un necesitado, un menesteroso espiritual, carece
de riqueza espiritual. Recordemos que el Señor no vino a llamar a los justos a
arrepentimiento, sino a los pecadores; a los que reconocen su condición de
completa miseria espiritual, recordemos que vino para los que tenemos necesidad
de médico.
Por otro lado, hay para quienes la entrada al Reino
es un asunto complicado e incluso hay otros que no solo no entran, sino que
estorban la entrada de los demás.
Mat
19:23 Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: De cierto os digo, que el rico difícilmente entrará en el Reino de
los cielos.
Mat
19:24 Pero os digo, que más liviano
trabajo es pasar un cable por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el
Reino de Dios.
El asunto es que donde está nuestro tesoro, está nuestro corazón, y
que no se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y a las
riquezas. Hay muchos diciendo Señor, Señor pero sirviendo a las riquezas, pues
ese es su tesoro, y ahí es donde está su corazón. No se hace entonces la
voluntad del Padre, por lo tanto no habrá entrada en el Reino de los cielos.
Mat 5:10 Bienaventurados los que padecen persecución
por causa de la justicia (o rectitud),
porque de ellos es el Reino de los cielos.
Mat 5:11 Bienaventurados sois cuando os vituperen y os
persigan, y se dijere toda clase de mal
de vosotros por mi causa, mintiendo.
Mat 5:12 Gozaos y alegraos; porque vuestro galardón es
grande en los cielos; que así persiguieron a los profetas que estuvieron antes de vosotros.
El Reino de los cielos también pertenece a quienes padecen persecución
por causa de la justicia,
es decir por causa de hacer la voluntad del Padre. Pues ciertamente si
seguimos al Señor, si andamos en obediencia, seremos participantes de sus
padecimientos, seremos
perseguidos y rechazados por los religiosos, blasfemados y aborrecidos por la
ciudad de la religión y por los enemigos de la cruz, como lo fue nuestro
Señor; pues él nos dejó ejemplo para que siguiéramos Sus pisadas y como está
escrito en Filipenses, se nos ha concedido una gracia especial:
Flp 1:29 porque a vosotros es concedido acerca de
Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él,
Recordemos hermanos, pueblo del Señor, que si
fuéramos del mundo, el mundo nos amaría; pero hemos sido comprados con sangre y
rescatados de la corriente de este siglo, por lo cual el mundo nos aborrece.
Pero la promesa es maravillosa, se nos dice que si
padecemos por causa de hacer la voluntad del Padre, que debemos gozarnos y
alegrarnos, pues nuestro galardón es grande en el Reino de los cielos. Así han perseguido a todos
quienes han sido verdaderamente enviados por el Señor a llevar Su mensaje.
Escuchemos otras palabras pronunciadas por nuestro
Señor:
Luc 6:24 Mas ¡ay de vosotros, ricos! Porque tenéis
vuestro consuelo.
Luc 6:25 ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos!
Porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! Porque lamentaréis
y lloraréis.
Luc 6:26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros!
Porque así hacían sus padres a los falsos profetas.
Para unos son las bienaventuranzas y para otros los
ayes.
Para los que tienen su corazón en las cosas de
abajo, para los que sirven a las riquezas, al dios dinero, que buscan solo lo
suyo propio, aunque digan Señor, Señor, para ellos son los ayes y en aquel día
tendrán que escuchar: No os conozco, hacedores de maldad (hacedores de la voluntad propia),
apartaos de mí.
Ciertamente el que procure salvar su propia vida la
perderá.
Hoy existen muchos hombres de los que se habla
bien, que ahora están hartos y ríen, que tienen en este mundo su consuelo. No
quisiera estar en sus zapatos. Muchos sepulcros blanqueados que aparentan piedad,
pero llenos de inmundicia, de hipocresía, de iniquidad y muerte por dentro, que
estorban la entrada al Reino de los cielos.
Mat
23:27 ¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por
fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos
de muertos y de toda suciedad.
Mat
23:28 Así también vosotros por
fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres; mas por dentro, llenos
estáis de hipocresía e iniquidad.
Mat
23:33 ¡Serpientes, generación de
víboras! ¿Cómo evitaréis el juicio del quemadero?
Mat 23:34 Por tanto, he aquí, yo envío a vosotros
profetas, y sabios, y escribas; y de ellos, a unos
mataréis y colgaréis de un madero, y a otros
de ellos azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad.
Mat
23:35 Para que venga sobre vosotros
toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de
Abel el justo, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, al cual
matasteis entre el Templo y el altar.
El Señor nos pide que oremos por obreros para la
mies:
Mat 9:37 Entonces dice a sus discípulos: A la verdad
la mies es mucha, más los obreros pocos.
Mat 9:38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe
obreros a su mies.
Todos por naturaleza buscamos lo propio pero no lo
que es del Cristo y procuramos salvar nuestra vida. El Señor enviará obreros a hacer su voluntad, pero
como está escrito a unos matarán, a otros crucificarán, a otros azotarán en sus
sinagogas (de Satanás) y a otros perseguirán.
Todos queremos que el Señor nos “bendiga” con un
buen trabajo, ¿pero y qué de querer hacer el trabajo del Señor? ¿De la
verdadera bendición?
Oración:
Señor
perdónanos porque hemos vivido para nosotros mismos y no para ti. Perdónanos
porque decimos Señor, Señor y no hemos hecho tu voluntad; porque te hemos
honrado solo de labios y nuestro corazón ha estado lejos de ti. Perdónanos
porque buscamos lo propio y no lo de Cristo. Perdónanos pues hemos andado en
pos de nuestra dureza y de la invención de nuestro perverso corazón.
Clamamos a
ti por un verdadero arrepentimiento, por limpieza y sanidad, por tu
misericordia y gracia para que seamos llevados a la perfección, a andar en toda
obra buena que tú preparaste para que anduviéramos en ella, para hacer tu
voluntad.
OH, Bendito
Padre, líbranos de nuestra condición miserable y perdida, somos desventurados,
ciegos, pobres y desnudos; por amor de tu Nombre envía tu fuego para que seamos
cubiertos con ropas blancas y se cubra nuestra vergüenza y desnudez.
Padre,
nosotros no damos la talla, llévanos a la estatura de tu Hijo Amado.
Santifica tu
Nombre, líbranos del temor y de la cobardía, haznos valientes, perfecciónanos
en tu Amor para que seamos de los vencedores, para que menospreciemos nuestras
vidas hasta la muerte.
QUE LA VIDA
SEA CRISTO Y LA MUERTE GANACIA. ENVÍA OBREROS A LA MIES.
Por gentileza de:
RAFAEL RESTREPO (MENSAJE DE PAZ): http://www.mensajedepaz.net/