Hay capas de entrenamiento que se están llevando a cabo en este momento a medida que los herederos e hijos designados se acercan a que “toda la creación gime, la manifestación de los hijos de Dios”. Esta transición requiere niveles de prueba que sirven para desplazar niveles de carne que permanecen en nuestro ser: una especie de santificación.
Hay momentos en que la persecución viene con la bendición: no es para destruirnos, sino para enseñarnos a mantener la paz en medio de la tormenta (esta es una forma de endurecernos). Durante una persecución extrema debemos sumergirnos más profundamente en Dios, confiar más en Él y aprender que Él es nuestro defensor, por lo tanto, nosotros no tenemos que hacerlo.
El diablo siempre vendrá en busca de tu bendición para explotar cualquier grieta débil en tu armadura; es normal que lo haga; pero en el proceso, debes aprender a mantener la boca cerrada, a no ver la necesidad de defenderte y, por lo tanto, a observar que Dios se convierte en tu defensor. Con el tiempo, la persecución cesará o cambiará de rumbo, pero el mordisco será menor cada vez que ganes la batalla, poniendo toda tu confianza en el Señor, guardando la paz e incluso devolviendo "bien por mal, por lo cual recibirás una bendición".
Me tomó años aprender esto, ya que soy un luchador por naturaleza, sin embargo, esa vieja naturaleza no tiene lugar en el Reino de Dios. Para que un hijo se convierta en un “hijo manifestado”, debe sobrevivir a un proceso de santificación que requerirá “mantener los ojos puestos únicamente en Él” (Isaías 26: 3). Algunas de estas persecuciones serán duras, pero recuerda: "Él está preparando una mesa delante de ti en presencia de tus enemigos".
Si vacilas en la carne cuando te atacan, arrepiéntete inmediatamente y todos los que están en tu 'mesa aderezada' serán perdonados. ¡Serás puesto a prueba en este campo específico HASTA QUE OBTENGAS LA VICTORIA EN ESO!
¡Sigue luchando (en el espíritu)!
Clay Sikes
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