15/09/2017
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y si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación es vana,
vuestra fe también es vana. 15 Además somos hallados falsos
testigos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que Él
resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si de hecho los muertos no
resucitan.
La doctrina
de la resurrección en general es tan fundamental para el
cristianismo que si no fuera verdad, entonces todos los testigos
cristianos están dando falso testimonio. Si Dios no resucitó a
Cristo de entre los muertos, entonces damos testimonio contra Dios
mismo cuando afirmamos que lo resucitó de entre los muertos.
Nuestra
fe se apoya o cae sobre la veracidad de la idea de resurrección en
general y de la resurrección de Cristo específicamente. ¿Por qué?
Pablo añade en 1
Corintios 15:16,
16
Porque si los muertos no resucitan, ni siquiera Cristo ha resucitado.
Toma nota
de que Pablo está defendiendo la verdad de nuestra propia
resurrección. Él está demostrando que NOSOTROS seremos
levantados mostrando el ejemplo de la resurrección de Cristo. La
resurrección es nuestra esperanza. Porque así como Él resucitó
de entre los muertos, así también nosotros seremos resucitados.
El vínculo
entre los dos eventos es claro; por lo tanto, nadie puede
razonablemente decir que Pablo estaba hablando de dos tipos
diferentes de resurrección. No pueden decir que Cristo fue
resucitado de una manera, pero nosotros de otra. Específicamente,
uno no puede decir que Cristo fue levantado corporalmente, pero que
nosotros somos resucitados espiritualmente cuando aceptamos a Cristo
por fe, negando así nuestra propia resurrección corporal.
La
esperanza de los creyentes
17
y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es inútil; vosotros todavía
estáis en vuestros pecados. 18 Y los que durmieron en Cristo han
perecido. 19 Si hemos esperado en Cristo solamente en esta vida,
somos los más dignos de lástima de todos los hombres.
La
resurrección de Cristo es lo que nos ha justificado
(Romanos
4:25).
Sin la resurrección de Cristo, no hay justificación del pecado.
Aquellos que niegan Su resurrección no son creyentes genuinos, ni
han sido justificados del pecado. En otras palabras, se requería a
un hombre griego o de mentalidad griega cambiara toda su oposición
cultural a la idea de la resurrección corporal, para convertirse en
un creyente genuino.
Si la
resurrección de Cristo hubiera sido una mentira, entonces todos los
creyentes en Cristo han perecido. Su espíritu no ha ido al Cielo, ni
ninguno de los muertos ha sido reencarnado en otro cuerpo para
continuar en su camino a la auto-perfección. Los cristianos han
puesto toda su esperanza en esta idea de la resurrección.
Juntándolo
todo, vemos que la resurrección corporal de Cristo define nuestra
propia resurrección. Nuestra propia resurrección es la esperanza de
todo creyente. Y como Pablo dice en otra parte en Romanos
8:23,
la
esperanza de los creyentes es "la
redención de nuestro cuerpo".
Sin esta esperanza, "somos
todos los hombres más dignos de lástima".
Así
que no adoptemos la mentalidad de los griegos o las creencias de los
gnósticos, quienes aborrecían la idea de que el espíritu y la
materia pudieran ser compatibles. La idea de que Dios podía
manifestarse en carne humana, cuando "el
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros"
(Juan
1:14)
era aborrecible para el pensamiento griego. La idea de que el
Espíritu Santo habitaría la carne humana en una fiesta llamada
Pentecostés
era
un anatema para el pensamiento griego. La idea de que la solución al
problema del mal en el mundo era que la gloria de Dios cubriera la
Tierra como las aguas cubren el mar era una extraña absurdidad para
aquellos que asumían que la materia era inherentemente mala.
En otras
palabras, el fundamento de la esperanza para un creyente en Cristo es
radicalmente diferente de otros sistemas de creencias. Uno no puede
importar esas otras ideas al cristianismo y tratar de añadir a Jesús
a la mezcla, como lo hicieron los gnósticos en la Iglesia Primitiva,
y lo que todavía están tratando de hacer hoy, como poderosa
facción, no tan secreta, dentro del Vaticano.
La
Ofrenda de Primeros Frutos
Después
de haber sentado los cimientos de la resurrección como un elemento
esencial de la fe en Cristo, Pablo se dirige a las consecuencias o
resultados de esta enseñanza. Él dice en 1
Corintios 15:20
comenzando,
20
Pero ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que
duermen.
Jesús
fue resucitado al día siguiente de la Pascua, según la Ley, para
ser identificado con la Gavilla de las Primicias de la Cebada que el
sumo sacerdote debía agitar en el templo ese día. La Ley se
encuentra en Levítico
23:10,11,
10
Habla
a los hijos de Israel y diles: "Cuando entréis en la tierra que
yo os daré, y seguéis su mies, entonces traeréis al sacerdote una
gavilla de las primicias de vuestra cosecha. 11 "Y él mecerá
la gavilla delante de Yahweh, a fin de que seáis aceptados; el día
siguiente al día de reposo el sacerdote la mecerá.
El
contexto muestra que esta gavilla debía ser agitada poco después
del día de Pascua, que era después de que la cebada había
madurado. (El trigo necesitaba más tiempo para madurar, por lo que
se usaba en la Segunda Ofrenda de los Primeros Frutos en Pentecostés
siete semanas más tarde). El texto dice que esta gavilla de cebada
debía ser agitada
"al
día siguiente del sábado".
Los
saduceos interpretaron que esto significaba que la gavilla debía ser
agitada el día después del sábado semanal,
el día que hoy llamamos domingo. Los fariseos disputaron esta
interpretación, diciendo que este "sábado" era en
realidad el día de la Pascua, que era un sábado, independientemente
del día de la semana en que cayera. La resurrección de Jesús no
resolvió esta disputa, porque en
ese año (33 dC) el día de la Pascua cayó un sábado,
y por lo tanto la gavilla de cebada fue agitada el domingo por la
mañana -unas pocas horas después de la resurrección de Jesús.
Creo que la
tumba de Jesús fue abierta por los ángeles alrededor de las 3:00 de
la mañana y que el tiempo coincidió con el nuevo cambio de
sacerdotes que llegaban al templo para ministrar durante la semana
siguiente. Cuando llamaron, los vigilantes abrieron la enorme puerta
de hierro para dejarlos entrar, y al mismo tiempo los ángeles
abrieron la tumba.
Los
sacerdotes entonces comenzaron a prepararse para el sacrificio de la
mañana, y fue durante este tiempo que María Magdalena vio a Jesús
en el jardín de Getsemaní (Juan
20:11-18).
Él no permitiría que ella lo tocara todavía, porque "todavía
no había ascendido al Padre"
(Juan
20:17).
No podía ascender hasta que el sumo sacerdote agitara el haz de
cebada en el templo a la tercera hora del día, porque tenía que
cumplir la Ley que el sumo sacerdote profetizaba con sus acciones. Él
era, de hecho, la verdadera Ofrenda de los Primeros Frutos, y el
tiempo de
ella, fijado en la Ley, era importante, para que toda justicia se
cumpliera.
Así
que Pablo dice que Cristo fue la Ofrenda
de las
Primicias.
Había tres primeros frutos que ofrecían cada año, más allá de
las ofrendas individuales de primeros frutos. La Primera Ofrenda de
las Primicias tenía lugar el día después del sábado después de
la Pascua. Éxodo
34:26 La Biblia de las Américas
dice: "La
primera de las primicias de tu tierra traerás a la casa de Yahweh tu
Dios".
Esto se repite en Éxodo
23:19 KJV.
La
primera de las primicias era la cebada (Pascua), la segunda
era el trigo (Pentecostés), y la tercera era el vino nuevo
(Tabernáculos). Cada una representa un grupo diferente de
personas. Cristo fue la primera de las primicias; la Iglesia era
la segunda ofrenda de las primicias; el resto de la Creación es la
tercera ofrenda de las primicias. Cada uno es resucitado de entre
los muertos (en momentos diferentes) para ser presentado a Dios.
Cada
uno de los primeros frutos representaba una cosecha más grande
todavía por venir. Cada Ofrenda de las Primicias santificaba el
resto de la cosecha. Así que Pablo escribe en Romanos
11:16 KJV:
"Si
las primicias son santas, la masa [es
decir, el resto de la cosecha] también
es santo".
El principio de las primicias muestra un punto de partida para una
cosecha mayor. Cristo,
entonces, fue los primeros frutos de la cebada,
cuya
presentación al Padre santificó una mayor cosecha de vencedores.
(Ver mi libro,
Los
Vencedores de la Cebada
–
http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/04/libro-los-vencedores-de-la-cebada-dr.html).
En este caso, Cristo es el Jefe del Cuerpo de Vencedores.
Estos
deben ser contrastados con la Compañía del Trigo, que es la Iglesia
en general (Véase mi libro, El
Trigo y los Asnos de Pentecostés
- http://josemariaarmesto.blogspot.com.es/2014/03/el-trigo-y-los-asnos-de-pentecostes.html). La cebada y el trigo constituyen diversas cosechas, y cada una
tiene sus propias primicias que se ofrecen en diversas fiestas. Esto,
de hecho, es el fundamento de las enseñanzas de Juan en Apocalipsis
20, donde habla de dos resurrecciones con mil años de diferencia. La
Primera es para los vencedores, quienes fueron santificados cuando
Jesús fue presentado al Padre poco después de Su resurrección. La
Segunda Resurrección es para la Iglesia en general, es decir, la
Compañía del Trigo, la Segunda Ofrenda de los Primeros Frutos.
La
Segunda Resurrección incluye tanto a creyentes como a incrédulos,
como Jesús dijo en Juan
5:28,29,
28
No os maravilléis de esto; porque una hora vendrá, en la cual todos
los que están en los sepulcros oirán su voz, 29 y saldrán; los que
hicieron buenas obras a una resurrección de vida, los que cometieron
malas acciones a una resurrección de juicio.
Por
lo tanto, esa resurrección le dará a la Iglesia "una
resurrección de vida",
mientras que al mismo tiempo al resto de los muertos (incrédulos)
recibirá "una
resurrección de juicio".
Que Pablo comprendió esto así, se deja claro en su testimonio a
Félix, donde dice en Hechos
24:14,15,
14
Pero esto os digo, que conforme al Camino que ellos llaman una secta,
sirvo al Dios de nuestros padres, creyendo todo lo que está de
acuerdo con la Ley y que está escrito en los Profetas; 15 teniendo
la esperanza en Dios, que estos hombres aprecian, que ciertamente
habrá una
resurrección tanto de los justos como de los impíos.
Esta
resurrección no es la Primera Resurrección, sino la Segunda, porque
Juan nos dice que la Primera Resurrección estará limitada solamente
a creyentes. Él dice en Apocalipsis
20:5,
5
El resto de los muertos no resucitó hasta que los mil años se
completaron. Esta es la primera resurrección.
La
Segunda Resurrección (en Apocalipsis
20:11,12)
es para todos los muertos, es decir, para todos los que no fueron
incluidos en la Primera Resurrección.
Las
distinciones entre las diversas ofrendas de primeros frutos forman
las profecías sobre la resurrección. Tanto Juan como Pablo
entendieron esto, habiendo sido instruidos en la Ley, la cual
profetizaba de estas cosas. Sin embargo, estamos muy agradecidos a
Juan por distinguir claramente las dos resurrecciones en Apocalipsis
20.
Etiquetas: Teaching Series
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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