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(FFI) FILIPENSES, EPÍSTOLA DEL GOZO, Parte 2, Dr. Stephen Jones (GKM)

 

Pablo estaba gozoso a pesar de su encarcelamiento, sabiendo que ganaría, ya fuera que viviera o muriera. De la misma manera, cuando se refería a aquellos que se le oponían y que tenían motivos equivocados, simplemente se alegraba de que estuvieran predicando el evangelio (Fil. 1: 18).

El optimismo de Pablo se prolongó hasta el segundo capítulo de Filipenses. Así leemos en Fil. 2: 1-2,

1 Por tanto, si hay algún consuelo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, 2 completad mi gozo, siendo de un mismo sentir, manteniendo el mismo amor, unidos en espíritu, decididos a un solo propósito.

Siguiendo el ejemplo de Pablo, hoy encontramos que tenemos muchos críticos, especialmente con nuestra creencia en la Restauración de Todas las Cosas, las dos Jerusalén-es, la próxima destrucción de la Jerusalén terrenal y nuestro rechazo del sionismo. Sin embargo, esos críticos predican el evangelio de Cristo lo mejor que saben. Sus profetas tienen muchas buenas ideas sobre otros temas. Escuchándolos, debemos alegrarnos si hay algún consuelo en Cristo… consuelo de amor, comunión del Espíritu, etc., seamos correspondidos o no.

No encontramos ese lenguaje en los escritos anteriores de Pablo. Esto va más allá de la mera tolerancia. A medida que crecía, Pablo fue aprendiendo el significado más profundo de una vida llena de gozo. Aprendió a apreciar a quienes diferían de él, incluso a quienes lo difamaban. Aprendió a ver el vaso medio lleno y no medio vacío.

Una vez tuvimos un conferenciante que no estaba de acuerdo con nosotros acerca de la Restauración de Todas las Cosas. Después de pasar un fin de semana conviviendo con nosotros, alguien le preguntó qué pensaba. Su respuesta fue: "Ciertamente no juzgan". La iglesia lo había juzgado y expulsado, por lo que este era un tema importante para él. Lo invitamos a hablar porque queríamos aprovechar sus dones y él también pudo ver lo bueno en nosotros.


Comprobando las motivaciones

Fil. 2: 3-5 dice,

3 No hagáis nada por egoísmo [rivalidad, contienda] o por vanagloria, sino con humildad, consideraos unos a otros como más importantes que vosotros mismos; 4 No os preocupéis sólo por vuestros intereses personales, sino también por los intereses de los demás. 5 Tened en vosotros esta actitud que también hubo en Cristo Jesús.

En su gran Capítulo sobre el Amor, Pablo dice que el amor no busca lo suyo (1ª Cor. 13: 5), pero no explica esto más. Fil. 2: 3-4 se basa en este principio. 1ª Juan 4: 8 nos dice que Dios es amor. Heb. 1: 3 nos dice que Cristo "es el resplandor de su gloria y la representación exacta de su naturaleza". Por esta razón, debemos esforzarnos por “tener esta actitud en nosotros mismos”.


La prueba del amor de Cristo

Cristo mismo no buscó su propio consuelo, sino que estuvo dispuesto a dejar de lado sus privilegios y venir a la Tierra para morir en la cruz. Fil. 2: 6-8 dice,

6 El cual, aunque existía en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Siendo hallado en apariencia de hombre, se humilló a Sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Pablo reconoció la preexistencia de Jesucristo y que Él era igual en forma a Dios mismo con todas las ventajas que esto suponía. Sin embargo, estuvo dispuesto a despojarse de eso y encarnarse como hombre. Como hombre, fue obediente hasta la muerte para beneficiar a la humanidad.

Él murió para que pudiéramos vivir. Él tomó nuestra sentencia de muerte (Gén. 3: 19) para que la Ley pudiera ser satisfecha. Esta es la prueba más importante del amor de Cristo.

Pablo amplía esto en Rom. 5: 6-8,

6 Porque, cuando aún éramos débiles, a su tiempo [en el tiempo señalado: la Pascua] Cristo murió por los impíos. 7 Porque difícilmente morirá uno por un justo; aunque tal vez por un buen hombre alguien se atrevería incluso a morir. 8 Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Esta es la configuración de la enseñanza de Pablo sobre la Restauración de Todas las Cosas en la segunda mitad del mismo capítulo. Aquí Pablo comparte cómo el amor de Cristo aseguró la restauración de toda la Creación.


La exaltación de Cristo

Fil. 2: 9-11 dice,

9 Por esto también Dios lo exaltó hasta lo sumo, y le dio el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y que toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

La exaltación de Cristo es más que simplemente recibir la más alta posición de autoridad. ¿De qué sirve la autoridad sin personas que la reconozcan? Así vemos que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.

Pablo repite esto en Rom. 14: 11,

11 Porque está escrito [en Isaías 45: 23]: Vivo Yo, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua alabará a Dios.

Aquí Pablo explica lo que significa "toda lengua confesará". No es una confesión forzada, tras la cual la mayoría de la humanidad será arrojada al infierno para siempre. Todos darán alabanza a Dios. La cita es de Isaías 45: 23-25,

23 Por Mí mismo he jurado, de mi boca ha salido palabra en justicia, y no será revocada, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará lealtad. 24 Dirán de Mí: Sólo en el Señor están la justicia y la fuerza. Los hombres vendrán a Él, y todos los que se enojaron contra Él serán avergonzados. 25 En el Señor toda la descendencia de Israel será justificada y se gloriará.

Vemos aquí que Dios ha hecho un juramento de que hará que toda lengua jure lealtad a Cristo. Los que estuvieron enojados con Dios se avergonzarán de sí mismos, pero dirán: "Sólo en el Señor están la justicia y la fuerza".

Cada vez que Dios hace un juramento, se basa en el Nuevo Pacto y depende completamente de la capacidad de Dios para cumplir su Palabra (como en Dt. 29: 10-15). Cada vez que el hombre hace un juramento, se basa en el Antiguo Pacto (Éxodo 19: 8) y se basa en la voluntad del hombre y su capacidad para cumplir su palabra.

Isaías 45: 23 es un juramento de Dios, tal como vemos en Deut. 29: 10-15. Juan 1: 13 afirma esto, diciendo:

13 los cuales no nacieron de sangre [linaje], ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Cuando Dios hace un juramento, podemos creerlo o no. Si no le creemos, nos avergonzaremos del juicio del Gran Trono Blanco cuando todos sean convocados de entre los muertos para dar cuenta de sí mismos. Éstos no heredarán la inmortalidad en ese tiempo, pero de ninguna manera esto impedirá que Dios cumpla su juramento. Sin embargo, experimentarán juicio hasta que se declare el Jubileo de la Creación al final de los tiempos.

En otras palabras, el amor de Cristo prevalecerá, porque el amor nunca deja de ser (1ª Cor. 13: 8) [“y porque la misericordia triunfa sobre el juicio”, Santiago 2: 13]. Es la fuerza más poderosa del Universo, superando todos los obstáculos. 1ª Cor. 15: 25-28 nos dice,

25 Porque es necesario que Él reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies [Sal. 8: 6]. 26 El último enemigo que será abolido es la muerte. 27 Porque todo lo ha sometido bajo sus pies. Pero cuando dice: “todas las cosas están sujetas”, es evidente que se exceptúa a aquel [Dios] que sujetó todas las cosas a Él [Cristo]. 28 Cuando todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.

Toda la creación es herencia de Cristo, asegurada por su amor y su voluntad de despojarse de su gloria y morir en la cruz.


Ucupándonos en nuestra salvación

Fil. 2: 12-13 dice,

12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia sólo, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13 porque es Dios quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad.

Nuestros críticos suelen decir que si Dios prometiera salvar a toda la humanidad, la gente diría: “Bueno, entonces, ¿por qué estoy tratando de servir a Dios? También puedo vivir como quiera, sabiendo que Dios me salvará de todos modos”. Personalmente, no he conocido a nadie que realmente crea esto, pero quizás haya algunas personas así. Después de todo, no conozco a todo el mundo. Pero si realmente viven como les place, enfrentarán un tiempo de juicio ante el Gran Trono Blanco y serán juzgados según sus obras (Apocalipsis 20: 12).

Peor aún, perderán la oportunidad de recibir la inmortalidad en ese momento y tendrán que esperar mucho tiempo hasta el Jubileo de la Creación. El Jubileo cancela todas las deudas, lo merezcamos o no. El pecado se considera una deuda.

No puedo imaginarme a nadie que quiera vivir como el mundo durante unos pocos años y luego ser juzgado durante tanto tiempo. Cualquiera que continúe pecando voluntariamente no puede ser clasificado como un creyente genuino.

Sin embargo, quienes nos acusan de tales cosas deberían examinar también sus propias vidas, porque también exponen sus propios corazones. ¿Continuarían realmente en pecado y se negarían a seguir a Cristo a menos que fueran amenazados con un infierno ardiente? ¿Siguen a Cristo por amor o por miedo?

Pablo se regocijaba de que los creyentes filipenses fueran obedientes a Cristo incluso en su ausencia. No necesitaban la presencia personal de Pablo para permanecer devotos de Cristo.

¿Cómo trabaja uno en su salvación con temor y temblor? “Temor y temblor era una expresión peculiar que no debía tomarse literalmente. Fue adoptada del lenguaje de la época, basado en su relación con los gobiernos humanos, que de hecho estaba basada en el temor. Pero según la aplicación cristiana, significa ser diligente y tomar en serio las propias creencias y conducta.

El versículo 13 anterior amplía esto, mostrando que ocuparse de la salvación de uno no significa que uno sea salvo por obras. Tiene que ver con seguir la dirección del Espíritu y permitir que Cristo obre su voluntad dentro de nosotros. Es Dios quien obra en vosotros. Ese es el propósito del Espíritu Santo, quien cambia nuestros corazones gradualmente cada vez que escuchamos y obedecemos su voz.

Además, Dios obra tanto el querer como el hacer por su buena voluntad. En otras palabras, es la voluntad de Dios y la obra de Dios operando dentro de nosotros. Así como no nacimos (fuimos engendrados) por la voluntad de la carne ni por la voluntad del hombre (Juan 1: 13), así también Dios obra esta salvación por el poder de su propia voluntad. Podemos cambiar nuestro comportamiento, pero sólo Él puede cambiar nuestra naturaleza.


Quejándose y contendiendo

Fil. 2: 14-15 dice,

14 Haced todo sin murmuraciones ni contiendas, 15 para que seáis irreprensibles e inocentes, hijos de Dios irreprensibles en medio de una generación torcida y perversa, entre quienes sois luminares en el mundo.

Sin duda, Pablo se refería a los israelitas bajo Moisés, quienes se quejaron muchas veces en el desierto. Leemos, por ejemplo, en Éxodo 16: 2,

2 Toda la congregación de los hijos de Israel se quejó contra Moisés y Aarón en el desierto.

Un buen siervo hace la voluntad de su amo. Un hijo quiere hacerla.

Cuando los hombres no están de acuerdo con Dios, tienden a quejarse y discutir con Él. Como siervos de Dios, pueden obedecerle, pero hacen saber que no quieren hacerlo. Los siervos son aquellos que deben vencer su desacuerdo. Los hijos son aquellos que están de acuerdo con Dios y están felices de obedecer, porque dicen en su corazón: “¡Esa es una gran idea! ¡Vamos a hacerla!"

Pablo se refirió al Cantar de Moisés en Deut. 32: 5,

5 Se han corrompido para con Él, no son sus hijos, a causa de sus defectos; son una generación perversa y torcida.

Pablo cita a los israelitas en el desierto como un excelente ejemplo a evitar. Más bien, debían brillar como luces en la oscuridad, porque la luz de Cristo estaba en ellos. Así leemos en 2ª Cor. 4: 6,

6 Porque Dios, que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones para iluminar el conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo.

Sabemos que antes del cumplimiento de la Fiesta de Tabernáculos, esta luz en nuestros corazones permanece oculta, porque el siguiente versículo nos dice: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro". Esto alude a la batalla de Gedeón, donde su ejército de 300 hombres recibió instrucciones de tomar tinajas de barro, poner en ellas antorchas y, cuando sonara la trompeta, debían romper las tinajas y permitir que la luz brillara (Jueces. 7: 19).

La batalla de Gedeón muestra que los enemigos de Cristo serán finalmente vencidos por la resurrección de los muertos en la Fiesta de las Trompetas, por la rotura del velo de la carne en el Día de la Expiación y por la luz de Cristo brillando en los Vencedores en la Fiesta de Tabernáculos.

También tiene aplicaciones personales inmediatas para cada uno de nosotros hoy. Pablo dice que esta Luz ha resplandecido en nuestros corazones incluso ahora, y que debemos permitir que esa Luz brille enseñando y demostrando el conocimiento de la gloria de Dios que se vio en la faz de Cristo en el Monte.


La gloria de Pablo

Fil. 2: 16 dice,

16 reteniendo la palabra de vida, para que en el día de Cristo tenga motivos para gloriarme, de que no corrí ni trabajé en vano.

Esta preocupación debe ser compartida por todos los creyentes a medida que manifiestan la luz que hay en ellos, pero especialmente los ministros del evangelio, como Pablo. Hay muchas razones para gloriarnos, incluida toda buena obra que hacemos por fe, pero Pablo se centra específicamente en los propios creyentes filipenses. Al hacerlo, los alienta con la confianza y la alegría de que la semilla de la Palabra que él plantó en sus corazones echó raíces firmes en suelo fértil. Esos santos perseverarán hasta el fin, para recibir la promesa de Dios en el momento de la Primera Resurrección.

Lo que Pablo escribió también expresa mis propios sentimientos hacia usted. Me alientan los muchos testimonios de cómo sus vidas han sido cambiadas por el poder de la Palabra como resultado de mi propia obra. Yo también estoy seguro de que en el día de Cristo podré decir que no corrí ni trabajé en vano.


Pablo, la libación y el sacrificio

Fil. 2: 17-18 dice,

17 Pero aunque sea derramado como libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me regocijo y comparto mi gozo con todos vosotros. 18 Os ruego que también vosotros os regocijéis de la misma manera y compartáis conmigo vuestro gozo.

Pablo usó la misma metáfora en 2ª Tim. 4: 6,

6 Porque ya estoy siendo derramado en libación, y ha llegado el tiempo de mi partida.

Las ofrendas de libación eran de vino, un sustituto de la sangre. Esto lo vemos más claramente en el sacramento de la comunión, donde recordamos el sacrificio de Cristo y el derramamiento de su sangre bebiendo vino. Ser derramado como libación, entonces, se identifica con la muerte de Cristo en la cruz. Por eso Pablo habla de una libación cuando alude a su partida.

El vino también habla del gozo en Deut. 14: 26,

26 Podrás gastar el dinero en lo que tu corazón desee: en bueyes, u ovejas, o vino, o sidra, o en lo que tu corazón desee; y allí comerás delante de Yahweh tu Dios y te regocijarás, tú y tu casa.

Cuando juntamos estos dos pasajes, vemos que ser derramado como vino es motivo de regocijo, como nos dice Pablo. Así también sus amados amigos en Filipos deberían regocijarse y compartir su regocijo con él en su respuesta a su carta. Pablo se habría sentido angustiado si lloraran su muerte.


Los mensajeros de Pablo

Fil. 2: 19-23 dice,

19 Pero espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que también yo me anime al saber de vuestra condición. 20 Porque no tengo a nadie más con un espíritu afín que se preocupe genuinamente por vuestro bienestar. 21 Porque todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús. 22 Pero vosotros sabéis su probada valía, que sirvió conmigo en el avance del evangelio como un hijo sirve a su padre. 23 Por lo tanto, espero enviároslo inmediatamente, tan pronto como vea cómo me van las cosas; 24 y confío en el Señor que yo también iré pronto.

Timoteo fue el fiel compañero de Pablo y sucesor en la próxima generación que continuaría su evangelio. Él fue quien entregó personalmente la carta de Pablo a los filipenses. Como veremos en breve, Epafrodito acompañó a Timoteo porque él también quería ver a sus buenos amigos de Filipos.

Pablo tenía muchos amigos que no buscaban sus propios intereses, pero sólo estos dos estaban genuinamente preocupados por el bienestar de los filipenses. Epafrodito era un amigo cercano, pero la relación padre-hijo estaba reservada sólo para Timoteo.

¿Tenía Pablo en mente a alguien cuando escribió acerca de aquellos que buscan sus propios intereses? ¿Detectamos un rastro de amargura por algunas traiciones del pasado? No podemos decirlo con certeza, porque Pablo no suele hablar mal de quienes lo hubieran abandonado.

Además de esto, Pablo, sin duda, quería permanecer positivo y transmitir el espíritu de alegría de acuerdo con su carta.

Pablo expresó cierta incertidumbre sobre el resultado de su juicio y dijo: tan pronto como vea cómo me van las cosas. Estaba mucho más optimista respecto a ser liberado cuando fue llevado a Roma por primera vez. Pero después de decirles que “estaba siendo derramado en libación, parece que Pablo todavía tenía esperanzas de ser liberado nuevamente.

Esto sugiere que, aunque las cosas parecían sombrías, todavía no tenía ninguna revelación sólida sobre el resultado del próximo juicio.


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