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CRISTO ES EL TODO Y EN TODOS, Octavius Winslow


All In All In Christ (devotional)

"Cristo es el todo, y en todos".
Colosenses 3:11


Cerramos estas devotas meditaciones con una Doxología maravillosa —¡Cristo es todo, y Cristo en todos! Es un epítome, el fundamento, la consumación y cima de todo. Cada tema ha sido una apertura más amplia del estuche de la joya divina, ofreciendo otro vistazo más cercano de la preciosa e invaluable gema que contenía. Ahora, levantemos y removamos la cubierta, y, ¡mirad! Se presenta ante nosotros en toda su grandeza, fulgor y plenitud —CRISTO, TODO Y EN TODOS. El vocabulario se agota, las imágenes suministran su ultimo símbolo, la imaginación deja caer sus alas, puesto que la inspiración no pueden portarla más alto —¡Cristo es todo, y en todos!

“¡Bendito Jesús! Eres todo en todos, en la creación y redención, en el perdón, gracia y gloria. Eres todo en todos en Tu Iglesia, y en los corazones de Tu Pueblo —en todos sus gozos, toda su felicidad, todas sus labores, todos sus privilegios. Eres todo en todos en Tu Palabra, ordenanzas, medios de gracia, la suma y sustancia de la Biblia entera.

¿Hablamos de promesas? Eres la primera promesa en la Santa Palabra, y la totalidad de cada promesa que le sigue; ya que todas en ti son ‘SÍ y Amén’ (2 Cor. 1:20)

¿Hablamos de la Ley? Eres el fin de la Ley para justicia a todo  aquel que cree.

¿Hablamos de sacrificios? Por tu único sacrificio has  hecho perfectos para siempre a los que son santificados.

¿Hablamos de las profecías? De ti dan testimonio todos los profetas, que todos los que en ti creyeren, recibirán la remisión de pecados.

¡Si! Bendito y santo Jesús, eres todo en todos. Que seas para mí, Señor, el todo en todo lo que necesito en su momento, y entonces, sin duda, ¡serás mi todo en todo para toda la eternidad!

¡Alma mía! ¡Todo lo que Jesús tiene es tuyo! ¡Toda perfección de Su naturaleza, todo latido de Su corazón, todo pensamiento de Su mente, toda gota de Su sangre, todo ápice de Su justicia, todo átomo de Su mérito es tuyo! ¡Cuán rico y vasto inventario! ¡Cuán preciosa e infinita riqueza!

Echa mano grandemente de Su Verdad, sumérgete profundamente en Su plenitud —Él suministrará para toda necesidad— “porque todo es vuestro”.

Pero, alma mía, Jesús no es únicamente todo para ti, sino que Él está en todo lo que tiene que ver contigo. Él está en cada evento de tu historia, y Él está en toda circunstancia de tu vida. Él está en cada aflicción —santificándote; Él está en cada pena —endulzándote; Él está en cada nubarrón —dándote brillo; Él está en cada carga —sosteniéndote; Él anda sobre toda tormenta y camina sobre toda oleada, diciéndole a los vientos y a las olas, “¡Calla, enmudece!” (Mr. 4:39). Oh, nunca recibas un evento o circunstancia en tu vida diaria, triste o jubiloso, sino deja que tu fe exclame: “¡Jesús está en esto! ¡Él lo envió, Él viene con ello, Él lo controlará, y El demostrará la plena suficiencia de Su gracia, y tendrá toda la adscripción de mi alabanza!”

Y si el Señor ha visto conveniente quitarte algo que amabas—la bendición que valorabas, el suministro que necesitabas, el sostén sobre el que te apoyabas— es únicamente para que Él pudiera ser tu todo en todo. ¡Jesús puede llenar todo vacío, reemplazar toda pérdida, y ser infinitamente más para ti que el más grato y más vital tesoro que Él alguna vez dio o quitó!

Cristo será todo en todos cuando la eternidad se esté acercando, y el ojo se esté cerrando, y el corazón se esté enfriando, y el pulso esté extinguiéndose, y el semblante esté cambiando, y la Tierra esté desapareciendo, y el Cielo esté abriéndose, y los amigos estén llorando.

¡Oh! entonces y solo entonces, ¡JESÚS será TODO EN TODOS! Por el valle de sombra, a través del creciente diluvio, en lo alto de las colinas celestiales, adelante hacia el Trono alto y elevado —la gloria bañándolo, los santos y ángeles rodeándolo, himnos emitiéndose alrededor de Él— Jesús entonces aparecerá como nunca antes —EL TODO Y EN TODO de Su Iglesia.
“Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”.

(Sal. 73:26). 

(Por gentileza de E. Josué Zambrano Tapias)

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