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Author: Dr. Stephen E Jones
https://godskingdom.org/blog/2024/06/jeremiahs-new-covenant-part-5/
Jeremías 31: 15 dice,
15 Así dice el Señor: «Una voz se oye en Ramá, lamentación y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos; no quiere que la consuelen acerca de sus hijos, porque perecieron».
Esta profecía es bien conocida en los círculos cristianos porque Mateo 2: 18 la cita en relación con la huida a Egipto cuando Herodes estaba a punto de matar a los niños en Belén. En Jeremías 31, sin embargo, el contexto era bastante diferente, aunque había una similitud profética.
Jeremías estaba profetizando durante el tiempo en que los babilonios venían a conquistar Judá y tomar la ciudad de Jerusalén. En medio de esto, Jeremías dio esperanza a través del Nuevo Pacto, que es el único pacto que puede traer salvación y liberación. Sin embargo, el pueblo y el rey ya se habían negado a someterse al rey de Babilonia según la Palabra del Señor (Jeremías 27: 8, 12). Su decisión de luchar contra el ejército babilónico los convirtió en higos malos que Dios no podía comer (Jeremías 24: 8). Por tanto, su destino quedó sellado.
El propio Jeremías pronto sería arrestado por traición y arrojado a la cárcel (Jeremías 37: 15). Debido a que se negó a permanecer en silencio sobre la ruina de la ciudad, fue arrojado a un pozo o cisterna seca (pero fangosa), (Jeremías 38: 6). “Pero Ebed-melec el etíope, mientras estaba en el palacio del rey” (Jeremías 38: 7) intercedió por el profeta, y el rey dio la orden de encarcelarlo “en el patio de la guardia” (Jeremías 38: 13). Más tarde, los babilonios lo liberaron de su prisión en Ramá (Jeremías 40: 1).
En primer lugar, es interesante que fuera necesario un eunuco etíope para interceder por el profeta. Obviamente, era un creyente, uno que creía en la Palabra del Señor dicha por Jeremías. El mismo Eben-melec recibió la recompensa de la liberación (Jeremías 39: 16-17), pero su acto de fe no perdió su poder. Su fe fue recompensada 600 años después cuando otro eunuco etíope buscó la Palabra del Señor y fue recibido por Felipe (Hechos 8: 27), quien le dio comprensión de la Palabra.
Esto muestra que nuestros propios actos de fe pueden beneficiar a las personas de generaciones posteriores. Aunque tal vez no veamos más que recompensas personales, el poder de la fe no termina con nosotros mismos. Ningún acto de fe-obediencia pierde su poder. El principal ejemplo de esto se ve en la fe de Abraham. Su único acto de fe sólo ganó poder a lo largo de los siglos hasta que produjo el Nuevo Pacto en Cristo.
En segundo lugar, notamos la ironía de que el profeta fuera encarcelado por el rey de Judá. Fueron los babilonios quienes lo liberaron. Jeremías 39: 11-12 dice,
11 Nabucodonosor, rey de Babilonia, dio órdenes acerca de Jeremías por medio de Nabuzaradán, capitán de la guardia, diciendo: 12 Tómalo y cuida de él, y no le hagas ningún daño, sino más bien haz con él tal como él te diga.
El hecho de que el profeta fuera liberado de una prisión en Ramá lo vincula con la profecía de Jeremías 31: 15 y, en última instancia, con la liberación de Jesús cuando fue llevado a Egipto para su protección. Esta profecía trata de la protección divina en tiempos de invasión, guerra y destrucción. También es interesante que se señalara a un eunuco etíope, junto con el propio profeta, como un ejemplo destacado de esta liberación. Así es como la profecía encaja con el resto de Jeremías 31, ya que ilustra la provisión práctica del Nuevo Pacto en tiempos de problemas. Dios tiene maneras de hacer cambiar el corazón del propio rey de Babilonia y hacer que los Vencedores encuentren favor. Incluso hoy, mientras observamos la inminente destrucción de Jerusalén (Jeremías 19: 10-11), ¿no podremos esperar el mismo favor de los gobernantes modernos de Misterio Babilonia?
Raquel murió al dar a luz a Benjamín, su segundo hijo. Génesis 35: 19 dice:
19 Entonces murió Raquel y fue sepultada camino a Efrata, es decir, Belén.
Poco después, los hermanos de José lo vendieron a comerciantes y lo llevaron a Egipto como esclavo. El libro de Jaser nos cuenta que cuando José pasó por la tumba de su madre, corrió hacia la tumba y se arrojó en tierra llorando mucho. Esto no está registrado en el relato de Génesis, pero Jaser nos dice en el capítulo 42,
30 Y llegó José al sepulcro de su madre, y se apresuró José y corrió al sepulcro de su madre, y cayó sobre el sepulcro y lloró.
37 Y oyó José una voz que le hablaba desde debajo de la tierra, la cual le respondió con amargura de corazón, y con voz de llanto y de oración, estas palabras:
38 Hijo mío, hijo mío José, la voz de tu llanto y la voz de tu lamentación he oído; he visto tus lágrimas; conozco tus angustias, hijo mío, y me duele por ti, y a mi dolor se añade gran tristeza.
39 Ahora pues, hijo mío, José, mi hijo, espera en Yahweh, y espéralo y no temas, porque Yahweh está contigo, él te librará de toda angustia.
40 Levántate, hijo mío, desciende a Egipto con tus amos, y no temas, porque Yahweh está contigo, hijo mío. Y continuó hablando estas mismas palabras a José, y se quedó callada.
https://textos-sagrados.com/chr/apo/jasher/42.htm
Este es el incidente al que se hace referencia en Jeremías 31: 15 y nuevamente en Mateo 2: 18. Sin el texto del antiguo libro de Jaser, no sabríamos de qué estaba hablando el profeta. Raquel consoló a José diciéndole que fuera a Egipto y supiera que Dios lo liberaría. El mensaje de Jeremías fue similar, pues le dijo al pueblo que se sometiera a Nabucodonosor y fuera al cautiverio (como “higos buenos” en Jeremías 24). Al obedecer a Dios, Él los liberaría de la misma manera.
Incluso Jesús tuvo que ir a Egipto, “la casa de servidumbre” (Jeremías 34: 13). Sin embargo, Él estaba siguiendo el modelo de Moisés, en lugar del de José, porque esto ocurrió durante su Primera Venida. Vendrá como José en su Segunda Venida, porque leemos en Apocalipsis 19: 13 que "está vestido con un manto teñido en sangre". Es la misma túnica multicolor que José usaba como testimonio de que era el poseedor de la Primogenitura. Génesis 37: 31 dice de esto,
31 Entonces tomaron la túnica de José, y degollaron un macho cabrío, y mojaron la túnica con la sangre.
Sin embargo, en la Primera Venida de Cristo, él siguió el modelo de Moisés. A la edad de tres meses, Moisés fue llevado a la casa de Faraón para su protección (Éxodo 2: 2). Así también, Jesús nació en la noche del 28/29 de septiembre del año 2 aC, que era la Fiesta de las Trompetas. Tres meses después, llegaron los magos, y desde Jerusalén vieron a Júpiter flotando sobre Belén. Era el 25 de diciembre, y sus regalos se convirtieron en la base de esta práctica en Navidad. Sin embargo, ese no era el cumpleaños de Jesús, porque nació tres meses antes y fue visitado por los pastores.
Los magos llegaron a Belén, dieron sus regalos y regresaron a casa por otro camino. Entonces Dios ordenó a José y María que salieran inmediatamente y fueran a Egipto para proteger al niño. Luego Herodes mató a los niños de Belén, lo que cumplió la profecía de Raquel llorando por sus hijos, “porque ya no existían” (Mateo 2: 18).
En la profecía de Jeremías, esto se aplica a aquellos “higos buenos” que iban a Babilonia para su protección y restauración final. Jeremías 24: 5-7 dice,
5 Así dice el Señor, Dios de Israel: «Como a estos higos buenos, así consideraré buenos a los cautivos de Judá, que eché de este lugar a la tierra de los caldeos. 6 Porque pondré sobre ellos mis ojos para bien, y los haré volver a esta tierra; los edificaré, y no los destruiré; los plantaré, y no los arrancaré. 7 Les daré un corazón para que me conozcan, porque Yo soy el Señor; y ellos me serán por pueblo y Yo seré a ellos por Dios, porque se volverán a Mí de todo corazón»
La promesa, vista a nivel del Antiguo Pacto, era regresar a la vieja tierra. Esto se cumplió en los días de Esdras y Zorobabel, pero el profeta vio más allá de esto, un tiempo en el que “se volverán a Mí”, en lugar de a la vieja tierra. Además, la profecía era que serían plantados y no arrancados. Sin embargo, sabemos que en realidad fueron arrancados cuando los romanos destruyeron la ciudad en el año 70 dC. La razón fue que se habían negado a someterse a Roma y, por ello, fueron juzgados por Dios como "higos malos".
Por lo tanto, la promesa no se aplicaba a los del Antiguo Pacto, sino a los del Nuevo Pacto y a la “patria mejor” que Abraham buscaba (Hebreos 11: 16). Esto ya había sido profetizado antes al propio David en 2º Samuel 7: 10.
Jeremías 31: 16-19 dice:
16 Así dice el Señor: «Reprime tu voz del llanto y tus ojos de las lágrimas, porque hay recompensa para tu trabajo», afirma el Señor. 17 «Hay esperanza para tu futuro», afirma el Señor, «y tus hijos volverán a su propio territorio. 18 Ciertamente he oído a Efraín que se lamentaba: 'Me has castigado, y fui castigado como un becerro indómito; hazme volver y seré restaurado, porque tú eres el Señor mi Dios. 19 Porque después que me volví, me arrepentí; y después de recibir la corrección, me golpeé el muslo; quedé avergonzado y humillado, porque llevé el oprobio de mi juventud'».
José recibió instrucciones proféticas de abstenerse de llorar porque su trabajo sería recompensado. ¿Qué trabajo? Su trabajo en Egipto. Más tarde se convertiría en Primer Ministro de todo Egipto y almacenaría alimentos para los siete años de hambruna que se avecinaban. Así también sería con los “higos buenos” (Vencedores) del cautiverio babilónico y de los higos buenos en el cautiverio a Misterio Babilonia.
Todos hemos sido castigados como hijos, como leemos en Hebreos 12: 6,
6 Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
Esta disciplina es necesaria para hacer la obra de edificar el Reino de Dios, porque es la disciplina la que nos lleva a la madurez. El versículo 18 nos dice que ésta es la voz de Efraín, el heredero de la primogenitura de José y de la promesa de la filiación. ¿Por qué no es ésta la voz de Judá, o incluso de Benjamín? Jeremías vivía en Judá, justo al norte de Jerusalén, y profetizaba a ese pueblo. Sin embargo, en realidad estaba profetizando acerca de la casa del norte de Israel, que había sido exiliada a Asiria más de un siglo antes.
La Segunda Venida de Cristo—donde Él viene como José, como el Fructífero (“Efraín”)—es el evento que manifiesta (o revela) a los hijos de Dios (Romanos 8: 19).
Jeremías 31: 20 concluye,
20 ¿Es Efraín mi hijo amado? ¿Es un niño precioso? En verdad, cada vez que he hablado contra él, ciertamente lo recuerdo; por eso mi corazón se conmueve por él; ciertamente tendré de él misericordia, declara el Señor.
El Nuevo Pacto es un pacto de misericordia. Está fundado en la soberanía de Dios. El Nuevo Pacto se trata de las promesas de Dios, no de las promesas de los hombres. La misericordia de Dios se ve en el hecho de que Él tiene el poder de cambiar los corazones de los hombres, generalmente a través de la disciplina, para que puedan ser liberados. En otras palabras, la voluntad de Dios anula la voluntad del hombre, de modo que el hombre llega a un acuerdo con Dios. Aquellos cuyos corazones son cambiados por Dios son bendecidos por el Nuevo Pacto y son hijos Vencedores de Dios. Son higos buenos que son efraimitas fructíferos, y estos reinarán con Cristo mil años (Apocalipsis 20: 6).
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