George H. Warnock |
“Y del trono salían
relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego,
las cuales son los siete espíritus de Dios.” (Apocalipsis 4:5)
“Y reposará sobre él el
Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de
consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.” (Isaías
11:2)
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres
vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado,
que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete
espíritus de Dios enviados por toda la tierra.” (Apocalipsis 5:6).
Contenidos
Introducción
Capítulo
1 – El juez está a la puerta
Capítulo
2 – Él camina entre los candeleros
Capítulo
3 – Del Lugar Santo al Lugar Santísimo
Capítulo
4 – Sube más arriba
Capítulo
5 – Un vistazo más allá del velo
Capítulo
6 – Los siete Espíritus de Dios
Capítulo
7 – Un Reino de Justicia
Primera
impresión, Junio 2001 en Colombia, Sudamérica
Este
libro puede ser solicitado en inglés contactando con su autor, George H.
Warnock
Las siete lámparas de fuego – George H.
Warnock
INTRODUCCIÓN
En su momento, yo no planifiqué ninguna
introducción para este libro. Sin embargo, al acercarme a su final, sentí que
una breve introducción podría servir como el canto del gallo para algunos de entre el pueblo de Dios.
Al leer y releer las siete cartas a las siete
iglesias, no puedo evitar saber que aquí, al menos en el mundo libre,
nuestro Señor está
llamando a Su Iglesia al arrepentimiento—y por las mismas razones por las que Él
llamó a cinco de las siete iglesias
de Asia al arrepentimiento. Incluso amenazó con quitar el Candelero de
una iglesia que tenía tantas cosas en marcha para sí misma... por una razón que
a duras penas hoy consideraríamos válida.
Después de todo, estaban haciendo buenas obras, trabajando en la obra
del Señor, eran pacientes en la prueba, no podían tolerar a los malos, tenían
un entendimiento penetrante para probar a los que afirmaban tener un ministerio
apostólico y probaban la falsedad de los mismos, llevaban fielmente las cargas
que el Señor había puesto sobre ellos, sin desmayar, y sin abandonar la
carrera... Una iglesia de esta clase ciertamente recibiría la mayor calificación
por parte del Señor. Pero esta es la iglesia a quién el Señor le dijo que
quitaría su candelero, si no se arrepentían. ¿Cuál era su problema? Habían abandonado el PRIMER AMOR. ¿Qué conseguirá
hacernos saber lo bajo que hemos caído, y volver a la simpleza y pureza de
nuestro amor por Dios y por Su pueblo? No tengo la respuesta, pero sé que el
Señor de la Iglesia es la Respuesta,
y que Él camina entre los candeleros, completamente aprobado y preparado para
tratar con cada problema en la Iglesia.
Hace unos días estaba pensando en Pedro.
Amaba a Su Maestro, pero cuando todo se vino abajo, repentinamente se encontró
a sí mismo frustrado, desilusionado, enfadado, ofendido---listo para tirarlo
todo por la borda. Fue muy lejos, hasta llegar a negar abiertamente a su
Maestro tres veces seguidas. Después sucedió algo que Jesús había predicho. De
repente cantó el gallo, Jesús se volvió y miró a Pedro a los ojos. Esa mirada
única a Pedro le llevó a un repentino y devastador arrepentimiento... y salió
fuera y lloró amargamente. Fue el comienzo de la restauración de su fe y
esperanza en Aquel que dijo: “Pedro, he orado por ti, que tu fe no te falte”.
Sé que esta es nuestra respuesta total. Y mi esperanza es que este libro
pueda ser un canto del gallo a tiempo
para muchos de los que se hallan en inquietud y perplejidad, quizás incluso
desilusionados y ofendidos con el pueblo de Dios, o con su Señor. O simple y
llanamente, Laodicenses—ni fríos ni calientes---y no apreciando que nuestro Señor
demanda una cosa o la otra, y que no puede tolerar las mezclas.
Cualquiera que sea nuestro problema, confío en que podamos ser atrapados por los ojos de Jesús cuando
Él regrese y nos mire. Porque sé que los ojos ensangrentados del Cordero nos llevarán a un arrepentimiento
irreversible, en el que no hay vuelta, ni mirada atrás.
“Porque los ojos de Jehová contemplan toda la
tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para
con Él.” (2ª Crónicas 16:9)
--George H. Warnock— 17 Abril 2001
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