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FE Y CONFIANZA, Dr. Stephen Jones





Fe y Confianza

El problema inicial para la mayoría de los creyentes es que carecen de experiencia. Carecen de una historia de éxito en ver la enfermedad y la muerte huir de ellos. Es debido a que comienzan como niños en Cristo, que carecen del desarrollo espiritual, que puede venir solo por la experiencia. Se necesita tiempo para desarrollar la confianza que viene con el éxito. Sin confianza, es difícil ejercer la autoridad, porque una orden de autoridad se debe dar con confianza, sabiendo que será hecho como ha sido decretado.

Gran parte de nuestra falta de confianza se debe a sentimientos de culpa e inadecuación. En última instancia, esos sentimientos se remontan a nuestra incapacidad de aceptar plenamente la posición que se nos da en Cristo y de apropiarnos de la justicia imputada a nosotros. Nos centramos demasiado en la deficiencia del viejo hombre adánico que parece estar vivo y bien vivo en partes de nuestro cuerpo. Pasamos más de nuestro tiempo tratando la reforma imposible del viejo hombre que en contarlo como muerto. Pasamos demasiado tiempo tratando de no pecar, en lugar de ser guiados por el Espíritu. Abstenerse de pecado está bien hasta cierto punto, pero hay que reconocer que el viejo hombre nunca será limpiado, reformado o salvado. Ser guiado por el Espíritu nos va madurando, poniendo nuestro enfoque en esto, crecemos para dejar las cosas de niño carnal. En otras palabras, la solución real no es tratar de abstenerse del pecado, sino madurar en Cristo.

Buscar la auto-perfección es egoísta e introspectivo. Se lleva a cabo por aquellos que son todavía incapaces de aceptar realmente la imputación de la justicia de Cristo que viene por la fe. Por lo tanto, siguen llorando por su condición pecaminosa y luchan por una perfección real que está siempre fuera de su alcance. Tal pensamiento dio lugar a miles de ermitaños en el pasado de la historia de la Iglesia. Tal introversión aisló a muchos hombres buenos que de otra manera hubieran sido valiosos en el establecimiento del Reino y para dar testimonio de Cristo a la gente en la calle.

Pero cuando realmente sabemos que hemos sido imputados justos, el problema está resuelto, y entonces podemos concentrarnos en hacer la obra que Dios ha puesto ante nosotros. Nuestro enfoque deja de estar en nosotros mismos para enfocarnos hacia los demás. Dejamos de luchar sin cesar por la perfección personal y comenzamos a establecer el Reino en el resto del mundo. Solo entonces aprendemos a usar nuestra autoridad como hijos de Dios para sacar orden en el caos y vida de la muerte. Solo entonces todas las cosas serán colocadas bajo los pies (autoridad) de Jesucristo, para que Dios sea el todo en todos.

Esto es lo que significa reconocer (contar) que nuestro viejo hombre está muerto y contarnos como vivos para Dios en nuestra identidad en Cristo. Aceptamos lo que Cristo ha hecho en la Cruz y en su resurrección. Esta es la forma en que somos "liberados de este cuerpo de muerte".

(Extracto del Cap. 10 de la "Epístola a los Santos en Roma" del Dr. Stephen Jones)

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