TRADUCTOR-TRANSLATE

APOC. 21 – P-5: REVELANDO LA ESPOSA DEL CORDERO (Apoc. Nuevo Estudio), Dr. Stephen E. Jones



7 de septiembre de 2016




9 Y uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y habló conmigo, diciendo: "Ven acá, yo te mostraré la novia, la esposa del Cordero".

La frase, "la novia, la esposa del Cordero" tiene un valor numérico de 144 x 20. Como veremos más adelante, el número 144 se relaciona con los 144.000 vistos anteriormente, así como con la medida del muro de la ciudad, el cual es de 144 codos (Apocalipsis 21:17 KJV). El número veinte es el número bíblico de la redención. Al entrelazar 144 y 20, la revelación subyacente que aquí se presenta es que los vencedores han sido redimidos.


El Ángel
Juan no nos dice específicamente a cuál de los siete ángeles se le dio esta revelación. Mi propia palabra personal del Señor me dice que es el séptimo ángel, llamado el Ángel de acercar la plenitud de Dios. Este es el ángel al que le fue asignado derramar la última plaga en el aire en Apocalipsis 16:17 con la palabra, "Hecho está".

La caída de Babilonia se anticipa a la Nueva Jerusalén que la sustituye. El papel positivo de este ángel, como su nombre lo indica, es revelar "el Acercamiento de la plenitud de Dios". En este caso, se trata de revelar la Nueva Jerusalén. Su llamado no es sólo para mostrarnos "la esposa del Cordero", sino a mostrarla llena con la plenitud de Dios.

Unos versículos antes, en Apocalipsis 21: 6, vimos un indicio de que este ángel estaba a punto de dar un paso adelante con la revelación de Juan, por la voz del Cielo que dijo: "Ya está hecho". Esta es la misma instrucción dada por el ángel en Apocalipsis 16:17, donde se hace referencia a la caída de Babilonia. Esa fue la obra negativa. En Apocalipsis 21: 6 la Palabra se refiere a la labor positiva de la sustitución de Babilonia con Jerusalén y, como la Palabra lo dice específicamente, en sustitución del antiguo panta con el nuevo.


Una visión del monte alto

10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de Dios, 11 teniendo la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe cristalino.

Dejarse llevar (o transportar) en el Espíritu aquí no significa necesariamente que su cuerpo fue transportado a una cima de montaña terrenal. Tal experiencia puede pasar, de hecho, al igual que con Ezequiel, que fue transportado hasta los exiliados de la Casa de Israel en Asiria (Ezequiel 3:14,15). Pero la experiencia de Juan no era física. Más bien, su experiencia fue similar a una anterior en Apocalipsis 17: 3, donde Juan se había dejado llevar esta vez "a un desierto", para ver la Gran Ramera. En Apocalipsis 21 Juan es llevado en el Espíritu a un monte alto para ver la esposa del Cordero. En primer lugar la falsificación fue revelada, y luego la verdadera.

El espíritu de Juan fue transportado a una montaña en el reino espiritual, donde podría estar en una posición para ver la esposa del Cordero viniendo, o emergiendo, desde el Cielo al reino terrenal. Allá Juan vio la santa ciudad, que ya no se llamaba "la nueva Jerusalén", como en el verso 2, sino simplemente "Jerusalén". En otras palabras, esta ciudad es (en este momento) la verdadera y única Jerusalén, el cumplimiento de las profecías positivas dadas a esa ciudad por los profetas. La Jerusalén terrenal, ahora, ha sido expulsada, como Agar fue echada fuera (Gálatas 4:25,30), dejando que sólo la madre de todos los herederos del Reino sea revelada en toda su gloria. En este punto en el tiempo no hay más competencia, la nueva Jerusalén ha sido identificada y certificada como la esposa del Cordero. Las profecías anteriores de la elección de Dios habían pasado casi inadvertidas, ya que los hijos de la carne habían querido que su madre ("Agar") fuese la esposa elegida.

Pero el ángel le muestra a Juan la esposa elegida del Cordero "teniendo la gloria de Dios" (Apocalipsis 21:11). En las generaciones pasadas, la gloria de Dios reposó sobre el Arca del Pacto, la cual había sido dada primero a Silo, y más tarde a la Jerusalén terrenal. Cuando la gloria se apartó de cada una de esas ciudades a causa de su corrupción carnal, toda la gloria no se vería de nuevo hasta que la nueva Jerusalén surgiera con la misma gloria.

Su gloria se describe como "jaspe cristalino" con el fin de conectarla con El que está sentado en el Trono en Apocalipsis 4: 3 , que también apareció "como una piedra de jaspe". La esposa del Cordero, entonces, se le da la misma gloria que a Su marido.


Los muros y las puertas

12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles; y los nombres fueron escritos en ellas, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel.

El predominio del número doce sugiere que la ciudad está completamente caracterizada por el gobierno divino. No hay rebelión o desacuerdo. Ella no está simplemente bajo el divina gobierno como si debiera estar bajo restricción por temor a extraviarse, sino más bien, que es la ejecutora del gobierno divino. Ella cumple con el propósito original del matrimonio como "hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Génesis 2:23).

Zacarías 2: 5 describe el muro de la nueva Jerusalén como "un muro de fuego". Su metáfora revela que un muro es un límite, y en el caso de esta ciudad, es un límite moral establecido por la "Ley de Fuego" de Dios (Deuteronomio 33: 2 KJV). Juan no menciona el fuego, pero nos dice en el versículo 17 que es de 144 codos de altura. Esto identifica el muro con los vencedores, hecho con las mismas "piedras vivas" que se encuentran en el templo (1 Pedro 2: 5).

Cada piedra viva lleva el fuego y la gloria de Dios. Dado que la Ley está escrita en sus corazones, todo lo que son y hacen sale de la naturaleza de Cristo. Esto en realidad hace referencia a Deuteronomio 33: 2,3 KJV, donde leemos,

2 … A su diestra la ley de fuego para ellos. 3 Aun amó los pueblos; todos sus santos están en tu mano; y se sentaron a tus pies; cada uno recibirá de tus palabras.

La mano de Dios en la imagen envía adelante "la ley de fuego", y en su mano están los santos. En otras palabras, los santos de Dios se identifican con la propia Ley de Fuego, y el hecho de que "cada uno recibirá de tus palabras", muestra que estos santos han oído la Palabra y que la Ley está escrita en sus corazones. Esto, entonces, los califica para descartar a otros de acuerdo con la mente de Dios. Por lo que el muro de Jerusalén está compuesto de piedras vivas en cuyo corazón está escrita la Ley Divina. Ellos son representados como el muro de la norma de moralidad, el límite moral de la ciudad.

Revelación 21:13,14 continúa,

13 Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Si vamos a la descripción de las puertas en Ezequiel 48, vemos que las tribus de Israel específicamente están asociadas con las puertas de esta manera:

Puertas del Norte (Ezequiel 48:31):
Rubén
Judá
Leví

Puertas al Este (Ezequiel 48:32):
José
Benjamín
Dan

Puertas del Sur (Ezequiel 48:33):
Simeón
Isacar
Zabulón

Puertas al Oeste (Ezequiel 48:34):
Gad
Aser
Neftalí

No tenemos declaraciones bíblicas con respecto a las posiciones de los doce apóstoles, que representan a cada una de las tribus. Podemos estar seguros de que solamente los apóstoles representan las tribus, porque creen en Cristo. Mateo 19:28 dice,

28 Y Jesús les dijo: "En verdad os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se sentará en su trono de gloria, os sentaréis también sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel".

El propósito de un muro de ciudad no es mantener fuera a la gente, sino para restringir su acceso a la ciudad, canalizándola a través de las puertas. Esto protege a la ciudad y a sus habitantes de los malos que puedan desear destruirla a través de invasión o de infiltrarse en la ciudad con fines nefastos. Jesús dijo en Juan 10: 1,2,

1 "En verdad, en verdad os digo, que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas"... 7 Entonces Jesús les dijo otra vez: "en verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas".


Este principio se aplica a los muros y las puertas de la Jerusalén celestial, que, al igual que la ciudad terrenal, tiene doce puertas, o portones. Jesús es la puerta, pero Él se manifiesta en doce formas, cada puerta asociada a una tribu diferente de Israel y a los doce apóstoles (Apocalipsis 21:14). Por lo tanto, Jesús es las doce puertas, pero cada una es una administración gubernamental diferente que está representada por los doce apóstoles y las doce tribus de Israel. Sin embargo, todas tienen el mismo propósito básico como porteros que garantizan que sólo los que tienen verdadera fe en Cristo son capaces de entrar en la ciudad.

Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas

Dr. Stephen Jones

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.