El fundamento de la esclavitud es el Antiguo Pacto. En nuestro tiempo, la esclavitud es vista como una mala práctica, principalmente porque los hombres han abusado de la práctica. Los hombres han esclavizado a otros con el propósito de enriquecerse sin entender la voluntad de Dios. Incluso en las llamadas naciones cristianas, continuaron los abusos atroces, porque la Iglesia no enseñó los principios del Antiguo y del Nuevo Pacto.
Si se hubieran enseñado (y aplicado) esos principios bíblicos, el mundo habría sido un lugar mucho mejor. Desafortunadamente, la Iglesia ya había dejado de lado la Ley, por lo que no pudieron establecer la libertad sobre el fundamento seguro de la Palabra de Dios. La ley de Dios no solo habla sobre el tema de la esclavitud, sino que la regula. Todos los esclavos de los hombres son primero, esclavos de Dios mismo. Por lo tanto, los hombres no están autorizados a maltratar a sus esclavos.
Como veremos, la esclavitud bíblica es una función del Antiguo Pacto, que no es mala en sí misma, sino que está diseñada para ser un tiempo de crecimiento y aprendizaje espiritual para que uno pueda alcanzar la libertad de los Hijos de Dios. En otras palabras, el Antiguo Pacto no es un estado permanente, sino que está diseñado para llevarnos a la libertad del Nuevo Pacto.
Esclavos, sed obedientes
Después de dar instrucciones sobre las relaciones familiares, Pablo escribe en Efesios 6: 5-8,
5 Esclavos, sed obedientes a vuestros amos según la carne, con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; 6 no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como esclavos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios. 7 Sirva de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, 8 sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.
Aquí vemos otra aplicación de una relación del Antiguo Pacto: amos y esclavos. Es claro que la esclavitud es la condición de la esclava, “que está en servidumbre con sus hijos” (Gálatas 4: 25). Por lo tanto, todos los esclavos, por definición, funcionan bajo este principio del Antiguo Pacto.
Incluso los hijos, cuando aún son menores, son como esclavos, como dice Pablo en Gálatas 4: 1-2,
1 Ahora digo, mientras el heredero es niño, no difiere en nada de un esclavo, aunque es dueño de todo, 2 pero está bajo tutores y administradores hasta la fecha fijada por el padre.
No obstante, no se esperaba que el heredero siguiera siendo esclavo para siempre. Su tiempo de esclavitud era temporal, dándole tiempo para crecer y aprender a actuar con responsabilidad, para no desperdiciar su herencia. Recuerde que el hijo pródigo en la parábola de Jesús parece que recibió su herencia antes de haber aprendido tal responsabilidad, y pronto la despilfarró (Lucas 15: 13).
Así como los hijos debían obedecer a sus padres, así también los esclavos debían obedecer a sus amos “con temor y temblor”. Este era un modismo hebreo referente ser respetuoso y obediente, a fin de evitar una posible paliza. Los esclavos no tenían que temblar literalmente para cumplir con esta advertencia. Pablo les recuerda a los esclavos que en realidad primero son esclavos de Dios, por lo que deben trabajar para sus amos porque son "esclavos de Cristo". Además, los esclavos “recibirán del Señor” recompensas (salarios) por su sincero servicio a Cristo.
Con demasiada frecuencia, los amos han usado esta instrucción para los esclavos en su propio beneficio, mientras ignoran el hecho obvio de que sus esclavos deben ser respetados y tratados como esclavos de Dios. Los amos que afirman tener autoridad tienen el mismo nivel de responsabilidad de ponerse en la mente de Cristo y tratar a sus esclavos como Cristo los trataría a ellos. Este es el camino del liderazgo piadoso en todos los niveles.
La esclavitud por la deuda
La Ley de Dios demanda restitución cuando los hombres han robado o destruido la propiedad de otros. Éxodo 22: 3 dice: “Ciertamente, hará restitución; si no tiene nada, será vendido por su robo”.
Esta es la esclavitud bíblica. Si un hombre roba y es debidamente condenado en un tribunal de justicia, debe pagar una restitución doble (Éxodo 22: 4) o, en algunos casos, cuatro o cinco veces la cantidad robada. Si carece de medios para pagar la restitución prescrita, entonces “será vendido por su hurto”. En otras palabras, será sentenciado a esclavitud por un período de tiempo específico.
Vemos, pues, que la esclavitud no solo se autoriza, sino que se exige para que la víctima sea indemnizada de su pérdida. Esta es la justicia bíblica. Los ladrones convictos no debían ser enjaulados como animales. Debían someterse a la disciplina de ser esclavos y trabajar para saldar sus deudas. El propósito de la esclavitud era enseñar a los ladrones a hacer un trabajo honesto. Al realizar tareas o construir cosas útiles de las que pudieran estar orgullosos, también podrían desarrollar su autoestima.
Se esperaba que su amo tuviera la mente de Cristo, sabiendo que estos esclavos no debían ser tratados como animales, sino respetados como esclavos de Dios, propiedad de Dios por derecho de creación. Ningún amo tenía el derecho inherente de destruir la propiedad de Dios. Además, el amo debía tener en cuenta que su esclavo sería libre al final de su sentencia. El hombre podría entonces ser su prójimo con plenos derechos de ciudadanía en el Reino de Dios.
El ejemplo de Cristo
Idealmente, el amo sería como Cristo para su esclavo. ¿Cómo trataría Cristo a un esclavo? ¿No enseñaría y entrenaría al esclavo en las Leyes y Principios del Reino? Cristo ha asumido tal responsabilidad por todos nosotros. Note cómo Cristo a menudo se refirió a sus discípulos como esclavos (Mateo 25: 14, 19, 21; Lucas 12: 38; 14: 17; Juan 15: 15). El mismo Pablo era “siervo de Cristo Jesús” (Romanos 1: 1).
La relación esclavo/siervo está basada en el Antiguo Pacto, y es apropiada mientras todavía estamos en el programa de entrenamiento de discipulado de Cristo. Hacia el final del ministerio de Cristo, Jesús les dijo a sus discípulos en Juan 15: 14-15: “Vosotros sois mis amigos… Ya no os llamaré esclavos”. Mientras que los esclavos están en una relación del Antiguo Pacto, los amigos son compañeros que disfrutan de la libertad de una relación del Nuevo Pacto.
Logramos una relación del Nuevo Pacto cuando hemos aprendido la obediencia a la Ley durante nuestro entrenamiento de discipulado. No somos liberados para pecar sino para continuar haciendo la voluntad de Dios, que hemos aprendido durante nuestra formación. En otras palabras, hemos aprendido la Ley, para que sepamos qué es el pecado. Pablo dice en Romanos 3: 20, “por medio de la Ley viene el conocimiento del pecado”. De nuevo, dice en Romanos 7: 7: “... yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley;”.
Una vez que hemos aprendido a conocer la Ley (es decir, la voluntad de Dios), y una vez que la Ley está escrita en nuestros corazones, para que la justicia sea parte de nuestra naturaleza, entonces estamos listos para ser enviados como apóstoles con un estatus o posición de Nuevo Pacto.
El esclavo de Filemón
La carta de Pablo a Filemón es breve y a menudo ignorada, pero nos brinda un buen ejemplo de la esclavitud bíblica. Aparentemente, Filemón era uno de los conversos de Pablo en la iglesia de Colosas, un hombre adinerado que tenía múltiples esclavos. Uno de esos esclavos, Onésimo, había escapado y se había dirigido a Roma, donde conoció a Pablo durante su primer encarcelamiento en Roma (62 dC). Después Onésimo se convirtió a Cristo a través de la influencia de Pablo. Pablo pronto animó a Onésimo a regresar a Filemón, llevando la carta a Filemón, en la que pedía a su amigo que tratara a Onésimo “ya no como a un esclavo, sino más que a un esclavo, a un hermano amado” (Filemón 16).
Pablo también escribió su epístola a la Iglesia de Colosenses, enviando ambas cartas con Tíquico, quien iba acompañado por Onésimo, “nuestro fiel y amado hermano” (Colosenses 4: 9).
Vemos en esta situación cómo Onésimo, después de su conversión a Cristo, iba a ser elevado de mero esclavo a hermano en Cristo. Esencialmente, Pablo le pidió a Filemón que lo tratara como a un hermano, sabiendo todo el tiempo que Filemón haría más de lo que le pedía (Filemón 21) y le daría a su esclavo el estatus del Nuevo Pacto.
Pablo también se ofreció como voluntario para pagar cualquier daño o pérdida que Onésimo pudiera haber debido a su amo (Filemón 18). Por lo tanto, Pablo se ofreció como voluntario para redimir a Onésimo de la esclavitud por deudas, si eso fuera apropiado, mientras le recordaba a Filemón “(por no decirte que aun tú mismo te me debes a mí)” (Filemón 19). Sin duda se refería al hecho de que fue a través del ministerio de Pablo que Filemón había sido llevado a Cristo, mostrándole así el camino para ser redimido de su propia esclavitud al pecado.
Todo esto ilustra los principios del Antiguo y Nuevo Pacto y cómo funcionan en la vida práctica de la Iglesia y del mundo en general. Es solo cuando estudiamos la Ley y los Pactos que podemos apreciar completamente la epístola a Filemón, así como también Efesios 6: 5-8.
https://godskingdom.org/blog/2022/10/ephesians-part-27-biblical-slavery
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.