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TESTIMONIO DE EDWIN ROMERO, The Path of Truth

http://thepathoftruth.com/spanish/edwin_spanish.htm

Un Año de Despertar

El año 2009 fue un año de mucha convulsión en mi vida, gracias a Dios. Fue también un año de bastante convulsión política, social y económica en nuestro país, Honduras. Durante ese año yo experimenté los más grandes efectos de mis pecados y fracasos pasados y presentes, los efectos de mi conocimiento errado así como de mi orgullo. Mi matrimonio estaba en bancarrota, no había forma de que yo pudiera cubrir mis deudas responsablemente y mi relación con Dios quedó expuesta por lo que realmente era – una farsa.
Pero ese también fue el año en que Dios me llamó a salir de en medio de las obras religiosas de los hombres, lo cual fue mi práctica diaria por años, y a tener un encuentro con Él fuera de las iglesias de este mundo. Fue algo que yo no pedí, pero yo estaba gimiendo por dentro por un cambio genuino. Sin embargo, yo no tenía idea de cómo eso iba a ocurrir.

Mis Primeros Años

Yo había oído hablar de Dios desde niño. Siendo el mayor de seis hermanos y una hermana, a mí me enseñaron que yo debía ser un ejemplo para ellos. Por supuesto, no tuve éxito en eso, no positivamente.
Mi madre siempre trató de llevarnos a la iglesia, por lo menos a la escuela dominical, pues ella sentía que era su responsabilidad guiarnos en el camino del Señor ya que mi padre fue contrario a la fe de ella por los primeros 13 años de matrimonio. Durante mis primeros años, yo sólo sabía que ir a la iglesia era lo más normal para mi familia. Aprendimos “buenas cosas” acerca de Dios y de la Biblia en la escuela dominical, acerca de todas las historias sobre Jesús y sus discípulos y de algunos patriarcas y profetas del Viejo Testamento. Esas lecciones me gustaban en cierta forma y fui bueno para aprenderme versículos de la Biblia. Sin embargo, en realidad no me gustaba la rutina de la iglesia.
Cuando tenía como 9 años, quizá un poco antes, mi papá le prohibió a mi mamá que siguiera yendo a la iglesia. Pero fue para ese tiempo cuando yo asistí a unos cultos especiales donde presentaron una película llamada El Infierno. En esa película, la cual miré como tres veces, se presentaban los horrores del infierno para los que se rehúsan a aceptar a Jesucristo como su Salvador personal.
Al final de la presentación, el pastor hacía una corta reflexión y preguntaba quiénes querían aceptar a Jesús e ir al cielo y así evitar ir al infierno. Yo levanté la mano con la convicción que no quería ir al infierno, e hice lo mismo las tres veces que vi la película, sólo para asegurarme que estaba “listo.” No me interesaba mucho lo de ir al cielo, pues la idea que yo entendía por los sermones era que el cielo era un lugar donde la gente estaría eternamente postrada delante de Dios, “adorándole.” Jugar fútbol con mis amigos era mucho más atractivo que eso para mí.
En mi adolescencia, miré que se dieron algunos cambios en mi casa. Nos mudamos a otro vecindario, a nuestra propia casa, y ya no estábamos asistiendo a la iglesia. Luego mi madre tuvo una plática con un pastor de una iglesia pentecostal y ella hizo un nuevo compromiso en ese tiempo.
Poco tiempo después, para sorpresa nuestra, mi padre también decidió “aceptar a Jesús.” Ya él había dejado el alcohol antes de ir a una iglesia; él tomó la decisión de no continuar con ese vicio probablemente porque se dio cuenta de que se estaba destruyendo a sí mismo y a su familia.
Entonces retomamos nuestra asistencia a la iglesia, pero para ese tiempo yo ya había comenzado a cuestionar lo que oía en la iglesia, en la escuela y en mi casa.
Recuerdo que cuestionaba a mi mamá y la dejaba sin respuestas claras cuando le preguntaba: “¿Cómo es que creer en Dios es un asunto voluntario, cuando si uno no cree, se va al infierno? Veo que no nos dan opción allí, y si no hacemos la voluntad de Dios, hacemos la de Satanás; entonces, ¿dónde queda nuestra propia voluntad?”
No sé exactamente de dónde sacaba yo esas ideas, pues no hablaba de esos asuntos con mis amigos, excepto con Roberto, uno de mis tíos quien era más como un amigo y quien también se crio yendo a la iglesia.
Sin embargo, yo seguí yendo a la iglesia por algún tiempo durante mi adolescencia, pero a mí no me gustaba lo que veía en los círculos pentecostales. Anteriormente, habíamos asistido a la Iglesia de Santidad, una iglesia conservadora. Sucedió con el tiempo que esta iglesia pentecostal tuvo algunos problemas de liderazgo, algunas divisiones internas que nunca se admitió que eran divisiones, lo cual hizo que mis padres decidieran buscar otra iglesia. Mi padre se encontró otra Iglesia de Santidad, la cual le pareció a él muy interesante. Los líderes eran jóvenes “conocedores” de las escrituras. No tenían tanto de la locura religiosa que habíamos visto en la iglesia pentecostal. En verdad, estos jóvenes eran gente bastante nítida.
Por un tiempo asistí a esa iglesia con mis padres, pero luego me desanimé totalmente por la rutina y preferí pasarla con mis amigos. Para ese entonces yo había empezado con mi interés por las muchachas y por la música, especialmente la música rock, la cual se volvió una adicción para mí, aunque esa fue mi motivación inicial para empezar a aprender inglés, el cual hoy me sirve tanto. Mi papá decidió no obligarme ni a mí ni a mis hermanos a ir a la iglesia con ellos, así que yo sólo iba en ocasiones, pero era una asistencia sin propósito. Logré obtener algún conocimiento intelectual, pero eso no tenía un valor práctico en mi vida.

Primer Compromiso Serio

Como a mis 17 años, yo tenía un amigo muy cercano con quien compartíamos muchas cosas, buenas y malas, más malas que buenas. Un día oímos de una campaña cristiana que había en una iglesia de nuestra colonia, la iglesia pentecostal donde mis padres habían asistido por unos años. Decidimos asistir a uno de los cultos, pero con la idea de reírnos de la gente en ese lugar. Sin embargo, al llegar allí, había ujieres en la puerta quienes nos llevaron a una de las bancas de en medio. Tratamos de rehusarnos pero nos tomaron de la mano y nos metieron al templo.
Nos sentíamos tan raros en medio de aquel “avivamiento” – gente cantando, gritando, llorando, hablando en “lenguas,” y toda clase de cosas que se miran en un culto pentecostal. Nos sentíamos realmente tontos entre esa gente, pues no entendíamos lo que estaban haciendo. Nos esforzamos por no reírnos de lo que veíamos, pero fracasamos.
Cuando la predicadora invitada, una señora robusta en sus cincuentas, había terminado su “poderoso” mensaje, empezó a llamar a la gente a pasar en frente y “aceptar a Jesús.” Mi amigo Henry y yo tratamos de escondernos de la insistencia de ella en que la gente aprovechara esa “oportunidad única” de “ponerse a cuentas con Dios.” Luego, ella se dirigió directamente a nosotros – creo que fue su venganza porque nos estábamos riendo – y nos pidió que pasáramos al frente. Ella hizo un gesto con su mano a algunos líderes para que nos llevaran al frente y para orar por nosotros. Nos sentimos realmente tontos, pero no fuimos capaces de rehusarnos.
Después del culto, sentimos una extraña sensación de que no podíamos tomar aquel evento a la ligera, o nos meteríamos en problemas. Nosotros sabíamos que nuestras vidas eran insignificantes, así que tomamos una decisión. Dijimos: “Bien, intentémoslo en serio. No más andar detrás de las chicas, no más masturbación, no más malas palabras, no más andarse riendo de la gente.”
Por un tiempo corto, parecía que estaba funcionando. Yo empecé a leer la Biblia y a orar a la manera que podía. Íbamos a la iglesia regularmente y tratamos de ser “buenos cristianos.”
Increíblemente, dejamos de decir malas palabras, lo cual había sido una condición vergonzosa que teníamos; usábamos malas palabras para cada idea que expresábamos, no en la casa, por supuesto. Sin embargo, Henry y yo nos confesábamos nuestros pecados y faltas el uno al otro, y nos encontramos con que era imposible dejar la masturbación. Luego, vinieron nuevas chicas a la iglesia, y ese era otro asunto con qué lidiar. Ellas se volvieron nuestra motivación para ir a la iglesia, pero ellas también nos “ayudaron” a descarriarnos.
En todo ese tiempo, parecíamos ser buenos muchachos en la iglesia y en la casa. Poco después, Henry se desanimó y decidió salirse de la iglesia. Yo me quedé allí por un poco más de tiempo y llegué a bautizarme en agua. Esperaba que después de ese acto, me convertiría en un nuevo hombre, un verdadero hijo de Dios. Sin embargo, mi miseria se volvió más grande, pues me sentía más condenado cuando pecaba otra vez, y ahora mis amigos se reían de mí porque yo seguía siendo el mismo. Ni la oración, ni la lectura de la Biblia, ni el ayuno me ayudaron ni un poquito para convertirme en una verdadera nueva criatura como se prometía y se exigía desde el púlpito.

Rebelión y Búsqueda

Después de un año de estar asistiendo a la iglesia y participando en varias actividades, aunque había recibido algo de conocimiento bíblico, me sentía como un total fracaso. Me daba envidia que mis amigos podían ir a fiestas y andar con chicas mientras yo me reprimía. Un día hice una oración muy honesta. Llorando de rodillas en una banca de atrás en el templo, dije, “¡Dios, realmente lo siento! No puedo seguir así. Mi verdadero deseo es conocer el mundo; no puedo negarte a Ti que quiero pecar, y yo no puedo vivir esta vida ‘cristiana’.”
Ese fue el último día que fui a la iglesia por un tiempo.
Luego comencé la búsqueda de un verdadero significado de la vida. Me encontré con que no podía disfrutar el mundo abiertamente porque todavía tenía lo que yo pensaba que era el temor de Dios. Sin embargo, cada vez que pude, furtivamente, caí en fornicación, pornografía y cosas similares. Me sentía miserable porque no podía pecar abiertamente, y yo estaba convencido de que no quería poner un pie en una iglesia otra vez. Allí me había cansado de mi hipocresía, pero también resentía la hipocresía de los líderes adultos, llenos de arrogancia, mentiras y chismes. Detestaba las prédicas, las cuales eran redundantes y sin sentido, eternamente aburridas.
Yo siempre tuve curiosidad por los misterios de la vida y del universo. Continuamente me acechaba la idea de que tenía que haber algo acerca de Dios más grande que lo que se enseñaba en la iglesia. Así que me obsesioné con la literatura sobre OVNIS y con algunos libros de Nueva Era, especialmente de Wayne Dyer y Deepak Chopra, y otros materiales relacionados con las culturas antiguas y el misticismo. Pensaba que estaba descubriendo por qué yo no estaba satisfecho con lo que había aprendido en la iglesia. Esas nuevas enseñanzas me resultaron tan fascinantes que llegué a pensar que los cristianos que yo conocía no tenían ni un diez por ciento de la “sabiduría” que estaba encontrando en esos libros. En realidad, no estaba tan equivocado sobre eso.

Nuevo Intento de Enderezarme

Pasaron ocho años y yo seguía firme en mi decisión de no regresar a la iglesia. Sin embargo, conseguí un trabajo en una escuela cristiana (no mi empleo actual) donde la directora me preguntó sobre mi relación con Dios. Le dije que no tenía ninguna relación por el momento y ella me dijo: “Dios tiene Sus propósitos, y ¿quién sabe si Él tiene algo para usted aquí?” Yo necesitaba el empleo, así que lo acepté con gusto.
Esa escuela realizaba retiros anuales para “ministrar” a los estudiantes. Yo decidí asistir a uno de esos retiros para ver qué sucedía allí. En ese retiro me sentí literalmente bombardeado. Cada actividad y enseñanza me confrontaban con el hecho de que yo necesitaba a Dios en mi vida de acuerdo a todo lo que ellos decían. Me resistí hasta el último culto donde me sentí abrumado por una atmósfera de muchachos y muchachas “entregándole sus vidas a Jesús.” De repente, empecé a sentir la convicción de que yo le había fallado a Dios miserablemente. Se me salieron las lágrimas y no pude evitar irme con la corriente. Otra vez me “reconcilié” con Jesús.
Comencé a ir a la iglesia de nuevo, a otra iglesia de Santidad que operaba en el mismo edificio de la escuela donde yo trabajaba. Para entonces yo tenía como 26 años. El pastor era un hombre muy preparado, balanceado en sus enseñanzas, y para mí, él hablaba con sensatez. Él se me acercó y dijo que quería discipularme.
Estudié la Biblia con él por un par de años, pero luego caí en pecado otra vez, aunque yo era de los discípulos más prometedores según el pastor. Esta vez yo no sabía qué hacer, pero traté de mantenerme fuera de problemas hasta donde pude. Por alguna razón, ciertamente no mi físico, varias chicas siempre estaban poniendo a prueba mi “santidad.” Por supuesto, fallé otra vez.

Buscando Pastos Más Verdes

Un día me invitaron a otra iglesia, “Palabra Revelada”. Me dijeron que allí tenían estudios Bíblicos muy interesantes los días martes y que yo estaba invitado aunque perteneciera a otra iglesia. La primera vez que entré en esa iglesia, me impresionó la mujer que estaba predicando. Se miraba tan diferente a cualquier otro predicador que yo había conocido u oído. Ella sonaba valiente y como alguien que tenía autoridad en lo que decía.
Para ese tiempo, yo había estado haciendo el negocio de Amway y encontré que las “enseñanzas de fe” de PR eran similares a los seminarios motivacionales de Amway. Ella también sonaba tan mística como los libros de Nueva Era que yo había leído antes. Luego conocí a su esposo quien, temporalmente, pastoreaba otra sección de la iglesia en otro local de la ciudad. Él se miraba bastante salvaje; yo lo comparaba con Juan el Bautista por la forma en que se vestía y por su forma alocada de enseñar (yo sé que Juan el Bautista no era así). Este hombre no se parecía en nada a ningún pastor tradicional que yo hubiera conocido. Por un momento pensé, “¡Esto es! ¡Es lo yo que había estado buscando!”
Invité a dos amigas a que me acompañaran, a Tirsa, mi mejor amiga en ese tiempo, y a Delia, quien se convirtió en mi esposa. (Ellas no estaban involucradas en ninguna iglesia.) Ellas también se impresionaron, pero dudo que haya sido por las mismas razones. Yo pensé que podría combinar las enseñanzas de la Iglesia de Santidad y las de Palabra Revelada. Sin embargo, Delia y yo ya estábamos involucrados físicamente y ambos sabíamos que andábamos mal y que tendríamos que enfrentar nuestro pecado. Salí de la Iglesia de Santidad y me uní a Palabra Revelada. Decidimos hablar con los pastores de PR y ellos nos prestaron su atención muy comprensivamente. Ellos trataron de ayudarnos tanto como pudieron, guiándonos a arrepentirnos y a separarnos en lo físico hasta que estuviéramos listos para casarnos, si esa era la voluntad de Dios.
Se llegó el día en que estábamos listos para casarnos. Los pastores fueron muy generosos con nosotros, dándonos todo su apoyo para vernos “restaurados.” Nosotros también creíamos que estábamos siendo restaurados, y comenzamos a hacer todo lo que podíamos y a aprender y a servir diligentemente en esa iglesia. La pastora, Mirna Símonson, una vez dijo que miraba un “gran llamado” sobre mi vida. Esa era la segunda vez que yo oía decir tal cosa de mí. Honestamente, yo quería creer eso, pero no tenía idea de lo que me estaban hablando, y tampoco estaba tan interesado en averiguarlo.

Comienzo del Trabajo Duro

Al pasar el tiempo, llegamos a ser líderes en esa iglesia. Comenzamos visitando gente con el ministerio de evangelismo, y yo me uní al grupo de alabanza; luego quedé a cargo del ministerio de jóvenes, y finalmente llegué a ser uno del equipo de pastores de la iglesia, y luego también mi esposa llegó a ser pastora. Servimos en todas las formas que pudimos, desde colocar las sillas para los cultos hasta predicar, dar consejerías y cualquier cosa que se nos pidiera. Nuestra agenda estaba siempre llena de actividades de la iglesia – cultos, reuniones, consejerías, reuniones especiales de oración, retiros, seminarios, etc. La gente creía que nosotros éramos un buen ejemplo en la iglesia, y nosotros también lo creímos, por un tiempo.
A la gente de esa iglesia les caíamos bien por varias razones que mencionaban, y nosotros siempre tratábamos de estar a la orden de quienes lo requirieran. Sin embargo, nunca pudimos desarrollar una relación cercana y profunda con los pastores principales, ni con nadie más en realidad. Queríamos ser cercanos con los pastores, y creo que ellos también, y de algún modo lo intentamos, pero simplemente no fue posible. Ellos trataron de darnos apertura, especialmente cuando tratamos de hablar de nuestros problemas matrimoniales, los cuales se habían vuelto más serios con el paso de los años. Nosotros siempre pensamos, y agradecimos, el hecho de que ellos hicieron muchas cosas por nosotros, como el apoyarnos en nuestros “ministerios” y hasta ayudarnos económicamente en algunas ocasiones.
Yo no entendía con claridad por qué nunca podíamos prosperar en nada, y aun si recibíamos algún buen ingreso, como sucedió en ocasiones, nunca era suficiente. Dábamos diezmos y ofrendas, y creíamos que lo hacíamos con corazones sinceros, pero no mirábamos la bendición en ello. Otros miembros sinceros de la congregación también nos decían que a ellos les sucedía igual.
Como yo no estaba experimentando satisfacción en ninguna área de mi vida, empecé a preguntarme si es que algo no estaba bien con la iglesia en general. Para empezar, yo sabía de mis pecados y fracasos personales, pero pensé que eso me pasaba sólo a mí. Sin embargo, yo miraba que nuestros amigos también estaban cansados y frustrados con el trabajo de la iglesia y en reuniones y consejerías, nos dábamos cuenta de pecados y de situaciones de sus vidas personales. Delia y yo nos sentíamos frustrados e impotentes al ver que no éramos capaces de ayudar, aunque algunos pensaban que les ayudábamos. En realidad, en muchas formas nosotros estábamos peor que alguna gente que tratábamos de ayudar.

Un Año Crucial

Al inicio de 2009, empezamos un estudio Bíblico con y para los líderes de la iglesia. Yo era uno de los maestros, y una de las lecciones del programa se trataba de la cruz. Ese tema me tuvo ocupado en mi mente y en mi corazón. Cuanto más leía sobre el mismo en la Biblia, más me daba cuenta de que eso no era real en mí, ni en nadie más que yo conociera.
Empecé a clamarle al Señor que me mostrara el camino de la cruz. Yo me preguntaba por qué ninguno de los cristianos que yo conocía eran perseguidos, aborrecidos, o rechazados por el mundo, excepto por nuestras molestas actitudes o por nuestra hipocresía. También observaba que en los niveles más altos, “apóstoles” y “profetas” de la misma ciudad realmente no tenían buenas relaciones entre sí; más bien actuaban como gente de negocios, muy diplomáticos, quienes siempre buscan su propia conveniencia en cualquier relación.
Yo creía que la cruz era algo que yo nunca había experimentado en mi vida, y no es que yo entendía de qué se trataba realmente. En una ocasión, después de predicar en el culto de un domingo por la tarde, terminé llorando y orando con estas palabras: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de mi Dios?” (Salmo 42:1) No podía dejar de orar esas palabras; fue un gemir muy real en mi corazón, no simple poesía como para impresionar a la audiencia.
En abril del mismo año, yo estaba buscando información sobre falsos profetas en el internet. Llegué a The Path of Truth donde encontré una larga lista de falsos profetas y maestros. Leí algo de información que tenían allí y luego miré una ventana con una invitación a hablar con ellos. Entré al chat y hablé con Paul Cohen. Le dije algo sobre mí y le comenté que andaba buscando información sobre falsos profetas en caso de que yo o mis pastores tuviéramos alguna marca de falsedad. Por supuesto que yo no creía eso, pero me sentí movido a expresarlo así. Chateamos por unos minutos y luego le dije que escribiría más acerca de mí mismo y de mi iglesia.
Le escribí una carta a Paul contándole sobre mi situación en la iglesia y lo que yo estaba percibiendo durante esos días. Le conté sobre las cosas buenas que según yo teníamos y acerca de algunas inquietudes mías. Le dije que yo temía que habíamos terminado sirviendo más a los cultos de la iglesia que al Señor de la Iglesia.
Cuando Paul me respondió, me escribió una extensa carta que realmente me impactó. Primero, pensé que se requería que alguien tuviera la vida de Dios para que se tomara el tiempo de responderme en forma tan cuidadosa, profunda y extensa, siendo yo un extraño. Sentía que Dios había empezado a hablarme y empecé a experimentar una profunda necesidad de salir de la iglesia para ver la realidad de Dios, pero no estaba tan seguro que ese fuera el camino correcto. Algo que hasta me dio miedo fue que Paul me dijo que sentía testimonio de que en nuestra iglesia había adulterio y fornicación tanto en lo espiritual como en lo físico. Años atrás, yo había cometido adulterio físico y me lo había guardado en secreto. Yo no quería enfrentar esa realidad con nadie. También sentía yo que, a pesar de todo, yo le pertenecía al Señor, así que entonces estaba en adulterio espiritual si estaba en una iglesia que no era Su Iglesia.
Tuvimos algunos intercambios tratando varias ideas sobre los caminos de los hombres y los caminos del Señor, pero yo no estaba totalmente convencido de que estuviera oyendo la verdad absoluta. De hecho, aunque yo había dicho que andaba investigando sobre los profetas falsos para ver si mis pastores o yo pudiéramos caer en esa categoría, yo no esperaba que tal posibilidad fuera real. Entonces preferí apartarme y volver a hacer lo que sabía hacer en la iglesia, pero tratando de hacerlo mejor o de poner más diligencia en mi “ministerio” y en mis clases de “discipulado.”

Abriendo Los Ojos

Los siguientes seis meses fueron una verdadera tortura para mí y para mi esposa. Habíamos estado destruyéndonos el uno al otro más que suficiente, pero las cosas empeoraron en nuestro matrimonio, y el trabajo de la iglesia se volvió una pesada carga, tan abrumante que ya casi no lo podíamos soportar. La rutina, la monotonía, la falta de realidad que vivíamos cada día y cada semana en la iglesia era un buen reflejo de nuestra relación matrimonial, o al revés. Todo se estaba derrumbando, llenos de engaño, misterio y de vanos esfuerzos para que las cosas funcionaran.
En cada culto, yo empecé a notar más errores en las enseñanzas, como nunca antes. Sin embargo, yo consideré que esa no era una buena razón para tomar una decisión radical de dejar la iglesia. Pero yo seguía clamando a Dios que me mostrara el camino. Yo no estaba seguro de cuál era el camino, pero hubo algo de lo que me convencía cada vez más: Estábamos en el camino equivocado, el cual no nos llevaba más que a nuestra inevitable destrucción, junto con muchas otras personas.
Curiosamente, al inicio de ese mismo año, Mirna había dado una interesante profecía. Ella dijo: “Este año tomaremos un camino que nunca hemos andado, cruzaremos un Jordán espiritual y ¡la ramera será desnudada!” Me pregunto si ella llegó a averiguar de qué estaba hablando ella misma; nunca lo explicó. Sin embargo, esas palabras se hicieron realidad para nosotros en una forma muy seria.
Mi esposa se preocupó cuando le anuncié que definitivamente dejaríamos la iglesia. Ella se sentía insegura, pero a la vez, ella sentía la misma necesidad. Ella no soportaba estar allí con una idea en mente que no se realizaba. Me preguntó: “¿De verdad vamos a salirnos de la iglesia? ¿Qué vamos a hacer después? ¿Cuándo tomaremos acción?”
Después que salimos de la iglesia, el “apóstol,” Bernardo Símonson, especuló que fue mi esposa quien me sacó de la iglesia. En cierta forma, así fue, pero no como él se imaginó. En octubre de 2009, le dije a Delia que yo sentía que Dios nos iba a confirmar nuestra salida durante la siguiente reunión de liderazgo de ese mes. El 21 de octubre tuvimos un retiro de liderazgo donde se darían nuevos lineamientos en cuanto al sistema de trabajo de la iglesia para el siguiente año.
Curiosamente, Bernardo empezó su participación diciendo: “Hemos oído la palabra ‘iglesia’ por tanto tiempo, y yo les puedo decir que no tenemos idea de lo que eso significa. Es mucho más de lo que hemos pensado, y pronto les voy a estar hablando más de eso. Por ahora, puedo decirles que tenemos mucho por hacer, pero queremos trabajar solamente con los que de verdad estén comprometidos. Los que se sienten vacilantes, mejor vayan y búsquense otro lugar ahora. Decídanse, pues no vamos a caminar con gente a medias…”
Esas palabras retumbaron en mi corazón como el sonido de una trompeta. Era como que Dios me estuviera diciendo, “¿Quieres mas confirmación?”
Luego, le tocaba hablar a Mirna. En cada sesión que teníamos con líderes y pastores, Bernardo y de Mirna se quejaban de nuestro trabajo, pero ¡esta vez, ella se lució! Empezó dirigiéndose a los jóvenes, diciéndoles que no pusieran su mirada en nosotros - los adultos - como ejemplos a seguir.
Esta es una generación vetusta; ellos ya no harán mucho. Sus corazones se han endurecido y ya no van a cambiar. Ustedes son los llamados a hacer la obra, pero no hagan como estos han hecho…” dijo ella, entre otras cosas, en una forma abrupta.
¡Vaya, esas palabras siguen resonando en mi mente! No porque me ofendieran – yo sabía que ella tenía razón por lo menos en parte. Pero yo estaba sorprendido de que ella pensara que sus “pastores” y líderes mayores estuvieran en tal condición, y aun así considerarlos pastores y líderes. Esa era una terrible contradicción.
Yo ya le había preguntado a ella, en otra reunión de pastores, qué estaba ocurriendo en la iglesia. Yo le pregunté: “Si nosotros no damos la talla como pastores, ¿cómo podemos esperar que las ovejas algún día lleguen a conocer al Señor?” Luego agregué: “Siento que algo anda terriblemente mal con la iglesia en general, no sólo la nuestra, sino como un todo. Esto me hace pensar en las palabras del apóstol Pablo a los Corintios donde él les dijo que temía que ellos hubieran sido engañados así como la serpiente engañó a Eva.”
Mirna trató de comprenderme y dijo que se iba a tomar el tiempo de platicar conmigo en privado, como yo se lo había pedido. Ella lo hizo así, y cuando le expresé mis pensamientos con más detalles, ella dijo que yo me estaba enfocando en la forma externa de hacer las cosas. Dijo que era una crisis personal por la que yo estaba pasando, un ciclo de cansarme de hacer lo correcto en mis propias fuerzas, descarriarme y luego regresar al camino.
¡Usted tiene que romper con ese ciclo!” concluyó ella.
Yo vi que sus palabras tenían sentido. Yo sabía que yo “obedecía” a Dios solamente por un tiempo y luego volvía a caer en pecado, sin experimentar un verdadero cambio en mí, así que pensé que ella podía tener razón en lo que me dijo. Sin embargo, yo seguía sintiendo que estábamos llenos de contradicciones, las cuales realmente yo no entendía. Por ejemplo, ¿cómo podía ser yo un pastor?

Tiempo de Partir

Entonces, en esa reunión de líderes en octubre, Dios usó las palabras de Bernardo y de Mirna para confirmarme que era tiempo de partir. Todo el año, yo me había estado preguntando qué pasaría con la profecía que se dio al inicio. Después de ese retiro, llamé a Mirna y le pedí que nos diera un tiempo para hablar con ella y con Bernardo.
Creo que es hora de que nosotros crucemos ese Jordán de una vez por todas,” le dije.
Ella aceptó reunirse con nosotros al día siguiente. Cuando anuncié mi decisión de salir de la iglesia, ella se sorprendió, pero dijo que ya se esperaba algo así desde el momento en que la llamé. Yo les dije que estábamos muy agradecidos por todo lo que ellos habían hecho por nosotros y que no teníamos problemas con nadie de la iglesia.
Sin embargo, siento que si no tomo este camino, me muero,” concluí.
Ellos se sintieron algo confundidos por el hecho de que yo no sabía hacia dónde me dirigía. No iba para ninguna iglesia y fui enfático en que no pensaba iniciar una nueva. También aclaré que no íbamos a persuadir a que nos siguiera nadie de la iglesia.
Mirna dijo que por muchos años en su ministerio, ella había visto gente ir y venir, pero nosotros éramos los primeros de quienes ella realmente no sabía qué pensar. “Con todo y todo,” concluyó ella, “no quiero ser un obstáculo en algo que el Señor podría querer hacer con ustedes. Así que no podemos detenerlos, aunque quisiéramos que no se fueran.”
Yo le había orado a Dios que si era Su voluntad que saliéramos, nuestra plática con Bernardo y Mirna sería en paz. Bernardo quiso persuadirnos, pero Mirna dijo que estaba bien dejarnos ir. Quedamos en que tendríamos una plática más adelante por si había algo que yo quisiera expresar una vez que me sintiera libre de la presión de que ellos fueran autoridad sobre nosotros. A mí me pareció muy bien esa idea, así que establecimos una fecha para dirigirnos a todos los líderes para despedirnos y aclarar que nos íbamos en paz con todos.
El 4 de noviembre de 2009, tuvimos esa reunión. Fue en uno de los salones de la iglesia y era con todos los líderes y pastores de la iglesia local y de otras iglesias hijas de fuera de la ciudad. Yo llegué allí más temprano que todos. Como estaba solo, abrí mi Biblia y me fui directo al libro de Lamentaciones, a un pasaje que nunca me había detenido a mirar:
Se ha cumplido el castigo de tu iniquidad, oh hija de Sion: Nunca más te haré llevar cautiva…” (Lamentaciones 4:22).
Cuando leí esa Escritura, se me llenaron de lágrimas los ojos, y sentí como que estaba saliendo de una prisión, aunque había sido necesaria en mi vida. Sentí que el Señor realmente me estaba hablando, animándome a tener fe y seguir todo el camino.
La gente nos bendijo en esa reunión y oraron por nuestro bienestar en el camino que habíamos decidido tomar. Teníamos emociones mezcladas – paz, temor, libertad, dolor, etc. Pero yo tenía la convicción de que estábamos obedeciendo al Señor antes que a los hombres, y así se lo declaré a la congregación. Con lágrimas en mis ojos, les dije que ellos habían sido nuestra familia todos esos años, pero que el Señor nos estaba llamando a salir, de modo que era mejor obedecerle a Él aunque nos costara todo.
Mi esposa estaba algo resentida porque habíamos oído comentarios de que habíamos caído en apostasía; creíamos que Bernardo había hecho esos comentarios sin mencionar nuestros nombres. Era bastante obvio de quiénes estaba hablando, pero él nunca nos lo dijo directamente y hasta trató de aclarar que no estaba refiriéndose a nosotros. Eso sólo Dios lo sabe con seguridad. Entonces Delia se quejó de ellos como cuerpo de líderes, diciéndoles que si hubieran sido los amigos que decían ser, no estarían juzgándonos por nuestra decisión, pues ni siquiera entendían por lo que estábamos pasando. Les dijo que era obvio que nunca nos habían conocido.
Fue gran discurso el que pronunció Delia, aunque habíamos acordado que no íbamos a mencionar nada del asunto. Eso molestó mucho a Mirna y probablemente la hizo cambiar de opinión sobre si era el Señor el que estaba tratando con nosotros. Ella hasta nos aconsejó allí mismo, que nos olvidáramos de esa iglesia y que no volviéramos a poner atención a lo que pasara allí. Ella nos advirtió que, “como madre,” era su deber proteger a sus hijos. Por supuesto, ella dijo esas cosas en forma muy diplomática. Luego ellos oraron por nosotros y toda la congregación vino y nos despidieron con besos y abrazos, llorando y confundidos acerca de por qué exactamente era que nos teníamos que ir.
Dos días después, se convocó una reunión de líderes. Con preocupación, algunos amigos que quedaron en la iglesia nos informaron que a todos ellos se les advirtió acerca del “espíritu” que nos había atrapado. Mirna les dijo que el Espíritu Santo le había revelado a ella que nosotros habíamos sido engañados en el internet. Es interesante el hecho de que en esos días yo estaba desconectado de cualquier persona, real o virtual, aunque yo seguía leyendo de varios sitios del internet; nos sentíamos muy solos, solamente con la esperanza de que Dios estaba de nuestro lado para liberarnos. Mirna les dijo que cortaran toda relación con nosotros, en persona o por teléfono o como fuera. Ella les advirtió que podrían “contaminarse.”
Mientras tanto, mi madre y parte de mi familia siguieron en esa iglesia por algunos meses hasta que el Señor les mostró que las cosas no andaban bien, que Él no estaba en ese “ministerio.” Pero ésta es otra historia.

Tiempo de Desierto y de Juicio

Cuando salimos, el primer domingo nos quedamos en casa. Sentimos una impresionante sensación de libertad y liberación, como si habíamos andado caminando por kilómetros y luego tomábamos un descanso. De verdad que fue un descanso, pues el Señor nos estaba preparando para confrontar nuestra realidad, la cual estaba oculta aun a nosotros mismos. Ese domingo leímos todo el libro de Oseas, y sentimos que todo el libro nos hablaba directamente a nosotros, así como a la iglesia, pero no sabíamos exactamente cómo. Yo seguí leyendo los libros de los profetas y cada día miraba yo en ellos cómo era que el Señor miraba a las iglesias de estos días.
Dos meses después de nuestra partida, el 31 de diciembre de 2009, yo decidí contactar a Paul Cohen en The Path of Truth otra vez. Yo le había estado pidiendo dirección al Señor, pues yo admitía que no podríamos lograrlo nosotros solos. No podíamos ser llaneros solitarios. Algunas personas nos habían dicho que si empezábamos una iglesia, con gusto se unirían a nosotros. Yo pensé en la condición tan ciega que estaba el pueblo; ellos no tenían ni idea que nosotros podríamos estar mucho peor que ellos.
Le escribí una carta a Paul y le conté acerca de los últimos acontecimientos. Paul me informó que Víctor me había escrito una carta que yo nunca respondí, pero la verdad es que nunca recibí esa carta. Todo fue obra del Señor para Sus propósitos con nosotros, especialmente para mostrar que Su obra con nosotros era más interna que externa, de modo que no pusiéramos nuestra confianza en los hombres o en motivaciones externas para salir fuera del campamento. Realmente estoy agradecido que hayamos salido del sistema de la iglesia sin necesidad de presión humana; fue una obra interna que no me dejaba en paz hasta que obedecí.
La mejor parte del viaje estaba por comenzar. Ahora que yo había establecido una comunicación más estable con Víctor y Paul, ellos empezaron a aclararme muchas cosas. Una cosa que dijeron fue que habíamos sido dolorosamente contaminados por la Ramera. Esto se hizo evidente en lo que seguimos adelante, y cuando se llegó el tiempo de confrontar nuestros pecados y nuestra naturaleza de pecado. El Señor comenzó a exponer nuestros pecados ocultos, por sueños y directamente.
Tuvimos un tiempo tan difícil con la confrontación y la confesión de pecados, pues habíamos sido entrenados – no directamente, pero implícitamente – a guardarnos las cosas como para preservar nuestra imagen intacta. Fue tan duro admitir nuestra maldad y pedir perdón y perdonar. Sin embargo, fue la experiencia más liberadora el ser capaz de admitir y confesar nuestros pecados ocultos los cuales habían resultado en circunstancias que claramente testificaban contra nosotros. Estoy hablando de confesar adulterio (espiritual y físico), mentiras, orgullo, engaños y temores perversos. En realidad nunca habíamos conocido al Señor y más bien éramos Sus enemigos completamente, aborreciendo la verdad y amando las mentiras, prefiriendo nuestras propias vidas antes que la Suya. El Señor me mostró una Escritura que, entre muchas otras, yo aprendí dolorosamente en la práctica:
Salmo 50:16-21 (RVG)
(16) Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que narrar Mis leyes, y que tomar Mi pacto en tu boca?
(17) Pues tú aborreces la instrucción, y echas a tu espalda Mis palabras.
(18) Si veías al ladrón, tú corrías con él; y con los adúlteros era tu parte.
(19) Tu boca metías en mal, y tu lengua componía engaño.
(20) Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; contra el hijo de tu madre ponías infamia.
(21) Estas cosas hiciste, y Yo he callado; pensabas que de cierto sería Yo como tú; pero Yo te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos.
Durante estos años que han pasado desde que salimos de la iglesia, hemos visto la impresionante bondad del Señor, así como también hemos podido ver nuestra iniquidad. Estábamos tan engañados sobre nosotros mismos que podíamos engañar a otros, pero a Dios no se le puede engañar, definitivamente.
Su misericordia ha sido mucho más grande que nuestras expectativas; Él ha estado haciendo un maravilloso trabajo de exponer, limpiar, sanar, reprender, enseñar y restaurar en formas muy específicas, como nunca antes. Él nos ha dado, junto a otros pocos aquí en Honduras, la gracia para ver la realidad por lo que es. Ahora podemos diferenciar entre la verdad y el error mas fácilmente; nuestro juicio de las cosas y de nosotros mismos había estado tan torcido que hasta creíamos saber mucho, así como tanta gente, pero ya no estamos engañados, por la gracia de Dios.
Doy gracias al Señor por lo que Él nos ha provisto en The Path Of Truth, un verdadero refugio contra la tormenta, porque Él está presente aquí. Yo tuve un sueño, breve pero muy significativo, cuando yo no sabía mucho acerca de Víctor y Paul, pero sí había leído algo en su sitio web:
Yo veía que mi familia y yo llegábamos a un lugar al pie de una montaña. La tierra se miraba tan fértil, tan suave y limpia, rodeada de colinas llenas de pinos verdes. Llegamos a una pequeña cabaña, hecha de trozos de roble, como las que yo sólo había visto en películas. De la cabaña salieron dos hombres muy altos, como de 3 metros de altura. En medio de ellos dos estaba mi papá quien había muerto en 2004. Ellos vinieron a recibirnos muy contentos, invitándonos a quedarnos. Yo iba al frente; mi esposa, mi mamá y otras personas venían después de mí. Yo empecé a hablar con aquellos hombres y con mi padre, pero no sé qué decíamos, sólo que ellos nos daban una bienvenida muy cálida.
Ese fue el final del sueño. Así que aquí estoy hoy, junto con otros familiares y amigos, aprendiendo los caminos del Señor que son contrarios a los que habíamos conocido antes. Ha sido un verdadero reto, nada fácil, pero por Su gracia, estamos en el camino que debemos andar. Él nos ha hecho saber, en muchas formas, que Él ha fijado sus ojos sobre nosotros, no porque seamos algo, sino porque no somos nada. Y por Su gracia continuaremos hasta el final.
El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.” (Apocalipsis 3:5 RVG)

Edwin Martin Romero
Tegucigalpa, Honduras

NOTA DEL ADMINISTRADOR:
Sobre este ministerio sugerimos leer la nota introductoria, que pusimos en nuestro primer artículo:



LA SEÑAL: EL LIBRO DE JONÁS, EL LIBRO DE DIOS, Víctor Hafichuk



15 Páginas

LA SEÑAL: El Libro de Jonás, El Libro de Dios

¿Quién es nuestro Dios? ¿Cuán grande es nuestro Dios? ¿Cuál es Su plan? ¿Cómo lo va a lograr? ¿Qué ha hecho ya?


Y no les será dada señal, excepto la señal del profeta Jonás.”


El libro de Jonás es una clásica alegoría profética de la vida real acerca de la soberanía de Dios. Es un magnífico testimonio que declara la existencia de Dios, Su naturaleza, Su poder, Su voluntad y Sus caminos. En forma decisiva, trata con la doctrina del libre “albedrío” y proféticamente declara que Dios salvará a toda la humanidad y que, de hecho, Él ya lo hizo. En verdad, como está escrito:
Y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo; así las que están en la tierra como las que están en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre de Su cruz”. (Colosenses 1:20)
Jesús se refirió a Jonás en una forma muy especial:
Entonces respondieron unos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro querríamos ver de ti señal. Pero Él respondió y les dijo: La generación perversa y adúltera demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches; así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra”. (Mateo 12:38-40)
Cuando hablamos de los grandes eventos y personajes del viejo testamento, estos… Adán, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, Sansón, David, Salomón, Job, Elías y otros, se recuerdan y se mencionan mucho más que Jonás. Discutamos brevemente cada uno de ellos.
Por ejemplo, ¿Por qué no se consideraría a Adán como “la única y sola señal”? De él está escrito que fue la figura de Quien (Jesús) habría de venir (Romanos 5:14).


Está escrito que él fue la figura de Quien (Jesús) habría de venir.


¿Por qué no sería Noé “la señal” que representara a Cristo? Después de todo, él fue el que encontró gracia a los ojos de Dios en el día de la destrucción de toda la tierra por agua. Él vino del viejo al nuevo mundo. Noé, con los de su casa, pasó por un tipo de muerte, por así decirlo, mientras que todos los demás perecieron. ¿No podría él haber sido “la señal”?
¿Por qué Abraham, el padre de los de la fe, incluyéndonos a nosotros, no podría haber sido contado como “la señal,” o una de varias señales? Él ofreció en sacrificio a su hijo Isaac, cuyo sacrificio fue figura de lo que se iba a manifestar miles de años después, el Padre entregando a Su Hijo. ¿Por qué no sería su vida “la señal”?
Isaac fue el hijo sacrificado por su padre. Seguramente, si alguno debía ser un ejemplo de la crucifixión y resurrección del Señor que vendría, ese era Isaac. La Biblia dice que Isaac, figuradamente, se levantó de entre los muertos.
¿Por qué no Jacob, cuyo nombre fue cambiado a “Israel” (Príncipe con Dios)? La nación de la tierra escogida por Dios para manifestar la Ley, los Pactos y la Biblia que hoy usamos fue nombrada como Jacob, o “Israel”. El Mesías, Dios hecho carne, vino por medio de Israel (Jacob).
¿Por qué José no sería “la señal”? Sus “hermanos” (su propia familia) lo enviaron a la “muerte”, igual que Jesús fue traspasado por su propio pueblo. José subsecuentemente se levantó en victoria y salvó a su pueblo, Egipto, y a las naciones vecinas de una sequía severa.
¿Por qué Moisés no sería la “señal”? Él libertó a Israel del yugo egipcio, realizó grandes milagros como ningún otro profeta igualaría, entregó la Ley directamente de parte de Dios a los Israelitas, construyó el Tabernáculo de acuerdo a lo que se le había mostrado en el monte de Dios, estableció el sacerdocio levítico y escribió los primeros cinco libros de la Biblia.


Aunque todos estos otros fueron señales, ninguno de ellos se mencionó como Jonás.


¿Por qué no Josué? Josué fue el que metió a los hijos de Israel en la Tierra Prometida. Él fue el profeta y comandante general de los israelitas, guiándolos a la victoria sobre todos sus enemigos. Su nombre era similar al del Mesías venidero (Yahoshua). Con seguridad, podríamos referirnos a Josué como “la señal”.
¿Y qué de Sansón? Nunca vivió un hombre más fuerte, por la unción de Dios. En y por su muerte después de sufrir, él libertó a Israel de los filisteos. ¿No podría él ser “la señal”?
¿Por qué David, Rey de Israel, un hombre “conforme al corazón de Dios”, no sería contado como la “única señal” del logro alcanzado por el Hijo del Hombre mil años después? Después de todo, él fue el hombre que mató al gigante, se convirtió en el primer rey justo de Israel y estableció su estatus poderosamente como una nación entre naciones. Él recibió el deseo y la revelación para construir el Templo, aunque no lo construyera, pero su hijo elegido, Salomón, como sucesor de su trono, tendría ese privilegio. El Mesías llegaría a ser conocido como “el Hijo de David”. ¿Por qué el Hijo de David (Jesús) no se referiría a Su “padre” (David) como “la señal”?
¿Por qué no Salomón, en toda su sabiduría y su gloria? Ningún rey más grande o más sabio vivió en la tierra, aparte de Jesucristo. Ninguna nación tuvo mayor gloria que Israel durante el reinado de Salomón. Salomón edificó el templo de Dios. ¿Por qué no fue Salomón “la señal”?
Sabemos cómo Job fue despojado de todo lo que tenía, aun de la esperanza de vivir, siendo restaurado al final con el doble de lo que tenía. Si algún hombre descendió a la muerte y se levantó otra vez en victoria, ¿no fue Job? ¿No es él la “señal de la venida del Hijo del Hombre”?
¿Qué podemos decir de Elías? Él fue llevado al cielo en un carro de fuego, uno de los dos hombres que registran las Escrituras que nunca murieron. ¿No serviría su vida como “la señal”?
Verdaderamente, todos estos fueron señales y alegorías, en una u otra forma, todas apuntando al Mesías y Su voluntad para toda la humanidad. Sin embargo, a Jonás se le concedió esta mención de la gloria de la ocasión más trascendental en toda la historia, la de la muerte y resurrección del Señor Jesucristo para la salvación de todos. Aunque todos estos otros fueron señales, ninguno se mencionó en forma tan específica como Jonás.
¿Y eso por qué? Una de las diferencias claves entre todos los demás y Jonás es que Jonás fue literalmente tragado y llevado a las profundidades, así como pasó con el Señor. Otra diferencia significativa es que Jonás estuvo en esas profundidades precisamente tres días y tres noches, así como el Hijo del Hombre, Jesucristo, Yahoshua HaMashiach, estaría en las profundidades, en el corazón de la tierra, por tres días y tres noches, tal como Él lo predijo y lo representó en Jonás siglos atrás. Queda aún una tercera mayor diferencia, una de gran importancia para nosotros, la cual ya he mencionado y voy a tocar más adelante. En verdad, al Libro de Jonás, me gusta llamarle el Libro de Dios.


Dios es soberano, y Él es personal con aquellos que son Suyos.


Ahora haré comentarios sobre el Libro de Jonás mientras lo vamos leyendo de principio a fin, identificando tres grandes verdades, las cuales, a los que creen, traerán paz y reposo que muy pocos experimentan. Estas son:
  1. Dios es soberano, en control de todas las cosas.
  2. Aunque el hombre ha podido escoger, él no ha tenido libre albedrío.
  3. Dios salvará a toda la humanidad al final.

CAPÍTULO UNO

Y la palabra de SEÑOR vino a Jonás, hijo de Amitai, diciendo. (Jonás 1:1 RVG)
Dios habla a ciertos escogidos de la humanidad. Ahora hay muchos que enseñan que si nos esforzamos por oír la voz de Dios, podremos oírlo, porque Él está hablando todo el tiempo, o Él desea hablar todo el tiempo. Esa es una necia tontería, enseñada por gente que se cree justa, pero que ellos mismos nunca han oído una palabra de Él. Dios habla cuando le place y sólo cuando le place.
También están los tontos que creen que Dios le hablaba sólo a personas en los “tiempos de la Biblia”, pero que ahora Él nos ha dado la Biblia para no tener que hablarnos directamente y personalmente. No podrían inventar una noción más absurda que esa. Antes que todo, la gente que dice tales cosas nunca han oído la voz de Dios; de otro modo, no negarían la posibilidad y la realidad de oírla.
En segundo lugar, imagínese usted a su padre terrenal entregándole a usted un libro sobre sus palabras y actos en la tierra los cuales él haya preparado antes que usted apareciera, luego, que al llegar a la edad de, digamos, doce, él le hiciera entrega del libro y le dijera: “Hijo (a), ya no te voy a hablar. Tú estarás bien leyendo este libro, el cual registra cosas que le he dicho a otras personas y cosas que yo he hecho con sus vidas. Tú me conocerás por este libro. Cualquier comunicación que necesites o que alguna vez tendrás conmigo, será sólo mediante este libro, y eso es lo último”.
¿Puede otra noción ser más perversa? ¡La misma realidad, la razón y la naturaleza, la creación y la expresión de Dios en variedad de formas, claman en contra de tan ridícula y atea necedad!
En efecto, los que miran a las Escrituras como a Dios en verdad no creen que Él exista. “Dice el necio en su corazón que no hay Dios”… sólo un Libro muy especial. Dios habla hoy, y ¡en ninguna parte de la Biblia, la cual los bibliólatras adoran como a Dios, dice otra cosa! ¡Qué contradicción! “Mis ovejas oyen (no leen) Mi voz”, dijo Jesús. “Escudriñen la Escrituras, porque ustedes creen que en ellas está la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de Mí”, dijo Jesús. Él no está limitado por nada y en ningún tiempo.
Él le habló a Jonás y Él les habla a todos sus hijos e hijas, directa y personalmente. Dios es soberano, y Él es personal con los que son Suyos.
Levántate, y ve a Nínive, la gran ciudad, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de mí”. (Jonás 1:2 RVG)
Dios instruye a Sus siervos a hablar en contra. ¡Cuántos hay hoy que no soportan que se hable en contra de ellos! Ellos creen que ya son justos y no necesitan que nadie los señale. O ellos prefieren su iniquidad. Dios también mira cuán malvados son los hombres, y ¿qué hace Él? ¿los destruye? No si primero no les advierte. ¿Cómo les advierte? Una forma es que les envía profetas a advertirles. Sin embargo, muchos no quieren escuchar, y así perecen… por ahora.


Jonás no era diferente a nosotros, ni nosotros a él.


Ahora hay quienes dirán, “Si Dios quiere hablarme a mí, Él me hablará directamente. No necesito un intermediario. ¿Quién eres tú para hablarme por Dios?” Pero eso no fue lo que ocurrió con Nínive. Eso no fue lo que sucedió con los israelitas incontables veces. Eso no fue lo que ocurrió en el día de Cristo. Eso no es lo que sucede hoy. Dios le habla a unos pocos escogidos, y luego los envía a hablarles a muchos otros inicialmente.
Y Jonás se levantó para huir de la presencia de SEÑOR a Tarsis, y descendió a Jope; y halló un navío que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en él para irse con ellos a Tarsis de delante de SEÑOR. (Jonás 1:3 RVG)
Jonás desobedeció. Ahora hay muchos hoy en día que enseñan otra mentira, la cual es que a menos que los creyentes “amen” a la gente para que tengan fe, con “amor cristiano”, la gente no será ganada para Dios. Jonás no tenía amor por Nínive ni por Dios. Jesús dijo que los que guardan sus mandamientos y los hacen, esos son los que le aman. Jonás no guardó Su mandamiento; él se fue en la dirección opuesta. Él no amaba a Dios ni a su prójimo.
Uno puede burlarse de la tontería de alguien que trataba de huir de Dios, Quien está en todas partes. Sin embargo, cada vez que desobedecemos en algún asunto, ¿no es eso huir de Dios? ¿No es esa una manifestación de pensar tontamente que de algún modo podemos correr o escondernos de Él? ¡Por supuesto que lo es! Jonás no fue diferente a nosotros, ni nosotros a él.
¿Crees tú, obrero religioso, que tienes pasión por las almas? ¡Mentiroso! Esa es tu propia justicia y no la de Dios. Tú caminas en tu hombre de pecado, en la abominación desoladora que se sienta en el trono interior, burlándose de Dios, no orando, sino merodeando, por las almas. Tú realmente tienes pasión por ti mismo y por nadie más. Dios conoce tu corazón. Él no puede ser burlado ni engañado. Es mejor ser honesto y admitir que a la hora de la hora, tú ni siquiera amas a nadie, y especialmente, ni a Dios, no en tu propia justicia; no lo amas.
Muchos que profesan fe en Dios hoy en día conciben al amor como a una pasión, una emoción o sentimientos, pero ese no es el verdadero amor. El verdadero amor es un asunto de la voluntad, un asunto de dar más que de recibir. Tampoco el amor de tipo emocional o pasional es el elemento decisivo en producir fe. Dios (Quien es Amor) es “el elemento decisivo,” como lo veremos. Dios es soberano.
Mas SEÑOR hizo levantar un gran viento en el mar, y se hizo una tan gran tempestad en el mar, que se pensó se rompería la nave. (Jonás 1:4 RVG)
Así que miramos que Dios es soberano sobre la fuerza, el viento, el mar, la tormenta y la nave marítima. Además, Él no necesariamente envía un viento suave, sino tormentas violentas. Algunos dicen que Dios nunca haría cosas tan terribles. Ellos no conocen a Dios o Su poder, ni entienden Sus intenciones o Sus caminos.


Cuando los marinos clamaron a sus dioses por ayuda, la tormenta continuó.


¿Tenía Jonás “libre albedrío”? ¿Tenían “libre albedrío” los marineros de esa barca, quienes no tenían nada que ver con la decisión de Jonás de huir de la presencia de Dios y de su deber encomendado? Veamos.
Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno llamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás se había bajado a los lados del buque, y se había echado a dormir. (Jonás 1:5)
Dios es soberano sobre los marineros que iban en la nave por el mar. Cuando los marineros clamaron a sus dioses por ayuda, la tormenta continuó. ¿Sería porque sus dioses no les escuchaban? ¿Sería porque sus dioses eran sádicos? ¿Sería porque ellos no tenían el poder de hacer nada? ¿O sería porque ellos no existían?
¡Qué cosa tan maravillosa que en el momento que la nave es sacudida por el mar, y los hombres están tirando todo por la borda en su desesperación, Jonás (su nombre significa “paloma”) está bien dormido! ¿No le recuerda esto a usted de cuando hubo una tormenta el mar de Galilea y los discípulos temieron por sus vidas y Jesús estaba dormido (Mateo 8:24)? Cuando Sus discípulos lo despertaron, Él los reprendió por su incredulidad, habló la palabra, e inmediatamente la tormenta se calmó.


Dios es soberano sobre los incrédulos. ¿A dónde podía correr Jonás y esconderse?


Y el maestre de la nave vino a él y le dijo: “¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá Dios tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos”. (Jonás 1:6 RVG)
A los incrédulos no les preocupa a qué dioses invocan los hombres. Ellos son de “mente abierta”; ellos son “inclusivos”, ¡hasta ecuménicos! “Juntemos a nuestros dioses”, dice uno que no tiene mucho que aportar a la colecta, pero tal vez sí algo que ganar. Eso es todo de lo que se trata el ecumenismo, unirse unos con otros y a otros en vez de unirse al Único Dios.
Sus dioses no son dioses celosos como lo es el Señor Dios, Creador de todas las cosas, a Quien solamente pertenece toda adoración. “¡Ora a tu dios por si acaso podemos salir de este relajo!” Los gentiles buscan a sus dioses por el bien propio; los verdaderos creyentes buscan a Dios por Dios mismo. Esa es la diferencia entre los verdaderos adoradores cristianos y todos los demás, incluyendo a esos muchos que se definen a sí mismos como cristianos en varias formas.
Y dijeron cada uno a su compañero: “Venid, y echemos suertes, para saber por quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás”. (Jonás 1:7 RVG)
Dios es soberano sobre la suerte y sobre los incrédulos. ¿A dónde podía Jonás correr y esconderse? ¡Hombre tonto!
Entonces le dijeron ellos: “Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?” (Jonás 1:8 RVG)
¡Ahora parece que la fe está empezando a trabajar en estos incrédulos! Están empezando a considerar que en su esfera de existencia hay más que los falsos dioses que ellos creían ser verdaderos.


¿Pudo escaparse Jonás? ¿Tenía él un libre albedrío?


Y él les respondió: “Soy hebreo, y temo a SEÑOR, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra”. (Jonás 1:9 RVG)
Jonás no esperaba estar predicándoles del verdadero Dios a unos marineros, pero con la ayuda del mar embravecido, por obra de Quien lo hizo y lo gobierna, les predicó. Él era hebreo. Pero ¿qué es esto? En su desobediencia a Dios, ¿él dice, “Yo temo al Señor”?
Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: “¿Por qué has hecho esto? Porque ellos entendieron que huía de delante de SEÑOR, porque él se lo había declarado”. (Jonás 1:10 RVG)
¡Los marineros le creyeron! ¡Los paganos reprendieron al hebreo! ¡Los oyentes regañaron al predicador! ¡Qué increíble! ¡Qué vergüenza para Jonás!
¿Podía escapar Jonás? ¿Tenía él libre albedrío? ¿Tenían libre albedrío estos marineros? Obviamente, estos hombres tenían libertad para escoger, pero ¿tenían libertad para hacer? Aunque se les permitió echar a Jonás por la borda, también se sintieron obligados a hacerlo.
Ellos no podían detener la tormenta y no podían quedarse con Jonás (lo cual trataron de hacer). Jonás necesitaba ser echado a la mar según la voluntad de Dios. Dios estaba desarrollando una alegoría para el futuro. ¿Sería para que ellos aprendieran que el hecho de que podían escoger no significaba que tuvieran libre albedrío? ¿La libertad de escoger les enseña que ellos no tienen libre albedrío, como a ellos les gusta pensar que lo tienen?
Y le dijeron: “¿Qué te haremos, para que el mar se nos aquiete?” porque el mar se embravecía más y más. (Jonás 1:11 RVG)
Los marineros creen que ellos han descubierto la causa de su crisis, relacionándola con el Dios de Jonás.
Él les respondió: “Tomadme, y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta grande tempestad sobre vosotros”. (Jonás 1:12 RVG)
Jonás sabía por qué el mar estaba embravecido, y él parecía saber que Dios iba a salvar a estos hombres si él se sacrificaba. Significativo. Otra faceta de “la señal” que Jonás representaba. Además, igual que Cristo fue muerto por los hombres, así Jonás esperaba que ellos lo echaran a la mar. Él no estaba preparado para saltar a la mar por sí solo. Pero como todo hombre, ¡él prefería morir antes que obedecer a Dios!
Y aquellos hombres trabajaron por tornar la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar iba a más, y se embravecía sobre ellos. (Jonás 1:13 RVG)
Que el justo no se vuelva demasiado justo. ¡Aquí tenemos a unos injustos quienes ahora se esfuerzan por salvarle la vida a alguien culpable, aunque justo, parcialmente! (Contrario a la mayoría de los juicios por ganancia política, Pilato trató, de perdonar a Jesús.) ¡Los adoradores de otros dioses buscando salvarle la vida a uno que adora al Verdadero Dios! Los que empiezan a temer al Verdadero Dios tratan de salvarle la vida al que ha sido hebreo de nacimiento y que confiesa que adora al Verdadero Dios. ¿No es este un libro interesante?


Jonás cae en las profundidades, y su vida rendida salva la de ellos.


Entonces clamaron a SEÑOR, y dijeron: “Te rogamos oh SEÑOR, te rogamos, no dejes que perezcamos por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente: porque Tú, oh SEÑOR, has hecho como has querido”. (Jonás 1:14 RVG)
Ahora los paganos confiesan al Verdadero Dios, Su poder, Su soberanía y claman a Él. Le ruegan que los perdone por tratar de salvarse a sí mismos tomando la vida de otro, con la esperanza de que se calme la ira de Dios; ellos no miraban que su problema era culpa de ellos, pero tampoco querían arriesgarse a Su ira. Dios ha reinado sobre Jonás, sobre los marineros y sobre las circunstancias de todos.
Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furia. (Jonás 1:15 RVG)
Jonás cae en las profundidades, a manos de hombres que están pereciendo, y como él lo profetizó, su vida rendida salva la de ellos.
Y temieron aquellos hombres a SEÑOR con gran temor; y ofrecieron sacrificio a SEÑOR, y prometieron votos. (Jonás 1:16 RVG)
¡Que Dios tan maravilloso que los vientos y los mares le obedecen, y que las palabras de Su profeta se cumplen! ¡“El Señor, Él es Dios, el Señor, Él es Dios”, sobre todos los dioses que no son dioses!
Pero SEÑOR había prevenido un gran pez que tragase a Jonás: y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches. (Jonás 1:17 RVG)
Los hombres no creen que los peces entiendan, ni siquiera los grandes peces, pero Dios puede hacer cualquier cosa entender en cualquier momento, sean leones, burros, vacas, cuervos, gusanos, peces grandes o pequeños. El pez no sólo probó a Jonás o sólo lo tuvo en su boca. No mordió a Jonás. Se lo tragó. Dios puede incluso hacer a un pez contar tres días y tres noches, lo cual es más de lo que pueden hacer la mayoría de “cristianos” estudiosos autoritativos, quienes cuentan tres días y tres noches desde la tarde del viernes “Santo” al domingo por la mañana.


Si Jonás tenía libre albedrio, ¿Por qué clamó por su salvación?


¿Cuál es “la señal de la venida del Hijo del Hombre”? Es esa mismísima señal representada por Jonás… bajando a las profundidades, no por un día y dos noches, sino por tres días y tres noches.

CAPÍTULO DOS

Entonces oró Jonás a SEÑOR su Dios desde el vientre del pez. (Jonás 2:1 RVG)
Rara vez oran los hombres cuando están cómodos, haciendo lo que les place. En verdad, podemos estar agradecidos por las pruebas y tribulaciones.
Y dijo: “Clamé en mi tribulación al SEÑOR, y Él me oyó. Del vientre del infierno clamé, y mi voz oíste”. (Jonás 2:2 RVG)
No hay un lugar donde Dios no esté presente o no pueda oír, aun en “el mundo de los muertos”, o en “el infierno” (el lugar de tinieblas). Si Jonás tenía libre albedrío, ¿por qué no hizo lo que le dio la gana? Si él tenía libre albedrio, ¿por qué clamó por su salvación?
Me echaste en el profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y Tus olas pasaron sobre mí”. (Jonás 2:3 RVG)
Esto nos recuerda no sólo de la muerte y sepultura del Señor, sino también del bautismo en agua, por supuesto. ¿Por qué Dios no simplemente hizo rociar a Jonás con agua, digamos por una ballena escupiendo agua, o con el chorro de una ballena expulsando agua? Más bien, él fue envuelto totalmente y llevado al fondo.
Y yo dije: “Echado soy de delante de tus ojos: Mas aun veré Tu santo templo”. (Jonás 2:4 RVG)
Ese es el peor de todos los sentimientos. No hay nada peor.
Las aguas me rodearon hasta el alma, me rodeó el abismo; Las algas se enredaron a mi cabeza. (Jonás 2:5 RVG)
Dios hace que nuestras circunstancias se vuelvan desesperantes, sin remedio disponible, excepto Él mismo.
Descendí a los cimientos de los montes; La tierra echó sus cerraduras sobre mí para siempre: Mas tú sacaste mi vida de la corrupción, oh SEÑOR Dios mío”. (Jonás 2:6 RVG)


Él fue oído en el Santo Templo de Dios.


¿Los cimientos de los montes? ¿Cuáles son esos cimientos? Están en el mero fondo del océano. No hay lugar donde Dios no esté. Jonás no necesitaba hacer presión para sobrevivir. Dios es soberano sobre todas las leyes naturales. Aun la muerte no es barrera entre Él y nosotros. Así vemos que la muerte de Cristo no era el final, sino el principio de la victoria. Así es con todos aquellos que le siguen, dejando atrás sus vidas.
Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de SEÑOR; Y mi oración entró hasta ti en tu santo templo”. (Jonás 2:7 RVG)
Los hombres han inventado muchos edificios para hacerle casa a Dios, llamándoles “santos templos” o “sinagogas” o “mezquitas” o ‘iglesias” o “tabernáculos” o “logias” o hasta “salones de reunión”. Ellos han asumido que en estos lugares, Dios les va a oír mejor, y Él nunca los oye. Jonás si que estaba en un buen edificio, uno no hecho de manos, sino creado por Dios, ¿no es así?
Sin embargo, aunque Jonás estaba en un simple pez, y no en un adornado edificio de adoración, no obstante su oración fue escuchada. Él fue escuchado en el Santo Templo de Dios, y ese templo no es ningún pez. Dios escucha el clamor de los Suyos. No tiene nada que ver con el lugar, las circunstancias externas o la presentación de inventos de hombres. Dios no puede ser contenido ni impresionado por las estructuras de los hombres. Por el contrario, Él se ofende cuando los hombres piensan que podrán impresionarlo con las obras de sus manos, como si tuvieran algún valor. No lo tienen. Estas son ídolos cuando más.
Los que guardan las vanidades ilusorias, su misericordia abandonan”. (Jonás 2:8 RVG)
Pero yo con voz de acción de gracias te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación pertenece al SEÑOR”. (Jonás 2:9 RVG)
La salvación viene, no por la obra de nuestras manos, no por nuestros sacrificios u obediencia, no por ninguna bondad nuestra, sino por el Señor.
Hay quienes creen que un día, toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor, y que toda rodilla se doblará ante Él, si no voluntariamente, entonces por la fuerza, y esos que deberán ser forzados a hacerlo serán echados, con cuerpos imperecederos, en un fuego eterno para estar quemándose por siempre jamás. ¡Qué barbaridad, cuán perversa es la imaginación del hombre! ¡Qué voluntad y deseos tan despreciablemente crueles y despiadados! Qué concepto y valoración tan blasfemos de Dios, de Quien dice el hombre y dice la Biblia, que es amor.
¿Somos sólo ‘marionetas’?” pregunta el barro. “¿Qué tal si lo son?” pregunta Dios.


Sí, Jonás fue “puesto de rodillas” para que clamara a Dios por misericordia y salvación. Pero él no fue enviado para siempre a un infierno ardiente. Él fue salvo, y en vez de alaridos chillantes que engrifan la piel, ¡oímos cantos de alabanza! ¿Fue eso porque Jonás tuvo un completo cambio de corazón y actitud hacia Dios, por eso fue Dios tan bueno con él? Lo veremos; de verdad, lo veremos al seguir leyendo.
Y mandó SEÑOR al pez, y vomitó a Jonás en tierra seca. (Jonás 2:10 RVG)
¿Tienen libre albedrío los peces? ¿Son tan correctas las criaturas bestiales como para obedecerle a Dios? ¿O es que Dios hace Su voluntad con todo? Leemos:
Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y que mi nombre sea predicado por toda la tierra. De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere endurecer, endurece. Me dirás entonces: '¿Por qué, pues, inculpa? porque, ¿quién ha resistido a Su voluntad?' Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques contra Dios? ¿Dirá lo formado al que lo formó: ‘Por qué me has hecho así?’ ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Romanos 9:17-21 RVG)
¿Somos sólo ‘marionetas’?”, pregunta el barro. “¿Qué tal si lo son?”, responde Dios.



CAPÍTULO TRES

Y vino palabra de SEÑOR segunda vez a Jonás. (Jonás 3:1 RVG)
¿Dios quiere hablarnos mil veces al día?” Ya hemos discutido esto, y ya he denunciado dicha noción. Aquí tenemos un testimonio en el cual mientras Jonás estaba en la barca, Dios no le habló. Mientras él estaba en el vientre del pez, por tres días y tres noches, Dios no le habló. Algunos argumentan que debemos estar atentos a escuchar. Mientras tanto, Él le había hablado al pez. “¿Estaba atento el pez?” Ahora Dios habla otra vez.
Le dijo: “Levántate, y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y predica en ella el mensaje que yo te diré”. (Jonás 3:2 RVG)
Hay muchos que van a los institutos Bíblicos y a los seminarios, agarrando cada pieza para ser grandes predicadores. Ellos estudian y se esfuerzan, practican y conspiran (tal vez en forma “amable”) para cumplir sus ambiciones. Y aquí tenemos a Dios llamando a un hombre renuente a que vaya a predicar. Dios no está interesado en nuestros estudios, habilidades, conocimiento, preferencias, ni en otra cosa. No hay calificaciones que podamos reunir para servirle a Él en ninguna capacidad, inclusive la de predicar, quizás especialmente eso. Uno no puede escoger, prepararse o entrenarse para ser un hombre de Dios.


Jonás no escogió la obra, el lugar, la audiencia ni el tiempo.


La mayoría de predicadores de hoy sólo les predican a los suyos. Ellos tienen una audiencia amigable, en muchos de los casos una audiencia adoctrinada, y todo lo que el predicador tiene que hacer para ganarse su sueldo es regurgitar una y otra vez aquello que sus oyentes le dicen o desean que él predique. A muchos les pagan sus oyentes (el Señor les llama “asalariados”). Los predicadores contratados predican una doctrina aceptable y establecida. Ellos no son enviados de Dios sino enviados y puestos por hombres. Los edificios de las iglesias son los lugares más seguros para estar predicando, y las multitudes simpatizantes siempre están aprendiendo, pero nunca llegan al conocimiento de la verdad (2 Timoteo 3:7). ¡Qué aburrido! ¡Qué muerto! ¡Qué infructuoso! ¡Qué engañoso!
Jonás no escogió la obra, el lugar, la audiencia, la paga, el tiempo ni la hora, la forma, el mensaje, ni el iniciador. Fue la obra de Dios, y solamente de Dios. En nuestras correspondencias, muchos nos han dicho: “¡Ustedes no tienen derecho de enviarnos correos no solicitados! ¡Qué rudeza la de ustedes al invadir nuestra privacidad e imponernos sus opiniones! ¡Cómo se atreven a criticar nuestra religión! ¿Quiénes se creen que son?”
Y se levantó Jonás, y fue a Nínive, conforme a la palabra de SEÑOR. Y era Nínive ciudad sobremanera grande, de tres días de camino. (Jonás 3:3 RVG)
Jonás no fue por su libre albedrío y ni siquiera por decisión. Él fue por imposición, obedeciendo a regañadientes al Soberano, Quien llama y hace como a Él le place.
Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y pregonaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. (Jonás 3:4 RVG)
El número cuarenta significa el final de toda carne. Eso fue lo que deseó Jonás. Jonás aborrecía la iniquidad. Pero él también sabía que aunque Dios aborrece la iniquidad, Él es misericordioso, listo para cambiar los corazones.
¿Es así como son los Benny Hinns? No. El pecado no es un problema para él. Él no se atreve a sacarlo en una manera que vaya a ofender. Benny Hinn tiene todo un equipo de carteristas y mendigos, mentirosos y ladrones, vendedores y buhoneros, de los cuales él es el mayor. Él sale con adulaciones, promesas fantásticas (ninguna de las cuales se cumple), trajes finos, fanfarria, luces, música y coros. Él sale con manipulación e ilusionismo, con pretensiones falsas, señales y maravillas, las cuales son vacías y artificiales. Benny Hinn viene con su propia voluntad de merodeador, con toda maldad depredadora. Todos esos “ministros” engañados por él, también son falsos obreros.


Si Él es capaz de cambiar a una ciudad entera, Él es capaz de cambiar a un mundo entero.


Por otra parte, Jonás es enviado por Dios, predicando de mala gana, “sin amor”, con aparente odio, prometiendo destrucción. Él viene solo; él no les pide nada a los de Nínive. Un hombre de Dios viene, enviado por Dios, con el bien que Dios tiene en mente. Él no les dice: “Saquen sus chequeras. ¡Cuanto más den, más recibirán!” ¡Ay de los parásitos, bastardos sedientos de sangre que saquean y defraudan al pueblo así, y eso en el Nombre de Jesucristo! ¡Condenados al infierno ellos! Osama Bin Laden es un hombre mucho más honorable.
Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y pregonaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor de ellos hasta el menor de ellos”. (Jonás 3:5 RVG)
Con la predicación de Jonás, todas las personas se arrepintieron. La ciudad entera ayunó y se humilló. ¡Qué acontecimiento tan maravilloso! No hay otro registro en ninguna parte de la Biblia o de la historia donde toda una gran ciudad se haya arrepentido. La razón es que ésta es una ilustración divina o alegoría de lo que Dios planea hacer con la humanidad. Piénselo: Si Él es capaz de cambiar a una ciudad entera cuando Él lo decide, El es capaz de cambiar a un mundo entero, cuando Él quiera, en generaciones o épocas o eones.
Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, y echó de sí su vestidura, y se cubrió de cilicio, y se sentó sobre ceniza. (Jonás 3:6 RVG)
Jonás no tenía radio ni televisión, ni periódico ni reporteros anunciando su llegada o su mensaje. Él no tenía equipo de evangelismo, ni altoparlantes ni mensajeros dirigidos personalmente. No se entregaron ni hojas volantes ni tratados, no se vendieron libros, no había teléfonos ni fax. Allí sólo estaba Jonás. Su mensaje se expandió como un fuego salvaje. Las noticias alcanzaron al más bajo y alcanzaron al más alto. No solamente fue la noticia recibida por todos, ellos creyeron la noticia, desde el más pequeño hasta el más grande. El más alto gobernador se humilló y se arrepintió.


Este fue un evento divinamente diseñado, profetizando grandes cosas por venir.


E hizo pregonar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: “Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, no se les dé alimento, ni beban agua”. (Jonás 3:7 RVG)
Muy pocas personas ayunan en arrepentimiento voluntariamente. Pero quienes lo hacen, ¿requerirían que toda su casa lo hiciera? ¿Pedirían ellos que sus preciosas mascotas “poodle” y gatitos lo hicieran? En este caso, el edicto solemne, traído por nada menos que el Espíritu de Dios, fue que todos ayunaran, jóvenes y viejos, hombres y bestias. En verdad, este fue un evento inusual. No fue algo hecho por el hombre, o que el hombre podría hacer. Esta no sólo fue la obra de Jonás. Este fue un evento divinamente diseñado, una parábola si usted quiere, establecida para profetizar grandes cosas por venir. ¿Qué más podría haber sido?
Y que se cubran de cilicio los hombres y los animales, y clamen a Dios fuertemente: y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que está en sus manos”. (Jonás 3:8 RVG)
El rey fue diligente y muy específico. Él convocó a un ayuno, humillándose en cilicio, con oración intensa y arrepentimiento de todo mal. Estas son las marcas de un verdadero arrepentimiento. Hoy tenemos gente orando, algunos ayunando, y algunos declarándose como pecadores en una manera a medias o insincera, pero ¿cuántos confiesan sus pecados, se arrepienten de ellos, y arreglan las cosas pidiendo perdón y restituyendo a su prójimo donde sea posible? ¿Cuántos cesan de sus caminos perversos? No sucede con la mayoría de individuos, mucho menos con toda una ciudad grande.
Existe la noción de que las personas que son financieramente pobres y oprimidas tienen mayor probabilidad de creer y arrepentirse. Dios no hace acepción de personas. El arrepentimiento genuino y piadoso no tiene nada que ver con la riqueza, el sexo, la edad, la raza, el color, la religión, la lengua, el estatus social, la inteligencia, la habilidad física, el linaje, la educación, el hambre, la saciedad, ni ninguna otra cosa terrenal o carnal, incluyendo la época o la ubicación geográfica donde uno vive. El arrepentimiento es un acto de gracia inmerecido, un milagro.


¡A Jonás le creyeron, aunque él estaba solo!


¿Quién sabe si se volverá y arrepentirá Dios, y se apartará del furor de su ira, y no pereceremos?” (Jonás 3:9 RVG)
Un rey gentil pone sus esperanzas en un Dios misericordioso. Él creyó la palabra de Jonás, pero él también creyó en la posibilidad de la misericordia. Jonás no fue tratado como algún extranjero chiflado. Él no fue arrestado o encarcelado o apedreado. ¡A Jonás le creyeron, aunque él estaba solo! La Biblia aconseja que todo asunto deberá establecerse por boca de dos o tres testigos. Los de Nínive no exigieron pruebas ni explicaciones. Ellos no exigieron una señal, como lo hicieron los líderes religiosos en los días de Jesús y como muchos lo demandan hoy en día. Allí sólo estaba Jonás, el hombre que regresó de entre los muertos, la señal.


Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les había de hacer, y no lo hizo. (Jonás 3:10 RVG)
Pecadores, Dios es fiel en advertir, y misericordioso para los que genuinamente se arrepienten. Él también con seguridad destruye a los que no se arrepienten. Si los de Nínive no se hubiesen arrepentido, habrían perecido. Pero otra vez aquí tenemos que enfatizar y dar a conocer otra verdad. Que se sepa que el arrepentimiento solamente puede venir como un regalo. ¿Cuáles son las probabilidades de que una ciudad entera se arrepienta? Las lecciones de la naturaleza humana, en gran abundancia, declaran inequívocamente que las probabilidades son ningunas. Por eso que Dios no lo deja a las probabilidades. Él no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento. Esta es Su voluntad, y Él la va a ejecutar. ¿Quién podrá impedírselo?



CAPÍTULO CUATRO

Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó. (Jonás 4:1 RVG)
¡Qué peculiar! Si los evangelistas de hoy encontraran que todo mundo les cree, ¿no estarían ellos absolutamente emocionados y jactándose de ello? ¿No lo publicarían tanto y tan lejos como les fuera posible? Yo creo que sí. ¡Ellos se jactan por mucho menos que eso! Pero aquí está un hombre enviado por Dios, cuya predicación salva de la destrucción a una ciudad entera, ¡y él se enoja!


La fortaleza distintiva de Satanás es “el amor cristiano.”


Hoy en día existe una enfermedad mortal, insidiosa y religiosa que anda por la tierra, en el Nombre de Jesucristo. Le llaman “amor”. Hay cristianos quienes aprenden, y enseñan, que a menos que ellos sean “como Cristo”, nunca tendrán el poder para ganar almas. Ellos creen que a menos que sonrían, hablen cosas dulces y se comporten gentil y amablemente (según ellos entienden la gentileza y la amabilidad), a menos que ellos hagan a un lado toda forma de crítica y eso de andar hablando del pecado, ellos no servirán nada bien al Reino de Dios.
¿Cuántos de ustedes lectores saben que el tal evangelio es el de Satanás? ¿Sorprendidos? No se asusten. El fuerte de Satanás no es el odio, ni el enojo, ni la crítica, ni la tentación con pecados obvios. No, su fortaleza distintiva es “el amor cristiano”. Hay una prueba clara que uno puede hacer para saber la diferencia entre el amor verdadero y el falso. Los que hablan del amor y de amar son los que más fácilmente son provocados al enojo y a las explosiones de carácter. A ellos les cuesta perdonar. Sólo dígales que están equivocados. Tóqueles su justicia propia de manera efectiva y usted distinguirá lo verdadero de lo falso.
Y oró a SEÑOR, y dijo: “Ahora, oh SEÑOR, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me precaví huyendo a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal”. (Jonás 4:2 RVG)
Dios no sólo es soberano; Él es misericordioso. Debo decir que vendrá el tiempo en que Dios también tendrá misericordia de los falsos religiosos. Esos que creen que son los únicos que serán salvos deben esperar que todos lo sean porque si no, ellos serán los primeros en quedar excluidos del Reino. Eso fue lo que dijo Jesús. Aquí lo tienen:
Luego los que crecieron ‘en la fe’ (los hijos del Reino) pero no tenían fe quedarán fuera, excluidos de la gracia y preguntándose qué pasó”. (Mateo 8:12 El Mensaje)


Jonás representa a todos los hombres.


¿Quién es el que no tiene fe? Incluidos entre ellos están los que creen que sólo ellos tienen el favor de Dios, que solamente ellos merecen o recibirán la salvación mientras todos los demás perecerán por la eternidad.
Ahora pues, oh SEÑOR, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida”. (Jonás 4:3 RVG)
Jonás representa a todos los hombres. “Yo soy salvo; yo soy justo; yo soy merecedor de lo mejor; yo soy inocente; los culpables deben pagar, por siempre, si es necesario o posible. Olvídate de la misericordia o del perdón. Olvídate de la restitución o de la reconciliación. Yo he soportado el calor del día. ¿Por qué otros que han gastado sus vidas pecando habrían de obtener la misma recompensa? ¿Por qué habrían de tener privilegios los hijos pródigos, después de gastar su herencia, mientras yo he sido fiel, sin beneficios extra? No, no es justo; ¡No lo toleraré! Ellos no lo merecen”.
El hombre carnal no tiene tanto deseo por la resurrección, mucho menos la creencia en la misma. Es tan inútil o extraña para él como lo es un diamante para un perro. La reversión del mal por el bien no está en la naturaleza del hombre. Él es totalmente incapaz de tal concepción. Eso es así porque él es totalmente corrupto y está en total oscuridad. Él está muerto. Sólo el Espíritu de Dios moviéndose sobre el abismo puede sacarlo a la vida. Si ningún hombre puede salvarse a sí mismo, y Dios no quiere que nadie se pierda, y nada puede detenerlo de hacer lo que a Él le place, y Él es capaz de salvar, entonces a la única conclusión lógica que podemos llegar es que Él debe, y va a, tener misericordia de todos los hombres. Como está escrito:
Porque Dios encerró a todos en incredulidad, para tener misericordia de todos. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a Él primero, para que le sea recompensado? Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por siempre. Amén.” (Romanos 11:32-36 RVG)
Y SEÑOR le dijo: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?” (Jonás 4:4 RVG)
No hay hombre que pueda decir que él se haya ganado o que merezca algo. ¿Cómo puede ser de otra manera? Él nunca pudo controlar nada. Todo lo que él es y tiene, viene de su Creador. ¿Qué derechos tiene él sino los que libremente se le han entregado? Esos le pueden ser quitados tan fácilmente como le fueron dados, y siempre sucede, tarde o temprano.


¿De verdad saben ustedes que “en su carne no mora nada bueno”?


Dios, y no el hombre, es soberano; Dios, y no el hombre, tiene “libre albedrío”. El alfarero, no el barro, da vuelta a la rueda y forma lo que Él quiere. Y si Dios es amor (y eso es Él), y no está en el hombre enderezar sus pasos (y así es), entonces ¿qué otra conclusión posible podemos sacar que el hecho de que todos los hombres serán salvos, como se presenta en esta historia alegórica, una demostración de la vida real, tal como se registra en el Libro de Jonás?
Entonces salió Jonás de la ciudad, y asentó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí un cobertizo, y se sentó debajo de él a la sombra, hasta ver qué sería de la ciudad. (Jonás 4:5 RVG)
El hombre es implacable. Jonás miró como la ciudad se arrepintió. Uno creería que ahora él cedería y estaría de acuerdo con que Nínive fuera librada. No. Él mantiene esperanza contra esperanza de que sus prójimos obtendrán lo que se merecen. Cristianos religiosos, sean honestos; ¿no es eso así? ¿De verdad saben ustedes que “en su carne no mora nada bueno”? ¿Pueden admitirlo?
¿Cómo es que Jonás merece un refugio, o la libertad para construirse uno, para protegerse de la intemperie, mientras desea ver destruida a toda una ciudad, sin tanto como una oportunidad para advertirles, para el arrepentimiento y la misericordia?
Y preparó SEÑOR Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su mal; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera. (Jonás 4:6 RVG)
Si un hombre puede ser el gobernador parcial sobre una planta, o el gobernador sobre un huerto, invernadero o granja, ¿deberá parecernos extraño que Dios sea soberano sobre el mundo vegetal que Él creó? ¿No gobierna Él todas las cosas, incluyendo la vida misma en esas cosas?
¿Escogió Jonás esa sombra? Aun con una “buena mano” y con el mejor fertilizante, ¿podía él producir una planta tan rápidamente?
Al hombre le encantan los beneficios que Dios da, con tal que él sea el beneficiario personal.


¿Ejerció Jonás su voluntad sobre Dios o fue Dios Quien ejerció Su voluntad sobre Jonás?


Mas Dios preparó un gusano al venir la mañana del día siguiente, el cual hirió a la calabacera, y se secó. (Jonás 4:7 RVG)
Dios habla y los gusanos obedecen. Dios está por encima del mundo de los invertebrados. ¿Decidió Jonás perder esa sombra?
Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y desmayaba; y deseaba la muerte, diciendo: “Mejor sería para mí la muerte que la vida”. (Jonás 4:8 RVG)
Con libre albedrío, como dicen algunos que tiene el hombre, ¿por qué no creó Jonás una sombra para sí mismo? ¿Por qué advirtió a Nínive contra su propia voluntad? ¿Ejerció Jonás su voluntad sobre Dios o fue Dios quien ejerció Su voluntad sobre Jonás?
Entonces dijo Dios a Jonás: “¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte”. (Jonás 4:9 RVG)
¡Qué irracional! ¿Por qué no se murió Jonás? ¿No es eso lo que quería? ¿No es sorprendente que Dios no le hiciera a Jonás lo que Él podía haberle hecho a Nínive, si esa ciudad no se hubiese arrepentido? Dios es misericordioso.
Y dijo el SEÑOR: “Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció”. (Jonás 4:10 RVG)
Si Jonás podía utilizar una simple planta por un corto tiempo, ¿no podríamos considerar que Dios quiera usar a cada hombre que Él ha creado?
¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella grande ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no pueden discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” (Jonás 4:11 RVG)
Los números son significativos. Los números 12, 120, 10 y 1.000 tienen un significado especial. Sabemos que hay 12 tribus de Israel y 12 apóstoles. Había 120 personas en el aposento alto esperando la venida del Señor. El Libro de Apocalipsis habla de un reino de paz sobre la tierra por 1,000 años. ¿Será una simple o insignificante coincidencia que esa ciudad tuviese 120,000 habitantes? Si Dios está sobre todos los elementos y criaturas, ¿no está Él sobre lo que ellos hacen y su desarrollo? ¿No está Él por encima del tiempo?
Por medio de Jonás, Dios demostró Su método de salvación.

Las tres grandes verdades del Libro de Jonás:

Uno – Dios reina supremo sobre todas las cosas. “Por Él se sostienen todas las cosas” (Colosenses 1:17). Podemos descansar en Él.
Dos – Solamente Dios tiene “libre albedrío”. Como creación de Dios, el hombre está a Su merced. Podemos descansar en Él.
Tres – Así como Dios perdonó a la ciudad entera de Nínive, tanto al hombre como a la bestia, al rico y al pobre, al fuerte y al débil, al joven y al viejo, a pesar de que ellos habrían escogido otra cosa, así también Él va a libertar a todos los que Él ha creado a Su imagen. Su obra no es en vano. Lo que Él ha comenzado, Él lo completará. Él no quedará avergonzado. Podemos descansar en Él.
¿No es algo muy bueno que los hombres, que buscan la destrucción de aquellos a quienes consideran menos merecedores, no tengan un libre albedrío? ¿Dónde estaríamos todos al final? Y ¿no es la sabiduría y misericordia de Dios manifiesta en que a éstos no se les concedió el poder destruir para siempre? Y ¿no son la sabiduría y misericordia de Dios muestras seguras de que Él traerá todo a una conclusión perfecta?
Por medio de un hombre indispuesto, Jonás, Dios salvó a Nínive. Por instrumento de hombres una vez indispuestos, por la gracia de Su Hijo, Jesucristo, Dios salvará a todos los hombres. Por medio de Jonás, Dios demostró Su método de salvación, que así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena por tres días y tres noches, así el Hijo del Hombre estaría en las profundidades de la tierra por tres días y tres noches, sólo para volver a la vida, victorioso sobre el último, inescapable e inmisericorde enemigo, la muerte.
¿Cómo logra Dios la victoria sobre la muerte? ¿Impide Él la muerte? No. Él demuestra Su poder pasándonos por ella, como lo hace con todos nuestros problemas y temores. No hay “rapto” que nos libre de los problemas sin victoria a través de los problemas. Los escapistas no escaparán. Ellos quedarán desilusionados, y eso es bueno. Dios no les permitirá vivir en sus ilusiones para siempre. Los que se sometan sólo a Su voluntad escaparán, no habiendo amado sus vidas hasta la muerte.
Dios es Dios, y Él está en total control de todas las cosas, para bien. El mal sirve para Su propósito, y cuando se haya cumplido Su propósito, no habrá más mal, no más sufrimiento, lágrimas, o dolor, sólo paz y gozo, en la victoria que Él ha reservado y que cumplirá para todos nosotros, garantizado por la señal profetizada y también cumplida.
Agradecido por Jonás, agradecido con Dios,
Víctor Hafichuk

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LA SEÑAL: El Libro de Jonás, El Libro de Dios- PDF


NOTA DEL ADMINISTRADOR:
Sobre este ministerio sugerimos leer la nota introductoria, que pusimos en nuestro primer artículo:


En cuanto a “tres días y tres noches”, nostros obviamente éramos de los que desecharon aquello del “viernes a domingo”. Sin embargo, encontramos muy dignos de considerar los estudios al respecto Stephen E. Jones. Les sugerimos contrastar con estos artículos: