ESTUDIO-VIDA DE MATEO
MENSAJE SESENTA Y
CINCO
LA PROFECIA ACERCA DEL REINO
(5)
Con respecto a la vida cristiana, el
Nuevo Testamento revela que primero tenemos que recibir al Espíritu de Dios en nuestro espíritu para ser regenerados;
después, debemos crecer. Crecer
equivale a ser transformado, y la transformación consiste principalmente
en ser renovados en el espíritu de nuestra mente. La transformación y la
renovación de la mente dan por resultado que
el Espíritu Santo llene nuestra alma. La mente es la parte principal del
alma. Ser renovados en el espíritu de
nuestra mente equivale a tener
nuestra mente llena y saturada del Espíritu. Entonces, el Espíritu que ha
impregnado nuestra mente renovará todo nuestro ser. Es así como nuestro ser, o sea, nuestra alma, será saturada del
Espíritu y obtendremos la porción adicional de aceite en nuestra vasija.
Como
indicamos en el mensaje anterior, ser regenerados consiste en tener un nuevo
nacimiento al recibir el Espíritu en nuestro espíritu, lo cual equivale a tener
aceite en nuestra lámpara. Pero tener aceite en la vasija
significa tener al Espíritu en nuestra alma, y equivale a crecer en vida, ser
transformado, ser renovado en todo nuestro ser y llenar nuestra alma del
Espíritu Santo de Dios. Es así como velamos y nos
preparamos para la venida del Señor. Así también nos preparamos para ser
arrebatados a la presencia del Señor.
D. La parábola sobre la necesidad de
ser fieles
Habiendo ya estudiado la parábola sobre
la necesidad de velar (25:1-13),
procedamos ahora a estudiar en este mensaje la parábola sobre la necesidad
de ser fieles (25:14-30). La parábola
de las vírgenes muestra la necesidad de velar, pero la de los talentos presenta la necesidad de ser fieles.
Cuando
estudiamos el capítulo veinticuatro señalamos que, con respecto a los
creyentes, existen dos aspectos: el aspecto de velar y estar preparados, y el de ser fieles y prudentes. Los creyentes experimentan estos dos
aspectos debido a que tienen una condición doble: una parte se relaciona con la vida, y la otra, con el servicio. Ningún creyente debe
descuidar estos dos aspectos; al contrario, es necesario prestar a ambos la
atención debida, a fin de tener una vida y un servicio útiles. En lo que corresponde a la vida,
somos vírgenes; en lo que
corresponde al servicio, somos esclavos.
Esto significa que, en cuanto a velar, somos vírgenes, lo cual se relaciona con
lo que somos. Pero en cuanto a ser
fieles, somos esclavos, lo cual se relaciona con lo que hacemos.
Aunque
posiblemente nos agrade el término “vírgenes”, quizás no nos guste oír que
somos esclavos; no obstante, no sólo somos vírgenes sino también esclavos. Para las vírgenes el Señor es el Novio, pero para los esclavos Él es el Amo. De manera que, no solamente
nosotros tenemos una condición doble, sino que también el Señor la tiene.
Por una parte, Él es nuestro Novio
adorable, pero por otra, El es nuestro Amo
estricto. En ocasiones Él es muy apacible para con nosotros, pero otras
veces Él nos trata de una manera estricta.
A las vírgenes se les exige algo interno, lo cual es ser llenas del
aceite en sus vasijas; pero a los
esclavos se les exige algo externo,
lo cual es usar el talento espiritual.
Ser llenos del Espíritu Santo es el aspecto interno; pero usar el talento, el
don espiritual, es el aspecto externo. Como vasos necesitamos interiormente el
aceite, y como esclavos necesitamos exteriormente los talentos.
El
aceite que llena la vasija llega hasta el fondo de ésta, o sea que, la
renovación y la transformación de nuestro ser se efectúan desde nuestro
interior. Hoy la mayoría
de los cristianos carecen de esta obra interior; en cambio, muchos cristianos
se esfuerzan por mejorar su apariencia exterior. La religión se interesa por la
conducta exterior, pero la gracia de Dios se ocupa de llenar nuestro ser con el
Espíritu Santo y de transformarnos desde nuestro interior. El aceite interior
es muy distinto al maquillaje exterior. El maquillaje cambia de inmediato nuestra apariencia
externa, pero el camino que Dios ha establecido consiste en que bebamos del
Espíritu y le permitamos llenar nuestro ser. Así, nuestra apariencia
ciertamente cambiará, pero el cambio
ocurrirá desde nuestro interior. Por ejemplo, si como, bebo y recibo
una alimentación nutritiva que llene mi ser, tendré un semblante saludable.
El
hecho de que debemos ser renovados desde nuestro interior no significa que no
se requiera cierta actividad exterior. Aquel que recibió cinco talentos los
negoció diligentemente y ganó otros cinco. Esto indica que necesitamos tanto la
renovación interior como el servicio exterior; es necesario tanto el crecimiento interior como las actividades
prácticas. Debemos permitir que este principio deje una impresión
profunda en nosotros: en relación al aspecto de vida, tenemos que ser renovados
desde nuestro interior; en relación al aspecto del servicio, tenemos que ser
muy activos prácticamente. En
ocasiones, estamos tan ocupados con las actividades que descuidamos la
renovación interior; pero otras veces, nos preocupamos tanto por la vida
interior que no trabajamos adecuadamente. Esta condición equivale a ser como una torta no volteada
(Os. 7:8). De un lado estamos quemados como el carbón, y del otro lado, estamos
crudos; no se puede comer ninguno de los dos lados. Debemos ser como una
torta volteada y bien horneada de ambos lados. Si trabajamos mucho, el Señor nos dirá que debemos
reposar; pero si descansamos mucho, el Señor nos dirá que debemos trabajar.
1. Un hombre que sale al extranjero
El
versículo 14 dice: “Porque el reino de
los cielos es como un hombre que al irse al extranjero, llamó a sus esclavos y
les entregó sus bienes”. Esta parábola de los talentos, tal como la de las
diez vírgenes, tiene que ver con el reino de los cielos. Aquí el hombre es Cristo, quien
estaba a punto de ir al extranjero, es decir, a los cielos.
2. Entrega sus bienes a sus siervos
Este
versículo dice que el hombre entregó sus bienes a sus esclavos. Los esclavos representan a los
creyentes en el aspecto del servicio (1 Co. 7:22-23; 2 P. 1.1; Jac. 1:1;
Ro. 1:1). Como hemos visto, la condición de los creyentes en relación a Cristo
tiene dos aspectos: en cuanto a vida, son vírgenes que viven para Él; en cuanto
al servicio, la obra, ellos son los esclavos que Él ha comprado y que le
sirven.
Pienso que los bienes que fueron entregados a los esclavos incluyen el evangelio, la verdad, los creyentes y la
iglesia.
Los creyentes son la herencia de Dios, Su posesión (Ef. 1:18). En Mateo 24:45
vemos que los creyentes son también la casa de Dios, Su familia.
3. A uno da cinco talentos,
a otro dos y a otro uno
El
versículo 15 dice: “A uno dio cinco
talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se
fue”. En la parábola de las vírgenes el aceite representa el Espíritu de
Dios, mientras que en esta parábola, los
talentos representan los dones espirituales
(Ro. 12:6; 1 Co. 12:4; 1 P. 4:10; 2 Ti. 1:6). En cuanto a la
vida necesitamos el aceite, el Espíritu de Dios, y necesitamos que Él nos llene a fin de que
podamos vivir como vírgenes para el testimonio del Señor; en cuanto al servicio, la obra, necesitamos el talento, el don
espiritual, para ser equipados como buenos esclavos a fin de llevar a cabo la
obra que el Señor quiere realizar. Ser
llenos del Espíritu en vida nos capacita para usar el don espiritual en el
servicio, y el don espiritual en el servicio corresponde a ser llenos del
Espíritu en vida, lo cual nos hace miembros perfectos de Cristo.
El
versículo 14 dice que el hombre entregó sus bienes a los esclavos, pero el versículo 15 dice que les dio talentos. Esto indica que los talentos dados (v. 15) son los bienes
entregados (v. 14). En otras palabras, el Señor usa Sus bienes como talentos
para nosotros. Por ejemplo, el evangelio es una posesión del Señor, pero cuando
Él nos lo entrega, llega a ser nuestro talento. De igual modo, la verdad
es una posesión del Señor, pero cuando Él nos la da, llega a ser un talento.
Bajo este mismo principio, todos los creyentes son posesiones del Señor. Cuando
los creyentes nos son dados, llegan a ser nuestros talentos. Sin los creyentes,
mi talento no sería tan grande. Además, la iglesia es la posesión del Señor.
Cuando la iglesia nos es dada, ella llega a ser nuestro talento. Cuantas más posesiones nos dé el
Señor, más talentos tendremos. De igual manera, cuantas más cargas recibamos
del Señor, más talentos tendremos.
Muchos
cristianos saben que en esta parábola los talentos son los dones, pero no se
dan cuenta de que las posesiones del Señor son la fuente de donde originan los
dones. Hoy las posesiones del Señor consisten principalmente en el evangelio,
la verdad, los creyentes y la iglesia. Si usted no se interesa por estos
bienes, no poseerá ningún talento. El evangelio tiene que llegar a ser nuestra posesión, al igual que la
verdad, los creyentes y la iglesia. Mis talentos no provienen de mi
hombre natural; mis talentos son el evangelio, la verdad, los creyentes y la
iglesia. Si me quitara todo esto, me quedaría sin nada. Mi talento es tan grande porque no sólo me ocupo
del evangelio y la verdad, sino también de miles de creyentes y de cientos de
iglesias. Esta es la razón por la que este ministerio ha tenido impacto.
No deberíamos esperar, de modo
indiferente, a que el Señor nos dé algo; más bien, debemos buscar
diligentemente el evangelio y la verdad. Debemos estudiar ávidamente y conocer
los temas de la caída del hombre, la redención, regeneración, salvación, la
limpieza de nuestros pecados por la sangre y el lavamiento del Espíritu. Todos
estos son aspectos del evangelio completo. Entre más conozcamos el evangelio,
más talentos tendremos. Debemos orar para que el Señor nos
ayude a conocer y a experimentar la verdad; debemos experimentar la verdad con respecto a la iglesia,
el propósito eterno de Dios y la economía de Dios. De esta manera, tales
verdades llegarán a ser nuestros talentos y seremos capaces de ministrarlas a
los demás. Al hacer esto, los bienes del Señor se convertirán en nuestros
talentos. Además, tenemos que orar: “Señor, quiero cuidar a los santos y
sobrellevar sus cargas. Abro mi corazón para recibirlos”. Si tenemos un corazón
que pastoree a los santos y sobrellevamos sus cargas, entonces ellos, que son
la posesión del Señor, nos serán dados como un talento. ¡Cuán agradecido estoy
que tantos santos y cientos de iglesias han llegado a ser mi talento! Mi
ministerio está sólidamente respaldado por todos los santos y todas las
iglesias del Lejano Oriente. Si el Señor me envía a otro lugar, contaría
también con el apoyo de las iglesias en los Estados Unidos, porque ellas han
sido añadidas a mi talento.
Si
desea recibir más talentos, usted debe tener un corazón dispuesto a cuidar de
los santos. Por ejemplo, si alguien está desempleado, debería orar por él y
sobrellevar sus cargas. Esto sería una demostración de que el Señor le ha dado
esa persona a usted como un talento. Sin embargo, si usted no sobrelleva las
cargas de los santos ni cuida de ellos, esto quiere decir que ha abandonado los
bienes del Señor. Cada santo querido forma parte de las posesiones del Señor.
No es un asunto insignificante cuidar de los santos, porque ellos son la
posesión del Señor.
Cuando los bienes del Señor están en Su
mano, ellos son Su posesión, pero cuando nos son entregados, estos llegan a ser
nuestro talento. Nunca abandone la carga que el Señor
le haya dado. No importa si estoy muy ocupado, no puedo despreocuparme de ningún
talento recibido, porque hacer esto sería desechar los bienes del Señor. El
Señor está llevando a cabo una obra vasta en Su recobro, y para realizar esta
labor Él necesita que miles de jóvenes se levanten y asuman esta
responsabilidad.
El
talento no se refiere a lo que recibimos por nacimiento, sino a una carga
recibida de parte del Señor. Cuando usted tome la carga, recibirá el talento.
Por ejemplo, si usted toma la carga de una iglesia local, recibirá un talento;
pero si toma la carga de cinco iglesias, recibirá cinco talentos. Durante los
últimos veintiocho años, más de doscientos ochenta iglesias han sido edificadas
bajo este ministerio. Recientemente, cuando fui acusado y criticado, pregunté
al Señor si este ministerio estaba mal o no. En Su respuesta, Él me indicó que
la forma de conocer el árbol es por su fruto. El me dijo que viera cuántas
iglesias había establecido y edificado este ministerio. No obstante, si somos
ambiciosos, la ambición matará los talentos.
4. Da a cada uno conforme a su capacidad
Aunque
los talentos no son nuestras habilidades, sino los bienes del Señor, estos nos son dados conforme a nuestra capacidad.
Nuestra capacidad se compone de lo que somos como seres
creados por Dios más nuestro aprendizaje. La utilidad de nuestra capacidad
depende de cuán dispuestos estemos de corazón; si no estamos
dispuestos de corazón, no tendremos la capacidad de recibir el talento. La
capacidad de recibir el talento es proporcional a la disposición de nuestro
corazón.
5. Los que recibieron cinco
y dos talentos negocian con ellos
Los
versículos 16 y 17 dicen: “Inmediatamente
el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros
cinco. Asimismo el que había recibido dos, ganó otros dos”. Negociar con
los talentos equivale a usar el don que el Señor nos ha dado, y ganar otros
talentos significa que el don que recibimos del Señor ha sido usado a su máximo
potencial, sin pérdida ni desperdicio alguno.
De
acuerdo con el capítulo veinticuatro, el esclavo debía proveer alimento a la casa. Esto se refiere a ministrar la Palabra,
la cual nutre con las riquezas de Cristo como suministro de vida, a quienes
constituyen la casa de Dios. Sin embargo, aquí habla de negociar con los
talentos a fin de multiplicarlos. Por lo tanto, el resultado de nuestro
servicio tiene dos aspectos: el
primero consiste en que otros son
ricamente alimentados y nutridos, y el segundo, en que logramos multiplicar los bienes del Señor. Por
ejemplo, entre más predicamos el evangelio, más rico llega a ser. Sucede lo
mismo con las verdades. Cuando ministramos las verdades a otros, éstas
se multiplican. Sucede también lo mismo con los santos y con las iglesias;
tanto los creyentes como las iglesias se multiplicarán. De manera que, cinco
talentos se convierten en diez, y dos talentos llegan a ser cuatro.
6. El esclavo que recibe un talento,
cava en la tierra y lo esconde
El
versículo 18 dice: “Pero el que había
recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor”.
Esta parábola hace hincapié principalmente en aquel que recibió un solo
talento, es decir, el don más pequeño. Es muy fácil que los menos dotados no usen bien su don o
que no lo tomen en cuenta.
La
tierra representa al mundo; por consiguiente, cavar en la tierra significa involucrarse con el mundo. Cualquier
asociación con el mundo, cualquier participación en él, incluso una pequeña
conversación mundana, enterrará el don que hemos recibido del Señor. La
expresión “escondió el dinero de su
señor” significa no usar el don del Señor, desperdiciándolo con ciertos
pretextos humanos. Poner cualquier excusa para no usar el don del Señor
equivale a esconderlo. Este peligro se encuentra siempre en aquellos que han
recibido un solo talento, aquellos que consideran su don como el más pequeño.
El esclavo que recibió un solo talento
no lo multiplicó. Por ejemplo, en cierta región puede haber una iglesia, y diez
años después, sigue habiendo sólo una iglesia en toda esa región.
Algunos pueden pensar que el esclavo que recibió un talento hizo bien en no
perder el talento y en devolver al Señor lo que era de Él. El esclavo de un
talento parecía decir: “Señor, aquí está lo que es Tuyo. Tú me entregaste un
talento y yo he sido fiel guardándolo, protegiéndolo y preservándolo. Por Tu
misericordia y gracia, lo he guardado”. Pero nuestro servicio debe producir ganancias, es decir,
los talentos tienen que multiplicarse. La voluntad de Dios no es que simplemente
mantengamos lo que Él nos ha dado. Si usted es fiel en guardar el
evangelio, la verdad y la iglesia, pero no obtiene ningún incremento ni
multiplicación, el Señor dirá que usted ha sido perezoso y además lo llamará
esclavo malo. A los ojos del Señor es algo maligno enterrar el talento y no
hacer que se multiplique. Al Señor no le interesan nuestros argumentos ni
excusas, a Él sólo le interesa que logremos multiplicar el talento en dos. Este es un asunto muy serio. Nuestro servicio debe alimentar y
satisfacer a los demás, y debe producir más talentos.
ESTUDIO-VIDA DE MATEO
MENSAJE SESENTA Y
SEIS
LA PROFECIA ACERCA DEL REINO
(6)
En
este mensaje seguiremos estudiando la parábola que habla de ser fieles
(25:14-30).
7. El señor de los esclavos viene
para arreglar cuentas con ellos
El versículo 19 dice: “Después de mucho tiempo vino el señor de
aquellos esclavos, y arregló cuentas con ellos”. La expresión “mucho
tiempo” se refiere a toda la era
de la iglesia, y “vino” hace referencia al descenso del Señor al aire (1 Ts. 4:16)
en Su venida, Su parusía. Después de enterrar el talento, el esclavo malo
pensaba que todo estaría bien. No tenía la menor idea de que su señor vendría
para arreglar cuentas con él. La expresión “arregló cuentas” indica el juicio del Señor en Su tribunal (2
Co. 5:10; Ro. 14:10) en los aires,
(dentro de Su parusía) donde serán juzgadas la vida, la conducta y las obras de los creyentes, y en donde
recibirán recompensa o castigo de
parte del Señor (1 Co. 4:5; Mt. 16:27; Ap. 22:12; 1 Co. 3:13-15).
8. Los de cinco y dos talentos son
recompensados
El
versículo 20 dice: “Y acercándose el que
había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor,
cinco talentos me entregaste; mira, otros cinco talentos he ganado”. El esclavo que había recibido
cinco talentos se acerca a su señor;
esto se refiere a que compareceremos
ante el tribunal de Cristo. Ganar otros cinco talentos es el resultado de
usar al máximo el don de cinco talentos.
El
versículo 21 dice: “Su señor le dijo:
Bien, esclavo bueno y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor”. La palabra “poco” indica la obra
del Señor en esta era; “sobre” significa la autoridad para reinar en el reino
venidero; y “mucho” se refiere a las
responsabilidades del reino venidero. La expresión “el gozo de tu señor”
indica el disfrute que tendremos del Señor
en el reino venidero. Esto se refiere a la satisfacción interna, y no a la posición externa. Participar del gozo del Señor constituye la
recompensa más grande, y es mejor aun que la gloria y la posición en el reino.
Aquí vemos que la recompensa dada al
esclavo fiel tiene dos aspectos: la autoridad y el disfrute. El
esclavo fiel entrará directamente a la presencia del Señor en la manifestación
del reino.
Se le da la misma recompensa al que tenía dos talentos
como al que tenía cinco. Cuando vino el que tenía dos
talentos y dijo que él también había ganado otros dos talentos, el Señor le
dijo lo mismo que le había dicho al de cinco talentos (vs. 22-23). Aunque el don dado al de dos
talentos era más pequeño que el don otorgado al de los cinco talentos, en ambos
casos la evaluación y la recompensa del Señor fueron las mismas. Esto indica que la evaluación y recompensa del Señor no se relacionan
con nuestras obras, por muy numerosas y buenas que sean, sino con nuestra
fidelidad en usar el don a su máximo potencial. El que tenía un solo
talento habría sido felicitado y recompensado de la misma manera si hubiera
sido fiel como los otros.
9. El de un talento es reprendido y
castigado
El
versículo 24 dice: “Pero acercándose
también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres
hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste”. El que había recibido un solo
talento y no había producido ninguna ganancia para el Señor, también compareció
ante el tribunal de Cristo en los aires. Esto no sólo demuestra que era salvo, sino que también había sido arrebatado al aire.
Ningún incrédulo podrá ser arrebatado ni podrá comparecer ante el tribunal de
Cristo.
El
de un talento dijo que el Señor era un hombre duro, que segaba donde no había sembrado
y recogía donde no había aventado. Aparentemente, el Señor es duro al ser tan
estricto. El exige que usemos el don al máximo para Su obra, lo cual requiere
nuestra entrega incondicional. Pareciera que la obra del Señor
empieza siempre desde cero, pues aparentemente nos exige que trabajemos por Él
sin nada, segando donde no sembró y recogiendo donde no aventó. Aquel que
recibió un talento no debe tomar eso como pretexto para descuidar el uso de su
don; más bien, debería sentirse obligado a ejercitar
su fe para usar su don al máximo.
El
versículo 25 dice: “Por lo cual tuve
miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es
tuyo”. Tener miedo es
algo negativo. Nosotros, por el contrario, debemos ser positivos y agresivos al
usar el don del Señor. Si somos fieles, no tendremos miedo alguno.
El
esclavo que tenía un solo talento fue y lo escondió en la tierra, lo cual
muestra mucha pasividad. Debemos ser
activos en la obra del Señor. Ya que él enterró su talento, lo más que pudo hacer
fue regresarlo al Señor. No es suficiente sólo guardar el don del Señor y no
perderlo; debemos usarlo y sacar provecho de ello. El de un talento parecía
decir: “Mira, Señor, aquí tienes lo que es tuyo; no perdí nada. He sido fiel en
guardar lo que me diste”.
El
versículo 26 dice: “Respondiendo su
señor, le dijo: Esclavo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y
que recojo donde no aventé”. Aquí el Señor reconoce que Él es estricto en lo que exige de Sus
esclavos para Su obra. En cierto sentido, el Señor sí es tal hombre duro. El
siempre siega donde no ha sembrado y recoge donde no ha aventado. Es un hecho
de que el recobro del Señor empezó de la nada.
En
cierto sentido, era cierto lo que el esclavo dijo de que el Señor recogía donde
no había aventado y que segaba donde no había sembrado; pero, en otro sentido, esto no era cierto. No
deberíamos decir que el Señor no ha aventado, pues Él nos ha dado a cada uno
por lo menos un talento. El hecho de que nos haya dado tal talento
confirma que Él ha sembrado y aventado. Ahora el Señor nos envía a recoger
donde Él no ha aventado y a segar donde Él no ha sembrado. Ninguno de nosotros puede
afirmar que el Señor no nos ha dado nada, porque al menos hemos recibido un
talento. Este talento es la semilla para sembrar y los bienes para esparcir.
De modo que, debemos segar donde el Señor no ha sembrado y recoger donde no ha
aventado. Lo que el Señor nos dio contiene el elemento productivo. Dondequiera
que usemos nuestro talento habrá un resultado productivo, pero éste fruto
depende de que ejercitemos el talento y lo pongamos en uso. El talento
producirá si lo usamos; pero si lo escondemos, no producirá ninguna ganancia.
Esconder el talento en la tierra equivale a que uno se involucre con algo terrenal, o sea, con algo aparte del
Espíritu, como por ejemplo, involucrarse en chismes.
Algunos argumentan que no tienen tiempo para ir a visitar a los santos; sin
embargo, pierden muchas horas en chismes y charlas vanas. Si vamos al Señor y
pedimos Su misericordia y gracia para dejar de parlotear, ahorraríamos mucho
tiempo, el cual podríamos invertir para cuidar de los santos.
En
el recobro del Señor no tenemos pastores que hayan sido designados para cuidar
de los santos, ya que este tipo de concepto pastoral proviene del cristianismo
degradado. En el recobro
del Señor, cada hermano y cada hermana debe llevar la carga de cuidar de otros,
en especial de los jóvenes y de los nuevos contactos. Después de las reuniones,
muchos acostumbran visitar siempre a los que ya conocen. En lugar de
hacer esto, deberían aprovechar la oportunidad para conocer a los nuevos
contactos y a los jóvenes, y aun para comunicarse con alguien que haya
tropezado y por quien han estado orando. Si cada uno de nosotros practicara
esto, serían atendidos todos los jóvenes y los creyentes débiles. Aunque usted
sea una persona muy ocupada, todavía tiene el tiempo para cuidar de alguien
más, siempre y cuando tenga el corazón de hacerlo y esté dispuesto a ejercitar
su talento. Si tan sólo invirtiéramos diez minutos con alguien, podríamos ser
de mucha ayuda para la edificación de esa persona. Cuando alguien es pastoreado
en esta manera, se sentirá contento, reconocerá que ha sido cuidado y deseará
recibir más ayuda. Si
todos practicamos esto, nadie será desatendido. No será necesario que los
ancianos hagan todo, porque todos funcionarán para cuidar de los demás.
Sin
embargo, muchos piensan que la función de ellos consiste exclusivamente en
hablar durante las reuniones. Pero la función adecuada de los miembros consiste
en ministrar el suministro de vida a otros, cuidando de ellos. El aspecto
principal del servicio no es simplemente limpiar el lugar de reunión o darle
mantenimiento al jardín; la razón por la que estamos aquí es para tomar cuidado
de los bienes de Dios.
No
todos tienen la habilidad de hablar en las reuniones. Quisiera decir una
palabra de aliento a todos aquellos que no nacieron con la destreza de hablar
bien: no es imperativo que usted funcione hablando en las reuniones. Para dar
una exhibición, en ocasiones los ancianos tratan de guiar a todos a funcionar
en las reuniones, y tal vez digan: “Si usted no funciona, no está en la
corriente del Espíritu ni tampoco está al día”. Esta palabra frustra a los que no tienen la habilidad de
hablar bien y causa que no deseen venir a las reuniones por temor a que los
ancianos los obliguen a funcionar. Se ha formado un concepto de que es
algo vergonzoso no hablar en las reuniones, y que hacerlo es glorioso. Es
cierto que hace algunos años enseñé que todos podemos profetizar uno por uno.
En esa ocasión, tenía una carga genuina de animarlos a que todos hablaran, pero
desde ese tiempo se ha creado un concepto erróneo acerca de funcionar en las
reuniones. Aunque no deseo impedir a nadie que hable, sí quiero recalcar que nuestra
función en la vida de iglesia no consiste simplemente en hablar durante las
reuniones.
Todos
debemos aprender a usar nuestro talento para multiplicar los bienes del Señor.
El Señor nos ha dado por lo menos un talento a cada uno de nosotros, el cual
forma parte de Sus bienes; por lo tanto, nuestra carga, deber y
responsabilidad, es multiplicar dicho talento. No busque pretextos ni diga que
no tiene tiempo para cuidar de otros. No importa cuán ocupado esté, todavía
puede funcionar cuidando de algunos, aun si únicamente puede venir a una sola
reunión por semana. No piense que usted es muy débil; quizás sea débil, pero
aún hay otros que están casi muertos, y ellos necesitan de su ayuda. La mejor forma de usar su
talento consiste en cuidar de otros, en interesarse y preocuparse por los demás.
Esto no quiere decir que debe entrometerse en los asuntos de los demás; el
Señor no lo ha empleado con este fin, sino para cuidar de ellos.
Ya
que usted ha recibido un talento, debe usarlo. Antes de venir a la reunión debería
orar: “Señor, yo sé que tengo un talento. No quiero enterrarlo involucrándome
en asuntos terrenales. Por el contrario, deseo usarlo para cuidar de otros”.
Muestre amor por aquellos cuyo corazón se ha enfriado; vaya a visitarlos o
invítelos a su casa. Si usted invierte tiempo con el Señor y abre su corazón
para preguntarle a quién debería cuidar, el Señor le dará la carga. Cuando
visite a otros y tenga comunión con ellos, espontáneamente usará su talento. No
diga: “Señor, Tú eres un hombre duro que siegas donde no sembraste y recoges
donde no aventaste”. Por el contrario, el Señor ha sembrado y esparcido mucho.
Más bien, debemos ver que hay mucho que segar y recoger. ¡Oh, la cosecha es muy
vasta, pero los obreros son muy pocos! No hay necesidad ni siquiera de sembrar,
simplemente vaya a cosechar. Después de cada reunión hay tiempo para cosechar y
recoger. Al hacer esto, ejercitaremos nuestro talento. De este modo, un talento
se multiplicará en dos; los dos talentos se convertirán en cuatro; y los cinco talentos
llegarán a ser diez. Es así como se multiplicarán las posesiones de Dios que
nos han sido encomendadas. Si somos fieles en practicar esto, el recobro del
Señor ciertamente se multiplicará.
El
versículo 27 dice: “Por tanto, debías
haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recobrado lo
que es mío con los intereses”. Depositar el dinero con los
banqueros se
refiere a usar el don del Señor para
guiar a otros a la salvación y ministrarles las riquezas de Dios. Los intereses aquí indican el resultado provechoso que obtenemos para
la obra del Señor al usar Su don.
En cierto sentido podemos decir que los
banqueros son todos los nuevos contactos, los jóvenes y los que se han
desanimado. Debemos depositar los bienes del Señor con estos
banqueros; ellos no son los hermanos que llevan la delantera, sino los débiles,
aquellos que tienen problemas. Supongamos que un hermano tiene algunos
desacuerdos con la iglesia y habla negativamente de ella. Los que hablan
negativamente de la iglesia por lo general también tienen algo negativo que
decir acerca de los ancianos. Tal persona habla de esta manera para vindicarse
a sí mismo: si la iglesia está mal, él está bien; pero si la iglesia tiene la
razón, es él quien está equivocado. Si los ancianos están mal, él ciertamente
queda vindicado. No obstante, a pesar de que disiente, él es un hermano y ama
al Señor. ¡Cuán bueno sería que este hermano disidente fuera atendido, no por
uno de los ancianos, sino por otro hermano en la iglesia que lo amara y se interesara
por cuidarlo! Si este hermano disidente fuese pastoreado por otros santos,
gradualmente él regresaría y alabaría al Señor por la iglesia.
Si
usa su talento de esta manera para cuidar de otros, no sólo lo multiplicará,
sino que usted mismo estará en el tercer cielo, crecerá rápidamente, será
renovado en el espíritu de su mente y será transformado. Además, entre nosotros
habrá un maravilloso testimonio del Cuerpo de Cristo que todo el universo
contemplará. El universo verá que no somos una organización religiosa, sino un
Cuerpo viviente. Por esta razón todos tenemos que usar nuestro talento, el cual
es la posesión del Señor. El resultado será que los talentos se multiplicarán.
Puedo testificar que cuanto más cuidamos de los santos y de las iglesias, más
riquezas tenemos.
El
versículo 28 dice: “Quitadle, pues, el
talento, y dadlo al que tiene diez talentos”. Esto significa que, en el reino venidero, a los creyentes
perezosos se les quitará el don que el Señor les había dado. El hecho de que el
talento se le diera al que tenía diez talentos indica que el don de los
creyentes fieles será aumentado.
El
versículo 29 dice a continuación: “Porque
a todo el que tiene, le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado”. A todo el que produzca ganancias durante la era de la
iglesia, se le dará más en la era del reino venidero; pero al que no ha ganado
nada durante la era de la iglesia, aun el don que tenga se le quitará en la era
del reino venidero.
El
versículo 30 dice: “Y al esclavo inútil
echadle en las tinieblas de afuera;
allí será el llanto y el crujir de dientes”. Esta palabra, usada también en Mateo 24:51, indica que el
pasaje de Mateo 25:14-30 complementa la sección de Mateo 24:45-51. Ambas
secciones tratan de la fidelidad que se necesita para la obra del Señor. En el
capítulo veinticuatro, los versículos del 45 al 51 hablan de la falta de
fidelidad de un esclavo que no cumplió la comisión del Señor. Pero los
versículos del 14 al 30 del capítulo veinticinco todavía son necesarios para
ver el juicio del esclavo infiel que no usó el talento del Señor.
Tanto
en el capítulo veinticuatro de Mateo como en el capítulo veinticinco vemos el
asunto de la recompensa y el castigo.
De acuerdo con Mateo 24:47, la recompensa de los siervos fieles y prudentes
consiste en que el Señor los pondrá sobre todos Sus bienes. Pero el esclavo
malo que comenzó a golpear a sus consiervos y a comer y beber con los que se
emborrachan, será separado y su parte se pondrá con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes
(24:49-51). En el capítulo veinticinco, el esclavo de cinco talentos y el de
dos talentos fueron recompensados al ser puestos sobre muchas cosas y al entrar
en el gozo del Señor. Sin embargo, el perezoso esclavo de un talento fue
castigado y echado en las tinieblas de afuera. Según la interpretación de
muchos maestros cristianos, ser echado en las tinieblas de afuera significa la
perdición eterna de un falso creyente; pero el contexto demuestra que éste no
es un entendimiento acertado. Este no es el castigo para
creyentes falsos, sino para los verdaderos creyentes que no fueron fieles. Las
tinieblas de afuera no se refieren a la perdición eterna, sino a la disciplina
durante la era del reino venidero.
La expresión “el llanto y el crujir de dientes” se usa seis veces en el Evangelio de Mateo. Se usa en dos ocasiones para referirse a la perdición de los falsos creyentes
(13:42) y de los paganos malignos
(13:50). Mateo 13:42 habla de la cizaña, los falsos creyentes que serán echados
en el horno de fuego. El horno de fuego
no son las tinieblas de afuera, sino el lago de fuego. Mateo 13:50 habla de
los gentiles perversos, el pescado malo que equivale a los cabritos mencionados en el capítulo
veinticinco. Ellos también serán echados en el horno de fuego. Por tanto,
aquellos que perecen en el fuego eterno llorarán y crujirán los dientes.
Mateo 8:12 dice: “Mas los hijos del reino
serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de
dientes”. Ya que los hijos del reino
ciertamente son personas salvas, no serán echados al horno de fuego; más
bien, serán echados a las tinieblas de afuera. No creo que
haya tinieblas en el horno de fuego. Habrá llanto y crujir de dientes tanto con los que
perecen eternamente como con los creyentes derrotados; no obstante, los
creyentes derrotados no serán echados en el lago de fuego, sino que serán
arrojados a las tinieblas de afuera y quedarán excluidos de la gloriosa esfera
de la presencia del Señor.
Mateo
22:13 dice: “Entonces el rey dijo a los
servidores: Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de afuera; allí
será el llanto y el crujir de dientes”. Este caso se refiere a uno que no estaba vestido con
traje de boda. Aquí, por supuesto, no se refiere a un incrédulo, sino a una
persona salva. Esta persona salva no fue echada al lago de fuego, sino a las
tinieblas de afuera.
La
misma frase se usa otras dos veces, una en Mateo 24:51 y la otra en 25:30. De
acuerdo con Mateo 24:51, el siervo malo será separado de la presencia del Señor
y se pondrá su parte con los hipócritas, donde será el llanto y el crujir de
dientes. El versículo gemelo, 25:30, dice que el esclavo inútil será echado a
las tinieblas de afuera, donde será el llanto y el crujir de dientes. Al leer todos estos versículos
vemos que los falsos creyentes (la cizaña) y los gentiles malvados serán
echados al horno de fuego, o sea, al lago de fuego, donde será el llanto y el
crujir de dientes. Pero los creyentes derrotados, tales como los hijos del
reino (capítulo ocho), aquellos que no tengan traje de bodas (capítulo
veintidós) y el esclavo infiel (capítulos veinticuatro y veinticinco), serán
echados a las tinieblas de afuera. Allí, en las tinieblas de afuera, también habrá llanto y
crujir de dientes. Esto no se refiere a la perdición eterna, sino al castigo en
la próxima dispensación. Aunque nuestra salvación es eterna, todavía queda
pendiente el asunto de la recompensa o el castigo para los creyentes que se
efectuará durante la era del reino venidero. Si somos fieles al Señor, seremos
recompensados durante la próxima era; pero si no le somos fieles, seremos
disciplinados. Esto se puede ver con claridad en la Palabra santa de Dios.
En
el mensaje anterior y en este mensaje hemos visto los aspectos de la vida y el
servicio. En cuanto a la vida, es necesario velar para ser llenos del Espíritu
Santo; y en cuanto al servicio, necesitamos ser fieles para usar los dones del
Espíritu Santo. Velar en cuanto a la vida se relaciona con el arrebatamiento temprano, y la fidelidad en el servicio se relaciona
con la recompensa. Si velamos y
somos fieles, podremos ser arrebatados temprano y recompensados cuando el Señor
venga. Ser arrebatados temprano equivale a participar
en el disfrute de la fiesta de bodas, y ser recompensados equivale a participar de la autoridad en la era
venidera.
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