“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a
sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
Filipenses 4:19
La ansiosa preocupación pasada se ha expandido en la necesidad urgente de hoy. El problema que estaba cerca ha llegado, y tu anticipada necesidad es urgente. De ser así, la vida que Dios quiere que Su pueblo debiera vivir no es una de vista sino de fe, no una para mañana sino para hoy.
Por lo general, Él les concederá no tener nada en la mano, no sea que arruine la sencillez, y entonces obstaculice la operación de su fe. Como la pobre viuda cuyo poco aceite Dios lo incrementó por medio de Eliseo, a menudo seamos conducidos a exclamar: “Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite” (2 Rey. 4:2). Nuestro amado Señor conocía nuestra vida diaria de fe, al enseñarnos a ofrecer la oración diaria. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mat. 6:11).
El apóstol escribió estas palabras en señal de agradecimiento por el regalo de amor que había recibido de los santos de Filipo. Él los había ministrado de sus cosas espirituales, y ellos, a cambio, le ministraron (asistieron) de sus cosas temporales, “Olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Fil. 4:18). Y ahora, como si consciente de su inhabilidad para hacer alguna adecuada devolución del mismo modo, él les instruye en una verdad, y susurra por ellos una oración de las más preciosas: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19).
Deja que tu alma se ancle a sí misma a esta verdad, “Dios es mi Dios” (Sal. 48:14), y aunque los vientos puedan azotar, las nubes aumentarse repentinamente, y el cielo oscurecerse, tu nunca serás movido. Las necesidades pueden ser grandes y urgentes, los demandantes severos e insistentes, todos los recursos acabados, sin embargo, si el alma del creyente se aferra a Dios, y reivindica su interés y propiedad en Él, ninguna de estas cosas lo agitará. ¡Dios es tu Dios, oh Alma mía! Tú Dios en un pacto eterno, tu Dios en Cristo Jesús, tu Dios en miles de dificultades pasadas, tu Dios y tu Guía incluso hasta la muerte.
Dios, tal como ha prometido, es capaz de proveer para todas nuestras necesidades temporales. Él nos haría reconocer y tratar con Él como el Dios de providencia igualmente como el Dios de gracia. La promesa divina es, “tu pan, y tus aguas serán seguras” (Isa. 33:16). ¿Alguna vez Él te ha fallado? Él puede haberte traído a una situación crítica —el barril de comida y el aceite casi agotados— “ninguna cosa tengo en casa, sino una vasija de aceite” (2 Rey. 4:2). Sin embargo, Él conoce tu necesidad, pero al final aparecerá y sustentará y proveerá. La fe puede ser bruscamente probada, pero ciertamente al final triunfará. “Gad, ejército lo acometerá; Mas él vencerá al final” (Gén. 49:19 KJV). Puede haber una presente y una temporal derrota de la fe en su batalla por las circunstancias complicadas y aflictivas, pero, como la tribu de Gad, ella “Vencerá al final”.
Dios suministrará todas tus necesidades temporales de acuerdo a Su pacto de compromiso y recursos inagotables. Solo confía en Él. Sobre todo, El Señor es nuestro proveedor espiritual. Sí, Él provee para el cuerpo, indudablemente, y aún más abundantemente y generosamente, Él proveerá para el alma. “Hay víveres en Egipto” (Gén. 42:2). Está lloviendo maná y saliendo agua de la roca allí en el desierto. Todos los suministros del pacto de gracia, toda la plenitud que es Cristo Jesús, todos los recursos inagotables de la tribu del Señor están para las necesidades del alma piadosa.
¿Necesitas más fe? —Jesús es su Autor, y Él puede incrementarla. ¿Necesitas más gracia? —de Su plenitud tu puedes sacar ‘Gracia sobre Gracia’, o, como es en el griego ‘un suministro incesante de Gracia’. ¿Necesitas más amor? —alimenta tu llama menguante en Su altar, y mientras estés meditando en Su maravilloso amor, tu fuego arderá. Entonces toma para todas tus necesidades de Tu bendito Proveedor, y Él lo proveerá —no conforme a tus deseos limitados, o expectativas incrédulas, o méritos personales —sino, “conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
“¿Qué necesidad nuestro Dios no podrá proveer
de Su abundante almacén?;
¿Qué riachuelo de misericordia de lo alto
un brazo omnipotente vierte?
Desde Cristo, el manantial de vida eterna,
Estas abundantes bendiciones fluyen;
Prepara, mis labios, Su nombre para cantar
Cuyo corazón te ha amado de esta manera”.
(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.