INTRODUCCIÓN AL TIEMPO
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El tiempo es una creación de Dios. Hebreos 11: 3 dice,
3 Por la fe entendemos que los mundos [aionas, “edades, siglos”] fueron preparados [katartizo, “acondicionar, equipar, arreglar, poner en orden”] por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas que son visibles.
La palabra griega aionas se refiere a un lapso de tiempo indefinido, mejor traducido como “edades”. No tiene nada que ver con "mundos" o planetas físicos. Por lo tanto, Dios creó edades que son subconjuntos del tiempo mismo.
La bondad del tiempo
Todo lo que Dios crea es “bueno en gran manera” (Génesis 1: 31) y, por lo tanto, tiene un propósito en el plan general de Dios. Dios usa el tiempo, junto con todo lo demás que Él creó, para avanzar en su propósito para la Creación. Por lo tanto, debemos abrazar el tiempo para comprender mejor la mente de Dios.
La palabra griega katartizo, que la NASB traduce “preparados” y la KJV traduce “enmarcados”, tiene una variedad de significados. En este caso, la palabra se usa para mostrar que el tiempo fue creado para “arreglar” los eventos en un orden particular, de modo que los eventos históricos no sucedieran todos al mismo tiempo. Me imagino a Dios creando luz mientras sostiene un prisma. La luz se refracta a través del prisma, separando la luz blanca en los colores que la componen, de modo que los colores se pueden ver por separado y en un orden específico. Piensa en esos colores como edades.
Desde la perspectiva ilimitada de Dios como creador tanto de la luz como de las edades, todo el tiempo es uno, como han dicho algunos. Necesitamos poder ver las cosas desde la perspectiva de Dios, al menos vagamente, pero a través de nuestros ojos espirituales en desarrollo, pero no debemos perder de vista el hecho de que somos parte de la creación de Dios y, por lo tanto, como dice el Salmo 8: 5, “un poco inferior a Dios” (Elohim), NASB (TRADUCTOR: Nácar Colunga: un poco menor que Dios; BJ: a penas inferior a un dios). Esta es una posición exaltada, en relación con el resto de la Creación, porque como hijos de Dios, estamos destinados a disfrutar de la misma calidad y sustancia de Dios mismo; pero todavía estamos bajo Dios en lo que respecta a la autoridad.
Dios conocía el fin desde el principio y es el gran Arquitecto del tiempo y el espacio. La caída de Adán no tomó a Dios por sorpresa, aunque el pecado es una violación de su Ley (1ª Juan 3: 4) y va en contra de la naturaleza misma de Dios. Dentro del plan divino estaba la caída del hombre así como su redención. Así, Jesucristo fue, por así decirlo, “inmolado desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 13: 8 KJV).
Desde la perspectiva eterna de Dios, donde todo el tiempo es uno, el Cordero de Dios fue inmolado al mismo tiempo que Dios creó todas las cosas. Cada vez que Dios habló, las cosas llegaron a existir de acuerdo a su Palabra, porque Dios “llama a ser lo que no existe” (Romanos 4: 17). La existencia misma se origina en la Palabra de Dios, junto con el tiempo también.
El tiempo proporciona un elemento invisible de estructura a la existencia, y esto permitió tiempo para la redención de la humanidad y la reconciliación de todas las cosas. Sabiendo que todas las cosas llegaron a existir por la Palabra de Dios, podemos ver que la caída de Adán no fue el final de la historia, ni la oscuridad posterior en el mundo estaba destinada a ganar al final.
Una segunda Luz iba a ser hablada por la Palabra de Dios, trayendo a Cristo a una existencia terrenal, una Luz que brillaría en la oscuridad, una Luz que la oscuridad no podría ni comprender ni vencer ni extinguir (Juan 1: 5). Todo lo que se perdió en Adán finalmente se encontraría en Cristo. Cuando todo sea puesto bajo sus pies, no quedarán tinieblas, porque su promesa del Nuevo Pacto declara que “todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande” (Hebreos 8: 11).
Esto tomará tiempo, por supuesto, porque Dios ha creado el tiempo por su Palabra y por su promesa. Sus promesas se cumplirán, pues no puede ser que ninguna Palabra de Dios deje de cumplir su propósito.
El propósito del tiempo
El propósito del tiempo es “arreglar” los eventos y ponerlos en orden para que no sucedan todas las cosas al mismo tiempo. El tiempo crea la historia, pero de ninguna manera el tiempo frustra el plan divino. Aunque el tiempo retrasa los acontecimientos (desde la perspectiva humana), el tiempo carece de la capacidad de vencer cualquier Palabra que sale de la boca de Dios.
El tiempo, de hecho, es la madre de todos los retrasos. Percibimos retrasos solo porque no vemos los eventos a través de una perspectiva atemporal. Pero no hay demora con Dios; solo hay un arreglo de eventos a lo largo de la línea de tiempo divina, la mayoría de los cuales están ocultos para nosotros. Al igual que con el profeta Habacuc, luchamos con retrasos en el cumplimiento de las promesas de Dios.
La profecía misma es la Palabra de Dios que trae eventos a la existencia mucho antes de que realmente ocurran en la historia. La profecía, por su propia naturaleza, predice cosas antes de que sucedan, y el tiempo intermedio es el crisol de Dios que prueba y refina nuestra fe.
La fe es la moneda del Cielo y el estándar de la verdadera riqueza. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11: 6). Nuestra calidad de fe determinará nuestro nivel de riqueza en el Cielo. Me parece que el propósito principal del tiempo es aumentar nuestra verdadera riqueza desde la perspectiva de Dios. Comenzamos por escuchar su Palabra (Romanos 10: 17). Así nace la fe, tal vez del tamaño de un grano de mostaza. Y crece a medida que es probada por el tiempo, refinándola al quitarle las impurezas (duda, miedo e impaciencia). En otras palabras, el tiempo crea riqueza celestial, así como el oro se refina para aumentar su valor. El aumento en la fe se puede medir en términos de la paciencia y la resistencia de uno. Santiago 1: 3-4 dice:
3 Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Y que la paciencia tenga su resultado perfecto [su obra completa], para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.
Este tema también es de gran interés para el autor del libro de Hebreos. Hebreos 10: 36 dice:
36 Porque tenéis necesidad de perseverancia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, recibáis lo prometido.
La perseverancia es el resultado de una fe probada, que es fidelidad (fidelidad es lafe sostenida en el tiempo).
Viviendo el momento
Hay algunos que se enfocan en vivir el momento, pensando que esta es la forma de vivir. Algunos opinan que deben vivir por encima del tiempo, como lo hace Dios. Suponen que pueden trascender el tiempo y su jurisdicción como forma de vida. Ciertamente, hay momentos en que Dios permite que sucedan tales cosas. Por ejemplo, tanto Elías como Felipe se bilocaron y se embarcaron en algún tipo de viaje en el tiempo. Pero no hay indicios de que lo hicieran por voluntad propia; fue algo que Dios les hizo. Otros, incluso hoy, han informado de experiencias similares, pero esto no es parte de la vida normal.
En su mayor parte, estamos sujetos a las Leyes del Tiempo, tanto como estamos sujetos a las Leyes Físicas.
De hecho, vivir el momento tiene algunas ventajas, ya que es una forma de vida infantil. En lo que se refiere a la fe, necesitamos tener una fe infantil, que sea despreocupada y tenga el carácter de la inocencia. Sin embargo, los niños no son lo suficientemente maduros para gobernar o llevar la carga de las naciones o incluso de las organizaciones de personas. Estamos aquí para madurar espiritualmente, para que podamos estar preparados para juzgar y gobernar el mundo. 1ª Corintios 6: 2-3 dice:
2 ¿O no sabéis que los santos juzgarán al mundo? Si el mundo es juzgado por vosotros, ¿no sois competentes para constituir los más pequeños tribunales de justicia? 3 ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? ¿Cuánto más los asuntos de esta vida?
Se necesita madurez espiritual para gobernar y juzgar. Así, Pablo dijo en 1ª Corintios 13: 11,
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando me hice hombre, me deshice de las cosas infantiles.
Nuevamente, en Hebreos 5: 12-14, leemos de aquellos que viven de la leche de la Palabra y son incapaces de digerir la carne. Esos son los "niños", y Pablo les advierte que crezcan.
Un momento en el tiempo carece de contexto. Aquellos que creen que pueden vivir por encima del tiempo están tratando de vivir sin visión periférica. Sin contexto, no hay comprensión de la verdad. La comprensión es la capacidad de conectar los puntos, de ver conexiones entre eventos en otros puntos en el tiempo.
La fe misma se obtiene en un momento del tiempo, pero la fidelidad viene solo a través del tiempo. A los niños les falta paciencia, porque el tiempo aún no ha afinado su fe, para haber vencido el desánimo que les provoca el retraso en el cumplimiento de la profecía y de la Palabra de Dios.
Profecía
Toda profecía, por su propia naturaleza, incluye un factor de tiempo. En ocasiones, el factor tiempo es breve, como vemos cuando la tierra se abrió y se tragó a los rebeldes seguidores de Coré (Números 16: 31-32). Pero la mayoría de las profecías se cumplen mucho después de la muerte del profeta, y esto ha causado que muchos profetas fueran apedreados como falsos profetas.
Las profecías mesiánicas se dieron en el libro de Génesis, pero se cumplieron solo en Cristo unos pocos miles de años después. Incluso entonces, aún quedan por cumplirse las profecías de la Segunda Venida de Cristo. Aunque se nos advierte que seamos vigilantes y conozcamos los tiempos y las estaciones (1º Crónicas 12: 32), todos hemos luchado con retrasos.
La profecía se basa en la Palabra segura de Dios (2º Pedro 1: 19), y desde la perspectiva de Dios, cada Palabra es un hecho cumplido tan pronto como Él la pronuncia. Su Palabra lleva inmediatamente todas las cosas a la existencia. Sin embargo, hay una diferencia entre la existencia y el cumplimiento. El cumplimiento trae lo que ya existe a la visibilidad. Para decirlo de otra manera, el cumplimiento es cuando las cosas del Cielo son traídas a la Tierra, hasta que toda la Tierra se llene de su gloria.