El
apóstol Pablo dedicó la mayor parte de su carta a la iglesia en
Galacia a corregir y refutar el error de aquellos que estaban
enseñando que los cristianos deben guardar la Ley de Moisés. Hacia
el final del libro, cuando Pablo estaba resumiendo lo que había
escrito, hizo una declaración que va al corazón de lo que es
verdaderamente importante.
Gálatas
6:15, Porque en Cristo Yahshua ni la circuncisión ni la
incircuncisión valen algo, sino una nueva creación.
Pablo
dice que ni guardar la Ley (circuncisión), o no guardar la Ley
(incircuncisión), valen algo. Es decir, ni guardar la Ley, ni la
libertad de la Ley, pueden llevar a cualquier hombre a ese estado
perfecto y maduro que el Padre desea para Sus hijos. Estar bajo la
Ley no le traerá a la conformidad con Cristo. La libertad de la Ley
tampoco. Si queremos convertirnos en una nueva creación, el hombre
debe nacer de nuevo.
Una
noche, un principal entre los judíos fue a visitar a Yahshua. El
nombre de este hombre era Nicodemo. Él era muy versado en la Ley,
por ser un instructor de todo lo que Moisés había escrito. Por
1.500 años los israelitas habían estado bajo la tutela de la Ley,
que sirvió como su tutor e instructor. Sin embargo, los judíos,
como todos los hombres, tenían corazones duros. El mensaje principal
de la Ley no hubiera sido percibido, o recibido. El mensaje de la
Ley es que el hombre, aparte de Cristo, está muerto espiritualmente.
El hombre natural no puede agradar a Dios. El hombre debe recibir un
nuevo corazón y un nuevo espíritu. Él debe nacer de nuevo. Cuando
Cristo se encontró con Nicodemo esa noche, fue directo al corazón
de lo que más importaba.
Juan
3:1-3, Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo,
un principal entre los judíos. Este vino a Yahshua de noche, y le
dijo: "Maestro, sabemos que eres un maestro venido de Dios,
porque nadie puede hacer estas señales que tú haces si Dios no está
con él". Respondió Jesús y le dijo: "En verdad, os digo,
que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios".
Durante
muchos años, la brusquedad de la respuesta de Cristo ha captado mi
atención. No hay conversación social informal. No hay respuesta a
los comentarios de Nicodemo. Es como si Cristo comenzara una
conversación totalmente nueva, porque Él entendía que Nicodemo era
un ciego líder de ciegos. Nunca encontraría las respuestas que
necesitaba por su cuenta. Cristo debía tomar a Nicodemo de la mano y
llevarlo a la verdad.
Juan
3:4-8, Nicodemo le dijo: '¿Cómo puede un hombre nacer siendo
viejo, puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y
nacer?' Respondió Jesús: 'En verdad, os digo, que el que no naciere
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que
es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer
de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no
se puede saber de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que
es nacido del Espíritu'.
Nicodemo
se esforzó por comprender lo que el Mesías le estaba declarando.
1.500 años de instrucción de la Ley no habían llevado a la gente
de Dios a un conocimiento de la verdad. Fue muy difícil para este
hombre, en un breve momento, escuchar la verdad espiritual hablada y
agarrarse a ella.
Juan
3:9-13, Respondió Nicodemo y le dijo: '¿Cómo puede ser esto?'
Respondió Jesús y le dijo: '¿Eres tú maestro de Israel, y no
sabes estas cosas? En verdad te digo que hablamos lo que sabemos y
damos testimonio de lo que hemos visto, y no recibís nuestro
testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo
creeréis si os dijere las celestiales?'
Nicodemo
no era menos inteligente que los demás hombres. Su incapacidad para
comprender la verdad de Cristo que se le presentó fue causada por su
condición espiritual ... Espiritualmente, Nicodemo estaba muerto.
Por lo tanto, las palabras de Cristo, que eran espíritu y vida,
sonaban como una locura para sus oídos.
I
Corintios 2:12-14, Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del
mundo, sino el espíritu que es de Dios, para que podamos conocer las
cosas nos han sido dadas gratuitamente por Dios, de lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con
las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente.
En
estas palabras, el apóstol describe una diferencia importante entre
los hombres que han nacido del Espíritu y los que no. Un hombre
espiritual es capaz de recibir los pensamientos de Dios. Lo que
el Espíritu habla a un hombre espiritual le es comprensible. El
mismo mensaje no tiene sentido para alguien que no ha nacido de
nuevo. El problema de Nicodemo era que él era un hombre natural. A
pesar de que la Ley había servido como maestra de escuela e
instructora de Yahweh para los judíos durante 1.500 años, sus
lecciones no fueron aprendidas. La razón se da a conocer en la
siguiente Escritura.
Romanos
7:14, Porque sabemos que la Ley es espiritual,
pero yo soy carnal, vendido al pecado.
A
lo largo de quince siglos la Ley había actuado como tutora para el
pueblo de Dios. Como se mencionó anteriormente, Torá
significa "instrucción". La Ley estaba presentando
continuamente sus lecciones. Algunas de las lecciones, como las
contenidas en los días festivos, se repetían cada año. Otras
lecciones, como la contenida en la sombra del sábado, se repetían
cada semana. Algunas lecciones se daban sobre una base diaria. A
pesar de la presencia continua y repetitiva de toda esta instrucción,
el pueblo de Dios no percibía las enseñanzas contenidas en la Ley.
Ellos no entendían que la Pascua que se celebrara anualmente era
para señalarles hacia el Cordero de Dios, que sería sacrificado por
los pecados del mundo. Ellos no percibían que Pentecostés, que se
celebraba cincuenta días después, preveía el día en que se daría
el Espíritu para morar en el hombre, estableciendo la instrucción
de Dios en los corazones de los hombres. Ellos
no comprendieron la profunda lección contenida en el día de reposo
semanal; a saber, que el Señor deseaba que los hombres dejaran sus
propias obras de la misma manera que Él reposó de las Suyas. Este
descanso no iba a ser un día a la semana, sino un cese durante todos
los días de las obras de iniciativa
personal, que el hombre puede hacer en lugar de hacer siempre la
voluntad del Padre.
Trágicamente,
muchos cristianos siguen mirando a la Ley como un cuerpo de
ordenanzas que se han de
entenderse en un sentido estrictamente literal.
No perciben el "espíritu"
presente en esas instrucciones.
Al igual que los judíos antes que ellos, bajo la tutela de la Ley,
son aquellos que "siempre
están aprendiendo y nunca llegan al conocimiento de la verdad"
(II Timoteo 3: 7).
Hasta
que la sustancia espiritual de la Ley se entienda y se aplique en la
vida de una persona, el santo no va a hacer ningún progreso hacia la
madurez en Cristo.
Hebreos
10:1, Porque la ley, ya que sólo tiene la sombra de los bienes
venideros, no la forma misma de las cosas, nunca puede ... hacer
perfectos a los que se acercan.
Nicodemo
se había centrado en la Ley en un mayor grado que la mayoría,
porque él era un maestro de la Ley. Sin embargo, no percibió sus
lecciones (espirituales).
Nicodemo pensó que beneficiaba al hombre estar circuncidado. No vio
que lo que realmente necesitaba el hombre era llegar a ser una nueva
creación. El hombre natural debe convertirse en un hombre
espiritual. Los que son de la Tierra, terrenales, deben convertirse
en criaturas celestiales. El hombre necesita un nuevo corazón, un
nuevo espíritu. Había nacido una vez, pero él necesitaba nacer por
segunda vez.
Muchos
cristianos tienen el concepto erróneo de que su identidad como
miembros del cuerpo de Cristo se determina de una manera similar a
los que se convertían en judíos bajo el Antiguo Pacto. Ellos creen
que si aceptan un determinado cuerpo de enseñanzas, y si traen su
conducta en alineación con las reglas de ese sistema de creencias,
entonces son cristianos. Dependiendo de qué denominación, o
cuerpo de enseñanza que una persona abrace, algunos se encuentran
guardando la Ley (circuncisión), mientras que otros no lo hacen
(incircuncisión). Ninguna posición hace a nadie un hijo de Dios. Se
requiere algo más.
Romanos
8: 9, Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
Esto
es lo que es verdaderamente importante. ¿Ha nacido del Espíritu?
¿Es usted un partícipe del Espíritu de Cristo? ¿Usted oye la voz
del Padre y entiende lo que le está hablando? ¿Ha recibido un nuevo
corazón que anhela hacer lo que es agradable al Señor? ¿Ha puesto
Dios Su Espíritu, Su propia naturaleza divina, dentro de usted?
¡Estas son las cosas que valen mucho!
Nicodemo,
como muchos hombres antes y después, creía que la devoción a la
Ley satisfacía al Padre. No entendía que los hijos que Yahweh
buscaba eran los que tuvieran Su naturaleza.
Muchos
hombres creen que nacen con la naturaleza de Dios. Ellos creen que si
simplemente se aplican a sí mismos a las buenas obras podrán
producir algo que Dios encontrará aceptable.
Ese
fue el error de los judíos. Es un error tan antiguo como el de Caín.
Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. Esto es
simbólico del hombre trayendo una ofrenda a Dios de su naturaleza
carnal. La carne del hombre fue formada del polvo de la tierra. Estoy
convencido de que la ofrenda que Caín trajo al Señor era magnífica
a la vista. Pondría ser los mejores productos del mercado, que
avergonzarían al mejor de los granjeros, pero Yahweh no tuvo ninguna
consideración por la ofrenda de Caín; no porque fuera inferior,
como algunos suponen, por ser una ofrenda a medias al Padre, sino por
lo que representaba.
Lo
mejor que el hombre natural puede producir no es de ningún valor a
los ojos de Dios. Esto es lo que provocó Caín. Había trabajado
duramente para llevar a Dios una ofrenda que era lo mejor que podía
producir. Caín estaba convencido de que la ofrenda era digna de Dios
y que debería provocar la alabanza y la aprobación de Yahweh.
Cuando Dios no mostró ninguna consideración por ella, Caín se
enojó.
Muchos
hombres y mujeres de hoy miran a la Ley como un medio para ofrecer a
Dios una ofrenda agradable a Él. Ellos creen que si ellos
manifiestan una devoción a Él, haciendo que sus vidas se alineen
con Él por lo que son capaces de hacer, incluso haciendo grandes
esfuerzos y sacrificios, entonces seguramente Dios mirará lo que
están ofreciendo con satisfacción y elogio. La verdad es que el
Señor no tiene ningún respeto por lo que le ofrecen, porque es una
ofrenda que surge de la carne del hombre. Ellos están dando algo que
han producido a través del sudor de su propio esfuerzo para Dios.
Los
hombres reaccionan violentamente, y con gran ira, cuando se les dice
que sus propios esfuerzos son despreciados por Dios. Sin embargo,
el testimonio de Dios es que sólo lo que Su Espíritu hace es
satisfactorio.
Juan
6:63, El Espíritu es el que da vida; la carne para nada
aprovecha.
Desde
el inicio del cuerpo de Cristo, ha habido hombres que se inician en
el Espíritu, pero luego vuelven atrás a la Ley, como un medio para
ofrecer al Señor un sacrificio aceptable. Habiendo comenzado en la
fe, se vuelven de nuevo a las obras vanas de la carne.
Gálatas
3:1-4, ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no
obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Yahshua Cristo fue
claramente presentado entre vosotros como crucificado? Esto solo
quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de
la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? Habiendo comenzado
por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Habéis sufrido
tantas cosas en vano -si es que realmente fue en vano?
Tal
vez usted está sintiendo que algo muy profundo se está hablando en
estos términos, pero está teniendo dificultades para comprender lo
que es y cómo aplicarlo a su vida. Este sería un momento excelente
para practicar el consejo de Santiago.
Santiago
1:5, Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será
dada.
Lo
que Pablo está declarando no es sabiduría natural, sino espiritual.
Sólo puede ser comprendido a través del ejercicio de los sentidos
espirituales. Así como Cristo abrió los ojos de los ciegos, y abrir
los oídos de las personas sordas, así también Él es capaz de dar
la visión y el oído espirituales al pueblo de Dios. Yo entiendo que
mi enseñanza es una cosa vana si no se entiende por la presencia
vivificante del Espíritu. ¡Que el Señor conceda vista y oído a Su
pueblo!
Considere
las preguntas, preparadas por el apóstol Pablo.
"¿Recibieron
el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?"
¿Cómo un hombre se convierte en un participante de la naturaleza
divina de Yahweh por medio del Espíritu que mora en nosotros? No
podemos trabajar nosotros mismos en la divinidad. Debemos escuchar el
mensaje de que Cristo ha reconciliado a Dios y el hombre a través de
Su sacrificio expiatorio, y que Él ha enviado su Espíritu para que
more en el hombre. Si consideramos estas cosas, entonces vamos por la
fe a pedir al Padre que nos dé Su Espíritu para habitar en
nosotros.
Lucas
11:9-13, "Así que os digo, pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe;
y el que busca encuentra y al que llama, se le abrirá. Si un hijo
vuestro pide pan a su padre, ¿le dará una piedra? O si le pide un
pescado, ¿le dará una serpiente en lugar del pescado? o si le pide
un huevo, ¿le dará un escorpión? Si pues vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"
Esta
es la forma en que recibimos el Espíritu. Nosotros pedimos por Él,
creyendo que nuestro Padre nos dará Su Espíritu. Nuestro Padre sabe
que no podemos vivir un día agradable para Él, aparte de haber
nacido espiritualmente. Si los hombres naturales dan a sus hijos lo
que necesitan para la vida, ¡cuánto más el Padre celestial lo
hará!
Pablo
les pregunta: "¿Tan necios sois? Habiendo comenzado por el
Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?" Que lleguemos
a ser hombres perfectos, hombres espirituales, es el deseo del Padre
para nosotros. Este proceso hacia la perfección espiritual se
inicia cuando recibimos esa semilla incorruptible del Padre. No
podemos trabajar para ello. No podemos producir semilla
incorruptible por nuestra cuenta. Simplemente debemos creer que
el Padre desea impartir esta semilla a nosotros, pedírsela, y
recibirla. Una vez hecho esto, ¿qué locura es pensar que nuestro
progreso hacia la madurez espiritual se llevará a cabo por cualquier
otro método que el mismo por el que empezamos. Así como creímos
que Dios nos daría Su Espíritu, ahora tenemos que creer que Él
todos los días nos dará todas las cosas que necesitamos para
caminar en la piedad.
II
Pedro 1:3, Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne
a la vida y a la piedad ...
Debemos
vernos como participantes de la naturaleza divina, y creer que
podemos vivir una vida victoriosa como una creación espiritual en
medio de un mundo oscuro y pecaminoso. Esta vida que vence se
vive en el Espíritu. Tenemos nuestra comunión diaria con el Padre
por el Espíritu. Oímos Su voz, y creemos que Él nos ha dado el
poder para obedecer todo lo que Él nos pide.
Volvernos
a la Ley como nuestro instructor y guía es apartarnos del Espíritu.
La Ley fue la instructora de hombres que estaban muertos
espiritualmente. La Ley también estaba muerta. Fue escrita en
piedra, no en carne. No tenía capacidad para impartir vida. El
Espíritu es la vida.
II
Corintios 3:6, [Él es] quien nos hizo aptos [nos hace estar
en forma y digna y suficiente] como ministros y dispensadores de
un nuevo pacto [de la salvación a través de Cristo], no
[ministros] de la letra (de la ley o código escrito), sino
del espíritu; porque la letra [de la ley] mata, pero el
Espíritu [Santo] da vida. [La Biblia Amplificada].
Si
vamos a fijar nuestra atención en el Espíritu, escuchando Su voz,
nos encontraremos llevados a la perfecta voluntad de Dios. Satanás
sabe que esto es cierto, y ha librado una incesante guerra contra los
santos. Tiene a multitud convencidos de que Dios ya no habla al
hombre. Tal conclusión es inconcebible para aquellos que conocen al
Padre.
¿Cesaría
de hablar el Padre a Sus hijos en el momento en que reciben Su
Espíritu? Si el Señor habló a los hombres naturales en abundancia
en los días previos a que Espíritu fuera dado, es impensable creer
que no hablará a los que han recibido Su Espíritu.
I
Corintios 2:12-14, Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que conozcamos
las cosas que se han dado libremente a nosotros por Dios. Lo cual
también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana
sino por las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual.
La
gente a menudo argumenta que la Ley era el aliento del Espíritu, por
lo que debe aplicarse a ellos. Pueblo de Dios, la Ley fue
verdaderamente aliento del Espíritu, pero fue hecha para los
injustos. La Ley no fue hecha para los justos.
Es
como un hombre que sostiene que él debe tomar la prescripción
médica de su esposa, ya que ambos van al mismo doctor y él ha
encontrado que el consejo del médico es bueno para estar bien.
¿Tomará el hombre la medicina prescrita para la menopausia de su
esposa y será beneficiado?
¿No
perciben que el Espíritu puede hablar algo que es verdad, y
aplicarlo a un determinado grupo, pero que nunca lo había pensado
para otro? La Ley fue hecha para los injustos, no para los justos.
¡La Ley fue por el aliento del Espíritu, pero si usted es un hombre
espiritual nunca fue prescrita para usted!
¿Qué
ha prescrito el Señor para el hombre espiritual? ¡Él ha prescrito
una vida guiada por el Espíritu!
Gálatas
5:25, Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el
Espíritu.
Romanos
8:14, Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios.
Este
es el curso de vida prescrito para el hombre espiritual. El hombre
natural fue guiado por la Ley, pero el hombre espiritual es guiado
por el Espíritu.
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