El
yugo de hierro de Deut.
28:48
se describe en el resto del capítulo en términos de guerra y
cautiverio en tierras extranjeras. El versículo 51 comienza a
describir el sitio en sí:
51
Por
otra parte, [la
nación invasora]
comerá
el fruto de tu ganado y el fruto de tu tierra, hasta que seas
destruido, y no te dejará grano, ni mosto, ni aceite, ni las crías
de tu ganado, ni las crías de su rebaño hasta destruirte. 52 Y te
pondrá cerco en todas tus ciudades, hasta que tus muros altos y
fortificados en que tú confías se vengan abajo en toda tu tierra, y
te pondrá cerco en todas sus ciudades a través de la tierra que
Yahweh tu Dios te ha dado.
Los
hombres pueden tratar de armarse y fortificarse contra los enemigos
extranjeros, pero cuando son desobedientes y están bajo la maldición
de la Ley, no pueden protegerse de Dios. Los muros nunca serán lo
suficientemente altos como para ofrecernos seguridad ante el juicio
divino. Poner la confianza en la
fuerza militar o en fortificaciones y defensas es inútil. La única
defensa verdadera es volver a Dios y arrepentirse de pecado nacional.
Moisés
presta especial atención al “fruto
de tu ganado y el fruto de tu tierra”.
Esto establece el siguiente nivel de juicio divino, la descendencia
de las personas y los hijos que producen en su propia “Tierra”.
Deut.
28:53
dice,
53
Entonces
comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas
que Yahweh tu Dios te ha dado, en el asedio y en la angustia con que
tu enemigo te oprimirá.
Esto
demuestra una progresión natural en un asedio. Después de comer los
víveres que la gente ha almacenado, comienzan a comerse sus propios
hijos. La presión de Dios aumenta constantemente, siempre y cuando
las personas se nieguen a arrepentirse. Mientras vean el ejército
extranjero como “el enemigo”, el problema sólo se vuelve cada
vez peor. La clave para revertir tal juicio está en vernos a
nosotros mismos como nuestro peor enemigo. Lev.
26:40-42
dice:
40
Y
confesarán su iniquidad y la iniquidad de sus antepasados, en su
infidelidad contra mí, y también porque procedieron con hostilidad
contra Mi, 41 también procedía con hostilidad contra ellos para
llevarlos a la tierra de sus enemigos, y entonces se humillará su
corazón incircunciso, y reconocerán sus iniquidades, 42 entonces me
acordaré de mi pacto con Jacob, y no me acordaré también de mi
pacto con Isaac y de mi pacto con Abraham, y me acordaré de la
tierra.
En
tales situaciones, el patriotismo se convierte en el verdadero
problema, porque los
líderes no arrepentidos, inevitablemente, apuntan a los extranjeros
como el enemigo y exaltan el fervor patriótico como la solución.
Siempre se piensa que Dios está de nuestro lado en cualquier guerra,
que nuestra propia causa es siempre justa y que el enemigo siempre
está mal. ¿Con qué
frecuencia oímos políticos y monarcas que invocan el nombre de Dios
y piden a Dios que los bendiga mientras rechazan Su soberanía sobre
la nación y echan a un lado Sus Leyes?
“Señor, bendícenos para que podamos pecar sin sufrir las
consecuencias”, parecen decir. Mientras que defendamos el
patriotismo en lugar de la obediencia a Dios, la maldición de la Ley
seguirá su curso. Mientras que consideremos que la obediencia al
Estado y respetar las leyes de los hombres está encima de Dios y Sus
leyes, la maldición de Dios no se levantará. Este es el
mensaje de Moisés, y se confirma por los profetas.
El sitio y la hambruna
Deut.
28:54-57
nos da una imagen gráfica y espantosa de la nación que persiste en
su negativa a arrepentirse:
54
El
hombre tierno en medio de ti, y el muy delicado, mirará con malos
ojos a su hermano, y a la esposa de su corazón, y al resto de sus
hijos que le queden; 55 para no dar a ninguno de ellos de la carne de
sus hijos, que él estará comiendo, por no haberle quedado nada, en
el asedio y el apuro con que tu enemigo te oprimirá en todas tus
ciudades, 56 La tierna y la delicada entre vosotros, que no osaría
sentar sobre la tierra la planta de su pie, de pura delicadeza y
ternura, mirará con malos ojos al esposo de su corazón, e incluso a
su hijo y a su hija, 57 y aun al bebé que corretea entre sus pies, y
a sus hijos que haya dado a luz; pues los comerá ocultamente, por la
carencia de todo, en el asedio y en el apuro con que tu enemigo te
oprimirá en tus ciudades.
Cuando
la gente fuera de la Ley se muere de hambre y se enfrentan a una
muerte segura, lo más profundo de sus corazones se revela.
Se nos da un ejemplo de esto en 2
Reyes 6:24-30,
24
Y
aconteció que después de esto, Ben-adad, rey de Siria, reunió todo
su ejército, y subió y sitió Samaria. 25 Y hubo hambre en Samaria;
y he aquí, la sitiaron, hasta que la cabeza de un asno se vendía
por ochenta piezas de plata, y una cuarta parte de un cab de
estiércol de palomas por cinco piezas de plata.
Samaria
era la capital de Israel, que bordeaba Aram (Siria). Israel estaba
gobernada por el rey Joram, en ese momento, que no debe confundirse
con el rey Joram de Judá que gobernó casi al mismo tiempo. El sitio
de Samaria provocó una escasez de alimentos en la ciudad, haciendo
que las personas valoran la cabeza de un burro por ochenta piezas de
plata (160 días de salario en el trabajo común). El
estiércol de paloma fue siempre de valor durante un sitio, porque,
como el guano de murciélago, era un excelente fertilizante y las
verduras podrían llegar a la madurez mucho más rápido.
Proféticamente
hablando, los asnos son un símbolo de Pentecostés, porque cada
historia bíblica que habla de Pentecostés implica asnos o la
iglesia en la Edad Pentecostal. Véase mi libro, El
Trigo y Asnos de Pentecostés
(en castellano:
http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/03/el-trigo-y-los-asnos-de-pentecostes.html).
En
la historia, la cabeza del burro era vendida como alimento, a pesar
de que no era limpia de acuerdo con las Leyes de Alimentación de
Lev.
11:3.
Los
burros
no tienen pezuña hendida, por lo que representan
el alimento espiritual que se dispensa o come sin apoyarse sobre un
testigo doble.
Del
mismo modo, el estiércol de paloma representa un movimiento más
allá del Espíritu Santo. El
estiércol
de paloma
es evidencia de un gran avivamiento del pasado, pero ahora ya muerto.
Cuando
un avivamiento se acerca la muerte, las personas lo sepultan como una
denominación en el intento de mantenerlo vivo más allá de su
tiempo. Los avivamientos pasados, como el estiércol de paloma, son
excelentes fertilizantes en la medida que estudiemos sus
revelaciones, pero debemos buscar nuevas revelaciones en cada
generación. El maná viejo se convierte en gusanos (Éxodo
16:20),
incluso cuando se refrigere como credo denominacional.
En
el sitio de Samaria, la escasez de alimentos también causó que las
mujeres se comieran a sus propios hijos, como se lee en 2
Reyes 6:28,29.
Dos mujeres habían llegado a un acuerdo para comerse a sus hijos
para sobrevivir al asedio. Una mujer debía cocer a su hijo el primer
día y compartir con la otra; y la otra mujer debía a hacer lo mismo
al día siguiente. Se comieron el hijo de la primera mujer, pero la
segunda mujer cambió de parecer el segundo día. La
primera mujer recurrió entonces ante el rey, quien rasgó sus
vestidos en la desesperación. Esto puso de manifiesto el hecho de
que el rey llevaba cilicio bajo sus vestiduras reales (2
Reyes 6:30).
El
cilicio es una señal de arrepentimiento, pero como rey, él debería
haber hecho que fuera un asunto público. Esto indica que él sabía
que su ilegalidad era el problema, pero que no quería admitirlo en
público, por eso significaría que sus leyes públicas tendrían que
ser cambiado para ajustarse a la ley de Dios.
Él no estaba dispuesto a ir tan lejos, por lo que todavía estaba
orando para que Dios los salvara con el fin de permitir que la nación
continuara en sus caminos sin-Ley.
Su
intento de arrepentirse se puso de manifiesto cuando se rasgó las
vestiduras. Pero el desorden en su corazón se puso al descubierto
cuando culpó por los problemas de Samaria a Eliseo en 2
Reyes 6:31,
31
Entonces
le dijo: “Mi Dios me haga así y aún me añada, si la cabeza de
Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy en día”.
Él
prometió matar a Eliseo, Eliseo, porque defendió las Leyes de Dios.
El rey sabía que la maldición de la Ley estaba sobre Israel por su
pecado. Por lo tanto, estaba enojado con Dios, pero debido a que no
podía matar a Dios, quería matar al profeta de Dios.
Eliseo
profetizó que habría un montón de comida al día siguiente. El
oficial del rey, que había llegado a detener a Eliseo, no creyó
esta palabra, por lo que Eliseo le dijo que iba a verlo, pero no iba
a comer de ello (2
Reyes 7:2).
Según
la historia, cuatro leprosos decidieron dejar la ciudad y ponerse a
merced de los sirios antes de pasar hambre en Samaria. Encontraron el
campamento sirio vacío, ya que el ejército sirio había huido sin
razón aparente. La comida, entonces era abundante, y se levantó el
sitio. La gente se precipitó al campo, y el oficial del rey fue
pisoteado hasta la muerte antes de que pudiera comer.
El
hecho de que Eliseo se salvó sugiere que el rey Joram se arrepintió
de culpar al profeta. Lo que ocurrió entre el rey y el profeta no se
registra, pero vemos su resultado al día siguiente. El Rey Joram
debe haberse arrepentido de su hostilidad hacia Dios, porque Dios
terminó Su propia hostilidad contra Israel, de acuerdo con la Ley.
También
es interesante que Dios escogió cuatro leprosos, los parias de la
sociedad, para ser los primeros participantes de la bendición de
Dios. Pero eso está más allá del alcance de nuestro estudio. Es
suficiente por ahora ver esta historia como un ejemplo que ilustra
Deut.
28:57.
La aplicación moderna a EE.UU.
Puede
ser útil también discutir cómo esta maldición particular de la
Ley se aplica a los Estados Unidos bajo el yugo de madera. Dios cegó
EE.UU. para que las personas estuvieran dispuestas a someterse al
yugo de madera de Misterio Babilonia. Por lo tanto, fue la
misericordia de Dios en lugar de la sumisión de la gente, lo que nos
ha permitido cumplir con nuestra sentencia sin invasión, sin
destrucción, y tal vez incluso sin la deportación.
Bajo
el yugo de madera, todas las maldiciones de la Ley, se cumplen de una
manera más sutil que bajo un yugo de hierro. No se evitan estas
maldiciones, pero en muchos casos tenemos la oportunidad de evitarlas
personalmente, si somos conformes a las Leyes de Dios. Esta es la
ventaja de estar bajo un yugo de madera.
Por
ejemplo, los sin-Ley fueron inducidos unirse a la cultura de la droga
en la década de 1960. Los creyentes genuinos no se vieron obligados
a participar. Del mismo modo, cuando el Tribunal Supremo legalizó el
aborto en 1973, fue voluntario. A diferencia de la política de
China, nadie se vio obligado a abortar a su segundo hijo. Por lo
tanto, la maldición de la Ley cayó sólo a los sin-Ley, que luego
se “comieron” a sus hijos. ¿Cómo? El idioma hebreo utiliza una
gran cantidad de metáforas. Por ejemplo, en Num.
13:32
los diez espías dieron un mal informe diciendo: “La
tierra por donde pasamos, para reconocerla, es tierra que se traga
a sus habitantes”.
La
respuesta de Josué en Num.
14:9
fue “nosotros
los comeremos como pan”
(KJV). Josué no estaba sugiriendo que Israel, literalmente, se
comería a los cananeos; se trataba simplemente de una metáfora. La
NASB lo traduce, “ellos
serán nuestra presa”.
Mientras que la Versión King James traduce literalmente, la NASB nos
da el significado metafórico.
Supongamos
que un hombre va de caza, mata a un ciervo, y luego se lo lleva a
casa para comerlo. El ciervo es tratado como “presa” en lugar de
ser convertido en una mascota o asimilado en el hogar.
Si
tratamos a nuestros hijos como presa, es como si nos los
“comiéramos”. Esa es la fuerza de la metáfora hebrea. Cuando
una mujer tiene un aborto, trata a su hijo como presa, algo que se
persiguió y se mató.
De esa manera, se “come” a su hijo, por lo general sin darse
cuenta de que está cumpliendo voluntariamente la maldición de la
Ley bajo los términos de un yugo de madera.
Los sin-Ley son voluntarios, mientras que los legales están
exentos.
De
manera secundaria, en los hospitales y clínicas de aborto del 1970
se utilizaron para vender sus biorresiduos a las granjas de cerdos
con el fin de aumentar sus beneficios. Los bebés abortados
estuvieron así alimentando a los cerdos. Los cerdos fueron vendidos
en el mercado abierto, la gente entonces se comía los cerdos, con lo
que indirectamente
se
comieron a sus propios hijos.
Por
supuesto, los que siguieron las Leyes Alimentarias no participaron en
esto. Nos
dijeron que esta práctica terminó, debido al potencial de la
indignación pública, pero no sé de ninguna ley que aún prohíba a
las clínicas de aborto continuar con esta práctica en secreto.
http://www.gods-kingdom-ministries.net/teachings/books/deuteronomy-the-second-law-speech-8/chapter-14-lawless-treatment-of-children/ |
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