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FE versus FANATISMO (PRESUNCIÓN), RACIONALISMO Y SENTIDO COMÚN, Oswald Chambers

 




"Pero sin fe es imposible agradar a Dios",

Hebreos 11: 6


La fe en antagonismo al sentido común es fanatismo y el sentido común en antagonismo a la fe es racionalismo. La vida de fe los coloca a los dos en la relación apropiada. El sentido común y la fe son tan diferentes como la vida natural de la espiritual y como la impulsividad de la inspiración. 

Nada de lo que dijo Jesucristo fue producto del sentido común, sino del sentido de la revelación y, por lo tanto, llega a los lugares donde el sentido común no puede. 

Sin embargo, la fe debe ser puesta a prueba antes de que sea real en tu vida. Sabemos, además, que a los que aman a Dios "todas las cosas los ayudan a bien", Romanos 8: 28. Entonces, no importa lo que suceda, el poder transformador de la providencia de Dios convierte en realidad la fe auténtica. La fe siempre actúa de manera personal, porque el propósito de Dios es que la fe genuina se vuelva real en sus hijos.

Para cada detalle del sentido común de la vida hay una verdad que Dios ha revelado y que nos permite poner a prueba en nuestra experiencia práctica lo que creemos de Él.

La fe es un principio extremadamente activo que siempre coloca a Jesucristo primero. La vida de fe dice: "Señor, Tú lo has dicho. Parece una locura, pero voy a lanzarme, confiando en Tu Palabra" (por ejemplo, Mateo 6: 33). 

Siempre, y no solo algunas veces, es una lucha convertir la fe intelectual en nuestra posesión personal. Dios nos pone en circunstancias que educan nuestra fe, porque la naturaleza de la fe es que el objeto de ella se vuelva real. Antes de conocer a Jesús, Dios es sólo un concepto y no podemos tener fe en Él. Pero, tan pronto oímos que Jesús dice: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre", Juan 14: 9, tenemos algo real y nuestra fe no tiene límites. 

La fe es toda la persona en una relación correcta con Dios por el poder del Espíritu de Jesucristo.


Oswald Chambers

(Gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

CONSEJO A UN AMIGO: PRECAUCIÓN CON CIERTOS EVANGELIOS, José (Administrador)




6 de junio de 2021


La fe no la liberamos nosotros, nos es impartida cuando escuchamos a Dios hablándonos. Eso quiere decir que si Él no nos habla, nosotros no podremos recibir esa fe para el socorro oportuno.


No confundas la fe con el mentalismo del Movimiento de la Súper Fe o de la Nueva Era. Permanece haciendo lo que Dios te haya mandado en paz y reposo y con humildad, hasta que Él te diga otra cosa.


Debemos orar para conocer su voluntad, no para que Dios haga la nuestra, lo que no quiere decir que no podamos expresarle nuestros anhelos justos. Dios nos concede solo los deseos que Él, y no nosotros, pone en nuestro corazón. Eso requiere mucho tiempo de crecimiento y maduración en su intimidad.


Debes seguir a autores de la "Senda de la Cruz". Es la senda que nos lleva a someternos a Dios y no a ordenarle como tiene que organizar su Universo.


En los primeros días de nuestras comunicaciones te recomendé algunos libros de autores como George Müller, Andrew Murray y especialmente Watchman Nee. Después de Nee empieza a leer todos los libros de Stephen Jones que, además tienes gratuitamente en su sitio Web. Esto te llevará a madurar conociendo a Cristo íntimamente.


Este tipo de devocionales que estas siguiendo tienden a alimentar los deseos carnales de prosperidad material; cosa que también puede dárnosla el Señor, pero solo lo hará cuando hayamos crecido lo suficiente para que no nos dañe separándonos de Él.


Así que esa sea tu oración, como dice el Proverbio: "No me des riqueza ni pobreza ... si no mantenme del pan necesario…" (Ver Proverbios 30: 7-9).


Este consejo que te ofrezco te será una buena guía:


"LA VOLUNTAD DE DIOS RARAMENTE COINCIDE CON NUESTROS DESEOS. CUANDO LO HAGA DESCONFÍA Y ASEGÚRATE MUY BIEN DE QUE ESA SEA SU VOLUNTAD Y NO LA TUYA.


LA CRUZ ES ESO: SU VOLUNTAD CRUZÁNDOSE CONTRA LA NUESTRA. LA CIMA ESPIRITUAL QUE DEBES BUSCAR ES LA DE LA UNIÓN DE LAS VOLUNTADES; ES DECIR, QUE LA TUYA SE SOMETA Y ESTÉ DE ACUERDO CON LA SUYA.


LA SUYA SIEMPRE ES LA QUE VEMOS OCURRIR Y DEBEMOS ACEPTARLA CON GOZO".



JOSÉ,


SANIDAD ¿CREER LA PALABRA RECIBIDA O A LOS SÍNTOMAS? Biografía de Watchman Nee, por Witness Lee


Resultado de imagen de el paralítico se levanta y toma su camilla


Después de sus comentarios sobre mi testimonio, le pregunté (a W. Nee): “Estuve enfermo de tuberculosis durante un año, al grado de sangrar por las vías respiratorias. Un día la palabra de Dios vino, recibí fe, y la enfermedad desapareció. Pero de vez en cuando volvía a vomitar y los síntomas regresaban. ¿A qué se debe esto y cómo lo puedo vencer?"

El hermano Nee respondió lo siguiente:

En cuanto a la sanidad, debemos prestar atención a los tres factores siguientes: 
1) No tiente a Dios; 
2) No acepte los síntomas, y
3) Crea que la gracia es suficiente
Timoteo padecía de una afección gástrica crónica. Pablo le aconsejó que dejara de beber agua. En aquellos días, los judíos tenían estanques de agua debajo de sus casas para almacenar agua de la lluvia o el agua extraída de algún estanque. Las bacterias proliferaban en el agua y ésta se volvía insalubre. Por eso, Pablo aconsejó a Timoteo que usara un poco de vino (1ª Tim. 5: 23), el cual estimula la circulación.  
Pablo tenía el don de sanidad, y sanó a muchos enfermos, pero no sanó a Timoteo, quien también tenía dones, pero no podía sanar sus problemas gástricos. Dios no le dio ninguna palabra. Timoteo no podía decir: “No hay ninguna diferencia entre beber agua y vino". ¡No! Esto sería tentar a Dios. El no debía beber el agua del estanque de barro. Aparentemente no se ve diferencia alguna entre confiar en Dios y tentarle. La diferencia reside en si uno ha recibido una palabra de Dios o no. En apariencia, levantarse y andar con la palabra de Dios es lo mismo que levantarse y andar sin ella. Pero en realidad, levantarse y andar sin haber recibido una palabra de Dios es tentar a Dios. Si caminamos basados en la premisa de que Dios puede sanarnos, estamos tentando a Dios. Pero si Dios me habla, no necesito preocuparme por las normas de salud. Si Dios no me ha dicho nada, me debo limitar a las leyes naturales.  
Observe el caso del hombre que tenía una mano seca. El Señor le dijo una palabra, y basándose en ella, el hombre no esperó hasta que los síntomas desaparecieran para creer que estaba sano. El pudo pasar por alto los síntomas. El Señor le dijo que extendiera la mano, y él lo hizo. Podemos confiar en la palabra del Señor y hacer a un lado el síntoma.  
El paralítico no esperó hasta sentirse más fuerte para tomar su lecho y caminar. El Señor le dijo que tomara su lecho y caminara; así que, él lo tomó y anduvo.  
Cuando recibimos una palabra del Señor, no necesitamos tomarnos el pulso ni ver si la fiebre desapareció. Si no tenemos la palabra de Dios, debemos permanecer dentro de la leyes que rigen la salud y la sanidad, pero si Dios nos dice algo específico, nos podemos darnos el lujo de ir a los extremos, sin temerle a nada. 
Yo estuve enfermo, pero un día Dios mandó Su palabra para sanarme. Sólo supe que debía recibir la palabra de Dios y no prestar atención a mis síntomas. Si Dios dice que estoy sano, es porque Su palabra erradicó la enfermedad. Si fijo mis ojos en la enfermedad, la palabra de Dios pierde su eficacia. No me entusiasmaba si la fiebre bajaba ni me preocupaba si subía. Mi atención no se centraba en la temperatura de mi cuerpo, sino en la palabra de Dios. Ni la temperatura, alta o baja, ni la composición de la sangre, normal o deficiente, eran el Señor. Sólo El es el Señor. Aprendamos a reírnos de la fiebre y a confiar en la palabra de Dios y no en los síntomas. Sólo la palabra de Dios es verdadera; los síntomas son falsos. Cuando Dios dice que desaparecieron, en verdad desaparecieron. Si uno vomita sangre, Dios probablemente está probando la fe de uno. Si confiamos en la palabra de Dios y no en los síntomas, éstos desaparecerán.  
Al principio yo no podía creer que estuviese sano, porque no había oído nada de parte de Dios. Pero un día la palabra de Dios vino, aunque mis síntomas seguían siendo muy graves. Me levanté y dije: “Señor, reprende los síntomas si son falsos”. Una o dos horas más tarde la enfermedad desapareció.
Algunas enfermedades son sanadas inmediatamente, otras no. Una vez, cuando estaba enfermo, le pedí al Señor que me sanara. El Señor dijo: “La sanidad no llegará pronto, pero Mi gracia te baste". Entonces El me mostró un barco que navegaba por un río y se encontró frente a una roca grande y no podía sortear ese escollo. El me preguntó: “¿He de quitar la roca para que puedas salir de esta situación, o elevo el nivel del agua para que puedas pasar por encima?" Entonces entendí la voluntad del Señor, y dije: “Señor, no te pido que soluciones el problema, sino que aumentes Tu gracia" (es decir, que podremos sobrellevar la afección con Su gracia sin tener que detener nuestra labor habitual ni quejarnos ni estar subiendo cada día al altar para que oren por nosotros. Creo que tengo varias de estas afecciones, jajaja)
El creyente está por encima de cualquier enfermedad que exista en el mundo. Si el Señor le habla a uno específicamente, no se preocupe por los síntomas. Crea que Dios es fiel y fortalézcase al tomar la palabra de Dios, y no procure que los síntomas desaparezcan. Tampoco tema que los síntomas constituyan un obstáculo. La roca posiblemente no se mueva, pero el nivel del agua subirá mucho. Este es el camino que seguimos. 
En síntesis, debemos destacar estos tres factores: 1) si actuamos sin haber oído nada de parte de Dios, lo tentamos a Él; 2) si recibimos la palabra de Dios, no miremos los síntomas; 3) si la palabra de Dios no nos sana inmediatamente, entonces Su gracia nos bastará. El no desea que estemos enfermos sin suficiente gracia. Pablo tenía una enfermedad, pero trabajaba más que cualquiera. La enfermedad nunca detiene la obra. Aprenda a consagrarse al Señor, quien es verdadero y fiel.
1) no tiente a Dios; 
2) no acepte los síntomas, y
3) crea que la gracia es suficiente.

Un mes antes de asistir al entrenamiento en Kuling, vomité sangre y me internaron en el hospital de Shanghai. Cuando me sentí mejor, fui a Kuling. Esa fue la razón por la cual pregunté acerca de los síntomas que se manifiestan después de que uno ha sido sanado. Después de recibir la ayuda y la dirección del hermano Nee, el Señor me mostró que en el universo sólo hay dos cosas verdaderas: Dios y Su palabra; todo lo demás es falso. Yo estaba sano porque Dios así lo había dicho, y no debía preocuparme por los síntomas. Todos síntomas eran mentira porque la palabra de Dios ya me había declarado sano. Le doy gracias al Señor porque desde junio de 1948 hasta el presente, 1991, es decir, durante cuarenta y tres años, nunca volví a vomitar sangre. Los síntomas desaparecieron por completo. ¡Alabado sea el Señor!

El Evangelio de Juan, Parte 15- LA SEGUNDA SEÑAL DE JESÚS, 2, Dr. Stephen Jones





Noviembre 5, 2019



Juan 4:46 dice:

46 Por lo tanto, volvió a Caná de Galilea, donde había hecho agua del vino. Y había allí cierto oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaum.

El apóstol nos recuerda que Jesús había convertido el agua en vino en Caná, porque sin duda así fue como "cierto oficial del rey" llegó a creer que Jesús podía sanar a su hijo. No se nos dice casi nada acerca de este funcionario, pero podemos suponer que estaba casado y tenía al menos un hijo.

Su hogar era Capernaum, donde también debe haber estado sirviendo bajo Herodes el Tetrarca ("gobernante de cuatro territorios"), apodado Antipas. Era gobernante de Galilea y Perea (en el lado este del Jordán) y había construido la ciudad de Tiberias como su capital en el lado oeste del mar de Galilea. Estaba al sur de Capernaum, que se encontraba en la costa norte.

Herodes Antipas también fue el responsable de ejecutar a Juan el Bautista poco tiempo antes. Con la sede del ministerio de Jesús establecida en Capernaum, hay pocas dudas de que este funcionario asistía a la sinagoga allí y que también había aceptado a Jesús.

Chuza, el mayordomo de Herodes
Me pregunto si este funcionario era de hecho Chuza, el mayordomo de Herodes, cuya esposa, Juana, era una de las personas que apoyaban a Jesús (Lucas 8:3). Chuza mismo trabajaba a tiempo completo para Herodes, por lo que no podía tomarse mucho tiempo libre de sus deberes. Sin embargo, si este "cierto oficial del rey" era realmente Chuza, es evidente que la enfermedad de su hijo era lo suficientemente urgente como para que marchara durante dos o tres días para buscar el poder de curación de Jesús.

Juan 4:47 dice:

47 Cuando oyó que Jesús había salido de Judea a Galilea, fue a verlo y le pidió que bajara y sanara a su hijo; porque estaba a punto de morir.

Sin duda, él también había escuchado cómo Jesús limpió el Templo en Jerusalén. Es probable que esta noticia se hubiera extendido rápidamente por el palacio de Herodes y que esto le hubiera hecho reír. Ciertamente no le causó ninguna mala voluntad hacia Jesús. De hecho, cuando Jesús estaba a punto de ser crucificado, Pilato lo envió a Herodes, con la esperanza de evitar tener que sentenciar a un hombre inocente. Herodes no mostró animosidad hacia Jesús, sino que solo buscó ver por sí mismo si Jesús podía hacer milagros (Lucas 23:8). Fue solo cuando Jesús se negó que Herodes supuso que era solo otro fraude y lo trató con desprecio (Lucas 23:11).


Dependencia de señales
Juan 4:48 dice:

48 Entonces Jesús le dijo: "A menos que vosotros veáis señales [semeion] y prodigios [teras], simplemente no creeréis".

Esta reprimenda obviamente estaba dirigida a la multitud que estaba observando en lugar de al oficial real específicamente. Después de todo, el padre del niño enfermo había recorrido catorce millas, tal vez a caballo, no para seguir las señales y maravillas, sino por un sentido de urgencia de obtener la curación de su hijo. La situación era grave y urgente.

Entonces, es seguro que Jesús se estaba refiriendo a la gente en general, no al oficial en particular. Aparentemente, muchos se habían reunido con la esperanza de presenciar una señal milagrosa que pudiera convencerlos de que el Mesías había llegado. Más tarde, el apóstol Pablo también mencionaría esta característica nacional, diciendo en 1 Corintios 1:22, "… en verdad, los judíos piden señales ...".

Las señales sirven como confirmaciones, pero en sí mismas son inadecuadas para producir fe. La fe viene al oír (Romanos 10:17), no al ver señales. Si uno se niega a creer a menos que vea un milagro, puede que sea persuadido y piense que tiene fe, pero en realidad su fe será mera persuasión. La persuasión no perdura, porque al final es anímica y, por lo tanto, mortal. Es por eso que muchas personas que siguieron a Jesús durante su ministerio finalmente lo rechazaron en Su crucifixión.


Owth y Mowpheth (Señales y prodigios)
La palabra hebrea para "señal" es owth. Se deletrea con aleph, tav y con vav en el medio. La aleph es la primera letra del alfabeto hebreo; la tav es la última; y la vav es un conector ("clavo o clavija") que une dos cosas. Como conector, también significa "y". Así owth se refiere literalmente a “el principio y el fin”. En términos griegos, se refiere a Cristo como el alfa y la omega , el principio y el fin (Apocalipsis 21:6). Tal es el concepto hebreo de una señal (owth).

Un "prodigio" o maravilla es la palabra hebrea mowpheth, que proviene de una palabra raíz que significa "conspicuo, brillante, hermoso". La implicación es que un prodigio es algo que se ve bien.

Entonces, cuando Jesús dijo: "a menos que vosotros veáis señales y prodigios", estaba insinuando que la gente necesitaba saber toda la verdad (de principio a fin) para creer algo, y que creerían solo si se veía bien a sus propios ojos. El problema era que sin oír la Palabra estaban viendo señales y prodigios con ojos carnales.

Por el contrario, Pablo dice en 2 Corintios 5:7, "caminamos por fe, no por vista". La fe viene por el oír; la persuasión viene por ver con ojos carnales.

Los israelitas bajo Moisés vieron muchas señales y maravillas (Deuteronomio 6:22), pero sin embargo les faltaba la fe para entrar en la Tierra Prometida. Sus ojos solo veían gigantes que se oponían a ellos, y creyeron a sus ojos, en lugar de la promesa de Dios. Ni siquiera la separación del Mar Rojo pudo infundir fe en sus corazones. Los milagros no son la respuesta, aunque ciertamente pueden ser útiles para confirmar la Palabra.

El problema en los días de Jesús era el mismo que el de hoy. Las señales y los prodigios son útiles para confirmar la Palabra que escuchamos de Dios, pero cuando se espera que infundan fe, pueden llegar a ser perjudiciales para nuestro crecimiento espiritual.



Category: Teachings
Blog Author: Dr. Stephen Jones

El Evangelio de Juan, Parte 14- LA PRIMERA SEÑAL DE JESÚS, 5, Dr. Stephen Jones




11 de octubre de 2019




23 Ahora, cuando estaba en Jerusalén en la Pascua, durante la fiesta, muchos creyeron en su nombre, observando las señales que hacía.

Parece que Jesús hizo más de una señal-milagrosa (semeion) en Jerusalén en esa Pascua en la que limpió el Templo. Fue suficiente para hacer que muchos creyeran en su nombre en algún grado. Es probable que creyeran que Él era el último mensajero del Pacto descrito en Malaquías 3:1,

1 He aquí, voy a enviar a Mi mensajero [Juan el Bautista], y él despejará el camino delante de Mí. Y el Señor [ha Adon], a quien buscas, vendrá de repente a su templo; y el mensajero del pacto [Jesús], en quien te deleitas, he aquí, Él viene”, dice el Yahweh de los ejércitos.

Sabemos que Juan el Bautista cumplió la primera parte del versículo anterior, porque Jesús lo declaró claramente en Mateo 11:10. Por lo tanto, Juan fue un "mensajero" de Cristo. El segundo "mensajero" era Jesús mismo, el Ha Adon en quien residía la presencia de Dios. Su "pacto", por supuesto, era el Nuevo Pacto, no el antiguo (Hebreos 12:24).

Malaquías mismo era "el mensajero de Dios", porque su nombre significa "Mi mensajero". Como mostré mi comentario, Malaquías: el Mensajero de Dios, habla de cuatro mensajeros en su escritura, dos de los cuales fueron Juan y Jesús en Malaquías 3:1. Siendo este el último libro de las Antiguas Escrituras, Malaquías estaba sentando las bases para la venida del Mesías, dándonos las señales y la evidencia por las cuales la gente lo reconocería.

La limpieza del Templo fue quizás la principal de esas señales en lo que respecta al Mesías mismo. Pero Juan nos dice que Jesús realizó "señales", lo que indica múltiples señales que no creyó adecuadas registrar en su evangelio. Como de costumbre, estas señales dividieron a las personas, ya que algunos no creyeron, mientras que "muchos" otros sí.


Fe temblorosa
A pesar de que "muchos creyeron en su nombre", Jesús sabía que su fe (pistis) todavía era inestable.

24 Pero Jesús, por su parte, no se confiaba a ellos [pisteuo], porque conocía a todos los hombres, 25 y porque no necesitaba que nadie le diera testimonio sobre el hombre, porque Él mismo sabía lo que había en el hombre.

Fe (pistis) es un sustantivo en griego. En su forma verbal, la gente "creía" (episteusan) en su nombre. Sin embargo, Jesús "no se confiaba (pisteuo) a ellos". En otras palabras, Jesús no tenía fe en ellos, porque "Él conocía a todos los hombres". Entendía que la fe puede ser inestable hasta que se fundamenta en la Palabra y ha tenido la oportunidad de madurar y dar buenos frutos.

Al decirnos esto, Juan advierte al lector que las personas serían inducidas a volverse contra Jesús al final de la historia. En otras palabras, aunque la gente sabía que muchos de los sacerdotes eran corruptos y que el Templo necesitaba ser limpiado del espíritu del becerro de oro, al final, depositarían su fe en la palabra de aquellos sacerdotes que condenaron a Jesús. El versículo 25 explica la razón por la cual Jesús no podía confiar en la fe de la gente. Jesús "sabía lo que había en (el) hombre" (tous anthropo).

¿Quién era "el hombre"? Era el antepasado común de la gente, Adán.

En Génesis 1:26 "Dios dijo: Hagamos al hombre [awdawm, o adam, "humanidad"] a nuestra imagen". La palabra awdawm no tiene un artículo definido, y el Dr. Bullinger nos dice en sus notas que significa "humanidad" u "hombres” en general. Sin embargo, en el siguiente versículo, Génesis 1:27 dice que "Dios creó al hombre (ha awdawm, "el Adán") a su propia imagen". Las notas de Bullinger sobre este versículo dicen:

"Hombre. Aquí el heb. Adam tiene el artículo y el Heb. demostrativo. 'Eth' para indicar que el hombre creado en 2:7 era el ‘hombre’ aquí propuesto.

En otras palabras, cuando la palabra hebrea awdawm no tiene un artículo definido (ha, "el"), debe traducirse como "hombre" en un sentido genérico; mientras que cuando se escribe ha awdawm, se refiere al hombre individual, el propio Adán. Esto se ve en todo el texto hebreo del Antiguo Testamento.

Este principio se aplica al traducir las palabras del hebreo al griego. Juan 2:24 no usa el término "todos los hombres", como lo traduce NASB. Simplemente traduce "todos" (pantas), y la palabra "hombres" está simplemente implícita. La Emphatic Diaglott dice:

24 Pero Jesús no confiaba en ellos porque los conocía a todos [pantas].

El siguiente versículo, Juan 2:25, es traducido por The Emphatic Diaglott,

25 y no exigió que nadie testificara sobre el hombre [tou anthropou]; porque él sabía lo que había en el hombre [a anthropo].

En ambos casos, es "el hombre", que, al mirarlo a través de la lente hebrea, es una referencia a Adán en particular. El pecado de Adán trajo la muerte (mortalidad) a todos los hombres (Romanos 5:12), que se convirtió en la enfermedad incurable de todos los hombres a partir de entonces, causando que pecaran individualmente. Juan dice que Jesús conocía completamente el problema raíz en todos los hombres, que se remontaba al propio Adán. No necesitaba que nadie le proporcionara un doble testigo para conocer el problema provocado por el pecado original.

Jesús también sabía que Su propio destino lo llevaría a la Cruz. Por lo tanto, entendió que sería traicionado por aquellos que antes habían profesado fe en Él.


Fe almática y espiritual
Cuando Juan nos dice que muchos creyeron (es decir, tuvieron fe) en Su nombre, vemos que su fe era de calidad adámica. Adán fue hecho un alma viviente, mientras que Cristo fue hecho un Espíritu Vivificante (1 Corintios 15:45). Aquellos que profesaban fe en Cristo en Juan 2:23 poseían una fe basada en el alma, porque aún no habían sido engendrados de lo Alto. En En otras palabras, su "fe" era una expresión del hombre natural ("anímico"), que se remonta a Adán.

No se puede confiar en tal fe. La fe basada en el alma llega cuando el alma (mente) de un hombre estudia un asunto y luego es convencida o persuadida por evidencia física. Esto no es malo en sí mismo, pero es inadecuado cuando se convierte en la base de nuestra relación con Dios. Dios requiere mayor fe, la fe que es un "don de Dios" (Efesios 2:8). Tal fe se origina en Dios, no en el hombre, y la respuesta del hombre a ese don es la expresión de la verdadera fe basada en el espíritu, la única que puede salvar.

La pregunta es cómo distinguir entre la fe anímica y espiritual. Esto es difícil, porque se parecen hasta que la prueba del tiempo las distingue. La fe basada en el alma siempre falla al final, mientras que la fe espiritual nunca falla. Sin embargo, uno debe esperar el tiempo para cumplir su llamado a fin de confirmar qué tipo de fe tiene un hombre.

Pedro hizo una gran confesión de fe en Mateo 16:16, y Jesús lo elogió. Pero poco tiempo después, Pedro reprendió a Jesús por decir que pronto tendría que morir (Mateo 16:22), y Jesús lo llamó "Satanás" (Mateo 16:23). Esto no fue más que un anticipo de la triple traición de Pedro a Jesús en Su juicio (Mateo 26:34,75).

Pedro "lloró amargamente" cuando su falta de fe fue expuesta para él, pero también cambió su vida para siempre de una manera positiva. En ese momento perdió toda la fe en su hombre natural, lo que lo preparó para el don de la fe que estaba por venir. Uno debe perder la confianza en la carne para reemplazarla con la fe espiritual. La nueva fe de Pedro era inquebrantable y resistió la prueba del tiempo, incluso cuando el momento de su propia crucifixión en Roma tuvo lugar en el año 67 dC.


Experiencia personal
En mi propia experiencia, era creyente desde mi primera infancia. No recuerdo un momento en que no fuera creyente. Sincero como era, no fue hasta una crisis en 1981-1982 que Dios expuso la insuficiencia de mi fe. Me llevó un año completo romper mi fe, pero al final, mis esfuerzos por mantenerme firme fracasaron, y entré en una breve experiencia de "muerte", después de lo cual Dios "me levantó de entre los muertos" y comenzó a reconstruir mi vida sobre una base de verdadera fe espiritual que permanecería inquebrantable.

Incluso entonces, esa nueva fe tuvo que forjarse en el crisol y madurar mediante la disciplina durante otros 10 años (1983-1993) antes de que se me permitiera volver a ingresar al ministerio y conducir a las personas a la guerra espiritual. Mi historia está registrada (en parte) en mi libro, Las Guerras del Señor.

El punto es que mi comprensión de la fe espiritual y anímica viene no solo a través del estudio de la Palabra sino también a través de una larga y dura experiencia. He visto de primera mano la naturaleza voluble de la carne y lo fácil que es ser guiado por ídolos ocultos en el corazón. Sin embargo, también sé que nuestro Dios soberano es totalmente capaz de vencer nuestra carne, incluso si resiste Su voluntad.

Además, el amor de Dios lo obliga a trabajar en nuestras vidas hasta que su propósito se cumpla en nosotros. El resultado no depende de la voluntad del hombre, porque Su voluntad es más fuerte que la nuestra. La única pregunta relevante es CUANDO Él elige hacer esto en nuestras vidas. Él no anula nuestra voluntad per se sino que nos guía a través de experiencias que cambian nuestra voluntad para conformarnos a la Suya. De esta manera, acabamos estando de acuerdo con Su voluntad, no porque estemos obligados a ello sino porque finalmente vemos las cosas a Su manera.

Los métodos de Dios dan a muchos la impresión de que el hombre tiene "libre albedrío", cuando de hecho la voluntad del hombre está subordinada a la voluntad de Dios. El hombre tiene una voluntad, pero la propiedad de Dios de lo que ha creado le da el derecho legal de cambiar la voluntad de los hombres. No ejerce ese derecho con todos durante su vida presente, pero al final, como nos dice Pablo en Filipenses 2:10,11, cada rodilla se doblará cuando vean Su gloria y cada lengua lo profesará abierta y alegremente (exomologeo).

Por lo tanto, cuando Juan nos informa que Jesús sabía lo que había en el hombre, entendemos que Jesús sabía la deficiencia de la fe anímica de los hombres. Aunque Juan no se toma el tiempo para exponer más sobre esto en ese momento, sabemos por sus palabras de Juan 1:13 que se refería a ser engendrado por el Espíritu a través de la voluntad de Dios, en oposición a la descendencia anímica de Adán, por quien recibimos la voluntad del hombre.

La transformación de la fe anímica a la fe espiritual también es parte de la transformación vista en la primera señal-milagro de Jesús, donde convirtió el agua en vino. Nuestros templos están siendo limpiados y purificados, ya que Él expulsa todos los motivos anímicos de nuestros corazones, para que podamos adorarlo en espíritu y en verdad.


Category: Teachings
Blog Author: Dr. Stephen Jones