Ninguno de nosotros está exento de problemas. Esos problemas no son accidentales ni coincidencias, sino más bien una parte integral del plan del Señor. Él tendrá una gente que decide escogerlo, no porque es fácil, sino porque están determinados a presionar a través de los problemas de la vida para poder asir al Señor.
Muchos, sin embargo, toman el camino más fácil y se rinden cuando los problemas vienen a su camino, pero la promesa y la recompensa es para aquellos que se levantan sobre las presiones de la vida y vencen.
A través de la redención venimos a ser “una nueva creación”
“Desead como niños recién nacidos la leche pura de la palabra…” 1ª Pedro 2: 22
El Señor desea llevar esta nueva creación en la que nos hemos convertido a la madurez espiritual, para que su llamamiento y propósito para nosotros pueda ser cumplido.
Hay dos pasos básicos que debemos tomar para hacer esto. Primero debemos poner nuestros viejos patrones de vida (las obras de la carne) sobre la cruz y “considerarnos muertos al pecado, pero vivos para Dios” (Romanos 6: 11). Segundo, debemos comprometer la totalidad de nuestra vida al Señor.
“Como el pámpano no puede llevar fruto en sí mismo, sino permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer”. Juan 15: 4-5
Este proceso de crecimiento requiere que separemos tiempo para estar con Jesús buscando su comunión y compañerismo y que esperemos en su presencia, para que su vida pueda fluir en nuestras vidas y se haga una realidad personal en nosotros (como un pámpano que recibe su vida de la vid).
“Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra”. Isaías 1: 19
Todos los que son salvos tienen esta oportunidad, pero no todos están dispuestos a ajustarse a una “dieta” que los conduzca al crecimiento espiritual. Fue por eso que Jesús dijo: “Porque muchos son llamados, pero pocos escogidos”. (Mateo 22: 14). En otras palabras, “Pocos pagarán el precio para ser escogidos”.
Este proceso de cualificación comienza luego de haber recibido el don de la salvación, el cual nos fue dado gratuitamente por Jesús en la cruz del Calvario.
El desarrollo de ese don de salvación requiere que reconozcamos que enfrentaremos problemas y dificultades en nuestra experiencia de vida con una consecuencia: que los vamos a ver de una manera correcta. Solo entonces estaremos capacitados para responder al Señor cuando estemos en medio de esos problemas.
Alcanzamos nuestra madurez espiritual en la medida en que nos involucramos activamente con el Señor en el desarrollo de este proceso.
“Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas. Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si brotan las vides, si están en cierne, si han florecido los granados, allí te daré mis amores”. Cantar de los Cantares 7: 11-12
En nuestro crecimiento espiritual hay niveles, así como en nuestra identificación con el Señor en el cumplimiento de sus propósitos. Para poder perfeccionar este proceso, debemos desarrollar una sensibilidad a la presencia del Señor, para que podamos responderle mientras Él busca guiarnos hacia la madurez espiritual.
Nuestros problemas y dificultades provienen de dos Fuentes: una humana y la otra satánica. Si hemos abrazado la cruz, muerto a nuestros propios caminos y si nos hemos sometido a su autoridad gubernamental, cada una de esas áreas de problemas será probada en alguna manera para que haya una corrección. Solo entonces podemos ser cambiados (experimentalmente) a su imagen y semejanza y hacernos compatibles con su voluntad y propósito para nosotros.
“Al que venciere, Yo le daré que siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. (Apocalipsis 3: 21)
Nunca estaremos calificados para gobernar naciones, hasta que primero traigamos a sujeción a las “naciones” que residen en nosotros. En la medida en que venzamos en nuestras luchas con los problemas creados por nuestra naturaleza adámica en cada uno de las circunstancias de la vida, vamos a poder vivir la experiencia de estar sentados con Jesús en los lugares celestiales.
La consecuencia de esto será que seremos levantados (como Vencedores) al Trono (sentados con Él en su trono, Apocalipsis 3: 21), para luchar con autoridad intercesora. A medida que los principados son arrojados, descargarán su rabia sobre la humanidad y comenzarán a manifestarse y el tiempo final de calamidades y juicio mencionado en Apocalipsis comenzará a desplegarse.
Mientras los hijos de Israel estaban en Egipto, fue fácil para ellos ejercitar un pensamiento positivo y decir: “Canaán, la tierra que fluye leche y miel, es nuestra”. Sin embargo, cuando ellos llegaron a esa tierra, encontraron gigantes y ciudades amuralladas. Los muros de Jericó echados abajo a través de una directiva divina, esta fue un tipo de guerra espiritual que terminó en una poderosa derrota de principados.
"Para que la multiforme gracia de Dios sea ahora dada a conocer, por medio de la iglesia, a los principados y potestades en los lugares celestiales". Efesios 3: 10
Esta es la sabiduría del Señor. Él usará a la misma humanidad que Satán derrotó en el Jardín del Edén para derrotar el reino de Satán. A menudo los cristianos recitan Efesios 2: 6
“Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.
Sin embargo, el enemigo está atrincherado en los cielos y debe ser confrontado a través de una lucha verdadera antes de que podamos “experimentar” el hecho de entrar a nuestro lugar con Jesús para estar sentados con Él, por encima de todos los principados y poderes.
Luchar contra esos principados significa que hay una guerra, actual, activa y presente. El simple hecho de recitar que estamos sentados con Jesús en los lugares celestiales no nos transportará allá. Debemos tener una cualidad de Vencedores en nuestra vida que nos permita entrar en una relación con nuestro Señor, en una intercesión profética, con autoridad, una “autoridad para luchar” por la cual podamos obtener la victoria en nuestras circunstancias presentes.
Nuestro Señor está buscando hoy a aquellos que quieren crecer a un nivel de madurez espiritual, que los capacite para asumir ese rol profético de autoridad espiritual. Así como los hijos de Israel caminaron juntos alrededor de Jericó en obediencia a la Palabra del Señor, así también, debemos hacernos parte de una armada profética que funcionará en total armonía y unidad.
Entonces los principados serán arrojados y los cielos se abrirán para liberar su gloria y presencia. Esto traerá un mover del Espíritu de Dios sobre la Tierra, en una visitación nunca antes vista.
El Señor está llamándonos para que nos levantemos para ir a los lugares celestiales con Él. Esto solo será posible en la medida que rechacemos el camino fácil y comencemos a caminar en el Espíritu.
(Gentileza de PIEDAD H. NAVARRO LÓPEZ)
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