ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE CIENTO DOCE
LA MADUREZ:
EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO
(2)
En el libro de
Génesis, José representa el aspecto reinante de la vida madura. Como tal, él
tipifica a Cristo, pues el
aspecto reinante de la vida madura es el Cristo que ha sido forjado en nuestro
ser. Por consiguiente, en el relato de Génesis, José tipifica a Cristo.
(7) Traicionado
Vimos que José
tipifica a Cristo como Hijo amado de Dios, a quien Dios el Padre mandó para
pastorear a Su pueblo, y quien fue perseguido por los que había de apacentar.
Además, según los cuatro evangelios, Cristo fue traicionado (Mt. 26:14-16).
José, como tipo de Cristo, también fue traicionado (Gn. 37:27-28). En el sentido bíblico, ser
traicionado significa ser despreciado, desestimado, desprestigiado o hecho a un
lado. Cuando Judas iba a vender a Cristo, él ciertamente tenía en poco a
Cristo. En Mateo 26 vemos que Cristo fue una prueba para los que lo rodeaban. Algunos lo aborrecieron.
No obstante, María lo valoraba y derramó sobre El un ungüento de gran precio.
Para María, Cristo era muy valioso y de gran estima. Pero Judas menospreció a
Cristo y lo tuvo en poco. El menospreció a Cristo hasta el punto de venderlo
por un bajo precio, por treinta
monedas de plata, que según Exodo, era el precio de un esclavo (Ex.
21:32). Por consiguiente, en la Biblia traicionar a alguien significa
menospreciarlo.
Cuando alguien lo
menosprecia a usted, eso significa que lo traiciona. Cuando su esposa lo
menosprecia, lo está traicionando. Del mismo modo, cuando los hermanos lo hacen
a un lado a usted, eso significa que ha sido traicionado. Piense qué tanto se
estima usted. A sus propios ojos, ¿acaso usted no es valioso? Todos nos ponemos
un alto precio. Así que cuando otros no nos estiman o nos hacen a un lado,
somos traicionados. Usted pensará que durante los años en que ha estado en la
vida de iglesia, nunca ha visto una traición. Sin embargo, en la vida de iglesia, la gente
es traicionada con frecuencia por ser menospreciada y puesta a un lado. Día
tras día, los cónyuges se menosprecian mutuamente. Si algunos santos hablan de
otro santo de manera despectiva, lo están traicionando.
Todos nos consideramos
valiosos. En realidad, somos valiosos porque Cristo está en nosotros. ¿Tiene
usted a Dios dentro? En la Biblia, Dios es comparado con el oro, y Cristo con
un tesoro. Nuestro Dios es el oro que hay en nosotros, y Cristo, en nosotros,
es el tesoro en el vaso. Los incrédulos no valoran mucho eso porque no tienen a
Cristo. Ellos son simplemente vasijas de barro. Pero nosotros tenemos el tesoro
más grande dentro. Por consiguiente, no debemos pensar que no somos valiosos.
Debemos declarar a los ángeles: “Angeles, ustedes deben entender que somos
valiosos, y lo somos porque Cristo está dentro de nosotros”. Además, usted
puede jactarse ante Satanás y ante los demonios diciendo: “Satanás, quiero que
sepas que tengo a Dios y a Cristo dentro de mí. Demonios, ustedes jamás tendrán
a Cristo dentro, mas yo
tengo a Cristo dentro de mí, y por lo tanto soy muy valioso”. Eso no es
orgullo; sino que es la verdadera humildad. Puedo proclamar ante los
ángeles, el diablo, los demonios y ante todo el mundo que soy valioso porque
tengo a Cristo; por tanto, usted no debe menospreciarme ni desestimarme.
Debemos aprender a no
vender a nuestros hermanos. José fue vendido por sus hermanos. Si ellos lo
hubieran considerado como una gavilla o como una estrella, no lo habrían
vendido. El hecho de que lo traicionaran significa que lo menospreciaron y lo
hicieron a un lado. En principio, sucede lo mismo con el Señor Jesús. El era
preciosísimo y de gran valor, pero Judas lo menospreció y lo vendió por treinta
monedas de plata. Pedro, Jacobo, Juan y los demás apóstoles siguieron los pasos
del Cordero, y ellos también fueron menospreciados. Lo mismo le sucedió al
apóstol Pablo. A lo largo
de los siglos, los seguidores del Cordero han sido traicionados. Igual que
Cristo, han sido menospreciados, hechos a un lado y tenidos en poco. Al
seguir al Señor ahora, también nosotros hemos sido menospreciados. Soportamos
mucho sufrimiento simplemente por ser menospreciados y tenidos en poco. Los que
se oponen a nosotros nos menosprecian y nos hacen a un lado. Si ellos
apreciaran el tesoro que hay en nosotros y reconocieran cuán valioso es lo que
el Señor ha forjado en nuestro interior, no nos menospreciarían ni nos
desestimarían. Algunos se oponen a nosotros porque nos menosprecian. Este
menosprecio en realidad es una manera de vendernos y es una señal de traición.
No crean que esta traición le sucedió solamente a José o a Cristo tipificado
por José. Esto les ha sucedido a todos los seguidores de Cristo y es nuestra
experiencia hoy en día.
Antes de ser salvos,
muchos de nosotros éramos estimados por nuestros padres, parientes y amigos.
Pero después de ser salvos y de empezar a buscar al Señor, empezamos a ser
menospreciados por nuestros amigos, nuestros parientes y, en algunos casos,
incluso por nuestros padres. Eso es traición. La crucifixión de Cristo empezó
por la traición. El fue crucificado después de ser traicionado. En principio,
lo mismo le ocurrió a José. El no fue echado directamente a la cárcel. Primero
fue vendido, lo cual habría de conducirlo a la cárcel. La traición que le
hicieron a Cristo lo condujo a la cruz. Ser traicionado no es nada
insignificante. La persecución y la oposición actual es una especie de
traición. Los que se oponen a nosotros nos traicionan; nos venden por un bajo
precio. Aunque somos valiosos, los opositores nos venden por un precio bajo, a
veces por nada.
(8) Entregado a la
cárcel de la muerte
La traición que sufrió José fue seguida por un período de
encarcelamiento, de reclusión
(39:20). José se encontró
con dos criminales, quienes tipificaban a los dos criminales que acompañaron a
Cristo. Uno de ellos fue restaurado y el otro ejecutado (40:1-23). A Cristo le
sucedió lo mismo. Después de que Cristo fue traicionado, lo echaron a la
cárcel de la muerte (Hch. 2:23). Fue crucificado entre dos criminales, uno de
los cuales fue salvo y el otro pereció (Lc. 23:32, 39-43). Cristo fue recluido en la cárcel
de la muerte, donde estuvo tres días y tres noches. José, como figura de
Cristo, tuvo la misma experiencia. El fue rechazado y vendido por sus
hermanos, y luego fue echado en la cárcel. Cristo sufrió las mismas cosas.
Primero, fue rechazado por sus hermanos; luego fue vendido por uno de su
pueblo, y finalmente fue echado en la cárcel de la muerte.
Cristo resucitó
después de su muerte, pero su resurrección no se produjo de inmediato. Desde el
punto de vista humano, los tres días de reclusión de Cristo en la cárcel de la
muerte no fue un tiempo corto. Ninguna noche ha durado tres días y tres noches.
Cuanto mucho, la noche dura desde el atardecer hasta la mañana. No obstante, la
noche que Cristo pasó en la cárcel de la muerte duró tres días y tres noches.
Si fuésemos María Magdalena, eso nos habría parecido mucho tiempo, porque ella
amaba a Cristo, lo había seguido y vio cuando fue crucificado y sepultado.
Después de la muerte y sepultura de Cristo, ella no tenía ganas de comer ni de
dormir. Esperaba que sucediera algo. No creo que todos sus discípulos olvidaran
que Cristo les había dicho antes de Su muerte que resucitaría al tercer día. Aun
cuando no entendían claramente lo que ello significaba, seguramente se les
había grabado algo relacionado con Su resurrección. Eso debe de haber sucedido
particularmente a las hermanas, pues por lo general ellas tienen mejor memoria
que los hermanos. Aunque a Pedro no le hubiese quedado una profunda impresión
de la resurrección de Cristo, no creo que María Magdalena hubiese olvidado que
Cristo había dicho que El se levantaría de entre los muertos al tercer día. Le
resultaba muy difícil esperar estos tres días. Habría sido difícil esperar tres
horas. Finalmente, al tercer día, hallaron vacía la tumba donde Jesús había
sido sepultado. Los tres
días y las tres noches en que Cristo había estado recluido en la cárcel de la
muerte fueron una noche larga. La noche del encarcelamiento de José duró aproximadamente
diez años. Cuando José fue vendido como esclavo en Egipto, tendría unos
diecisiete años de edad, y cuando salió de la cárcel, tendría treinta. Si usted
lee la Biblia detenidamente, verá que transcurrió poco tiempo entre la venta de
José a Potifar y su encarcelamiento. De suerte que José estuvo mucho tiempo en
la cárcel; éste fue un largo período de oscuridad.
Según la Biblia, son los jóvenes y no los mayores los que
experimentan esta lección.
Cuando José fue echado en la cárcel, tenía menos de veinte años de edad. Todos los jóvenes necesitan un
período de reclusión. Jóvenes, ya que ustedes son tan libres, necesitan
ser recluidos. En este país los jóvenes anhelan llegar a los dieciocho años de
edad, pues entonces pueden ser libres como aves que salen de la jaula. He
observado esto con mis propios nietos. A los dieciocho años, ellos piensan que pueden salir de
la jaula. Pero si los jóvenes aman al Señor y son el José de hoy, serán echados
en la cárcel del Señor después de que salgan de la jaula. Jóvenes, la
cárcel del Señor los está esperando.
Ya vimos que José
representa el aspecto reinante de la vida madura. No obstante, antes de que
José subiera al trono y llegara al poder, fue encarcelado. Eso indica que antes de subir al trono, viene el encarcelamiento. En los
sueños de José, no había alusión alguna a estar encarcelado. Los sueños deben
de haber hecho feliz a José. En ellos, él se veía como una gavilla erguida y
como una estrella resplandeciente. José estaba tan ilusionado con sus sueños que los contó a sus hermanos,
sin darse cuenta de que se ofenderían por tales sueños. La entronización
no vino inmediatamente después de los sueños de José. Por el contrario, se
produjo la traición que lo llevó al encarcelamiento.
Después de oír esto,
algunos de ustedes dirán: “Los mensajes anteriores sobre José eran maravillosos
y gloriosos, mas no puedo aceptar esta palabra. Mejor renuncio”. Pero aun
cuando usted renuncie, Dios no renunciará. Usted debe entender que es una cometa
atada a una cuerda y que la cuerda está en la mano del Señor. El Señor puede
decir: “¿Intentas renunciar? No permitiré que hagas tal cosa”.
Si José no hubiese
tenido esos sueños, es probable que no hubiese tenido problemas. Pero él tuvo
dos sueños y en su entusiasmo los contó a sus hermanos. Ahora bien, José no
subió inmediatamente al trono, sino que fue menospreciado y encarcelado.
Algunos jóvenes pueden pensar que si siguen a Jesús y si están en el recobro
del Señor, todo será glorioso. Pero los jóvenes necesitan un período de
reclusión. Esto es muy importante para ellos. ¡Cuánto le agradezco al Señor por
los beneficios que he recibido del encierro!
La cárcel de uno puede ser su esposa. Muchos de ustedes jóvenes no
estaban casados cuando entraron a la vida de iglesia. En la iglesia ustedes
tuvieron la oportunidad de hacer la mejor elección. Pero después de la luna de
miel, se dieron cuenta de que su querida esposa se convirtió en su encierro.
Ustedes quizá digan: “¿Qué ha sucedido? Ahora que estoy casado, ya no soy
libre”. Es cierto. Su cónyuge llega a ser su cárcel. Cada matrimonio y cada hogar es una cárcel. ¡Gloria al
Señor por todas estas cárceles! Como muchos pueden testificar, este
encarcelamiento dura mucho tiempo. Yo he estado en esta especie de cárcel por
muchísimos años, y puesto que todavía necesito ser recluido, todavía me
encuentro en la cárcel. Todavía tengo algunas lecciones que aprender.
Llegamos a la carga
que tengo en este mensaje: quisiera compartir con ustedes, a modo de
paréntesis, la clave para pasar el tiempo durante su
encarcelamiento. Esta es la clave para saber disfrutar su
encarcelamiento. Sin este secreto, no podría entender plenamente el capítulo
cuarenta de Génesis. Ahora quisiera presentarles la clave de lo que deberíamos
hacer durante nuestro período de encarcelamiento. Cuando llegue el momento de
ser encarcelado, entenderá que lo que estoy presentando en este mensaje produce
resultados.
I. JOSE FUE PUESTO A PRUEBA
PORQUE SUS SUEÑOS
NO SE HABIAN CUMPLIDO
José fue puesto a prueba
por el hecho de que sus sueños no se habían cumplido. Inmediatamente después de
recibir sus sueños, José los contó a sus padres y a sus hermanos. Poco después,
fue vendido como esclavo y luego echado a la cárcel, donde creo que pasó más de
diez años. Los sueños de José no contenían ninguna indicación de que él
sufriría. Sin embargo, inmediatamente después de recibir estos sueños, tuvo que
pasar por sufrimientos. Del mismo modo, puedo testificar que el trono no viene inmediatamente
después de recibir la visión de Cristo, la iglesia, la cruz o la vida interior.
Primero vienen sufrimientos, pruebas, traiciones y cárceles. Según
nuestro concepto natural, pensamos que inmediatamente después de recibir una
visión, algo glorioso sucederá en nuestra vida. Pero ése no es el caso. Después
de la visión, vienen las pruebas. Jóvenes, no piensen que después de recibir la
visión de Cristo, la iglesia, la cruz, la vida interior o el espíritu, pasarán
un tiempo glorioso. No, ustedes sufrirán y serán encarcelados.
En lugar de José, yo
habría tenido dudas acerca de mis sueños y habría pensado: “Estos sueños no son
reales. Soñé que era una gavilla levantada, pero en realidad he sido humillado.
Vi que era una estrella que resplandecía en los cielos, pero en realidad, he
sido echado a la cárcel. Lo
que me ha sucedido es exactamente lo opuesto a lo que soñé”. Yo habría puesto
en tela de juicio mi interpretación de los sueños. Los habría
considerado algo irreal.
Quienes llevamos
muchos años en la vida de iglesia, hemos tenido esta experiencia. Quizá hace
algunos años ustedes hayan recibido una maravillosa visión acerca de Cristo y
de la vida de iglesia. Es posible que hasta hayan cantado acerca de la gloriosa
vida de iglesia. Pero lo que ha sucedido realmente en la vida de iglesia no ha
sido tan excelente ni tan glorioso. Por consiguiente, tal vez hayan pensado:
“Yo creía estar en la buena tierra de Canaán, pero en realidad estaba en
Egipto. Soñé que estaba rodeado de gavillas, pero en realidad estaba rodeado de
‘escorpiones egipcios’. Según la visión que recibí y los mensajes que nos dio
el hermano Lee, pensaba que iba a estar en el tercer cielo. Pero ahora estoy en
una cárcel, en un pozo. En lugar de estar en Jerusalén, estoy en Egipto”.
Muchos de nosotros podemos contar experiencias parecidas. Después de la visión, llegó el
encarcelamiento y no la entronización.
II. JOSE TUVO LA FE Y LA CONFIANZA
DE INTERPRETAR LOS SUEÑOS
DE DOS COMPAÑEROS DE CARCEL
Mientras José estaba en la cárcel tuvo la fe y la confianza
de interpretar los sueños de dos de sus compañeros de cárcel, aunque sus
propios sueños todavía no se habían cumplido (40:8-19). Esto es similar a la
oración que hizo Abraham por Abimelec a fin de que éste tuviera hijos aunque lo
que Dios le había prometido a él todavía no se había cumplido, pues no tenía
hijos (20:17-18).
Sucede lo mismo con nosotros en la vida de iglesia. Algunos hermanos y hermanas
son lo que podríamos llamar eternos soñadores. Tuvieron sueños hace mucho
tiempo; se entusiasmaron por las visiones y los mensajes maravillosos que
recibieron, pero más tarde fueron vendidos a Egipto. En lugar de estar rodeados
de las gavillas, se encontraron rodeados de “escorpiones egipcios”; y en lugar
de estar en el tercer cielo, se encontraron en la cárcel. Algunos llegaron más
tarde y se les unieron allí, así como José fue acompañado en su encarcelamiento
por el copero y el panadero. Es probable que José haya estado en la cárcel por
nueve o diez años cuando ellos fueron encarcelados con él. Estas personas que
llegaron más tarde también tuvieron sueños. No entendían sus sueños pero José
pudo interpretarlos. Aunque
los sueños de José todavía no se habían cumplido, él tuvo la fe y el denuedo de
interpretar los sueños de sus compañeros. En lugar de José, yo habría dicho:
“Interpreté mis propios sueños, pero no se han cumplido. ¿Cómo podría atreverme
a interpretar los sueños de otros? Aun cuando supiera el significado de
estos sueños, no tendría la osadía de contarlos, porque no sé si se cumplirán
mis interpretaciones”. Pero aunque la interpretación que dio José de sus
propios sueños no se había cumplido, tuvo el valor de decir a sus compañeros:
“¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora” (40:8). José parecía
decir: “Yo tuve dos sueños, y Dios me dio la interpretación de ellos. Todavía
creo en estas interpretaciones, aunque hasta ahora no se hayan cumplido. Tengo
suficiente fe para interpretar sus sueños”. ¿Tiene usted el valor de decir que
la vida de iglesia es maravillosa, aun cuando esté rodeado de “egipcios”? ¿Podría decir eso aún cuando su
sueño de la vida de iglesia todavía no se hubiese cumplido y la vida de iglesia
no le pareciera maravillosa? José creía no solamente para sí, sino también para
los demás. Es fácil creer por los demás cuando los sueños se cumplen. Si
sus sueños se cumplen según su interpretación, resulta fácil interpretar los de
los demás. Pero en el caso
de José, aun después de diez años, la interpretación de sus propios sueños no
se había cumplido. Era difícil que alguien en tal situación interpretara los
sueños de los demás. No obstante, eso fue lo que hizo José.
He estado entregado al
ministerio de la Palabra durante muchos años. Recibí ciertas visiones al
principio de mi ministerio e interpreté lo que vi. Sin embargo, pasaron muchos
años y las cosas que vi e interpreté no se cumplieron. Cuando algunas personas que necesitaban ayuda se
me acercaron más adelante y me preguntaron qué debían hacer, yo no sabía si
debía decir: “Tuve algunos sueños hace muchos años, y recibí la interpretación
de ellos, pero hasta la fecha mis sueños no se han cumplido. Así que no tengo
la confianza suficiente para interpretar sueños; más bien, acuda a otra
persona”. José no hizo tal cosa. Sus sueños todavía no se habían
cumplido, y aun así, se atrevió a interpretar los sueños de los demás. Puedo testificar que yo he hecho
lo mismo. He alentado a los demás a seguir adelante según la visión que
recibieron, aun cuando mis visiones no se habían cumplido.
Indudablemente yo tenía razón en hacerlo. Todos los soñadores de antaño sufrieron
algo por el bien de los que vendrían más tarde.
Andrew Murray dijo una
vez algo por el estilo: el
buen ministro de la Palabra siempre debe ministrar más de lo que ha
experimentado. Esto significa que debemos hablar más según la visión que según
el cumplimiento de la misma. Aun cuando nuestra visión no se haya cumplido,
debemos hablar de ella. Llegará el momento en que nuestra visión se cumplirá.
Los sueños de José se cumplieron finalmente mediante su interpretación del
sueño del copero.
III. JOSE FUE CONFIRMADO Y FORTALECIDO
POR EL CUMPLIMIENTO DE LOS SUEÑOS
DE SUS COMPAÑEROS DE CARCEL
Pasaron pocos días y
se cumplieron los sueños del copero y del panadero. Cuando se cumplieron los
sueños de los compañeros de José, éste fue confirmado y fortalecido. En lugar
de José, yo habría sido alentado, y habría dicho: “Aunque todavía no he visto el cumplimiento de mis
sueños, tengo la confirmación de que ciertamente se cumplirán. Interpreté los
sueños de estos dos hombres, y las interpretaciones se han cumplido. Pasará
también lo mismo con mis sueños. También llegará el día cuando mis sueños se
cumplirán”.
IV. JOSE ES PROBADO POR EL HECHO DE
QUE
SUS SUEÑOS TODAVIA NO SE CUMPLIAN
Los sueños de los compañeros de José se cumplieron a los
pocos días. Sin embargo, José fue probado aún más por el hecho de que sus
sueños no se cumplieron durante otro lapso
(40:14, 23). En Génesis 41:1
se indica que pasaron otros dos años. Durante estos últimos dos años, él pasó
por la prueba más difícil. Antes de que saliera el copero de la cárcel,
José le pidió que se acordara de él, diciendo: “Acuérdate, pues, de mí cuando
tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención
de mí a Faraón, y me saques de esta casa” (40:14). José parecía decir al
copero: “Cuando hayas sido restaurado, acuérdate de mí. No pienses solamente en
ti. Cuando se te restaure y te vaya bien, por favor acuérdate de mí”. Sin embargo, el copero se olvidó de
José (40:23). Los sueños de José fueron confirmados, pero todavía no se
cumplían.
Antes de recibir José la confirmación de sus sueños, tenía
fe; y después de la confirmación, tenía aún más fe. Cuanta más fe tengamos, más
pruebas sufriremos.
Supongamos que usted fuese José y estuviese allí en la cárcel. ¿Qué habría
dicho usted? José quizá haya dicho: “Tuve dos sueños hace muchos años y no se han cumplido. Sin embargo,
estos dos hombres tuvieron un sueño, y sus sueños se cumplieron a los tres
días. ¿Cuanto tiempo tendré que esperar para ver el cumplimiento de mis
sueños?”. Por tanto, los dos últimos años fueron el período más difícil de la
prueba de José.
Lo que estamos
describiendo en este mensaje no es una simple doctrina. Si seguimos la visión
celestial, seguiremos los pasos de José. No crea que José subió al trono
inmediatamente después de recibir la visión. No, él tuvo que pasar por un largo
período de prueba y sufrimiento. Las visiones que él recibió no sólo controlaron su vida, sino que
sostuvieron su fe. Sin embargo, esto no significa que si su fe hubiese
sido más fuerte, el período que tardó el cumplimiento de sus sueños se habría
acortado. Por el contrario, cuanto
más grande sea su fe, más largo será el período de prueba. El período de
prueba de José fue mucho más largo que el de sus compañeros porque él valía más
que ellos. Puesto que
ellos no eran tan valiosos, el tiempo de su cumplimiento llegó muy rápidamente.
En realidad, para estas dos personas que llegaron más tarde, no hubo casi
ninguna prueba. Cada uno tuvo un sueño, y unos días más tarde se cumplieron sus
sueños. José era importante y valioso; por esta razón, el tiempo de su prueba
no podía acortarse.
Jóvenes, no piensen que en un plazo de dos años, ustedes se
convertirán en gigantes. ¡No! Igual que José, ustedes deben esperar hasta
cumplir los treinta años; la Biblia siempre es coherente. Por ejemplo, los sacerdotes
debían llegar a la edad de treinta años antes de poder entrar en la plenitud
del sacerdocio, y el Señor Jesús, por su parte, empezó Su ministerio a la edad
de treinta años. Por consiguiente, también en esto José tipificó a Cristo.
Cuando tenía treinta años de edad, fue puesto en el ministerio.
Algunos pensarán que
esto de que uno tiene que esperar hasta cumplir treinta años de edad para ser
puesto en el ministerio, contradice lo que dije en otra parte acerca de los ancianos
de la iglesia en Jerusalén, quienes probablemente eran menores de treinta años.
Efectivamente, yo dije que
Pedro, Jacobo y Juan tenían probablemente entre veinticinco y veintiocho años
de edad cuando llegaron a ser ancianos. De todos modos, debemos prestar
atención al principio, y no a las cifras literales acerca de la edad física.
Usted puede tener un corazón incondicionalmente entregado al Señor y puede
haber recibido algunas visiones. Pero no se imagine que subirá al trono
inmediatamente. Más bien, prepárese para ser menospreciado y recluido.
Estoy orgulloso de los hermanos y las hermanas jóvenes; muchos de ellos todavía
son adolescentes. Me complace el hecho de que aman al Señor de tal manera que
han visto ciertas cosas que la mayoría de los pastores no han visto. Pero estos
jóvenes deben estar listos no para ser honrados, sino para ser traicionados.
Esta fue la
experiencia del hermano Nee. El era una persona muy inteligente. El mostraba
tanta inteligencia al aprender inglés y chino que sus padres contrataron a un
maestro particular para ilustrarlo en cuanto a los autores chinos clásicos. A
la edad de diecisiete años, él fue salvo y empezó a amar al Señor. El hermano
Nee quería asistir a una escuela bíblica en Shanghái, fundada para adiestrar a
los jóvenes por Dora Yu, la destacada evangelista que había conducido al
hermano Nee al Señor. Su madre, quien también amaba al Señor, estuvo de acuerdo
en que él debía ir allí. Por haber sido salvos mediante la predicación de Dora
Yu, el hermano Nee y su madre la respetaban mucho. El hermano Nee era un joven inteligente que finalmente
llegó a ser un don extraordinario de esta era para la iglesia; sin embargo, fue
rechazado por Dora Yu, y después de un tiempo, fue devuelto de la escuela
bíblica a su casa. El hermano Nee, quien buscaba mucho al Señor, fue
traicionado por la persona que lo había llevado al Señor. Dora Yu lo menospreció, en lugar
de apreciar su inteligencia; no lo entendió y lo rechazó. El fue enviado a casa
por un incidente acerca de algo que le habían encomendado. Le tomó más tiempo
de lo esperado llevar una carta, de un suburbio al correo central del centro de
Shanghái. Dora Yu pensó que él había pasado el tiempo divirtiéndose, y lo
devolvió a su madre. Por tanto, el hermano Nee fue rechazado y no fue
comprendido, es decir, fue traicionado. Sin embargo, él no se desanimó.
Abandonó Shanghái, regresó a casa y siguió adelante, amando al Señor aún más.
El reconoció que esta experiencia fue una disciplina del Señor para con él. El
hermano Nee fue traicionado repetidas veces.
Jóvenes, prepárense
para eso. Después de empezar a buscar al Señor, sucederán ciertas cosas que no
parecen lógicas. No se imaginen que todo será glorioso para usted porque ama al
Señor y lo busca. ¡No! a veces ustedes no serán entendidos, ni siquiera por los
hermanos ni por los ancianos. Primero
ustedes serán traicionados; luego pasarán por un período de reclusión.
Todos necesitamos esta reclusión. De todos modos, tengan la seguridad de que
dondequiera que estén, la presencia de Dios los acompañará. Dondequiera que estén, traerán o
vida o muerte. José trajo vida al copero. En el sueño del copero, vemos
una vid llena de vida. Sin embargo, al panadero José trajo muerte, porque el
panadero fue devorado por los pájaros. Ser un José no es un asunto insignificante, pues adondequiera que vaya,
la gente recibirá vida o sufrirá muerte. Acudirán a Cristo, tipificado por la
vid llena de vida, o serán devorados por Satanás, representado por las aves del
cielo. En 2 Corintios 2:14, el apóstol Pablo dijo: “Más a Dios gracias, el cual nos
lleva siempre en triunfo en el Cristo, y por medio de nosotros manifiesta en
todo lugar el olor de Su conocimiento”. En el versículo 16, Pablo dice: “A éstos olor de muerte para muerte,
y a aquéllos olor de vida para vida”. Al copero José le trajo
restauración. Al panadero le trajo la ejecución. No importa lo que sea una
persona; si ella tiene contacto con usted, recibirá vida o muerte. Este es un
asunto muy importante. Esta es la experiencia de José.
Aparentemente José estaba sufriendo al estar recluido en la
cárcel, pero de hecho, él no estaba sufriendo, sino que aprendía lecciones
valiosas y experimentaba lo que era necesario para subir al trono. Sin las lecciones que él
aprendió durante su encarcelamiento, ¿como habría podido él, un joven, ascender
al trono de Egipto y gobernar todo el país? Habría sido imposible. José fue
adiestrado por su encarcelamiento. Su reclusión fue realmente un ejercicio para
él. Jóvenes, toda reclusión por la cual ustedes pasen será un adiestramiento,
un ejercicio y un período de aprendizaje como preparación para subir al trono.
A fin de llegar al trono, ustedes deben pasar por los sufrimientos de ser
traicionados y encerrados. Nadie puede evitar tales sufrimientos. El Señor no ha usado ningún ministro
que no haya pasado anteriormente por la traición y el encarcelamiento. Seremos
aptos para subir al trono, sólo por medio de la traición y el encarcelamiento.
Después de haber sido adiestrados por el encarcelamiento, ustedes dejarán de
ser jovencitos y serán aptos por el adiestramiento de Dios.
No piensen que José
fue un caso excepcional. ¡No! el caso de José es normal. Ustedes y yo debemos
ser como él. ¡Aleluya por la visión! ¡Aleluya por la traición, por el
encarcelamiento y por todas las lecciones! ¡Alabado sea el Señor porque podemos
seguir adelante!
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