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Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2011/12/the-real-christmas-story/
Ver en vídeo aquí: https://www.youtube.com/watch?v=Lpg4DWCVPz4&t=52s
En una noche como la del pasado viernes de hace dos mil doce años, (fecha de publicación del artículo 25-12-2011), un grupo de magos encontró un bebé en una casa de Belén, habiendo sido guiados hasta allí por el planeta Júpiter. El bebé tenía tres meses en ese momento, y había nacido antes en un establo, debido a las condiciones de hacinamiento en la posada local. A causa de lo tarde de su llegada, la posada ya había cancelado sus reservas y había cedido la habitación a otro cansado viajero.
No sabemos si se encontraron con alguno de los pastores que habían ido al establo la noche en que nació, tres meses antes. Es probable que los magos se encontraran con algunos de ellos, ya que no hay duda de que celebrarían estudios bíblicos nocturnos en la casa. Después de todo, el nacimiento del Mesías en esas condiciones fue en gran medida inesperado, y todos necesitaban una nueva comprensión de las profecías mesiánicas.
Todo había comenzado cuando Augusto César alcanzó su Jubileo de Plata, es decir, el 25 aniversario del día en que había sido proclamado "Augusto" en Roma en el año 27 aC. El Senado romano quería honrarlo como "Padre de la Patria", por lo que aprobó el proyecto de ley por abrumadora mayoría y decretó que todos en el Imperio debían ratificarlo con sus firmas.
El proyecto de ley se aprobó en febrero del año 2 aC, y en marzo enviaron a Quirino (o "Cirenio"), su director de censos e impuestos, a Siria (Asia Menor) para comenzar con este trabajo. Terminó a fines del verano y luego se trasladó a Palestina, que estaba bajo la jurisdicción de Siria en ese momento. El gobernador de Siria de ese tiempo estaba en Roma para participar en las celebraciones del Jubileo y no quería regresar tan pronto por razones políticas. Quirino tenía un rango lo suficientemente alto como para asumir el puesto de vicegobernador mientras estaba allí. Por lo tanto, técnicamente era el gobernador de Siria cuando nació Jesús (Lucas 2: 2), porque permaneció en su puesto al menos hasta octubre.
Todos los ciudadanos debían registrar su firma en una copia del documento romano en sus ciudades de origen. Por ello, José llevó a su esposa María, que estaba embarazada, a Belén.
Llegaron el día antes de la Fiesta de las Trompetas, y su hijo Jesús nació esa noche, el 28/29 de septiembre del año 2 aC, cumpliendo con esa fiesta. Su nacimiento fue anunciado con la fanfarria habitual de trompetas a unos pastores justos que tomaron en serio el nacimiento del Mesías.
Mientras tanto, en la lejana Partia, la clase culta de los sabios (magos) que actuaban como consejeros de los reyes y que eran expertos en las señales de los cielos, fueron testigos de un acontecimiento muy inusual. Júpiter, el planeta del rey, "coronó" a Régulo, la estrella del rey, la estrella que estaba situada entre los pies del león (Leo). Se cumplió así la profecía de Génesis 49: 10: "No se apartará el cetro de Judá, ni el legislador (Régulo, el "regulador") de entre sus pies, hasta que venga Silo".
Esos magos sabían, por las enseñanzas de Daniel, que esto era una señal del nacimiento del Mesías en Judea. Después de todo, Daniel había sido designado jefe de los magos, como leemos en el primer capítulo de Daniel. Él “continuó en el cargo” (Dn. 1: 20) hasta el reinado de Ciro, casi 70 años después. Daniel había tenido un gran impacto en los magos, pues había añadido a su conocimiento las profecías mesiánicas de las Escrituras.
Así, cuando Júpiter empezó a moverse en el cielo de este a oeste, lo siguieron hasta Judea. En la noche del 24 de diciembre del año 2 aC, mientras observaban desde Jerusalén, Júpiter se cernió directamente sobre Belén y los condujo hasta el Niño que buscaban.
Para ese entonces Jesús tenía tres meses de edad. De hecho, había pasado exactamente un año desde que fue concebido por el Espíritu Santo cuando el ángel se le apareció a María (Lucas 1: 36). Ese fue el momento en que el Mesías (Cristo) dejó su gloria como Espíritu en el Cielo y comenzó a crecer en la Tierra como "masa" física.
Alrededor del año 335 dC, un anciano bondadoso de Éfeso llamado Nicolás, más tarde conocido como San Nicolás, decidió seguir el ejemplo de los Reyes Magos. Comenzó a dejar pequeños regalos en la puerta de los pobres la noche del 24 de diciembre de cada año. La idea se popularizó y se extendió rápidamente. A esa sencilla tradición se añadieron muchos otros detalles, algunos buenos, otros no tanto. Pasado el tiempo, juntaron la visita de los pastores con la de los Reyes Magos y comenzaron a celebrarla como si fuera el verdadero cumpleaños de Cristo.
En mi opinión, Jesús no se siente ofendido por ninguna de esas inexactitudes.
Sin embargo, la comercialización de la Navidad en los últimos siglos puede ser un problema. El pobre San Nicolás se convirtió en Papá Noel con renos liderados por Rodolfo. Se añadieron árboles y troncos de Navidad a la celebración. La fiesta romana de las Saturnales (del 17 al 23 de diciembre) fue prohibida, pero los paganos descubrieron que podían continuar con sus celebraciones si simplemente retrasaban su festividad unos días hasta el 25 de diciembre. La Navidad proporcionó la "tapadera" perfecta para las Saturnales.
Sin embargo, ninguna de las adiciones paganas a la "Navidad" puede cambiar los hechos históricos y bíblicos. Jesús fue concebido el 25 de diciembre del año 3 aC, luego nació 9 meses después, el 29 de septiembre del año 2 aC, en presencia de los pastores, y luego, en el aniversario de su concepción, los magos llegaron 3 meses después, en la noche del 24 al 25 de diciembre del año 2 aC.
La secuencia de acontecimientos –primero los pastores de Judea, seguidos por los magos de Partia– nos dio el esquema básico del plan y propósito divinos del nacimiento de Cristo. Este modelo mostró que Él vino primero a los judíos, y luego a las otras naciones y a los confines de la Tierra (Hechos 1: 8).
En aquellos primeros años, el evangelio no se aventuró lejos de Jerusalén, con excepción de la misión evangelística de Felipe en Samaria y el llamado de Pedro para ministrar el bautismo del Espíritu Santo al grupo romano de Cornelio. Después de 14 años de relativa oscuridad, Pablo fue llamado a llevar el evangelio a los lugares más remotos del mundo occidental conocido. Tomás llevó el evangelio hasta la India.
Nosotros hoy somos herederos del evangelio, llamados a completar esta obra en lugares donde el Mesías aún es desconocido.
Si entendemos que la Primera Venida de Cristo se centró en el Cetro de Judá, mientras que la Segunda Venida se centra en la Primogenitura de José, entonces obtenemos una imagen más clara de nuestra misión actual. En el libro de los Hechos, el evangelio pasó de Judea (Judá) a Gran Bretaña y la India. Hoy, el evangelio del Reino debe pasar de las naciones modernas de José (Israel) a regiones aún más lejanas. Sólo así se puede completar y se completará el Plan Divino de poner todas las cosas bajo los pies de Cristo.
En el libro de los Hechos, el evangelio no debía ser acaparado por los judíos, aunque muchos trataron de hacerlo. Fue necesario que el apóstol Pablo se liberara de esas restricciones. Hoy, algunos piensan que el evangelio del Reino debería ser acaparado por los ex-israelitas de la dispersión que emigraron a Europa desde su cautiverio en Asiria. Pero Dios está levantando a otros apóstoles que, como Pablo, han captado la visión mundial de un Reino Universal, donde reina la paz y donde los Vencedores aplican la bíblica Ley de Justicia Igual para Todos.
La “piedra” crecerá hasta llenar toda la Tierra (Dn. 2: 35), y cuando lo haga, Cristo será reconocido por todos como “el Dios de toda la tierra” (Isaías 54: 5). Cuando Él vino de Judá, su trono fue usurpado; pero cuando Él venga de José, con su manto teñido en sangre, la era temporal de Judá dará paso al reinado de José, tal como Jacob profetizó en Génesis 49: 10,
"No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Silo, y a Él se congregarán los pueblos".
Shiloh (paz) está llegando. El sueño de José se cumplirá cuando todos los hermanos, incluido Judá, se inclinen ante Él.
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