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INTRODUCCIÓN AL TIEMPO, Dr. Stephen Jones

 



INTRODUCCIÓN AL TIEMPO

https://godskingdom.org/blog/2023/01/introduction-to-time

El tiempo es una creación de Dios. Hebreos 11: 3 dice,

3 Por la fe entendemos que los mundos [aionas, “edades, siglos”] fueron preparados [katartizo, “acondicionar, equipar, arreglar, poner en orden”] por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas que son visibles.

La palabra griega aionas se refiere a un lapso de tiempo indefinido, mejor traducido como “edades”. No tiene nada que ver con "mundos" o planetas físicos. Por lo tanto, Dios creó edades que son subconjuntos del tiempo mismo.



La bondad del tiempo

Todo lo que Dios crea es “bueno en gran manera” (Génesis 1: 31) y, por lo tanto, tiene un propósito en el plan general de Dios. Dios usa el tiempo, junto con todo lo demás que Él creó, para avanzar en su propósito para la Creación. Por lo tanto, debemos abrazar el tiempo para comprender mejor la mente de Dios.

La palabra griega katartizo, que la NASB traduce “preparados” y la KJV traduce “enmarcados”, tiene una variedad de significados. En este caso, la palabra se usa para mostrar que el tiempo fue creado para “arreglar” los eventos en un orden particular, de modo que los eventos históricos no sucedieran todos al mismo tiempo. Me imagino a Dios creando luz mientras sostiene un prisma. La luz se refracta a través del prisma, separando la luz blanca en los colores que la componen, de modo que los colores se pueden ver por separado y en un orden específico. Piensa en esos colores como edades.

Desde la perspectiva ilimitada de Dios como creador tanto de la luz como de las edades, todo el tiempo es uno, como han dicho algunos. Necesitamos poder ver las cosas desde la perspectiva de Dios, al menos vagamente, pero a través de nuestros ojos espirituales en desarrollo, pero no debemos perder de vista el hecho de que somos parte de la creación de Dios y, por lo tanto, como dice el Salmo 8: 5, “un poco inferior a Dios” (Elohim), NASB (TRADUCTOR: Nácar Colunga: un poco menor que Dios; BJ: a penas inferior a un dios). Esta es una posición exaltada, en relación con el resto de la Creación, porque como hijos de Dios, estamos destinados a disfrutar de la misma calidad y sustancia de Dios mismo; pero todavía estamos bajo Dios en lo que respecta a la autoridad.

Dios conocía el fin desde el principio y es el gran Arquitecto del tiempo y el espacio. La caída de Adán no tomó a Dios por sorpresa, aunque el pecado es una violación de su Ley (1ª Juan 3: 4) y va en contra de la naturaleza misma de Dios. Dentro del plan divino estaba la caída del hombre así como su redención. Así, Jesucristo fue, por así decirlo, “inmolado desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 13: 8 KJV).

Desde la perspectiva eterna de Dios, donde todo el tiempo es uno, el Cordero de Dios fue inmolado al mismo tiempo que Dios creó todas las cosas. Cada vez que Dios habló, las cosas llegaron a existir de acuerdo a su Palabra, porque Dios “llama a ser lo que no existe” (Romanos 4: 17). La existencia misma se origina en la Palabra de Dios, junto con el tiempo también.

El tiempo proporciona un elemento invisible de estructura a la existencia, y esto permitió tiempo para la redención de la humanidad y la reconciliación de todas las cosas. Sabiendo que todas las cosas llegaron a existir por la Palabra de Dios, podemos ver que la caída de Adán no fue el final de la historia, ni la oscuridad posterior en el mundo estaba destinada a ganar al final.

Una segunda Luz iba a ser hablada por la Palabra de Dios, trayendo a Cristo a una existencia terrenal, una Luz que brillaría en la oscuridad, una Luz que la oscuridad no podría ni comprender ni vencer ni extinguir (Juan 1: 5). Todo lo que se perdió en Adán finalmente se encontraría en Cristo. Cuando todo sea puesto bajo sus pies, no quedarán tinieblas, porque su promesa del Nuevo Pacto declara que “todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande” (Hebreos 8: 11).

Esto tomará tiempo, por supuesto, porque Dios ha creado el tiempo por su Palabra y por su promesa. Sus promesas se cumplirán, pues no puede ser que ninguna Palabra de Dios deje de cumplir su propósito.



El propósito del tiempo

El propósito del tiempo es “arreglar” los eventos y ponerlos en orden para que no sucedan todas las cosas al mismo tiempo. El tiempo crea la historia, pero de ninguna manera el tiempo frustra el plan divino. Aunque el tiempo retrasa los acontecimientos (desde la perspectiva humana), el tiempo carece de la capacidad de vencer cualquier Palabra que sale de la boca de Dios.

El tiempo, de hecho, es la madre de todos los retrasos. Percibimos retrasos solo porque no vemos los eventos a través de una perspectiva atemporal. Pero no hay demora con Dios; solo hay un arreglo de eventos a lo largo de la línea de tiempo divina, la mayoría de los cuales están ocultos para nosotros. Al igual que con el profeta Habacuc, luchamos con retrasos en el cumplimiento de las promesas de Dios.

La profecía misma es la Palabra de Dios que trae eventos a la existencia mucho antes de que realmente ocurran en la historia. La profecía, por su propia naturaleza, predice cosas antes de que sucedan, y el tiempo intermedio es el crisol de Dios que prueba y refina nuestra fe.

La fe es la moneda del Cielo y el estándar de la verdadera riqueza. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11: 6). Nuestra calidad de fe determinará nuestro nivel de riqueza en el Cielo. Me parece que el propósito principal del tiempo es aumentar nuestra verdadera riqueza desde la perspectiva de Dios. Comenzamos por escuchar su Palabra (Romanos 10: 17). Así nace la fe, tal vez del tamaño de un grano de mostaza. Y crece a medida que es probada por el tiempo, refinándola al quitarle las impurezas (duda, miedo e impaciencia). En otras palabras, el tiempo crea riqueza celestial, así como el oro se refina para aumentar su valor. El aumento en la fe se puede medir en términos de la paciencia y la resistencia de uno. Santiago 1: 3-4 dice:

3 Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Y que la paciencia tenga su resultado perfecto [su obra completa], para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.

Este tema también es de gran interés para el autor del libro de Hebreos. Hebreos 10: 36 dice:

36 Porque tenéis necesidad de perseverancia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, recibáis lo prometido.

La perseverancia es el resultado de una fe probada, que es fidelidad (fidelidad es lafe sostenida en el tiempo).



Viviendo el momento

Hay algunos que se enfocan en vivir el momento, pensando que esta es la forma de vivir. Algunos opinan que deben vivir por encima del tiempo, como lo hace Dios. Suponen que pueden trascender el tiempo y su jurisdicción como forma de vida. Ciertamente, hay momentos en que Dios permite que sucedan tales cosas. Por ejemplo, tanto Elías como Felipe se bilocaron y se embarcaron en algún tipo de viaje en el tiempo. Pero no hay indicios de que lo hicieran por voluntad propia; fue algo que Dios les hizo. Otros, incluso hoy, han informado de experiencias similares, pero esto no es parte de la vida normal.

En su mayor parte, estamos sujetos a las Leyes del Tiempo, tanto como estamos sujetos a las Leyes Físicas.

De hecho, vivir el momento tiene algunas ventajas, ya que es una forma de vida infantil. En lo que se refiere a la fe, necesitamos tener una fe infantil, que sea despreocupada y tenga el carácter de la inocencia. Sin embargo, los niños no son lo suficientemente maduros para gobernar o llevar la carga de las naciones o incluso de las organizaciones de personas. Estamos aquí para madurar espiritualmente, para que podamos estar preparados para juzgar y gobernar el mundo. 1ª Corintios 6: 2-3 dice:

2 ¿O no sabéis que los santos juzgarán al mundo? Si el mundo es juzgado por vosotros, ¿no sois competentes para constituir los más pequeños tribunales de justicia? 3 ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? ¿Cuánto más los asuntos de esta vida?

Se necesita madurez espiritual para gobernar y juzgar. Así, Pablo dijo en 1ª Corintios 13: 11,

11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando me hice hombre, me deshice de las cosas infantiles.

Nuevamente, en Hebreos 5: 12-14, leemos de aquellos que viven de la leche de la Palabra y son incapaces de digerir la carne. Esos son los "niños", y Pablo les advierte que crezcan.

Un momento en el tiempo carece de contexto. Aquellos que creen que pueden vivir por encima del tiempo están tratando de vivir sin visión periférica. Sin contexto, no hay comprensión de la verdad. La comprensión es la capacidad de conectar los puntos, de ver conexiones entre eventos en otros puntos en el tiempo.

La fe misma se obtiene en un momento del tiempo, pero la fidelidad viene solo a través del tiempo. A los niños les falta paciencia, porque el tiempo aún no ha afinado su fe, para haber vencido el desánimo que les provoca el retraso en el cumplimiento de la profecía y de la Palabra de Dios.



Profecía

Toda profecía, por su propia naturaleza, incluye un factor de tiempo. En ocasiones, el factor tiempo es breve, como vemos cuando la tierra se abrió y se tragó a los rebeldes seguidores de Coré (Números 16: 31-32). Pero la mayoría de las profecías se cumplen mucho después de la muerte del profeta, y esto ha causado que muchos profetas fueran apedreados como falsos profetas.

Las profecías mesiánicas se dieron en el libro de Génesis, pero se cumplieron solo en Cristo unos pocos miles de años después. Incluso entonces, aún quedan por cumplirse las profecías de la Segunda Venida de Cristo. Aunque se nos advierte que seamos vigilantes y conozcamos los tiempos y las estaciones (1º Crónicas 12: 32), todos hemos luchado con retrasos.

La profecía se basa en la Palabra segura de Dios (2º Pedro 1: 19), y desde la perspectiva de Dios, cada Palabra es un hecho cumplido tan pronto como Él la pronuncia. Su Palabra lleva inmediatamente todas las cosas a la existencia. Sin embargo, hay una diferencia entre la existencia y el cumplimiento. El cumplimiento trae lo que ya existe a la visibilidad. Para decirlo de otra manera, el cumplimiento es cuando las cosas del Cielo son traídas a la Tierra, hasta que toda la Tierra se llene de su gloria.


MI VIAJE EN EL ESTUDIO DE LA LEY - Parte IV, Dr. Stephen Jones

 



Parte IV




En la década de 1970, como parte de mi estudio de la profecía, ciertos libros me hicieron consciente de los ciclos de tiempo que podrían aplicarse a los eventos actuales. Donde el libro de Daniel hablaba de 1.260 años o 1.290 años, estos maestros mostraban cómo los mismos ciclos se aplicaban en ciclos de 1.260 días o 1.290 días. Uno podría rastrear eventos clave en la historia moderna y conectar eventos por estos ciclos de tiempo.



El tiempo es bueno


Esto mostraba que los eventos históricos no fueron aleatorios sino que siguieron el calendario de Dios. Esto me hizo más consciente de la soberanía de Dios de una manera muy práctica. Vi que el Tiempo era parte de la Creación de Dios. Hebreos 1: 2 dice que Cristo fue “designado heredero de todas las cosas, por quien también hizo las aionas, es decir, LAS EDADES (ERAS).


En otras palabras, Él creó el Tiempo y, por lo tanto, fue su Señor. Marcos 2: 28 dice: "Así que el Hijo del Hombre es Señor también del día de reposo". El sábado es parte del calendario de Dios que divide el tiempo en ciclos de siete. Esto proporciona orden en el calendario, que es la medida de la historia. Como un agrimensor que mide la tierra, Dios es un agrimensor que mide cada evento y lo relaciona con otros eventos por ciclos de tiempo específicos.


Para un griego, el tiempo es lineal; para un hebreo, el tiempo es circular. Ambos tienen un elemento de verdad, aunque con diferentes perspectivas. El comienzo de una Era parece extenderse hasta que llega a una conclusión, pero los observadores ven el tiempo en términos de causa y efecto. Siempre hay algún evento que crea el comienzo de una Era y le da una causa que eventualmente alcanza un punto culminante que cumple el propósito de esa Era.


Esto funciona de la misma manera en ciclos más cortos, o fractales, porque la cantidad de días o años en el ciclo también tiene un significado bíblico.


Hay quienes dicen que no hay tiempo y que el tiempo es una ilusión. A menudo dicen lo mismo sobre la materia física. Pero esa no es una forma adecuada de pensar. El Señor del Tiempo no es el Señor de la Nada ni el Señor de la Ilusión. No honramos al Creador diciendo que su Creación es una ilusión. Debemos respetar todas las cosas que Dios ha creado, para que comprendamos su propósito. Entender su propósito es conocer la mente de Dios y ver que un Dios bueno creó cosas “muy buenas” (Génesis 1: 31).


Los griegos pensaban que la materia era mala y que solo el espíritu era bueno. Pensaron que la materia fue creada por el demiurgo, una figura diabólica. Pensaban que la caída del hombre se debía a la mezcla del Cielo y la Tierra y que el buen espíritu del hombre estaba atrapado en un cuerpo maligno. Por lo tanto, su solución fue divorciarse de los dos. Esto iba en contra de la Palabra de Dios, en la que se dice un Dios bueno creó todas las cosas, y donde el objetivo de la historia es casar el Cielo con la Tierra.


La noción de que el tiempo y la materia son ilusiones se basa en el pensamiento griego. Afirma ser espiritual, cuando, de hecho, es la naturaleza carnal del hombre la que intenta ser espiritual deshonrando al Creador. Debemos adoptar los patrones de pensamiento de las Escrituras hebreas y darnos cuenta de que el Nuevo Testamento establece los patrones de pensamiento hebreos en idioma griego.



Las Leyes del Tiempo


Durante la década de 1980, mientras estaba en la Red de Oración, el líder discernió muchos ciclos de tiempo que parecían casi aleatorios. Por lo general, estos funcionaban bien, ya que se basaban en la revelación de ciclos paralelos. Si se necesita un número específico de días para completar un ciclo, podríamos trazar un paralelo con un ciclo posterior que tenga el mismo número de días. Sin embargo, era complejo y la mayoría de estos ciclos no podían vincularse a las Escrituras. Por lo tanto, estos no nos enseñaban las Leyes Bíblicas del Tiempo.


Sin embargo, en 1991 escuché las enseñanzas de Lalo Cadona, quien había venido a Arkansas en una gira. Reveló algunos ciclos cronológicos clave escondidos en las Escrituras. Mostró los principios de Tiempo Maldito (414), Tiempo Juzgado (434) y Tiempo Bendito (490).


Solo tenía un ejemplo de Tiempo Maldito a su disposición, pero, no obstante, fue suficiente para probar el punto. Si estudias la cronología de Génesis 5, descubrirás la conexión entre la maldición sobre el suelo y el final de esa Era cuando ocurrió el Diluvio. Vemos la relación de causa y efecto cuando el final regresa al principio. Por lo tanto, Dios dijo en Génesis 3: 17,


17 … “Maldita será la tierra por causa de ti; con trabajo comerás de él todos los días de tu vida".


Cuando nació Noé, se dice en Génesis 5: 29,


29 Y llamó su nombre Noé, diciendo: "Este nos dará descanso de nuestro trabajo y del trabajo de nuestras manos por causa de la tierra que Yahweh ha maldecido".


El diluvio llegó 1.656 años después del pecado de Adán, que es 4 x 414 años. Aunque la sentencia de Dios había sido declarada al comienzo del ciclo, el juicio no se ejecutó hasta el año 1656 de Adán. ¿Por qué? Porque lo que Lalo llamó “Tiempo Maldito” es en realidad un período de gracia diseñado para darle a la humanidad la oportunidad de arrepentirse. La Tierra estaba bajo la maldición de Dios, es decir, bajo “la maldición de la ley” (Gálatas 3: 13), a menos que los hombres pudieran encontrar la Solución de Gracia que pudiera liberarlos de la sentencia de la Ley.


Leemos en Génesis 6: 7-8,


7 Yahweh dijo: “Borraré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta los animales, los reptiles y las aves del cielo; porque lamento haberlos hecho". 8 Pero Noé halló favor [khane, “gracia”, KJV] a los ojos de Yahweh.


El Principio de la Gracia es uno de los temas principales del Nuevo Testamento. No es lo opuesto a la Ley, sino más bien lo opuesto a la maldición de la Ley. La Ley maldice a los pecadores, pero ella no es la maldición en sí. La Ley es la naturaleza de Dios; el pecado es la violación de la Ley de Dios (1ª Juan 3: 4) y está destituido de su gloria (Romanos 3: 23). Obtenemos la gracia por la fe en las promesas de Dios (Romanos 4: 21).


El conocimiento de Lalo de la cronología bíblica era limitado, y debido a que se equivocó en dos lugares clave, sus tablas cronológicas no revelaron más ejemplos del Tiempo Maldito. Estudié con él en su casa en Alturas, CA durante una semana completa en abril de 1991, aprendiendo todo lo que él podía enseñar y llenando un cuaderno completo con sus enseñanzas. Luego regresé y comencé a estudiar cronología en la biblioteca de la Universidad Estatal de Arkansas en Jonesboro, AR. Leí dos estantes de libros allí, y en seis semanas encontré todas las piezas faltantes de la historia necesarias para elaborar mi propio cuadro de cronología bíblica. Esto fue publicado más tarde en Secretos del Tiempo in Profecía (1992), que luego fue ampliado y rebautizado, Secretos del Tiempo (1996).


Con una cronología bíblica más precisa para trabajar, comencé a ver muchos más ejemplos de Tiempo Maldito, que habrían sido imposible de ver con la cronología defectuosa de Lalo.



Entrando en Tiempo Bendito


Lalo me enseñó el significado del número 76, que es el factor que se debe agregar al Tiempo Maldito (414) para llevarnos al Tiempo Bendito (490). El número 76 trata sobre la limpieza y tiene que ver con las Leyes Bíblicas de Limpieza y Purificación. Cuando volví a mis registros personales, descubrí que había estado en Tiempo Maldito dos veces en el pasado, y cada vez terminaron con el factor 76.


El primer ciclo de 414 días comenzó cuando renuncié a la iglesia en Las Cruces el 5 de diciembre de 1981. Terminó cuando llegué a Batesville, AR el 23 de enero de 1983. Luego entré en un ciclo de limpieza de 76 días, en el que se requirió reconciliarme con aquellos que habían provocado mi experiencia en el “desierto”. Tuve que hacer un largo viaje para hablar con ellos en persona, y tuve que estar de regreso el 9 de abril de 1983. Esto fue 76 días después de llegar a Batesville.


El segundo ciclo del Tiempo Maldito comenzó cuando no pude dejar la Red de Oración el 2 de septiembre de 1986. Esto comenzó con 3 x 414 días de disciplina y corrección bajo Tiempo Maldito, tiempo durante el cual tuve que mudarme a Memphis, TN para encontrar trabajo. Memphis fue una especie de Egipto para mí. Fue un momento difícil, pero Dios estuvo conmigo todo el tiempo. Me mostró más milagros de provisión en Memphis de los que jamás había experimentado en mi vida. Nunca estuvo tan claro que el propósito del juicio de la Ley es disciplinarnos y corregirnos como hijos de Dios.


Este tiempo de discipulado terminó el día que nos mudamos de Memphis, el 27 de enero de 1990. Nos mudamos a la Ruta. 2, Box 76, Leachville, AR. Una vez más estaba el factor 76. Esta vez no apareció como una cuenta de días sino como mi dirección postal. En otras palabras, permanecí en el ciclo de limpieza durante el tiempo que permanecí en esa casa. No nos mudamos a Seattle hasta finales de octubre de 1993.


Una vez que se completó el factor 76, entonces podría decir que me había movido completamente de Tiempo Maldito a Tiempo Bendito. Solo entonces estuve en condiciones de entrar en mi llamado, y lo primero fue hacer la Campaña de Oración del Jubileo (noviembre de 1993).


He observado que el Tiempo Maldito generalmente tiene que ver con rechazar el llamado que Dios tiene para nosotros, o con asumir la responsabilidad de un llamado que no es el nuestro. Nadie es puesto en Tiempo Maldito por pecado ordinario, excepto que todos nacemos bajo la sentencia de la Ley a causa del pecado de Adán, que puso a toda la Tierra en Tiempo Maldito.


En mi caso, en 1981 estaba tratando de ser pastor en Las Cruces, cuando en realidad era maestro, no pastor. Sabía desde que tenía 12 años que no estaba llamado a ser pastor, pero lo había olvidado mucho tiempo después en 1981. Así que fui puesto en Tiempo Maldito durante 414 días para alinearme con mi verdadero llamado. En 1982 tuve muchas ofertas para pastorear iglesias, pero las rechacé todas.


La segunda vez que entré en Tiempo Maldito (1986-1990) fue porque había permanecido en la Red de Oración más allá de mi tiempo. Yo iba a ser parte de ella por solo cinco años, pero luego me negué a irme cuando Dios dijo que "llamara a la nueva Red de Oración a la oración". Esto me puso en un ciclo de Tiempo Maldito más largo para enseñarme nuevamente a cumplir mi llamado y no tratar de cumplir con los llamados de otras personas.


Estas fueron lecciones difíciles, pero necesarias para disciplinarme a seguir la dirección de Dios y no la dirección de mi carne.


https://godskingdom.org/blog/2021/03/my-journey-in-the-study-of-gods-law-part-4

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De la eternidad al tiempo y del tiempo a la eternidad ...
Cristo es fe, camino, realidad y vida. 
José Mª Armesto Caldeiro


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TIEMPO Y ESPACIO EN LA BIBLIA: 12- Con fe ¡así cualquiera!, Administrador





¡Con fe, así cualquiera! Esta es la clave de todo. La fe es la “antena parabólica” que nos permite captar las ondas celestiales; ondas de camino y verdad y vida. Es como un “sexto sentido”. Así como sin la vista no podemos apreciar un cuadro, -no queriendo eso decir que el cuadro no exista- sino que carecemos del sentido que nos posibilitaría admirarlo; también ocurre lo mismo con las cosas espirituales, las cuales no podrán apreciar quienes no hayan recibido ese sexto sentido de la fe, -al que yo también suelo llamar 'la antena parabólica'- en una experiencia de salvación. Cuando somos salvos recuperamos esa 'antena' que Adán perdió; pérdida que después todos heredamos por 'genética' espiritual.

Aunque nos parezca increíble, ya desde los tiempos de Abel, se disponía de esta 'tecnología'; aunque solo algunos la conocieron. Esto es lo que Pablo nos dice de ello en el libro de Hebreos (personalmente creo que es el autor de esta carta, pues los estudios gemátricos de Bullinger, entre otras cosas, no dejan lugar a dudas):

Heb. 11:1 Ahora bien, la fe ES la firme seguridad de las realidades que se esperan, la prueba convincente de lo que no se ve.

Heb. 11:3 Por la fe entendemos que el universo fue enteramente organizado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de cosas no visibles.

Heb. 11:7 Por la fe, Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían ...,

Heb. 11:8 Por la fe, Abraham ... salió sin saber adónde iba.

Heb. 11:13 Conforme a la fe ... mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.

Heb. 11:26-27 … porque tenía puesta la mirada en el galardón ... porque se mantuvo firme, como viendo al Invisible.

Heb 12:1-2 ... corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús ...,

También tenemos textos importantes con respecto a la fe en otras cartas de Pablo:

Rom. 4:17 ... Dios ... llama las cosas que no son, como si fuesen.

2ª Cor. 4:18 no poniendo nosotros la mira en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

2ª Cor. 5:7 (porque por fe andamos, no por vista);


El primero de los textos reseñados es ni más ni menos que la definición bíblica de la fe. En ella se nos dice que la fe ES, no que ha sido o que será. Es en el momento presente, ahora, cuando hemos de tener la certeza; pues si no no sería fe, sino esperanza.

La fe es como el título de propiedad que nos acredita ser dueños de las promesas bíblicas. No absolutamente de todas las promesas, solo de las promesas que nos han sido dadas como una Palabra rhema a nosotros personalmente. Cuando recibimos una Palabra tal, no necesitamos ver la promesa materializada para saber con certeza total que la poseemos, esa fe será nuestro documento legal de propiedad. Algo así ocurre cuando se compra un apartamento, un terreno, acciones, etc. Podemos efectuar la compra sin que dichos objetos estén a la vista, sino que nos bastará con el documento legal notarial que acredite que los hemos comprado y ahora nos pertenecen y ya no pertenecen al anterior propietario.

Sin embargo, aunque la Biblia, la Palabra de Dios, es el documento legal que nos acredita como herederos de todas las riquezas de nuestro Padre Dios, muchas veces parece no ser lo suficientemente fiable para nosotros; mientras tanto, no tenemos ningún reparo en confiar en las palabras o documentos de familiares, amigos e incluso desconocidos.

Dios en Su Palabra promete darnos tal cosa cuando cumplamos las condiciones. Algunas veces cuestionamos si eso será verdad; sin embargo, aceptamos sin la menor duda la palabra de, por ejemplo, nuestro jefe, cuando asegura que nos pagará a fin de mes. En este caso no pensamos si lo hará o no, e incluso así estamos dispuestos a trabajar todo un mes por anticipado.

Resumiendo, por la fe deberíamos saber que lo que esperamos, lo que no se ve; es decir, lo de Arriba, está ahí, es real, cierto y en su momento veremos la manifestación aquí abajo.

El segundo de los textos nos dice que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Dios creó todo con Su sola Palabra. Así, que lo tangible procedió de lo intangible. Esto quiere decir que lo invisible es, si cabe, aún más real que lo visible.

Noé fue advertido de cosas que aún no se veían; es decir, que ya existían pero estaban en camino.

Abraham empezó a caminar en obediencia, pero al igual que nosotros, él tampoco conocía la totalidad de su camino. Solo miraba de lejos hacia el final del mismo, pero lo creía, saludaba y confesaba como cierto. Resalto lo de confesar, porque solo cuando hayamos escuchado una Palabra rhema se producirá la fe para poder verbalizar la promesa confesándola como nuestra. Confesar sin recibir esa Palabra sería mentalismo, y el mentalismo no va con Dios. Algunos, manejando demonios, es decir mediante brujería o hechicería, pudieran tener algún éxito practicándolo, pero no sin acarrear las consecuencias de tan grave pecado. Nosotros no tenemos ninguna facultad para llamar cosas a la existencia a parte de Dios, por mucho que el Movimiento de la Súper Prosperidad o el de la Súper Fe así lo afirmen.

Abraham y los demás héroes de la fe de Hebreos 11, tenían puesta su mirada en el final del camino trazado desde el Cielo, en el galardón, no en sus propios caminos. Ellos miraban Arriba hacia el Invisible y era como si en realidad lo vieran. Los que caminan mirando hacia sus zapatos se tropiezan con los árboles, pero ellos tenían puestos los ojos en Jesús.

Enfoquémonos, pues, en el premio o galardón y no en el precio, porque si el premio es lo suficientemente grande el precio no será un obstáculo. ¿Conocen algún premio mejor que reinar con Cristo en el Reino Milenial? Ese premio está reservado solo a los vencedores, no a todos los cristianos.

Debemos acostumbrarnos a imitar a nuestro Señor, llamando a las cosas que no son como si fueran. Debemos confesar nuestra sanidad, prosperidad, u otras promesas de la Biblia, pero siempre y cuando hayamos recibido primero una Palabra rhema del Señor al respecto. Un ejemplo muy claro de esto podemos verlo en el relato sobre Josafat de 2º Crónicas 20:14-17:

2º Cró. 20:14 Estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita, de los hijos de Asaf; sobre él vino el Espíritu de Yahweh (dándole una Palabra rhema) en medio de la asamblea, 15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Yahweh os dice así: “No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16 Bajad mañana contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. 17 No tendréis que pelear vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Yahweh con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Yahweh estará con vosotros”.

Si leen la historia completa verán que primero vino esa Palabra rhema que el Espíritu de Dios llevó a la asamblea por medio de Jahaziel, produciendo la fe que necesitaban y ahuyentando el temor que tenían ante la amenaza de esos tres ejércitos que los rodeaban.

Los dos últimos textos que señalamos antes, son tan claros que casi sobran los comentarios. Andar por fe o vivir por la fe es mirar hacia las cosas de Arriba, las eternas, como también lo dice la Carta a los Colosenses. Es cuando miramos el camino desde abajo y a corto plazo, que tropezamos, que estamos atribulados, cansados, ansiosos o angustiados. Lo temporal nos produce angustia o ansiedad. Por ello, pongamos nuestra mirada en lo eterno.

Para terminar, solo decir que vivir por la fe es un estilo de vida. El cristiano tiene su propio estilo de vida. Cuando uno conoce al Señor, pero todavía es un bebé o niño espiritual, andar por fe se hace difícil. La solución es ensayar muchas veces y crecer hasta hacerlo un hábito, porque el hábito viene con la repetición o entrenamiento. Todas las cosas en que hoy tenemos habilidad o que dominamos: andar, conducir, etc., son fruto de la repetición. Alguien dijo,

siembra un pensamiento y cosecharás un acto; siembra un acto y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás un carácter; siembra un carácter y cosecharás un destino.

Pensamiento – Acto – Hábito – Carácter - Destino

Ya sabemos, hermanos, que todo es cuestión de SEMBRAR. Que el Señor nos ayude para que al fin podamos decir con Pablo:

2ª Tim. 4:7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Con Cristo lo conseguiremos, porque desde la eternidad al tiempo y desde el tiempo a la eternidad ÉL es nuestra FE, CAMINO y VERDAD y VIDA.



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EL TIEMPO EN EL CIELO Y EN LA TIERRA, Dr. Stephen E. Jones




TIEMPO Y ESPACIO EN LA BIBLIA: 11- Una Senda Proverbial, Administrador





El capítulo cuarto del libro de Proverbios habla muy claro de esta senda o camino. Veamos algo al respecto.

Guarda mis caminos y vivirás”. (v. 4)

Recibe mis razones y se te multiplicarán años de vida”. (v. 10)

Por el camino de la sabiduría te he encaminado y por veredas derechas te he hecho andar”. (v. 11)

Cuando anduvieres no se estrecharán tus pasos y si corrieres no tropezarás”. (v. 12)

No entres por la vereda de los impíos ni vayas por el camino de los malvados, déjala, no pases por ella; apártate de ella, pasa”. (v. 14)

Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. (v. 18)

El camino de los impíos es como la oscuridad, no saben en qué tropiezan”. (v. 19)

Tus ojos miren lo recto y diríjanse tus pasos hacia lo que tienes delante”. (v. 25)

Examina la senda de tus pies y todos tus caminos sean rectos”. (v. 26)

No te desvíes ni a derecha ni a izquierda; aparta tu pie del mal”. (v. 27)

La propia Palabra es tan clara que solo haré unos breves comentarios:

Los versículos 4 y 10 nos advierten que no caminar por la senda que el Señor nos tiene asignada puede acortar nuestros años de vida.

El 14 nos previene seis veces, (no entres-ni vayas-déjala-no pases-apártate-pasa; ¡seis veces en un solo versículo!) de lo importante que es no salirse de la vereda señalada. Tengámoslo en cuenta, pues Dios no repetiría esto tan redundantemente sino fuera de capital importancia.

Los versículos 12 y 18 nos animan, mostrándonos que a medida que aprendamos a caminar el camino se tornará más ancho, más cómodo; tanto que hasta incluso llegaremos a poder correr por él.

El 19 nos muestra una verdad de perogrullo, enfatizando que en la oscuridad no se puede ver y por tanto se tropieza.

Se nos advierte en el 27 del problema de ensayar desvíos. Algunos de ellos son nuestras propias obras, el activismo, la religiosidad, el mundo, el dinero, la comodidad, los deleites, la lujuria, etc.

Además, de en el libro de Proverbios, toda la Biblia habla por doquier del camino, la vereda, la senda ... Si quisiéramos profundizar simplemente podríamos buscar estas palabras en nuestras concordancias. Aquí, sin embargo, solo trataremos un par de textos.

... que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos”. (Ecl. 9:1)

Todo está ya delante, pero lo desconocemos; solo lo vamos descubriendo poco a poco, conforme Dios nos lo va mostrando. ¿Recuerdan la “Alfombra Roja”?

Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. (Rom. 8:30)


¡Gloria a Dios! Tanto usted como nosotros y como la Iglesia, ya hemos sido glorificados y ya formamos parte de la Nueva Jerusalén!

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”, (2ª Tim. 4:7).

Pablo habla en fe, como ya realizado, de algo aún por completarse. Pudo decir esto solo casi al final de su vida y en base a que tuvo revelación del Señor de que lo conseguiría.

No pensemos que porque el Plan de Dios para nuestra vida, nuestro camino, ya esté predeterminado, somos algo así como zombis o marionetas. A medida que este camino nos va siendo mostrado hemos de decidir si colaboraremos o no con Dios. Él es Soberano y si se ha propuesto algo con nosotros lo va a lograr; nosotros decidiremos si por las buenas o por las malas. Dios quiera que, nos guste o no ese camino, decidamos obedecerle, porque así evitaremos mucho retraso y sufrimiento. Tendremos, igual que Pablo, que pelear, velar y no desmallar, para poder acabar diciendo como él, que acabamos nuestras carreras y guardamos nuestra fe.

Orar, esperar. Andar, correr, e incluso levantar alas como las águilas (Is. 40:31), en la senda del Señor Jesucristo: una senda de hierro y terciopelo. ¡Andar la emoción de ser libres!

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí”. (Jn. 14:6)

Camino o senda, verdad o realidad, vida o conexión a la fuente de poder de Dios.

Pablo lo consiguió, pudo guardar la fe no desconectándose. Ese fue su secreto. Secreto que también conocieron otros grandes hombres de Dios. Compartamos con ellos, lo que el Señor les mostraba. Lo tenemos en la Carta a los Hebreos, capítulos 11 y 12.

TIEMPO Y ESPACIO EN LA BIBLIA: 10 - La “Alfombra Roja”, José (Administrador)





Ef. 2:10 Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Dios nos habla de SUS obras y no de NUESTRAS obras, de lo que el tiene preparado de antemano en ese camino estrecho escondido del que hemos estado hablando en el epígrafe anterior. No está hablando de lo que a nosotros se nos pueda ocurrir hacer en la zona roja.

Más claro ni el agua. Por eso a este versículo le llamamos la “Alfombra Roja”, porque es una imagen excelente de lo que la Biblia llama “andar en el espíritu”, en contraposición a la dirección anímica propia. Dicha alfombra sería la senda o camino, que el Señor nos tiene aparejado. Solo tenemos que pedirle al Padre que nos vaya desenrollando la alfombra y esperar que lo haga antes de avanzar. Esperar es lo más duro y en hacerlo está la clave del éxito. Esto es similar a lo que el pueblo de Israel hacía en el desierto siguiendo la Nube Santa. Ellos esperaban el levantamiento de la Nube (un tipo del Espíritu Santo), para desmontar el campamento y el Tabernáculo y proseguir su camino (véase Números 9:15-23).

Mientras caminemos sobre el trozo de alfombra que Dios haya desenrollado (Zona verde. Ver fig. en cap. anterior), sin desviarnos ni a derecha ni a izquierda (Pr. 4:27); es decir, sin salirnos de la alfombra, todo será gozo y paz en el Espíritu Santo. Pero si nos salimos de ella, bien retrasándonos cuando la nube se levanta (temor-angustia) o bien cuando queramos avanzar más rápido que al ritmo al que Dios nos conduce, partiendo antes que la Nube se levante (ansiedad-impaciencia, -la mente yendo más rápido que la vida), tendremos problemas, peligros y caídas innecesarios.

Además hay que decir que cuando caminamos sobre la alfombra sin desvíos, retrasos u atropellos, aunque tengamos gozo y paz, también habrá obstáculos que no deberemos eludir, sino sobrepasar con la ayuda de Dios. Éstos obstáculos serán puestos en nuestro camino por Dios para nuestro entrenamiento, crecimiento y maduración personal. Son las pruebas de Dios y la disciplina del Espíritu Santo.

Caminar por esta senda con impaciencia y precipitación, sin esperar a conocer cual sea la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios (Rom. 12:2), supondrá ir a ciegas, a oscuras, no pudiendo ver los los obstáculos por delante ni los indicadores de dirección, lo que nos llevará a tropezar, caer y hacernos daño.

Los desvíos, extravíos, descarríos, retrasos y avances precipitados, se pagarán muy caro con dolor y sufrimiento, que serán vanos por innecesarios. Es solo nuestra insensatez la que nos priva de asir las promesas y alcanzar la vida abundante y victoriosa, que el Señor nos tiene preparada sobre esa Alfombra Roja.