12/01/2017
Oseas
13:1
dice,
1
Cuando
Efraín hablaba, había temblor [rethath,
"terror"].
Se encumbró en Israel, pero cuando se hizo culpable (hizo
mal)
por Baal [Asham,
"era culpable"]
murió.
En
los años anteriores, cuando la tribu de Efraín hablaba, todas las
otras tribus e incluso otras naciones, prestaban atención y
respetaban lo que Efraín tenía que decir. Decir "había
temblor" es una forma de expresión en hebreo, al igual que "el
temor del Señor". La palabra rethath
viene
de una raíz que significa "temblar".
19
Tú
crees que Dios es uno. Bien haces; también los demonios creen, y
tiemblan.
El
"estremecimiento" viene de la palabra griega Fresso,
que es el equivalente al hebreo rethath.
El estremecimiento, o "temblor" (KJV) debe entenderse como
una expresión hebrea que usa palabras griegas. Los demonios creen, y
prestan atención. Ellos también respetan la idea de que "Dios
es uno". Oseas
13:1,
cuando Efraín hablaba, la gente lo tomaba en serio, y "fue
encumbrado
en Israel".
La
culpa de apagar el Espíritu
Cuando
la tribu de Efraín comenzó a adorar a Baal, "hizo
mal y murió".
La palabra hebrea para "hizo mal" es Asham,
lo que significa llegar a ser
culpable
y, por tanto, ser responsable de sufrir el castigo.
La
palabra Asham
se
puede dividir en dos partes: esh,
"fuego" y la letra mem
"Agua".
La palabra esh
es
Alef
(buey,
toro, fuerza) y
shin
(dientes, para consumir o devorar). En otras palabras, la
esh,
o "fuego" significa literalmente "fuego
consumidor",
razón por la cual Dios se describe a Sí mismo como "un fuego
consumidor" (Deuteronomio
4:24).
Nuestra palabra castellana cenizas
viene
esta palabra hebrea esh.
Mem
es
una letra del alfabeto hebreo, y también significa "agua".
Por lo tanto, Asham
intentaban
mezclar el fuego y el agua, y tales personas deberían ser
avergonzadas.
Como
un curso de acción alternativo, podemos fijarnos en la palabra
hebrea Ashar,
(feliz; bendecido), que es literalmente "fuego"
en el Resh
"cabeza",
Pablo probablemente tenía esta palabra hebrea en mente cuando
escribió. Romanos
12 :19,20,
19
No
os venguéis vosotros mismos, amados, sino dejad lugar a la ira de
Dios, porque está escrito: "Mía es la venganza, yo pagaré,
dice el Señor. 20 Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si
tuviere sed, dale de beber; porque haciendo esto ascuas
de fuego amontonarás sobre su cabeza".
Hoy en día
muchos piensan que amontonar carbones encendidos sobre la cabeza de
uno es algo malo, como si hacer esto volvería la cabeza en llamas.
Pero la metáfora era de un vecino cuyo fuego se extinguió y
necesitaba algunos carbones para reiniciarlo. Los vecinos podían a
menudo no gustarse el uno al otro, pero si uno necesita reiniciar un
fuego, una mujer podía ir al vecino y pedir algunas brasas. El
vecino podría ser tacaño y darle sólo unos carbones pequeños, lo
que haría difícil iniciar el fuego. Pero para bendecir al vecino,
se amontonaban carbones de fuego en una vasija de barro, que el
vecino luego llevaría en su cabeza de vuelta a su casa.
Esta
era la metáfora de Pablo acerca de la bendición, derivada de la
palabra hebrea ashar.
También era una buena metáfora de la Efusión
del Espíritu Santo,
como se ve en el día de Pentecostés,
cuando el fuego de Dios vino sobre las cabezas de los discípulos.
Así fue como Dios les "bendijo" ese día.
Lo
contrario, por supuesto, se ve en la palabra Asham,
donde el agua se echa sobre el fuego. Por esto, Pablo dice en 1
Tesalonicenses 5:19,
"No
apaguéis el Espíritu".
Apagar
el Espíritu era echar agua sobre el fuego.
Aquellos que lo hacen debe ser avergonzados.
Oseas
13:1
usa esta palabra asham
para
hablarnos
de la culpabilidad de Efraín. Al
adorar a Baal, Efraín apagó el Espíritu de Dios y "murió"
espiritualmente.
Idolatría
Oseas
13: 2
dice,
2
Y
ahora añadieron a su pecado, y de su plata se han hecho según su
entendimiento estatuas de fundición, ídolos, toda obra de
artífices; acerca de los cuales dicen a los hombres que sacrifican,
que besen los becerros.
Los hombres
aman grandemente las obras de arte, y la creación de ídolos era una
manera de expresar la propia capacidad artística. Pero incluso las
grandes obras de arte no pueden captar una representación exacta de
la naturaleza de Dios. Tal arte sólo puede crear un dios a imagen de
uno, imaginada por el propio corazón de maldad. Por esto fue
precisamente que Dios se les apareció sólo en forma de fuego. El
fuego consume la carne, y aunque su naturaleza es siempre la misma,
la llama cambia continuamente de apariencia.
Sin
embargo, se esperaba de los idólatras que "besen
los becerros",
una referencia a los becerros de oro en Bet-Aven. Porque besar era
mostrar amor y respeto a los ídolos, como si realmente representaran
al Dios del Cielo. El Dr. Bullinger, en sus notas, lo conecta con
nuestra palabra castellana adorar,
derivada del latín.
"Besen los becerros. Besar era fundamental en toda idolatría pagana. Es la raíz del latín ad-orare = a [llevar algo a] la boca".
Oseas
13:3
continúa,
3
Por
tanto, serán como la niebla de la mañana, y como rocío que pronto
desaparece, como paja que se sopla lejos de la era, y como el humo de
una chimenea.
El profeta
hace hincapié en la existencia temporal de la nación que sucumbe
a la idolatría. Las nubes de la mañana y el rocío (o "niebla
de la noche") desaparecen con el calor del sol matutino. El tamo
de la era, se esparce con el viento. El humo de una chimenea se
disipa a medida que sale de la casa. Así también Efraín, o Israel,
perdió la cabeza, dejando de ser visible para los hombres en la
Tierra. Tal es el precio de la idolatría.
El
olvido de Dios
Oseas
13:4
dice,
4
Sin
embargo, yo soy Yahweh tu Dios desde la tierra de Egipto; por tanto
no conocerás otro dios fuera de mí, pues no hay salvador fuera de
mí.
6
Yo
soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa
de servidumbre.
7
No
habrá para ti otros dioses delante de mí.
El
profeta, sin embargo, añade un nuevo pensamiento, diciendo, "pues
no hay salvador fuera de mí".
Un salvador es un libertador. En este caso, Dios se refiere a la
liberación de
Israel de la esclavitud en Egipto. Tenemos, por supuesto, un
Salvador, Jesucristo, que nos ha liberado de la esclavitud del
pecado. El pecado es el gran capataz, que manda a la carne pecar a
través de "la
ley del pecado"
(Romanos
7:23,25;
8:2),
de modo que ya no estamos bajo ninguna obligación de obedecer las
órdenes del pecado que nos dice que vivamos de acuerdo a la carne
(Romanos
8:12).
En su lugar, nos encontramos ahora obedeciendo las leyes y las
órdenes de nuestro nuevo Amo, nuestro Salvador, nuestro Libertador,
que nos ha comprado como Sus propios esclavos (Romanos
1:1).
5
Yo
te conocí en el desierto, en tierra de gran sequedad [taluva,
"sed"].
6 Cuando eran apacentados se saciaron; y estando satisfechos, su
corazón se llenó de orgullo; por lo tanto, se olvidaron de mí.
El
profeta recuerda a Efraín que él había cuidado de ellos, y que
siendo Sus esclavos, Él no los maltrató, sino que siempre proveyó
para todas sus necesidades. Incluso cuando pasaron por "tierra
de gran sequedad",
donde se quedaron sin agua (Éxodo
17:1),
Dios trajo el agua para ellos mismos desde la roca (Éxodo
17:6).
No
obstante, cuando entraron en la tierra que mana leche y miel, y
cuando la gente prosperaron y ya no sufrieron escasez, sus hijos
olvidaron a Dios, porque sus corazones nunca habían sido probados y
disciplinados por dificultades. Los
padres quieren que sus hijos eviten las dificultades que ellos mismos
han experimentado, sin darse cuenta de que las dificultades
construyen el carácter.
Por lo tanto, una generación que vive mejor que la anterior es casi
siempre más decadente y permisiva. En el caso de Israel, las
generaciones posteriores adoraron ídolos, porque no tenían
recuerdos de la liberación que sus padres tuvieron en el desierto.
10
Cuando
hayas comido y estés satisfecho, te bendecirá Yahweh tu Dios por la
buena tierra que te habrá dado. 11 Cuídate de no olvidarte de
Yahweh tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus
estatutos, que yo te mando hoy.
Esto
era más que una advertencia; era una profecía de lo que vendría.
En los días de Oseas, la mayoría de la gente se había olvidado del
verdadero Dios. Habían desechado a Yahweh y lo reemplazaron con el
becerro de oro, pensando que este ídolo era el verdadero Dios que
los había liberado de Egipto. Este problema había comenzado en los
días de Moisés, cuando el propio Aarón construyó el primer
becerro de oro, y cuando la gente dijo: "Este
es tu dios, Israel, que te sacó de la tierra de Egipto"
(Éxodo
32:4).
Es
importante señalar, sin embargo, que la mayoría de la gente no
rechazó conscientemente al Dios creador; el problema fue que
pensaban que su becerro de oro era una representación exacta del
Dios Creador. Una imagen se basa en la comprensión o concepto de
los hombres de Dios, aquello que el hombre imagina que Dios es. En
esencia, la idolatría es un estado de ánimo en el que adoramos
nuestra comprensión carnal de Dios, más que al verdadero Dios como
realmente es. Esa es la idolatría del corazón, que se expresa en
imágenes u objetos artísticos.
Al
final, el propósito de Dios es crear al hombre a Su propia imagen
(Génesis
1:26).
Porque seremos semejantes a él en todos los sentidos, tales imágenes
no serán una forma de idolatría divina, sino una verdadera
representación de lo que Él es. Jesucristo vino a la Tierra para
mostrarnos el camino, porque Él era (y sigue siendo) "la
imagen misma de su sustancia"
(Hebreos
1:3 KJV),
o "la
representación misma de su sustancia"
(Hebreos
1:3 NASB).
Nosotros
mismos "estamos
siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria"
(2
Corintios 3:18)
a través de Cristo por medio de la nueva Alianza.
Etiquetas: Serie Enseñanza
Categoría: Enseñanzas
Dr. Stephen Jones
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