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APRENDIZAJE DEL ALMA PARA DISCERNIR LA VOZ DE DIOS Y DOBLE TESTIMONIO DEL ESPÍRITU SANTO Y EL CÓNYUGE, Dr. Stephen Jones





El testimonio del Espíritu

Pablo escribe en Romanos 8:26 y 27,

26 Y de la misma manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como debiéramos no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles; 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.

Recordemos desde el versículo 16 que "el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios". Pablo distingue entre el Espíritu Santo y nuestro espíritu. Los traductores utilizan letras mayúsculas cuando creen que se refiere al Espíritu Santo, y minúsculas cuando se refiere a nuestro espíritu. Pero no hay este tipo de herramientas en el Nuevo Testamento griego, tal como está escrito originalmente. A veces no está claro a cual "espíritu" se está refiriendo. No es un punto crucial, por supuesto, porque el Espíritu Santo se ha fusionado con nuestro propio espíritu para disponer el doble testimonio de toda verdad. Cuando llegamos a los versículos 26 y 27, sin embargo, es útil entender que el "Espíritu" que intercede por nosotros no es el mismo espíritu humano que se encuentra en lo profundo de nuestros corazones.

En mi opinión, es el Espíritu Santo quien "intercede por nosotros", porque "sabe cuál es la intención del espíritu [humano]". Una vez más vemos una unidad y un testigo doble por el cual se establecen todos los asuntos.

Es evidente que Dios conoce nuestros corazones. Muchas veces nuestras oraciones son contestadas de una manera que es muy diferente de la forma en que realmente hemos orado. Esto es así porque "no sabemos cómo pedir como conviene" (8:26), y las oraciones de nuestra boca no siempre están de acuerdo con la oración del espíritu dentro de nuestro corazón. El Espíritu Santo, sin embargo, conoce el verdadero clamor de nuestro corazón y da testimonio de ese clamor, porque nuestro espíritu es el hombre nuevo interior, que es nuestra Cristo-identidad. El Espíritu Santo siempre da testimonio de Cristo en ti.

En nuestra vida de oración, entonces, cuanto más conscientes y en contacto están nuestras mentes con el clamor del corazón en nuestro espíritu, más capaces somos de expresar en la oración el sentir real de nuestro espíritu. Esto se convierte en un tercer testigo para cumplir con la Ley de Dos o Tres Testigos. El primer testigo es la verdad que percibimos. El segundo testigo la establece y aplica como verdad por la Ley. El tercer testigo nos aclara la verdad y a menudo nos revela el tiempo. Esto es lo que vemos en la Ley, los Profetas y los Salmos (Lucas 24:44), las tres divisiones principales del Antiguo Testamento. Moisés reveló la verdad. Los profetas la establecieron y la aplicaron a la nación. Los Salmos la pusieron musicalmente para que fuera memorable, agradable al oído, y para marcarle el tiempo.

Por lo tanto, cuando entrenamos nuestra alma (mente del alma) para servir a la mente y la voluntad de nuestro espíritu, el alma comienza a saber cómo expresar la oración del espíritu a través del cuerpo (la boca y las cuerdas vocales). Al principio, puede que sepamos poco o nada sobre la voluntad del espíritu, porque la mente del alma (por lo tanto carnal) es la que se utiliza para tomar todas las decisiones en la vida cuando no estamos sujetos al Cristo en nosotros. En su estado de rebelión, usurpando la autoridad del espíritu, la mente del alma debe ser evitada hasta que hayamos sido "transformados mediante la renovación de vuestra mente" (Rom. 12:2). La mente se pasa por alto sobre todo en el don de lenguas, del que Pablo tiene dice poco en el libro de Romanos. Pablo deja claro, no obstante, que la profecía es preferible a las lenguas (1 Cor. 14:19). En otras palabras, es preferible entender lo que se está diciendo u orando, así como es preferible escuchar la voz de Dios en el idioma nativo, en lugar de tener que escucharla en ese proceso de dos pasos, de lenguas e interpretación. Escuchar la voz de Dios en nuestra propia lengua muestra evidencia de que nuestras mentes anímicas han aprendido el lenguaje del espíritu y han llegado a un nivel más maduro en su interpretación y presentación.

Pablo discute esto con más detalle en 1 Cor. 14:18-25, diciendo que prefería "... hablar cinco palabras con mi mente más que diez mil palabras en lengua desconocida". Luego cita a Isaías 28:11 para respaldar su doctrina, porque Isaías 28 es el capítulo fundamental en el don de lenguas. El pueblo de Israel se había rebelado contra Dios y se había negado a escuchar la profecía de Isaías. Efraín estaba borracho con el vino, en lugar de ser lleno del Espíritu (Isaías 28:1; Efesios 5:18). Así que Dios trajo juicio sobre la nación y levantó a los Asirios para venir a hablar la palabra de juicio en otra lengua. En ese caso, los israelitas incrédulos no entendieron el lenguaje y necesitaron la interpretación de lenguas.

Pablo aplica esto en 1 Cor. 14:22,

22 Así que entonces las lenguas son por señal, no a los que creen, sino a los incrédulos; pero la profecía es una señal, no a los incrédulos, sino a los que creen.

El "no creyente" puede ser un no cristiano que asiste a la reunión en la iglesia o en la casa, o puede ser la intención de la carne del viejo hombre adánico dentro de los propios creyentes. De cualquier manera, la interpretación es importante con el fin de conocer la voluntad de Dios y revelar los secretos del corazón (1 Cor. 14:24). El punto de Pablo es que las lenguas son necesarias siempre y cuando haya incredulidad en nosotros o los no creyentes en el mundo en general; pero la profecía es preferible, porque así la Palabra del Señor se expresa sin la necesidad de interpretación.



La formación del alma para aprender a oír


Volviendo a Romanos 8, podemos ver que solo porque una persona haya llegado a creer en Cristo, o incluso a recibir el Bautismo del Espíritu Santo, no significa que la mente del alma haya aprendido a someterse al espíritu del interior o incluso a conocer su idioma. Se la debe enseñar a escuchar y entrenar a someterse.

Hace cuarenta años (1971) mi esposa y yo recibimos el don de lenguas, pero descubrimos diez años después que podríamos también aprender a escuchar Su voz en nuestro propio idioma nativo. Rompí a este respecto del 5 al 7 junio de 1982, cuando escribí en el capítulo 3 de mi libro, Escuchando la Voz de Dios (En castellano: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/04/oyendo-la-voz-de-dios-dr-stephen-e-jones.html). (Mi esposa rompió diez años más tarde, en junio 5-7, 1992). Cuando empecé a "escuchar", pensé que había llegado a la cima del éxito espiritual. Pronto descubrí, sin embargo, que el conocimiento de las palabras nativas no significaba que yo entendía lo que Dios estaba diciendo. Descubrí que todavía necesitaba saber la interpretación de las palabras nativas con el fin de aplicarlas correctamente. En otras palabras, necesitaba más claridad. Esta fue proporcionada por la revelación del tiempo o momento en 1991. Así que en 1992 tuve un doble testimonio interior del Espíritu y el espíritu, con el tercer testigo de la oportunidad o momento. Al mismo tiempo, mi esposa se convirtió en un doble testimonio de la palabra también. Esto es, por supuesto, el verdadero propósito del matrimonio según lo establecido en Génesis 2:24. Cuando aprendemos a ir más allá de un matrimonio tipo Antiguo Pacto a un matrimonio del Nuevo Pacto, entonces podemos experimentar lo que Dios tenía en mente desde el principio. (Véase mi libro, Antiguo y Nuevo Pacto Matrimonial (En castellano: http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/09/folleto-antiguo-y-nuevo-pacto.html).

Se necesita tiempo para aprender estas cosas y crecer espiritualmente. A medida que aprendemos somos, usando el término de Pablo, todavía "débiles". Dios nos ha provisto de herramientas de formación durante ese tiempo en que "no sabemos pedir como conviene". Nuestro espíritu siempre ora perfectamente, y el Espíritu Santo da testimonio. Pero nuestras mentes anímicas necesitan tiempo para aprender.

He encontrado en mi propia vida que Dios me ha llevado a un nuevo plano de desarrollo cada diez años desde 1971. (1) Las lenguas en 1971; (2) la profecía (en mi idioma nativo) en 1981-2; (3) claridad en 1991-2, (4) y luego una mayor claridad en el año 2001, para llevar a cabo las muchas batallas de la guerra espiritual que se llevaron a cabo en ese año. (5) En 2011, mientras escribo esto, es evidente que (en la quinta etapa) Dios está juntando las dos corrientes del Espíritu representadas por las codornices y el maná (Éxodo 16). Las codornices es conocer el Plan Divino (Ex. 16:6). El maná es ver la gloria de Dios (Ex. 16:7). Esta es la dieta equilibrada que nos lleva hasta el lugar de la plena madurez espiritual. Esto, creo, es lo que Dios está haciendo en nosotros ahora.



(Extracto del Cap. 12 de la Epístola a los Santos en Roma, Dr. Stephen Jones)

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