"Pero sin fe es imposible agradar a Dios",Hebreos 11: 6
AVANZAMOS MÁS ALLÁ DEL BLOG FINISTERRE. CRUZADO EL JORDÁN, EL REMANENTE FIEL ESPERA EL APOTEÓSICO DERRAMAMIENTO FINAL DE LA FIESTA DE TABERNÁCULOS, PLENITUD DE PENTECOSTÉS, EL MEJOR VINO DEL FINAL, ¡LA MANIFESTACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS! // "La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Yahweh de los Ejércitos; y daré paz en este lugar...". Hg. 2:9 // "No estoy diciendo, 'regresemos a Pentecostés'; estoy diciendo, '¡avancemos!'” (G.H.Warnock)
"Pero sin fe es imposible agradar a Dios",Hebreos 11: 6
6 de junio de 2021
La fe no la liberamos nosotros, nos es impartida cuando escuchamos a Dios hablándonos. Eso quiere decir que si Él no nos habla, nosotros no podremos recibir esa fe para el socorro oportuno.
No confundas la fe con el mentalismo del Movimiento de la Súper Fe o de la Nueva Era. Permanece haciendo lo que Dios te haya mandado en paz y reposo y con humildad, hasta que Él te diga otra cosa.
Debemos orar para conocer su voluntad, no para que Dios haga la nuestra, lo que no quiere decir que no podamos expresarle nuestros anhelos justos. Dios nos concede solo los deseos que Él, y no nosotros, pone en nuestro corazón. Eso requiere mucho tiempo de crecimiento y maduración en su intimidad.
Debes seguir a autores de la "Senda de la Cruz". Es la senda que nos lleva a someternos a Dios y no a ordenarle como tiene que organizar su Universo.
En los primeros días de nuestras comunicaciones te recomendé algunos libros de autores como George Müller, Andrew Murray y especialmente Watchman Nee. Después de Nee empieza a leer todos los libros de Stephen Jones que, además tienes gratuitamente en su sitio Web. Esto te llevará a madurar conociendo a Cristo íntimamente.
Este tipo de devocionales que estas siguiendo tienden a alimentar los deseos carnales de prosperidad material; cosa que también puede dárnosla el Señor, pero solo lo hará cuando hayamos crecido lo suficiente para que no nos dañe separándonos de Él.
Así que esa sea tu oración, como dice el Proverbio: "No me des riqueza ni pobreza ... si no mantenme del pan necesario…" (Ver Proverbios 30: 7-9).
Este consejo que te ofrezco te será una buena guía:
"LA VOLUNTAD DE DIOS RARAMENTE COINCIDE CON NUESTROS DESEOS. CUANDO LO HAGA DESCONFÍA Y ASEGÚRATE MUY BIEN DE QUE ESA SEA SU VOLUNTAD Y NO LA TUYA.
LA CRUZ ES ESO: SU VOLUNTAD CRUZÁNDOSE CONTRA LA NUESTRA. LA CIMA ESPIRITUAL QUE DEBES BUSCAR ES LA DE LA UNIÓN DE LAS VOLUNTADES; ES DECIR, QUE LA TUYA SE SOMETA Y ESTÉ DE ACUERDO CON LA SUYA.
LA SUYA SIEMPRE ES LA QUE VEMOS OCURRIR Y DEBEMOS ACEPTARLA CON GOZO".
JOSÉ,
En cuanto a la sanidad, debemos prestar atención a los tres factores siguientes:
1) No tiente a Dios;
2) No acepte los síntomas, y
3) Crea que la gracia es suficiente.
Timoteo padecía de una afección gástrica crónica. Pablo le aconsejó que dejara de beber agua. En aquellos días, los judíos tenían estanques de agua debajo de sus casas para almacenar agua de la lluvia o el agua extraída de algún estanque. Las bacterias proliferaban en el agua y ésta se volvía insalubre. Por eso, Pablo aconsejó a Timoteo que usara un poco de vino (1ª Tim. 5: 23), el cual estimula la circulación.
Pablo tenía el don de sanidad, y sanó a muchos enfermos, pero no sanó a Timoteo, quien también tenía dones, pero no podía sanar sus problemas gástricos. Dios no le dio ninguna palabra. Timoteo no podía decir: “No hay ninguna diferencia entre beber agua y vino". ¡No! Esto sería tentar a Dios. El no debía beber el agua del estanque de barro. Aparentemente no se ve diferencia alguna entre confiar en Dios y tentarle. La diferencia reside en si uno ha recibido una palabra de Dios o no. En apariencia, levantarse y andar con la palabra de Dios es lo mismo que levantarse y andar sin ella. Pero en realidad, levantarse y andar sin haber recibido una palabra de Dios es tentar a Dios. Si caminamos basados en la premisa de que Dios puede sanarnos, estamos tentando a Dios. Pero si Dios me habla, no necesito preocuparme por las normas de salud. Si Dios no me ha dicho nada, me debo limitar a las leyes naturales.
Observe el caso del hombre que tenía una mano seca. El Señor le dijo una palabra, y basándose en ella, el hombre no esperó hasta que los síntomas desaparecieran para creer que estaba sano. El pudo pasar por alto los síntomas. El Señor le dijo que extendiera la mano, y él lo hizo. Podemos confiar en la palabra del Señor y hacer a un lado el síntoma.
El paralítico no esperó hasta sentirse más fuerte para tomar su lecho y caminar. El Señor le dijo que tomara su lecho y caminara; así que, él lo tomó y anduvo.
Cuando recibimos una palabra del Señor, no necesitamos tomarnos el pulso ni ver si la fiebre desapareció. Si no tenemos la palabra de Dios, debemos permanecer dentro de la leyes que rigen la salud y la sanidad, pero si Dios nos dice algo específico, nos podemos darnos el lujo de ir a los extremos, sin temerle a nada.
Yo estuve enfermo, pero un día Dios mandó Su palabra para sanarme. Sólo supe que debía recibir la palabra de Dios y no prestar atención a mis síntomas. Si Dios dice que estoy sano, es porque Su palabra erradicó la enfermedad. Si fijo mis ojos en la enfermedad, la palabra de Dios pierde su eficacia. No me entusiasmaba si la fiebre bajaba ni me preocupaba si subía. Mi atención no se centraba en la temperatura de mi cuerpo, sino en la palabra de Dios. Ni la temperatura, alta o baja, ni la composición de la sangre, normal o deficiente, eran el Señor. Sólo El es el Señor. Aprendamos a reírnos de la fiebre y a confiar en la palabra de Dios y no en los síntomas. Sólo la palabra de Dios es verdadera; los síntomas son falsos. Cuando Dios dice que desaparecieron, en verdad desaparecieron. Si uno vomita sangre, Dios probablemente está probando la fe de uno. Si confiamos en la palabra de Dios y no en los síntomas, éstos desaparecerán.
Al principio yo no podía creer que estuviese sano, porque no había oído nada de parte de Dios. Pero un día la palabra de Dios vino, aunque mis síntomas seguían siendo muy graves. Me levanté y dije: “Señor, reprende los síntomas si son falsos”. Una o dos horas más tarde la enfermedad desapareció.
Algunas enfermedades son sanadas inmediatamente, otras no. Una vez, cuando estaba enfermo, le pedí al Señor que me sanara. El Señor dijo: “La sanidad no llegará pronto, pero Mi gracia te baste". Entonces El me mostró un barco que navegaba por un río y se encontró frente a una roca grande y no podía sortear ese escollo. El me preguntó: “¿He de quitar la roca para que puedas salir de esta situación, o elevo el nivel del agua para que puedas pasar por encima?" Entonces entendí la voluntad del Señor, y dije: “Señor, no te pido que soluciones el problema, sino que aumentes Tu gracia" (es decir, que podremos sobrellevar la afección con Su gracia sin tener que detener nuestra labor habitual ni quejarnos ni estar subiendo cada día al altar para que oren por nosotros. Creo que tengo varias de estas afecciones, jajaja).
El creyente está por encima de cualquier enfermedad que exista en el mundo. Si el Señor le habla a uno específicamente, no se preocupe por los síntomas. Crea que Dios es fiel y fortalézcase al tomar la palabra de Dios, y no procure que los síntomas desaparezcan. Tampoco tema que los síntomas constituyan un obstáculo. La roca posiblemente no se mueva, pero el nivel del agua subirá mucho. Este es el camino que seguimos.
En síntesis, debemos destacar estos tres factores: 1) si actuamos sin haber oído nada de parte de Dios, lo tentamos a Él; 2) si recibimos la palabra de Dios, no miremos los síntomas; 3) si la palabra de Dios no nos sana inmediatamente, entonces Su gracia nos bastará. El no desea que estemos enfermos sin suficiente gracia. Pablo tenía una enfermedad, pero trabajaba más que cualquiera. La enfermedad nunca detiene la obra. Aprenda a consagrarse al Señor, quien es verdadero y fiel.
1) no tiente a Dios;
2) no acepte los síntomas, y
3) crea que la gracia es suficiente.
"Hombre. Aquí el heb. Adam tiene el artículo y el Heb. demostrativo. 'Eth' para indicar que el hombre creado en 2:7 era el ‘hombre’ aquí propuesto.