14/11/ 2016
Introducción a Oseas
14/11/ 2016
Oseas fue
un profeta a la Casa de Israel. Isaías fue un profeta contemporáneo,
ambos profetizaron en los días de Uzías, Acaz y Ezequías, reyes de
Judá. Aunque estos dos profetas tenían cosas que decir sobre Judá,
estaban mayormente preocupados por la pérdida de las diez tribus,
que habían sido llevadas a Asiria, aproximadamente entre 70 a 120
años antes. Ambos profetizaron acerca de su juicio y su restauración
final.
En
épocas anteriores, Saúl, David y Salomón habían gobernado sobre
un reino unido conocido como Israel. Cada uno había gobernado 40
años, y a la muerte de Salomón, las tribus del norte se rebelaron
contra Roboam, hijo de Salomón, porque se negó a bajar los
impuestos exorbitantes de su padre (1
Reyes 12:16,17,20).
Ellos formaron su propia nación, que conservó el nombre de Israel,
debido a que ese nombre había sido dado a Efraín y Manasés
(Génesis
48:16)
cuando Jacob bendijo a los hijos de José. Dado que las tribus de
Efraín y Manasés se habían unido a la revuelta, las tribus del
norte tenían el derecho a llamarse Israel.
Al
sur, la casa de David se quedó sólo con el territorio de Benjamín,
y muchos de la tribu de Leví (los sacerdotes) que no eran
propietarios. Tuvieron que abandonar el nombre de Israel,
porque ya no estaban en la unidad con Efraín y Manasés, así que
eligieron el nombre de la tribu dominante, la Casa de Judá, o el
Reino de Judá.
Es
importante entender los nombres de estos dos reinos, porque a partir
de entonces, los profetas siempre abordan a cada nación por su
propio nombre. Cuando hablan de Israel, se refieren a las tribus del
norte, la nación que se llama la Casa de Israel, con su capital en
Samaria. Cuando hablan de Judá, se refieren a la nación del sur,
con su capital en Jerusalén.
El
cetro, el sacerdocio y el Derecho de Nacimiento (Primogenitura)
La
división entre Israel y Judá tuvo enormes implicaciones que iban
mucho más allá de la división política. Cada nación llevó un
llamado diferente, en relación con el Derecho
de Nacimiento.
El Derecho de Nacimiento, tal como se forma en el principio de los
tiempos, consistía principalmente en dos elementos: el Mandato
de Dominio
(Génesis
1:26)
y el Mandato
de Fecundidad
(Génesis
1:28).
A estos elementos se añadió después un tercero, el Sacerdocio,
mencionado por primera vez en la historia de Abraham y Melquisedec
(Génesis
14:18).
Cuando
Jacob-Israel bendijo a sus doce hijos antes de su muerte, dividió
la primogenitura de tres maneras.
En primer lugar, en Génesis
48:15,16,
le
dio a José la Doble Porción
mediante la adopción de Efraín y Manasés como sus propios hijos,
lo que les daba herencias completas como "tribus". Por
lo tanto, había 13 tribus de Israel. Por
supuesto, a
Leví se le dio el
Sacerdocio
y se le negó cualquier herencia de la tierra (como estado tribal).
Por lo tanto, sólo había 12 tribus a las que se dio territorio
cuando se repartieron la tierra de Canaán como su herencia. Jacob
también dio
el Mandato de Dominio a Judá
(Génesis
49:10).
Este Mandato de Dominio junto con el Sacerdocio, fueron sacados de la
Primogenitura (Derecho de Nacimiento), dejando sólo el Mandato de
Fecundidad como la característica principal de la Primogenitura.
El
nombre de Efraín significa "doble fruto". Además, cuando
Jacob bendijo a José específicamente, dijo de él:
"José
es una rama fructífera"
(Génesis
49:22).
La "rama" es de la palabra hebrea ben,
que significa "hijo" en el sentido de una rama del árbol
genealógico. También significa un "constructor", porque
un hijo es el que construye la familia o tribu.
1
Crónicas 5: 2
dice, "el
derecho de primogenitura fue de José".
En otras palabras, se le dio el Mandato de Fecundidad, y este es el
origen del mensaje de la Filiación.
Muchos años más tarde, Juan
1:12
escribió,
12
Pero a
todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de
Dios,
a los que creen en su nombre, 13 que no son engendrados de sangre, ni
de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
La
Primogenitura es el "Derecho de Nacimiento". Quiere decir
que a José se le dieron ciertos derechos que los otros no tuvieron.
El principal derecho que le dio fue dar a luz el fruto del Reino,
sobre todo, el derecho a multiplicarse, el derecho a producir los
hijos de Dios. Sus descendientes físicos también se
multiplicaron en gran manera, pero Dios estaba más interesado en
engendrar hijos espirituales que en los hijos físicos. Muchas
naciones son prolíficos en dar a luz hijos naturales, pero sólo por
medio de José se puede ser un niño (hijo) de Dios.
Israel
y Judá
Israel
es el nombre de Primogenitura, o la marca de los titulares de Derecho
de Nacimiento. Jacob dio a Efraín y Manasés el nombre de Israel que
el ángel le había dado, diciendo: "El
ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y
que mi nombre viva en ellos"
(Génesis
48:16).
A
partir de entonces, las otras tribus eran hijas de Israel (en un
sentido legal) sólo mientras estuvieran en unidad con las tribus de
José. Su capacidad para rastrear su genealogía en Jacob-Israel los
ponía entre los hijos de Israel en un sentido carnal, es decir, por
genealogía, pero el nombre de Israel se le dio a los hijos de José
como un asunto legal. Así que después de la división en el reino,
la
Casa de Judá no podía llamar así misma Israel,
a pesar de que las personas como individuos eran hijos de Israel por
sus genealogías.
Incluso
el propio Jacob no fue un israelita hasta que el ángel le dio ese
nombre (Génesis
32:28).
No nació como un israelita, porque el nombre era un testimonio de
una nueva revelación
de la soberanía de Dios.
Israel significa
"Dios gobierna".
Cuando
descubrió que Dios no necesitaba su ayuda para establecer Sus
promesas, Jacob dejó su propio trabajo y esquemas.
Es decir, cuando se le dio este nombre nuevo como un testimonio de la
absoluta soberanía de Dios. Por lo tanto, desde
un punto de vista legal, nadie es verdaderamente un israelita hasta
que él o ella tiene ese mismo testimonio.
Uno podría ser un creyente,
al igual que Jacob lo largo de su vida temprana, pero para
ser un vencedor
se
requiere
esta revelación.
La
historia de Jacob-Israel nos da el patrón clásico que nos muestra a
todos los creyentes cómo llegar a ser vencedores, que son dignos del
nombre Israel.
Es
importante entender la diferencia
entre un israelita concebido-naturalmente y uno que ha sido
engendrado por el Espíritu de Dios.
Es la diferencia entre la biología y la Ley, o entre lo natural y lo
espiritual, porque "la
ley es espiritual"
(Romanos
7:14).
Porque ser
un israelita legal
es ser un israelita espiritual.
Esto es contrario a la forma de pensar de la mayoría de los hombres.
La mayoría piensa en la Ley como carnal y no como espiritual. Por lo
tanto, la mayoría de la gente equipara los asuntos legales con la
carnalidad. Pero Pablo dice que la Ley es espiritual, no porque todos
los hombres apliquen la Ley espiritual, sino porque
deben hacerlo.
Aplicar
la Ley espiritual no es espiritualizar (por lo tanto, quitar) la Ley,
sino aplicarla de acuerdo con la intención y el propósito de Dios.
La
división entre Israel y Judá ha creado un problema aparente, no
para Dios, sino para nosotros. La Casa de Israel mantuvo la
Primogenitura, pero la Casa de Judá mantuvo el Cetro. Realmente no
podía cumplir su llamando aparte de la otra. El propósito de Dios
no podía cumplirse hasta que viniera a reparar la brecha. Isaías
58:12
habla del Mesías como "el
reparador de brechas".
Como veremos más adelante, el propio Oseas habla de la reunificación
de Israel y de Judá en "un líder" (Oseas
1:11).
Se dice que las personas, entonces serán llamadas "hijos
del Dios viviente"
(Oseas
1:10).
Pero
mientras tanto, el juicio divino había condenado a la Casa de Israel
que se dispersó por todas las naciones por causa de su pecado y
maldad. Después de su revuelta contra la casa de David, la nación
duró sólo 210 años antes de que Samaria fuese capturada y la gente
deportada a Asiria. Durante esos 210 años fueron conocidos como
israelitas, pero con su pecado de adorar a los becerros de oro
demostraron que no eran dignos de ese nombre. Su idolatría
continuó en la tierra de su cautividad, y este es el tema principal
de la profecía de Oseas.
Dios
despojó a la Casa de Israel de su nombre de Primogenitura, y con la
destrucción de la nación los cautivos fueron conocido por muchos
nombres alternativos entre las naciones. Esto debía continuar hasta
que el plan divino hubiese obrado a través de las dos venidas de
Cristo. Sin embargo, Oseas da esperanza a estos ex-Israel en la
dispersión, diciéndoles que iban a ser salvados y redimidos solo
por la soberanía de Dios, porque Él se había comprometido a hacer
esto por Su propio poder. Esto, por supuesto, es característico de
la Nueva Alianza, que se basa en la promesa de Dios, más bien que en
los votos de los hombres, que sólo pueden fallar.
La
única manera de recuperar el nombre de Israel era hacerlo
legalmente, es decir, por un proceso espiritual. Ese proceso se
revela plenamente en el Nuevo Testamento, donde se aprende que uno
debe ser engendrado por el Espíritu Santo, cultivar la semilla santa
dentro de nosotros y, finalmente, dar a luz a "Cristo
en vosotros, la esperanza de gloria"
(Colosenses
1:27).
Estos
son los verdaderos israelitas
que Dios quiso desde el principio, cuando ordenó, "sed
fecundos y multiplicaos"
(Génesis
1:28).
Cumplimiento
de la promesa a Israel
Es
importante tener en cuenta desde el principio que el
actual estado judío llamado Israel
no
es el cumplimiento de la profecía de Oseas.
Ciertamente, no es un estado fundado por el reparador de brechas, ni
siquiera por los principios espirituales por los que realmente podría
ser llamado Israel.
Ni siquiera es una re-unión de los naturales
de
Israel, porque las diez tribus están todavía "perdidas"
para la mayoría de la gente.
Los
judíos que fundaron el estado judío no eran israelitas. De hecho,
el término "judío" es simplemente una contracción del
nombre Judá
(griego:
Ioudeos).
Los
judíos de hoy no tienen más derecho al nombre de Israel,
del que
tuvo la antigua Casa de Judá. Sin embargo, han contado con el apoyo
de gran parte de la Iglesia, porque se ha desdibujado la distinción
entre Judá e Israel. Por lo tanto, se han aplicado mal las profecías
suponiendo que los judíos son los hijos de Israel de la profecía.
Los
mismos profetas comprendían bien la diferencia entre Israel y Judá,
porque veían fácilmente dos naciones, cada una con su propio
territorio y cada una con su propia capital. Así,
por ejemplo, Jeremías
18:1-10
profetiza acerca de la Casa de Israel (Jeremías
18:6),
pero Jeremías
18:11
comienza una nueva profecía sobre "los
hombres de Judá"
y "los
habitantes de Jerusalén".
En
la primera, la ilustración profética se trata de un alfarero
haciendo una vasija, usando arcilla húmeda. En la segunda, la
ilustración profética se trata de una vieja vasija de barro, siendo
de arcilla que ya se ha endurecido. En la primera, la arcilla húmeda
fue echada abajo y rehecha como otro recipiente. En la segunda, la
vieja vasija se rompió en el valle del hijo de Hinom (Jeremías
19: 2,10,11).
Es lo mismo
con las profecías de Isaías y Oseas, la mayoría de las cuales
tratan con la Casa del Norte, Israel, pero en ocasiones también
hacen referencia a la Casa de Judá. Isaías tiene más que decir
sobre Judá, que Oseas. Oseas se centra casi en su totalidad en
Israel.
Por
desgracia, muchos maestros de la Biblia confunden las dos casas y asumen
que el estado de Israel moderno está cumpliendo con las buenas
profecías de la casa de Israel en lugar de las malas profecías de
Judá y de Jerusalén.
Esta confusión ha dado lugar a enormes malentendidos y malas
aplicaciones de la profecía.
Es mi
esperanza que esta confusión pueda ser disipada con un estudio a
fondo de Oseas.
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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