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ISRAEL Y JUDÁ - Parte 4, Dr. Stephen Jones

 


Fecha de publicación: 22/02/2025
Tiempo estimado de lectura: 8 - 10 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2025/02/israel-and-judah-part-4/


Muchas profecías se interpretan o se aplican incorrectamente, por lo que a menudo se cumplen de maneras inesperadas.

Vemos esto en el caso de la Primera Venida de Cristo. La mayoría de la gente esperaba que el Mesías naciera en un palacio o en la casa del sumo sacerdote. Nadie esperaba que naciera en un establo de una familia pobre.

La mayoría de la gente pensaba que el Mesías se convertiría en un comandante militar que obraría milagros y que liberaría a la nación del dominio de Roma. Esto tampoco ocurrió. Además, cuando el Imperio Romano llegó a su fin en el año 476 dC, no fue a manos del Mesías, sino a causa de las invasiones “bárbaras”.

Hoy, mientras esperamos la Segunda Venida de Cristo, la gran mayoría de los cristianos nuevamente están esperando un Mesías militar, pensando que los judíos tenían razón la primera vez, pero se equivocaron en cuanto al momento. En segundo lugar, al identificar erróneamente a los judíos como israelitas, piensan que el Reino debe venir a través de Judá y no a través de Israel. Como Israel permanece en el exilio como las “tribus perdidas”, se supone que Judá reemplazó a Israel como titular de la Primogenitura.

Esta es una versión extraña de la Teología del Reemplazo. Si al pueblo se le hubiera enseñado Jeremías 18 y 19 correctamente, no habría estado cegado a la verdad. Jeremías 18: 1-10 presenta el vaso de barro húmedo y maleable como la Casa de Israel, pero Jeremías 18: 11 hasta el final del capítulo 19 presenta a Judá como el viejo vaso de barro que se romperá tan completamente que nunca más podrá ser reparado. Obviamente, Israel y Judá tuvieron destinos muy diferentes.

Cuando el reino fue dividido, la Línea Mesiánica permaneció con Judá mientras que la Primogenitura (o “el reino”) permaneció con Israel (Efraín). La reunificación sería necesaria para que el Reino naciera. Algunos insisten en que el Reino fue establecido por Cristo en su Primera Venida. Sin embargo, lo que realmente ocurrió fue que al profético “Saúl” se le dio un reino bajo el liderazgo de la tribu de Benjamín, no de Judá. De hecho, la mayoría de los discípulos eran de Galilea, que había sido colonizada por la tribu de Benjamín después del cautiverio babilónico. Las excepciones notables fueron Mateo Leví y Judas Iscariote (de Keriot Arba, o Hebrón).

Lo que la mayoría de la gente llama la Iglesia es en realidad el cumplimiento del reino de Saúl. Sí, era un reino, pero fue sólo una provisión temporal. Saúl mismo fue coronado el día de la cosecha del trigo (1º Samuel 12: 17Éxodo 34: 22), que es la Fiesta de las Semanas (Pentecostés). Cuando el Espíritu fue dado a la Iglesia en Hechos 2: 1, fue [el antitipo de] la coronación del rey Saúl. Saúl fue coronado en Pentecostés, lo que lo convirtió en un tipo de la Iglesia en la Edad Pentecostal. David fue coronado en el Jubileo 59 desde Adán, lo que lo convirtió en un tipo de Vencedor en el Reino venidero.


El llamado de Judá

El llamado de Judá culminó en la Persona de Jesucristo, quien era el verdadero “Rey de los judíos”, como decía la inscripción en la cruz. En aquellos días, el pueblo estaba dividido en su opinión sobre Él, pero la mayoría se puso del lado de sus líderes religiosos al rechazarlo como Mesías. No obstante, había dos grupos de personas.

Tenga en cuenta que el líder de una tribu tenía el derecho de pertenencia a la tribu. Si alguien se rebelaba contra el verdadero líder, podía ser “cortado de entre su pueblo” (Levítico 17: 4). Podía perder su ciudadanía y su condición de miembro de la tribu, porque la membresía no era puramente una cuestión de genealogía sino, en última instancia, una cuestión de ley.

Por esta razón también, un extranjero podía unirse a la tribu adoptando el pacto con Dios, y entonces sería considerado parte de esa tribu (Isaías 56: 6-8). Consideremos el hecho de que antes de que Abraham tuviera hijos, había 318 hombres, “nacidos en su casa”, que él podía enviar a la batalla contra los reyes de Sinar (Génesis 14: 16). Si incluimos a la mujer, los niños y los ancianos, la casa de fe de Abraham debe haber incluido al menos 2.000 personas.

Dos siglos después, en tiempos de Jacob, esta cifra debe haber aumentado a unos 10.000, y todos ellos fueron a Egipto por invitación de José. Los 70 mencionados en Éxodo 1: 5 eran sólo los “que salieron de los lomos de Jacob. No incluía a los pastores ni a otros. Cuando los israelitas salieron de Egipto bajo el mando de Moisés, todos ellos se habían unido a la tribu en la que trabajaban y eran considerados israelitas.

Nuevamente, cada uno de los hijos de Jacob tomó esposas extranjeras, quienes luego también se convirtieron en israelitas.

El asunto es que pertenecer a una tribu israelita no era necesariamente una cuestión de genealogía. Sin embargo, si alguno de ellos violaba la Ley sin arrepentirse o si alguno se rebelaba contra el príncipe de la tribu, podía ser eliminado de la tribu y de la nación en su conjunto.

Cuando Jesús vino como el Mesías-Rey, la mayoría de los líderes religiosos lo rechazaron, y la mayoría del pueblo se unió a la rebelión. Violaron la Ley del Sacrificio, que les ordenaba llevar la sangre del sacrificio al altar para que se aplicara a ellos personalmente. Por su incredulidad, no aplicaron la sangre del gran Sacrificio a sus propias almas y, por lo tanto, violaron Levítico 17: 4.

Por esta razón, fueron separados de la tribu de Judá. Pablo más tarde utilizó la metáfora de las ramas que fueron cortadas del árbol del Reino (Romanos 11: 1721). A la mayoría de los cristianos no se les han enseñado estas cosas, y por eso siguen creyendo que ser judío o israelita es puramente una cuestión de genealogía. Por lo tanto, insisten en que Dios todavía considera a los judíos incrédulos como parte de la tribu de Judá. Sin embargo, Pablo nos dice claramente en Romanos 2: 2829:

28 Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; y la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.

Pablo define a un “judío” (judaíta) como aquel que está circuncidado en el corazón, porque ésta es la señal del Nuevo Pacto. Aunque los hombres siguen aplicando el nombre de “judío” a quienes descienden de quienes han rechazado al Mediador del Nuevo Pacto, Dios lo ve de otra manera. Judá significa “alabanza”, y para alabar a Dios apropiadamente, uno debe reconocer a Jesús como el Mesías y someterse al Nuevo Pacto que Él nos trajo. Rechazar a Cristo es rechazar a su Padre en el Cielo.

En otras palabras, “su alabanza” (es decir, su condición de judío) no es lo que los hombres dicen, sino lo que Dios dice. Por eso Jesús mismo rechazó la afirmación de los incrédulos de que eran judíos debido a su genealogía (Juan 8: 3839). También leemos en 1ª Juan 2: 23:

23 El que niega al Hijo no tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre.


Los hijos de Abraham

En el pensamiento hebreo, había dos maneras de interpretar la palabra “hijo”. Un hijo podía ser un hijo biológico, o podía ser alguien que de alguna manera se parecía a alguien o algo. Así, las Escrituras se refieren a los hijos de BelialDeuteronomio 13: 13), los hijos del trueno (Marcos 3: 17), los hijos de luz (Efesios 5: 8) e hijos del diablo (Juan 8: 44). Ninguno de estos se refería a la genealogía física, sino a los rasgos de carácter.

Así también los hijos de Abraham son aquellos que manifiestan la fe del Nuevo Pacto que se vio en Abraham. Así lo entendió claramente Pablo en Gálatas 3: 6729:

6 Así también Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7 Sabed, pues, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa.

Los que creen en la promesa del Nuevo Pacto de Dios son, como Isaac, los herederos de Abraham. No hay descendiente bíblico de Abraham aparte de la fe en Jesucristo, y si creemos que los hijos de la carne son los herederos de Abraham, entonces demostramos que somos de Ismael, no de Isaac (Gálatas 4: 23-26).


La Iglesia es Judá

La Iglesia, que comenzó principalmente con los discípulos de Cristo, pero que también se extendió a los griegos, romanos y samaritanos, etc., está formada por aquellos que fueron leales al Rey Jesús, quien era el portador de la tribu de Judá. Aquellos que lo rechazaron a Él y a su sacrificio por el pecado fueron eliminados, y Dios dejó considerarlos judíos, sin importar cómo los llamaran los hombres.

La Iglesia, entonces, no reemplazó a Judá; era y es la tribu de Judá, independientemente de su etnia. Estos son los descendientes y herederos de Abraham. La Iglesia más tarde comenzó a enseñar la doctrina de la Teología del Reemplazo, afirmando que la Iglesia reemplazó a los judíos y/o a Israel. Pero eso no es estrictamente cierto, ni se ajusta a la definición de Pablo de un judío en Romanos 2: 29.

Si un judío autoproclamado desea ser un judío que Dios reconoce, debe aceptar a Jesús como el Cristo; en esencia, debe convertirse en parte del verdadero cuerpo de judíos, es decir, la Iglesia. Sin embargo, a muchos les falta comprensión, y por eso encontramos a muchos cristianos tratando de convertirse en judíos para ser herederos de Abraham. Esta tendencia comenzó cuando Pat Boone se convirtió a Cristo en la década de 1960. Sus mentores espirituales lo convencieron de que los judíos biológicos eran los elegidos, y por eso se convirtió al judaísmo. Muchos cristianos siguieron su ejemplo, porque este es el resultado natural de una enseñanza errónea.

Para ser un judío bíblico de la tribu o reino de Judá, uno debe reconocer a Jesús y su misión en su Primera Venida. En otras palabras, creer que Él murió por el pecado del mundo, resucitó de entre los muertos y ascendió a la diestra del Padre.

A continuación, veremos lo que significa ser un israelita, que es un Vencedor que reinará con Cristo.


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