TRADUCTOR-TRANSLATE

Mostrando entradas con la etiqueta VISIÓN DEL REINO-Dr. Stephen Jones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta VISIÓN DEL REINO-Dr. Stephen Jones. Mostrar todas las entradas

Libro: LA VISIÓN DEL REINO, Dr. Stephen Jones

 

87 Páginas


Uno de los resultados de mi reciente viaje para recoger la dote fue recibir inspiración para la próxima serie de weblogs. Esto en realidad vino a través del donante de la dote, quien sugirió la necesidad de un manual (o manuales) que describieran ciertos temas sin entrar en muchos detalles. Discutimos algunos de estos temas, y luego Dios amplió estos proyectos de una manera que podría mantenerme ocupado durante bastante tiempo.


El primer proyecto es inculcar una visión del Reino. A estas alturas, la mayoría de ustedes ya tienen una visión clara del Reino, especialmente si han estado siguiendo estos weblogs, FFI y libros durante un período prolongado de tiempo. Pero diariamente se agregan nuevos lectores, y anticipamos muchos más en los próximos años. Será útil darles a estos creyentes un mapa claro de la Tierra Prometida, por así decirlo.



Descargar en PDF:






LA VISIÓN DEL REINO - Parte 22 (Tres Grandes Despertares y el Último Gran Avivamiento), Dr. Stephen Jones

 


 https://godskingdom.org/blog/2022/12/kingdom-vision-part-22-final

LA VISIÓN DEL REINO - Parte 15 (Ser legalmente un israelita requiere la fe en Cristo), Dr. Stephen Jones

 


https://godskingdom.org/blog/2022/12/kingdom-vision-part-15

LA VISIÓN DEL REINO - Parte 13 (Ser el pueblo de Dios no es cuestión genealógica), Dr. Stephen Jones

 



https://godskingdom.org/blog/2022/12/kingdom-vision-part-13

Los que dan fruto son, por definición, el pueblo elegido de Dios (“Mi pueblo”). En Romanos 11, Pablo los llama los elegidos, escogidos o el Remanente de Gracia.

En Éxodo 5: 1, Moisés le dijo a Faraón: “Deja ir a mi pueblo”, sin definir específicamente quién era “mi pueblo”. Anteriormente, en Éxodo 4: 22, Dios dijo: "Israel es mi hijo", pero nuevamente, Dios no definió específicamente quién era Israel. La mayoría ha definido estos términos genealógicamente, como lo hice yo durante muchos años, habiendo crecido en la iglesia entre quienes enseñaban esto.

Sin embargo, convertirse en “mi pueblo”, era algo que se suponía que los israelitas debían lograr, no algo que nacieran naturalmente. En Éxodo 19: 5 leemos,

5 Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi propiedad [o “tesoro especial”, KJV] entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra.

Esto hace que la posición como “mi propiedad” (es decir, el pueblo de Dios) esté condicionada a su obediencia—específicamente, a su habilidad de mantener su promesa de obedecer su Ley. Si ser posesión de Dios se hubiera basado en su genealogía desde Abraham, entonces la única condición habría sido que tuvieran los padres correctos.



El Segundo Pacto

Durante sus 40 años en el desierto, fallaron prácticamente en todas las pruebas de fe y obediencia. Así que al final de los 40 años, Dios hizo un Segundo Pacto con ellos en las llanuras de Moab (Deuteronomio 29: 1). Este pacto no dependía de la habilidad del hombre para guardar sus votos a Dios. Dependía únicamente de la capacidad de Dios para cumplir su promesa de hacerlos su pueblo.

Entonces Moisés reunió al pueblo para escuchar los términos de este pacto, como leemos en Deuteronomio 29: 12-13,

12 para que podáis entrar en el pacto con el Señor vuestro Dios, y en su juramento, que el Señor vuestro Dios hace hoy con vosotros, 13 a fin de estableceros hoy como su pueblo y para que Él sea vuestro Dios, justamente como os habló y como juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob.

Parece que incluso después de 40 años, aquellos israelitas aún no eran su pueblo, ni Yahveh era su Dios. El Primer Pacto resultó ser inadecuado, porque los hombres no pudieron cumplir adecuadamente sus votos, que habían prometido en Éxodo 19: 8. Por lo tanto, se necesitaba un nuevo pacto, uno que realmente funcionara, y estaba modelado según el juramento que “juró a vuestros padres, a Abraham, Isaac y Jacob”.

Sabemos que el pacto y juramento que hizo a Abraham fue la base de lo que luego se llama el Nuevo Pacto. En otras palabras, era el voto de Dios al hombre. Este juramento no era aplicable solo a esos israelitas sino a toda la Tierra. Deuteronomio 29: 14-15 dice:

14 Ahora bien, no solo con vosotros hago este pacto y este juramento, 15 sino también con los que están aquí con nosotros hoy en la presencia del Señor nuestro Dios y con los que no están aquí con nosotros hoy.

Todos los israelitas reunidos en el monte “y los extranjeros” (Deuteronomio 29: 11) debían escuchar los términos de este pacto, porque se aplicaba a todos por igual. Y no solo a los presentes, sino también a los no presentes. Entiendo que esto incluye todas las genealogías en cada generación hasta el final de los tiempos. Es voto de Dios hacer de todos “mi pueblo”, aunque el cumplimiento de ese juramento no será completo hasta el Jubileo de la Creación al final de los tiempos.

La mayoría de los israelitas que presenciaron el juramento de Dios no obedecieron de inmediato. Si hubieran tenido fe en la promesa (o juramento) de Dios, habrían sido justificados por la fe abrahámica, pero (como nosotros hoy), no habrían sido perfeccionados en ese momento. Dios prometió hacerlos su pueblo, pero eso era solo el comienzo de un largo proceso, que se delineó en las tres fiestas principales: Pascua, Pentecostés y Tabernáculos.



No es mi pueblo

Los israelitas ocuparon la tierra de Canaán durante más de seis siglos antes del exilio a Asiria y Babilonia. Oseas fue un profeta de la Casa del Norte (Israel), quien habló de que los israelitas serían desechados. Dios habló de ellos como “no mi pueblo” (Oseas 1: 9). El contexto muestra que Dios estaba a punto de divorciarse de Israel (Oseas 2: 2), lo que supuso un cambio de estatus legal de ser “mi pueblo” (ammi) a “no mi pueblo” (lo-ammi).

Cuando los asirios finalmente conquistaron Israel y deportaron a los israelitas a la tierra de Gamir, su genealogía permaneció inalterada y sin cambios. Solo sufrieron un cambio de estatus legal. Al estar divorciados de Dios (Jeremías 3: 8), fueron reducidos al mismo estatus legal que todas las demás naciones que nunca se casaron con Dios.

Note que ser “mi pueblo” no fue edificado sobre su genealogía. Tampoco su regreso a ser el pueblo de Dios dependería de su genealogía. Los términos se establecieron en el Pacto con Abraham y más tarde con el Segundo Pacto bajo Moisés. El Nuevo Testamento explica esto completamente como un asunto de fe abrahámica (Romanos 4: 21-22).

La Casa de Israel, dirigida por la tribu de Efraín, fue la primera en perder su estatus legal, pero la Casa de Judá no fue diferente. Jeremías 7:15 dice:

15 Os echaré de mi vista, como he echado a todos vuestros hermanos, a toda la descendencia de Efraín.

De nuevo, el profeta dice en Jeremías 7: 23-24,

23 Pero esto es lo que les mandé, diciendo: “Oíd mi voz, y yo seré vuestro Dios, y vosotros me seréis por pueblo, y andaréis en todo el camino que Yo os mando, para que os vaya bien”. 24 Mas ellos no obedecieron ni inclinaron su oído, sino que anduvieron en sus propios consejos y en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante.

Ser “mi pueblo” dependía de su obediencia a “mi voz”. Por lo tanto, ni los judíos ni los israelitas pueden llamarse a sí mismos pueblo de Dios si no responden a la voz de Dios. ¿Por qué? Porque “la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo” (Romanos 10: 17). Oír es obedecer. No hay audición sin obediencia.

Al ver cómo tanto Israel como Judá habían fallado en ser obedientes, surge la pregunta: ¿Cómo pueden ellos (y otros) convertirse en el pueblo de Dios? Pablo responde esta pregunta en Romanos 11.



El Remanente de Gracia

Romanos 11: 1-2 comienza,

11 Digo entonces, Dios no ha rechazado a su pueblo, ¿verdad? ¡De ningún modo! Porque yo también soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2 Dios no ha desechado a su pueblo, a quien de antemano conoció…

Pablo continúa explicando el significado de “su pueblo”. Menciona el hecho de que había 7.000 hombres en Israel durante los días de Elías, que eran el pueblo de Dios, el pueblo “escogido” (Romanos 11: 7). Luego dice, “los demás estaban endurecidos”, o “cegados” (KJV). Había más de un millón de israelitas cegados que NO fueron elegidos, a pesar de su genealogía.

Elías, sin duda, era parte del Remanente. El rey Acab de Israel no lo era. De Judá, Absalón pensó que era elegido, pero su rechazo a su padre David demostró que no lo era. De hecho, Absalón era un anticristo, a pesar de su genealogía. Pablo mismo era uno de los "cegados" en su vida temprana, mientras perseguía a la Iglesia. No se convirtió en uno del pueblo de Dios hasta que fue detenido en el camino a Damasco.

Pablo continúa en Romanos 11: 5,

5 De la misma manera, pues, también ha llegado a haber en el tiempo presente un remanente según la elección de la gracia de Dios.

Sin duda Pablo se consideraba parte de ese “remanente” en su día. Aunque era “descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín”, no se consideraba “elegido” por su genealogía sino por su fe abrahámica.

La conclusión es que Dios ha escogido a unos pocos “de toda tribu y lengua y pueblo y nación” y los ha “convertido en un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra” (Apocalipsis 5: 9-10). Será su trabajo como líderes llevar al resto de la humanidad al lugar de la fe donde todos puedan ser “mi pueblo”. Dios llama a unos pocos para bendecir a los muchos.

Al final, el voto de Dios es salvar a toda la humanidad. El llamamiento abrahámico es bendecir a todas las naciones, a todas las familias de la Tierra, haciendo que se arrepientan de sus malos caminos (Hechos 3: 25-26). En otras palabras, nosotros, como hijos de Abraham (por la fe) somos llamados por Dios para implementar los términos de su juramento para salvar a toda la humanidad. Solo cuando todos hayan sido bendecidos para convertirse en el pueblo de Dios, Dios realmente cumplirá su juramento del Nuevo Pacto.



Cómo llegar a ser “mi pueblo”

La única manera de llegar a ser “mi pueblo” es a través de la fe en Jesucristo. Aparte de Él, no hay salvación (Hechos 4: 12). Esto se aplica a los israelitas, los judaítas y todos los demás. Jesús es la única manera de obtener el estatus de "mi pueblo". Todos deben venir a Él por igual y de la misma manera. No hay un camino de salvación para los judíos y otro para los gentiles, como han dicho algunos.

La ventaja de ser israelita o judío (en la carne) es que se les dio la Ley y la revelación de la naturaleza de Dios (Romanos 3: 1-2). Ninguna otra nación vio la gloria de Dios venir a ellos de esa manera. Los que vivían lejos probablemente no escucharon acerca de este evento en el Monte Sinaí y, por lo tanto, no tuvieron la oportunidad de creer en el Dios de Israel.

Como custodios de la revelación de Dios, los sacerdotes de Israel y Judá tenían una gran ventaja sobre otras naciones, muchas de las cuales ni siquiera escucharían el evangelio hasta tiempos recientes. Pero esto no significa que la Palabra de Dios haya sido dada exclusivamente a los israelitas. A los israelitas se les confió el evangelio para bendecir a todas las naciones.

La Gran Comisión (Mateo 28: 19-20; Marcos 16: 15) se basa en el llamado de Abraham a bendecir a todas las naciones. Y cuando las personas de todas las naciones se arrepientan y pongan su fe en Jesucristo, se les otorgará el mismo estatus legal que a aquellos que compartieron el evangelio con ellos (Gálatas 3: 27-29), para que todos lleguen a ser “mi pueblo”.

La pregunta es si compartimos o no la visión de Dios del Reino. ¿Cómo pensamos que es el Reino de Dios? ¿Será un Reino en el que los judíos gobernarán el mundo por su genealogía? ¿O los gobernantes serán una muestra representativa de cada nación, como nos dice Juan? ¿Será Jesús rey en la Jerusalén terrenal en un templo reconstruido, con sacerdotes levitas sirviéndole con sacrificios de animales, como enseñó Scofield?

Necesitamos una visión más bíblica del Reino para que podamos cumplir mejor con el llamado abrahámico.


LA VISIÓN DEL REINO - Parte 11 (La crucial distinción de la profecías de Jeremías a Israel y Judá), Dr. Stephen Jones

 




La idea de que la Jerusalén terrenal es una “ciudad eterna” que nunca será destruida es una falacia que hoy ciega a muchos judíos y cristianos y les impide tener una visión clara del Reino. El acto profético de Jeremías de romper la vasija vieja que representa a Jerusalén—“este pueblo y esta ciudad”, Jeremías 19: 11— rara vez se enseña en los estudios bíblicos.

Sin embargo, debemos enfrentar esta realidad venidera si queremos entender la profecía bíblica básica. El destino de Jerusalén es un tema importante. ¿Se convertirá en la capital del Reino, o será “echada fuera” y destruida? Estos resultados muy diferentes se contradicen directamente entre sí.



Dos profecías separadas: Israel y Judá

Jeremías en realidad dio dos profecías separadas, una para la Casa del norte de Israel, que ya había sido desechada y llevada cautiva a Asiria, y la otra para Judá y Jerusalén. Jeremías 18: 1-10 fue una revelación del destino de Israel; Jeremías 18: 11 al capítulo 19 fue una revelación del destino de Judá y Jerusalén.

Primero, se le dijo al profeta que fuera a la casa de un alfarero, donde fue testigo de cómo se transformaba una vasija de barro húmedo en otra vasija. Jeremías 18: 4 dice que “el barro se echó a perder en la mano del alfarero, y volvió a hacer con él otra vasija, como le plació al alfarero hacerla”. Siendo arcilla húmeda, esta era una posibilidad natural, y Dios luego aplicó esto a Israel, diciendo en Jeremías 18: 6,

8 ¿No puedo Yo, oh casa de Israel, hacer con vosotros como hace este alfarero?, declara el Señor. “Mirad, como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”.

Una gran cantidad de maestros de profecía hoy en día aplican mal esta promesa al pensar que Israel es lo mismo que Judá y los judíos ("judíos"). Por lo tanto, aplican esta profecía a la creación del Estado Judío en 1948 y llaman a ese Estado “Israel”. Por extensión, la profecía se aplica a Jerusalén, lo que lleva a afirmar que es una “ciudad eterna”. Sin embargo, la capital de Israel era Samaria, no Jerusalén.

La profecía real dada a Judá y Jerusalén comienza en Jeremías 18: 11-12,

11 Ahora, pues, habla a los hombres de Judá y contra los habitantes de Jerusalén, y diles: “Así dice el Señor: 'He aquí, estoy tramando calamidad contra vosotros y tramando un plan contra vosotros. ¡Oh, vuélvase cada uno de ustedes de su mal camino, y reformen sus caminos y sus obras!' 12 Pero ellos dirán: '¡Es inútil! Porque vamos a seguir nuestros propios planes, y cada uno de nosotros actuará de acuerdo con la dureza de su malvado corazón'”.

Vea cuán diferente es esto de la profecía anterior dada a la casa de Israel. Israel iba a ser rehecha; Judá y Jerusalén en particular se dirigían a la “calamidad”. La naturaleza de esta calamidad se ve en Jeremías 19: 11, cuando la vasija vieja (no de barro húmedo, sino seco) se rompe en el valle de Ben-Hinnom (griego: Gehena), como una vasija que no se puede reparar.

En otras palabras, Israel debía ser reparada; Judá y Jerusalén iban a ser destruidas.



La acusación contra Jerusalén

El resto de Jeremías 18 condena a Judá y Jerusalén por su terca negativa a someterse a las Leyes de Dios. Quemaron incienso a dioses falsos (Jeremías 18: 15), desviándose “de las sendas antiguas”, resultando finalmente en hacer de su tierra “una desolación, objeto de burla perpetua” (Jeremías 18: 16).

La única manera de evitar esta calamidad era que la gente se arrepintiera de su “terquedad”. Jeremías aclara esto cuando les apela, diciendo: “Volveos cada uno de vuestro mal camino, y reformad vuestros caminos y vuestras obras” (Jeremías 18: 11). El arrepentimiento siempre mitigará el juicio e incluso puede cancelarlo por completo, si se hace a tiempo.

La profecía, sin embargo, nos dice que no se arrepentirán. El profeta pone palabras en sus bocas: “¡Es inútil! Porque vamos a seguir nuestros propios planes”. Entonces el profeta habla de guerra y hambre en Jeremías 18: 21-22. Esto es seguido por la oración más asombrosa de todas en Jeremías 18: 23,

23 Sin embargo, tú, oh Señor, conoces todos sus designios mortales contra mí; no perdones su iniquidad ni borres su pecado de tu presencia. Sino que caigan delante de Ti; ¡Trátalos en el tiempo de tu ira!

Los líderes de Jerusalén (con el apoyo de la gente común) se habían opuesto a Jeremías, negándose a creer la Palabra del Señor que les habló. Los complots contra Jeremías están registrados en Jeremías 11: 18-23.

18 Además, el Señor me lo hizo saber y yo lo supe; entonces me mostraste sus obras. 19 Pero yo era como un cordero manso llevado al matadero; y yo no sabía que habían maquinado conjuras contra mí, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre.

Estos complots fueron formulados en Anatot (Jeremías 11: 21), un pueblo en la tierra de Benjamín, que pudo haber sido la ciudad natal del profeta, a juzgar por el hecho de que, más tarde, su tío quiso que Jeremías rescatara una parcela de tierra en Anatot (Jeremías 32: 7-9). El profeta fue traicionado por sus propios parientes y amigos.

Como profeta, Jeremías representaba a Dios, por lo que lo vemos también como un tipo de Cristo, quien era “como un cordero manso llevado al matadero”. Este es el tema principal también en Isaías 53, que fue una profecía de Cristo como el Cordero de Dios. La respuesta de Dios está en Jeremías 11: 22-23,

22 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos: “¡He aquí, voy a castigarlos! Los jóvenes morirán a espada, sus hijos e hijas morirán de hambre; 23 y no les quedará remanente, porque yo traeré calamidad sobre los hombres de Anatot, el año de su castigo”.

Estos fueron los complots contra la vida de Jeremías a los que se refirió en Jeremías 18: 23, orando: “No perdones la iniquidad de ellos, ni borre su pecado de delante de tus ojos, sino que sean abatidos delante de Ti”. Como víctima de la injusticia, Jeremías tenía derecho a perdonarlos, así como Dios también tenía ese derecho. Pero en este caso, el profeta sabía que Dios no los perdonaría ni borraría su pecado, por lo que también se ajustó a la voluntad de Dios. Todo esto apunta a la conclusión de que esas personas no se arrepentirían, haciendo inevitable el juicio en Jeremías 19: 11.



La profecía de Ben-Hinnom

Jeremías 19 sigue los pasos de Jeremías 18: 1-23 y es una continuación de la acusación contra Judá y Jerusalén. Leemos en Jeremías 19: 1-3,

1 Así dice el Señor: “Ve y compra una vasija de barro de alfarero, y toma algunos de los ancianos del pueblo y algunos de los principales sacerdotes. 2 Salid luego al valle de Ben-Hinom, que está a la entrada de la puerta de los tiestos [donde la gente tiraba los tiestos, o vasijas de barro rotas], y proclamad allí las palabras que os digo, 3 y decid: Oíd palabra de Yahweh de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo calamidad sobre este lugar, y todo el que la oyere le retiñirá en sus oídos”.

El valle de Ben-Hinom también era el lugar donde se había levantado un santuario para ofrecer niños a Baal (Jeremías 19: 5). A los “ancianos” y “principales sacerdotes” se les mostró así la razón de esta acusación de Dios, mientras el profeta daba voz al veredicto divino. Como resultado de este juicio, ese valle pasaría a llamarse “Valle de la Matanza” (Jeremías 19: 6).

Luego se instruyó al profeta a romper la vasija de barro mientras profetizaba una destrucción irreparable, en Jeremías 19: 10-12,

10 Entonces romperás la vasija a la vista de los hombres que te acompañan 11 y les dirás: “Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien rompe una vasija de alfarero, que ya no puede ser reparada; y los enterrarán en Tofet [“lugar de quema (bebés)”] porque no habrá otro lugar para sepultura. 12 Así trataré a este lugar [Jerusalén] y a sus habitantes” --declara el Señor-- “para que esta ciudad sea como Tofet”.

A lo largo de toda esta profecía para Judá y Jerusalén, no podemos encontrar una sola palabra de esperanza para Jerusalén. Para la casa de Israel, no solo habría esperanza, sino también la certeza de que Dios convertiría el barro húmedo en una vasija nueva. Pero para Judá, la vasija de barro ya se había secado al fuego y, una vez rota, no podía repararse. Solo podía ser llevada a la puerta de los tiestos para ser desechada en el Valle de Ben-Hinom (Tofet).

Es importante entender la distinción entre Israel y Judá. Es importante saber la diferencia entre las dos vasijas y sus muy diferentes destinos. Las diez tribus de Israel, que fueron deportadas a Asiria entre el 745 y el 721 aC, nunca regresaron a la Vieja Tierra, porque su destino estaba en otra parte. Las dos tribus de Judá (y Benjamín) fueron deportadas a Babilonia más de un siglo después. Permanecieron en cautiverio durante 70 años antes de volver a reasentarse en la Vieja Tierra.

Los judíos en los días de Jesús eran los descendientes de los que habían regresado. Eran judíos, el resto de la Casa de Judá, que se componía de Judá, Benjamín y algunos de la tribu sacerdotal de Leví. Eran conocidos como "judíos", un término abreviado para judaítas. No eran los israelitas a quienes se les había dado la profecía del barro mojado.

Esta distinción es crucial si queremos tener una visión adecuada del Reino.

https://godskingdom.org/blog/2022/12/kingdom-vision-part-11

LA VISIÓN DEL REINO - Parte 10 (La completa destrucción de Jerusalén aún aguarda su cumplimiento), Dr. Stephen Jones

 




Hay quienes creen que la “tribulación” ocurrió cuando Jerusalén fue destruida en el año 70 dC. Esto se basa en gran parte en la discusión de Jesús en Mateo 24, que habla de la destrucción del templo (Mateo 24: 2), “guerras y rumores de guerras” (Mateo 24: 6), y “la abominación desoladora… de pie en el lugar santo” de Daniel (Mateo 24: 15).


Ciertamente, algunas (pero no todas) de esas profecías se cumplieron en el año 70 dC y, más ampliamente, entre el 66 y el 73 dC. La guerra comenzó propiamente en la Pascua del 66 dC. El sitio real de Jerusalén comenzó en la mañana de la Pascua en el 70 dC. La guerra terminó en la mañana de la Pascua del 73 dC cuando los romanos tomaron Masada.

Estos tres eventos de la Pascua tuvieron lugar precisamente 40 años después de los eventos importantes del Nuevo Testamento en el 26, 30 y 33 dC.



Los años 30 y 33 dC

El año 26 dC fue el final del ciclo del 80º Jubileo (desde Adán) y fue también 490 años después de que el rey persa Artajerjes asumiera el trono en el 465 aC—el 70º Jubileo desde Adán.

Más importante aún, Artajerjes inició las 70 semanas de Daniel cuando, en su séptimo año (458 aC), envió a Esdras a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo restaurado (Esdras 7: 6, 9). El rey liberó los utensilios del templo (Esdras 7: 19) e incluso sufragó la expedición (Esdras 7: 15-17).

Esdras salió de Babilonia en el primer mes del 458 aC, el mes de la Pascua, y 490 años después, Jesús fue crucificado en la Pascua del 33 dC, poniendo fin a las 70 semanas de Daniel.

[Nota: cuando se estableció nuestro calendario en el año 527 dC, el número cero aún era desconocido en Occidente. Entonces el calendario no tenía un Año Cero. Pasó directamente del 1 aC al 1 dC. Entonces, al calcular el número de años desde el 458 aC al 33 dC, uno debe sumar los números para obtener 491, pero luego debemos restar 1 para eliminar el año cero inexistente].

Muchos discuten acaloradamente las fechas del nacimiento y ministerio de Cristo. Demostrar mi cronología ocuparía demasiado espacio aquí, pero la demuestro a fondo en mi libro, Las Setenta Semanas de Daniel, capítulos 3 y 4.

El punto principal es que cuando Juan murió en la Pascua del año 30 dC, solo seis meses después de haber bautizado a Jesús, su muerte marcó el comienzo de un período de gracia de 40 años para que Jerusalén se arrepintiera. Asimismo, cuando Jesús fue rechazado y crucificado en la Pascua del 33 dC, marcó el comienzo de otro período de gracia de 40 años que terminó con la caída de Masada en el 73 dC.

El número 40 en sí mismo es el número bíblico para juicio o libertad condicional. Ver El Significado Bíblico de los Números. Por lo tanto, Jerusalén recibió gracia, pero la ciudad también fue puesta a prueba.



La intercesión de Ezequiel por Judá

Estos dos períodos de gracia de 40 años los había ganado Ezequiel muchos años antes, cuando el profeta intercedió por Judá y Jerusalén. Ezequiel 4: 6 dice,

6 Cuando los hayas cumplido, te acostarás por segunda vez, pero sobre tu lado derecho, y llevarás la iniquidad de la casa de Judá; te lo he asignado por cuarenta días, un día por cada año.

Se requería que el profeta se acostara sobre su lado derecho durante cuarenta días, cada día representando un año de gracia para Judá. Esto se cumplió de manera dual: 30-70 dC y 33-73 dC. Debido a que Judá y Jerusalén no se arrepintieron por rechazar a Cristo y su precursor, la ciudad y la nación fueron destruidas.



Intercesión de Ezequiel por la Iglesia

Pero la intercesión de Ezequiel tuvo efectos de eco en otros niveles. Sus 40 días representaron 40 años, según su propia revelación en Ezequiel 4: 6, pero la historia también muestra que representó 40 años sabáticos y 40 ciclos de jubileo en cumplimientos en constante expansión.

Después de 40 años, la ciudad (Jerusalén) fue destruida, al finalizar el período de gracia y prueba para Judá.

La Iglesia de Pentecostés se estableció en Hechos 2: 1 en el año 33 dC. También pasó por un tiempo de prueba, no solo por 40 años, sino por 40 años sabáticos (de reposo). Durante este tiempo, la Iglesia fue perseguida, primero por los líderes religiosos de Jerusalén y luego por las autoridades romanas. Hacia el final de los ciclos de 40 sábados (40 x 7 = 280 años), el emperador romano Constantino emitió su famoso Edicto de Tolerancia en abril de 311 dC, que puso fin a la persecución y cambió el curso de la historia de la Iglesia. Esto fue seguido por el Edicto de Milán en el 313, que le dio a la Iglesia estatus legal y el derecho a existir.

Es de destacar que esto tuvo lugar precisamente 40 años de reposo después que la iglesia fuera establecida por el cumplimiento de la Fiesta de Pentecostés.



La intercesión de Ezequiel por los Vencedores

El ciclo más largo que estableció Ezequiel por intercesión es un día de Jubileo. Una vez más, podemos usar el año 33 dC como punto de partida, porque tiene que ver tanto con la Iglesia como con los Vencedores. Cuarenta jubileos (40 x 49 años) desde el 33 dC nos lleva a 1993. Este período de tiempo fue profetizado por el reinado de 40 años de Saúl, el rey que fue coronado el día de la “cosecha de trigo” (es decir, Pentecostés). Véase el discurso de Samuel en 1º Samuel 12: 17.

En 1993, hablando proféticamente, “Saúl” murió y entramos en la transición de siete años y medio al reinado de “David”, quien representa a los Vencedores. Podemos decir que estos 40 Jubileos fueron un período de prueba más largo para la Iglesia y que 1993 inició una nueva Era, en la que los Vencedores comenzaron a ser empoderados con la autoridad del Mandato de Dominio.

Ya he mostrado cómo progresó el surgimiento de la casa de David desde Pentecostés, el 30 de mayo de 1993 hasta el 30 de noviembre de 2000. Luego vimos el surgimiento de la casa de José (2001-2009). Después vimos el ascenso de Eliseo (2009-2010), seguido del ascenso de los Santos del Altísimo (2010-2017). Las indicaciones apuntan al año 2024 para el próximo gran paso en la autoridad de los Vencedores.



La tribulación de Jerusalén

Cuando Jerusalén fue destruida en el año 70 dC, de hecho cumplió muchas profecías de las que habló Jesús en Mateo 24. Sin embargo, Jerusalén fue reconstruida, lo que demuestra que esas profecías aún requieren un mayor cumplimiento en los últimos días.

La profecía de Jeremías 19: 10-11 se cumplió parcialmente en el 586 aC, cuando Nabucodonosor destruyó la ciudad, y nuevamente en el 70 dC. Pero en cada caso, la ciudad fue reconstruida.

10 Entonces romperás la vasija a la vista de los hombres que te acompañan 11 y les dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos: 'Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de alfarero, que ya no puede ser reparada; y serán sepultados en Tofet porque no habrá otro lugar para sepultura'”.

Después del año 70 dC, Jerusalén fue “reparada”, y todavía permanece hoy como un testimonio de que la profecía de Jeremías aún no se ha cumplido. Esto muestra de manera concluyente que la tribulación de Jerusalén quedó incompleta en el año 70 dC y todavía aguarda por un cumplimiento moderno.

Esto es importante para tener una visión clara del Reino, porque a muchos se les ha enseñado que Jerusalén será la capital del Reino y que Jesús gobernará desde un templo reconstruido en ella. Este no puede ser el caso, por supuesto, porque la Vieja Jerusalén es “Agar” (Gálatas 4: 25). Agar-Jerusalén y su “hijo” (aquellos que la reclaman a ella y al Antiguo Pacto como su “madre” espiritual) deben ser “echados fuera” (Gálatas 4: 30) en favor de los Santos del Altísimo, los Vencedores.

https://godskingdom.org/blog/2022/12/kingdom-vision-part-10

LA VISIÓN DEL REINO - Parte 9 (Años 2014, 2017, 2024), Dr. Stephen Jones

 



En la Fiesta de Tabernáculos de 2014 en Minneapolis, les dimos a los gobernantes babilónicos de este mundo un aviso con 3 años de antelación de que su derecho a tener el Mandato de Dominio expiraría en 2017. Sin embargo, en su arrogancia y codicia, ellos (como Faraón en el tiempo de Moisés) rehusaron liberar al mundo y permitir que los Vencedores tomaran el lugar que les correspondía en un sentido práctico.


Así como Faraón fue juzgado con diez plagas, los gobernantes de la Babilonia Misteriosa también comenzaron a caer bajo el juicio divino. La agitación actual en el mundo es evidencia de ello. Dios levantó al presidente Donald Trump como el gran disruptor en jefe para hacer gran parte de ese trabajo. Pero esto no se trata de ningún hombre, porque Dios mismo, nuestro gran “Redentor”, tomó crédito por ello en Jeremías 50: 34, diciendo: “Él defenderá con vigor el caso de ellos, para traer reposo a la tierra, pero turbación a los habitantes de Babilonia”.



El año 2014

En septiembre de 2013, que fue el comienzo del año 2014 según los cálculos hebreos, terminé el último segmento de mi comentario sobre Deuteronomio. Leí Deuteronomio 34: 10 que dice:

10 Desde entonces no se ha levantado en Israel otro profeta como Moisés, a quien el Señor conoció cara a cara.

Esta fue una referencia a Deuteronomio 18: 18, Profeta levantaré como tú de en medio de sus hermanos”. Este fue el comentario adicional de Esdras al libro de Deuteronomio cuando compiló el canon del Antiguo Testamento, siglos después del cautiverio en Babilonia. Esdras tomó nota de que este "profeta", el Mesías mismo, aún no se había levantado. De hecho, pasarían otros cinco siglos antes de que Jesucristo cumpliera esa profecía (Hechos 3: 20-22).

Mientras contemplaba esto, se me ocurrió que Jesús había muerto en la Pascua de 1480 desde que salieron de Egipto bajo Moisés. La palabra griega, christos, o “Cristo” tiene un valor numérico de 1480. Por lo tanto, tomó 1480 años para que el profeta “como Moisés” completara su misión como el Cordero Pascual, probando así que Él mismo era el Cristo.

Mi pregunta, entonces, fue esta: ¿Cuánto tiempo le tomaría a Cristo hacer su Segunda Obra? ¿Hay un tiempo paralelo con respecto a la Segunda Venida? Luego descubrí que desde el momento en que la nueva ley de Justiniano entró en vigencia en el año 534 dC hasta el 2014, pasaron precisamente 1480 años. Esto me puso en alerta de que había llegado el final de la vigencia de las leyes del Cuerno Pequeño y que el Reino de Dios las reemplazara.

Entonces, el 14 de octubre de 2014, pusimos a Misterio Babilonia en aviso. Sin embargo, como escribí anteriormente, los "siete tiempos" completos del contrato de Dios con los Imperios Bestias no terminaron hasta 2017. Entonces, en la conferencia de 2014, expliqué que tendríamos que esperar otros tres años antes de que la Corte Divina transfiriese la autoridad a los Santos del Altísimo.


El año 2024

Para aclarar nuestra visión del Reino, también necesitamos saber la importancia del año 2024 en la profecía a largo plazo.

Jeremías 50: 34 reveló la intención de Dios de “traer reposo a la tierra”. La idea de “reposo” es la característica principal de las Leyes del Sábado. Hay días de reposo, años de reposo y jubileos, que se basan en un ciclo de siete años de reposo. Cada nivel de sábado es importante, pero traer reposo a la Tierra misma es parte del plan a largo plazo de Dios.

En la profecía de Jeremías, está en el contexto de ser redimido de la esclavitud de Babilonia. En el caso de Judá y Jerusalén, este fue un cautiverio de 70 años, o diez años sabáticos. Pero sabemos que este ciclo de 70 años se aplicó solo al cautiverio del primero de los cuatro Imperios Bestias. Iba a haber un cautiverio mucho más largo de “siete tiempos” (es decir, 360 años sabáticos, o 2.520 años).

Como ya expliqué anteriormente, este largo ciclo no terminaría hasta 2017.

Pero todavía hay un ciclo más largo que se remonta al cruce del Jordán bajo Josué. Es un ciclo de 70 Jubileos (o 70 x 49 años, o 7 x 490 años). Este ciclo a largo plazo termina en 2024.

Este ciclo a largo plazo involucra a los cananeos, quienes primero cayeron bajo una maldición en la época de Noé. Génesis 9: 25 dice,

25 Entonces él [Noé] dijo: “Maldito sea Canaán; siervo de siervos será para sus hermanos”.

La maldición de Noé puso a Canaán en Tiempo Maldito, que siempre se expresa en términos de ciclos de 414 años. En realidad, es un período de tiempo de gracia que se les dio a los cananeos para arrepentirse, a fin de evitar el juicio de Dios al final del período de tiempo. En este caso, los cananeos no se arrepintieron, y después de 2 x 414 años, Josué cruzó el Jordán y los juzgó.

Cuando los cananeos fueron desplazados por los israelitas, fue un tipo profético de un tiempo mayor en el futuro cuando los Santos poseerían el Reino. La principal diferencia fue que la conquista de Josué se hizo con la espada del Antiguo Pacto, mientras que hoy en día la conquista y el derrocamiento del Misterio Babilonia se harán bajo la “espada del Espíritu” del Nuevo Pacto (Efesios 6: 17).

Asimismo, ya no estamos estableciendo un Reino muy limitado en un pequeño territorio a la orilla oriental del Mar Mediterráneo. Hoy Dios está estableciendo un Reino mundial, un Imperio Universal que desplazará al actual imperio universal de Misterio Babilonia. Esto es importante, porque si los Santos del Altísimo no entienden esto, no tendrán una visión adecuada del Reino. En cambio, serán desviados por el sionismo y pensarán que el Reino de Dios se está formando en el moderno "Israel" y Palestina.

El sionismo se basa en el Antiguo Pacto y desdibuja la visión del Reino de la mayoría de los cristianos de hoy.

El sionismo tiene su lugar en la profecía, pero no como piensa la mayoría de la gente. Para entender el sionismo y el estado moderno llamado “Israel”, uno debe conocer la historia profética de Esaú-Edom. Expuse toda la historia en mi libro, La Lucha por el Derecho de Nacimiento (Primogenitura). Pero para nuestro propósito actual, es importante ver que el establecimiento del Estado de “Israel” en 1948 fue el punto final de ocho ciclos del Tiempo Maldito (8 x 414 años), que se remontan al primer cautiverio de Israel al rey de Mesopotamia (Babilonia) en Jueces 3: 8,

8 Entonces el furor de yahweh se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años.

Ese fue un cautiverio de ocho años, que terminó cuando Dios levantó a Otoniel como el primer juez o comandante militar de Israel. Esos ocho años profetizaron un cautiverio babilónico mucho más largo que duraría 8 x 414 años y terminaría en 1948. Pero en lugar de arrepentirse y volverse a Cristo (como muchos esperaban), los judíos establecieron un Estado que continuaba rechazando a Jesús como el Cristo. Muchos pensaron que los judíos se volverían a Cristo después de tres años y medio, pero eso no sucedió. Entonces supusieron que seguramente este gran arrepentimiento ocurriría 7 años después de 1948, pero eso también fracasó.

Si hubieran sabido que el Estado de “Israel” se fundó en Tiempo Maldito, podrían haber tenido una mejor comprensión de los tiempos y las estaciones.

Hay muchos detalles que uno debe saber sobre esto, más de los que podemos cubrir aquí. La conclusión es que cualquier ciclo de Tiempo Maldito es seguido por un ciclo de "limpieza" de 76 años. En este caso, 1948 más 76 nos lleva nuevamente al año 2024. Por lo tanto, esperamos ver algún evento importante en 2024, no solo para traer reposo a la Tierra, sino también para resolver la disputa sionista.

Para obtener una cuenta más completa (y un gráfico), consulte mi FFI n.° 388 con fecha de noviembre de 2020.

https://godskingdom.org/blog/2022/12/kingdom-vision-part-9

LA VISIÓN DEL REINO - Parte 8 (Tiempo final para Babilonia: 2017-2024), Dr. Stephen Jones

 



Al Cuerno Pequeño de Daniel se le dio dominio por “un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” (Daniel 7: 25), que Juan interpretó como “cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 13: 5). Si esta hubiera sido una profecía a corto plazo, podríamos interpretarla como unos tres años y medio. Sin embargo, un “cuerno” es una extensión de la Bestia—en este caso, la Bestia de Hierro de Roma. Un cuerno es diferente del cuerpo principal de cualquier bestia, y en este caso, la Roma papal sucedió a la Roma imperial que cayó en el 476 dC.


Los cuarenta y dos meses en la profecía a largo plazo equivalen a 1.260 años en la profecía a largo plazo. Se extendió desde 529-534 hasta 1789-1794, y luego la Roma Papal recibió su herida mortal por medio de la Revolución Francesa. Más de 30.000 sacerdotes fueron asesinados y muchos más huyeron al exilio. Hasta ese momento, Francia había sido llamada el hijo primogénito de la iglesia.



¿Durante cuánto tiempo?

Cuando la Segunda Bestia se levantó de la Tierra para ayudar a la Primera Bestia, Juan no nos dio ninguna pista de cuánto duraría esta nueva situación. Daniel, sin embargo, dijo claramente que el Cuerno Pequeño dominaría y oprimiría a los Santos hasta que llegara el tiempo de que los Santos poseyeran el Reino (Daniel 7: 21-22).

Entonces, se nos dice, habría un gran juicio en el Cielo, que fallaría a favor de los Santos. Daniel 7: 26-27 dice:

26 Pero el tribunal se sentará a juzgar y su dominio será quitado, aniquilado y destruido para siempre. 27 Entonces la soberanía, el dominio y la grandeza de todos los reinos debajo de todo el cielo serán dados al pueblo de los santos del Altísimo…

En 1993, cuando fuimos dirigidos a realizar la Campaña de Oración del Jubileo, recibimos la revelación de que no se trataba de una batalla en un campo de batalla físico, sino de un caso judicial en la Corte Divina. Más tarde descubrí que muchos otros también recibieron revelación de la Corte Divina a principios de la década de 1990. En nuestra Campaña de Oración del Jubileo, solicitamos a la Corte Divina, en nombre de todos los Vencedores, que se nos diera el Mandato de Dominio, y ganamos nuestro caso. Creo que esto fue, de hecho, el cumplimiento de Daniel 7: 26. Sin embargo, esto fue solo el comienzo de la transferencia de autoridad a los Santos del Altísimo.



De Saúl a David

En 1990 supe por revelación que el rey Saúl era un tipo pentecostal. De hecho, fue coronado rey el día de la “siega del trigo”, según el discurso de coronación de Samuel en 1º Samuel 12: 17. El reinado de 40 años de Saúl tipificó el reinado de 40 jubileos de la Iglesia en la Era de Pentecostés (40 x 49 años desde el 33 hasta 1993 dC).

Sin embargo, cuando Saúl murió, David no se convirtió inmediatamente en rey sobre todo Israel. David fue coronado rey sobre su propia tribu (Judá), y reinó “siete años y seis meses” en Hebrón antes de que el resto de las tribus lo hicieran rey sobre todo Israel (2º Samuel 5: 3-5). Su primer acto fue conquistar Jerusalén y establecer su reino desde allí. Luego reinó otros 33 años en Jerusalén.

Esta transición de Saúl a David se desarrolló a mayor escala en nuestro tiempo de 1993 a 2000.

Más precisamente, la Era Pentecostal comenzó en el día de Pentecostés en Hechos 2: 1 y terminó en Pentecostés el 30 de mayo de 1993. Entonces entramos en un ciclo de 7 años y medio donde los Vencedores ("David") reinaron desde el 30 de mayo de 1993 hasta noviembre 30 de octubre de 2000. Hacia el final de ese tiempo, fuimos guiados a coronar a “David” como rey en la Fiesta de Tabernáculos el 21 de octubre del 2000.

Un mes después, fuimos llevados a realizar reuniones proféticas en las que derrocamos la Jerusalén terrenal el 29 de noviembre de 2000. Al día siguiente, fuimos dirigidos a establecer la Nueva Jerusalén como la capital del Reino. Esto ocurrió precisamente 7 ½ años después de la muerte de “Saúl” el 30 de mayo de 1993.

Por lo tanto, vimos que la transferencia de autoridad ocurrió gradualmente, según el patrón del mismo David en 2º Samuel 5: 3-5.



El Factor José

David era de la tribu de Judá, y por eso, Jesús tuvo que nacer en Belén, la ciudad natal de David. Tenía que ser de la tribu de Judá para reclamar el Mandato de Dominio, según Génesis 49: 10. Pero en la Segunda Aparición de Cristo, Él vendría como “José” para reclamar su Primogenitura. Génesis 49: 10 le dio el Mandato de Dominio a Judá solo temporalmente "hasta que venga Silo". Entonces el Cetro se reuniría con la Primogenitura bajo la jefatura de Cristo.

Por esta razón, después de que a “David” se le dio la plena autoridad el 30 de noviembre de 2000, el siguiente paso fue traer a “José” para que la Primogenitura completa pudiera ser dada a Cristo, y a los Vencedores bajo Él. Entonces, en enero de 2001, fuimos guiados por el Espíritu a realizar una serie de campañas de oración durante todo el año para establecer la Primogenitura de José.

El ascenso de “José” finalmente, después de 7 años, se completó en la Fiesta de Tabernáculos en 2007, que se llevó a cabo en Hilo, Hawái. Allí recibimos la revelación del próximo paso en la progresión de la profecía.



El Factor Eliseo

La revelación en Hilo fue sobre el nacimiento de “Juan” (es decir, “Elías”) que iba a tener lugar “en este tiempo [mo'ed, “tiempo señalado, día de fiesta”] el próximo año” (Génesis 18: 10). Así que esperábamos que el nacimiento de un ministerio de Elías ocurriera en la Fiesta de Tabernáculos de 2008.

Sin embargo, hubo un retraso más. Mientras algunos de los vVencedores se dirigían a la fiesta en el este de Tennessee, fueron guiados a sembrar cebada en el camino. Cuando me enteré de esto (en la fiesta), supe que esto se hizo como un acto profético, y que tendríamos que esperar hasta que la cebada madurara en la Pascua de la primavera siguiente (abril de 2009).

Durante este retraso final de 6 meses, se reveló que este no sería el nacimiento de Elías, sino el nacimiento de Eliseo. Elías (Juan el Bautista) había preparado el camino para la Primera Venida de Cristo, pero Eliseo prepararía el camino para la Segunda Venida de Cristo.

Así que en el día de la Ofrenda de la Gavilla Mecida (“Pascua”), el 12 de abril de 2009, fuimos guiados a declarar el nacimiento del Ministerio de Eliseo. De camino a casa después de la conferencia de Pascua, se me ocurrió que podríamos ver señales que serían paralelas a los milagros de Eliseo en 2º Reyes. Esto resultó ser cierto. Las primeras 8 señales milagrosas ocurrieron durante un período de 14 meses, que culminó en julio de 2010.

Tenga en cuenta que Elías realizó 8 señales milagrosas, mientras que Eliseo, llevando la doble porción de la unción, realizó 16 señales. Por lo tanto, los primeros 14 meses de señales de Eliseo igualaron a las de Elías, pero no las superaron. Las 8 señales finales se retrasaron hasta un momento posterior, probablemente esperando un evento "desencadenante" que lanzaría el Ministerio de la Doble Porción. Mientras tanto, hemos visto muchas señales tempranas de la doble porción, pero hasta ahora (2022) no hemos visto la doble porción manifestarse en nuestras vidas.

Por lo tanto, actualmente funcionamos bajo la unción de una sola porción de Elías, aunque vivimos en el tiempo del ministerio de Eliseo. Tal vez por eso la revelación original en Hilo en 2007 fue del nacimiento de “Juan” (es decir, “Elías”). De hecho, hemos comenzado a preparar el camino para la venida de Cristo, pero aún necesitamos la doble porción para completar esa obra.



Los Santos

La transferencia de autoridad a los Santos del Altísimo se programó para que coincidiera con el final del largo período de tribulación de los “siete tiempos” que comenzó con la caída de Jerusalén en el 604 aC. El punto final fue el Octavo Día de Tabernáculos, el 12 de octubre de 2017.

Si 3½ “tiempos” son 1260 años, entonces 7 “tiempos” son 2520 años. Datados desde la caída de Jerusalén en 604 aC, 2520 años después se llega al año 1917. Hace un siglo, muchos maestros de profecía vieron esto y predijeron que Jerusalén sería liberada del Imperio Otomano en 1917. Tenían razón. El general británico Allenby de hecho tomó Jerusalén del 9 al 11 de diciembre de 1917. Sin embargo, había más cosas que tenían que suceder, lo cual quedó oculto para esos maestros de profecía.

Simplemente, hicieron los cálculos y concluyeron que 1917 fue 2520 años después de la caída de Jerusalén. No tomaron en cuenta el hecho de que la Tercera Bestia (Grecia) había sido privada de su último siglo de dominio después de que Antíoco Epífanes traspasó sus límites. Los judíos se rebelaron y Dios les permitió ser independientes durante un siglo completo desde 163-63 aC.

Esencialmente, Dios había contratado los imperios de las Bestias, comenzando con Babilonia, dándoles la autoridad para gobernar la Tierra, porque Judá no había administrado el Mandato de Dominio de acuerdo con la Ley de Dios. Este fue un contrato de "siete tiempos" otorgado a imperios de Bestias sucesivos. Pero debido a que a la Tercera Bestia se le había privado de un siglo para gobernar, las Bestias en su conjunto solo habían gobernado 2420 años en 1917. Su tiempo completo para gobernar realmente no terminó hasta 2017.

Así fue declarado el 12 de octubre de 2017 que se había realizado la transferencia de autoridad a los Santos del Altísimo, según nuestra revelación.

Por supuesto, esto no significaba que de repente los Santos pudieran gobernar las naciones de la Tierra de manera práctica. Los representantes modernos de Misterio Babilonia continuarían disputando el derecho de los Santos a gobernar la Tierra, así como profetizó Jeremías 50: 33-34,

33 Así ha dicho Yahweh de los ejércitos: Oprimidos están los hijos de Israel, y también los hijos de Judá; y todos los que los tomaron cautivos los retuvieron, no quisieron dejarlos ir. 34 Fuerte es su Redentor, el Señor de los ejércitos es su nombre; Él defenderá vigorosamente su caso, para traer descanso a la tierra, pero turbación a los habitantes de Babilonia.

Creo que llevará siete años derrocar a Babilonia (2017-2024). Tenga en cuenta que cuando a Josué se le dio el mandato de derrocar a los cananeos, los israelitas tardaron otros cinco años en conquistar aquellas partes de Canaán que constituían la tierra de Israel. En otras palabras, recibir la autoridad para tomar la tierra fue solo el comienzo de un largo tiempo de guerra para hacer cumplir el decreto divino. Así también es con los Santos del Altísimo.

El tiempo real llamado “la gran tribulación” debería haber terminado en 2017 después de 2520 años de gobierno de las Bestias. Pero la oposición babilónica y su negativa a dejar ir al pueblo ha provocado otro tiempo de batalla para hacer cumplir la voluntad de Dios y “traer descanso a la tierra”.

Por otro ciclo de tiempo importante, ese tiempo de “descanso” parece estar programado para el año 2024. Al comprender el tiempo y las Leyes del Tiempo, podemos obtener una visión más clara del Reino y saber qué debemos hacer en nuestro propio tiempo para establecer y construir el Reino de Dios. Tal conocimiento nos da la oportunidad de cumplir la profecía bíblica con entendimiento.

https://godskingdom.org/blog/2022/12/kingdom-vision-part-8