Fecha de publicación: 1/11/2024
Tiempo estimado de lectura: 8 - 10 minutos
Autor: Dr. Stephen E. Jones
https://godskingdom.org/blog/2024/11/the-meat-of-the-word-part-17/
La crisis actual del Estado sionista no fue causada por los acontecimientos del 7 de octubre de 2023, ni siquiera por lo que sucedió el 14 de mayo de 1948. Es mucho más profunda. Aparte del pecado de Adán, que es la causa fundamental de todos los pecados posteriores, podemos rastrear el problema hasta la falta de comprensión por parte de la Iglesia de la diferencia entre los dos pactos.
Bajo el Antiguo Pacto, a Israel se le dio la tierra de Canaán como herencia. Abraham fue el destinatario de una promesa del Nuevo Pacto, aunque, en términos generales, vivía en tiempos del Antiguo Pacto. De modo que hay una extraña mezcla o convergencia de los dos pactos en Abraham, y esto se expresa, tal vez, mejor en la diferencia entre Abram y Abraham. Abram significa “padre exaltado”, pero a Abraham se le agrega la letra hebrea hey en el medio. La hey es el aliento de Dios y habla de estar lleno del Espíritu Santo.
Fue sólo después de que el nombre de Abram fuera cambiado a Abraham que la simiente prometida, Isaac, pudo ser concebida. Isaac nació un año después, en el día conocido posteriormente como Pascua. Por lo tanto, Ismael era el hijo de Abram, mientras que Isaac era el hijo de Abraham. Esto apunta a la enseñanza del Nuevo Pacto de que uno debe ser engendrado [Traductor: No sólo engendrado, sino además gestado y nacido, porque Abraham tuvo que alcanzar el nivel de filiación para poder engendrar a Isaac] por el Espíritu para convertirse en hijo de Dios. Si comparas Gálatas 3: 7 con Gálatas 3: 26, queda claro que los verdaderos “hijos de Abraham” son también los “hijos de Dios”.
En otras palabras, Dios no reconoce a los hombres engendrados por la carne o por medios biológicos como hijos de Abraham o hijos de Dios. Para ser uno u otro, uno debe ser engendrado por el Espíritu. Esto se aclara en Juan 1: 12-13:
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos [Traductor: es decir, siendo engendrados aún deben alcanzar la madurez de la filiación] hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
La afirmación judía de ser hijos de Abraham fue rechazada por el propio Jesús en Juan 8: 37-44,
37 Yo sé que sois descendientes de Abraham, pero procuráis matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto cerca de mi Padre; por eso también vosotros hacéis lo que oísteis de vuestro padre. 39 Ellos le respondieron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham… 42 Jesús les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, me amaríais… 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo…
Observe cómo Jesús equiparó la paternidad de Abraham con la paternidad de Dios y cómo el hecho de ser hijo de Abraham o de Dios se demuestra por el amor que uno siente por Jesucristo y su palabra/evangelio. Jesús reconoció que descendían físicamente de Abraham, pero negó que su padre fuera Abraham. De hecho, podríamos decir que eran hijos de Abram, comparables a los ismaelitas espirituales. Su madre era Agar, no Sara.
Esta fue la enseñanza de Pablo en Gálatas 4: 22-26, donde Pablo nos dice que la Jerusalén terrenal es Agar, la esclava que representa el Antiguo Pacto. Los que se adhieren al Antiguo Pacto son los hijos de Agar, espiritualmente llamados Ismael y “los nacidos según la carne” (Gálatas 4: 29).
Por lo tanto, decir que los judíos que no creen en Jesucristo son elegidos por su genealogía carnal es una contradicción directa con las Escrituras. Si amamos la verdad, creeremos lo que afirman Jesús, Juan y Pablo.
La incapacidad de creer en la Palabra clara y sincera ha engendrado el sionismo cristiano actual y ha hecho que los cristianos apoyen al Estado Sionista, a pesar de que ese gobierno está cometiendo activamente asesinatos en masa, genocidios y limpiezas étnicas que Jesús aborrece. El sionismo cristiano tiene sus raíces en una mentalidad del Antiguo Pacto.
Además, esta mentalidad del Antiguo Pacto apoya la idea de que Dios aprueba la reivindicación judía de la tierra de Palestina. Algunos sionistas cristianos incluso se unen al ejército israelí para apoyar el genocidio, pensando que la orden dada a Josué en el Antiguo Pacto sigue siendo hoy la voluntad de Dios. Al no entender los dos pactos, estos soldados cristianos se ven obligados a cometer asesinatos en masa.
A Abram se le había prometido la tierra de Canaán, pero Abraham buscaba un país mejor y una ciudad mejor (la Jerusalén celestial). Por eso Abraham vivió como extranjero en la tierra que le fue prometida bajo el Antiguo Pacto. El hecho es que Abraham no era ciudadano de la tierra de Canaán, ni poseía ninguna tierra aparte de una cueva de sepultura para Sara. Esto se enseña claramente en Hebreos 11: 9-10.
9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Así que el autor de Hebreos no atribuye su condición de extranjero a la resistencia cananea, sino más bien para mostrar que Abraham vio más allá de la promesa de la tierra física un propósito mayor de Dios que surgiría a través del Nuevo Pacto. Continuando, Hebreos 11: 13-14 dice:
13 Todos éstos murieron en fe sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos y recibiéndolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria propia.
Ahora bien, observemos que esta “patria propia” no es la tierra de Canaán. ¿Por qué? Porque los israelitas que fueron exiliados en Asiria nunca podrían regresar a la antigua tierra. La promesa de Dios a Israel significaba que finalmente recibirían el Nuevo Pacto, que venía con una promesa mejor: la de una patria mejor, que era algo distinto de la antigua tierra. Hebreos 11: 15 continúa:
15 Y en verdad, si hubieran estado pensando en aquella tierra de donde salieron, habrían tenido tiempo de regresar.
En teoría, si la tierra prometida hubiera sido la tierra antigua, estas “tribus perdidas” podrían haber tenido la oportunidad de regresar a ella. Después de todo, no estaba tan lejos de "Halah y Habor, junto al río de Gozán, y de las ciudades de los medos" (2º Reyes 17: 6), donde los asirios los habían establecido. Pero no regresaron a la tierra antigua, porque Dios quería que recibieran un mejor pacto con mejores promesas, incluyendo una mejor tierra y una mejor ciudad. Hebreos 11: 16 dice:
16 Pero ahora anhelan una patria mejor, es decir, celestial. Por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.
“Por lo tanto”, dice, debido a su deseo de una patria mejor a través del Nuevo Pacto, “Dios no se avergüenza de ser llamado su Dios”. Esto infiere que si los israelitas regresaran a la antigua tierra en alguna forma de sionismo, Dios se avergonzaría de ser llamado su Dios.
Esta es una refutación absoluta del sionismo, que es el deseo de regresar a la antigua tierra. El estado sionista en sí mismo es un repudio del Nuevo Pacto, porque todavía está arraigado en el Antiguo Pacto, que a su vez ahora está obsoleto, habiendo sido quebrantado hace mucho tiempo tanto por Israel como por Judá. Hebreos 8: 17 dice:
17 Al decir: «Un nuevo pacto», dio por obsoleto el primero. Pero todo lo que se vuelve obsoleto y envejece, está próximo a desaparecer.
Los sionistas cristianos demuestran, entonces, que su deseo NO es alcanzar las promesas del Nuevo Pacto que Dios hizo a Abraham. Su adhesión a la Jerusalén terrenal, es decir, al Antiguo Pacto, los convierte en ismaelitas espirituales.
El Antiguo Pacto promete una herencia física en la tierra; el Nuevo Pacto promete “la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8: 23). Estamos hechos del polvo de la tierra, y somos la herencia de la tierra de Dios. A los hijos de Dios se les da la promesa de un cuerpo glorificado, que es su patria celestial. Este es el deseo de los Vencedores que recibirán esta herencia en la Primera Resurrección (Apocalipsis 20: 6).
En última instancia, es Dios quien decide quién formará parte de esa Compañía de Vencedores, pero debo cuestionar que un cristiano sionista pudiera ser un Vencedor. Puede realizar milagros y profetizar muchas cosas, pero Jesús nos dijo en Mateo 7: 20-23:
20 Así que por sus frutos los conoceréis.
¿Qué frutos?
21 No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» 23 Y entonces les declararé: «Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de maldad».
Hay muchas maneras de “practicar la iniquidad”, siendo la más común el repudio de la Ley misma como la norma divina de justicia. ¿Escribirá Dios la Ley en los corazones de quienes la rechazan? Pero más específicamente aquí, la Ley profetiza acerca del Nuevo Pacto en sus declaraciones acerca de la circuncisión de los oídos y el corazón y en la Ley del Jubileo. Aquellos que no hacen caso a la Ley cuando señala al Nuevo Pacto están entre aquellos que son inicuos.
Jesús dejó en claro que la capacidad de profetizar, expulsar demonios y realizar milagros no son los criterios finales de un Vencedor. Sugiero que el “fruto” que Cristo está buscando es el fruto del Espíritu que se deriva del Nuevo Pacto. El Nuevo Pacto es el fundamento de nuestra relación con Dios; sin él, no tenemos ninguna posición legal ante Dios, independientemente de nuestra capacidad de realizar milagros en el nombre de Jesús.
Por supuesto, esta es una palabra dura, pero debe decirse como advertencia a los sionistas cristianos. Se trata de un alimento sólido que confirma el libro de Hebreos, y haríamos bien en arrepentirnos de toda influencia del sionismo cristiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos cualquier comentario respetuoso y lo agradecemos aún más si no son anónimos. Los comentarios anónimos no serán respondidos.