Traducción- Charo Quesada
Una voz familiar en el teléfono me trajo recuerdos increíbles de la relación de amistad que habíamos compartido, aún cuando habían pasado ya dos años desde la última vez que habíamos hablado. “¿Qué ha estado haciendo Dios en tu vida?” Me preguntó, tras intercambiar bromas.
Antes de darme cuenta de lo que estaba diciendo, las palabras salieron de mi boca: “En los últimos años, Dios ha desafiado a la enésima potencia todas las expectativas y deseos que tenía para mi vida.” Quedé tan sorprendido sobre mi propia respuesta y con la suavidad que habían salido de mis labios, que según paré para pensar sobre ello, se hizo un silencio incómodo en la línea.
Tras unos minutos el volvió a hablar, casi tentativamente, “¿Y eso es bueno?”
Recuerdo que riéndome le contesté: “¡Es lo mejor!”
“¿De verdad?”
“Si, en todos los sentidos, lo que el Padre ha hecho en mi ha sido mucho más grande de lo que yo hubiera podido intentar producir por mí mismo.”
Yo mismo estaba tan asombrado de mi respuesta como él. Mi vida está lejos de una existencia idealizada en lo que fui enseñado a soñar. Los últimos años han traído muchas circunstancias doloras, las que habría cambiado instantáneamente si hubiera tenido el poder para hacerlo, así como también una serie de esperanzas frustradas las cuales, yo pensaba que eran ideas tanto de Dios como mías.
De lo que me di cuenta en ese momento sin embargo, es que nada de esas cosas tienen importancia alguna. De algún modo, este increíble viaje me ha guiado a un nivel de profundidad mucho mayor. Todo lo que antes tenía en ese viaje espiritual, ha sido una gran fuente de fracaso –El que Dios no supliera mis expectativas, ha sido la vía por la que su mano me ha liberado de toda clase de esclavitud. Quería que me complaciera, pero Él quería liberarme de esa necesidad de ser complacido. Circunstancias dolorosas y expectativas frustradas, han sido la incubadora donde Dios quería enseñarme a dejar de confiar en mis propias expectativas para mi vida, y que me aprovechara de las Suyas.
La Tiranía Del Ego
Hoy miro atrás admirado. A pesar de mis mejores esfuerzos opuestos a los planes de Dios, Él me ha guiado hacia Sí mismo. Las cosas que Él está cambiando en mi vida, el modo como Él las provee y las puertas que Él ha abierto para compartir su realidad con otros, son mucho más allá de lo que jamás pudiera pedir o imaginar. (Lo cual es la evidente manera de decir que yo jamás lo habría hecho de ese modo).
Ahora estoy viviendo la vida en Él, la vida que siempre pensé con profundo anhelo que era posible cuando leía las realidades de Dios que hablaban las Escrituras. A lo largo de mi caminar, muchos trataron de convencerme de que era un idealista. Solían decirme que la relación que deseaba tener con Él, tanto como la profunda relación que anhelaba tener con otros creyentes en la vida del Cuerpo, no eran posibles en esta era. Quizá tengan razón desde el punto de vista humano pensando que el propio creyente pueda producir esto, especialmente mirándonos a nosotros mismos. Pero Él tiene las vías para hacerlo posible en cada uno de nosotros, si se lo pedimos.
Pero la peor de las tiranías en nuestras vidas no es el legalismo, las tradiciones y las obligaciones religiosas tan frecuentes en nuestros días. Tan vinculantes como estas cosas puedan ser, hay una tiranía aún mayor que nos hace esclavos alejándonos de las profundas verdades de la jubilosa vida del Padre: ¡El egoísmo! Podemos liberarnos de todo y sin embargo seguir presos de nosotros mismos que es lo más importante.
He visto ocurrir esto demasiado a menudo. La naturaleza de las cosas que Dios me pide que escriba, me llevan a gente que está descubriendo hasta qué punto la religión organizada, se ha convertido en una esclavitud en nuestros días. Mientras esta promete una relación dinámica con el Dios vivo, con demasiada frecuencia sólo ofrece un programa de comportamiento conformista que deja a muchos vacíos, manipulados y desilusionados. Ver como Dios libera a la gente de esa esclavitud es siempre un gozo. No obstante, liberarse de estas cosas sin la búsqueda de liberarse de la tiranía de uno mismo, sólo se convierte en una excusa para una mayor esclavitud de la carne. Pablo advirtió a los gálatas de esta verdad.
Nuestra mayor esclavitud o cautividad, no es otra persona o el sistema; si no nosotros mismos. Y la mayor esclavitud no son los apetitos de la carne, todos conocemos nuestra naturaleza pecaminosa, sino los planes que creamos para alcanzar nuestros propios beneficios. Intentando que Dios hiciera por mí lo que yo pensaba que era lo mejor, me alejó de ser eficaz mucho más de lo que incluso el más obvio de mis propios pecados pudiera hacer.
La Voluntad De Dios Recibida Con Gozo
Hace unos seis meses, me topé con estas palabras en 1ª Pedro 4:1-2 en la traducción de la Biblia de Eugene Peterson, “The Message”. Creo haberlo compartido por todas partes que voy desde que lo leí porque considero que capta el corazón de lo que es vivir como un hijo de Dios:
“Puesto que Jesús pasó por todo lo que tú estás pasando y mucho más, aprendamos a pensar y actuar como él. Piensa en Sus sufrimientos como la más profunda separación de la vieja costumbre pecaminosa de esperar obtener todo siempre a tu manera. Entonces serás capaz de vivir tus días libre para buscar lo que Dios quiere, en vez de ser tiranizado por lo que tú quieres.”
Creciendo yo como un joven cristiano, solía ver el hacer la voluntad de Dios como una abrumadora carga que soportan solamente los discípulos serios o comprometidos. De algún modo, se suponía que debíamos tener la fuerza de voluntad como para poder negarnos a nosotros mismos todo lo que queríamos hacer, y entonces esforzarnos por hacer la voluntad de Dios. Hacer su voluntad, no era algo deseado sino algo soportado.
Esta traducción da un giro a ese pensamiento. ¿Quién no desearía despertase libre de tener que participar en los deseos de Dios? Yo te digo quién: Aquellos que no conocen a Dios. Si crees que Él es un capataz exigente, encontrarás que hacer su voluntad no sólo es frustrante sino que jamás estarás seguro de conocerla. Sin embargo, una vez que le conoces como realmente Él es, y estás seguro del amor que tiene por ti, perseguir lo que Él quiere se convertirá todos los días en tu mayor gozo.
Observa cómo Pedro se refiere a nuestra propia naturaleza, ésta es el tirano y no Dios. No puedo pensar en ninguna palabra mejor para describir nuestra propia agenda. Cuando entras en la situación de tener que salirte con la tuya, ¿no te sientes tiranizado? Yo sí. Estaba tan asustado, que no podría sobrevivir si no conseguía lo que quería, me presionaba a mí mismo y a todos los demás a que se ajustasen a lo que yo pensaba era lo mejor. El peso de empujar a los demás es una tiranía en sí misma, una fuente de ansiedad para nosotros y de manipulación para los demás.
El verdadero gozo de ser un hijo de Dios, es despertarse cada día con la simple libertad de fundirnos con Dios en lo que Él desee. Como Jesús dijo, él siempre está actuando en nuestras vidas y en la de las personas de nuestro alrededor. Él quiere que compartamos el deleite de Su trabajo, como un padre desearía hacer con su hijo o hija. No hay mayor libertad que actuar así, sin distorsionar Su Voluntad con falsas necesidades y caprichos fuera de lugar.
La Escuela de los Golpes
¿Cómo viene esta libertad? ¿Crees que puedes obtenerla sólo leyendo un artículo o un libro acerca del tema y simplemente girarte y hacerlo? ¡Ojalá fuera así! ¿Cómo nos libera Dios de nuestros propios planes o agendas y nos enseña cómo es mucho más divertido aceptar los Suyos? Él lo hace desafiando nuestras expectativas caprichosas o fuera de lugar. Por eso Pedro, nos animó a ver nuestros sufrimientos como el destete de conseguir todo a nuestro modo.
Pedro nunca dijo que Él orquesta nuestros sufrimientos. Dios no nos crea los problemas para darnos una lección, simplemente usa los problemas de la propia vida de esta era, para enseñarnos Su libertad. El rechaza majestuosamente agendas llenas de tareas u obras y continúa llenado la Suya propia en las vidas de aquellos que así se lo han pedido. Él no nos niega lo que le pedimos para frustrarnos, sino para mostrarnos que Él sabe mejor que nosotros todos los asuntos de la vida. El único modo que podemos darnos cuenta de que nuestras sobrecargadas y apretadas agendas “no son nada”, es ver como los planes de Dios superan y exceden nuestras mejores expectativas.
No es un proceso fácil, como imagino ya sabéis. Cuando Dios no responde a nuestras expectativas, a menudo pensamos que no nos ama, o que quizá no hemos hecho lo suficiente para ganar su favor. Tan sólo sabiendo que Dios te ama completamente, serás capaz de atravesar momentos de sufrimiento entendiéndolo como el proceso del destete ó des-vinculante de tus planes, que Él desea.
Dios no nos castiga o penaliza, Él llena nuestra hambre a un nivel mucho más profundo. Cuando inicialmente comencé a publicar libros a finales de los 80, estaba seguro de que Dios quería que fuera el autor más vendido y reformara su iglesia con la influencia de las palabras que estaba escribiendo. Cuando la distribución de mis libros fue muy por debajo de mis expectativas, me frustré contra Dios. Cuando mis dos primeros libros salieron de la imprenta, estaba francamente enfadado. ¿Por qué habría de fallarme Dios? ¿Acaso mis deseos no eran para su interés? (¡Puedes reírte ahora!)
Cuanto menos crecía mi ministerio conforme a mis deseos, más me frustraba contra Dios. ¿Cambió esto Su forma de tratarme? En lo más mínimo. Él se adelantó produciendo Sus deseos en mi vida. Casi me mata el no confiar en Él. Estaba tan convencido de lo que yo creía que Dios quería, que no podía reconocer lo que de hecho Él estaba haciendo. Durante esos días mi vida fue marcada con ataques de enojo, de frustración y de ansiedad.
A través de los años, sin embargo, he visto a Dios manejando circunstancias para continuar aproximándome más cerca de Él y más cerca de lo que Él en realidad tenía en mente para mí. Me abrió puertas a las cuales ni tan siquiera yo había llamado. Me mostró cual era Su idea de ministerio y reconocí como la mía era comparativamente basura. Verdaderamente, Él sabe bien qué es lo mejor para nosotros, está completamente capacitado para guiarnos a ello cada día, desde que nosotros permanezcamos invitándole a que lo haga.
Viviendo Sin Apego a los Resultados
La clave está en vivir cada día, en la expectativa de como Dios irá actuando en las circunstancias de mi vida, sin esperar que tenga apariencia de algo en particular que me satisfaga. Empiezo a saborear la libertad que genera este tipo de confianza y es la realidad más increíble que he encontrado en Su amor.
Imagina la libertad de no tener que manipular a Dios ni a otros, para que tus deseos se cumplan. En lugar de ello, simplemente puedes encontrar lo que Él tiene para ti, y aunque a corto plazo parezca ser más doloroso de lo que deseas, sus caminos siempre son los mejores –no sólo resolviendo nuestras circunstancias sino transformándonos a través de ellas.
Ciertos años atrás, leí un libro acerca de un hombre jugando con su padre que era un enfermo terminal, sus últimos hoyos en los famosos campos de golf de Escocia. Al comienzo de su viaje, se dio cuenta de lo poco que estaba disfrutando del golf porque su único objetivo era obtener la puntuación más baja posible. Cada vez que tenía mala suerte con un mal tiro, jugaba los siguientes aún peor y con peor humor.
Ahí fue cuando su padre le enseñó a que jugara golf sin estar apegado a los resultados. En otras palabras, su padre le dijo: “no te preocupes de la puntuación, simplemente disfruta el desafío de alcanzar el hoyo con cada disparo, tanto como puedas.” Cada vez que se desvíe, ve hacia la pelota y encuentra el mejor disparo que puedas alcanzar desde ese punto. Deja que la puntuación se ocupe de sí misma, aún cuando no obtengas una buena ronda, habrás disfrutado de un hermoso paseo por un bello campo con tus amigos y compañeros.”
Quizá debiéramos aprender a vivir cada día sin estar apegados a los resultados. ¿No estaríamos absolutamente libres si pudiéramos hacer lo mismo en nuestro propio viaje espiritual? En vez de estar tan enfocados en los resultados deseados, podríamos simplemente confiar en los resultados que Dios está produciendo, haciendo su obra en y a través de nosotros. Ahora, en vez de perder nuestro tiempo intentando atraerle hacia nuestro plano, podemos disfrutar nuestra relación con Él mientras Él nos guía hacia el Suyo. Y créeme, es mucho más sosegado caminar con Dios en su plano, que estar constantemente imaginando e intentando introducirle a Él en el nuestro.
Una Agenda Mejor
Lo que Dios ha estado intentando hacer en nosotros desde el día que le conocimos, es liberarnos de la tiranía de uno mismo. Él sabe que tu habilidad para vivir en su descanso, paz y gozo, no vendrá cuando obtengas todo lo que tú deseas, sino cuando abandones todos tus deseos y te aferres a los Suyos.
A través de la mayor parte de mi viaje espiritual, fui inseguro sobre el amor de Dios hacia mi persona y mi significado en este mundo. Todo lo que me movía en esos primeros años, era intentar ser exitoso ante mis propios ojos y ante los de los demás. Mi vida de oración se centró en torno a esas inseguridades, tratando de conseguir que Dios arreglara mi situación por mi propio miedo a fallar.
Siempre me impresionaba ver como ignoraba mis más fervientes oraciones, especialmente por esas cosas de las cuales estaba convencido formaban parte de Su visión para mi vida. ¿Cómo podía Él no cambiar las situaciones que me frustraban y amargaban?
Afortunadamente Él tenía algo mucho mejor en mente. Yo quería que Él cambiase mi situación de modo que no tuviera que sufrir nunca más miedo o inseguridad. Pero Él quería cambiarme para que ninguna situación volviera atemorizarme nunca más. Si mi seguridad iba a basarse en situaciones, Él sabía que nunca le seguiría por las increíbles sendas por las que Él quería llevarme.
¿Como lo hizo? Permitió que las circunstancias o situaciones confrontaran mis mayores inseguridades una y otra vez. A pesar de mis gritos de socorro, Él simplemente se mantuvo mostrándome cada día, tragándose mi dolor con Su amor y guiándome gentilmente hacia un camino mucho mejor.
El Gozo de la Libertad
Ciertamente Él tenía mucho más que hacer en mi vida en estos asuntos, pero de algún modo en los últimos meses, me ha llevado a un nuevo escenario de Su libertad. Siento que ahora puedo caminar sobre cualquier situación y vivirla con una libertad sin satisfacer mi agenda. Estoy más entusiasmado sobre lo que Él va hacer, que sobre lo que creo que deba yo hacer.
Ya no me persiguen las inseguridades, ni soy afectado por noches sin dormir por la ansiedad. No me adentro en conversaciones difíciles con ese nudo en el estómago porque sé que la salida no está en mis manos, sino en las Suyas. Sin toda esa esclavitud, encuentro mucho más fácil reconocer Su mano y fluir con ella.
Sí, claro que todavía hay momentos en que me gustaría que cambiase ciertas situaciones de mi caminar, las cuales me facilitarían bastante. Sin embargo ahora tengo la sana sospecha, de que el modo que me condujese sobre cualquier asunto de mi vida, y el modo en que Dios desea conducirme, serán probablemente polos completamente opuestos. Sigo dejándole saber mis peticiones, pero escucho más intencionadamente las Suyas. Sé que lo que Él hará en todas las circunstancias, será mucho mejor de lo que yo pudiera concebir.
De modo que si crees que Dios está decepcionando tus más apasionadas expectativas, sólo considera que Él está haciendo algo más extraordinario en ti de lo que todavía hayas captado. Está expresándote Su amor a un nivel mucho más profundo para que no tengas que lidiar con la tiranía de ti mismo nunca más.
Abriendo tus ojos a esta realidad, te está mostrando como ser verdaderamente libre -no sólo del legalismo, las obras o de las obligaciones de la religión, sino de un enemigo mucha más poderoso aún: El quiere que seas libre de ti mismo, y sólo gozando de esta libertad, podrás conocer y ser la persona que Él ha creado en ti.
Encontrarás que esta libertad es uno de los más grandiosos regalos de Dios. Te permitirá disfrutar y reconocer profundamente con más facilidad cómo Él quiere compartir Su trabajo contigo y alrededor de ti.
Tú también, te despertarás cada día entusiasmado por aceptar lo que Dios quiere, en lugar de ser forzado por la tiranía de tus propios deseos. ¡No hay libertad como esta!
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