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IMPOSICIÓN DE MANOS - Parte 3 (Final), Dr. Stephen E. Jones (GKM)

 


Fecha de publicación: 12/08/2024
Tiempo estimado de lectura: 5 - 6 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones

¿ESTÁS SEGURO DE QUERER LA PLENITUD DEL ESPÍRITU SANTO? (Diferente del Bautismo en el E. Santo), A. W. Tozer





Casi todos los cristianos quieren permanecer llenos del Espíritu Santo. Pero, pocos quieren ser llenados con el Espíritu. ¿Pero, como un cristiano puede conocer la plenitud del Espíritu, si aún no pasó por la experiencia de ser llenado con Él?

Es inútil decir o contar a alguien como llenarse del Espíritu, si ese alguien aún no admitió que eso se puede dar. Nadie espera una cosa o hecho del que no está convencido que sea la voluntad de Dios para su vida, o que no se encuadre en las promesas hechas por las Escrituras. Antes, pues, de dar cualquier valor a esta pregunta: ¿cómo puedo quedar lleno del Espíritu?, aquel que busca a Dios debe estar correcto en que es realmente posible experimentar el quedarse lleno del Espíritu. La persona que no tiene certeza de eso no tiene base alguna para esperar que tal cosa se dé. Donde no hay esperanza, o expectación, o espera, no hay fe ninguna: y, donde no hay fe, la investigación o búsqueda es cosa inútil, sin significado.

La doctrina del Espíritu y de su relación con el creyente, en esta última mitad del siglo, se quedó envuelta o toldada por una nieve semejante a aquella que cubre la montaña en tiempo tempestuoso. En realidad un mundo de confusión cercó y ocultó esta verdad a los hijos de Dios, se enseñaron doctrinas contrarias extraídas de los mismos textos; fueron ellos avisados amenazados e intimidados hasta al punto de que instintivamente se abstuvieran de hacer la menor referencia a la enseñanza bíblica sobre el Espíritu Santo. Y tal confusión no se dio por accidente, no. El enemigo es quien hizo eso. Satanás sabe muy bien que el cristianismo sin el Espíritu Santo es cosa tan mortífera como el modernismo, como la herejía. Y él ha hecho todo, y viene haciendo, para impedir que entremos en la posesión y gozo de nuestra verdadera herencia cristiana.

Cualquier iglesia sin el Espíritu está desamparada y sin ayuda, como Israel se hallaría en el desierto, si de ellos se alejara la nube de fuego. El Espíritu Santo es nuestra nube durante el día, y nuestro fuego durante la noche. Sin Él marcharíamos por el desierto sin blanco, sin meta. Y eso es exactamente lo que estamos haciendo en nuestros días. Nos dividimos en grupos desparramados, cada cual caminando atrás de un débil fuego o de una luciérnaga, pensando estar siguiendo la Shekinah (el arca de la presencia divina). 

Así, no se debe desear solo que de nuevo se haga visible la columna de fuego. Eso es ahora cosa imperativa. La Iglesia sólo tendrá luz cuando esté llena del Espíritu, y estará llena solamente cuando los miembros que la componen sean llenados individualmente. Necesario es aún decir que nadie se llenará mientras no se convenza de que llenarse forma parte del plan total de Dios para la redención; de que nada ahí es añadido o extra, nada es extraño o excéntrico, pues se trata de una apropiada operación espiritual, hecha por Dios, basada en la obra expiatoria de Cristo, y de ella derivada. 

El ansioso inquiridor debe estar bien seguro de eso, al punto de estar engreído de esa verdad. Necesita creer que todo eso es cosa normal y cierta. Necesita creer también que Dios quiere que él sea ungido con una porción de óleo fresco, en adición a todas las diez mil bendiciones que ya haya recibido de las dadivosas manos divinas. Hasta llegar a convencerse bien de eso, recomiendo que separe tiempo para ayunar, orar y meditar en las Escrituras Sagradas. La fe viene de la Palabra de Dios. No basta la sugerencia, la exhortación o el efecto psicológico del testimonio de otros que ya hayan sido llenados. Si la persona quedare persuadida por las Escrituras, no forzará de ahí el asunto ni se dejará arrastrar por la emoción con que los manipuladores suelen representarlo. Dios es maravillosamente paciente y comprensivo, y esperará el movimiento vago del corazón por atrapar toda la verdad. 

En ese ínterin, el inquiridor debe estar tranquilo y confiado. En el tiempo correcto de Dios lo conducirá en la travesía del Jordán. Basta que no afloje en la carrera, ni se angustie, por querer avanzar muy deprisa. Muchos han actuado erradamente, y con eso han arruinado la vida cristiana.

Después de que el individuo se convence de que puede ser llenado con el Espíritu, debe desear esa bendición. Al inquiridor interesado suelo hacer estas preguntas:

¿Usted está seguro de que quiere ser poseído por un Espíritu que, siendo Puro, Gentil, Sabio y Amoroso, insistirá con usted por ser el Señor de su vida? 
¿Está seguro de querer que su personalidad sea tomada por uno que exigirá obediencia a la Palabra escrita
¿Está dispuesto a no tolerar en su vida ninguno de los pecados del ego: egocentrismo, indulgencia propia (la comodidad)? 
¿El cual no le permitirá pavonearse ni exhibirse? 
¿El cual tomará de sus manos su vida y reservará para Sí el soberano derecho de ponerlo a usted a prueba y disciplinarlo? 
¿El cual lo privará de muchas de sus predilecciones que secretamente perjudican su alma?

Si usted no pudiera responder a estas preguntas con un sincero y nítido SÍ, es claro que usted no está queriendo ser llenado. Usted puede estar queriendo la emoción o la victoria, o el poder, pero no estará queriendo realmente ser llenado con el Espíritu. Su deseo es tal vez poco más que una débil voluntad y no es suficientemente puro para agradar a Dios, lo cual exige todo o nada. Y otra vez pregunto: ¿Usted está seguro de que precisa ser llenado con El Espíritu? 

Cristianos, decenas de miles, tanto laicos como predicadores y misioneros, se esfuerzan por avanzar sin tener una clara experiencia de la plenitud del Espíritu. Así, tal obra o esfuerzo sin el Espíritu sólo puede acabar en tragedia el día de Cristo. ¿Y qué cosa puedo decir de los cristianos comunes o mediocres que parecen estar olvidados?

Pero, a su respecto, lector amigo, ¿qué es lo que está aconteciendo? Tal vez su inclinación doctrinaria esté llevándolo a no admitir esta crisis de plenitud del Espíritu. Muy bien; verifique, entonces, lo que esa inclinación le está trayendo. ¿Que es lo que su vida está produciendo? 

Usted continúa realizando la obra religiosa, predicando, viendo, dirigiendo reuniones, pero, ¿cual es la calidad de su trabajo? Es verdad que usted recibió el Espíritu cuando se convirtió. Pero, es verdad que, sin una posterior unción, usted no estará preparado para resistir a la tentación, obedecer a las Escrituras, comprender la verdad, vivir victoriosamente, morir en paz y salir al encuentro de Cristo sin constreñimiento el día de la venida de Él?

Si, por otro lado, su alma suspira por Dios, por el Dios vivo, y su corazón seco y vacío se desespera, y ansía tener una vida cristiana normal sin una posterior unción, yo le pregunto: ¿Ese deseo suyo es enteramente absorbente? ¿Es Él la cosa más importante de su vida? Impera Él en todas las actividades religiosas comunes y tiene usted un vivo anhelo que solo puede ser descrito como la angustia del deseo? Si su corazón dice sí a estas preguntas, usted puede hallarse en el camino correcto que lleva a una revelación que transformará todo su vivir.

Es justamente en esa preparación para recibir la unción del Espíritu donde falla la mayoría de los cristianos. Probablemente nadie jamás fue lleno sin tener primero que haber pasado por un periodo de honda perturbación de alma y de inquietud interior. Y, cuando nos vemos entrar en ese estado, la tentación es de sentirnos atemorizados, en pánico,..., que nos retraigamos. 

Satanás nos exhorta a asustarnos, pues si logra eso, naufragaremos en la fe y deshonraremos al Señor que nos compró. Por eso, Satanás no se interesa por nuestra mejoría espiritual, y mucho menos por promover la causa de nuestro Señor. El propósito de él es debilitarnos y dejarnos desarmados el día de la batalla. Y millones de creyentes aceptan sus mentiras como si fuesen verdades evangélicas, y se vuelven hacia sus cavernas, como los profetas de Obadías, para pasar a vivir a pan y agua.

Antes de tener lugar la plenitud, debe procesarse el vacío. Antes de que Dios nos llene con su Persona urge que nos vaciemos de nosotros mismos. Y es ese vacío lo que trae una penosa desesperación del ego, del que se quejan muchas personas, justamente antes de pasar por esa nueva y radiante experiencia. Debe tener lugar, entonces, una total devaluación del ego, la muerte de todas las cosas de fuera de nosotros y de dentro de nosotros, pues de lo contrario jamás se dará una real llenura del Espíritu Santo.

El ídolo para mí sin par, más querido.
Sea él quien sea, cualquiera que haya sido,
ayúdame a quebrarlo frente al trono Tuyo,
Y adorarte solo a Ti, Señor de la tierra y cielo.

Tranquilamente cantamos algunas estrofas, pero no cantamos en el Espíritu de Oración, por que rechazamos abandonar y quebrar el ídolo del cuál ahí se habla. Echar mano del último ídolo, el quebrarlo, significa que descendemos a un estado de íntima solicitud, que no puede ser satisfecho por ninguna reunión evangélica, ni por ninguna comunión o compañerismo con otros cristianos. 

Por esta razón es que muchos cristianos se juzgan seguros y prefieren una vida de comodidades. Ellos tienen algo de Dios, no se niega, pero no lo tienen todo; y Dios tiene una parte de ellos pero no el todo. Y así van ellos viviendo una vida fácil, intentando esconder atrás de fabricadas sonrisas, y de pequeños y animados coros, la triste escasez espiritual de sus vidas.

Una cosa resalta con claridad cristalina: no es nada loable la caminata del alma por la negra noche interior. El sufrimiento y la soledad no hacen al hombre más querido a los ojos de Dios. Nada podemos comprar de Dios. Todo nos viene por medio de su benignidad, en base a la sangre de Cristo redimido, y es don gratuito sin cualquier condición o restricción. Lo que la agonía del alma hace es arar la tierra sin cultivar, y vaciar el vaso, y apartar el corazón de los intereses mundanos y enfocar la atención en Dios.

Todo cuánto sucede antes es en el sentido de preparar el alma para el divino acto de llenado. Y el llenar no es en sí una cosa complicada. Mientras esquivo las fórmulas que dictan procedimientos en el área espiritual, juzgo que la respuesta a la pregunta: “¿Cómo puedo quedarme lleno del Espíritu?” — debe ser expresa en cuatro palabras, todas ellas verbos en la voz activa. Son: (1) rendir o renunciar; (2) pedir; (3) obedecer; (4) creer... 

RENDIR: “Os ruego, pues, hermanos, por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os conforméis con este siglo, sino transformaos por la renovación de vuestra mente, para que experimentéis cual sea la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12: 1-2).

PEDIR: Ore: “Pues, si vosotros, que sois malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuánto más el Padre celestial os dará el Espíritu Santo a aquellos que lo pidan?” (Lucas 11: 13).

OBEDECER: Ore: "nosotros somos testigos de estos hechos y bien así el Espíritu Santo, que Dios otorgó a los que le obedecen” (Hechos 5: 32). 

Para recibir la plena unción del Espíritu es absolutamente indispensable una completa obediencia a la voluntad de Dios. Mientras esperamos delante de Dios, debemos reverentemente examinar las Escrituras y atender la voz de la gentil quietud, para realizar aquello que el Padre celestial espera de nosotros. Entonces, confiando en que Él nos capacitará, obedeceremos con lo mejor de nuestra habilidad y comprensión

CREER: “Quiero solo saber esto de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3: 2).

Sabiendo que la llenura del Espíritu se recibe por la fe, y solamente por la fe, conviene que nos defendamos de esa imitación de la fe que no pasa de un asentimiento mental a la verdad. Esa imitación de la fe, o pseudo fe, ha sido la fuente de gran confusión para multitudes de almas inquiridoras. La verdadera fe invariablemente trae el testimonio. ¿Pero, qué testimonio es ese? No es nada físico, vocal ni psíquico. El Espíritu nunca pacta con la carne. El único testimonio que Él da es de naturaleza subjetiva, solo conocido por el propio individuo. El Espíritu se anuncia o se presenta en lo más profundo del espíritu humano. La carne nada aprovecha, pero el corazón creyente conoce y sabe. Santo, Santo, Santo.

Ahora, una última cosa: ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo, ni en el testimonio cristiano, como lo vemos registrado en los escritos de los santos, que yo sepa, jamás algún creyente quedó lleno del Espíritu Santo sin saber que eso se dio en su vida. Ni quedó alguien lleno del Espíritu que no supiera cuando eso se dio. Y Jamás alguien fue llenado gradualmente. Por detrás de esos tres árboles muchas almas de corazón dividido han decidido esconderse como Adán se ocultó de la presencia del Señor; pero tales cosas no bastan para pasar desapercibidos. El hombre que no sabe cuando fue llenado con el Espíritu realmente nunca lo fue (aunque sea posible olvidar la fecha). Y la persona que espera ser llenada gradualmente nunca se llenará de cualquier manera. 

(Nota del administrador: El genial autor, Tozer, uno de mis más amados, a mi entender, no discernía correctamente la diferencia entre el Bautismo en el E. Santo y la plenitud del Espíritu Santo o doble porción que viene tras el cruce del Jordán y la vida de resurección o vida abundante o victoriosa. Tal vez el no tuvo una esperiencia drámatica ciuando fue bautizado en el Espíritu y sí la tuvo del otro lado del Jordán. El Bautismo en el Espíritu es, efectivamente, instantáneo, no es gradual y cuando viene lo hace precisamente para "llevarnos al hoyo", como a mí me gusta decirlo, enterrando nuestro ego en el Jordán. Saliendo de esa tumba recibimos, ahora sí, la vida abundante).

En mi humilde opinión, creo que la relación del Espíritu para con el creyente es el problema más vital que la Iglesia enfrenta hoy. Las cuestiones suscitadas por el existencialismo cristiano o por la nueva ortodoxia nada representan, cuando son comparadas con este problema más que serio. El ecumenismo, las teorías escatológicas, nada de eso merece consideración, por lo menos en cuánto a que cada creyente no dé respuesta afirmativa a esta pregunta: “¿Recibisteis el Espíritu cuando creísteis?” Puede muy bien acontecer que, una vez llenos con el Espíritu, sentiremos, con sumo regocijo, que esa plenitud del Espíritu resolvió para nosotros todos los demás problemas.


EL CAMINO DEL PODER ESPIRITUAL
Nosotros, los cristianos, hacemos extravagantes discusiones sobre nosotros mismos como creyentes en Cristo, pero nuestras experiencias religiosas son muy diferentes. Es grande la contradicción entre nuestras vidas y nuestras creencias doctrinales. Muchos cristianos se juzgan seguros y prefieren una vida de comodidades. Ellos tienen algo de Dios, no hay que negar, pero no lo tienen todo. Y Dios tiene parte de ellos, pero no todo. Y así van ellos viviendo una vida normal, intentando esconder detrás de sonrisas forzadas la triste escasez espiritual de sus vidas.

En los últimos tiempos viene surgiendo en el corazón de un número cada vez mayor de creyentes, una nueva aspiración. Ellos buscan una experiencia espiritual para que la presencia de Dios se haga más destacada. Desean conocer la verdad sobre el poder del Espíritu Santo en sus vidas, y experimentar lo que Dios ha preparado para ellos dentro del contexto de la saludable fe neotestamentaria. Esta relación del Espíritu con los creyentes es el problema vital que la Iglesia enfrenta hoy.


(Por gentileza de PIEDAD H. NAVARRO LÓPEZ)

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HISTORIA DE THEA EROES - Parte III, God's Kingdom Ministries

 



Los refugiados eran categorizados por nacionalidad y religión en esos días, y los padres de Thea habían sido nominalmente católicos. Así que fue patrocinada para ir a una escuela secundaria católica y a una universidad. Se convirtió en ciudadana estadounidense en 1944.


Después de terminar la universidad, se unió a un grupo misionero laico, pero primero necesitaba experimentar el Espíritu Santo. Fue cerca de Cincinnati, Ohio, donde comenzó a orar al Espíritu Santo. Le habían enseñado acerca de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, pero realmente sabía poco o nada sobre el Espíritu Santo en ese momento. Ella escribió,


"Dios el Padre me había protegido, y Jesucristo era mi Amigo y mi Salvador, y ahora yo iba a llegar a conocer al Espíritu Santo. Ese es el Espíritu de Dios, que entra y nos guía a toda la verdad; Él es el Espíritu de Cristo.


No sabía cómo recibirlo. Yo era parte de una denominación religiosa en ese momento que no sabía mucho sobre el Espíritu Santo. Así que pregunté por mi cuenta.


"Una noche, en 1948, me desperté. Fui al pajar de la granja, donde podía orar. Pregunté en ese pajar, 'Dios, si hay un Espíritu Santo, y si Él va a entrar en mi corazón, y para saber lo que quieres que haga, lléname con este Espíritu Santo'.


"Y el Espíritu descendió sobre mí. Solo puedo expresarlo como una Luz tremenda que me cubrió. Cuando el Espíritu Santo desciende sobre una persona, puede descender de muchas formas diferentes. Para mí, fue una experiencia tremenda de calor y de luz, y de alegría, y una sensación de ligereza que nunca antes había experimentado. Rompí a cantar. De mi boca salieron palabras que no parecían inglés, ni alemán, ni ningún otro idioma que yo conociese. No fue hasta más tarde en la vida que me di cuenta de que lo que me fue dado esa noche era el don de lenguas. Este es el Espíritu Santo hablando a través de una persona en un idioma que es desconocido para ella. Estuve en ese estado de éxtasis y gozo durante bastante tiempo y ahora sabía sin lugar a dudas que el Señor me había elegido para hacer una obra para Él".


Thea luego trabajó durante 15 años entre los jóvenes de los barrios bajos de Nueva York y Brooklyn, utilizando el arte y la música y otros métodos poco ortodoxos para enseñar a los niños.


"Llegó un momento en que me enfermé bastante. Un ataque cardíaco me obligó a dejar de enseñar por un tiempo. Mientras yacía en la cama del hospital y no podía respirar, pensé: 'Tal vez esto es todo a lo que me llamaron. Padre, enseñé tu vida como Tú me la diste para dársela a estos niños. Quizás pude alcanzar algunas vidas jóvenes y ayudarlos a reorientarse hacia Ti y hacer algo con sus vidas aquí en la Tierra.


"En ese momento casi había dejado de respirar y pensé que iba a morir esa noche. De repente, una figura apareció a los pies de mi cama. De nuevo, eran los mismos ojos, la misma sonrisa, solo que ahora era un hombre adulto". Era Jesús. Lo conocí, lo reconocí en la luz. Él me habló con dulzura de nuevo, y yo respondí: "¿Es hora? ¿Puedo irme a casa ahora?"


Él dijo: 'Todavía no'. Luego habló algo que me sorprendió y realmente me perturbó durante mucho tiempo. Dijo: 'Todavía no me conoces, no me conoces'.


"Jadeé, 'Pero Señor, he hecho todo lo que me dijiste que hiciera. Te amo. Y te he presentado a los niños, y te he dado toda mi vida. He renunciado al matrimonio para poder servirte mejor. Mira todas las cosas que he hecho por Ti. Traté de enumerarlas.


Era tan gentil y dulce. Simplemente, me sonrió, sacudió la cabeza y dijo: 'Tú no me conoces. No me conoces de verdad'. Y con eso, desapareció.


"Caí en un sueño muy profundo, y cuando me desperté a la mañana siguiente, todas las máquinas que habían mostrado que me estaba muriendo de un problema cardíaco indicaban que estaba normal. Los médicos vinieron y me examinaron, sin saber qué había sucedido. No pudieron saberlo''. No lo entiendo, porque de repente las pruebas estaban bien y yo tenía un corazón sano y bien.


"Salí del hospital y reflexioné una y otra vez, '¿Qué quieres decir con que no te conozco?' ... Verás, mi concepto de Él era 'hacer' - hacer el bien por los demás, hacer cosas por los demás. No me daba cuenta de que cuando conoces completamente a alguien, hay una relación tan íntima, hay tal unidad 'con esa persona, que no tienes que hablar, no tienes que' hacer', simplemente se conocen y se vuelven UNO con el amado.


"Y así comenzó una búsqueda completamente nueva para saber cómo conocerlo".


No mucho después de esto, Thea se mudó a Florida para cuidar a su madre enferma. Allí entró en contacto con la nueva Renovación Carismática. Pero su siguiente experiencia significativa llegó en 1978 en la gran reunión de Renovación Carismática en Notre Dame en South Bend, Indiana, donde se habían reunido 20.000 creyentes "carismáticos". Habían llegado oradores de todo el mundo, dando testimonio de la obra del derramamiento del Espíritu Santo en ese momento. Thea escribe,


Oramos y escaneamos el programa [escrito] con entusiasmo. ¿A dónde iríamos? ¿A cuál de los oradores destacados escucharíamos? Y nos dimos cuenta de que nuestro Padre estaba diciendo 'No' una y otra vez.


"Muy abajo, en el programa, en una pequeña reunión fuera del campus con un orador del que no habíamos oído hablar, había una conferencia titulada, 'Sólo para aquellos que buscan a Jesús'. En ese nombre percibimos sin duda la unción del Espíritu Santo. No entiendo, pero fuimos obedientes y fuimos.


"El pequeño auditorio tenía capacidad para unas trescientas personas. Cuando entramos, un grupo de jóvenes estaba cantando a Dios y alabándolo. Todos estaban esperando que viniera el orador. Entonces, sorprendentemente, uno de los jóvenes se puso de pie en medio de este grupo, y una canción de amor brotó de sus labios, era una canción muy diferente, no la de un humano, sino una canción de amor que Jesús nos estaba cantando.


"De repente, la atmósfera se cargó. Vibraciones llenaron la habitación que no puedo describir. Todos lo sintieron. Hubo un hormigueo en nuestros cuerpos. Hubo un zumbido en nuestros oídos. Estábamos escuchando música y sonidos que uno no puede describir en lo físico.


"Y luego toda la habitación se iluminó con una luz increíble e indescriptible. He visto imágenes de explosiones atómicas, y no eran nada comparadas con esa luz de esa mañana. La luz no solo llenaba la habitación, sino que parecía llenar nuestros cuerpos, envolviéndonos, impregnándonos totalmente.


"La gente reaccionó de muchas maneras diferentes. Llorando, regocijándose, algunos viendo sus pecados y cayendo en arrepentimiento. Entonces la figura de mi Señor se me apareció en esa Luz. Cuando lo vi, fui literalmente sacada de mi cuerpo. Mi espíritu fue sacado -ya no sentía mi cuerpo de ninguna manera, sino que fui succionada fuera de él hacia esa luz.


Inmediatamente, comenzó a hablarme. Me llamó y me dijo que fuera su 'trompeta'. Él dijo: "Tú serás mi trompeta, y debes despertar a mi pueblo del sueño. Debes ir a mi país, a la Nueva Jerusalén".


"Me dijo que advirtiera a la gente del juicio que se avecinaba, y al mismo tiempo que los llamara de regreso a Él... Me dijo muchas cosas que solo me fueron explicadas gradualmente más adelante. Pero fue una llamada total para ir a su pueblo para contarles lo que iba a suceder en los próximos diez a quince años, y cómo debían prepararse para ese tiempo.


"No entendí completamente todo el mensaje, pero ese era el tono general del mismo. Poco a poco, volví a mi cuerpo. Pasó entonces casi una semana que no sabía si estaba durmiendo o comiendo o qué era lo que estaba haciendo, porque el Señor seguía mostrándome cosas. Estaba abriéndome la Biblia de una manera que nunca antes había entendido".


Nos interesa la referencia a "diez a quince años", porque (fechada en 1978) nos llevaría a 1988-1993. Después de hablar con ella, sé que los "quince años" provienen de la historia de Ezequías (2º Reyes 20: 6). Por tanto, el año 1993 fue importante. Era el 40º Jubileo de la Iglesia cuando terminó la Era de Pentecostés y comenzamos a hacer la transición a la nueva autoridad de Tabernáculos.

https://godskingdom.org/blog/2009/08/theas-story-part-3


El Evangelio de Juan, Parte 9 - EL MAYOR BAUTISMO DE JESÚS, Dr. Stephen Jones





18 de septiembre de 2019



Juan estaba atrayendo grandes multitudes, lo que a su vez llamó la atención de las autoridades religiosas en el Templo. Los fariseos parece que fueron los primeros en cuestionar las credenciales y el llamado de Juan. Juan 1: 24-25 dice:

24 Los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron y le dijeron: "¿Por qué estás bautizando, si no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?"

Sin embargo, los saduceos también fueron (Mateo 3: 7). Juan los denunció a ambos, calificándolos de "camada de víboras". Esta hostilidad sugiere que Juan tenía experiencia personal de su avaricia y corrupción. Algún conflicto anterior, sin duda, lo había llevado a bautizar en el Jordán, en lugar de participar en los deberes sacerdotales habituales.

El padre de Juan y, por lo tanto, el mismo Juan, era de la sexta división (clase, turno, grupo) de sacerdotes llamada Abías (1º Crónicas 24: 10; Lucas 1: 5). El rey David había organizado a las familias sacerdotales en 24 divisiones, para que cada una pudiera ministrar dos veces al año, una semana a la vez. En los tiempos de las fiestas todos ministraban según fuera necesario.

Pero Juan salió al desierto, ya sea porque se había retirado del Templo o tal vez porque había sido expulsado por alguna razón desconocida. De cualquier manera, su experiencia en el desierto le proporcionó la revelación de Isaías de que él era la voz que clamaba en el desierto. Su bautismo de arrepentimiento implicaba la necesidad de arrepentimiento entre los mismos sacerdotes del Templo. Al llamarlos una "camada de víboras", Juan puso el dedo en el problema del Templo, así como su propio llamado a bautizar como un rito de purificación.

Cuando los fariseos le preguntaron por qué se estaba bautizando, Juan se mostró algo evasivo y no respondió la pregunta directamente. Ciertamente, como sacerdote tenía derecho a bautizar. La pregunta probablemente debería entenderse en el sentido de: ¿Por qué bautizas aquí en el desierto en lugar de en Betfagé, usando el agua mezclada con las cenizas de la novilla roja?

La respuesta no declarada fue que los líderes de los mismos sacerdotes se habían corrompido y necesitaban el bautismo. Juan no quería ser parte de ese sistema corrupto, por lo que dejó la iglesia, por así decirlo, y comenzó un movimiento con el llamado al arrepentimiento.


Un bautismo mayor

Al evitar una respuesta directa, Juan simplemente declaró que su bautismo estaba subordinado a un bautismo mayor que estaba por venir, administrado por el mismo Mesías. Juan 1: 26-27 dice:

26 Juan les respondió, diciendo: “Yo bautizo con agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis. 27 Él es quien viene detrás de mí, cuya sandalia no soy digna de desatar".

Tanto Mateo 3: 11 como Lucas 3: 16 nos dicen que Juan se estaba refiriendo al bautismo del "Espíritu Santo y fuego". Por lo tanto, está claro que hay al menos dos bautismos en las Escrituras. Hebreos 6: 2 dice también que la "instrucción sobre los lavamientos" (griego: baptismos, plural) es parte de la "leche" de la Palabra que se enseñaba a los nuevos creyentes. De nuevo, Hebreos 9: 9-10 habla de "diversas abluciones (lavamientos)" (NASB), o bautismos (KJV) que Moisés había establecido en el Tabernáculo en su tiempo. El bautismo no era un fenómeno nuevo, ni Juan inventó el bautismo, como muchos piensan. Los sacerdotes se bautizaban en la fuente, vertiendo agua a través de los grifos en sus manos y pies para purificarse antes de entrar al santuario.

El autor de Hebreos dejó saber que el bautismo en agua en sí mismo no podía hacer nada para limpiar el corazón. Tampoco podían limpiar el corazón "la sangre de cabras y toros y las cenizas de una novilla roja". Juan anticipó este punto de vista incluso antes del comienzo del ministerio de Cristo, diciéndoles a los fariseos que había un bautismo mayor por venir, que podría hacer lo que el bautismo en agua no podía hacer.


La visitación

El bautismo de Juan marcó el comienzo de una "visitación" de 4 años, es decir, una investigación de la Corte Divina, para ver si la nación daba frutos que fueran adecuados para el Reino. Este fue realmente el propósito subyacente del bautismo de Juan. Juan dice en Lucas 3: 9,

9 De hecho, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por lo tanto, todo árbol que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego.

Muchas de las personas comunes creyeron y se arrepintieron, siendo bautizadas por Juan, pero los líderes religiosos no. Como los líderes representaban a la nación misma, este rechazo equivalía a un rechazo nacional tanto de Juan, el mensajero, como de Jesús, el Mesías. La falta de fruto de la nación fue, por lo tanto, la causa de la destrucción de Jerusalén, el Templo y Judea en su conjunto cuarenta años después.

Cuando Juan fue ejecutado, Jesús se hizo cargo de la investigación (como inspector de frutos). Este es el significado de su parábola en Lucas 13: 6-9.

Aunque la nación en su conjunto fue rechazada por Juan y Jesús, hubo muchas personas comunes que creyeron. Estos fueron los que recibieron el derecho de convertirse en hijos de Dios a través de un engendramiento espiritual (Juan 1:12,13).


Juan reconoce a Jesús como el Mesías

Juan 1: 28 dice:

28 Estas cosas ocurrieron en Betania, más allá del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

La KJV dice "Betábara" (y también Las Sagradas Escrituras Versión Antigua de Martin Stendal), pero los textos dicen Betania o Betani. Esta no era la ciudad cerca de Jerusalén donde vivían María, Marta y Lázaro, sino más bien "Betania al otro lado del Jordán", una ciudad cerca de Jericó donde Josué había guiado a los israelitas a cruzar el Jordán. Juan estaba bautizando en el mismo lugar donde Israel como nación había sido bautizada simbólicamente, cuando cruzaron el Jordán bajo Josué.

Juan 1: 29-31 continúa,

29 Al día siguiente vio a Jesús venir a él y dijo: “¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 30 Este es Él en nombre de quien dije: "Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo". 31 Y yo no le conocía, pero para que Él fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua.

Jesús era primo de Juan, pero no reconoció a Jesús como el Mesías hasta que vino a él para bautizarse. Si Juan conocía bien a Jesús o no, es para que otros lo discutan en otra parte. Algunos dicen que Jesús había estado viajando con su tío José (de Arimatea) durante muchos años y que Juan, por lo tanto, no reconoció quién era. Pero aquí no se da ninguna explicación.

Sin embargo, es significativo que "al día siguiente" después de que la delegación farisaica viniera a preguntar sobre el llamado de Juan, Jesús vino a él para bautizarse. Juan discernió que era el Mesías. Más importante aún, Juan entendió que el Mesías estaba llamado a ser "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".

Ciertamente, no era universalmente conocido o creído en ese momento que el Mesías tendría que morir como sacrificio por el pecado. La mayoría buscaba un Mesías militar que conquistara Roma y viviera para gobernar el Reino. Pero Juan tuvo una revelación mesiánica genuina y supo que Su propósito era morir por el pecado del mundo.

Juan también dejó en claro que el Mesías era mayor, a pesar de que Jesús era seis meses menor que él. Juan nació alrededor de la Pascua del año 2 aC, y Jesús nació en septiembre del mismo año. Sin embargo, Juan dice que Jesús tenía un rango más alto porque "Él existía antes que yo" (NASB). La Emphatic Diaglott dice: Él "está por delante de mí, porque es mi superior". Se debate si esto es una referencia a la preexistencia de Cristo o simplemente al rango superior de Cristo, pero la historia se enmarca dentro del contexto de la afirmación anterior del apóstol de que la Palabra estaba en el principio con Dios. Creo que el apóstol pretendía que lo viéramos con esa luz.

En el versículo 31, vemos que el bautismo de Juan no fue solo para hacer que la gente en general se arrepintiera, sino que fue principalmente "para que Él [Cristo] pudiera manifestarse a Israel". La palabra traducida como "manifestarse" es faneroo, "hacer manifiesto, visible o conocido". La palabra raíz, faino, significa "sacar a la luz, hacer brillar".

Aparentemente, Juan entendió que su propio ministerio de bautismo llamaría la atención del pueblo sobre el Mesías. ¿Sabía que el Mesías vendría a él para bautizarse? Probablemente no, porque cuando Jesús vino, no pensó que era digno de bautizar al Mesías, ni pensaba que el Mesías necesitara ser bautizado (Mateo 3: 14-15).

Sin embargo, Jesús insistió en ser bautizado, no porque necesitara arrepentirse del pecado, sino "para cumplir toda justicia". En otras palabras, la Ley había prescrito el bautismo para la consagración de los sacerdotes (Levítico 8: 6) antes de ungirlos con aceite (Levítico 8: 10). Jesús estaba siendo consagrado al sacerdocio (de Melquisedec). Juan el Bautista fue el último de los sacerdotes legítimos bajo el Antiguo Pacto, y aunque probablemente no lo sabía, estaba consagrando a su sucesor bajo una nueva orden de sacerdocio.


Category: Teachings
Blog Author: Dr. Stephen Jones

ORACIÓN, LA VIDA DEL SANTO / BAUTISMO DEL E. SANTO, Oswald Chambers




"Orad sin cesar",
1 Tesalonicenses 5:17

Nuestra forma de pensar acerca de la oración, correcta o incorrecta, se basa en nuestro concepto sobre ella. Si consideramos la oración como el aire de nuestros pulmones y la sangre de nuestro corazón pensamos como es debido. Aunque no somos conscientes del hecho, la sangre fluye sin cesar en nuestro cuerpo y la respiración es continua; es un proceso que nunca se detiene. Tampoco somos conscientes todo el tiempo de que Jesús nos mantiene en perfecta unión con Dios, pero si le obedecemos, Él siempre lo hace. La oración no es un ejercicio, sino la vida del santo. Ten cuidado con cualquier cosa que impida tu ofrenda de oración. Ora sin cesar. Mantén el hábito, como un niño, de ofrendar la oración a Dios en tu corazón todo el tiempo.

Jesús nunca habló de las oraciones sin contestar, porque tenía la certeza infinita de que la oración nunca deja de ser contestada. ¿Tenemos, por el Espíritu, la certeza inexpresable que Jesús tenía acerca de la oración, o pensamos en las ocasiones cuando nos ha parecido que Dios no respondió? Jesús dijo: "Todo aquel que pide, recibe", Mateo 7:8. Sin embargo, decimos: "Pero..., pero..." Dios contesta la oración de la mejor manera, no algunas veces, sino todas las veces, aunque no siempre la respuesta sea evidente de inmediato en el área deseada.

¿Confiamos en que Dios contesta la oración? El riesgo que corremos es que deseamos suavizar las palabras de Jesús y las encajamos en un significado de acuerdo con nuestro sentido común. Pero, si sólo fuera una cuestión de lógica, no valió la pena que Él las hubiera dicho. Los principios que Jesús enseñó acerca de la oración son verdades sobrenaturales que Él nos revela.



"Quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén 
hasta que seáis investidos de poder desde lo alto", 
Lucas 24:49

Los discípulos tuvieron que esperar en Jerusalén hasta el día de Pentecostés, no sólo por causa de su preparación personal sino porque debían esperar hasta que el Señor fuera glorificado históricamente. ¿Y qué sucedió tan pronto como fue exaltado? "Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís", Hechos 2:33. Las palabras de Juan 7:39, aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado, no se aplican a nosotros. El Espíritu Santo ha sido dado; el Señor ha sido glorificado, la espera no depende de la providencia de Dios, sino de nuestro buen estado espiritual.

La influencia y el poder del Espíritu Santo estaban obrando desde antes de Pentecostés, pero Él aún no estaba aquí. Inmediatamente el Señor fue glorificado en la ascensión, el Espíritu Santo vino a este mundo y desde entonces ha permanecido aquí. Debemos recibir la verdad revelada de que Él está aquí. La actitud de recibir y darle la bienvenida al Espíritu debe ser continua en el creyente. Cuando lo recibimos a Él, recibimos la vida vivificadora de nuestro Señor ascendido.

No es el bautismo del Espíritu Santo el que cambia a la gente, sino el poder de Cristo ascendido que entra en nuestra vida por medio del Espíritu. Con demasiada frecuencia separamos verdades que el nuevo Testamento nunca separa. El bautismo del Espíritu Santo no es una experiencia aislada de Jesucristo: Es la evidencia del Cristo ascendido. Este bautismo no te lleva a pensar en el tiempo o en la eternidad, es un maravilloso y glorioso ahora. "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti", Juan 17:3. Empieza a conocerlo ahora y nunca termines.



(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)