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Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2024/11/the-filet-mignon-of-the-word-part-3-from-judges-to-monarchy/
El gobierno ideal del Reino de Dios es una monarquía. Esto se ve claramente en la progresión política de Israel en las Escrituras. Israel pasó de la época de los jueces a la monarquía, basada en la promesa de Dios y la bendición de Jacob sobre Judá en Génesis 49: 10.
El problema subyacente en la monarquía en general es que antes de la llegada de Su Majestad, el Rey Jesús, los reyes seguían siendo imperfectos y corruptibles. Sabemos que Saúl era corrupto, pues había rechazado la Palabra del Señor (1º Samuel 15: 23). Él era un tipo de la Segunda Iglesia bajo la unción de Pentecostés, y por eso vemos en la historia de la Iglesia cómo la Iglesia rechazó en gran medida la Ley del Señor, usurpó la autoridad para hacer sus propias leyes y fracasó en su función como administradora del trono.
El fracaso de Pentecostés
De hecho, la Iglesia a principios del siglo X se volvió tan corrupta con prostitución abierta y orgías, que los historiadores de la iglesia (católica) posteriores se refieren a esa era como "la edad de oro de la pornografía". Cada ciclo jubilar de la historia de la Iglesia, comenzando en el año 33 dC, fue pronosticado por cada año del reinado del rey Saúl. Por lo tanto, el año 18º del reinado de Saúl, cuando fue descalificado para gobernar, estableció el modelo para el 18º Jubileo de la Iglesia (866-915 dC).
El año 18º de Saúl fue 414 años después de la maldición de Dios sobre Amalec por atacar a Israel cuando salían de Egipto (Éxodo 17: 14-16). El significado bíblico del número 18 es opresión o esclavitud. Vea mi libro, El Significado Bíblico de los Números del Uno al Cuarenta. El número 414 es el factor del Tiempo Maldito, que es un período de gracia que Dios da a aquellos que están bajo tal juicio, antes de que el juicio realmente entre en vigencia.
Así como Saúl se descalificó a sí mismo en su año 18º, así también la Iglesia bajo Pentecostés se descalificó a sí misma en el año 915 dC. Así como Saúl había rechazado la Palabra del Señor, también la Iglesia rechazó la Palabra del Señor. Esto no significó que el reinado de Saúl o de la Iglesia terminara en ese momento. De hecho, a Saúl se le habían dado 40 años, por lo que todavía tenía otros 22 años para gobernar Israel. Así también la Iglesia continuó dominando Europa durante otros 22 ciclos de Jubileo.
Sin embargo, este rechazo de la Palabra trajo consigo la sentencia divina que prohibió a Saúl tener una dinastía duradera, y también trajo consigo la sentencia divina de que la Iglesia Romana también sería reemplazada por los Vencedores (“David”).
Pentecostés, en sí, es una fiesta leudada, pues su ofrenda de los primeros frutos era trigo cocido con levadura (Levítico 23: 17). La levadura estaba prohibida en cualquier ofrenda a Dios (Levítico 2: 11), y la única razón por la que esta ofrenda pentecostal era aceptable a Dios era porque se cocía en el fuego. Por eso el fuego descendió sobre las cabezas de aquellos primeros pentecostales en Hechos 2: 3. El propósito del bautismo de fuego era purificarlos para hacerlos sacrificios aceptables (Romanos 12: 1).
El problema es que la Iglesia pronto perdió su bautismo del Espíritu Santo [Traductor: En mi opinión, en este tiempo, aunque el Bautismo del Espíritu sigue impartiéndose, muchos de los bautizados en Él rechazan la parte del fuego. Escogen la “luna de miel”, pero rechazan la “luna de hiel”; porque cuando el Espíritu, tal y como hizo con Jesús, los impulsa al desierto para ser tentados, lo rechazan]. Incluso hoy persiste la opinión de que el bautismo y todos los dones del Espíritu terminaron con la muerte de Juan en el año 100 dC. Tales opiniones son el resultado de siglos de rechazo de la Palabra del Señor por parte de la Iglesia, especialmente su rechazo y negativa a estudiar las Leyes de Dios. En mi opinión, el auge del pecado en el año 915 dC fue causado por la anarquía en la Iglesia.
Pentecostés ha demostrado ser insuficiente para traer justicia a la Tierra. La sentencia de Dios ya no puede revertirse. La única solución es pasar de Pentecostés a Tabernáculos, que es la fiesta que caracteriza a los Vencedores. Tal vez sea más preciso decir que sólo los pentecostales genuinos que reciben el Bautismo de Fuego [que se someten a dicho Fuego] son elegibles para avanzar hacia la Fiesta de Tabernáculos. Estos son los que permiten que la “ley de fuego” (Deuteronomio 33: 2 KJV) queme la paja en sus vidas, como lo describió Juan el Bautista (Mateo 3: 11, 12).
La verdadera monarquía del Reino
El reino de Saúl era una monarquía imperfecta que se estableció antes de la época de David. De hecho, David ni siquiera nació hasta que Saúl había reinado diez años. Lo sabemos porque Saúl murió a los 40 años, y luego David fue coronado a los 30 años en Hebrón sobre la tribu de Judá (2º Samuel 5: 4).
El reino de Saúl puede ser visto como un reino interino, uno que el hombre desea, pero que está destinado al fracaso. Saúl fracasó como rey porque, aunque fue ungido por Dios para ser el rey de Israel, no fue verdaderamente llamado [no fue llamado conforme a la tribu a la que le pertenecía el Cetro]. Saúl era de Benjamín, no de Judá. La lección aquí es que hay niveles de llamado. El llamado de Saúl fue genuino en un nivel, pero no en un sentido definitivo. De la misma manera, la Iglesia durante la Edad Pentecostal tuvo un llamado genuino, pero no en un sentido definitivo.
La Iglesia establecida ha reclamado desde hace mucho tiempo para sí la promesa de Jesús en Mateo 16: 18,
18 Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
Sin duda, el propio rey Saúl también creía que su unción genuina significaba que él y sus descendientes gobernarían Israel a perpetuidad. Pero él estaba engañado, al igual que la Iglesia Pentecostal que él representaba. Jesús no dijo que la Iglesia Pentecostal prevalecería. Sólo habló en términos generales de “Mi iglesia”. Pero, como he demostrado, hay tres iglesias, y sólo la Tercera Iglesia, gobernada directamente por Cristo, puede prevalecer sobre “las puertas del Hades”.
Estos patrones también nos enseñan que la Iglesia bajo Pentecostés no es la medida completa del Reino de Dios. Es sólo un reino interino. Hay todavía un Reino mayor que será establecido en la Edad venidera. Se dice que esta fase del Reino durará 1.000 años (Apocalipsis 20: 4-6). Es el gran Milenio Sabático, el séptimo “día”, donde un día es como mil años (Salmo 90: 4; 2º Pedro 3: 8). Esto también era una enseñanza común entre los rabinos, y Juan no lo cuestionó.
La forma americana de gobierno
Cuando nuestros padres fundadores escribieron la Declaración de Independencia en 1776, colocaron al Creador como el originador de todos los derechos. El texto afirma con valentía:
“Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para asegurar estos derechos se instituyen gobiernos entre los hombres…”
Los gobiernos no fueron instituidos para conceder derechos, sino para “garantizar esos derechos”. En otras palabras, los gobiernos deben defender los derechos que Dios ha concedido a los hombres por igual. Estados Unidos ha abandonado hace mucho tiempo este principio básico, pues cuando rechazó a Dios en favor de un gobierno secular, asumió el papel de conceder derechos.
Sin embargo, nuestros fundadores buscaron en las Escrituras la forma ideal de gobierno. A partir del ejemplo de las corruptas monarquías europeas, decidieron que una monarquía gobernada por hombres imperfectos necesitaba controles y contrapesos. Así que establecieron tres poderes principales de gobierno: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Era “una unión más perfecta”, como había afirmado la Declaración de Independencia, pero en realidad no era perfecta. Era simplemente la mejor forma de gobierno que los hombres podían idear antes de la llegada de Cristo.
Así, los fundadores modelaron el gobierno estadounidense según la época de los jueces de Israel. El presidente actuaba en gran medida como juez, es decir, como comandante militar, como se ve en la historia de Israel. Esto significaba que el presidente tenía la tarea primordial de defender los derechos que les había concedido el Creador. Pero no todos los hombres estaban contentos con este arreglo.
Los papas de la época se indignaron mucho con esta idea. La Iglesia católica apoyaba a las monarquías de Europa, creyendo que ése era el modelo bíblico adecuado. De hecho, si los papas y los reyes hubieran sido como Cristo, su argumento habría sido impecable. Pero todo el mundo sabía que los reyes y los papas eran extremadamente imperfectos e inmorales, y este hecho por sí solo era un argumento en contra de esa posición.
La cuestión es que la forma de gobierno estadounidense, tal como se pretendía originalmente, no estaba destinada a ser la ideal. Fue, por lo tanto, una solución temporal a un viejo problema. Aun así, algunos predicadores, como Timothy Dwight, creían que Estados Unidos era literalmente el quinto reino de Daniel 2 y 7. En otras palabras, este era el reino de “piedra” de Daniel 2: 35. Era la nación que surgiría después de que el “cuerno pequeño” hubiera completado su desolación de los Vencedores (Daniel 7: 20-22).
Sin duda, Estados Unidos fue el restablecimiento de Israel después de un período de “siete tiempos” (7 x 360 años). La Declaración de Independencia fue escrita en 1776, lo que fue 2.520 años después de que los asirios comenzaran a conquistar y deportar a las tribus de Israel del lado este del Jordán en el 745 aC. Asimismo, la capital de nuestra nación, Washington, se completó en el 1800, lo que fue 2.520 años después de que Samaria, la capital de Israel, fuera destruida en el 721 aC.
Por lo tanto, el tiempo de la historia por sí solo prueba la importancia de América y la vincula con las tribus de Israel. Pasaría otro siglo o más antes de que la historia se centrara en la nación de Judá después de 2.520 años (604 aC a 1917 dC). Eso, a su vez, se complicó con el ascenso del sionismo, que competía con la verdadera nación de Judá descrita en Romanos 2: 28, 29.
La reunificación final de Israel y Judá aún no ha ocurrido en nuestro tiempo, pero tendremos que dar un relato más extenso de ella en un estudio posterior.
El punto principal que debemos saber ahora es que casi hemos llegado al final del experimento de los Estados Unidos con una forma de gobierno que se basó en el modelo de la época de los jueces de Israel. Si bien estoy totalmente de acuerdo con nuestros fundadores en que los gobiernos de los hombres deben tener controles y contrapesos, también creo que pronto entraremos en una época de la monarquía de Cristo. Por lo tanto, debemos ser flexibles y estar dispuestos a aceptar la nueva y perfecta forma de gobierno del Reino que se adapte a la Edad venidera.
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