En el ámbito de la planificación de no importa qué área de la vida humana, solemos llamar «plan B» a un plan alternativo diseñado para reemplazar al plan original en caso en que durante su desarrollo surgiese algún imprevisto que atentara contra el cumplimiento del objetivo deseado. La implementación de tales planes de contingencia ha sido siempre, de hecho, una de las condiciones fundamentales del progreso material de las civilizaciones humanas. ¿Pero ocurrirá lo mismo con Dios? ¿Obligará a Dios la existencia del mal y de Satanás a recurrir a sucesivos planes alternativos para llevar a buen puerto su propósito?
En la entrega anterior de esta serie traje a cuento...
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