En el primer tabernáculo
tenemos el disfrute espiritual. Tenemos el suministro de vida y la luz de la
vida. Somos alimentados y alumbrados y esto puede satisfacernos. No tenemos
hambre ni estamos en tinieblas. Disfrutamos del alimento del Señor y de Su luz.
Sin embargo, esto no quiere decir que tengamos a Dios mismo o Su hablar. El oráculo,
el hablar de Dios, se encuentra en el segundo tabernáculo, no en el primero
ESTUDIO-VIDA DE ÉXODO
MENSAJE CIEN
EL VELO QUE ESTABA EN EL TABERNÁCULO
(2)
Lectura bíblica:
He. 9:1-12; Ex. 26:33-35; 40:3, 21; Nm. 4:5; Mt. 27:51; He. 10:19-20
Como dijimos varias veces, nuestro propósito es estudiar el libro
de Éxodo enfocándonos en la experiencia y aplicar, hasta donde sea posible,
estos puntos a nuestra experiencia espiritual. Nuestro propósito no es
solamente conocer los patrones, materiales y las medidas del tabernáculo de una
manera doctrinal. Pablo estableció, en el Nuevo Testamento, un buen ejemplo de
cómo estudiar e interpretar la tipología del Antiguo Testamento. En lugar de aplicar estos tipos
de una manera doctrinal, Pablo los aplicó a la experiencia tanto de Cristo como
de los creyentes. Siguiendo este ejemplo, nuestro énfasis no será en el
significado doctrinal de la tipología, más bien debemos orar para que seamos
llevados a un entendimiento espiritual apropiado de ésta para que podamos
recibir ayuda en nuestra vida espiritual. En este mensaje analizaremos el significado espiritual
del velo que colgaba sobre las columnas que estaban dentro del tabernáculo.
LOS DOS TABERNÁCULOS
En cuanto al velo que colgaba de las columnas debemos estudiar más
a fondo por qué había la necesidad de tener un velo que separara el tabernáculo
en dos partes. El Antiguo
Testamento habla de un solo tabernáculo. Sin embargo, en Hebreos 9, Pablo nos
habla del primer y segundo tabernáculo. Si Pablo no hubiese dicho esto, no nos atreveríamos a hablar
de los dos tabernáculos. Más bien, diríamos que había un tabernáculo con dos
secciones, una interior, llamada el Lugar Santísimo y una exterior, llamada el
Lugar Santo. Hebreos 9:2-3 dice: “Porque
el primer tabernáculo se dispuso, el cual fue llamado el Lugar Santo, donde
estaban el candelero, la mesa y los panes. Tras el segundo velo estaba otro
tabernáculo, llamado el Lugar Santísimo”. Según el versículo 2, el Lugar
Santo era el primer tabernáculo. El hecho de que Pablo mencionara “el segundo velo” indica que
probablemente él consideraba la cortina de la entrada al primer tabernáculo
como el primer velo. El primer velo estaba a la entrada del primer tabernáculo,
el Lugar Santo y el segundo velo era la entrada al segundo tabernáculo, el
Lugar Santísimo. En Hebreos 9:6 y 7 Pablo habla del primer y el segundo
tabernáculo. ¿Por qué él
consideraba el único tabernáculo como dos? Cuando Pablo estaba
escribiendo el libro de Hebreos, él estaba muy cargado con el hecho de que los
creyentes hebreos todavía conservaban los conceptos del Antiguo Testamento. Por
lo tanto, Pablo tenía la
carga de mostrarles que el Antiguo Testamento había pasado totalmente. Él
pensaba que el tabernáculo era en realidad dos tabernáculos, no un tabernáculo
con dos secciones.
Hay una diferencia importante entre un tabernáculo y dos. Por
ejemplo, hay una gran diferencia entre una casa dúplex y dos casas. Según el Antiguo Testamento el
tabernáculo era dúplex. Sin embargo, según los escritos de Pablo en Hebreos,
eran dos casas. Aquí no hay nada contradictorio, ya que tanto el Antiguo
Testamento como el Nuevo Testamento son precisos. El asunto crucial es nuestro
entendimiento. Cuando
Pablo estaba escribiendo Hebreos, su sentir era tan fuerte y su entendimiento
era tal que el consideró el tabernáculo en el Antiguo Testamento como dos
tabernáculos por separado, así como el antiguo pacto y el nuevo pacto son dos
pactos distintos. No podemos decir que los dos pactos son un mismo pacto con
dos secciones. De igual modo, Pablo consideraba el tabernáculo como dos
tabernáculos, no como un tabernáculo con dos secciones.
Hebreos 9:8 y 9 dicen: “Dando
el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino
al Lugar Santísimo, mientras el primer tabernáculo estuviese en pie, el cual es
figura para el tiempo presente”. Aquí Pablo no dice “la primera sección del tabernáculo”; él habla del
“primer tabernáculo” que está en pie. El pronombre relativo “cual” en el
versículo 9 no se refiere a estar de pie, sino al primer tabernáculo. Esto indica
claramente que el primer tabernáculo es una figura del tiempo presente.
Los traductores y expositores de la Biblia han debatido en cuanto
al significado de la expresión “el tiempo presente”. Esta expresión se refiere a la
era del Nuevo Testamento. Por lo tanto, el primer tabernáculo era un tipo de la
era del Nuevo Testamento. Era una figura, no la realidad. De igual modo,
la mesa y el candelero que estaban en el primer tabernáculo eran tipos, figuras
y no realidades. Aquellos que vivieron en el Antiguo Testamento no tuvieron la
realidad del primer tabernáculo. Lo que tuvieron era sólo un tipo, una figura.
Hoy tenemos la realidad. El primer tabernáculo era un cuadro, una figura, un
tipo, del tiempo presente, de la era del Nuevo Testamento.
Aunque Pablo dice que el
primer tabernáculo, el Lugar Santo, era un tipo, no dice esto del segundo
tabernáculo, el Lugar Santísimo. La razón de esto es que el primer tabernáculo
era una figura de la era del Nuevo
Testamento, pero el segundo tabernáculo era la realidad de la era del Nuevo Testamento. El pan que
estaba sobre la mesa del Lugar Santo no era la realidad; no era Cristo mismo. Más
bien, tipificaba a Cristo. Por tanto, era una figura. De igual manera, el
candelero que brillaba en el Lugar Santo tampoco era Cristo mismo brillando.
Era una figura, un tipo de Cristo. Sin embargo la gloria shekinah de Dios en el Lugar Santísimo era una
realidad, no un tipo ni una figura. Dios estaba en realidad en el segundo
tabernáculo. Por lo tanto, cuando el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo,
en realidad veía la gloria de Dios y recibía una palabra de Él. Así que el segundo tabernáculo no era una figura de la era del Nuevo
Testamento, más bien, hasta cierto punto era la realidad de la era del Nuevo
Testamento.
Los dos tabernáculos
también tipificaban los dos pactos: el antiguo pacto y el nuevo pacto. El primer
tabernáculo, un tipo de la era presente, representa al antiguo pacto. El
segundo tabernáculo, la realidad de la era del Nuevo Testamento, representa al
nuevo pacto.
¿EL ALMA O EL ESPÍRITU?
Según el libro de Hebreos,
el primer tabernáculo, o el Lugar Santo, es un tipo o una figura de nuestra alma y que el segundo tabernáculo, o el
Lugar Santísimo, es un tipo de nuestro espíritu. En Hebreos
4:16 dice: “Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar gracia
para el oportuno socorro”. Vimos que el trono de la gracia es la cubierta
del propiciatorio que está sobre el arca que está después del velo. Acercarse al trono de la gracia
es acercarse a la cubierta del propiciatorio que está encima del arca que se
encuentra en el Lugar Santísimo. La palabra que divide el alma del
espíritu en Hebreos 4:12 se relaciona con esto: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón”. Cuando
nuestra alma se divide de nuestro espíritu, nos encontramos en el umbral del
espíritu. Esto quiere decir que estamos en el umbral del Lugar Santísimo dentro
del cual está el trono de la gracia. El
alma y el espíritu no son dos aspectos de una misma cosa, sino que son dos
cosas distintas. El primer tabernáculo tipifica al alma y el espíritu es
representado por el segundo tabernáculo.
Todos debemos preguntarnos si en nuestra
experiencia práctica vivimos en el alma, el primer tabernáculo, o en el
espíritu, el segundo tabernáculo.
Puede que algún hermano ame al Señor ardientemente. No obstante amar al Señor ardientemente es una cosa, y
estar en el Lugar Santísimo puede ser otra cosa totalmente distinta. Hay
una gran diferencia entre vivir en el primer tabernáculo y el segundo. Con
seguridad, estos dos tabernáculos estaban uno al lado del otro. Pero sin
importar cuán cerca estén no debemos confundirlos. Debe haber una distinción
clara entre el antiguo pacto y el nuevo y entre el alma y el espíritu. No
obstante, los cristianos hebreos no estaban claros en cuanto a esta distinción,
y la mayoría de ellos vivía en el alma, en el primer tabernáculo. De igual
manera, nosotros podemos estar ardientes en el Señor y todavía estar viviendo
en el alma, en el primer tabernáculo. Estar en el primer tabernáculo
significa que en realidad todavía estamos viviendo en el antiguo pacto. Además, permanecer en nuestra
experiencia práctica en el antiguo pacto significa que todavía estamos en la
era del Antiguo Testamento. Esta es la condición de muchos cristianos hoy día. La Iglesia Católica ha confundido los rituales del Antiguo Testamento con
el Nuevo Testamento, pero el
Pentecostalismo ha confundido el hablar del Señor en el Antiguo Testamento
con el del Nuevo Testamento. En lugar de hablar de la manera
que en Pablo nos muestra en 1 Corintios 7, ellos siguen el patrón del Antiguo
Testamento profetizando de esta manera: “Así dice el Señor”. Aún muchos de nosotros en el
recobro del Señor todavía estamos viviendo en el primer tabernáculo y por lo
tanto en la era del Antiguo Testamento.
UN CONTACTO DIRECTO CON DIOS
A medida que estudiamos
los dos tabernáculos, vemos que en el primero no tenemos a Dios mismo. Puede
que tengamos el disfrute del suministro de vida y el alumbrar del candelero,
pero no tenemos a Dios como tal. Puede que sintamos que estamos muy cerca de
Dios. Esto es cierto, porque Dios está en la casa, o sea, en el tabernáculo, de
al lado. En cierto sentido, Dios es nuestro vecino de al lado. Sin embargo,
aunque Él está cerca, en el primer tabernáculo no lo tenemos a Él como nuestro
disfrute. Puede que para algunos esto sea difícil de entender. Tal vez
pregunten: “Cuando invocamos el nombre del Señor, ¿acaso no le disfrutamos?” No
obstante, este disfrute no es el disfrute directo del Señor. Claro está, en el primer tabernáculo
tenemos el disfrute espiritual. Tenemos el suministro de vida y la luz de la
vida. Somos alimentados y alumbrados y esto puede satisfacernos. No tenemos
hambre ni estamos en tinieblas. Disfrutamos del alimento del Señor y de Su luz.
Sin embargo, esto no quiere decir que tengamos a Dios mismo o Su hablar. El oráculo,
el hablar de Dios, se encuentra en el segundo tabernáculo, no en el primero.
Esto quiere decir que tal vez tengamos la luz en el primer tabernáculo, pero no
podemos tener el hablar directo de Dios.
Hoy muchos creyentes están
todavía en el atrio. Todavía no han
entrado al Lugar Santo. Su experiencia se limita al altar y al lavacro, esto
se debe a que todavía están fuera de la esfera de la morada de Dios. ¿Está
usted todavía en el atrio, donde están el altar y el lavacro? La mayoría de los
santos en el recobro del Señor han entrado al Lugar Santo y disfrutan del alimento
y la luz del Señor. Aunque no han
pasado el segundo velo, por lo menos
han pasado el primer velo. Sin
embargo, debemos darnos cuenta que al lado del Lugar Santo hay un lugar que
contiene algo más rico y más elevado. En este lugar está Dios mismo.
Es muy difícil explicar doctrinalmente cómo es que Dios puede
estar en el Lugar Santísimo, pero no en el Lugar Santo. En nuestra experiencia
sabemos que es posible
estar cerca de Dios y experimentar las cosas de Dios sin experimentarlo a El
mismo. Muchos de los creyentes hebreos a los cuales era dirigida la
epístola, eran muy buenos. Ellos sufrieron mucha persecución, incluyendo el ser despojados de sus
pertenencias (He. 10:32-34). No obstante, como mencionó Pablo, ellos todavía
estaban en el Lugar Santo, en su alma.
No habían experimentado la división del alma del
espíritu.
Como resultado de esto, todavía estaban en el antiguo pacto. Algunos hasta iban
al templo a ofrecer sacrificios. Aunque eran verdaderos creyentes del Nuevo Testamento, en su experiencia todavía estaban en la
era del Antiguo Testamento. Este también puede ser el caso del recobro
del Señor hoy día. Debemos reconocer, admitir y confesar que ni aún nosotros
estamos por completo en el espíritu, o sea, en el Lugar Santísimo. Hasta cierto
punto permanecemos en la era del Antiguo Testamento. Puede que disfrutemos del
suministro de vida del Señor y que caminemos en Su luz sin estar en el Lugar
Santísimo. Mi intención no es discutir este punto de una manera doctrinal.
Sencillamente doy testimonio de lo que he aprendido en mi experiencia a través
de los años. La experiencia me ha enseñado que podemos disfrutar algo del Señor
sin tener un contacto directo con Él.
CRUCIFICADO CON CRISTO
Al poco tiempo de ser
salvo, leí unos libros que decían que, según Romanos 6:6, nuestro viejo hombre
fue crucificado con Cristo. Gálatas 2:20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mi”. Yo creo fielmente en estos versículos y me alegré de conocer
que había sido crucificado con Cristo. Esto era cierto en la doctrina, pero en mi experiencia espiritual no estaba
crucificado. Ya que mi experiencia no correspondía con la doctrina bíblica, yo
me preguntaba qué estaba mal. Hablando desde el punto de vista de la experiencia, ¿ha sido usted crucificado
con Cristo? El Nuevo Testamento dice claramente que hemos sido crucificados.
Puede que algunas veces hagamos eco a estas palabras y declaremos: “¡Yo he sido
crucificado con Cristo!” Sin embargo, en su vivir práctico día a día, ¿ha sido verdaderamente crucificado?
Muchos de nosotros debemos admitir que no en nuestra experiencia. Necesitamos entender este asunto de acuerdo con la
Biblia y nuestra experiencia. Según el
Nuevo Testamento, estamos en el Lugar Santísimo sencillamente porque somos
creyentes. Estamos en Cristo y en El hemos sido crucificados, enterrados y
resucitados. Seguramente, como aquellos que están en resurrección, estamos en
el segundo tabernáculo. Sin embargo, puede que estemos aún en el primer
tabernáculo según nuestro vivir diario.
EL VELO REPRESENTA LA CARNE DE
CRISTO
El velo que estaba dentro del tabernáculo era lo que separaba el
Lugar Santísimo del Lugar Santo. Ya que el velo representa la carne de Cristo,
esta separación entre los dos tabernáculos está relacionada con la carne.
Hebreos 10:20 dice: “Entrada que El
inauguró para nosotros como camino nuevo y vivo a través del velo, esto es, de
Su carne”. ¿Era positivo el velo que estaba en el tabernáculo? Debemos
responder que en un sentido sí lo era, debido a que era igual a la primera
cubierta. Estaba hecho de lino fino, azul, púrpura y carmesí, y tenía un
querubín bordado. No obstante Pablo dice que este velo es la carne de Cristo.
Esta carne ¿es positiva o negativa? Debemos ser muy cuidadosos al responder a
esta pregunta. Juan 1:1 y 14, nos dejan ver que Cristo, el Verbo eterno de
Dios, se hizo carne. Generalmente decimos que Cristo se hizo hombre. Esto, claro está, es cierto y preciso según la Biblia. No
obstante, el Evangelio de Juan dice que el Verbo, quien es Dios mismo, se hizo carne. Además, según Romanos 8:3, Dios
envió a Su Hijo en semejanza de carne de
pecado. Entonces la carne de Cristo ¿tenía pecado o no? Podemos decir que en naturaleza no tenía pecado, en la forma
era semejante a la carne pecaminosa. Utilicemos una serpiente de oro como
ejemplo. A todos nos gusta el oro, y tal vez nos interesemos por una serpiente
de oro debido a que está hecha de oro. No obstante, puede que nos sintamos incómodos,
porque aunque el oro tiene mucho valor, tiene la forma de una serpiente. Por lo
tanto, puede que nos moleste la forma
de la serpiente de oro, pero no su naturaleza.
Esto nos muestra el hecho de que en naturaleza no había nada malo con la carne
de Cristo. Él no tenía la carne de pecado, pero Él era en semejanza de la carne
de pecado. Por naturaleza Su carne no tenía pecado, pero tenía la forma de
semejanza de la carne de pecado.
EL QUEBRANTAMIENTO DE LA CARNE
Dijimos que el velo, o sea, la carne era el factor que hacía de un
tabernáculo, dos tabernáculos. Esto es cierto aún en nuestra experiencia hoy
día. Hablando desde el
punto de vista doctrinal, la carne fue crucificada por Dios en la cruz.
Cuando Cristo fue crucificado, la carne también fue crucificada. Esto lo indica
el velo desgarrado de arriba a abajo en el templo (Mt. 27:51). Aunque la carne fue rasgada
cuando Cristo fue crucificado, desde el punto de vista experiencial
la carne permanece completa. Puede que aún no haya sido rota o quebrantada. La
razón por la cual todavía estamos en el alma, el primer tabernáculo, es que
nuestra carne aún no ha sido quebrantada.
Es muy posible que al hacer cosas espirituales nuestra carne aún
no ha sido quebrantada. Puede que invoquemos el nombre del Señor de una manera
externa, en la carne, en lugar de
invocar desde lo más profundo, en el
espíritu. Algunas veces cuando un
hermano discute con su esposa, puede que uno de ellos diga: “¡Alabado sea el Señor!” Pero, es posible que en este caso las palabras no
vengan del espíritu, sino de la carne. Por lo tanto,
podemos estar en la carne no sólo cuando estamos criticando y chismeando, sino
también cuando invocamos y alabamos al Señor. La razón por la cual, como creyentes del Nuevo
Testamento, permanecemos en la era del Antiguo Testamento es porque nuestra carne no ha sido quebrantada.
El velo que está dentro del tabernáculo estaba colocado sobre
cuatro columnas. Ya mencionamos que las columnas representan a los creyentes
extraordinarios, quienes son los miembros más fuertes de la iglesia. Las columnas del tabernáculo eran más
fuertes que las tablas. Las tablas
eran planas, mientras que las columnas eran gruesas. Si aplicamos esto a
nuestra experiencia, esto significa que cuando una tabla es tratada,
llega a ser una columna. Entre todos los santos de la iglesia, las columnas, o sea, los más
fuertes, llevan el testimonio de Dios manifestado en la carne. Sin duda
alguna, los que toman la delantera en la iglesia deben ser columnas. Según 1
Timoteo 3:15, la iglesia debe ser la columna de la verdad de Dios manifestado
en la carne.
Si la carne de los que
toman la delantera, los fuertes en la iglesia, no ha sido quebrantada, toda la
iglesia permanecerá en el primer tabernáculo y serán frustrados al intentar
entrar al segundo tabernáculo. El hecho de que una congregación entre o no en
el Lugar Santísimo, depende de que la carne de los que toman la delantera haya
sido rasgada. Gálatas 5:24 dice que los que son de Cristo han crucificado la
carne. Si somos cristianos que andan por
el Espíritu, nuestra carne ha sido crucificada. Romanos 6:6 dice que
nuestro viejo hombre, el yo, ha sido crucificado. Aunque no podemos crucificarnos a nosotros mismos,
podemos crucificar la carne y debemos hacerlo. Si nuestra carne es crucificada,
llegará a ser un velo rasgado como la entrada para que toda la iglesia entre al
segundo tabernáculo y tenga el disfrute directo de Dios. Por medio de
esto vemos que la condición de la iglesia depende del quebrantamiento de la
carne de los que toman la delantera. Esto es lo que yo he visto a través de los
años. Ya sea que una
iglesia pueda o no entrar al Lugar Santísimo depende completamente del
quebrantamiento de la carne de las columnas, o sea, del quebrantamiento de la
carne de los que toman la delantera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.