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Autor: Dr. Stephen E. Jones
Mucha gente ha preguntado, “¿Cómo se guardan las fiestas?” Bueno, a menudo llevamos a cabo conferencias durante o cerca de los días festivos, pero en realidad no es así como celebrar una fiesta. Celebramos la Pascua siendo justificados por la fe en la sangre del Cordero. Guardamos Pentecostés siendo llenos del Espíritu. Guardamos Tabernáculos al recibir el cuerpo glorificado.
Todos los métodos del Antiguo Testamento para guardar las fiestas son la forma en que los creyentes del Antiguo Pacto debían guardarlas. Pero tenemos un mejor pacto, que cambió la Ley (Hebreos 7: 12) y ahora requiere mejores formas de guardar las fiestas. Los principios básicos de la Ley permanecen intactos, pero las formas han cambiado.
Algunos han preguntado: “¿Cómo observan las fiestas?” Mi respuesta es que observemos lo que Dios hace durante las fiestas. Si estamos alertas y conscientes, podemos obtener alguna nueva revelación sobre el significado de la fiesta que estamos observando. Esto significa que aprendemos algo nuevo cada año, alguna aplicación nueva que no conocíamos antes.
Acabamos de pasar la fiesta de Pentecostés este año (28 de mayo de 2023). Lo que el Señor hizo este año nos dio una nueva perspectiva que no sabía antes. Quizás otros ya lo sabían, pero yo no había visto la fiesta bajo esta luz en el pasado.
Hay tres ofrendas de primicias cada año: cebada sin levadura el primer domingo después de la Pascua; trigo leudado el domingo de Pentecostés; y uvas durante los siete días de la Fiesta de Tabernáculos. Cada una tiene su propio significado profético en el Plan Divino.
Jesucristo cumplió la Fiesta de la Pascua como el Cordero de Dios, cuando Él fue a la cruz solo. El Cordero Perfecto fue ofrecido en el tiempo de los Panes sin Levadura, porque Él no tenía pecado.
Pentecostés, sin embargo, estuvo dirigido hacia la Iglesia, por lo que el trigo representa a la Iglesia. El trigo era leudado, pero cuando fue "cocido" en el fuego (Levítico 23: 17), la acción de la levadura se detenía, convirtiéndolo en una ofrenda aceptable para Dios. Levítico 2: 11 y 17 ordena que no haya levadura en ninguna ofrenda a Dios. La ofrenda de trigo de Pentecostés fue la excepción, pero solo porque era cocida en el fuego.
Entonces, se decía que la Iglesia era un cuerpo de personas con levadura, pero el bautismo de fuego los hacía aceptables a Dios.
Las uvas representan el mundo de los incrédulos. Para extraer el vino nuevo de la pulpa, había que pisar las uvas. Entonces tenemos la declaración de que todas las cosas serán puestas bajo los pies de Cristo (Salmo 8: 6; 1ª Corintios 15: 25). Si bien esto representa un juicio severo, también muestra que el propósito del juicio es extraer vino para su mesa de comunión.
En ese contexto, veamos la presente revelación de Pentecostés.
La “ley de fuego” (Deuteronomio 33: 2 KJV) trajo el juicio divino sobre Jesucristo cuando fue crucificado. En esto cumplió los sacrificios ofrecidos a Dios en altares de piedra. El altar de Jesús fue la cruz. Él no tenía que ser quemado (como con los sacrificios del Antiguo Testamento), porque el fuego en esos altares representaba la “ley de fuego” misma, que era cualquier juicio (sentencia) de la Ley.
Ese mismo fuego se aplica también a la Iglesia, solo que de una manera diferente. Juan el Bautista profetizó en Mateo 3: 11: “Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”. Mateo 3: 12 dice que “recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible”. Esta era una referencia al bautismo del Espíritu Santo que se iniciaba en Pentecostés, cuando el sumo sacerdote ofrecía la ofrenda de trigo a Dios.
Es el mismo fuego que aceptó el sacrificio de Jesús en la cruz. Pablo nos dice en Romanos 6: 6 que “nuestro viejo hombre fue crucificado con él, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado”. Nuestra propia crucifixión no es literal, pero ciertamente se espera que demos muerte al “viejo yo”, identificándonos con la muerte de Cristo en la cruz. Además, somos quemados por la misma “ley de fuego” en Pentecostés que quemó a Jesús en la cruz.
Sin embargo, sabemos que cuando hacemos morir al viejo hombre, también resucitamos en novedad de vida como una nueva creación (Romanos 6: 4). En otras palabras, experimentamos tanto la muerte como la resurrección, tal como lo hizo Jesús. Todo esto está simbolizado por el bautismo, que usa una metáfora de agua, en lugar de fuego. Tanto el agua como el fuego son metáforas del Espíritu Santo.
Lo que vimos la semana pasada fue que el 28 de mayo de 2023 fue Pentecostés, y observamos una experiencia de muerte final, y tres días después vino la gloria como una experiencia de resurrección. La gloria de Dios vino durante una reunión de oración de hermanos que son parte de nuestro equipo en Zimbabue. Mi amigo Andrew me informó de este evento esta mañana en una llamada en línea.
En esa reunión de oración salió la revelación profética, a través de un profeta llamado Daniel, de que llevaremos esta gloria al mundo, dondequiera que vayamos. Su gloria será vista por aquellos que no lo han buscado y no lo conocen.
Por supuesto, inmediatamente vi la conexión con la gran luz que vi sobre Sudáfrica en 1984. Espero conocer a Andrew y Daniel en persona la próxima semana en Sudáfrica. John está comprando sus boletos de avión, así como los nuestros. (Este es un viaje con todos los gastos pagados).
El Señor también nos instruyó que le lleváramos un regalo de cumpleaños al rey. Es una Biblia familiar de Thomas Kinkade. Thomas Kinkade es conocido como el “Pintor de la Luz”.
Creo que la presentación de esta Biblia representará el comienzo de la gran Luz que pronto se extenderá por el Continente Oscuro.
Por supuesto, tenga en cuenta que para difundir la Luz, tendremos que codearnos con aquellos que actualmente permanecen en la oscuridad. No estamos llamando a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento (Lucas 5: 32).
En cierto sentido, el Pentecostés de este año marcó el punto hoy, que es comparable a lo que se vio con los discípulos en los días previos a Pentecostés en Hechos 2. Jesús dijo en Lucas 24: 46-49,
46 y les dijo: Así está escrito, que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día, 47 y que en su nombre se predicase el arrepentimiento para el perdón de los pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Y he aquí, estoy enviando la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero vosotros permaneceréis en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.
Así como los discípulos tuvieron que esperar en Jerusalén hasta que el día de Pentecostés les dio poder para hacer su misión, también nosotros tuvimos que esperar hasta Pentecostés de 2023 para comenzar realmente nuestra misión. Esto no significa que hayamos estado ociosos en el pasado. Se ha sentado mucho trabajo preliminar para prepararse para este tiempo que se avecina. De hecho, todo lo que hacemos es una preparación para lo que viene después.
El punto es que nunca antes había observado Pentecostés bajo esta luz. No mucho de esto es una nueva revelación, por supuesto, pero ciertamente es una nueva aplicación de la Fiesta de Pentecostés. La nueva idea (para mí) es ver la relación entre la Pascua y Pentecostés, que ambas están involucradas con la Ley de Fuego y la muerte de la carne, y, sin embargo, muestra un patrón progresivo de muerte (Pascua) y resurrección en gloria (Pentecostés).
La oración de Jesús muestra que Él consideró la cruz como su gloria, orando en Juan 17: 5,
5 “Ahora, Padre, glorifícame junto contigo mismo, con la gloria que tuve contigo antes que el mundo fuera”.
Cumplir la Fiesta de la Pascua fue la gloria de Cristo; cumplir la Fiesta de Pentecostés es nuestra gloria, que nos prepara también para la gloria mayor de la Fiesta de Tabernáculos, que está por venir. Todavía estamos en una etapa intermedia que conduce a una mayor gloria del Reino. Parece que la gloria pentecostal se perdió en gran medida a lo largo de los siglos, y que una vez más debemos manifestar la gloria de Pentecostés antes de la Segunda Venida de Cristo.
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