Dios es fuego consumidor |
19-08-2020
Laquis
era una importante fortaleza fronteriza en el lado sur de Judá
(Josué 15: 39). También estaba cerca de la frontera de Egipto y
servía como centro de comunicaciones entre Judá y Egipto. Existe
evidencia de que fue el sitio de una guarnición egipcia con caballos
y carros. De hecho, parece haber sido el sitio del primer tratado de
defensa de Israel con Egipto, porque Miqueas 1: 13 dice:
13
Engancha el carro a la yunta de caballos, oh habitante de Laquis.
Ella fue el principio del pecado para la hija de Sion,
porque en ti se hallaron los actos de rebelión de Israel.
Toda
la región de Israel, Judá, Filistea y Fenicia estaban amenazados y
habían pedido ayuda a Egipto. El ejército del rey Senaquerib estaba
en proceso de someter Laquis, según sus propios registros del
asedio. Pero de camino a Laquis, rápidamente tomaron todas las
ciudades amuralladas de Judá y Filistea, devastaron la tierra y
deportaron a la gente a Asiria. Entonces Isaías 33: 7-9 dice:
7
He aquí, sus valientes claman en las calles, los embajadores de la
paz lloran amargamente. 8 Los caminos están desolados, el viajero ha
cesado, ha quebrantado el pacto, ha despreciado las ciudades, no
tiene consideración por el hombre. 9 La tierra está de duelo y se
marchita. El Líbano está avergonzado y se seca; Sarón es como una
llanura desértica, y Basán y el Carmelo pierden su follaje.
Uno
solo puede imaginarse la escena que describía el profeta. Jerusalén
estaba llena de refugiados de las ciudades circundantes. Los hombres
lloraban mientras informaban sobre la muerte, destrucción y
cautiverio de vecinos, amigos y familiares. Los embajadores de paz de
Ezequías lloraban amargamente, después de no haber conseguido
primero la ayuda de Egipto y luego no haber podido sobornar a
Senaquerib.
Toda
esperanza había perecido, viajar era demasiado peligroso, el país
estaba bloqueado por el virus de Asiria. El rey asirio había "roto
el pacto" que había hecho con Ezequías, sin tener en
cuenta las ciudades ni sus semejantes. La vida era barata y la única
preocupación del rey era extender su territorio y construir su
imperio para la gloria de los hombres.
Dios
acepta el desafío
Isaías
33: 10-13 dice:
10
“Ahora me levantaré”, dice Yahweh, “ahora seré
exaltado, ahora seré ensalzado. 11 Habéis concebido paja, daréis a
luz rastrojo; Mi aliento os consumirá como un fuego. 12 Los pueblos
serán calcinados como espinas cortadas que se queman en el fuego. 13
Vosotros que estáis lejos, escuchad lo que he hecho; y vosotros los
que estáis cerca, reconoced mi poder".
El
profeta no nos dice cuándo recibió esta palabra, pero
presumiblemente la recibió antes de que Dios destruyera al ejército
asirio fuera de Jerusalén. De todos modos, Isaías estaba preparando
a sus destinatarios para el clímax de la historia del sitio de
Jerusalén en Isaías 36-39. Dios ya le había dicho al profeta que
liberaría a Jerusalén, pero el profeta no sabía exactamente cuándo
el rey le enviaría un mensaje pidiéndole oración. Mientras tanto,
la destrucción continuaría hasta que Ezequías se hubiera
quedado sin todas las opciones militares.
Cuando
el fuego de Dios consumió al ejército asirio durante la noche, Dios
fue realmente exaltado mientras que el rey Senaquerib fue humillado.
Ese "fuego" no era literal, por supuesto, porque era
simplemente la manifestación de Dios mismo (Deuteronomio 4: 24) y Su
naturaleza expresada en Su "ley
de fuego"
(Deuteronomio 33: 2 KJV).
Por
lo tanto, cuando Dios dijo: “Mi aliento te consumirá como un
fuego”, el resultado de Su palabra muestra que el “fuego”
no era literal. Era simplemente el juicio de la Ley, en este caso,
debido al pacto roto por Senaquerib. Así también, cuando Jesús
murió en la cruz, no tuvo que ser quemado con fuego para cumplir la
Ley de la novilla roja (Números 19: 5) o cualquiera de los
sacrificios que se quemaban en el altar.
Sin
embargo, Dios dice que el ejército asirio "será calcinado
como espinas cortadas que se queman en el fuego". La gente
de Jerusalén pudo haber quemado sus cuerpos para evitar el hedor y
la enfermedad, pero el juicio de Dios ya había golpeado al ejército.
Isaías
33: 13 parece haber sido dirigido a los egipcios, filisteos y
fenicios en particular, porque ellos también se habrían beneficiado
de la liberación de Dios. A excepción de Egipto, estas naciones
vecinas ya habían sido sometidas. Entonces, cuando Dios les dice:
“reconoced
mi poder”,
la lógica simple debería haberlos llevado a buscar al Dios de
Israel. Deberían haber reconocido que sus propios dioses eran
inadecuados y no habían hecho nada para detener al ejército asirio.
Puede
que haya habido algunos extranjeros que se pusieron bajo pacto con el
Dios de Israel, pero las naciones mismas no lo hicieron. Quizás
estos extranjeros que se unieron al Señor son los que el profeta
tenía en mente en Isaías 56: 6-7.
Cómo
sobrevivir al fuego consumidor
Isaías
33: 14 dice:
14
Los pecadores están aterrados en Sion; temblor se ha apoderado de
los impíos. “¿Quién de nosotros puede vivir con el fuego
consumidor? ¿Quién de nosotros puede vivir con fuego continuo?"
Muchos
han sacado este versículo de su contexto y lo han usado para probar
la naturaleza literal del "infierno". Esto es lo que me
enseñaron al principio de mi vida. Pero el contexto muestra
claramente que el "fuego" era una referencia a Dios como el
fuego consumidor (Deuteronomio 4: 24) que quema la carne como
paja (Mateo 3:12).
La
respuesta de Isaías se da en Isaías 33: 15,
15
El que camina con rectitud y habla con sinceridad. El que rechaza
ganancias injustas y estrecha sus manos para que no reciban soborno;
el que tapa sus oídos para no oír acerca de derramamiento de sangre
y cierra sus ojos para no mirar el mal.
Está
claro que los que “viven con fuego continuo”
no están confinados a la tortura perpetua en el “infierno”, sino
los que caminan con Dios, habiendo recibido el bautismo de fuego.
Sus buenas obras no son la causa de su salvación, sino la
evidencia de la dirección del Espíritu Santo.
El
fuego en el monte Sinaí (Éxodo 19: 18) era la presencia de Dios, no
era el "infierno", sino la manera visible en que Dios
expresó su propia naturaleza. Los israelitas que presenciaron
este fuego tenían miedo de acercarse a él (Éxodo 20: 18), pero
Moisés entró en ese fuego sin miedo (Éxodo 20: 21). La carne teme
al fuego, sabiendo que no puede sobrevivir al fuego devorador de
Dios.
Pero
sabemos que el
viejo hombre debe someterse al fuego de Dios, que el Apóstol
describe como una crucifixión de la carne
(Romanos 6: 6). Los “pecadores
en Sion”
estaban aterrorizados por el fuego de Dios, al igual que sus
antepasados en el tiempo de Moisés. Desde su perspectiva carnal, no
pensaron que podrían acercarse a Dios y seguir viviendo. No sabían
cómo transferir su identidad del viejo hombre al nuevo, porque eran
“pecadores”
e “impíos”,
e incluso los que creían en el Dios de Israel probablemente eran
creyentes del Antiguo Pacto llenos de temor.
Sin
embargo, nosotros, como creyentes del Nuevo Pacto, conocemos la
respuesta a las preguntas de Isaías 33: 14. ¿Quién puede vivir con
el fuego consumidor? El hombre de la Nueva Creación puede. ¿Quién
puede vivir con continuas quemaduras? El hombre de la Nueva Creación
puede. Pero uno debe estar dispuesto a dar muerte al viejo hombre en
el fuego devorador de Dios para poder caminar en una vida nueva,
como dijo Pablo.
La
herencia de los creyentes del Nuevo Pacto
Tales
creyentes del Nuevo Pacto se describen más adelante en Isaías
33:16, diciendo:
16
Habitará en las alturas, su refugio será la roca inexpugnable; se
le dará su pan, su agua será segura.
Aquellos
que están en una relación de pacto con Dios están divinamente
protegidos, porque pueden refugiarse en "la roca
inexpugnable". Así también leemos en el Salmo 46: 1-2,
1
1 Dios es nuestro refugio y fuerza, una ayuda muy presente en la
tribulación. 2 Por eso no temeremos, aunque la tierra se mueva y las
montañas se deslicen hasta el corazón del mar.
Mientras
que una relación con Dios del tipo Antiguo Pacto se basa en el
miedo, una relación del Nuevo Pacto se basa en el amor. “No
hay temor en el amor, pero el perfecto amor echa fuera el temor”
(1ª Juan 4: 18). El nivel de miedo de uno, entonces, es el barómetro
de una relación del Antiguo Pacto con Dios. El nivel de amor de uno
es el barómetro de una relación del Nuevo Pacto con Dios. La
mayoría de nosotros, en la práctica, vivimos en el reino de la
mezcla y (con suerte) estamos progresando hacia el "amor
perfecto".
Isaías
33: 17 dice:
17
Tus ojos verán al Rey en su hermosura [yophiy,
“hermosura, resplandor, esplendor”]; contemplarán una tierra
lejana.
Esta
profecía ciertamente se refería a Jesucristo, el Rey. Sin embargo,
no era una referencia a su Primera Venida, porque Él no vino a “una
tierra lejana” sino a Judea y Jerusalén. Por lo tanto, es una
referencia a la gloria de su Segunda Venida, donde Él viene no como
el Cordero para ser sacrificado, sino como el Rey para gobernar la
Tierra.
Esta
profecía es bastante asombrosa, porque no presenta el esplendor del
Rey venidero viniendo a Jerusalén, como cabría esperar, sino a "una
tierra lejana". Sin duda, el profeta estaba hablando
de la patria que Abraham buscaba, “un patria mejor, es
decir, celestial” (Hebreos 11: 16). En vista del exilio de
los israelitas que el mismo Isaías había presenciado, el profeta
parecía saber que no regresarían a la Vieja Tierra de la que habían
salido al exilio. Hebreos 11: 14-16 dice:
14
Porque los que dicen tales cosas dejan claro que buscan una patria
propia. 15 Y de hecho, si hubieran estado pensando en esa patria de
donde salieron [es decir, Canaán], habrían tenido la
oportunidad de regresar. 16 Pero en realidad, anhelan una paria
mejor, es decir, celestial. Por tanto, Dios no se avergüenza de ser
llamado Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
Sin
embargo, Isaías aludió a esta "tierra lejana" solo
brevemente y sin ningún detalle. Se nos dará mucha más revelación
sobre esto en los escritos del Nuevo Testamento, donde Juan y Pablo
distinguieron entre las dos Jerusalén-es y, por extensión, los dos
países que los hombres buscan heredar. La Vieja Jerusalén y la
Vieja Tierra de Canaán fueron herencias temporales dadas a los
israelitas bajo el Antiguo Pacto. La
Nueva Jerusalén y la “mejor patria, es decir, celestial” es la
herencia permanente preparada para los creyentes del Nuevo Pacto
(TRADUCTOR:
que en realidad viven según el Nuevo Pacto, pues desgraciadamente la
mayoría de los que se dicen creyentes neotestamentarios en realidad
viven según el Antiguo Pacto, en temor y no en fe o amor).
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