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DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLA LA BOCA, por David Wilkerson




DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN
by David Wilkerson
Cuando de niño decía algo pícaro, mi mamá siempre me lavaba la boca con jabón. Pero no era mi boca la que necesitaba ser limpiada, sino ¡mi corazón! Usted puede ver cómo su lengua habla solamente lo que habita en su corazón. Estas son las mismas palabras que nuestro Señor Jesucristo dice. Él afirma que una conversación ligera, no cuidadosa y malévola, solamente puede provenir de un corazón inmundo.

Como creyentes, no hemos tomado seriamente lo que el Señor dice acerca de domar nuestras lenguas. Él sostiene que este asunto se trata del corazón. No solamente mi lengua ligera rebaja mi espiritualidad, sino también muestra que mi corazón está sucio.

Si yo hablo con chismes, digo bromas pícaras, critico a otras personas, le grito a mi familia, entonces debo de preguntarme: “¿Qué cosas sucias aún se encuentran dentro de mi corazón que me llevan a hablar de esta manera?”

Yo necesito examinar mi corazón y preguntarme, ¿De dónde proviene esto? Debe de haber algo que no he analizado, de otra forma no estaría hablando así. ¿Por qué hablo con chismes? ¿Por qué pronuncio palabras dañinas y poco cuidadosas? ¿Qué ataduras aún dominan mi corazón?”

Jesús le da gran importancia a este asunto: “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?, porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”. (Mateo 12:34-35). Aquí Jesús nos está diciendo, “Si tú no tienes cuidado con tu lengua -peleas, te quejas, murmuras, chismeas- ¡tú tienes un serio problema en tu corazón! Tu corazón no es recto delante de Dios, lo cual tiene una raíz muy profunda. Existe un tesoro malvado habitando en ti, así como una víbora cuenta con bolsas de veneno almacenadas detrás de su quijada. Si veneno mortal está saliendo de ti, esto se debe a que ¡la bolsa no ha sido drenada!

Siempre cuando yo permito que algo sucio salga de mis labios, debo detenerme y decirle al Señor, “Maestro, debe todavía haber una raíz de celos, envidia, o lujuria en mi corazón. ¡Excava lo más profundo de mi corazón y quita todas las raíces de amargura, orgullo o de lo que sea!” ¡Dios quiere sacar aquello malvado en su corazón, aquella bolsa de veneno oculta dentro de usted! Él quiere sacar esa raíz y sanarlo por completo. 

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