LA META DEL MINISTERIO
DE WATCHMAN NEE
Watchman Nee tenía una meta definida en su ministerio, el cual se centraba en Cristo y se expresaba en iglesias locales. La meta era establecer iglesias locales. Predicaba el evangelio con la intención de producir material para edificar las iglesias. Sus enseñanzas bíblicas, la edificación de los creyentes nuevos, las conferencias que realizó, los adiestramientos y las publicaciones tenían como meta establecer un testimonio corporativo en las iglesias locales. En sus escritos vemos que del Señor le dio una visión clara y una comisión definida de esta meta.
EL ÉNFASIS EN LA META
En la introducción de su libro La vida de asamblea, él puso mucho énfasis en esta meta:
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... Antes del tiempo, en la eternidad, Dios tenía un deseo y un plan. Su meta ha sido tener un grupo de personas que contengan Su vida y sean iguales a Su Hijo y establecer el Cristo no sólo individual, sino también corporativo. El Cristo corporativo es la Iglesia. Lo que a Dios le interesa hoy es la Iglesia. Lamentablemente, no sólo los creyentes carnales dejan de recalcar lo que Dios recalca, sino que tampoco lo hacen los creyentes espirituales. Estos dan más importancia a las muchas obras que a la Iglesia de Dios.
En la actualidad, Satanás incita al hombre a sustituir la Iglesia de Dios por diferentes obras. Pero nosotros sabemos que el propósito de Dios desde el principio hasta el fin ha sido obtener un Cristo corporativo, el cual es la Iglesia, donde Él es la Cabeza y los creyentes son los miembros. Satanás está decidido a destruir este plan y por eso incita al hombre a emprender numerosas obras que substituyan la Iglesia.
Hoy en día, algunos hacen más énfasis en la predicación del evangelio que en la Iglesia; se dedican a predicar el evangelio y a salvar pecadores. La predicación del evangelio es buena, pero si toma el lugar de la Iglesia y hace que no se le preste la debida atención a ésta, eso indica que Satanás nos engaña. No estoy exagerando. La intención de Dios con la predicación del evangelio es simplemente recolectar piedras para edificar la Iglesia (Recolectar piedras y no edificarlas no satisface a Dios plenamente). Si reemplazamos la Iglesia con la predicación del evangelio, estamos equivocados.
Algunos establecen misiones, fomentan la predicación del evangelio en el extranjero, ofrendan dinero con celo, forman asociaciones nacionales, establecen organizaciones para que se lleve a cabo la obra en el extranjero, y mandan misioneros a países lejanos para propagar el evangelio. Aún así, ¿por qué tanta gente sólo conoce las misiones y no la Iglesia? La razón es sencilla: desde la eternidad pasada, Dios ha puesto énfasis en la Iglesia, pero en esta era el hombre se interesa más en las misiones y ¡se ha olvidado de la Iglesia! El señor Gordon dijo: “Dios nunca establece misiones; sólo establece la iglesia”. Pero los hombres de hoy establecen misiones, organizaciones evangélicas, colegios, hospitales, sociedades humanitarias, orfanatos, asociaciones caritativas (como lo hace la Iglesia metodista episcopal, por ejemplo), y hasta escuelas dominicales, todo con el fin de ayudar a otros. ¿Es esto bueno o malo? Es bueno, pero si el hombre lo usa para reemplazar con ello la Iglesia de Dios, Dios no quedará satisfecho. ¿Podemos ver en todo esto las artimañas de Satanás? La astucia de Satanás se ve en que utiliza las obras que usa Dios y con ellas reemplaza la Iglesia, que es lo que Dios desea establecer, según su voluntad eterna. Si abrimos bien los ojos, observaremos que debemos dejar todas esas cosas y centrar nuestra atención en la Iglesia, porque la vida de iglesia, o sea, la vida del Cuerpo de Cristo, es la meta de Dios.
Muchos creyentes dirán: “Nosotros no hemos establecido misiones ni sociedades humanitarias ni escuelas dominicales ni colegios ni hospitales”. No respondan tan apresuradamente, pues aunque quizás no hayan hecho estas cosas, tal vez no han hecho nada que edifique la Iglesia. Muchos tal vez piensen que basta con ser un creyente diligente, victorioso y santo. Hermanos y hermanas, es muy importante saber que no es eso lo que el Señor busca; pues ésa no es su meta. No estoy diciendo que el celo, la victoria y la santidad son cosas triviales. Sí son importantes, pero no son la meta de Dios. Lo que Dios desea es la Iglesia, una entidad corporativa, su Edificio, su Casa Espiritual. El no busca fragmentos ni ladrillos ni baldosas ni tablas ni piedras aisladas, sino un edificio; tampoco busca un dedo o algún otro miembro, sino un cuerpo. Lo que Dios quiere es la Iglesia. El desea que Cristo tenga la preeminencia en la Iglesia y sea la Cabeza de ésta. Aunque las piedras, los ladrillos y las baldosas son necesarias, no son la meta de Dios.
De los muchos años que hemos sido creyentes ¿cuánto tiempo hemos dedicado a descubrir lo que Dios busca? ¿Hemos pensado en lo que es la Iglesia? O ¿hemos centrado nuestra atención en la oración, en vencer el pecado, en ayudar a los pecadores a ser salvos, y en estudiar la Biblia con exactitud? ¿Pensamos, acaso, únicamente en estas cosas, o hemos pensado en lo que es la Iglesia? Dios desea la Iglesia. Lo que esté fuera de esto no puede alcanzar su meta. Tampoco afirmo que las demás cosas no sean buenas, sino que lo que no incluya la Iglesia no puede considerarse la meta de Dios.
Si la escuela dominical, los orfanatos, las sociedades humanitarias y la predicación del evangelio se limitan a llevar a cabo lo que deben sin reemplazar la Iglesia, está bien tenerlas, aunque no llegan a ser la meta de Dios debido a que no incluyen la Iglesia de Dios. Dios desea la Iglesia. El Señor Jesús murió por la Iglesia, y el Espíritu Santo vino para la Iglesia. En el Nuevo Testamento, de principio a fin, hallamos un principio general: el propósito de todo es la Iglesia. Por ejemplo, la muerte del Señor estaba destinada a la Iglesia. El libro de Efesios dice: “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella”. El Señor resucitó de entre los muertos y ascendió por encima de toda potestad y autoridad, y fue dado como Cabeza, sobre todas las cosas, a la Iglesia. El Señor edifica la Iglesia sobre esta roca. La obra del Espíritu Santo durante estos dos mil años ha tenido como fin la edificación de la Iglesia. Dios salva a los pecadores y permite que los hombres venzan a fin de que se establezca la Iglesia. El dio apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros para la edificación de la Iglesia.
Efesios afirma que el Señor purifica a la Iglesia por el lavamiento del agua en la Palabra y la santifica para presentársela a Sí mismo una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino una Iglesia santa y sin defecto. Aquí también se trata de la Iglesia. La meta de Dios es obtener la Nueva Jerusalén, la cual es tipo de la Iglesia.
El Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, los cuatro evangelios, y Apocalipsis describen la meta de Dios: la Nueva Jerusalén, la cual es la Iglesia. Afirmo con certeza que si nuestros esfuerzos, nuestra obra y nuestra vida no tienen como meta la Iglesia, es decir, cumplir lo que Dios busca, seremos un fracaso. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos libre de nuestra limitada visión acerca de su meta y de lo que Él recalca en las Escrituras...
La meta de Dios es la Iglesia, y Él pone esta meta delante de los hombres. Su deseo final es obtener la Nueva Jerusalén. El desea establecer la Iglesia, la cual representa a la Nueva Jerusalén, en cada ciudad como una sola unidad. Antes de que la Nueva Jerusalén descienda de los cielos, Dios desea tener una miniatura de la misma en cada ciudad. Esto significa que Dios desea tener una Iglesia en cada ciudad que exprese lo que Él ha deseado eternamente. Desde el principio hasta el fin, la obra más importante que Dios desea cumplir es la edificación del Cuerpo de Cristo. Por esta razón, El establece una iglesia local en cada ciudad. La iglesia local es la miniatura de la admirable Iglesia de Dios, que es un modelo en pequeña escala de la Nueva Jerusalén. Ya que este propósito es demasiado amplio, ¿cómo podemos tocar la Nueva Jerusalén, la cual está en el cielo nuevo y la tierra nueva? No podemos entender eso completamente. Sin embargo, podemos ir a Shanghai a cumplir este propósito, puesto que en cada ciudad existe una miniatura donde Dios pone a los salvos y los une para que se conviertan en una iglesia local y, por ende, expresen su voluntad...
Mi intención no es acusarles, hermanos y hermanas. Yo mismo soy culpable de esto. En todos estos años de evangelización en China, son muy pocos los que han prestado la debida atención al énfasis que Dios hace. El Catolicismo Romano ha estado en China por más de trescientos años, y si contamos a los nestorianos, el cristianismo ha estado en China por más de mil años. No obstante, nadie ha prestado atención a la voluntad eterna de Dios ni siquiera en pequeña escala. Pero nosotros hemos caído en lo mismo. Sólo prestamos atención a la victoria personal sobre los pecados, a las experiencias de vencer, a la obra y a la salvación de las almas, pero no hemos dedicado ningún esfuerzo a expresar en cada localidad la voluntad de Dios acerca de la Iglesia.
Que Dios nos conceda su gracia y nos permita ver que la victoria personal sobre los pecados, las experiencias de vencer y la obra de salvar almas son actividades relacionadas con las asambleas locales, mas no deberían reemplazar la Iglesia. El enfoque de Dios se centra en establecer la Iglesia en cada localidad, y lo demás debe girar en torno a este enfoque. Por consiguiente, nuestro objetivo actual no es prestar atención exclusivamente a las experiencias de vencer ni a la victoria sobre el pecado ni a predicar el evangelio ni a la respuesta a las oraciones, sino que debemos ir más allá y preguntar qué debemos hacer para entretejernos con los demás hermanos y hermanas...
En la actualidad, lo importante no es saber si esta piedra es buena o mala, si es grande o pequeña, si es bonita o fea, sino si está entrelazada correctamente con las demás piedras y si dichas piedras pueden ser edificadas como una sola morada.
Hoy en día muchos creyentes son muy diligentes, y otros resplandecen y son hermosos, pero no encajan juntos. Algunos son demasiado grandes o demasiado pequeños y no pueden ajustarse correctamente con otros. Cada persona salva es una piedra viva. Por lo tanto, no importa tanto si uno es victorioso o si está vencido, ni si es fuerte o débil, ni si es bueno o malo. Lo que cuenta es si uno puede ligarse a otras piedras vivas y ser debidamente entrelazado como parte del edificio. Si uno es una piedra que deja grietas entre uno y las otras piedras, no será de mucha utilidad en la Casa de Dios.
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En la carta abierta publicada en el número doce de Colección de boletines, en julio de 1935, Watchman recalcó nuevamente esta meta con las siguientes palabras breves y claras:
“Entendemos claramente que Dios desea que manifestemos la vida de Cristo en las iglesias locales. Por consiguiente, la realidad de nuestra obra es la vida de Cristo, y la expresión de la misma es las iglesias locales”.
FIEL A LA META
Muchos cristianos han recibido el ministerio de Watchman Nee, pero la mayoría rechaza la meta de su ministerio. Aprecian lo que él ministra acerca de la vida espiritual, pero no se interesan por su meta, que es la edificación de las iglesias locales. Algunos hasta piensan que él estaba equivocado en ese aspecto. Pero en realidad no estaba equivocado, sino que ellos no ven que el Señor le reveló el deseo de Dios de que Cristo sea expresado en las iglesias locales. Siendo francos, cuando el Señor levantó a Watchman Nee, entre los millones de cristianos con toda clase de obras cristianas, ¿dónde estaba la vida de iglesia, edificada sobre Cristo en unidad y sin ningún elemento de división? En medio de la condición de división y confusión, él recibió la visión celestial de que el Cuerpo de Cristo debe expresar en una sola iglesia por localidad lo que se encontraba en el corazón de Dios (Administrador: Hoy en día esto es matizable en un mundo globalizado, cuando la red (NET) que hoy está usando el Señor es InterNET). El era un hombre conforme al corazón de Dios, y daba testimonio a los creyentes de la visión que había recibido, pero éstos lo interpretaron mal y lo rechazaron en este aspecto. Debido a la tradición de los creyentes y a las estructuras de las denominaciones, ellos no pudieron recibir la clara visión del deseo del corazón de Dios. Algunos lo criticaron, afirmando que era muy cerrado. Otros lo consideraban un ladrón de ovejas y llegaron a aseverar que estaba equivocado en su posición en cuanto a la Iglesia. En realidad, no era cerrado ni estaba equivocado en cuanto a la Iglesia; él permaneció fiel a la meta de su Señor e hizo de ésta la meta de su ministerio. El sabía cuál era el precio y estaba dispuesto en pagarlo. Y lo hizo inclusive al costo de su vida. El no se preocupaba por nada que no fuera el deseo del corazón de su Señor: las iglesias locales, las cuales le expresan de manera corporativa. No era un ladrón de ovejas, sino un verdadero testigo de su Señor, quien amó a la Iglesia y se entregó por ella. No tenía ninguna intención de establecer su propia iglesia ni de construir algo para sí. El se preocupaba por el deseo del corazón de Dios y tenía un corazón lo suficientemente amplio como para recibir a todos los hijos de Dios, y amaba a todos los redimidos del Señor, aunque fue malentendido y rechazado por muchos de ellos. Su profundo anhelo era que todos recibieran la luz para que comprendieran lo que el Señor buscaba realmente y para que buscaran al Señor conforme a su corazón.
Según el amor del Señor por la Iglesia y según la visión que Watchman Nee había recibido del Señor, dio testimonio en contra del cristianismo dividido y sonó la alarma para que todos los que buscan seriamente al Señor dejaran las divisiones creadas por las denominaciones y regresaran a la verdadera unidad del Cuerpo de Cristo a fin de expresar a Cristo corporativamente en cada localidad. Esta fue la meta de todo su ministerio, y fue fiel a ella hasta el día de su muerte.