AMOR PROPIO
Eres demasiado consciente de ti misma. También dejas que tus sentimientos te guíen demasiado. En el momento en que la oración deja de darte un profundo consuelo te desanimas. ¿Quieres encontrar la paz? No te encapriches tanto de ti misma, y ocúpate más de agradar a Dios.
El amor propio te volverá una sentimental hacia ti misma y se preocupará en exceso de tus problemas. Te verás invirtiendo todo tu tiempo preocupada con tus tribulaciones. Pronto toda esta preocupación formará una nube por encima del sentimiento de la presencia de Dios en tu vida, y entonces te verás profundamente deprimida. Pablo dijo, “no me juzgo a mí mismo”. Toma el consejo y te irá bien.
Dale a Dios un reino vacío para que trabaje dentro de ti, y luego no gastes todo tu tiempo siendo introspectiva. Dios te mostrará lo que le desagrada y todo cuanto tendrás que hacer es simplemente dar la espalda a todo lo que sea indigno de tu Amado.
¡Deja de dedicarte tanto a ti misma! Tu vieja naturaleza quiere ser perfecta. Te empujará por todos los medios para que seas una cristiana sobresaliente. Por favor, rehuye esta trampa. Tan sólo sigue al Señor. No necesitas verte como una mujer sabia, fuerte y virtuosa. Tan sólo sé una niña pequeña.
La enseñanza no es efectiva sin un ejemplo. Empieza siendo tú mismo un buen ejemplo, luego puedes hablar.
Sé paciente. Con esto no quiero decir que seas indulgente con los pecados de las personas, sino que no te fastidie que alguien haga un lento progreso. Puedes desanimar a otros con facilidad cuando eres impaciente con ellos. Cuanto más les fuerces, tanto más necesitas aprender mansedumbre y bondad.
Intenta entender las necesidades de las personas que cuidas y adáptate a sus necesidades. Muéstrales que tu corazón está abierto a ellos y déjales saber, por la experiencia, que hay seguridad para aquellos que te abran el corazón sin miedo. Nunca seas brusco. Sé amable y considerado. Decide despacio, pero sé firme.
Corrígete antes de corregir a otros.
UN BUEN EJEMPLO
Sé paciente. Con esto no quiero decir que seas indulgente con los pecados de las personas, sino que no te fastidie que alguien haga un lento progreso. Puedes desanimar a otros con facilidad cuando eres impaciente con ellos. Cuanto más les fuerces, tanto más necesitas aprender mansedumbre y bondad.
Intenta entender las necesidades de las personas que cuidas y adáptate a sus necesidades. Muéstrales que tu corazón está abierto a ellos y déjales saber, por la experiencia, que hay seguridad para aquellos que te abran el corazón sin miedo. Nunca seas brusco. Sé amable y considerado. Decide despacio, pero sé firme.
Corrígete antes de corregir a otros.
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
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