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El Evangelio de Juan, Parte 19- SÉPTIMA SEÑAL DE JESÚS (Poda para pasar de obediencia-siervo a acuerdo-amigo) 23, Dr. Stephen Jones


Resultado de imagen de Juan 15:15, Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que he escuchado de Mi Padre os las he dado a conoce


27/01/2020

Juan 15:10,11 dice:

10 Si guardáis Mis mandamientos, permaneceréis en Mi amor; tal como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor. 11 Estas cosas os he hablado para que Mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea pleno.

Jesús solo hizo lo que vio hacer a Su Padre, y por eso guardó los mandamientos de Su Padre, permaneciendo así en Su amor. En otras palabras, Jesús nunca violó las Leyes de Su Padre, ni autorizó a un creyente a transgredir las Leyes de Su Padre. Las Leyes de Dios nos dicen cómo amar a nuestro Padre celestial, y cómo amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Permanecer en el amor de Cristo, entonces, es defender las mismas Leyes que Jesús guardó. Si lo hacemos, nuestro gozo será pleno. La Ley, cuando se sigue a través del Nuevo Pacto, no es opresiva. Es solo cuando la Ley se guarda de la manera del Antiguo Pacto (y de acuerdo con la comprensión farisaica de la Ley) que se vuelve onerosa (Lucas 11:46).


La progresión del gozo
Los días de fiesta son parte de la Ley. Los guardamos al estilo del Nuevo Pacto, ya no ponemos sangre en los postes de las puertas y dinteles de nuestras casas, sino que aplicamos la sangre de Jesús a nuestros oídos y frentes espirituales. Ya no ofrecemos dos hogazas de pan para celebrar la Fiesta de Pentecostés, sino que observamos y oramos para que el fuego de Dios escriba Su Ley en nuestra frente (mente). Ya no construimos cabañas para la Fiesta de Tabernáculos, sino que buscamos vestirnos de vida en una nueva "tienda" o cuerpo.

El viaje de "Egipto" a la "Tierra Prometida" sigue el camino de estas tres fiestas. La Pascua debía celebrarse mientras comían "el pan de la aflicción" (Deuteronomio 16:3). Pentecostés fue la primera fiesta que se celebró con alegría (Deuteronomio 16:10,11). Pero Tabernáculos fue el momento de mayor regocijo, ya que duró siete días. Deuteronomio 16:13-15 dice:

13 Celebrarás la fiesta de las cabañas siete días … 14 y te regocijarás en tu fiesta, tú y tu hijo y tu hija y tus siervos y siervas y el levita y el extranjero y el huérfano y la viuda que están en tus ciudades. 15 Siete días celebrarás una fiesta para Yahweh tu Dios en el lugar que Yahweh elija, porque Yahweh tu Dios te bendecirá en todos tus frutos y en toda la obra de tus manos, para que estés completamente alegre.

La bendición de Dios, entonces, está diseñada "para que estés completamente alegre". De modo que Jesús también les dice a los discípulos que guarden Sus mandamientos "para que vuestro gozo sea pleno". Sin embargo, para alcanzar este nivel de gozo, uno debe terminar el viaje, experimentando la fiesta de las Cabañas o Tabernáculos. La poda (zamar) en el desierto durante el tiempo de Pentecostés es dolorosa para la carne, pero termina con el cántico" (zamar) que cantan los 144.000 (Apocalipsis 14:3).

Jesús continúa en Juan 15:12,13,

12 Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que éste, que uno dé su vida por sus amigos.

Por eso el amor es el mandamiento más grande (Deuteronomio 11:13; Lucas 10:27). Jesús no estaba introduciendo un mandamiento completamente nuevo, como si dijera que el amor reemplazaría la Ley de Dios. No, el amor es el fundamento de la Ley y su propósito. Si alguien aplica la Ley sin el amor, no honra a Dios.

Incluso los juicios (sentencias) de la Ley tienen sus raíces en el amor, y por esa razón, están limitados por la Ley del Jubileo. Podar pámpanos es una forma de juicio divino para los creyentes. No es agradable, pero resulta en regocijo. Los niños no ven el amor cuando son disciplinados, sino que son demasiado inmaduros para ver su beneficio a largo plazo. Si entendemos el propósito del juicio, que es para nuestro beneficio a largo plazo, podemos ver que todo juicio tiene sus raíces en la naturaleza divina. Dios es amor.


Amigos y futuros amigos
Jesús definió el amor divino en términos de dar la vida por Sus amigos. Compare esto con la definición de amor divino de Pablo en Romanos 5:8,10,

8 Pero Dios demuestra su propio amor hacia nosotros, ya que cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros … 10 Porque si mientras éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiéndonos reconciliado, nosotros seremos salvos por su vida.

Incluso Juan 3:16 dice: "Dios amó tanto al mundo". Así que no debemos limitar el amor a dar nuestras vidas solo por nuestros "amigos". Pablo señala que Cristo estaba dispuesto a dar su vida por sus "enemigos" también. Esto muestra que Dios ve a Sus "enemigos" como futuros "amigos". De hecho, ha prometido hacer lo que sea necesario para convertir a Sus enemigos en amigos. Esta es la naturaleza de Su voto del Nuevo Pacto, y todo juicio divino está diseñado para cumplir ese voto, de modo que, al final, todo el mundo entre en un estado de alegría.
En la actualidad, "toda la creación gime y sufre" (Romanos 8:22), pero "el ansioso anhelo de la creación espera ansiosamente la revelación de los hijos de Dios" (Romanos 8:19). La Creación no se limita a participar en una ilusión. Es la "esperanza", que, por definición bíblica, es una expectativa segura de lo que vendrá.

Jesús define "amigos" en Juan 15:14, diciendo:

14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

Todavía no todos son amigos, ya que solo unos pocos hacen lo que Él ordena. Muchos creyentes, de hecho, no entienden Sus mandamientos, pensando que de alguna manera murió para quitar la Ley. Pero murió para pagar por el pecado, y "el pecado es ilegalidad" (1 Juan 3:4), una violación de la Ley. Él no murió para que podamos pecar impunemente, sino para escribir Su Ley en nuestros corazones para que ni siquiera queramos pecar.

En nuestro viaje espiritual, nuestra relación cambia a medida que avanzamos hacia la Tierra Prometida. Salimos de Egipto a través de la Pascua, siendo justificados por la sangre del Cordero. Esto nos presentó a Cristo y nos convertimos en conocidos. Cuando vamos al Monte Horeb para Pentecostés, nuestra relación cambia a través del bautismo del Espíritu Santo; aprendemos a escuchar Su voz para que la Ley se escriba en nuestros corazones; mientras tanto, somos siervos aprendiendo obediencia.

Por lo tanto, nuestra naturaleza cambia día a día a medida que somos guiados por el Espíritu. La Ley de Dios poda nuestros corazones y quema las ramas muertas (o "paja", como lo llamó Juan el Bautista). La Ley de la Poda parece dolorosa al principio, pero a medida que maduramos espiritualmente, comenzamos a adoptar esa Ley y otras, porque comenzamos a ver más frutos en nuestras vidas.

Eventualmente, llegamos al lugar donde Jesús puede llamarnos amigos, porque ya no luchamos contra la Ley, ni despreciamos su castigo. Jesús así dice en Juan 15:15,

15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que he escuchado de Mi Padre os las he dado a conocer.

Cuando Jesús dice: "ya no os llamaré siervos", es evidente que los discípulos eran siervos en el pasado. Su relación había cambiado porque, como discípulos, habían estado aprendiendo obediencia. Pero en algún momento la relación siervo-amo debe cambiar a algo más igualitario. Un amo le dice a los siervos qué hacer, sin explicarles por qué o con qué propósito deben hacer tales cosas. El amo tiene autoridad, y los siervos no tienen derecho a cuestionar su autoridad.

Pero los amigos son tratados de manera diferente. Los amigos están de acuerdo, y por esta razón, un amigo no tiene que ser mandado como tal. Los amigos piensan igual, y por eso quieren hacer lo mismo. Cuanto más acuerdo haya, menos deberá confiar el amo en la autoridad para que se realice el trabajo. Todos están unidos, trabajando en amor y armonía para construir el Reino de Dios.

Los creyentes sin Ley siguen siendo esclavos o siervos siempre que no estén de acuerdo con las Leyes u órdenes del Maestro. Tales siervos permanecen ignorantes del propósito de las Leyes de Dios, y por esta razón, tienen poca o ninguna razón para estar de acuerdo con esas Leyes. Tales deben permanecer en Pentecostés, en entrenamiento de obediencia, hasta que lleguen al acuerdo.


Las elecciones soberanas de Dios
Juan 15:16,17 dice:

16 No me elegisteis vosotros a Mí, son que Yo os elegí a vosotros y os dije que daríais fruto, y que vuestro fruto permanecería, para que todo lo que le pidáis al Padre en Mi nombre, Él os lo dé. 17 Esto os mando que os améis unos a otros.

Sabemos que Jesús eligió y llamó a Sus discípulos al comienzo de Su ministerio. Esto se hizo de acuerdo con el principio establecido en Romanos 9:10-12, donde Pablo nos dice que Dios eligió a Jacob y rechazó a Esaú antes de que los bebés nacieran "para que el propósito de Dios de acuerdo con su elección se mantuviera, no por las obras sino por Aquel que llama".

En otras palabras, Dios eligió a Jacob. Jacob no eligió a Dios al principio. La elección de Dios no se basó en las obras de Jacob. Dios simplemente eligió a Jacob, así como Jesús eligió a Sus discípulos. Esto significó que Dios asumió sobre Sí la responsabilidad de la transformación de Jacob en Israel. Para decirlo de otra manera, si Jacob no hubiera logrado convertirse en Israel en algún momento de su vida, Dios habría fallado y no podría culpar a Jacob por el fracaso.

Con los discípulos de Jesús, el único fracaso aparente fue Judas Iscariote, pero sabemos que su caso no representó ningún fracaso, ya que Judas estaba cumpliendo el papel de Ahitofel que traicionó a David mil años antes. Judas fue elegido para que traicionara a Jesús. Su traición (y fracaso) era parte del Plan Divino, que tuvo éxito.

Pablo explica nuevamente sobre el "remanente según la elección de gracia de Dios" (Romanos 11:5). Los 7.000 verdaderos creyentes en la época de Elías eran aquellos a quienes Dios había elegido, hombres que fueron entrenados personalmente por Dios, hombres a quienes Dios había podado y que habían llegado a un acuerdo con Sus Leyes y mandamientos. Romanos 11:6 dice:

6 Pero si es por gracia, ya no se basa en las obras, de lo contrario, la gracia ya no es gracia.

No es posible entender la idea bíblica de la gracia sin conocer la soberanía de Dios. Aquellos que son creyentes del Antiguo Pacto en Cristo piensan que la gracia es donde Dios los ayuda a mantener sus decisiones de Antiguo Pacto de seguir a Cristo. Su posición con Dios se basa en su propia decisión: "He decidido seguir a Jesús", en lugar de ver que su decisión solo vino después de que Dios los llamó. Éstos que piensan que su salvación se basa en su propia decisión de seguir a Jesús, en lugar de ver su decisión como una respuesta al llamado y la elección previa de Dios, aún permanecen sin saberlo en el Antiguo Pacto. Siguen el ejemplo de los israelitas en el monte Horeb en Éxodo 19:8. Su relación de pacto con Dios se basa en su propia voluntad y no en la voluntad de Dios. Pero Juan 1:13 habla de los creyentes del Nuevo Pacto, que fueron engendrados, no a causa de la línea de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios, es decir, de la voluntad de Dios.


godskingdom.org/blog/2020/01/the-gospel-of-john-jesus-seventh-sign-part-23

"CORRAMOS CON PACIENCIA", ESPERAR Y CORRER, ¡QUÉ CONTRADICCIÓN! (George Matheson), Manantiales en el Desierto




30 de octubre

"Corramos con paciencia". 
Hebreos 12:1

El correr con paciencia es una cosa muy difícil. El correr, el anhelo de alcanzar la meta, es apropiado para sugerir la ausencia de paciencia. Corrientemente asociamos la paciencia con el decaimiento. Pensamos de ello como del ángel que guarda el lecho del inválido. Sin embargo, yo no creo que la paciencia del inválido sea la más difícil de alcanzar.

Hay una paciencia que yo creo que es aún más difícil y firme -la paciencia que puede correr. El reposar en el tiempo de la aflicción y el permanecer sin quejarse bajo el golpe de la adversidad de la fortuna, requiere una gran fortaleza; pero yo conozco algo que requiere una fortaleza aún mayor: ello es, la potencia para trabajar bajo el golpe recibido. El tener un gran peso en tu corazón y correr aún; el tener un dolor profundo en tu espíritu y sin embargo cumplir con tu tarea cotidiana. Eso es algo parecido a lo que Cristo hizo.

Muchos de nosotros soportaríamos nuestras aflicciones sin llorar si se nos permitiese. Lo difícil está, en que  al mayor parte de nosotros se nos llama para ejercitar nuestra paciencia, no en la cama sino en la calle. Se nos llama a enterrar nuestras aflicciones no en el reposo aletargado, sino en el servicio activo en la oficina, en la fábrica, en nuestro trato con otros, contribuyendo a la felicidad de otros. No hay enterramiento de la aflicción tan difícil como eso; eso es el "correr con paciencia"

¡Hijo del Hombre, esta fue Tu paciencia! Fue a la vez un esperar y un correr. Un esperar para la meta, y un hacer mientras tanto las cosas menores. Te veo en Caná, convirtiendo el agua en vino para que la fiesta de la boda no se nublase. Te veo en el desierto alimentando una multitud con pan para aliviar una necesidad temporal. Todo, todo el tiempo sobrellevaste un grandísimo dolor sin ser compartido con nadie y sin decir una palabra. Los hombres piden un arco iris en las nubes; pero yo quisiera pedir más de Ti. Yo quisiera ser en mi nube, yo mismo un arco iris, un siervo para el gozo de otros. Mi paciencia será perfecta cuando pueda trabajar en la viña

 -George Matheson

EL SEÑOR MI SIERVO, Octavius Winslow




"Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? 
¿No es el que se sienta a la mesa? 
Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve".
Lucas 22:27


¡Es con la modestia y humildad más profunda que el bolígrafo traza el encabezado de esta meditación! El Señor de vida y gloria, el Creador de todos los seres, el Hacedor de todos los mundos, —¡Nuestro Siervo! ¡Asombrosa verdad! ¡Increíble condescendencia! ¡Insondable gracia! Pero, aunque sea inmensa, es nuestro privilegio recibir esta verdad. Increíble como puede parecer, estamos obligados a creerla, porque Él mismo lo ha declarado: “Yo estoy entre vosotros como el que SIRVE” (Luc. 22:27). Conforme con esto es la enseñanza de Su apóstol “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de SIERVO, hecho semejante a los hombres” (Fil.2:6-7).
Alma mía, tú has estado contemplando al Señor tu Porción en el carácter de un Maestro —ahora siéntate a Sus pies y estúdiale en el oficio de un Siervo. Escucha su lenguaje: “Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el 
que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros 
como el que sirve”.

En qué luz impresionante hace que este oficio se sitúe Su grandeza. Solo el verdaderamente grande es quien puede realmente descender. Así como el sol aparece más grande y más resplandeciente a su puesta, así Cristo, el sol de justicia, nunca se sometió más a Sí mismo como cuando  en su punto más bajo tocó el horizonte de nuestra humanidad; como cuando ocultó, el Dios en al hombre, al Rey en la persona, al Maestro en el siervo, "luego se inclinó para lavar los pies de los discípulos, y les limpió con la toalla con la cual fue ceñido". Oh alma mía, que este maravilloso espectáculo aumente tu admiración e intensifique tu amor.

Fue la Divinidad de vuestro Señor que selló cada Palabra que habló con un significado tan impresionante, y que invistió cada acto que desempeñó con una magnificencia tan sublime. Aprende de esto en que nunca eres verdaderamente más grande como cuando estas sirviéndole en Sus santos —siendo condescendiente, en la imitación de Él, para con los hombres de condición baja. Ningún santo de Dios es demasiado bajo, y ningún servicio demasiado humilde como este, para despertar tu amor, animar tu compasión,  y dedicarte al servicio. Piénsalo no por encima de tu dignidad y posición para abandonar tu morada grandiosa y visitar la humilde cabaña de un pobre, anciano, sufriente santo, y en algún acto humilde y amoroso llegar a ser el siervo de ese ‘sacerdote real’; esa ‘hija del Rey’, 'ese hijo de Dios', afectado por el sufrimiento, batallando con la escasez, y, más que todo, su alma quizás en conflicto con la oscuridad, incertidumbre y tentación espiritual. Oh, que privilegio servir a ese enfermo, doliente y afligido a quien Jesús ama; y haciendo esto atrapar las campanadas de Su voz mientras caen sobre el oído, “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mat. 25:40).

Y aun Jesús nos está sirviendo. Él está entre nosotros, y por una clase de miles de actos condescendientes nos está ministrando. Él nos está dando gracia para conquistar el pecado, supliéndonos con fuerza para derrotar al malvado, administrando consuelo en todas nuestras penas, siendo condescendiente en nuestros asuntos modestos, aliviando nuestras enfermedades, liquidando nuestras perplejidades, mitigando nuestros sufrimientos, calmando nuestras aflicciones, y haciendo los corazones de los demás, amorosos y compasivos hacia nosotros. Oh sí, Jesús hace que todas nuestras camas de enfermedad, invisiblemente y silenciosamente se retiren de nuestras habitaciones, observa con la mayor vigilancia cuidadosa y delicada alrededor de nuestro sofá, y en miles maneras dulces administra para nuestro consuelo.

Si tal es el Servicio del Salvador por nosotros, ¿Cuál, oh alma mía, es tu servicio para Él? ¿Estás disponiéndote para Cristo, consagrando tu cuerpo, talento, influencia, tiempo, voluntariamente e incondicionalmente al Señor?

Entonces escucha Sus palabras alentadoras: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Jn. 20:26).

Luego viene el servicio final de Jesús: “Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles” (Luc. 12.37).

Octavius Winslow

(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

EL SEÑOR MI MAESTRO, Octavius Winslow




"Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; 
y decís bien, porque lo soy".
Juan 13:13


Emancipado de la esclavitud de Satanás, el creyente llega a ser siervo de Cristo, y no hay más alto honor, de ahora en adelante, que Cristo sea su  Maestro. Cuán maravilloso cambio —¡la libertad de la criatura, por el cautiverio del esclavo; el servicio de la santidad, por la paga de injusticia; Cristo su Maestro, por Satanás su dictador; y Canaán, con sus colinas revestidas de vides y llanuras soleadas, sus ríos fluyentes y brisas aromáticas, por las calderas, los hornos de ladrillo, ¡y la oscuridad de Egipto! Todo eso cumple la gracia —porque, por la gracia de Dios somos lo que somos— y todo está involucrado en la relación el que El Señor, nuestra porción, nos sustenta como nuestro Maestro. 

Está claro que nuestro Señor no se rehusó a admitir esa relación, sino que la aceptó y la aprobó. No como un  título vacío, sino como un apelativo profundamente significativo, Él lo reconoció y lo elogió de parte de Sus discípulos. Igualmente lo hizo para que nos sea de reclamo a Él como nuestro Maestro, y para que diligentemente inquiramos cuales son los privilegios, deberes y las bendiciones que fluyen hacia nosotros de esta relación elevada y sagrada.

Como nuestro Maestro, pertenecemos a la escuela de Cristo. En otras  palabras, somos Sus discípulos y aprendices. Platón tuvo su escuela, Pitágoras la suya, y cuán orgullosos estuvieron los discípulos de cada uno al  ser identificados con ellos; así mismo declaraban ya fuera al uno o al otro como Sus maestros. Cristo es nuestro Maestro. Él es divino, Su escuela  sobrenatural (del otro mundo), Sus discípulos espirituales, Su doctrina y Su enseñanza de Arriba. ¡Alma mía! En este sentido —el superior, el más sagrado y el más solemne— no podemos a llamar a ningún hombre Maestro sino solo a Cristo.

Hay muchos en este impío y ritualista siglo que ponen sobre sus cabezas “Escuelas” de los pensamientos religiosos y profesores de las doctrinas teológicas, seguidos por multitudes de admiradores irreflexivos y engañados, pero cuyas doctrinas y práctica, si somos leales a Cristo, debemos ignorar y apartarnos al igual como de la prenda saturada con la plaga. Prueba a los espíritus por la palabra Revelada de Dios, para que muchos falsos maestros, y los que niegan al Señor Jesús, mientras todavía asumen presuntuosamente la insignia de Su religión, y falsamente visten el uniforme de Su Iglesia, desaparezcan lejos. ¡Alma mía! Siéntate a los pies Jesús, y bebe del vino puro del evangelio que fluye exquisitamente desde sus labios Ungidos de Gracia.

Como nuestro Maestro, estamos obligados a obedecer Sus mandamientos. “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15). Y verdaderamente, Señor, Tus mandamientos no son gravosos y arbitrarios, sino que Tu yugo es fácil, y ligera Tu carga; y en el uso de Tu yugo y llevando Tu carga hay una recompensa presente y grande. “Tus caminos son caminos deleitosos, Y todas tus veredas paz” (Prov. 3:17). Dulce y agradable es estar a Su servicio. Se mezcla el acto más humilde con el honor más alto, la obligación más dificultosa con la libertad  más perfecta, la auto negación más severa con el goce más exquisito, el ofrecimiento más pobre con la recompensa más rica. Oh alma mía, en el trabajo para Cristo tu estas sirviendo a un buen, amoroso y fiel Maestro; y sin importar cuan oculto tu ámbito y humilde tu empleo, Su gracia te socorrerá, Su bendición te impulsará, y Él, en el Último Día reconocerá públicamente y con gratitud, y recompensará espléndidamente el vaso de agua fría dado, y el frasco de ungüento fragante quebrado, en Su nombre y para Su gloria.

Como nuestro Maestro, nosotros, sus siervos, debemos imitarle. “El siervo no es mayor que su señor. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Jn. 13:14-16). 

¡Señor, Pueda yo caminar tan cerca contigo, servirte tan fielmente, y asemejarte tan bien, para que, en el siervo, el mundo pueda rastrear la imagen del Maestro, de Quién yo soy y a quién sirvo, y glorificar Su Nombre grande y precioso".
“Señor, Si vuestra gracia impartís,
Pobreza de espíritu y mansedumbre de corazón,
Yo, como mi Maestro, seré arraigado en humildad (o sencillez)”.

- Octavius Winslow

(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

LIBRO DE RUT, Parte 2: El escenario, Dr. Stephen Jones




7 de mayo de 2019



La historia de Rut tuvo lugar en el tiempo de los Jueces, como nos dice el primer versículo, y se coloca inmediatamente después del Libro de los Jueces. Es uno de los libros más queridos del Antiguo Testamento, porque es una historia de romance y matrimonio. A muchos también les gusta el libro porque no está cargado de puras enseñanzas (como Levítico o Deuteronomio). De hecho, es una forma agradable de enseñar una parte de la Ley a través de relatos.

Seguí un camino similar escribiendo novelas en las que retrocedo en el tiempo para caminar con los personajes bíblicos e instruirlos en los principios del Nuevo Pacto, que habrían conocido si no hubiera sido por el velo del Antiguo Pacto puesto sobre sus ojos. Leer un comentario sobre el velo requiere mucha más disciplina que leer una historia que lo ilustre. Al hacer esto, utilicé el principio de Shakespeare de “enseñar a través del entretenimiento”. La principal diferencia es que Shakespeare enseñó una versión libre de historia secular, mientras que yo revelé historia bíblica con algo de imaginación (y revelación) para llenar los vacíos bíblicos.


El tema de Rut
Sin duda, Rut es más querido por su tema de amor y matrimonio. Sin embargo, desde el punto de vista de la enseñanza bíblica, es principalmente una revelación de la Ley de Deuteronomio 25:5-10. Esto pone el foco más en la filiación que en el matrimonio en sí. El matrimonio en sí mismo nos proporciona el telón de fondo para la filiación, ya que el matrimonio es un requisito para la legítima filiación.

Además, el trasfondo de la principal historia de amor es la hambruna que llevó a Elimelec y Noemí a la tierra de Moab, recreando la historia de la estadía de Israel en Egipto, que también fue provocada por una hambruna. Cuando Noemí y Rut regresaron a la Tierra de Judá, su viaje representó el regreso de Israel a la Tierra Prometida bajo Josué. Sin duda, Noemí y Rut cruzaron el Jordán en el mismo lugar que los israelitas habían cruzado antes desde la tierra de Moab.

Moab, entonces, representa tanto a Egipto como al desierto durante los 40 años de peregrinación de Israel. Moab fue el último país de la estadía de Israel en el desierto. El regreso de Noemí y Rut transmite el regreso de Israel a la Tierra Prometida y su herencia perdida. La forma en que pudieron recibir su herencia constituye la mayor parte de la historia en sí.

Mientras que Josué conquistó la Tierra a través de la guerra para obtener la herencia prometida, el libro de Rut retrata este tema a través del amor y el matrimonio. El contraste es grande, porque Dios quería que supiéramos que nuestra propia herencia, el cuerpo glorificado que se perdió a través de Adán, no puede obtenerse por el poder de una espada física. La espada física era un arma del Antiguo Pacto, que solo podía recuperar un tipo y una sombra de la herencia real. La verdadera herencia de la "tierra" es nuestro cuerpo glorificado, reclamado a través del poder de la espada del Espíritu del Nuevo Pacto.

Por lo tanto, vemos que el libro de Rut anticipa el Nuevo Pacto, a pesar de que se establece en el contexto de la era del Antiguo Pacto. Esto lo hace particularmente relevante para nosotros hoy. Sin embargo, solo al comprender el contraste entre la conquista de Canaán del Antiguo Pacto y el concepto del Nuevo Pacto de que "el amor nunca falla" (1 Corintios 13:8) podemos verdaderamente aplicar los principios en el libro de Rut de la manera que Dios quiso desde el principio.

En otras palabras, debemos mantener un punto de vista del Nuevo Pacto al leer el libro de Rut,aunque entendiendo la configuración del Antiguo Pacto. Del mismo modo, la Ley en Deuteronomio 25 debe verse como una Ley de Filiación, expresada en términos del Antiguo Pacto, pero que requiere una aplicación del Nuevo Pacto para obtener nuestra herencia perdida.


Moab
Elimelec y Noemí fueron a Moab para escapar de la hambruna en la Tierra de Judá. Encontramos que Elimelec murió allí, y sus dos hijos, Mahlón y Quelión, también murieron sin hijos. Así, Moab proporcionó el contraste con Belén de Judá, porque para ellos, Moab era un lugar sin hijos, mientras que Belén era el lugar donde nació el Hijo de Dios.

Al profundizar en el significado de la historia, encontramos que Moab no era simplemente un lugar o condición que nunca podría producir a los hijos de Dios. Era más complejo que eso, porque también revela las razones legales por las que los hijos de Dios NO son engendrados. Para aprender esto, debemos examinar los orígenes de Moab.

Moab fue uno de los dos hijos de Lot, el sobrino de Abraham, que nacieron por incesto. Cuando Dios destruyó Sodoma, donde vivía Lot en ese momento, dos ángeles fueron enviados primero para investigar los crímenes de Sodoma. Cuando se comprobó que las acusaciones eran ciertas, los ángeles sacaron a Lot y su familia de la ciudad antes de destruirlos con fuego. Cuando la familia huyó a las montañas, les pareció que todo el mundo estaba en llamas y que eran las únicas personas que quedaban en la Tierra. Las dos hijas de Lot, criadas en la inmoral atmósfera de Sodoma, se alarmaron ante la perspectiva de que nunca se casarían, ni tendrían hijos.


31 Entonces la primogénita dijo a la menor: “Nuestro padre es viejo, y no hay hombre en la tierra que venga a nosotras según la manera de la tierra. 32 Ven, hagamos que nuestro padre beba vino, y acostémonos con él para que podamos preservar a nuestra familia a través de nuestro padre ... " 36 Así, las dos hijas de Lot tuvieron un hijo de su padre.


Ambas hijas hicieron esto, una cada noche, y ambas quedaron embarazadas. Génesis 19:37,38 dice:

37 Y el primogénito dio a luz un hijo y llamó su nombre Moab; Él es el padre de los moabitas hasta hoy. 38 Y en cuanto a la menor, ella también tuvo un hijo, y llamó su nombre Ben-ammi; él es el padre de los hijos de Amón hasta el día de hoy.

Moab viene de ab, "padre" y mo, literalmente "agua", que en este caso se refiere al semen, semilla o progenie. Por lo tanto, Moab significa "de (su propio) padre", una referencia a Lot. El significado del nombre también se puede leer como una pregunta: "¿de qué padre?" O, como se aplica más específicamente a la historia de Rut, "¿quién es tu padre?" (Biblia Revisada del Gueto o RBG)

De manera similar, el hermano de Moab fue llamado, Ben-ammi. Ben es "hijo" y am es "gente". Ammi es "mi gente" o "mi parentela". Vemos este nombre nuevamente en Oseas 1:9, donde el hijo del profeta se llamaba Lo-ammi, "no es mi pueblo". En Oseas 2:1, su nombre fue cambiado proféticamente a Ammi, "pueblo mío", para mostrar la gracia de Dios en Oseas 2:23, "Diré a aquellos que no eran ammi (mi pueblo): '¡Tú eres mi pueblo!' Y ellos dirán, 'Tú eres mi Dios' ".

El hermano de Moab se llamaba Ammi para indicar que era hijo de incesto, habiendo sido engendrado por uno de sus familiares, a saber, el padre de su madre. Tanto Moab como Ben-ammi proféticamente representan a los hijos engendrados de manera ilegal (Levítico 18:6,7). Estas leyes definen el incesto en un nivel práctico, terrenal, pero también se aplican en un nivel espiritual con respecto a los hijos de Dios.


Hijos de Dios legítimos
Se nos ha dado el derecho de convertirnos en hijos de Dios (Juan 1:12), pero el camino hacia la Filiación debe ser legal para que sea legítimo. Así es como Moab proporciona el telón de fondo del libro de Rut, donde solo encontramos esterilidad hasta el matrimonio en Belén.

Muchos no tienen otra visión más allá de convertirse en buenos siervos de Dios, pero algunos también han deseado ser hijos de Dios. De éstos, relativamente pocos realmente alcanzan la Filiación. Hay muchas razones para esto. Algunos violan las Leyes de la Filiación, generalmente por ignorancia, por no haber estudiado la Ley o no haber entendido que "la ley es espiritual" (Romanos 7:14).

El asunto de "¿quién es tu padre?" es solo la mitad del problema, porque también debemos preguntarnos: "¿quién es tu madre?" Esto se refiere a la pregunta: ¿qué Pacto constituye la base de la propia fe? En otras palabras, ¿somos de Agar o de Sara? Pablo explica mejor esto en Gálatas 4:22-31, pero pocos parecen comprender la enseñanza del apóstol. Cuanto más nos adentramos en esta enseñanza, más compleja se vuelve.

La enseñanza común hoy es que la Jerusalén terrenal es la madre de los hijos de Dios que será glorificada en el Reino venidero como la Novia de Cristo. Pero Pablo nos informa en Gálatas 4:25 que la Jerusalén terrenal es Agar y que sus hijos carnales ("Ismael") son esclavos, no hijos. Gálatas 4:28 dice más adelante: "vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de promesa". La diferencia entre un siervo y un hijo no es por el padre de uno, sino por la madre de uno. La madre de uno es el Pacto del cual dependemos como la base de nuestra herencia.

Los que aman la Jerusalén terrenal como su madre espiritual son aquellos que desean ver a Cristo en un templo reconstruido en Jerusalén y que creen que Jerusalén será la capital glorificada del Reino venidero. Por otro lado, los que reivindican a la Jerusalén celestial como su madre (Gálatas 4:26) tienen a "Sara" como su madre, y estos son los verdaderos hijos de Dios.

Sin embargo, para nuestro propósito inmediato, para entender el Libro de Rut, debíamos tener algún conocimiento del origen de Moab y de cómo el autor del Libro de Rut lo usa como un contraste infructuoso con la fructuosa Belén. La historia en sí pinta un cuadro de palabras que nos da una mejor comprensión del matrimonio del Nuevo Pacto y las Leyes de la Filiación.


Category: Teachings
Blog Author: Dr. Stephen Jones