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LA SOLUCIÓN AL MAL PRECEDENTE DE SAÚL - Parte 5: LA DESCALIFICACIÓN DE SAÚL, Dr. Stephen Jones

 


Fecha de publicación: 08/05/2025
Tiempo estimado de lectura: 6 - 7 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2025/08/the-solution-to-sauls-bad-precedent-part-5/


 

Samuel les dijo a los israelitas que a pesar de su pecado de desear un rey como las naciones, aún podrían disfrutar de una buena relación con Dios si no se apartaban de Él (1º Samuel 12: 2021). Esto implica que si el pueblo permanecía justo, su rey también lo sería.

De hecho, he llegado a comprender que Dios nos da gobernantes que reflejan el corazón del pueblo. En otras palabras, obtenemos lo que queremos. Dios responde a nuestras oraciones miopes, pero esas respuestas pueden convertirse en juicio divino: causa y efecto. Necesitamos pedirle a Dios lo correcto, porque si nos da lo que nuestra mente carnal desea, no nos gustaría lo que recibiéramos. Así que, si no nos gustan nuestros gobernantes, probablemente se deba a que la mayoría de la gente ha pedido cosas que no nos benefician a largo plazo.

Recuerden cómo los israelitas en el desierto querían carne para comer. Dios les envió codornices. Sin embargo, les hicieron enfermarse. Números 11: 33 dice:

33 Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando el furor del Señor se encendió contra el pueblo, e hirió el Señor al pueblo con una plaga muy grave.

Dios respondió las oraciones del pueblo y les concedió lo que deseaban, pero esto no significaba que estuviera complacido con ellos. De igual manera, más tarde quisieron un rey como las naciones. Obtuvieron su petición, pero Dios les dejó claro que lo habían rechazado (1º Samuel 8: 7). La lección aquí es que antes de pedirle algo a Dios, quizás debamos dedicar tiempo a orar para conocer su voluntad. Una vez que conozcamos su voluntad, podremos orar por cosas conforme a ella.

Comencé a aprender esto ya en 1985, cuando algunos nos reuníamos alrededor de una mesa para orar y discernir la voluntad de Dios. A menudo nos tomaba al menos dos horas comprender la mente de Dios, pues cada persona compartía lo que escuchaba durante este tiempo de meditación y oración. Cada uno recibía una pieza de revelación hasta que finalmente se revelaba la última pieza del rompecabezas, mostrando el panorama completo. Una vez que la conocimos, sólo nos tomó unos minutos declararla. Esto trajo un pequeño pedazo de Cielo a la Tierra. Nuestra oración fue respondida y pudimos regresar a casa.

De esto surgió la comprensión y revelación gradual de que la oración consistía principalmente en escuchar lo que Dios decía, no simplemente en decirle lo que queríamos que escuchara. Orar conforme a su voluntad solía implicar que primero debíamos meditar para escuchar y conocer su voluntad.

 

La descalificación de Saúl

El rey Saúl pareció haber tenido unos dos buenos años en su reinado sobre Israel. Leemos en 1º Samuel 13: 1 (KJV):

1 Saúl reinó un año, y después de haber reinado dos años sobre Israel…

La NASB indica que Saúl reinó 42 años, pero esto contradice directamente Hechos 13: 21. Esto implica que, después de unos dos años, Saúl comenzó sus campañas militares contra los filisteos, como leemos en el versículo siguiente. Saúl reunió un ejército permanente de 3.000 hombres, de los cuales 2.000 estaban estacionados en Micmas con el propio Saúl, y otros 1.000 estaban estacionados en Betel bajo el liderazgo de Jonatán, hijo de Saúl.

El ejército de Jonatán destruyó la guarnición filistea en Geba, lo que desencadenó una reacción. Los filisteos reunieron un ejército de 30.000 carros y 6.000 jinetes, «y gente como la arena que está a la orilla del mar». El ejército israelita huyó hacia las colinas, y algunos incluso cruzaron el río Jordán. El propio Saúl fue a Gilgal, para reagruparse.

Samuel entonces le mandó decir a Saúl que lo esperara para ofrecer un sacrificio a Dios y recibir más instrucciones del Señor. Pero al demorarse Samuel, el pueblo comenzó a desertar y dispersarse. Saúl sintió la necesidad de ofrecer el sacrificio él mismo (1º Samuel 13: 9). Apenas terminó, llegó Samuel y le preguntó: "¿Qué has hecho?".

Saúl explicó que el pueblo desertaba del ejército, por lo que era necesario ofrecer el sacrificio él mismo. Pero el profeta le respondió en 1º Samuel 13: 1314.

13 Samuel le dijo a Saúl: «Has actuado neciamente; no has guardado el mandamiento del Señor tu Dios, que Él te ordenó, pues ahora el Señor habría establecido tu reino sobre Israel para siempre [olam, «indefinidamente»]14 Pero ahora tu reino no perdurará. El Señor se ha buscado un hombre conforme a su corazón, y lo ha designado para gobernar a su pueblo, porque tú no has guardado lo que el Señor te ordenó».

 

Aplicando la Profecía

El reinado pentecostal de 40 años de Saúl fue un símbolo profético y una sombra de los 40 Jubileos de la Iglesia bajo la unción pentecostal. El primer ciclo jubilar comenzó en el año 33 dC y terminó en el 82 dC. El segundo ciclo culminó entre los años 131 y 132 d. C. con el inicio de la revuelta de Bar Kojba contra Roma, que resultó en un decreto que prohibía a los judíos entrar en Jerusalén.

Juan murió en el año 100, por lo que este segundo ciclo jubilar llegó en la siguiente generación de la Iglesia. El ejemplo de Saúl sugiere que, a principios del siglo II, la Iglesia en su conjunto había comenzado a apartarse del mandamiento del Señor. El veredicto de Dios fue que la Iglesia bajo Pentecostés estaba inhabilitada para establecer el Reino. En cambio, Dios llamaría a otra persona —en este caso, a David— «un hombre conforme a su corazón».

Saúl sí tuvo un reino, pero se caracterizó por la anarquía y la desobediencia, y no fue el reino justo que Dios tenía en mente. Se requeriría un Vencedor (David) ungido con la autoridad de la Fiesta de Tabernáculos, la tercera fiesta. La Fiesta de Pentecostés fue buena, pero insuficiente. Por lo tanto, Dios, en estos últimos días, ha levantado una Compañía de Vencedores para reinar con Cristo (Hijo de David) en su Reino.

Al estudiar la historia de la Iglesia, vemos que la Iglesia del primer siglo estaba dominada por creyentes judíos. Muchos de ellos se oponían a Pablo, pues creían que los creyentes griegos debían circuncidarse externamente y, en esencia, integrar a Jesús en el judaísmo, como si pudiera asumir el cargo de sumo sacerdote del linaje de Aarón.

Pablo ganó su caso contra la circuncisión en el primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén (Hechos 15). Sin embargo, los creyentes griegos, liberados de las tradiciones humanas del judaísmo, desecharon las Leyes de Dios, confundiéndolas con las tradiciones humanas. Así, al final del segundo Jubileo, la Iglesia, ahora dominada por creyentes griegos, comenzó a ver las Escrituras a través de la perspectiva de la cultura griega. Se consideraba que el Antiguo Testamento era completamente alegórico, de forma similar a como veían la mitología griega. La perspectiva hebrea se basaba en la historia, no en la alegoría.

Al comparar el reinado de Saúl con la Edad Pentecostal de la Iglesia, podemos concluir que, a principios del siglo II, Dios decretó que la Iglesia de Pentecostés estaba descalificada en su llamado a traer el Reino de justicia. «Tu reino no perdurará», le dijo Dios a Saúl. Dios aún consideró conveniente permitir que Saúl gobernara durante 38 años más y que la Iglesia gobernara durante otros 38 Jubileos, pero su final se estableció en favor de los Vencedores y de la mayor Fiesta de Tabernáculos.

Vivimos al final de la Edad, donde se está produciendo el gran cambio de autoridad. Aprendamos las lecciones de la historia bíblica y entendamos cómo se aplican a la Iglesia, para que podamos liberarnos de la decadente Casa de Saúl y entrar en la perdurable Casa de David.


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