Cuando
pases
por
las aguas,
yo estaré contigo;
y si por
los ríos,
no
te anegarán.
Cuando pases por
el fuego,
no
te quemarás,
ni la llama arderá en
ti.
No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo
soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre
te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Los
textos anteriores nos fueron dados como rhema (palabra viva)
acompañante, junto con Romanos capítulo 8, para pasar la gran
prueba que nos llevaría a la postración o rendición y al posterior
cruce del Jordán (en una conferencia de hombres en Madrid, el pastor
de Tijuana-México, Enrique Bremer, recomendó memorizar todo el
capítulo 8 de Romanos de principio a fin, y de fin a principio, para
afrontar la prueba. Sentimos en aquel momento por el Espíritu, en su
predicación sobre el río de Ezequiel 47, que para nosotros el agua
pronto llegaría al nivel en que ya no haríamos pie y seríamos
arrastrados, perdiendo todo control de las circunstancias de nuestra
vida). La Palabra es viva y eficaz y produce efectos; y, aunque no
sentíamos como que estaba ayudándonos en aquellos oscuros momentos,
la verdad es que después pudimos apreciar que nos sostuvo. La
Palabra es más viva y eficaz aún cuando el Espíritu nos la
disecciona en porciones, frases o palabras, para que la comprendamos
mejor y nos penetre a cabalidad. Hagámoslo, pues, con esos dos
versículos.
“Cuando
pases”: No hay duda alguna de que pasaremos por tribulación.
El texto no dice que algunos pasarán o que puede que no tengamos que
hacerlo. No, no hay escapatoria posible. Don sufrimiento será
enviado de visita a nosotros en el tiempo que Dios haya determinado.
Prepárese para lo peor, espere lo mejor y acepte no que le llegue.
“Por
las aguas …, por los ríos ..., por el fuego ...”:
Esto nos sugiere diversas
pruebas,
como nos dicen Pedro y Santiago
(Santiago
1:2, 1
Pedro 1:6)
y
además un escalonado
o graduación en la intensidad.
Vendrán las pruebas varias o diversas y con una intensidad cada vez
mayor, hasta quebrarnos y dejarnos rengos como a Jacob.
Pero
Santiago igualmente nos dice, que al final de la prueba nos aguarda
la corona de vida. Entendemos que es la vida abundante de Cristo
formado en nosotros, de la vida victoriosa, del Shalom de Dios, en
recompensa por haberle amado siguiéndole, soportando, permaneciendo,
obedeciendo; porque
obedecer es amar.
Bienaventurado
el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido
la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a
los que le aman.
Respondió
Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le
amará, y vendremos
a él, y haremos morada con él.
“Yo
estaré contigo”:
Se nos asegura que pasaremos, pero, aleluya, el buen Dios nunca nos
deja solos. Como dijimos en la parte dos, Su respuesta al sufrimiento
es que estará muy cerca de nosotros, ¡tan cerca como nuestro propio
aliento! Tan cerca que nunca le sentiremos tan nítidamente sino en
medio de las pruebas. El sufrimiento hace a la presencia de Dios lo
que la oscuridad a la luz, que cuanto más negra se pone, más
brilla. ¡Y Dios es Luz! En el momento más oscuro de la noche es
cuando más brillan las estrellas. Es en
la nada cuando encontramos el Todo;
cuando todo lo demás nos es quitado queda Él y entonces le podemos
ver; como dijo Job, ¡Ahora
mis ojos te ven!
Es cuando llegó al borde de anhelar las algarrobas de los cerdos,
cuando el hijo pródigo volvió
en sí,
recuperando la cordura y pudo tomar el camino de regreso a la casa
del Padre. Es, ¡oh gran paradoja! en
el paroxismo del dolor cuando el manantial del gozo comienza a
brotar.
Quebrado el vaso de alabastro, que es nuestra alma o vida anímica,
deja que el perfume de nardo puro encerrado, que es nuestro
espíritu-Espíritu, se derrame y llene toda la casa y todos lo
puedan oler.
Pero
estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la
mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo
puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo
derramó sobre su cabeza.
Entonces
María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y
ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la
casa se llenó del olor del perfume.
Sí,
el estará con usted para que no se ahogue, ni el fuego de la prueba
le pueda quemar, ni por fuera ni por dentro; sino que será como la
zarza ardiente de Moisés que no se consumía. Saldrá de allí como
el oro fino, maduro, crecido en fe y en confianza y fortalecido.
Pasemos
al segundo de nuestros textos:
“No
temas, … no desmayes, ...”:
El temor es lo opuesto a la fe, es incredulidad. La Palabra de Dios
nos exhorta innúmeras veces a no temer. La clave para no temer es el
perfecto amor, la perfecta obediencia; descansando en él tenemos
paz. También nos anima a perseverar, a no tirar la toalla, a seguir
un pasito más. Es cuestión de adentrarse lo bastante en la
confianza en Él, para que nos sea más difícil echarnos atrás en
ese desierto, que seguir avanzando hasta salir. Que su éxodo
personal no sea a un día ni dos de Egipto, sino a tres; para que lo
pierda de vista y no pueda ser tentado a regresar (Éxodo
3:18).
Se
nos dan un par de razones para no temer y no desmayar. La primera,
nuevamente, es que “yo
estoy contigo”;
la segunda, “yo
soy tu Dios que te esfuerzo”.
No
es cualquiera el que le acompaña; es Dios y es SU Dios personal. Le
conoce tan bien que Él le diseño desde el vientre de su madre y
desde antes de la fundación del mundo. ¡Un Dios tan grande y tan
cercano! ¿No es maravilloso? Será cuidado por su Dios y Él promete
esforzarle. Sí, le dará la gracia que necesite para no desmayar.
pero
los que esperan a Yahweh tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
“Siempre
te ayudaré, siempre te sustentaré ...”:
Siempre, siempre; a ti, a ti. Que la cosa se repita dos veces, dijo
José, es señal de que el asunto es firme y que Dios se apresura a
hacerla (Génesis
41:32).
¡Animo! Porque
aún poquito y el que ha de venir vendrá, y no tardará
(Hebreos
10:37).
¿Cómo
lo va hacer? “Con
la diestra de mi justicia”:
El Señor cuando nos hablaba con este texto nos hizo entender que Él
no lo hace sólo por amor o misericordia para con sus hijos. Dice que
lo hará con
la diestra de Su justicia.
Es decir, si Él no se cuidara de usted, su hijo, sería un Dios
injusto; porque Él ha prometido hacerlo. ¡Su sustento está
asegurado por la justicia de Dios! ¿No le ayuda a confiar y a
descansar esto? Seguro que al menos un poco de alivio le traerá,
como lo hizo con nosotros.
Sí,
la justicia de Dios es una buena póliza de seguro, sin duda, la
mejor …
Vea el libro completo aquí: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2016/08/libro-dios-de-toda-consolacion-una.html
Vea el libro completo aquí: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2016/08/libro-dios-de-toda-consolacion-una.html
(Continuará
en la parte 4)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.