¿Alguna vez te has dado cuenta de que espiritualmente eres responsable ante Dios por otras personas? Por ejemplo, si en mi vida privada me desvío de Dios en cualquier forma, todos los que me rodean sufren. Y juntos, "...nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús ..."; ... si un miembro padece, todos los miembros se duelen con el ...", Efesios 2:6; 1 Corintios 12:26. Si permites el egoísmo material y físico, la negligencia y la pereza mental, la insensibilidad moral o la debilidad espiritual, todos los que pertenezcan a tu círculo van a sufrir. Pero, te preguntas, "¿quién es capaz de vivir a la altura de un patrón tan exigente?" Nuestra capacidad proviene de Dios y sólo de Él (2 Corintios 3:5).
"...Me seréis testigos...", Hechos 1:8. ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a consumir hasta el último remanente de nuestras fuerzas físicas y emocionales, de nuestra energía mental, moral y espiritual en favor del Señor Jesucristo? Este es el sentido que Dios le da a la palabra "testigo", lo cual requiere tiempo. Por lo tanto, sé paciente contigo. ¿Para qué nos ha dejado Dios en la Tierra? ¿Solamente para que seamos salvos y santificados? No, lo hizo para que trabajemos al servicio de Él.
¿Estoy dispuesto a ser para Dios pan partido y vino derramado? ¿A no valer nada para esta vida o esta Era, excepto por un único propósito y sólo uno: el de ser usado en el discipulado de hombres y mujeres para el Señor Jesucristo? Mi vida de servicio para Dios es la manera en que le digo "gracias" por su indescriptible y maravillosa salvación.
Recuerda que es totalmente posible que a cualquiera de nosotros Dios nos eche fuera como a la escoria de la plata: "...No sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado", 1 Corintios 9:27.
No toda iniciativa -la disposición para dar el primer paso- es inspirada por Dios. Una persona te podría decir: "¡Anímate y sigue adelante! ¡Agarra por el cuello ese desgano y tíralo por la ventana! ¡Simplemente enfrenta las cosas!" Esa es la iniciativa humana. Pero cuando el Espíritu de Dios viene a nosotros y en verdad nos dice: “¡Anímate y sigue adelante!", de repente descubrimos que la iniciativa es inspirada.
Todos nosotros poseemos muchísimos sueños y aspiraciones cuando somos jóvenes, pero tarde o temprano nos damos cuenta de que no tenemos el poder para realizarlos. Debido a que no podemos llevar a cabo lo que anhelamos, somos propensos a considerar como muertos esos sueños y aspiraciones. Pero Dios se acerca y nos dice: "...Levántate de los muertos".
Cuando Él envía su inspiración, nos llega con un poder tan milagroso que podemos levantarnos de los muertos y hacer lo imposible.
Lo extraordinario de la iniciativa espiritual es que la vida y el poder vienen después de que nos “animamos y seguimos adelante". Dios no nos otorga una vida vencedora; nos da vida a medida que vencemos. Cuando viene la inspiración divina y Él nos dice: "... Levántate de los muertos", nosotros mismos debemos ponernos de pie; Dios no nos levantará.
Nuestro Señor le dijo al hombre de la mano seca: "Extiende tu mano", Mateo 12:13. Su mano fue sanada tan pronto la extendió pero él tuvo que tomar la iniciativa (después). Si nosotros tomamos la iniciativa (tras oír su voz) vamos a encontrar que tenemos la inspiración de Dios, porque Él nos dará de inmediato el poder de la vida.
(Por gentileza de E. Josué Zambrano)
No toda iniciativa -la disposición para dar el primer paso- es inspirada por Dios. Una persona te podría decir: "¡Anímate y sigue adelante! ¡Agarra por el cuello ese desgano y tíralo por la ventana! ¡Simplemente enfrenta las cosas!" Esa es la iniciativa humana. Pero cuando el Espíritu de Dios viene a nosotros y en verdad nos dice: “¡Anímate y sigue adelante!", de repente descubrimos que la iniciativa es inspirada.
Todos nosotros poseemos muchísimos sueños y aspiraciones cuando somos jóvenes, pero tarde o temprano nos damos cuenta de que no tenemos el poder para realizarlos. Debido a que no podemos llevar a cabo lo que anhelamos, somos propensos a considerar como muertos esos sueños y aspiraciones. Pero Dios se acerca y nos dice: "...Levántate de los muertos".
Cuando Él envía su inspiración, nos llega con un poder tan milagroso que podemos levantarnos de los muertos y hacer lo imposible.
Lo extraordinario de la iniciativa espiritual es que la vida y el poder vienen después de que nos “animamos y seguimos adelante". Dios no nos otorga una vida vencedora; nos da vida a medida que vencemos. Cuando viene la inspiración divina y Él nos dice: "... Levántate de los muertos", nosotros mismos debemos ponernos de pie; Dios no nos levantará.
Nuestro Señor le dijo al hombre de la mano seca: "Extiende tu mano", Mateo 12:13. Su mano fue sanada tan pronto la extendió pero él tuvo que tomar la iniciativa (después). Si nosotros tomamos la iniciativa (tras oír su voz) vamos a encontrar que tenemos la inspiración de Dios, porque Él nos dará de inmediato el poder de la vida.
(Por gentileza de E. Josué Zambrano)
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